La ley del mayor bien
Descripción
Sam y Dean irrumpen en el apartamento de Bela con el fin recuperar la Colt. Bela le informa al Agente Henricksen sobre su paradero y logra que los hermanos sean arrestados. Mientras que Sam y Dean están encerrados en una celda, un demonio inrrumpe en la estacion y mata a algunos de los hombres del sheriff y posee el curpo de Henricksen. Después de que los chicos vencen al demonio, el agente del FBI se da cuenta de que estaban diciendo la verdad y se prepara para liberarlos, pero Jeff aparece con Ruby para advertir a Sam y Dean de que la cárcel está rodeada por una banda de demonios con un nuevo y poderoso líder que quiere matarlos.
Monument, Colorado
Sam y Deán
finalmente habían encontrado una buena pista de Bela, así que esa noche
irrumpieron en una habitación de hotel de
pueblo. Estaban esculcándolo todo pero no había nada más que basura en
los cajones, nada que probara que ella estaba ahí.
— ¿Alguna señal?
— No… ¿De verdad
esta es su habitación? — pregunto Sam
— Creo que sí. —
Aseguro Deán tras encontrar un par de pelucas guardadas, muy al estilo de Bela
Talbot sin duda. El teléfono fijo de la habitación empezó a sonar sin cesar y
el muy extrañado Deán se acerco para contestar.
— ¿Deán?... Querido,
¿eres tú? — se escucho preguntar a la voz de Bela por el otro lado del
teléfono.
— ¿Dónde estás? —
pregunto Deán, sonando lo mas frio y enojado que había podido en esos momentos.
— A dos estados
de distancia. — se burlo Bela.
— ¿Dónde?
— ¿Dónde están
tus bromas? Las extraño. — pregunto Bela llena de ironía, ahora era cuando le
demostraba a Deán que ella era mas inteligente, y mejor que ellos.
— La quiero de
vuelta, Bela... ahora. — le exigió Deán.
— ¿Hablas de tu
pistola?... Lo siento... No puedo por el momento. — se burlo Bela y hecho una
rápida mirada a la Colt, que mantenía envuelta en un pañuelo de ceda y en el
asiento del copiloto para no perderla de vista.
— ¿Entiendes que
muchas personas van a morir si haces eso? — pregunto Deán, como siempre
tratando de apelar a su lado humano, pero era imposible.
— ¿Qué crees que
pienso hacer con la pistola? — se pregunto Bela llena de ironía
— ¿Tomar la
única arma que tenemos contra un ejercito de demonios y venderla al mejor
postor? — sugirió Deán lleno de odio y desprecio por ella.
— No sabes nada
sobre mí. — murmuro Bela, sonando realmente compungida pero Dean le atribuyo
eso a otra mas de sus brillantes actuaciones.
— Sé que voy a ir
por ti — aseguro Deán.
— ¿Aun que no
sabes ni donde encontrarme?
— Oh, voy a
encontrarte… ¿Y sabes por qué?... Porque no tengo absolutamente nada mejor que
hacer... que seguir tu rastro — le advirtió Deán.
— Estas en un
error, vas a estar muy ocupado… ¿Creíste que no iba a tomar precauciones? —
pregunto ella con ese tono tan molesto de sabelotodo y en ese momento rompieron
la puerta del apartamento y entraron unos policías.
— ¡Manos arriba!
¡De rodillas! — gritaban los policías. Bela escucho todo el alboroto desde el
teléfono así que colgó, riéndose por haberse salido con la suya.
— ¡Perra! —
murmuro Deán para si mismo, ahí tenia otra razón mas para odiarla.
— ¡Al suelo!
¡Ahora! — volvieron a gritar los policías, y esta vez los hermanos obedecieron
y se tiraron al suelo, después se acercaron los oficiales y los esposaron.
— Sam y Deán
Winchester, tienen derecho a guardar silencio… Todo lo que digan puede y será
usado en su contra en una corte legal… Tienen el derecho de hablar con un
abogado y de que un abogado esté presente durante el interrogatorio. Si no
pueden pagar un abogado, se les asignará uno de oficio. — como siempre menciono
uno de los oficiales.
