El tiempo esta de mi lado
Descripción
Con el tiempo agotandose para Dean, Sam lo convence de ir a Eerie, Pennsylvania para investigar un posible caso de zombies. En su lugar, se encuentran con el Doc Benton, un médico que vivio en 1816, y que abandonó su práctica médica para seguir su obsesión de encontrar la clave de la vida eterna y que en la actualidad, droga a las personas para robarles sus órganos vitales.Mientras tanto, Bobby descubre el paradero de Bela, así que Dean decide confrontarla, dejando a sus hermanos sólos para lidiar con el doctor.Bela termina en una situación desesperada, y posiblemente fatal.
Erie, Pennsylvania.
Dos doctores del
hospital general terminaban de cumplir sus horas de trabajo, y como todos los
días estaban reunidos en las afueras del hospital para contarse todo lo que
había pasado en sus días, sus pacientes y consultas.
— ¿Quieres un
trago? — sugirió el tipo que trabaja en el área de oncología
— No, no puedo.
Tengo que levantarme temprano… El deber me llama. — dijo el otro, que era uno
de los mejores cirujanos plásticos que tenían en el condado.
— ¿Aumento de
pechos? — sugirió el otro muchacho, a veces le tenia tanta envidia a su
camarada por ese tipo de operaciones.
— Eso quisiera… No,
es una vieja gruñona, quiere de todo… Necesitaré una grúa para levantarla. —
comento el otro lleno de ironía y se empezaron a reír. Si bien como doctores
pasaban por millones de anécdotas, pero lamentablemente no todas eran buenas.
— Tanto trabajo
¿para quitar que? ¿15 minutos de sus caras? — pregunto el otro también con
ironía, a veces no comprendía porque las mujeres mayores se ponían contentas
por que una sola arruga desaparecía de sus rostros, simplemente no lo entendía.
— Mantenerse
joven es un trabajo brutal. — dijo el cirujano, chocaron las manos con su
famoso saludo secreto y se separaron por fin.
El cirujano
plástico acababa de guardar su maleta de ropa en la cajuela de su auto, cuando
escucho unas ramas de arboles quebrándose. Se giro para ver y no encontró nada.
Pero después alguien llego por detrás y con una increíble fuerza lo metió en su
propia cajuela.
— ¡Ayuda! ¡Ayuda!
¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Sáquenme de aquí! ¡Ayuda!. — gritaba el hombre sin dejar de golpear
la cajuela. Pronto sintió como su auto se movía, ya que fuera quien fuera ese
tipo, se lo estaba llevando.
A la mañana
siguiente, el cirujano entro al hospital, únicamente vestido con su saco y
chorreando sangre a todo su paso. Finalmente una enfermera se le acerco con
toda la disposición de atenderlo
— ¿Señor?
— Por favor—
murmuro el muchacho con mucha dificultad, su cara estaba pálida y era claro que
tenia muchísimo frio. Pues no dejaba de temblar.
— Está bien
señor, déjeme ver qué paso… No se preocupe, no hay nada que no haya visto
antes. — aseguro la enfermera para
tranquilizarlo, pues ella tenia la idea de que el muchacho estaba preocupado
por que alguien viera sus partes intimas.
— No, no, no. —
murmuraba el muchacho con dificultad.
— Déjeme ver. —
dijo la enfermera y le quito las manos del saco y apenas hacerlo, un montón de
sangre y los intestinos salieron del
cuerpo del muchacho. La enferma empezó a
gritar como loca, pues en efecto, jamás había visto una cosa tan horrible como
eso.
Cerca de ahí, los
hermanos Winchester mantenían cautivo a
un demonio para su interrogación. Ellos sabían que capturar demonios era una
cosa peligrosa, pero estaban desesperados por obtener respuestas sobre los
contratos, así que no les importaba correr el riesgo y por ellos ya lleva mas
de 10 exorcismos realizados en ese mes.
El agua bendita
estaba viniendo de maravilla en esos momentos, pues nada mas lanzarla a la cara
del sujeto poseído, provocaba que el demonio se quemara por dentro.
— ¡Basta! —
seguía suplicando el demonio, pues no podía soportar mas el dolor del agua
bendita sobre la piel que estaba habitando.
— ¿Vas a hablar?
— pregunto Deán
— No lo sé… ¡No
sé nada! — grito el demonio desesperado.
— Oh, ¿oíste eso
Sammy?... El no sabe nada. — se burlo Deán, pues no era un secreto para ellos,
que las noticias corrían como el viento entre los demonios, y pese a ser unos
seres despreciables, estaban bien organizados con la cadena de mando y las
noticias.
— Sí, ya lo
escuche. — murmuro Sam, no le gustaba estar torturando personas inocentes pero
por salvar a su hermano, ya nada le importaba.
— Les digo la
verdad. — repitió el demonio.
— ¿Así?... entonces,
te debo una disculpa… Permíteme compensártelo.
— dijo Deán lleno de ironía y le obligo a abrir la boca y le vacio mas agua
vendita, quemándolo por dentro y haciéndolo aullar como nunca antes. — Preguntare
por última vez… ¿Quién tiene mi contrato? — exigió saber Deán y el demonio al
fin pareció tomar control del cuerpo humano, pues dejo de gritar para reírse y
mostro sus verdaderos ojos negros.
— Tu madre… Si,
ella me lo enseño antes de que yo la doblara. — se burlo el demonio, el que
fuera ruin solo demostraba que tenia mas información de la que admitía y que
estaba tratando de ocultarla.
— Quiero un
nombre. — exigió Deán, con un tono bastante siniestro que haría a cualquiera
ponerse a llorar, a cualquiera menos a un demonio.
— ¿O que? ¿Vas a
usar tu agua bendita otra vez?... seria un piquete de mosco comparado con lo
que me harían si te digo algo… Haz lo que quieras… Lo único que me asusta es el
demonio que tiene tu contrato. — aseguro el demonio, y sin querer acababa de
revelar un dato importante. Fuera quien fuera el demonio dueño de los
contratos, era bastante temido y bien conocido por todos en el infierno. Así
que Deán finalmente le indico a Sammy con la mirada, a que procediera con el
exorcismo.
Exorcizamus te, omnis immundus spiritus
omnis satanica potestas, omnis incursio
infernalis adversarii, omnis legio,
omnis congregatio et secta diabolica.
omnis satanica potestas, omnis incursio
infernalis adversarii, omnis legio,
omnis congregatio et secta diabolica.
El demonio
gritaba y se retorcía por el dolor que provocaba el exorcismo, era como si le
estuvieran arrancado la propia piel. — ¿Cómo se siente? ¿Se siente bien? —
pregunto Deán entre risas, le gustaba ver ese sufrimiento en los malditos
demonios.
— Adelante…
Envíame de vuelta al infierno… Y cuando llegues, estaré halla esperándote… Con
algunos amigos que se mueren por una linda reunión con Deán Winchester. — advirtió el demonio y Deán se burlo de su
amenaza para que vira que no le tenia miedo.
— ¿Sigo? —
pregunto Sam, ahora ya no estaba seguro de estarle haciendo un favor a su
hermano con tantos exorcismo, pues solo le estaba creando mas enemigos.
— Mándalo a donde
no pueda hacer daño. — le ordeno Deán, y Sam procedió a leer el exorcismo
completo.
El hombre al que
poseía el demonio, no logro salvarse, así que Deán se ofreció para enterrarlo
en el bosque, y lo hizo porque quería estar solo para pensar, él se había
burlado de la amenaza de ese demonio pero por dentro la amenaza si le había
hecho es tremerse, no solo por ese bastardo, si no por el pensamiento de todos
los demonios a los que había mandado halla abajo y que seguro estaban deseando
una venganza.
Para cuando Deán
regreso a la casa, se encontró con Sam hablando a todo volumen por teléfono en
la sala.
— ¿Busco las
huellas dos veces? ¿Seguro?... De acuerdo, bien, diré que fue un error
del laboratorio… No lo sé… De acuerdo… Gracias, sí le diré al teniente. — se escuchaba decir a Sam por toda la casa y entonces colgó. — ¿Lo sepultaste? — le pregunto a Deán.
