lunes, 23 de diciembre de 2013

SPN 4.01- Lazaro Resucita

Lazaro Resucita
Descripción
Cuatro meses despues del ataque de los perros del infierno, Dean se despierta en una caja de pino. Ha sido liberado del Infierno, pero no sabe cómo ni por qué. Pronto se reúne alegremente con Sam y Bobby, pero pasa poco tiempo antes de que los tres se pregunten qué fue exactamente lo que sacó a Dean del Infierno y lo que querrá a cambio.

Cuando un alma queda atrapada dentro del infierno, es para siempre, para pasar toda su inmortalidad siendo asediada y torturada por los horrores de esa prisión. Al menos así es la mayoría de las veces...

Deán Winchester, estaba siendo torturado por los demonios en el infierno, pero después de un parpadeo, abrió  los ojos y despertó dentro de un ataúd, con un encendedor prendido que alguien convenientemente había dejado para el. Tardo unos segundos para que pudiera hacerse a la idea de  que estaba vivo otra vez, pero enterrado bajo tierra.

— Ayúdenme, ayúdenme. — gritaba con las pocas fuerzas que le quedaban a su garganta, pero nadie llego en su rescate. Deán se dio cuenta de que no estaba en un ataúd normal, estaba en un ataúd fabricado a mano así que pudo quitar un madero, dejando que la tierra cayera sobre su cara y todo se puso oscuro otra vez.

Deán lucho con todas sus fuerzas para obtener aire, y logro sacar sus manos de la tierra e impulsar su cuerpo completo a salir. Se quedo adolorido unos segundos en el suelo, pero el inminente rayo del sol lo obligo a levantarse. Una vez de pie, se pudo dar cuenta de que estaba en un campo vacio, rodeado únicamente por un montón de troncos secos, que tirados sobre el pasto formaban un circulo perfecto

Deán estuvo caminando un par de kilómetros hasta que llego a una tienda de autoservicios, una tienda milagro colocada a la mitad de la nada. Corrió desesperado hasta ella y se encontró con que estaba cerrado.

— ¿Hola? — pregunto Deán, con la esperanza de poder encontrar a alguien que lo auxiliaría, pero al no ser así, rompió el vidrio de la puerta y se metió infraganti.

El estridente calor, había hecho que Deán se muriera de sed, por lo que se tomo como 2 botellas de agua para hidratarse y se encontró un periódico del día actual, lo tomo con la idea de informarse sobre los hechos recientes y entonces noto la fecha:

Jueves, 18 de septiembre del 2008

— ¿Septiembre? — se pregunto impactado, pues tenia la sensación de haber pasado mas de 40 años lejos de casa y ahora se daba cuenta de que solo habían sido 4 meses, lo que significaba que el tiempo en el infierno corría de manera diferente al del mundo.

Deán paso al sanitario para lavarse la cara y quitarse toda la tierra de tumba de encima, ya que estaba en el espejo decidió que era tiempo de revisar su cuerpo, el que hasta donde recordaba había sido desgarrado por los perros infernales antes de que lo llevaran al infierno. Reviso su pecho y su espalda, todo estaba bien, sin ni una marca. Pero entonces reviso la picazón de su hombro derecho, y se encontró con que tenia una horrible mano quemada en el.

Sin entender lo que estaba pasando, Deán tomo un poco de comida, botellas de agua, el dinero de la registradora y hasta algunas revistas porno de asiáticas, era todo lo que necesitaría para emprender el camino en busca de su familia. Pero cuando se iba marchar, el televisor del establecimiento se prendió en pura estática, Deán la apago, pero luego el radio y otros aparatos se prendieron por si solos.
Deán creyó que un demonio estaba detrás de lo que sucedía, así que tomo sal y la puso en la puerta y ventana pero tras hacerlo, empezó a escuchar un ruido horrible que destruyo todos los cristales del lugar. Deán se arrojo al suelo para cubrirse los ojos y oídos, pero todo ya había vuelto a la normalidad.

Deán estaba asustado, pero sobre todo confundido por los hechos recientes, así que salió corriendo de la tienda hacia el teléfono de monedas y para llamo Sammy. Sin embargo su hermano nunca respondió, y la operadora no paraba de decir: Lo sentimos, el número al que usted llamo ha sido desconectado.

Así que en una última instancia, Deán llamo a la casa de Bobby. — ¿Sí? — se escucho preguntar a la voz aguda del viejo cazador

— ¿Bobby? — pregunto Deán, estaba feliz de volver a escuchar la voz de quien hasta ese día, seguía siendo como su propio padre.

— ¿Sí?

— Soy yo. — aseguro Deán, esperando que el hombre no hubiera olvidado su oz tan rápido.

— ¿Quién es "yo"?— exigió saber Bobby, era notorio que había cambiado, pues ahora hablaba como si estuviera muy enojado, casi como si fuera Rufus.

— Deán. — dijo y el hombre le colgó la llamada, así que volvió a llamarle al instante. — ¿Quién es? — volvió a preguntar Bobby, por supuesto el tenia identificador de llamadas y sabia que le estaba hablando el mismo sujeto.

— Bobby, habla…— Deán no pudo terminar de presentarse pues Bobby no le dejo.

— Esto no es gracioso… Si vuelve a llamar, lo mato. — advirtió Bobby, y volvió a colgar el teléfono, esta vez para no volver a responderle. Así que Deán no tuvo más opción que robarse el único auto chatarra que quedaba por ese rumbo, había sido una surte que prendiera pero se pudo ir en busca de su familia.

Dakota del Sur.
Deán tardo casi todo el día conduciendo, pero pudo llegar a la casa de Bobby para la tarde. El lugar estaba hecho una porquería igual que siempre pero por más que veía, no lograba ver su coche estacionado con los otros de Bobby como se suponía. Así que sin más, llamo a la puerta y Bobby le abrió.

— Sorpresa. —  dijo Deán apenas le abrieron, y entonces se quedo callado unos segundos, mirando que Bobby se había puesto pálido en tan solo un segundo.

— Yo no lo... — las palabras se habían ido del cuerpo de Bobby para siempre, había soñado un montón de veces con ese momento, pero jamás llego a pensar que fuera a ser tan escalofriante, estaba viendo a una resucitado.

— Yo tampoco… pero es verdad. — decía Deán mientras se metía a la casa, entonces Bobby saco un cuchillo de sus espaldas y trato de atacarlo, pero Deán lo esquivo.

— ¡Bobby! ¡Bobby, soy yo! — gritaba Deán, y arrojo a Bobby hacia el frente.

— ¡No, me digas! — grito Bobby furioso, e iba a lanzársele encima de nuevo, pero Deán corrió tras una mesa para poner obstáculos entre ellos.

— ¡Espera!... Tu nombre es Robert Steven Singer, te volviste cazador cuando tu esposa fue poseída… Eres lo más cercano que tengo a un padre… Bobby... Soy yo — le decía Deán, pensaba que con contarle detalles secretos le demostraría quien era, pero Bobby se le acero, le toco el pecho para asegurarse de que era real y luego le arrojo el cuchillo encima, por suerte Deán fue rápido y lo sometió en una llave de lucha.

— No soy un metamorfo. — aseguro Deán

— ¡Entonces eres un fantasma! — grito Bobby, y lo arrojo hacia el frente. Haciendo ver a Deán que no tenia mas opción que demostrarle quien era,  solo con pruebas.