— Hola, chicos… Es
un placer. — dijo una voz, los hermanos se giraron a verlo y se dieron cuenta
de que era el mismo agente del FBI que los encerró en la cárcel una vez y que
casi los atrapaba en el banco, cuando el caso del Mimetista. Se miraron el uno
al otro, preocupados porque los dos sabían que ya estaban perdidos.
El agente Víctor
Hendricksen se adelanto a entrar a la comisaria del pueblo, para prepararlo
todo antes de que el convoy con los hermanos llegara ahí.
— ¿Los atraparon? — pregunto el sheriff apenas
verlo llegar.
— ¿Dónde están
todos? Pedí a todos sus hombres. — exigió saber Victor, pues no se le pasaba el
detalle de que todo pudo haberse estropeado por el poco personal que tuvo de
apoyo en la captura de los hermanos.
— Y los tienen…
Fueron con usted en la redada. — aseguro el Sheriff.
— ¿Cuatro
hombres? ¿Eso es todo? — pregunto Víctor impresionado.
— Son todos los
que pude reunir en una hora, este es un pueblo pequeño. — dijo el sheriff y Víctor
Hendricksen se fue hacia el área de las
celdas, esperando que estuviera vacía pero no, había un hombre ahí durmiendo.
— ¿Por qué está
aquí? — pregunto Víctor otra vez.
— Ebriedad y desorden- — explico el sheriff.
— Las llaves…
Ahora. — exigió Víctor y el ayudante del Sheriff se acerco temeroso y le
entrego las llaves de las celdas.
— ¿Que está
haciendo? — pregunto el Sheriff, tras ver que el agente del FBI estaba abriendo
la celda sin ninguna razón.
— Esta es su
noche de suerte, señor… Puede irse. — dijo Víctor y saco al prisionero de la
celda, indicándole el camino a seguir para que se largara por completo de la
comisaria.
— ¿Qué demonios
estás haciendo?... Agente Hendricksen, no puede liberar a mis prisioneros. — se
quejo el sheriff, pero a Víctor no le importo que le reclamara, solamente
siguió caminando como si fuera dueño del lugar. — Agente Hendricksen— le llamo
una ultima vez y finalmente se giro para verlo.
— Escuche,
ustedes creen que son policías — le grito Hendricksen
— ¿Disculpe? —
pregunto el Sheriff impresionado, no se podía creer que ese sujeto fuera tan
arrogante como para decirle eso a la cara.
— Y no estaría
aquí, si pudiera elegir… pero un consejo es un consejo, y hay que moverse rápido.
— dijo Víctor y salió apresurado por el pasillo, el Sheriff detrás.
— Escuche agente
no es mi primer rodeo. — le grito el
Sheriff.
— No ha estado
en un rodeo como este jamás… ¿tiene idea de a quién vamos a traer aquí? —
cuestiono Víctor, estaba seguro de que no lo sabía pues ninguna persona que
supiera de los Winchester podía estar tan tranquilo como ese Sheriff.
— Sí... un par
de fugitivos. — dijo el Sheriff, y eso confirmo a Víctor que tenia razón con
sus sospechas.
— A los criminales más peligrosos criminales
que jamás haya visto… Piense en Hannibal Lecter y su hermano menor… ¿Sabe que
hacen ellos para divertirse?... Abren tumbas y mutilan cadáveres… No son sólo
asesinos… Son asesinos adoradores de Satán— le explico Víctor a gritos y todos
los demás en la comisaria se estremecieron por escuchar esa descripción tan
terrible. — Así que trabaje conmigo, y los sacare de aquí a una cárcel de máxima
seguridad… para que pueda irse a casa a ver televisión — le grito molesto y de
muy malos modos, pero de todas formas su descripción de los hermanos asusto
mucho al Sheriff.
— ¿En que puedo
servir? — pregunto el Sheriff
— A todos sus
hombres... póngalos en las salidas— ordeno Víctor.
— Sí, señor. —
murmuro el Sheriff y se fue a la radio para informarles a todos los hombres de
sus nuevas posiciones. Víctor lo miro complacido y luego saco su propia radio.
— Listos,
tráiganlos…. No podemos hacer más— dijo a la radio.
— De acuerdo,
halla vamos. — dijo otro hombre por radio, y unos segundos después entraron
todos los policías, custodiando a los Winchester a quienes mantenían
encadenados de manos y pies con grilletes.