— Sí… Pobre diablo,
parece que lo hacen solo por diversión. — comento Deán, pues de los diez caso
en que habían trabajado ese mes, en nueve de ellos los demonios habían mutilado
sus propios cuerpos humanos. Luego se sentó para beber una cerveza. — ¿Qué fue
esa llamada?
— ¿Recuerdas lo
del periódico de ayer? — pregunto Sam
—
"¿Stripper asfixia a un hombre con
los muslos?". — pregunto Deán,
aquel había sido un gran titular y en un momento hasta llego a pensar de que
debía ser al sobrenatural, sin duda algo que estaría complacido de atender.
— La otra cosa.
— murmuro Sam ente dientes
— Si, el tipo
que entra a urgencias, se arrodilla y muere con el estomago abierto. — comento
Deán, ese también había sido un gran titular en el pueblo, pues se trataba de
un cirujano muy reconocido por esa gente.
— Sin el hígado,
acabo de encontrar algo que es muy interesante. — comento Sam
— ¿Qué? — pregunto Deán con interés, un caso no
le vendría nada mal para desquitar todo el estrés que dese demonio le provoco.
— ¿El cadáver?
estaba cubierto de huellas
ensangrentadas… Y no eran de la víctima. — explico Sam
— Bien, mi amigo
Dave Carusso estaría anonadado. — se
burlo Deán, ya no le estaba gustando esa maña que tenia Sam de contarle las
cosas a medias y por partes irrelevantes.
— Las huellas pertenecen
a alguien que murió en 1981. — agrego Sam
— ¿Enserio? ¿De
que estamos hablando? ¿Muertos vivientes? ¿Muertos vivientes asesinos? —
pregunto Deán con algo de emoción, ya habían pasado por un caso como ese antes
y siempre era bueno poder patear traseros sin ningún cuidado.
— Tal vez. —
murmuro Sam, no estaba muy convencido de que aquello se tratara de Zombis.
— Si, a los
zombis les gusta la carne humana… ah… hablando de eso, ¿Por qué te interesan
los zombis? — pregunto Deán.
— ¿De que hablas?
— pregunto Sam sin entender porque esa pregunta.
— Has trabajado
en salvar mi alma durante meses… Y quedan tres semanas, y de repente… ¿estas interesado en buscar
zombis? — cuestiono Deán lleno de interés, la verdad es que ya no entendía a
Sam, un día le tenían sin cuidado las personas de los casos, pero al otro le
importaban mucho, era muy extraño.
— Oye, tú eres
el que esta ansioso por cazar, pensé que te estaría haciendo un favor. — dijo
Sam en su defensa.
— No, no, no,
no, no… No dije que no quiero hacerlo, obviamente yo quiero cazar Zombis. —
dijo Deán con emoción, tanta que ni siquiera se había dado cuenta de que Sam le
había volteado el asunto contra él. Entonces llego Jeff con las compras de la
comida, pues de un tiempo para acá, si el niño no lo hacia, nadie comía en esa
casa.
— Hey ¿Cómo has
estado niño?... hace mucho que no te veíamos. — comentó Deán lleno de ironía,
pero era cierto, en el ultimo par de días apenas y se veían.
— Genial, no
podría estar mejor... ah si claro, si podría… si dejaran de arriesgarse a lo
estúpido con esa bola de demonios. — dijo Jeff con la misma ironía y dejo la
comida en la cocina, el no estaba de acuerdo en eso de torturar demonios, el
quería probar magia para tratar de salvar a Deán, magia real, pero no le
dejaron hacerlo.
— Si bueno, ¿Qué
te parece ir contra Zombis ahora? — le pregunto Deán para tratar de mejorarle
el humor, y funciono pues Jeff dejo ese semblante fruncido aun lado y sonrió.
— ¿Zombis? ¿
Resident Evil o Silent Hill? — Pregunto Jeff
— Ambos… una
combinación letal. — aseguro Deán sonriente.
— Oh, bueno…
para eso si cuenten conmigo. — comento Jeff mas emocionado que antes, Sam no lo
entendía pero Deán siempre lograba que ese muchacho sonriera o se en contentara
de cualquier forma.
Así que los
Winchester se vistieron de traje y fueron a la morgue para ver el cuerpo del muerto y así empezar la
investigación. El problema fue que se encontraron con un forense gruñón que no
quería prestarles mucho tiempo.
— Sí, el resto
del cuerpo estaba intacto… El hígado era
el único órgano que faltaba. —comento el
hombre.
— ¿Y en donde el
hígado fue arrancado, pudo notar alguna marca de dientes? — pregunto Deán, era
obvio que una marca así pertenecía a un Zombi.
— ¿Puedo ver sus
placas? — pidió el forense.
— Claro, por
supuesto. — dijo Sam extrañado por la petición tan repentina y le enseñaron las
placas falsas del FBI.
— Bien… Son
policías y estúpidos. — aseguro el forense.
— ¿Disculpe?…
No, no, somos muy inteligentes. — aseguro Deán y de no estas fingiendo ser un
verdadero agente, ya le habría partido la cara por haberlos llamado de esa
manera.
— El hígado no
fue arrancado — dijo el forense entre dientes y finalmente les mostro el
cuerpo, Deán hecho una rápida mirada y se dio cuenta de que no había mordidas
en ninguna parte, ósea que no había sido
un Zombi. — Fue extraído quirúrgicamente, por alguien que sabe usar el bisturí…
¿No leyeron mi reporte? — pregunto el hombre, extrañado de tener que explicar
lo que ya había hecho antes.
— Claro que si,
oh y era impactante… me tenia en suspenso, fascinante. — mintió Deán, y fue tan
obvio con ello que se empezó a reír por los nervios.
— ¿Es todo? —
pregunto el forense, mucho mas molesto que antes y si la mirada fuera un arma,
ya abría matado a los chicos.
— Creo que si. —
murmuro Deán aun riéndose por los nervios.
— Váyanse, ya. —
ordeno el forense.
— Claro. — murmuro Sam, trago saliva por el miedo que le
estaba provocando esa mirada de pistola del forense, así que salieron casi
volando de la sala.
— ¿Qué? —
pregunto Deán apenas ver a la mirada de su hermano.
— Nada… creo que
eso acaba con nuestra teoría de los Zombis ¿no? ¿Lo del bisturí? — comento Sam,
el si que no estaba olvidando los pocos detalles que pudo ver en el cuerpo y
los que ese hombre comento.
— Sí, un zombi
cirujano… "Doctor Quinn, medico zombi". — Dijo Deán lleno de ironía y
se rieron un poco.
— Estamos en la
ruta falsa, Deán… Buscando cadáveres. — murmuro Sam
— ¿Y que
deberíamos buscar?
—
Sobrevivientes…. Esto no es de zombis,
esto es robo de órganos. — aseguro Sam, tenían que encontrar a alguien que
pudiera corroborar que se trataba de un asunto sobrenatural, o de lo contrario
se tendrían que ir, no podían estar perdiendo tiempo.
Jeff por su
parte, se quedo en el hospital. Engañando a las enfermeras, diciéndoles que
estaba buscando a su abuelo que había sido atropellado, y mientras lo llevaban
de pasillo en pasillo, esperaba escuchar algún chisme sobre el tipo muerto. Entonces
al girar en uno de los pasillos, choco hombro con hombro con un enfermero.
— Perdóname. —
murmuro Jeff sin siquiera verlo.
— ¿Jeff? ¿Eres
tú? — pregunto el muchacho, Jeff se giro para verlo y se quedo boquiabierto.
— Oh por dios,
¿Jason? — pregunto Jeff y el muchacho asintió, así que se dieron el saludo
secreto de la Scoobie Gang y se abrazaron.
— Vaya, pero si
ya estas igual de alto que yo… has crecido mucho. — dijo el muchacho entre
risas.
— Si bueno, los
niños crecen ¿sabes? — le pregunto lleno de ironía.
— Si ya vi… y…
¿Qué estas haciendo aquí? — pregunto Jason, la ultima vez que vio a Jeff fue en
su cumpleaños doce, hace dos años y ciertamente no esperaba volverlo a ver, en
especial no en su trabajo.