—  Muy bien, si fuera eso… ¿podría hacer eso? ¿Con un cuchillo de plata? — pregunto Deán y se corto el brazo derecho como prueba. Y al hacerlo con plata descarto las posibilidades de ser un montón de criaturas.

— ¿Deán? — pregunto Bobby esperanzado.

—  Eso trato de decirte. — dijo Deán con su peculiar sonrisa, y eso fue la confirmación final. Así que Bobby lo abrazo muy fuerte, al borde de las lagrimas. Tenía a su muchacho, ahí enfrente, vivo y sonriente como siempre.

—  Que… que gusto verte, muchacho. — dijo Bobby, conteniendo sus lagrimas para no parecer una damisela, pero estaba realmente feliz.

— Y yo a ti. — murmuro Deán, igualmente estaba feliz, pues apenas salir de la tumba había llegado a pensar que ya habrían pasado 100 años y que ya no quedaría nadie vivo que lo recordaba, era muy bueno saber que estuvo equivocado.

— Pero... ¿Cómo escapaste? — pregunto Bobby interesado, en todos sus años como cazador había escuchado sobre una cosa parecida.

— No lo sé… Sólo... desperté en una caja de pino, y... — Deán no pudo terminar de hablar, pues Bobby le lanzo agua bendita al rostro. — Tampoco soy un demonio. — murmuro Deán, algo molesto porque lo mojara.

—  Lo siento… Hay que tener cuidado. — Murmuro Bobby, y se fueron a la sala para hablar mas cómodamente, — Es que, esto no tiene ningún sentido. — agrego el viejo.

—  Ha, dime algo nuevo. — murmuro Deán desanimado, pues lo único que tenia claro en esos momentos era que nada tenia sentido.

— Deán, estabas despedazado… tus entrañas se veían, y has estado sepultado cuatro meses... aun que pudieras escapar del infierno y volver a tu cuerpo…— Bobby le estaba haciendo ver un punto que ya había corroborado en el espejo.

— Lo sé, debería verme como un Zombi de "Thriller"— comento Deán lleno de ironía y por eso le había impactado mucho ver que su cuerpo estaba en perfecto estado, después de todo lo que le había pasado en el foso.

— ¿Qué recuerdas? — pregunto Bobby, pues Deán se veía como siempre, como ese muchacho risueño y eso era raro, pues los rumores del infierno dejaban ver que era un sitio traumático, donde las personas se volvían malvadas por la desesperación.

—  No mucho… Recuerdo que los perros me atacaron y… luego todo negro… y luego desperté en la tumba, eso es todo. — aseguro Deán, y Bobby tuvo que sentarse antes de que le diera un paro cardiaco.  — El número de Sam no funciona... ¿No está...? — Deán temía siquiera llegar a insinuar que su hermano estuviera muerto, pero el recuerdo de su última noche con vida, no era muy prometedor.

— No… Está vivo, hasta donde sé. — murmuro Bobby, no muy animado. Ahora se daba cuenta de que Deán no sabía todos los últimos hechos todavía y seguramente iba a ser su deber informarle de las malas noticias.

— Bien… pero, ¿qué significa "hasta donde sé"?— pregunto Deán interesado.

— No hemos hablado en meses. — murmuro Bobby, esperando a que Deán hiciera la pregunta correcta para informarle.

— ¿Qué dices? ¿Lo dejaste irse así nada más? — exigió saber Deán, estaba muy preocupado, furioso por lo que estaba pasando.

— Estaba muy decidido… después de lo de Jeff… — comento Bobby con pesar y se alejo, lo que estaba apunto de contar no iba a ser fácil y no quería ver el brillo de los ojos de su muchacho apagándose de nuevo, no tan pronto.

— ¿Jeff que pasa con él? ¿Esta bien? — pregunto Deán preocupado, no había querido llamar al niño para no darle un susto de muerte, pero no por ello se había dejado de preocupar por el en ningún momento.

— Quizá deberías sentarte. — le sugirió Bobby, y aquella era una de las frases con las que nunca se debía iniciar una conversación, siempre significaban malas noticias.

— Estoy bien así… ¿Que pasa con mi hermano pequeño? ¿Bobby? — le exigió saber Deán, y la simple mirada de su amigo le hizo recorrer el sudor por toda la espalda.

— Deán… Jeff… Jeff esta en coma. — dijo Bobby en apenas un susurro, para el no era fácil tener que contar aquello, no solo habían perdido a Deán todo ese tiempo, también habían perdido al pequeño Jeff, la familia se había desintegrado toda.

— No, eso no… Bobby no puede ser. — murmuro Deán, sintiendo como corazón se partía en dos  y luego  se unía solo para volverse a partir. — ¿Cuánto tiempo?... ¿Porque? — pregunto, juntando todas sus fuerzas para no quebrarse.

— La misma noche que caíste… no sabemos que le paso… el solo… se quedo inconsciente y no despertó… tratamos con raíces del sueño pero… no había sueños a cual poder entrar… es como si… se hubiera ido. — le explico Bobby, y Deán no resistió mas, le dio un puñetazo duro a la mesa, estaba muy enojado.

— Es solo un chico… ¿Cómo pudo pasarle esto? — Se pregunto con rabia y no espero ninguna respuesta, nadie era responsable por ello y ya le encontraría alguna solución — ¿Qué paso con Sam?... tú debiste haberlo cuidado Bobby. — le reprocho.

— Y trate… Estos meses no han sido nada sencillos, ni para él, ni para mi… tuvimos que internar a tu hermanito en un hospital por meses… tuvimos que sepultarte, — dijo Bobby al borde de las lagrimas también.

— ¿Y para que me sepultaron? — exigió saber Deán, pues según las tradiciones, ningún cazador debía ser sepultado, porque podrían regresar como fantasmas o algo peor. Por ello los incineraban, siempre era así.

— Yo quería salarte y quemarte, la rutina de siempre… pero Sam no lo permitió. — dijo Bobby.

— Bueno, me alegra que no lo hiciera — murmuro Deán, pues de haberse perdido su cuerpo, lo podrían haber regresado en algún otro cuerpo, uno feo tal vez.

— Dijo que necesitarías un cuerpo cuando volvieras a casa… Y fue todo lo que dijo. — comentó Bobby, empezando a pensar en que Sam si había llegad a cumplir con su palabra, había encontrado alguna forma de regresar a Deán.

— ¿Qué quieres decir? — pregunto Deán, aun sin entender.

— Estuvo muy callado, callado… luego, solo se fue… no regresaba mis llamadas, trate de buscarlo pero no quería ser encontrado. — comento Bobby

— ¡Maldita sea, Sammy! — murmuro Deán molesto, su cerebro estaba llegando a sus propias conclusiones y no eran buenas.

— ¿Qué? — pregunto Bobby, ahora el no entendía lo que su muchacho estaba pensando.

— Que ya consiguió traerme, pero lo que haya hecho no debe ser muy bueno.— aseguro Deán.

— ¿Por qué estas tan seguro? — cuestiono Bobby, desde que Deán llego se había percatado de que estaba feliz, pero también nervioso. Y por eso mismo había llegado a pensar que era un demonio malvado.

— Debiste ver la tumba… parecía una explosión nuclear… y luego hubo… una fuerza, una presencia, no lo se… pero me siguió hasta una gasolinera...y luego esto. — dijo Deán, levantándose la camisa para que Bobby viera la marca de su hombro.

— ¿Qué rayos es eso? — pregunto Bobby en pánico, aquella marca se veía realmente dolorosa.