— ¿Por qué las
caras largas? — pregunto Deán con ironía tras ver al Sheriff, al asistente y a
la secretaria, mirándolos con mucho miedo.
— Le abriré la
celda. — murmuro el Sheriff y se fue.
Entonces uno de
los policías empujo muy rudo a los hermanos y poco los tira al suelo. — ¡Hey,
Hey! ¡Cuidado con la mercancía! — grito
Deán indignado por estar recibiendo ese trato, pasaron junto a la secretaria y
ella tomo un crucifijo como si tratara de protegerse de ellos.
— No somos los
que deberían asustarte, Nancy. — le dijo Deán tras leer su placa de
presentación.
Los Policías
encerraron a los Winchester en la celda, y apenas estar dentro, ambos
intentaron ir a una esquina diferente de la habitación, pero como estaban
encadenados con la misma cadena por los pies, casi se caen.
— ¿Qué haces? — pregunto
Sam molesto
— Esta bien,
esta bien… ¿Sentados? — Sugirió Deán
— Sí. — murmuro
Sam y tuvieron que pasar uno encima del otro para poder desenredar la cadena y
sentarse en la cama, muy incómodos pues la cama era muy pequeña y apenas y
cambian los dos.
.
— ¿Cómo saldremos
de esta? — pregunto Deán, sonando asustado por primera vez en mucho tiempo,
pues ahora no tenían ningún plan, ningún apoyo, y mucho menos algún arma que
pudieran usar para escaparse.
— Buena
pregunta. — murmuro Sam
Fuera de las
celdas, Víctor Hendricksen se planteaba un montón de posibilidades para
mantener el arresto de los Winchester de forma segura, pero termino por llamar
al FBI para pedir ayuda de los más altos mandos.
— Soy yo… ¿Está
Steven?.. Pues sáquelo de la reunión. — exigió apenas le atendieron la llamada.
— Groves. —
respondió un hombre a los pocos segundos.
— Los tengo. —
se apresuro a decir Víctor.
—Vaya… No puedo
creerlo, ya imaginaba tu lapida diciendo "no pudo atrapar a los
Winchester"— se burlo el otro sujeto, aunque realmente estaba mas que
sorprendido por la captura de los hermanos.
— Y estarán en máxima seguridad por la mañana. —
aseguro Víctor
— ¿Cómo? —
pregunto el otro sujeto, sabia que la prisión de máxima seguridad mas cercana
estaba a muchos kilómetros de distancia de ese pueblito, y si los Winchester
eran hábiles se podrían llegar a escapar en el traslado.
— En un autobús,
cargado de hombres. — comento Víctor, sabia que esa era la única posibilidad de
hacerlos llegar hasta ese lugar.
— ¿Un autobús? ¿Tratas
de provocarme otra úlcera? — pregunto el otro sujeto.
— Tomamos
precauciones. — murmuro Víctor.
— ¿Cómo la última
vez? ¿Y la anterior?... Olvídalo, enviare un helicóptero. — aseguro Steven, el
tenia mas experiencia en eso de capturar fugitivos peligrosos y sabia que
siempre se debían trasladar por aire, evitando así que escaparan o recibieran
ayuda inesperada.
— Lo que te consideres
mejor. — dijo Víctor rendido, pues Steven era su jefe y no tenia mas que acatar
sus ordenes.
— Helicóptero...
Y yo estaré en él… No podemos perderlos otra vez… Han sido una espina en mi
trasero durante meses… Y Víctor... No los pierdas de vista hasta que yo llegue.
— ordeno Steven y colgó la llamada, Víctor se paso una mano por la cara pues no
le gustaba cuando su jefe se ponía en ese plan mandón y le quitaba los casos.
— Vendrá un
helicóptero. — dijo Víctor al Sheriff que estaba tras el.
— Pero no
tenemos helipuerto. — murmuro el Sheriff.
— Entonces vacié
el estacionamiento. — ordeno Víctor y decidió que ya era hora de cumplir con
las ordenes de Steven, hora de visitar a los hermanos en su celda.
Sam y Deán
permanecían callados y sentados en la
cama de la celda, tratando de pensar en un plan nuevo para poderse
escapar, entonces se percataron de la atenta mirada del agente del FBI, quien
los miraba con fuego real desde tras de los barrotes.