— Estoy en un
caso.
— Ah, si, si… el
caso del ataque al cirujano y el de la constructora ¿no? — pregunto Jason, Jeff
asintió pero luego lo miro con incredulidad.
— ¿El dijiste el
de la constructora? — pregunto Jeff, pues hasta donde sabia solo había habido
un ataque, el del cirujano.
— Si, el tipo
que acaban de traer hace como una hora… le quitaron su riñón también — le
explico Jason, pues era obvio que Jeff no tenia ni idea de ello.
— Ok, dame un
segundo. — murmuro Jeff, se giro y hablo por teléfono. — Hey Sam, trajeron otro
tipo al hospital… si, si esta vivo… le quitaron un riñón… si, ok. — y termino
la llamada, sin saberlo le acaba de dar a sus hermanos lo que tanto estaban
buscando.
— ¿Sam? Ese
nombre es nuevo… ¿Esta el resto de la Scoobie Gang aquí? Porque yo…— empezó a
decir Jason.
— Oh por dios,
no lo sabes. — murmuro Jeff y dejo callado a su viejo amigo, quien no dejaba de
sonreírle con esos hermosos dientes blancos.
— ¿Saber que?...
¿Jeff? — pregunto Jason preocupado, pues el semblante del chico había cambiado
del sorprendido Jeff al triste Jeff.
— Creo que un
café seria estupendo ahora. — murmuro Jeff, y se puso en marcha a la cafetería,
necesitaría estar sentado para contarle a su viejo amigo la triste verdad del
pasado en Mystic Falls.
Sam y Deán
llegaron al hospital un poco después, y gracias a una enfermera parlanchina
pudieron accesar a la nuevo victima, un hombre que apareció sin riñón esa
mañana en un hotel y que había llegado solo para exanimación medica, pues su
herida había sido suturada de manera correcta y no requirió mas intervenciones.
— Le conté todo
a la policía ayer… Ya no quiero hablar
de eso. — se quejo el hombre, que yacía como todo un moribundo en su
cama.
— Solo son un
par de preguntas, señor. — murmuro Sam
— Oiga, mire… me
robaron un riñón, estoy cansado. —aseguro el hombre, pero solo era actuación,
se estaba haciendo el victima con ellos y eso era bastante molesto.
— Nos iremos rápido…
¿No quiere atrapar a quien lo hizo? — le presiono Deán.
— ¿Me devolvería
mi riñón? — pregunto el sujeto lleno de ironía, y Sam decidió que era momento
de dejar las formalidades a un lado e ir directo a las preguntas.
— Señor, ¿que es
lo último que recuerda? — pegunto Sam, y como el tipo empezó a hablar del tema,
no tuvo mas que responder.
— Cerraba mi
auto, me llegaron por atrás… y luego desperté, atado a una mesa… Y luego, el
peor dolor que se puedan imaginar, pero… peor… y me desmaye… gracias a dios…
luego desperté, en un motel, cubierto de hielo en la tina. — les conto el
hombre, con un nivel de dramatismo nuevo para los hermanos.
— ¿Recuerda algo
de la cirugía? ¿Cómo era quién la hacia? ¿Detalles del cuarto? — pregunto Deán,
pues según su respuesta había estado consciente durante algún momento de su
intervención.
— Déjeme pensar en
eso… Sí, una cosa esta volviendo a mi… ¿Saben que recuerdo?... ¡Que me sacaron un
riñón de mi cuerpo! — les grito el sujeto, era claro que estaba irritable y que
no podrían sacarle nada de información. ¿Pero que estaba pasando en ese día?
Nadie estaba siendo amable con los hermanos.
Así que Sam y
Deán regresaron al motel para investigar, aun que bueno, únicamente Sam estaba
investigando, ya que Deán se puso a comer.
— Tengo una
teoría. — murmuro Sam tras un buen rato de lectura sobre el caso.
— ¿Sí? —
pregunto Deán con interés y le dio un enorme mordisco a su hamburguesa de
pollo.
— Sí, hablé con
el doctor del señor Risitas… Y resulta que sus incisiones fueron cocidas con seda. — dijo Sam
— Que raro.
— Sí, hoy en
días lo es… Pero la seda, era lo que usaban para suturar en el siglo XIX… Y era
realmente problemático, los pacientes sufrían de muchas infecciones, y el
índice de mortalidad era grande — explico Sam,
— Buenos
tiempos. — murmuro Deán
— Si, y los
doctores tenían que hacer lo que fuera para
que la infección no se esparciera… Una forma eran los gusanos — agrego Sam
— Estoy
comiendo. — dijo Deán en unas susurro pero mordiendo su hamburguesa, además a
Sam no le importo y continua hablando del desagradable tema.
— Y eso les
funcionaba, por que los gusanos se comen el tejido malo, y dejan los buenos… Y cuando hallaron a este
señor, la cavidad estaba llena de gusanos. — decía Sam con diferentes muecas de
asco.
— Que estoy
comiendo. — Se quejo Deán nuevamente, pero todos esos detalles desagradables le
habían dado una ligera idea de lo que podía estar pasando. — Oye, déjame
aclarar esto… Así que están robando órganos… y están usando cirugía antigua
para hacerlo… ¿Por qué eso me suena familiar? — pegunto, pues tenia la idea
pero su cerebro no lo podía recordar claramente todavía.
— Por que ya lo
has oído… Cuando eras niño, de papá. — aseguro Sam, y le arrojo el diario para
que leyera la historia otra vez. — Doc
Benton, medico cirujano, vivió en New Hampshire… Brillante y obsesionado con la alquimia, en el especial… el como vivir
siempre, en 1816 el Doc deja de practicar…— decía Sam
— Y nadie sabe
de él en 20 años… Y de repente, empiezan a aparecer muertos. — agrego Deán,
ahora recordaba aquella historia, fue un cuento para dormir de su padre y que
después resulto haber sido una verdadera cacería de John.
— Muertos, o sin
un órgano o una mano o alguna otra parte del cuerpo — dijo Sam
— Por que lo que
estaba haciendo, estaba funcionando... Y
el seguía intentando, si una parte se desgastaba, la reemplazaba… Pero papá
lo cazo y le quito el corazón. — recordó Deán, pues aquella había sido una de
las cacerías que dejo mas heridas en el cuerpo de su padre.
— Sí, creo que
el Doc debe haberse conseguido otro — dijo Sam, y no era tan difícil imaginarse
que un tipo sin corazón y especialista en cirugías, se hubiera colocado su
propio corazón.
— Muy bien,
¿Dónde esta haciendo eso? — pregunto Deán.
— Según esto,
Benton es muy selectivo con su lugar de trabajo… Le gustan los bosques con
acceso a un río o un arroyo… Donde haya agua fresca. — explico Sam, leyendo
directamente del diario de su padre.
— ¿Por qué?
— Por que ahí es
en donde desecha la bilis, los intestinos y la materia fecal— agrego Sam y no puedo evitar
el reírse, pues tras decir eso, su hermano había puesto una cara de vomito
amarilla. — ¿Ya perdiste el apetito? — pregunto
— Oh, no me
enojare contigo. — le dijo Deán a la hamburguesa y siguió comiéndosela como si no
hubiera escuchado nada.
Esa misma noche,
otro sujeto corría como todas las noche alrededor del parque, su contador de
latidos del corazón estaba al tope, así que se sentó a descansar unos momentos
cuando una mano le cubrió la boca con un pañuelo que apestaba horrible.
Para cuando este
hombre despertó, estaba atado a una mesa y lo único que podía mirar era un montón
de velas y un frasco de gusanos a su costado. Pronto llego un tipo
horripilante, el Doc Benton, quien le corto el pecho con unas tijeras.
— No, por favor…
No… No, no. — rogaba el sujeto con bastante dificultad para hablar, pero fue inútil, el Doc le siguió cortando el
pecho y cuando por fin pudo, metió su mano en su pecho y le saco el corazón.
Matando al pobre muchacho.