— Parece que un demonio me… jalo o me sujeto. — murmuro Deán

— ¿Pero, por qué?

— Para cumplir su parte de trato. — sugirió Deán, ahora todo empezaba a tener sentido en su cabeza, solo los demonios tenían acceso al infierno y solo lo hubieran dejado salir, por algo a cambio, como el alma de Sammy.

— ¿Crees que Sammy hizo un trato? — pregunto Bobby preocupado.

— Yo lo habría hecho. — aseguro Deán, pues eso mismo había hecho cuando Sam había muerto y si lo conocía tan bien como decía, estaba seguro de que su hermano jamás se daría por vencido hasta tenerlo de vuelta.

Así que Deán y Bobby comenzaron con la búsqueda de Sam, la cual seria muy rápida, ya que Deán se fue por el camino sencillo y llamo al servicio a clientes de la compañía de teléfonos, tal vez Sam ya no tuviera el mismo celular, pero si los mismos alias:

Sí, hola... Tengo una cuenta de celular con ustedes y perdí mi teléfono… ¿Podrían activar el GPS para mí?… Sí. El nombre del cuentabiente, es "Wedge Antilles"… Las ultimas cuatro cifras del seguro Social, son: 2474… Gracias. — mintió descaradamente a la operadora, y colgó para checar el mapa de internet.

— ¿Cómo sabes que usaría ese nombre? — pregunto Bobby impresionado

— No hay nada que yo no sepa de él. — aseguro Deán y se puso a buscar en la red de la compañía, el GPS del teléfono. — Oye Bobby... ¿Qué sucede con la licorería? ¿Tus padres están fuera de la ciudad o algo así? — pregunto Deán, pues desde entrar a esa casa había visto un montón de botellas de bebida regadas por todas partes. Pero nunca espero ver una en el centro de la cocina.

— Como ya dije, estos meses no fueron… nada sencillos. — murmuro Bobby, le daba vergüenza admitirlo pero se había dado mucho a la bebida tras la perdida de sus muchachos, pues estaba solo y el licor era su único consuelo.

— Sam está en Pontiac, Illinois. — murmuro Deán.

— Cerca de donde te plantamos. — aseguro Bobby.

— Y justo en donde florecí… Es mucha coincidencia ¿no crees? — este nuevo detalle le confirmaba a De que su hermano había cometido toda una locura para salvarlo del tormento. Así que sin esperar más, se pusieron en marcha hacia la ciudad.

Pontiac, Illinois
Para la madrugada del día siguiente, Deán y Bobby arribaron a un pequeño motel de la localidad, pues el GPS indiciaba que Sammy estaba hospedado ahí. Preguntaron en recepción y subieron hasta la habitación 207, donde según el empleado. Un sujeto muy alto y fuerte se hospedaba. Llamaron a la puerta y entonces una chica en ropa interior les abrió.

— ¿Dónde está? — les pregunto la chica.

— ¿Dónde está qué? — pregunto Deán sin entender lo que tanto estaba mirándoles.

— La pizza, ¿necesitan dos para entregarla? — pregunto la chica molesta.

— Ah, nos equivocamos de cuarto. — aseguro Deán, y estaban por irse cuando vieron a Sam salir del baño de dentro, preguntando por una pizza también.

Sammy miro a Bobby, y a su hermano en la puerta y se quedo pasmado, no podía dar crédito a que ellos estuvieran ahí, a que Deán estuviera frente a sus ojos nuevamente, si se suponía que estaba muerto y en el infierno.

— Hola, Sammy. — dijo Deán sonriente y se metió a la habitación, pero apenas tenerlo cerca, Sam se le fue encima con una navaja, por suerte Bobby intervino y lo hecho para atrás.

— ¿Quién eres? — exigió saber Sam, pues como todo mundo, prefería pensar que se trataba de alguna broma de un ente sobrenatural, a pensar en que si era su hermano.

— ¡¿Tu hiciste esto?! — le grito Deán.

— ¿Qué cosa? — pregunto Sam sin entender y tratando de zafarse del agarre de Bobby para matarlo de una vez.

— Es él, es él Sam... Yo ya pasé por esto… Es él realmente. — le decía Bobby para calmarlo y luego Sam miro expectante a su hermano, analizando todas sus facciones.

— Lo sé... Me veo fantástico, ¿eh? — pregunto Deán con una sonrisa, que al igual que antes fue la confirmación final de que si era el realmente. Bobby soltó Sam y este corrió a abrazar a su hermano mayor, tuvo que contenerse las lagrimas pues estaba muy feliz de tenerlo devuelta. Deán también tuvo que contener sus lágrimas pues estaba tan feliz por volver a tener a su pequeño Sammy entre sus brazos, a su hermano al que debía proteger siempre.

— ¿Qué? ¿Ustedes están...? ¿Juntos? — pregunto la chica en ropa interior, pues ese abrazo estaba siendo bastante emocional para su gusto. Así que los chicos se soltaron y la miraron bastante apenados.

— ¿Qué? No, no… El es mi hermano. — le dijo Sam

— Oh je…entiendo, yo creo que… debería irme. — dijo la chica llena de pena por el comentario tan desatinado que había hecho sobre su relación.

— Sí, sí, es una buena idea... Lo siento. — murmuro Sam, así que la chica se vistió rápidamente y el la acompaño hasta la salida.

— Llámame. — le pidió la chica

— Sí, claro que si Kathy. — murmuro Sam nervioso.

— Christie. — le corrigió la chica algo molesta. 

— Claro. — ella sonrió y se fue muy coqueta por el pasillo, Sam asintió nervioso y cerro la puerta para regresar al interior de la habitación.

—  Dime... ¿Cuánto te costo? — exigió saber Deán desde la esquina, en la que se mantenía cruzado de brazos y mirándolo muy seriamente.

— ¿La chica?... Yo no le pago, Deán. —aseguro Sam indignado, no se podía creer que su hermano le estuviera regañando por una chica.

— No es gracioso, Sam… El revivirme… ¿Qué te costo? ¿Fue tu alma o algo peor? — cuestiono Deán.

— ¿Crees que hice un trato? — pregunto Sam alucinado.

— Es lo que creemos que hiciste — murmuro Bobby desde la otra punto de la habitación, donde se mantenía también cruzado de brazos y mirándolo muy serio.

— Pues no lo hice. — dijo Sam y se sentó en el sofá, algo le decía que iba a ser una platica muy pero muy larga.

— No me mientas. — murmuro Deán entre dientes, su hermano se veía muy nervioso y eso siempre significaba que estaba mintiendo en algo.

— No te miento. — aseguro Sam, maldiciendo que su hermano lo conociera también, pues no estaba mintiendo con lo del pacto. Pero si tenía algo que ocultar.

— Ahora yo estoy salvado, tu no ¿es eso? ¿Ahora eres premio de un demonio?... Yo no quería ser salvado así. —  dijo Deán indignado y se le puso enfrente para mirarlo a los ojos, así seria mas fácil saber si Sam le mentía.

— No, Deán... Desearía haberlo hecho ¿si? — grito Sam y se puso de pie para confrontarlo, pero Deán lo sujeto por el cuello de la camisa primero.