Para el amanecer
del siguiente día, Sam ya tenia establecido un perímetro de la posible
localización del Doc Benton y apenas su hermano despertó, se lo mostro.
— Estas son
viejas cabañas de caza, han estado abandonadas por años. — dijo Sam que tenia
todo el muro de la habitación cubierta por mapas de los bosques del pueblo y
sus alrededores también.
— ¿Y qué esperamos?
— pregunto Deán, entonces su celular sonó insistentemente y fue a contestar. —
¿Bobby?
— Al fin tengo
una pista sobre Bela. — dijo Bobby apenas escuchar que le atendían a la
llamada.
— Te escucho. —
dijo Deán, su atención inicial por el Doc estaba apunto de cambiar
radicalmente, incluso de desaparecer.
— Rufus Turner. —
dijo Bobby.
— ¿Eso es un
barco de vapor? — pregunto Deán entre risas, no le sonaba de nada aquello.
— Es un cazador
o solía serlo. — aclaro Bobby
— ¿Y ahora? —
cuestiono Deán, pues eso de”SOLIA” había sonado fatal-
— Un ermitaño, y
realiza algunas ventas, en fin… corrí la voz sobre Bela hace meses, y el llamo…
dijo que una mujer lo contacto y quería comprar algunas cosas. — explico Bobby.
— ¿Y cree que es
Bela? — pregunto Deán, pues sabia que ahí fuera había muchas ladronas y
vendedoras de lo oculto, y no se podía dar el lujo de perseguir algo que no
fuera seguro. No con un caso como el del Doc Benton en sus manos.
— Acento
británico, y usó el nombre de Mina Chandler— agrego Bobby.
— Ella esa usa
nombre— murmuro Deán. — Es una torpeza,
¿no crees? ¿El hacer contacto con uno de tus amigos? — se preguntaba.
— ¿Amigo?... No
lo he visto en quince años, ya te dije que es un ermitaño, dudo que sepa que lo
conozco… Él esta en Canaan, Vermont. — dijo Bobby.
— Gracias,
Bobby… Vamos para allá. — aseguro Deán.
— Y otra cosa…
Lleva una botella de Johnnie Walker Blue. — le sugirió Bobby, si conocía a
Rufus como antes, sabia que eso seria como tener una llave de su casa.
— Esta bien. —
murmuro Deán y colgó. —Empaca, vamos tras Bela. — le dijo a Sam, que lo había
estado mirando intrigado todo el rato.
— ¿Qué? No, no,
espera un segundo. — le pidió Sam, tenia que comentarle otro detalle de la
cacería.
— No, toma tus
cosas… el tiempo se agota. — aseguro Deán, no se podía dar el lujo de perder a
esa mujer otra vez, no con el final tan cerca.
— No, yo creo
que debemos seguir aquí y terminar este caso. — dijo Sam
— Ja, ¿estas
loco? — pregunto Deán con incredulidad, no se podía creer que su hermano
estuviera diciendo eso, no después de todos los meses en que trato de encontrar
una manera de salvarlo.
— Deán, no creo
que aun tenga la Colt, eso fue hace meses… Debió venderla desde que la
consiguió. — aseguro Sam
— Entonces la
mataré con gusto. — aseguro Deán, el asunto del robo de la Colt era personal,
pues había pasado bajo sus narices, en un momento en el que confió en esa
mujer.
— Deán, escucha…
— Sam, nos
vamos. — ordeno Deán en tono final.
— ¡No! — grito
Sam, esta vez no estaba dispuesto a seguir las ordenes de nadie.
— ¿Por qué no? —
exigió saber Deán, porque para ese punto no podía entender nada. ¿Sammy lo
quería salvar o ya no? Porque hasta parecía que ya no quería, y que mejor
prefería salvar a otra gente antes que a él.
— Deán, esto, lo
de aquí, ahora… Es lo que va a salvarte. — aseguro Sam
— ¿Como? ¿Siguiendo
a un Frankenstein? — pregunto Deán con ironía.
— La
inmortalidad… Doc Benton no puede morir… Si averiguamos cómo lo hizo, lo
haríamos contigo. — explico Sam
— ¿De qué hablas?
— pregunto Deán aterrado ante tal idea, pues Sam estaba sugiriendo convertirlo
en un monstruo para salvar su alma, ¿pero que no era eso exactamente lo mismo
que irse al infierno?
— Tienes que
morir para ir al infierno, ¿no?... Pero si nunca mueres…— empezó a decir Sam,
el era un fiel creyente de su idea de convertir a Deán en inmortal.
— Espera,
espera, espera un segundo… ¿Tú… sabías que era el Doctor Benton desde el
principio? — pregunto Deán, pues ese brillo en los ojos de su hermano hacia
parecer que ya lo tenia todo bien planeado. Y además eso también explicaría
porque Sam decidió buscar ese caso en primer lugar.
— No…. Solo lo
esperaba. — murmuro Sam, pues ya no tenia caso que le siguiera mintiendo a su
hermano, si en efecto, el lo tenia planeado todo desde el principio. Encontrar
al Doc y obligarlo a que les ayudara-
— ¿Lo de los
zombis era una mentira? — pregunto Deán enojado, esa costumbre de Sam por
mentirle y guardarle secretos, ya se estaba volviendo mas común.
— No quise decirlo
hasta estar seguro, solo trato… de hallar una solución aquí. — aseguro Sam
— No, lo que
tratas de hacer es hallar a ese asesino y ¿matarlo?… no, lo que tratas de hacer
es invitarle una cerveza, estudiarlo. — grito Deán frustrado, pues todo eso
sonaba a toda una verdadera locura. Y lo que le daba más miedo, era que Sam
estuviera pensando en ello como una cosa buena.
— Sólo trato de
ayudar. — murmuro Sam, sintiéndose regañado por querer seguir su ultima
esperanza para salvar a Deán.
— ¡No me ayudas!...
¿Olvidas que si violo el contrato, tú te mueres?… ¿y sabes que? Vivir para
siempre, es trampa. — dijo Deán en su defensa.
— ¿Y que? Sea lo
que sea, lo tomare yo también. — aseguro Sam, no tenia ningún problema con
vivir para siempre, si con eso lograba salvar a su hermano de ir al infierno.
— Oh dios, ¿Qué
estas diciendo? — pregunto Deán desesperado, todo el asunto del trato no solo
iba a consumirlo a él, también lo haría con Sam, y eso era lo que menos quería.
— No, es como Bobby ha dicho… Matamos al demonio que tiene el contrato, y todo
el asunto se olvida... Es la mejor opción. — aseguro Deán.
— Aunque
tuviéramos la Colt, Deán… ¿Con quien la usaras?... No sabemos quien tiene el
contrato. — le recordó Sam, y por los diez interrogatorios fallidos con
demonios, tenia el presentimiento de que jamás averiguarían un nombre a tiempo.
— La usare con
los perros entonces, antes de que me destrocen... ¿Vienes o no? — exigió saber
Deán, ya estaba cansado de discutir y no actuar.
— Me quedare
aquí. — murmuro Sam con firmeza, el estaba seguro de que su idea podía
funcionar y tenia que hacerlo, por Deán.
— No lo harás…
Por que no te dejare vagar por el bosque solo, buscando a un loco asesino. —
dijo Deán, empezando a preocuparse por lo que pudiera pasar o lo que pudiera
hacer su hermano.
— ¿No vas a
dejarme? — pregunto Sam con incredulidad, el ya no era un niño para pedir
permiso, era un hombre y sabia lo que estaba haciendo.
— No, no voy a
dejarte. — aseguro Deán.
— ¿Como vas a
detenerme? — le reto Sam, y tal como esperaba. Deán se quedo en silencio
absoluto, pues sabía que no podía hacerlo. — Escucha... tratamos de hacer lo
mismo aquí— dijo para tratar de suavizar
la tensión entre ellos un poco.
— Lo se… Pero yo
me voy… Así que si quieres quedarte… Quédate. — dijo Deán y camino hacia la
puerta., realmente esperaba que Sam lo siguiera, pero no fue así. — Sam, cuídate. — le dijo, pues aun no se iba
y ya estaba lamentando irse.
— Tú también. — dijo
Sam sin girar a verlo siquiera y Deán se fue finalmente solo del hotel.
Canaan, Vermont
Deán llego hasta
una pequeña pero decente casa roja, subió unas escaleras de madera podrida y se
encontró con un letrero bastante inusual:
"No Voluntarios, me
refiero a ti… no pidas donativos".
Y con ello se
dio cuenta de qué Bobby no bromeaba con eso de que ese señor Rufus era un
ermitaño. Llamo al timbre un par de veces y vio como una cámara del techo se
giraba para enfocarlo.
— ¿Qué? — se
escucho preguntar a alguien y entonces Deán vio el intercomunicador viejo junto a la puerta, ese tipo Rufus lo
estaba mirando desde la cámara y le estaba hablando por ese aparato, lo cual
era muy raro.
— Hola, ¿Rufus? —
pregunto Deán sonriente
— Aun que sea
yo, la pregunta es la misma… ¿Qué? — exigió saber el hombre molesto.
— Soy Deán
Winchester, un amigo de Bobby Singer. — dijo Deán, esperando que aquello
lograra que le abriera la puerta o por lo menos que cambiara su tono con él.
— ¿Y? — volvió a
preguntar el sujeto, vaya que era mucho mas duro que una roca.
— Le llamo esta
mañana. — murmuro Deán, pues por un breve momento llego a pensar que el sujeto
se había olvidado por completo de ello.
— ¿Y?
— Uh, le dijo a
Bobby que una chica británica hizo contacto con usted. — Deán ya ni siquiera
sabia como hablar con ese tipo, si gritarle o hablarle tranquilamente, pues su
tono le estaba dando bastante miedo.
— ¿Si, y? —
volvió a preguntar el sujeto, aun que por lo menos había confirmado que conoció
a Bela-
— ¿Sabe dónde
está? — le pregunto Deán.
— Sí. — aseguro
el sujeto.
— Bien, ¿puede
decirme donde esta? — pregunto Deán con suma cautela, pues algo le decía que
pedirle cosas a Rufus no era muy buena idea.
— No — dijo el
hombre en tono tajante.
— Claro que no…
hem, escuche Rufus. —Deán estaba por contarle toda la historia para tratar de
hacerlo recapacitar, pero el hombre finalmente salió por la puerta para verlo.
— Voy a
informarte de algo… Estás tocando a mi puerta, y tú no me conoces... No soy tu
amigo. — le dijo el sujeto entre dientes, y en sus ojos se podía ver una
llamada de ira contenida.
— Lo siento,
señor. — murmuro Deán, estaba intimidado por la forma de ser de Rufus.
— Y te contare
una historia… hace algún tiempo Bobby me llamo y pidió que le llamara si sabia
de esa Bela Talbot, supe de ella y llame… Fin — dijo Rufus con toda la ironía
del mundo, era tanta que incluso sorprendió a Deán quien hasta ese momento de
había creído el rey del sarcasmo.
— Señor, si…
pudiera decirme en donde esta, se lo agradecería. — volvió a murar Deán, sin
siquiera mirar directamente los ojos de Rufus. Pues gracias a su padre había
aprendido que a esos sujetos duros, e les trataba con respeto y siempre les
debía hablar con sumisión.
— Deán
Winchester, ¿cierto? — pregunto el hombre y el apenas asintió. — Deán, ¿te
parece que estoy aquí para servirte? —
pregunto Rufus.
— Voy a decir
que no. — murmuro Deán, realmente no estaba seguro de nada en ese momento, ni
siquiera de su nombre.
— Entonces,
largo de mi propiedad. — le exigió Rufus, pero fue cuando Deán se pudo dar
cuenta de que estaba tratando de salvar su vida, y que eso debía valer mas que
un tipo mandón y gruñón, así que levanto la cara y lo miro.
— Si, esta bien,
me iré… pero tengo otra pregunta para usted. — dijo Deán y rápidamente saco la
botella de whisky azul de su mochila. — Vera, tengo esta botella de escoses y…
¿es considerada valiosa? — Deán estaba fingiendo que Bobby no le había
insinuado aquello por algo. Rufus le sonrió y finalmente lo dejo pasara a la
casa, había dando en su punto débil.
Así que Rufus se
puso feliz por el obsequio de Deán, y saco las mejores copas que tenia para
servirse y servirle a su nuevo mejor amigo, su fruta prohibida.
— Hasta el
fondo. — exclamo Rufus, chocaron las copas y bebieron. — ¿Sabes?, ya no me
molesto en beber… si no es con esto, néctar de los dioses… lo juro. — explico
Rufus, y el viejo gruñón que abrió la puerta desapareció en ese momento,
dándole paso a un tipo súper agradable.
— Si, es un gran
cambio… ¿sabe? El que yo tomaba viene en botella de plástico. — dijo Deán sobre
el whisky que sirven en los bares, y se rieron un poco, lo que le dio mas
confianza a Deán para hablar de lo que necesitaba. — Y Bela, estuvo aquí… ¿Por
qué…?— pregunto, tratando de sonar casual con la platica.
— Quería comprar
un par de cosas, que me tomaran un tiempo conseguirlas. — aseguro Rufus
— ¿Dónde está
ahora? — cuestiono Deán, y por un segundo temió que Rufus lo echaría de su
casa, pues el hombre se puso serio otra vez y hasta dejo el whisky aun lado.
— ¿Puedo
preguntarte algo? — cuestiono Rufus.
— Claro. —
murmuro Deán, pues no estaba seguro de que quisiera hacerlo.
— Te quedan tres
semanas… ¿Por qué usas tu tiempo, persiguiendo a esa pedante inglesa engreída? —
le pregunto Rufus con mucho interés, tras haber conocido a Bela se había dado
cuenta de que no valía mas de un céntimo, y por eso no entendía como un chico
inteligente y condenado a muerte, perdía su tiempo con ella.
— ¿Cómo supo de eso?
— pregunto Deán impresionado, el asunto de su trato era secreto de familia y
estaba seguro de que no andaba por ahí con un letrero que lo anunciara.
— Por que yo se
cosas… Yo se muchas cosas sobre la gente — aseguro Rufus.
— ¿Ah sí? —
pregunto Deán con incredulidad.
— Sé que esa
pistola no va a salvarte. — aseguro Rufus.
— ¿Por qué…
porque esta tan seguro? — pregunto Deán titubeante, ese hombre realmente
parecía estar muy seguro de todo y eso le ponía los pelos de punta.
— Así es el trabajo,
hijo… aunque lograras salvarte de esta, te encontraras algo mas en el camino…
la gente como nosotros no tiene final feliz… todos la pagaremos — aseguro
Rufus, años de experiencia y gente muerte hablaban por su boca.
— Es usted un
optimista. — murmuro Deán algo molesto por ese pensamiento tan mediocre.
— Soy lo que tú
serás, si sobrevives… Que no lo cero. — aseguro Rufus y su mirada era tan
profunda que Deán termino bebiendo mas whisky de la cuenta para distraerse.
— Entonces Bela…
— volvió a decir Deán para cambiar el tema.
— Hotel Canaan… Habitación
39, pero cuida tu espalda. — le dijo Rufus.
— Puedo manejar
a Bela. — aseguro Deán, ya la había tenido enfrente un montón de veces y sabia
que no era mas que una ladrona flacucha que no tenia ni fuerza para detener
siquiera uno de sus brazos.
— Oh, no estés
tan seguro de eso... hay cosas que no sabes de ella. — aseguro Rufus.
— ¿Y usted sí?...
Claro… Usted sabes cosas. — dijo Deán aun con incredulidad, no le entraba en la
cabeza que un tipo tan inseguro y ermitaño como Rufus pudiera saber tanto del
mundo al que ni siquiera salía para caminar.
— Si.
— No me diga, ¿Investigo
sus huellas? — sugirió Deán.
— Si. — aseguro
Rufus.
— Y no consiguió
nada. — aseguro Deán, pues ellos también lo habían hecho un montón de veces y
no habían encontrado siquiera registro de que ella existiera.