— No había forma de hacer esto… ¡Dime la verdad! — le grito Deán y Sam le quito sus manos de encima

— Lo intenté todo... Esa es la verdad, trate de abrir la puerta del diablo, y trate de negociar Deán, pero ningún demonio lo hacia ¿entiendes?... tu ardías en el infierno por meses y meses, y no podía evitarlo… lamento no haber sido yo ¿si? — le grito Sam muy enojado pero después se puso a llorar, sentía culpa por no haber sido el quien ayudara a su propio hermano a salir del foso de la desesperación. — Deán, lo siento. — murmuro Sam y se limpio las lagrimas.

— Está bien, Sammy… No tienes que disculparte, te creo. — aseguro Deán, pues el verlo llorar de esa forma, le hizo ver que Sam solo tenia buenas intenciones y nada mas.

— No lo tomen a mal... Me alegra que el alma de Sam este intacta, pero… entonces surge otra pregunta…— dijo Bobby desde atrás.

— Si él no me sacó ¿quién lo hizo? — se pregunto Deán, si duda alguna aquella iba a r la pregunta del millón en esos tiempos. Así que Sam fue por unas cervezas, iban a necesitarlas para poder hablar de algo tan extraño.

— ¿Qué haces aquí, si no estabas sacándome de mi tumba? — pregunto finalmente Deán.

— Cuando entendí que yo no podía salvarte… ah, empecé a cazar a Lilith… tratando de vengarme — dijo Sam sin siquiera verlos, pues sabia que lo iban a regañar por estar haciendo algo tan peligroso el solo.

— ¿Tú solo? ¿Quién te crees que eres, tu padre? — Bobby no se hizo esperar.

— Sí, lo siento, Bobby… Debí llamarte pero… estaba muy mal. — aseguro Sam, Deán veía la habitación de arriba abajo, y se encontró con que había ropa de esa chica fugas regada por todas partes.

— ¿Ah si? Como sufrías — se burlo Deán con un brasier en la mano y se sentó junto a Sam, necesitaba tenerlo cerca.
— En fin… hem, rastree unos demonios en Tennessee… y de repente cambiaron de rumbo, y terminaron aquí. — conto Sam, a decir verdad también estaba muy extrañado por el como había llegado a ese pueblo.

— ¿Cuándo? — pregunto Deán

— Ayer en la mañana. — murmuro Sam

— Cuando escapé. — aseguro Deán, temiendo lo peor en su mirada,

— ¿Crees que esos demonios están aquí por ti? — pregunto Bobby, pues eran demasiadas coincidencias en un solo momento del tiempo.

— ¿Pero por qué? — pregunto Sam

— No lo sé... Algún demonio importante me saca ¿y ahora esto?... esto debe estar conectado. — aseguro Deán.

—  ¿Y cómo te sientes ahora? — pregunto Bobby, estaba preocupado de que algún efecto negativo pudiera presentarse en su muchacho.

— Con un poco de hambre. — aseguro Deán y todos rodaron los ojos, ese muchacho siempre estaba pensando en comida.

— No, me refiero ¿si eres tu mismo?… ¿Hay algo extraño, diferente? — le dijo Bobby.

— ¿O demoniaco?... ¿Cuántas veces tengo que probar que soy yo? — pregunto Deán molesto, no se podía creer que después de todo ese tiempo, siguieran desconfiando de él.

— Sí, pero escucha… ningún demonio te liberaría por la bondad de su corazón… Deben tener algo serio planeado. — aseguro Bobby.

— Yo me siento bien. — aseguro Deán.

— No sabemos que están haciendo, tenemos un montón de preguntas y ninguna respuesta… necesitamos ayuda. — dijo Sam desde atrás, el iba a sugerir a alguien pero inmediatamente Bobby salió a la defensa.

— Hay una psíquica, a unas horas de aquí… con algo como esto, tal vez ella oyó alguna cosa. — dijo Bobby.

— Si hay que intentarlo— dijo Deán, quería tan desesperadamente las respuestas que no le importaba el como obtenerlas.

— Ahora regreso. — dijo Bobby y se fue. Deán se levanto para ir al baño pero Sam lo detuvo.

— Oye, espera... Toma tu talismán. — y Sam se quito del cuello aquel talismán que le había regalado cuando eran niños, Deán estaba sorprendido y feliz de volver a verlo.

— Gracias. — murmuro Deán con el talismán en las manos.

— De nada hermano. — dijo Sam y Deán se puso el talismán en el cuello, ha donde siempre pertenecido. —Deán... ¿Cómo fue halla? — finalmente Sam había juntado el valor para preguntarle lo que paso meses preguntándose a si mismo.

— ¿Qué? ¿El infierno?... No lo sé... Debo haberlo bloqueado, no recuerdo nada. — aseguro Deán.

— Gracias a Dios por eso. — murmuro Sam aliviado, no quería ni imaginarse el trastorno que podrían provocar esos recuerdos en la mente una persona normal.

— Sí. — murmuro Deán, y se metió al baño para lavarse la cara, el problema fue que al mirarse a si mismo en el espejo, pudo recordar todo el dolor, los gritos y la desesperación del infierno. Había mentido a Sam, el recordaba toda la experiencia y no era nada agradable, era lo peor que una persona podría sufrir.

Finalmente los chicos abandonaron el motel y se reunieron con Bobby en el estacionamiento, pues el hombre acaba de terminar una llamada con su contacto. — Está a unas cuatro horas por la Interestatal… síganme. — les ordeno y se metió a su auto.

— Supongo que querrás conducir. — dijo Sam y le arrojo las llaves del impala a su hermano.

— Casi lo olvidaba… Hola querido, ¿me extrañaste? — Preguntaba Deán sonriente a su auto, mirándolo por todas partes para asegurarse de que estaba en perfectas condiciones, y finalmente se subió, seguido por Sam — ¿Qué diablos es eso? — pregunto tras ver un aparato horrible junto a su volante.

— Es un iPod, Deán. — dijo Sam entre risas, era increíble que su hermano siguiera viviendo en la edad de piedra y no conociera la tecnología.

— Te dije cuídalo, no échalo a perder. — le regaño Deán.

— Deán, creí que era mi auto. — dijo Sam en su defensa y con una sonrisita. Deán prendió el auto y una canción horrible empezó a sonar a todo volumen,

— ¿Enserio? — Le pregunto Deán incrédulo, y Sam solo se encogió de hombros así que Deán arranco el Ipod y lo hecho para atrás.

Así que Deán puso el impala a toda velocidad como en los viejos tiempos y fueron tras Bobby. Se sentía tan bien estar de vuelta en la carretera, pero eso trajo a la mente de Deán un montón de preguntas también.

— Aún hay una cosa que me molesta. — aseguro Deán.

— ¿Que? — pregunto Sam preocupado de que fuera a tratarse de un malestar físico.

— Sí, la noche en que me morí o me mataron...  ¿Cómo te salvaste?... Creí que Lilith iba a matarte. — le pregunto Deán, estaba tratando de recordar los mayores detalles de esa noche y solo recordaba a Lilith besando a Sam, y a Ruby diciendo que ella quería la cabeza de Sam en un palo.

— Ah… lo intentó, pero no lo logro — murmuro Sam

— ¿Como que no pudo? — pregunto Deán interesado.

— Me disparó una… luz que quemaba y… no… no me hizo nada, como si fuera inmune o algo así. — explico Sam

— ¿Inmune? — pregunto Deán en pánico. Ser inmune a los poderes de un demonio, significaba que algo en común debía tener la persona, en este caso Sam tenia que tener algún en común con ellos.

— Sí… No sé quién se sorprendió mas, si ella o yo… Y después se fue — dijo Sam enojado, el recuerdo de esa demonio escapándose después de lo que le había hecho a sus hermanos, lo hacia rabiar.

— ¿Y por qué Jeff termino en coma? — exigió saber Deán, no se podía creer que en todo ese rato, Sammy jamás hubiera mencionado nada del pequeño.

— Bobby te lo dijo. — murmuro Sam, el no había querido hacerlo hasta encontrar el momento adecuado, quería disfrutar un poco mas de la vuelta de su hermano. — Lilith fue la culpable también… esa luz… no me afecto a mi, pero a Jeff… lo dejo como muerto, respiraba… pero no abría los ojos… tratamos de despertarlo, pero… Bobby dijo que seria mejor internarlo, así que sigue en el hospital... sin ningún cambio. — dijo Sam lleno de pesar.

— Vamos a resolver eso también, lo prometo… hallaremos una manera de traerlo de vuelta… ¿Y qué paso con Ruby? ¿Dónde está? — volvió a preguntar Deán.

— Muerta o en el infierno… no lo se — dijo Sam sin mucho interés, después de esa noche, ya nadie le importaba realmente.

— ¿Y has… estado usando tu poder especial? — pregunto Deán, con miedo incluso de pronunciar tal cosa.

— No. — murmuro Sam sin siquiera voltear a verlo.

— ¿Es la verdad?... Bueno porque ahora que tienes inmunidad o lo que sea… me pregunto que cosas raras te estarán pasando — le dijo Deán, lo conocía también que con tan solo una mirada se  percato de que Sammy había cambiado.

— Nada, Deán… Tu no querías que usara eso, así que no lo estoy usando… fue como tu ultimo deseo — aseguro Sam

— Vamos a dejarlo así. — murmuro Deán, realmente esperanzado a que Sam se mantuviera lejos de ese camino demoniaco.

A la mañana siguiente, los muchachos llegaron al siguiente condado, y fueron directamente a una casa blanca en el centro. Bobby llamo a la perta y en segundos una mujer, alta y fuerte les abrió la puerta.

— JAJAJA ¡Bobby! — decía la mujer muy feliz, abrazo a Bobby, y hasta lo cargo en el aire. Los Winchester se miraron confundidos, pues jamás habían conocido a una mujer tan alegre, tan varonil.

— Eres un deleite para los ojos. — le dijo Bobby a la mujer.

— ¿Y son los chicos? — pregunto ella, mirando a los muchachos con una sonrisa bastante traviesa, de hecho se los estaba imaginando desnudo.

— Sam, Deán… Pamela Barnes, la mejor psíquica del estado. — les presento Bobby.

— Hola. — dijeron los dos al unisonó.

— Hum… Deán Winchester, fuera del fuego y de vuelta en la parrilla ¿eh?... Eso te hace algo especial. — le dijo Pamela. Mirándolo de arriba abajo.

— Si tú lo dices. — murmuro Deán, se sentía intimidado por esa mujer y era bueno sentir ese tipo de emociones otra vez.

— Pasen. — dijo Pamela entre risas y les abrió la puerta a todas sus anchas para que pasaran.

— ¿Y has oído algo? — pregunto Bobby apenas poner un pie dentro.

— Bueno, mi Ouija contacto a unos espíritus… Nadie sabe quien saco a tu muchacho, ni porque. — aseguro Pamela.

—  ¿Ahora qué sigue? — le cuestiono Bobby, conocía bien a Pamela y sabia que cuando ella se proponía una cosa, hacia de todo para conseguirlo.

—  Una sesión, yo creo… Haber si vemos a quien lo hizo. — aseguro Pamela, de hecho era el único recurso que le quedaba para averiguar el misterio de la cosa que saco al chico Winchester del foso. Ya que ya había intentado todo lo demás.

— ¿No irás a convocar a esa cosa aquí? — pregunto Bobby aterrado, pues no estaban lo suficientemente preparados para enfrentarse a algo tan grande.

— No… Sólo quiero echarle un vistazo, como en una bola de cristal sin el cristal. — dijo Pamela entre risas, ella era un psíquica con habilidades muy grandes y no necesitaba de artilugios ni cosas para hacer su trabajo.

— La apoyo. — murmuro Deán, le gustaba mucho cuando una mujer hablaba así de decidida, esas eran las mejores. Pamela los condujo hasta su sala y coloco la tela de altar en una mesa, luego se agacho para sacar unas cosas y ahí los Winchester miraron que en su espalda baja tenia un tatuaje, que decía: Por siempre Jesse

— ¿Quién es Jesse? — pregunto Deán lleno de curiosidad y ella se burlo, porque todos los chicos guapos que conocía siempre preguntaban eso.

— Bueno, no fue para siempre. — dijo entre risas, si todos conocieran la verdad tras ese error, se podrían reír.

— El se lo pierde. — murmuro Deán

— Tu podrías ganar— dijo Pan, pasando a su lado y guiñándole el ojo como otro gesto de coqueteo. A ella también le atraía, los dos le atraían mucho.

— Huy, estoy desacuerdo. — murmuro Deán, manteniendo el control de sus pantalones, pues de estar solos, ya se le habría ido encima.

—Sí, te va a comer vivo. — se burlo Sam

— Oye, ayer salí de la cárcel... Que venga. — dijo Deán con todo orgullo, Pamela los escucho desde atrás y se rio, se estaban muriendo por estar con ella. Así que se les acerco toda sonriente.

— Estas invitado también. — le dijo a Sam y siguió su camino.

— ¡No estás invitado! — dijo Deán apuntándole con el dedo a su hermano menor, pro lo hacia de broma. Era muy pronto para que se empezaran a pelear por una chica.

Pamela puso unas velas en el centro de su mesa, formando un circulo perfecto con ellas para traer el pode. — Bien... Tómense de las manos… Y necesito tocar algo que nuestro monstruo misterioso haya tocado. —  dijo Pam y bajo su mano para tocar la entrepierna de Deán.

— ¡Augh! No me tocó ahí. — exclamo Deán indignado y salto de la silla.

— jejeje, perdóname. — dijo ella entre risas, entonces todos se tomaron de las manos con cierta incomodidad (pues todos eran hombres) y Deán se alzo un poco la camisa, dejando ver la marca de la mano que tenia quemada, Sam se quedo impresionado, pues eso era como un recuerdo de lo terrible que debía de ser el infierno.

— Muy bien. — murmuro Pamela y puso su mano sobre la marca, para concentrarse y luego empezó con el conjuro de invocación:

Yo te invoco, conjuro y demando... Preséntate ante este círculo.
Yo te invoco, conjuro y demando... Preséntate ante este círculo.
Yo te invoco, conjuro y demando... Preséntate ante este círculo.
Yo te invoco, conjuro y demando...

Pam se quedo callado un momento pues la televisión que estaba detrás de ellos se prendió sola en la estática. — ¿Castiel?... No, lo siento Castiel, no me asusto fácilmente. — dijo Pam, evidentemente estaba hablando con alguien en otro plano.

— ¿Castiel? — pregunto Deán indignado.

— Es su nombre… Está susurrándome… advirtiéndome que me vaya. — conto Pamela sin llegar a romper su concentración, entonces la mesa empezó a temblar sin control y eso molesto a Pam más de lo debido, esa cosa quería asustarla pero ella no se iba a dejar. Así que cambio el conjuro por uno más efectivo:

Te conjuro y te demando… muéstrame tu cara.
Te conjuro y te demando… muéstrame tu cara.
Te conjuro y te demando… muéstrame tu cara.
Te conjuro y te demando… muéstrame tu cara.