— Si… Ella se
las quemó… tal vez desde hace años. — comento Rufus.
— Entonces esta
igual que yo. — murmuro Deán.
— No… ¿Le diste
por la oreja? — cuestiono Rufus con mucho interés.
— ¿Qué dijo? —
pregunto Deán en blanco, había llegado a creer que había escuchado mal, pues
esa frase había sonado bastante perversa. Incluso para él, que pensaba haber
hecho todo lo posible en lo referente al sexo.
— ¿Usaste su
oreja? — volvió a preguntar Rufus.
— Oh, uh… yo
probaría de todo pero no se, eso suena incomodo. — dijo Deán con una risita, la
verdad es que no se podía imaginar otra cosa diferente al sexo. Rufus rodo los
ojos un momento, pues lo creyó un completo idiota.
— Las orejas son
tan únicas, igual que las huellas dactilares… claro que no se usan en las
cortes de aquí, pero… en Inglaterra, son lo normal… el amigo de un amigo… de un
amigo, me faxeo 10 paginas de datos confidenciales en un día, solo le envié una
toma clara de la cámara de seguridad — le explico Rufus, el tenia otros trucos
para averiguar la vida de las personas, no por nada había sido uno de los
mejores cazadores en sus días.
— Claro, una
toma de su oreja. — murmuro Deán, empezando a entender un poco lo que Rufus
había hecho para investigar a Bela. Rufus se puso de pie para buscar algo y
luego le entrego un folder
— La supuesta Bela
Talbot. — murmuro Rufus, Deán no sabia que pensar de la fuente de esa
información, pero tan pronto como empezó a leer todo el expediente de Bela, se
quedo impresionado. Vaya que ella no era lo que pensaba, era aun peor.
Mientras tanto,
Sam ya había empezado con la búsqueda del Doctor Benton, había revisado sin
éxito más de 4 cabañas en las últimas horas, pero la noche había caído ya, así
que decidió que revisaría una última cabaña.
Sam irrumpió en
el último lugar y encontró un par de viejos libros abiertos sobre un
escritorio, lo que le confirmo que estaba en la guarida del Doc. Hecho una
mirada rápida a los textos y
Únicamente se
guardo en la chaqueta, aquel libro rojo con un símbolo de brujería encima. Luego
bajo al sótano de la cabaña con suma cautela y se encontró el cuerpo del
muchacho muerto sin corazón y unos metros mas lejos, estaba otra mujer
inconsciente, pero que despertó en medio de un grito apenas la toco.
— Tranquila,
tranquila... vine a ayudarla… voy a ayudarla — decía Sam para calmarla, fue
cuando se percato de que le hacia falta toda la piel de la muñeca, así que con
un trapo trato de cubrirle la herida, haciéndola gritar por el dolor. — Lo siento, lo siento. — murmuraba Sam, y entonces
se escucho el sonido de la puerta de la puerta principal abriéndose, así que
Sam el tapo la boca a la mujer para que no hiciera ningún ruido,
El Doc Benton ya
estaba de regreso en la cabaña, pero para cuando llego abajo, se encontró con
el sótano totalmente vacio, pues Sam había logrado sacar a la mujer por otra
puerta de la cabaña.
Sam corrió por
el bosque con la mujer en brazos, y luego la metió en la camioneta, pero cuando
estaba por arrancar para irse, el Doc rompió el cristal de junto y le azoto la
cabeza contra el volante. Sin embargo Sam pudo echar el auto en reversa y con
ello tirar al Doc. Después lo atropello un par de veces y se fue. Tras unos segundo,
el Doc se levanto del suelo, y acomodo su cabeza con un tirón, el estaba bien,
salvo sus ojos, que se habían echado a perder por la presión de las llantas
sobre él.
Bela iba
entrando a su habitación de hotel, cuando Deán salto sobre ella y la sometió contra
la pared, apuntándole con su arma muy de cerca.
— ¿Dónde está la
Colt? — exigió saber Deán.
— Deán. —
murmuro Bela en medio de un suspiro, realmente la había tomado por sorpresa.
— Nada de
saludos. — dijo Deán entre dientes, estaba seguro de que si no necesitara su
información, ya le habría disparado.
— No la tengo, esta
muy lejos ahora. — aseguro Bela sobre la Colt.
— Es mentira—
aseguro Deán, le quito el bolso para revisarlo pero igualmente no encontró nada
dentro.
— Llamaré al
comprador… ¿Hablas Árabe? — pregunto Bela e intento tomar su celular, pero entonces
Deán la acerco a su cuerpo y la manoseo para revisar que ella no la trajera
encima como protección. — ¿Qué tratas de…?— pregunto ella indignada ante tal
trato.
— No te hagas
ilusiones. — murmuro Deán y encendió la luz de la habitación con la pistola. —
No te muevas. — le ordeno y se hecho para atrás para revisar todas las cosas de
la habitación, ropa, cajones, bolsas, todo.
— Te digo que no
la tengo. — volvió a decir Bela.
— Oh si, y
definitivamente voy a aceptar tu palabra. — murmuro Deán, mientas seguía revisándolo
todo. Pero cuando se percato de que Bela trataba de huir, así que le disparo a
un costado de su oreja, haciendo un orificio en la puerta. — No te muevas. —
volvió a decir.
— El arma no
esta aquí, tendrás que subir a un avión… rastrea al comprador, podrías alcanzarlo
algún día. — aseguro Bela y Deán se giro y le apunto con el arma a la cabeza. —
¿Vas a matarme? — pregunto ella, aun que estaba segura de que así seria esta
vez.
— Oh sí. —
exclamo Deán feliz, toda la vida pensó que no podría odiar a nadie tanto como a
los seres de la oscuridad, pero esos últimos meses buscando a esa ladrona, le
hicieron ver que estaba equivocado, a Bela la odiaba mas que a nada, porque lo
había sentenciado a muerte por su estúpida codicia, y por ello no tendría
remordimientos de matarla, pues seria como un ojo por ojo.
— No lo harás a
sangre fría. — aseguro Bela.
— ¿Así como tú?...
es cierto, no me imagino asesinando a mis padres. — dijo Deán, recordando toda
esa información degradante que había leído en el expediente de Rufus.
— No sé de qué
hablas. — murmuro Bela, pero su ligero estremecimiento delato que estaba
mintiendo y que esos archivos tenían toda la razón.
— Sí, si sabes…
¿Qué tenías? ¿Catorce años?... Tus padres mueren en un raro accidente… La
policía sospecha que fue provocado… Pero no se pudo demostrar… Así que la
pequeña Bela… Perdón, Abby… Heredó millones. — le conto Deán, ya que ella
parcia tener problemas para recordar su propia historia, el no tenia reparo e
recordársela.
— ¿Cómo supiste?
— pregunto Bela, estaba realmente sorprendida de que supiera todo, eso si había
sido un golpe bajo para ella.
— No importa. —
dijo Deán.
Bela cerro los
ojos y recordó ese pasado tan tormentoso que tanto se había empeñado en ocultar,
cuando su padre llegaba del trabajo cada tarde y aprovechando que no había
nadie mas, se metía en su habitación para violarla. Era algo que nadie jamás
iba a saber, porque jamás la entenderían.
— Eran buenas… Las
asesine, y me hice rica… Y aun sigue sin importarme, igual que no me importa lo
que te pase a ti. — dijo Bela con tanto odio en sus palabras, Deán se le fue
encima y al aventarla contra la puerta, una hierba bastante peculiar se dejo
ver.
— Me das asco. —
le grito Deán, a veces pensaba que había humanos que eran incluso peor que los
monstruos, como por ejemplo ella.
— Igualmente. — murmuro
Bela entre dientes, Deán se quedo mirándola unos segundos, estaba apunto de
dispararle pero vio la hierba que colgaba de su puerta, una hierba que el
conocía bastante bien, y que fue como una señal de que el no debía rebajarse a
su nivel, que el tiempo la pondría en su lugar de todas formas.
— No lo vales. —
dijo Deán y empujo a Bela fuera del camino y se fue del hotel.