— Tal vez debemos parar. — murmuro Bobby, preocupado por todas las manifestaciones de energía sobrenatural que estaban teniendo.

— ¡Casi lo tengo!... Te demando, muéstrame tu cara… ¡Muéstrame tu cara, ahora!— ordeno Pam, entonces el fuego de las velas aumento y Pamela dio un grito aterrador, pues sus ojos estaban ardiendo por completo. Luego cayó al suelo

— ¡Llamen al 911! — grito Bobby, y se agacho para recoger a Pam, quien tenia completamente quemados los ojos.

— Estoy ciega… ¡Estoy ciega! ¡Oh dios! ¡Oh dios, no! — gritaba Pamela desesperada, había visto una cosa temible en otro plano y eso le había costado sus dos ojos, sin duda alguna fuera lo que fuera lo que salvo a Deán, no era bueno.

Pam fue llevaba hasta el hospital del condado, Bobby se fue con ella pues era el único que podría inventar un pretexto lo suficientemente bueno para la policía. Mientras que los Winchester regresaron a Illinois a la espera de noticias de su nueva amiga.

Deán había insistido bastante en que necesitaba comer, así que se pararon en la cafetería local. — ¿Qué dice Bobby? — pregunto tras ver que hermano regresaba a la mesa.

— Pam está estable y fuera de peligro. — comento Sam aliviado.

— ¿Y ciega por nuestra culpa? — pregunto Deán con ironía, ambos sabían que ella no estaba involucrada en todo aquello, y que si ellos no la hubieran presionado, aun estaría bien-

— Y seguimos sin idea de que enfrentamos. — dijo Sam, ignorando el comentario tan desatinado de su hermano.

— No, ya tenemos algo… Tenemos un nombre... Castiel o como sea, con eso podríamos convocarlo y hacerlo salir. — aseguro Deán.

— ¿Estás loco?... Definitivamente no — dijo Sam horrorizado, no estaba dispuesto a correr un riesgo de ese tamaño, no tan pronto.

— Debemos hacerlo, después de lo que hizo — se excuso Deán, ahora quería respuestas y venganza por la pobre Pam.

— Pam solo lo miro y sus ojos se quemaron en sus cuencas… ¿y tú quieres enfrentarlo? — pregunto Sam horrorizado, todo eso sonaba como a una misión suicida.

— ¿Tienes una idea mejor? — le reto Deán.

— Sí, a decir verdad, Si… Seguí a unos demonios hasta aquí, ¿no? —le recordó Sam, pues con todo el alboroto estaban perdiendo de vista a los verdaderos villanos de la historia.

— ¿Y? — pregunto Deán sin entender que tenia que ver eso.

— Solo hay que encontrarlos… Tal vez ellos saben algo sobre esto— dijo Sam, llego una mesera y dejo la comida en su mesa. — Gracias. — agrego Sam, y entonces la mesera se sentó en medio de ambos y los miro expectantes.

— ¿Quieres la propina? — pregunto Deán impactado, pues jamás había pasado en eso con ninguna mesera, en ningún restaurante.

— Perdón, creí que estaban buscándonos. —  aseguro ella y puso los ojos negros, era uno de los demonios de los que estaban hablando. Los Winchester iban a salir corriendo pero entonces notaron que todos los demás de ese lugar también eran demonios y que uno de ellos hacia guardia en la entrada, los tenían acorralados y desarmados.

— Deán... saliste del infierno, si que tienes suerte. — se burlo la demonio.

— Exactamente. — murmuro Deán, no sabia como o porque, pero era capaz de reconocer a esa demonio, la había visto en el infierno alguna vez.

— ¿Qué hiciste para salir del foso? ¿Eh?... Dime ¿qué te hace tan especial? — exigió saber la demonio, pues incluso para ellos, el escapar del foso era una cosa que tardaba años, siglos humanos para ser verdad, y Deán solo había tardado cuatro meses.

— Creo que son mis hermosos pezones — se burlo Deán. — No lo sé…  No hice nada, y no sé quién me sacó. — aseguro Deán.

— Aja, no lo sabes. — murmuro la demonio llena de incredulidad, lo cierto es que no le creía ni media palabra.

— No, no lo sé. —aseguro Deán.

— Mentir es pecado. — se burlo la demonio.

— Yo no miento… Pero quiero averiguarlo, quizá tu puedas iluminarme, Flo. — dijo Deán lleno de ironía, pues toda esa actitud de esos demonios solo dejaba ver una cosa, tenían miedo y estaban buscando respuestas.

— Cuida tu tono conmigo, muchachito… O te devolveré al infierno yo misma. — amenazo la mujer.

— No lo creo. — dijo Deán con una risita de orgullo, ahora estaba seguro de sus sospechas. Los demonios jamás amenazaban, solo actuaban.

— ¿No? — reto la mujer.

— No... Si pudieras, ya lo habrías hecho… Tampoco saben quien lo hizo… Y tienen tanto miedo como nosotros, solo buscan respuestas… Tal vez fue un espíritu súper cargado... O Godzilla… O  un demonio súper importante, pero supongo que por tu nivel no te dicen nada… porque sea quien sea, me quería afuera… y es mucho mas fuerte que tu. — aseguro Deán y Sam noto que las reacciones silenciosas de los demonios, indicaban que su hermano tenia razón, estaban muertos de miedo. — Adelante, devuélveme… pero no vengas a llorarme cuando aparezca en tu puerta, a pedirte cuentas. — amenazo Deán.

— Voy a meter mi mano y te sacare los pulmones. — dijo la demonio entre dientes, Deán la miro serio unos segundos y le dio una fuerte bofetada, el demonio se giro a verlo pero el le dio otro golpe. Pero la demonio no respondió al ataque, solo lo miraba con odio.

— No te atreves— le dijo Deán al demonio. — Vámonos Sam — agrego y su hermano salió rápido del lugar, Deán se quedo un momento más y le arrojo un dólar a la mujer.  — Es lo del pie. — le dijo y salió corriendo del lugar.

— Vaya, si que estuvo cerca. — murmuro Deán aliviado.

— No vamos a dejarlos ahí, ¿verdad? — le pregunto Sam en pánico, el quería tomar las armas y regresar corriendo para acabar con todos ellos.

— Ahora sí, había tres de ellos, tal vez más… Y sólo hay un cuchillo para nosotros. — comento Deán, regresar a pelear contra esos tipos a plena luz del día seria una misión suicida.

— He matado más que esos últimamente. — aseguro Sam

— Ya no... El hermano listo ya volvió. — murmuro Deán con ironía, pero el comentario si que molesto mucho a Sam, pues el se había hecho cargo de muchas cosas en los últimos meses y había probado que era mejor cazador que su propio hermano.

— Deán, hay que matarlos… son peligrosos. — dijo Sam

— Están asustados... Le temen a lo que tuvo el poder de sacarme, se trata de algo muy malo… un trabajo a la vez Sam — dijo Deán y se metió al auto, Sam le hecho un ultimo vistazo al sitio y se metió al auto resignado.

Por la noche, cuando Deán se quedo dormido. Sam se escabullo fuera de la habitación del motel, tomo el auto y se fue de regreso a la cafeterita de los demonios, no le importaba lo que quisiera su hermano, el estaba ahí para acabar con esas cosas, era su caso y tenia que terminarlo.

Deán estaba durmiendo plácidamente cuando la tele de la habitación se predio a todo volumen, se despertó y vio la estática de nuevo en la pantalla. Así que se puso de pie, alerta con su arma en las manos, esperando a que esta vez la cosa si se presentara, pero solo pudo escuchar un sonido horrible que hizo que sus oídos empezaran a sangrar.

Deán estaba arrodillado cuando  el cristal de la ventana se rompió, y luego el espejo del techo se partió en mil pedazos, haciendo que Deán cayera estrepitosamente al suelo. — ¡Deán! — se escucho gritar a Bobby, y cuando Deán por fin pudo abrir los ojos, estaba siendo sacado de esa habitación.

Bobby se llevo a Deán del motel, pues tenia miedo de que esa cosa rara volviera a regresar y esta vez cumpliera con lo que parecía ser su cometido, dañar a Deán. —  ¿Cómo estás, hijo? — le pregunto Bobby, tras ver que sus oídos ya habían dejado de sangrar.

— Me siguen zumbando los oídos, Bobby. — comento Deán, pero aun así tomo el celular y llamo a Sam, pues su ausencia había brillado como el sol. — ¿Donde estas? — exigió saber apenas le respondió el teléfono.

— No podía dormir... fui por una hamburguesa. — mintió Sam, pues en esos momentos seguía estacionado fuera del restaurante, espiando a los demonios.

— ¿En mi auto? — le pregunto Deán molesto.

— La fuerza del habito, lo siento... ¿Qué haces despierto? — pregunto Sam intrigado, cuando salió del cuarto estaba seguro de que su hermano iba a dormir toda la noche.

— Ah Bobby regresó, vamos por una cerveza. — Deán también estaba mintiendo, pues también tenía sus propios planes para esa noche.

— Ah pues... tomen una por mí. — murmuro Sam

— Hecho… te veremos luego. — aseguro Deán y colgó.

— ¿Por qué no se lo dijiste? — exigió saber Bobby, Deán no era de los que se guardaban secretos y mucho menos con su hermanito.

— Trataría de detenernos. — murmuro Deán.

— ¿De qué? — pregunto Bobby sin entender lo que estaba diciéndole.

— De convocar a esa cosa… Es tiempo de enfrentarlo. — dijo Deán muy seguro de si, ya estaba cansado de tener que vivir con la incertidumbre y hasta el miedo de no saber quien y para que lo habían regresado a la vida.

— No puedes hablar en serio. — dijo Bobby

— Hablo enserio… Llego la hora amigo. — dijo Deán en tono burlón.

— Pero no sabemos que es... Podría ser un demonio, podría ser cualquier cosa. — dijo Bobby, tenia que hacerle ver lo peligroso que era meterse en una misión sin conocer al enemigo, ni la forma de matarlo.

— Por eso estaremos listos… Tenemos el cuchillo mágico, tú tienes un arsenal en tu auto. — comento Deán y saco el cuchillo de su bolsillo, para tenerlo e su mano de una buena vez.

— Esto es una mala idea. — murmuro Bobby

— Si, estamos de acuerdo, ¿pero que otra opción hay? — pregunto Deán.

— El seguir con vida. — le dijo Bobby.

— Bobby, sea lo que sea y lo que quiera… anda tras de mi, eso lo sabemos ¿no?... no me puedo esconder, puede atraparme con los pantalones abajo… O puedo hacerle frente. — dijo Deán mucho mas seguro que antes.

— Deán… Necesitamos a Sam para esto. — aseguro Bobby, pues una pelea tres contra uno resultaba mejor en esos casos.

— No, el está mejor así. — murmuro Deán, estaba seguro de que Sam estaba mejor alejado de ese asunto, pero lo que no sabia era que para esos momentos, Sam ya estaba dentro de la cafetería de los demonios, con un panorama nada bueno.

Sam se encontró con que los demonios ya estaban muertos, por un momento pensó que se trataba solo de los huéspedes humanos, así que se agacho para revisar a uno de los cuerpos y se encontró con que tampoco tenia ojos, los tenía quemados, igual que Pam la otra noche. Entonces la camarera de la otra vez salto sobre el y le dio de puñetazos hasta que se la pudo quitar de encima con una patada.

— Tus ojos. — dijo Sam horrorizado, pues las cuencas de esa mujer estaban quemadas y había sangre corriendo por sus mejillas, se veía horrible.

— Puedo oler tu alma a un kilometro de distancia. — aseguro al mujer sin bajar los puños, estaba lista para  seguir pegándole.

— Estuvo aquí… ¿Lo viste? — pregunto Sam

— Lo vi. — dijo la demonio muy consternada.

— ¿Qué era? — exigió saber Sam

— Es el fin, estamos muertos... Todos muertos. — dijo la demonio en pánico y eso si que puso muy nervioso a Sam, los demonios jamás se asustaban, ellos eran los que disfrutaban creando ese sentimiento en las demás personas.

— ¿Qué cosa viste? — le pregunto Sam

— Vete al infierno. — le grito la demonio.

— Qué divertido... Iba a decirte lo mismo a ti. — dijo Sam con ironía, cerro los ojos como para concentrarse y alzo la mano hacia ella, entonces la nube negra de demonio salió en pedazos del cuerpo humano hasta que se consumió en llamas, y la mesera cayo inconsciente.

Sam se agacho para comprobar el estado de la chica, ella estaba muerta. — Maldición— murmuro Sam, a pesar de haber utilizado sus poderes especiales, no había podido salvar a nadie, todos estaban muertos.

— Ya eres muy eficiente, mejor cada vez. — se escucho decir a una voz, y Sam se puso de pie para ver a la mujer con la que estaba el otro día en el motel.

— ¿Qué esta sucediendo aquí, Ruby? — le pregunto Sam, ella sonrió, pues en efecto era Ruby en un nuevo cuerpo, un cuerpo que nadie aparte de Sam reconocía.

— Ojala supiera. — murmuro la demonio y tras echar un vistazo mas a los cuerpos, los dos se sentaron en una mesa para hablar de los últimos acontecimientos.

— Creemos que un demonio de alto nivel saco a Deán, — comento Sam

— No creo… Sam, las almas humanas no salen del infierno y regresan a sus cuerpos tan fácilmente… El cielo sangra, el suelo tiembla... es cósmico… Ningún demonio puede hacer eso, ni Lilith… ninguna criatura. — le explico Ruby

— ¿Y quien si? — pregunto Sam

— Nada que yo haya visto antes. — aseguro Ruby, ella misma se había llevado un susto de muerte cuando vio a Deán en ese motel, pues sabia que no era posible. — Sam, tengo una pregunta... ¿Le dirás a Deán lo que estamos haciendo? — le pregunto finalmente.

— Sí, sólo debo buscar la forma de hacerlo… Mira, sólo necesito tiempo ¿si? Es todo. — dijo Sam,

— Sam, se va a enterar y si no es por ti, se pondrá furioso. — aseguro Ruby, desde el momento en que volvo a ver a Deán supo que todo se había complicado para ellos, ella no le agradaba a Deán y no podría seguir estando con Sam

— Se enojara de todos modos… es tan necio con esta cosa psíquica… que tratara de detenerme, — aseguro Sam, el había mentido a su hermano en el impala el otro día, el llevaba un par de meses utilizando sus poderes de demonio, todo gracias a que Ruby se lo había enseñado.