Apenas estar
sola, Bela saco un papel de su puño, se lo había quitado a Deán de su bolsa y corrió
a hacer una llamada. — Funcionó… Me encontró… No, Sam no esta con él… Pero sé
dónde están. — decía Bela al teléfono, fuera quien fuera con quien estaba
hablando, tenia el control de todo lo que estaba pasando, incluso de ese
pequeño encuentro con Deán.
Apenas salir del
motel, Deán decidió llamar a Sammy, ahora más que nunca tenía que arreglar las
coas con él. Pues el había estado equivocado con su plan y Sammy siempre tuvo
razón.
— ¿Deán? ¿Tienes
la Colt? — pregunto Sammy apenas responder.
— ¿Tu qué crees?
— pregunto Deán lleno de ironía.
— Significa que
Bela está…— Sam tenia muy presente la advertencia de su hermano, y ahora que lo
escuchaba tan enojado, tenia miedo de lo que pudiera hacer.
— No, ella se merece
morir unas doce veces… Pero no pude hacerlo. — comento Deán, recordando la
hierba misteriosa que ella tenia en su puerta.
— Deán, yo…— Sam
no tenia las palabras, se sentía alegre de que su hermano no matara a nadie,
pero también estaba triste de que no consiguiera en arma.
— Estoy perdido
Sammy. — murmuro Deán.
— No, no estás —
murmuro Sammy, el llevaba buen rato leyendo el diario de Doc Benton, y había
encontrado cierta información importante, una única esperanza para salvar a su
hermano.
— Tenías
razón… Lo de Bela fue inútil… La Colt se
perdió, y esta vez estoy perdido Sammy. — decía Deán derrotado, ahora si que ya
no tenia ni la mas remota esperanza de poder salvar su alma del infierno.
— Tal vez no… Encontré
la cabaña de Benton. — finalmente dijo
Sam
— ¿Estás bien?
¿Estaba ahí? — pregunto Deán, bastante preocupado de que la batalla con ese
tipo fuera igual o incluso peor a la que tuvo que con padre años atrás.
—Si— murmuro Sam
— ¿Lo mataste? —
volvió a preguntar Deán
— No.
— ¿Como que
"no"?— exigió saber Deán, estaba bastante indignado porque creía que
Sammy haría lo correcto y seguiría el plan de librar a la humanidad de ese
monstruo.
— Deán, por
favor, escucha un segundo… Encontré sus apuntes y tiene la formula. — aseguro
Sam
— ¿Para vivir
para siempre? — pregunto Deán impresionado, de hecho jamás había llegado a
considerar la posibilidad de que esa cosa guardara algo tan preciado en un
simple cuaderno de hojas de papel.
— Sí. — murmuro
Sam
— ¿No me digas? ¿Tengo
que beber la sangre de un bebé? — pregunto Deán con ironía, aun que era de
esperarse que un hechizo tan extraño requiriera de cosas extremas.
— No, eso es lo
interesante, no es magia negra… No hay sacrificios de sangre, ni nada por el
estilo… Sólo ciencia, Deán… Una ciencia extremadamente rara, pero…— explicaba
Sam, sin quitarle la vista de encima a la dichosa formula, tratando de
entenderla.
— Espera,
espera, espera… ¿Qué estás diciendo? — pregunto Deán, sus oídos estaban
escuchando pero no querían creerlo.
— Deán, creo que
puede ser viable, hemos tenido decepciones… pero, creo que esta formula es
factible… podrías salvarte — comento Sam esperanzado y por su tono, le devolvió
un poco de esperanza a su hermano.
— ¿Entonces esa
formula? — pregunto Deán, por primera vez interesado en ello.
— Bueno, tienes
que verla, no esta resuelta… Aún hay cosas que no entiendo, y… — explicaba Sam y entonces alguien llego por
detrás y le cubrió la boca con un trapo. Sam empezó a quejarse y patalear para
salvarse, pero el Doc Benton era muy fuerte como para dejarlo ir.
— ¿Sam? ¡Sammy!.
— gritaba Deán desesperado, pues estaba escuchando todo atreves del teléfono y
no podía hacer nada para ayudar a su hermano.
Para cuando Sam
despertó, estaba atado en la cabaña de Doc Benton, y lo peor era que la piel
que rodeaba sus ojos estaba estirada, haciendo que sus ojos picaran un montón.
— Shsh, oye puedes
relajarte… Todo va a estar bien… No hay nada de lo que debas preocuparte Sammy,
las posibilidades de que salgas de esto con vida, son muy altas. — comento el
Doc quien iba entrando a su improvisada sala de operaciones, con todas las
intenciones de reemplazar los ojos que el automóvil había echado a perder.
— ¿Cómo sabe mi
nombre? — pregunto Sam con interés.
— Oh… Yo sé…
Crees que soy una especie de monstruo, ¿verdad?... Te voy a decir que… ¡jamás hice algo, que no
tuviera que hacer! — grito el Doc, el era un hombre marginado de la sociedad,
nadie lo entendía, el no hacia nada malo, solo hacia lo que necesitaba para
sobrevivir, así como las personas lo hacían matando animales para comer.
— Esto de la
vida eterna… demanda demasiado trabajo… si algo anda mal con mis ojos, hay que
reemplazarlos… y a veces las cosas se daña,
como cuando tu padre me saco el corazón… Si eso, fue muy… inconveniente
y… seguramente entenderás toda la dicha que sentí, cuando leí todo sobre mí en
su diario… Hace sentir que esto, sea como… una reunión familiar ¿no crees? —
explicaba el Doc, haciendo que Sam se estremeciera mas que antes, pues estaba
en manos de un verdadero psicópata. — Bien,
creo que ya es tiempo de iniciar esta cosa. — aseguro el Doc y estuvo apunto de
meterle una especie de cucharon a los ojos de Sam para arrancárselos- Entonces se
escucharon unos disparos y el pecho de Doc Benton empezó a sangrar, se giro y
vio a Deán apuntándole con el arma.
— Aléjate de mi
hermano. — grito Deán.
— Dispara cuanto
quieras. — le reto el Doc y Deán le disparo un montón de veces al corazón, pero
el sujeto siguió caminado hacia el, y lo arrojo contra sus muebles, era muy
fuerte. Luego el Doc lo tomo del cuello y Deán aprovecho para apuñalarlo en el
corazón, pero el tipo solo de burlo de su tonto ataque.
— ¿Un cuchillo?
¿Qué parte de inmortalidad, no entiendes?... Lástima por el corazón, era uno
nuevo. — comentaba el Doc entre risas y como si nada, se saco el cuchillo del
pecho.
— Bien… debe
bombear muy fuerte, enviando esta cosa… a todo su cuerpo. —dijo Deán y le
enseño una botella de cloroformo. — Tome esta botella halla arriba y empape el
puñal en el. — explicó Deán, había utilizado uno de los trucos del Doc en
contra y había funcionado, pues el tipo cayo desmayado al instante.
Para cuando Doc
Benton despertó, estaba atado en su propia mensa de operaciones y todavía podía
sentir el efecto del cloroformo en la mayoría de su cuerpo.
— Ah… hola Doc… Despierta
mi bien, despierta. — se burlaba Deán.
— Por favor. —
rogo el Doc con mucha dificultad, pero el ser inmortal no significaba que no
sufriera de dolores y en ese momento, todo el cuerpo le estaba doliendo.
— ¿Por favor
qué?... Ha matado inocentes durante 150 años… ¿Y ahora quiere algo?...
olvídelo. — le grito Deán furioso, el jamás cumpliría peticiones de monstruos.
— No, no… Yo puedo
ayudarte, yo sé lo qué necesitas. — aseguraba el Doc, como ultimo recurso para
salvar su propia vida.
— Podríamos cortarlo
en pedacitos… Esto de la inmortalidad es malo. — murmuro Deán, pues no estaba
dispuesto a seguir escuchando mas suplicas estúpidas y lloriqueos del Doc, era
un monstruo y no tenia derecho para hacer eso.
— Puedo leer la
fórmula por ustedes… ¿Entienden? La inmortalidad, por siempre joven, jamás
morir. — seguía diciendo el Doc.