— Bueno, tal vez yo… deba retirarme un tiempo… No soy exactamente del agrado de tu hermano, pero… es tu hermano y no me meteré entre ustedes dos. — dijo la demonio.

— No sé si lo que hago es correcto… ni siquiera se si confío en ti. — empezó a decir Sam

— Gracias. — murmuro Ruby llena de ironía.

— Lo que si se, es que salvo personas… y mato demonios, y se siente bien… quiero seguir adelante. — aseguro Sam, en los ultimo tiempos ya había salvado a mas de 100 personas posadas y había regresado  todos esos demonios al infierno, y lo había hecho solo, por eso estaba tan orgulloso de su trabajo.

Mientras tanto, Deán y Bobby se instalaron en un granero de las afueras del pueblo y estaban pintando un montón de símbolos por todas partes para estar preparados para atrapar a la cosa apenas apareciera.

— Es toda una obra de arte lo que hiciste aquí. — comento Deán.

— Trampas y talismanes de todas las religiones del mundo— le explico Bobby, sin dejar de pintar símbolos. — ¿Cómo vas? — le pregunto, pues Deán era el encargado de preparar las armas para el ataque.

— Estacas, hierro, plata, sal, el cuchillo... Estamos listos para atrapar y a matar lo que sea que conozcamos. — aseguro Deán, mirando la mesa que usaba como armería.

— Sigo diciendo que es una mala idea. — murmuro Bobby.

— Sí, Bobby, ya lo dijiste como diez veces… ¿Qué tal si mejor empiezas a invocar? — sugirió Deán molesto, y Bobby no tuvo mas que complacerlo, ya lo había envuelto en todo ese asunto y no se podía salir, así que empezó a invocar.

Amate Spiritus Obscure.

Bobby termino  el ritual de invocación, pero no apareció nadie. Pasaron unos minutos sin que nada pasara, así que Deán se desespero y empezó a silbar a la espera de alguna señal demoniaca o algo.

— ¿Hiciste el ritual correcto? — pregunto Deán molesto, pero lo único que recibió como respuesta fue una fea mirada de rabia de Bobby.  — Lo siento… no seas quisquilloso. — le dijo, y entonces los techos del granero empezaron a temblar muy fuerte, así que se juntaron en el centro para tomar sus armas.

— Es un deseo, pero tal vez solo sea el viento. — dijo Deán y entonces las luces estallaron y las puertas del granero se abrieron de par en par, dejando ver que un hombre entraba caminando muy despacio y se les acercaba. Ellos le dispararon una docena de veces pero no le hicieron nada, entonces Deán tomo el cuchillo.

— ¿Quién eres? — exigió saber Deán.

— Soy el que te tomo y te sacó de la perdición. — dijo el hombre misterioso con una voz tranquila y ronca.

— ¿si?... Gracias por eso. — se burlo Deán y lo apuñalo con el cuchillo en el corazón, pero no le hizo nada, pues el hombre se lo saco como si nada hubiera pasado. Bobby iba a golpearlo por detrás pero el tipo le agarro la mano y luego al tocarle la cabeza, lo hizo desmayarse.

— Necesitamos hablar, Deán… A solas. — exigió el sujeto, pero Deán no lo escuchaba, solo corrió muy preocupado hasta de rodillas junto a Bobby, para tomarle el pulso. — Tu amigo está vivo. — volvió a asegurar el tipo y tomo el cuchillo mata demonios para mirarlo detenidamente, le parecía un artefacto curioso.

— ¿Quién eres? — volvió a preguntar Deán.

— Castiel. — murmuro el hombre sin girar a verlo siquiera, pues estaba fascinado mirando las armas y los símbolos que Bobby pinto en las paredes.

— Eso ya lo supuse… pero ¿qué eres? — exigió saber Deán, pues estaba claro de que el no era un demonio, pues el cuchillo no había funcionado.

— Soy un ángel del Señor. — aseguro Castiel y deán se puso de pie de nuevo, necesitaba que su mente volviera a conectarse con sus oídos, pues no podía creer lo que había escuchado salir de la boca de ese sujeto.

— ¡Eso no lo creo! No existen tales cosas. — aseguro Deán, recordando ese caso con el supuesto ángel que había resultado ser solo un fantasma.

— Ese es tu problema, Deán... No tienes fe. — aseguro Castiel y entonces aparecieron unos truenos dentro del granero y su luz permitió que Castiel desvelara sus enormes alas de color negro. Deán se quedo en shock un segundo, pues esa era la comprobación final de que si era un verdadero ángel.

— Vaya ángel que eres... Quemaste los ojos de esa pobre mujer. — le reprocho Deán, según las leyendas los ángeles sol hacían el bien, jamás lastimaban personas como a la pobre Pam y por eso no lo podía inicialmente.

— Le advertí que no viera mi forma real… eso puede ser, abrumador para los humanos… igual que mi voz real, pero tu ya sabes eso. — le explico el ángel y luego de pensarlo unos segundos, Deán lo entendió.

— ¿Hablas de la gasolinera y del motel? ¿Era tu voz?... la próxima vez, baja el volumen. — le rogo Deán, pues ese sonidito era muy abrumador.

— Fue mi error… ciertas personas especiales... Perciben mi aspecto real, creí que eras una de ellas… pero me equivoque. — dijo Castiel a modo de disculpa.

— ¿Y cual es tu aspecto ahora? ¿El de un santo contador? — pregunto Deán, pues tenia la seguridad de que no estaba viendo el verdadero rostro de esa cosa.

— ¿Esto? Esto es... un contenedor. — explico el ángel, haciendo presunción de su gabardina color baige, su contenedor era un hombre muy atractivo, de ojos azules, cabello negro y aspecto muy formal.

— ¿Estás poseyendo a un pobre tipo? — pregunto Deán impresionado, pues no creía que los ángeles fueran iguales a los demonios en ese aspecto.

— Es un hombre devoto... Rezó por ello. — aseguro el ángel.

— ¿Sabes que?, no creo lo que dices… ¿Quién eres en realidad? — exigió saber Deán, pues no se podía creer que una persona rezara por ser poseído, simplemente no era creíble.

— Ya te  dije. — murmuro el ángel.

— Claro…. ¿Y por qué un ángel me rescato del infierno? — exigió saber Deán, pues eso era lo único que le importaba ahora.

— Las cosas buenas pasan, Deán. — aseguro el hombre.

— No en mi experiencia. — murmuro Deán, y era cierto. Las cosas sobrenaturales nunca hacían algo por la bondad de su corazón, siempre había un precio que pagar y el ahora ya lo sabia por experiencia.

— ¿Qué te pasa? ¿Acaso crees que no merecias ser salvado? — pregunto el ángel impresionado.

— ¿Por qué lo hiciste? — volvió a exigirle Deán, y esta vez el ángel corroboro todos los rumores, Deán Winchester era un joven bastante necio y al que siempre se le debía hablar con la verdad.

— Porque Dios me lo ordenó… Porque tenemos un trabajo para ti. — aseguro el ángel con toda la seriedad posible en su rostro.

Deán se quedo helado, no solo acaba de descubrir que los ángeles eran reales, ahora también lo era dios, el ser mas grande y poderoso de la creación… Castiel asintió a la reacción de Deán y comprendió que no era el momento apropiado para hablarle de todo lo que estaba por ocurrir en sus vidas. Así que mágicamente desapareció, dejando atrás únicamente el sonido del aleteo de sus alas.


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