— Deán. —
murmuro Sam y salió del sótano, necesitaba salir a pensar y llegar a un acuerdo
con su hermano.
— Sam… ¿Qué? — pregunto
Deán sin entender, pero lo siguió fuera del sótano.
— Debes decidir
entre infierno en 20 días o un nuevo páncreas en medio siglo. — le dijo Sam
— Sí, ¿Dónde
exactamente se consigue uno de esos? — pregunto Deán con ironía, lo cierto es
que no necesitaba pensar nada de eso, el ya tenia una decisión tomada.
— No es
perfecto, pero nos dará tiempo para hallar algo mejor… necesitamos tiempo Deán,
por favor, solo… solo piénsalo. — le rogo Sam
— No. — dijo
Deán en punto final.
— Deán, ¿no
quieres vivir? — pregunto Sam con incredulidad, su hermano estaba poniendo un
odio sin fundamentos sobe su propia salvación.
— Eso no es
vivir… Mira, esto es simple. — empezó a decir Deán.
— ¿Simple? —
pregunto Sam sin entender de lo que estaba hablando, y Deán regreso al sótano
para ver al Doc Benton.
— Para mi es Negro
o blanco, humano o no humano… por que el Doc es un maldito monstruo… no puedo
hacerlo, prefiero el infierno. — aseguro Deán, y así era, prefería morir como
humano que pasar una eternidad como monstruo. Inclusive aunque fuera a
convertirse en demonio.
— No entiendes, ¡Yo puedo ayudarte! — grito el Doc, pero Deán
le puso un trapo lleno de cloroformo en la nariz y boca para volver a dormirlo.
— Ahora me
encargare de él… Puedes ayudarme o no, depende
de ti. — dijo Deán en tono final, y Sam no tuvo mas que ayudarlo con el Doc,
pues aunque no estaba de acuerdo, no podía hacer mas, la decisión era de su
hermano y ya la había tomado.
Para cuando el
Doc despertó, tenia un fosforo en las manos así que lo prendió y se encontró
con que estaba enterrado dentro de una caja de madera, la empezó a golpear con
todas sus fuerzas. — ¡No sean estúpidos, yo puedo ayudarlos! — grito el Doc.
— Disfrute el
para siempre ahí, Doc. — dijo Deán, pues había llegado a al conclusión de que
si hombre no podía morir, debían ponerlo en un sitio donde nunca mas hiciera
daño a las personas, bajo tierra.
— ¡Déjenme
salir! ¡Yo puedo salvarlos! ¡Sáquenme imbéciles! ¡Yo puedo salvarlos! ¡No me
dejen aquí! — gritaba el Doc, pero a los hermanos no les intereso tanta
suplica, tomaron unas palas y empezaron a arrojarle tierra encima hasta dejarlo
completamente bajo tierra.
El ataúd se
quedo completamente encadenado para
evitar que Doc llegara a escapar, y por si las dudas, los hermanos dejaron su
libro con la formula bajo tierra también, así nunca tendrían que enfrentarse
con alguien igual.
Esa misma noche,
Bela irrumpió sigilosamente en la habitación de motel de los Winchester y sin
dudarlo un segundo, les disparo a los
bultos de las camas. Luego se acerco a quitar las cobijas para ver los cuerpos,
y se encontró con que no eran los hermanos, eran simples muñecas inflables. El
teléfono de la mesita empezó a sonar y ella respondió.
— Hola, Bela… hay
un dato curioso que no sabes, sentí tu mano en mi bolsillo cuando sacaste el
recibo del motel — dijo Deán al otro lado del teléfono, desde el momento en que
se encontró con Bela pudo notar que tenia algo entre manos, por eso se habían
ido dos horas antes del pueblo, dejando la pequeña trampa para la ladrona.
— Tú no
entiendes. — murmuro Bela
— Oh, pienso que
entiendo perfectamente… Note algo interesante en tu cuarto de hotel, algo
arriba de tu puerta... Una hierba, cordones del diablo, solo hay un uso para
eso, contener perros del infierno — explico Deán. — ¿Y sabes que hice al volver? Vi el obituario
de tus padres y resulta que ellos murieron hace diez años… hoy… tu no los
mataste, un demonio hizo tu trabajo… tu hiciste un trato ¿verdad Bela?... Y hoy
se vence. — aseguro Deán, pues todas las señales eran obvias, el podía
reconocer a alguien en su misma situación a simple vista y por ello no mato a
Bela cuando tuvo oportunidad.
Bela cerró los
ojos y recordó el momento decisivo de su muerte, cuando diez años antes se
columpiaba en los jardines de la escuela y una niñita de ojos rojos se acerco
para ofrecerle el trato, ella dijo que se encargaría de sus padres y no le
costaría nada en diez años, a Bela no le interesaba el precio, lo único que
quiso fue vengarse por lo que su padre le hizo, por ello acepto el traro.
— Por nos
robaste la Colt, ¿eh? ¿Para tratar de anular el trato? ¿Nuestra arma por tu
alma? — sugirió Deán, pues era la única explicación que podía darle a su
actitud durante el robo de la Colt, y en cierta manera, comprendía ese nivel de
desesperación.
— Sí. — murmuro
Bela.
— Pero el
robarla no fue suficiente ¿verdad? — pregunto Deán, pues de haber sido así, no
estaría hablando con ella en esos momentos.
— Cambiaron el
trato… Querían que matara a Sam — explico Bela.
— ¿En serio?... Wow…
esos demonios traidores jajá, que raro… y ya te queda muy poco tiempo... ¿Qué
hora es? Oh miren eso, casi medianoche. — se burlo Deán, tal vez el no la había
matado pero iba a tener la satisfacción de verla pagar por sus malas acciones.
— Deán, tienes
que ayudarme. — dijo Bela y se soltó a llorar desesperadamente.
— Querida, me
importa un demonio. — le grito Deán.
— Sé que no me
lo merezco. — aseguro Bela, era triste escuchar como una persona que paso toda
su vida fingiendo ser fuerte, se quebraba de esa manera, pero no era nada que
ella misma no hubiera propiciado.
— ¿Sabes qué?,
tienes razón… ¿Pero sabes que es lo peor de todo? Si hubieras acudido a
nosotros antes, y pedido ayuda… tal vez habríamos usado la Colt para salvarte. —
le dijo Deán.
— Lo sé, y a ti también…
Sé lo de tu trato, Deán. — aseguro Bela.
— ¿Quién te dijo
eso? — pregunto Deán extrañado.
— La demonio que
lo tiene, tiene el mío también… Dice que ella tiene todos los tratos. — explico
Bela, pues ella a diferencia de los hermanos se había llegado a reunir cara a
cara con el misterioso demonio en repetidas ocasiones.
— ¿Ella? —
pregunto Deán extrañado.
— Su nombre es Lilith. — dijo Bela.
— ¿Lilith? — pregunto
Deán al instante, y Sam se estremeció al escuchar el nombre. Todo era peor de
lo que creían, pues la demonio que más odiaba a Sam en el mundo tenia el alma
de su hermano en sus manos. Lo que la convertía en su peor enemiga.
— ¿Por qué debo
creerte? — Pregunto Deán.
— No hay razón,
pero es la verdad — aseguro Bela.
— Eso no puede
ayudarte, Bela… Ya no… ¿Por qué me dices esto? — pregunto Deán impresionado,
pues Bela era una mala persona y no se podía creer que estuviera diciéndole
todo lo que necesitaba sin algo a cambio.
— Porque tal
vez, tu puedas matar a la perra. — dijo Bela con todo el odio posible en su
tono, no lo hacia por Deán, lo hacia por venganza contra esa demonio.
— Te veré en el
infierno. — murmuro Deán y colgó la llamada.
El reloj de la
mesita de noche de la habitación del motel, marco las 12:00 P.M y con ello Bela
pudo escuchar los horribles aullidos de los perros del infierno acercándose.
Bela se paro frente a la venta llena de miedo, necesitaba sentir el aire de la
fría noche sobre su rostro una última vez más, antes de que los perros saltaran
sobre ella para recobrar su alma al infierno, para toda la eternidad.
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