— ¿Saben que
trato de decidir? — les pregunto Víctor
— No lo sé, ¿Sí
la Viagra le ayudará a tu condición? — le pregunto Deán lleno de ironía,
recordaba a ese agente con odio por lo que paso en el banco, cuando hizo que
matara a su amigo Ronald y por ello lo odiaba.
— ¿Qué voy cenar
esta noche?… ¿Carne o Langosta?…. Ah, mar y tierra… Tengo mucho que celebrar después
de todo, verlos con cadenas. — se burlo Víctor.
— Sucio pervertido,
no le hacemos a eso. — se burlo Deán.
— Jajá que
gracioso. — dijo Víctor entre risas fingidas, ese comentario le había molestado
muchísimo y su cara lo reflejaba, así que Deán decidió continuar por ese
sendero.
— Yo no cantaría
victoria todavía, no nos atrapo en el banco… Y escapamos de esa cárcel. — le
recordó Deán, como forma de decirle que era un completo idiota y perdedor.
— Tienes razón, me
equivoque… los subestime, no pensé que fueran tan listos… Pero ahora estoy listo
— aseguro Víctor.
— ¿Sí? ¿Para
perdernos de nuevo? — le pregunto lleno de Ironía todavía.
— Con una orden
para llevarlos a prisión de máxima seguridad en Nevada, hasta el juicio… Con
una celda aislada sin ventanas y a prueba de ruidos, tan pequeña que aquí entre
nos... Debe ser inconstitucional… ¿Cómo les suena eso? — dijo Víctor, realmente
disfrutando la cara de fantasmas que pusieron los hermanos tras escuchar su
destino. — Mira bien a Sam, porque no se
volverán a ver. — le aseguro y eso fue como dispararle en la cara a Deán, pues
se quedo mucho mas frio que antes.
— Ah ¿Dónde esta
esa sonrisa Deán? Quiero verla — se burlo Víctor.
— Están
equivocados. — murmuro Deán, ahora iba a tener que planear algo para escaparse,
porque no quería dejar de ver a Sam, no en sus últimos meses de vida.
— Sí, claro...
Lo olvidaba, ustedes matan monstruos… Lo siento, Deán… La verdad es que su
padre les lavó el cerebro con esos cuentos de monstruos y demonios… Pero es
todo, esto es la realidad. — dijo Henricksen, disfrutando cada vez mas el gesto
de enojo que provocaba en los Winchester.
— ¿Por qué no
cierras la boca? — grito Deán, el tema de su padre era solo para la familia y no
le hacia nada de gracia que un tipo tan desagradable como ese agente estuviera
hablándoles mal de John. No tenía derecho.
— ¿Pero saben
que?, ya es hora de que maduren… porque todos tenemos una historia triste, pero
no nos volvemos asesinos. — les dijo Henricksen y en eso se escucho el sonido
de las hélices del helicóptero, seguidos por un rayo de luz del mismo.
— Y ahora tengo
dos preocupaciones menos... Es hora Mar y Tierra— agrego Henricksen y se fue
riéndose como loco. Todo estaba saliendo como el quería.
Apenas salir de
la zona de celdas, Víctor se encontró con su jefe, quien iba entrando todo
sonriente a la comisaria. — Steven. — le saludo.
— Caballeros— Steven
no era muy amable, así que se limito a decir ese saludo y le arrojo a Víctor una
carpeta.
— ¿Qué es todo
esto? — se pregunto Víctor, antes de abrir la carpeta y ver que estaba llena
del papeleo de captura y extradición de los Winchester
— ¿Qué puedo decir?
En el FBI no inventamos la burocracia… La perfeccionamos. — se burlo Steven, no
era necesario que Víctor hiciera ese tipo de preguntas.
— ¿Quieres que
haga esto ahora? — pregunto Víctor alucinado, no se podía creer que le
estuviera pidiendo llenar el papeleo en esos momentos tan importantes para él.
— Lo siento…
Ahora, Víctor… Voy a darles un largo vistazo a nuestros fugitivos. — dijo
Steven y se metió a la zona de celdas.
Desde la puerta contemplo
por un segundo las expresiones tristes de los Winchester, y luego se burlo. — Sam y Deán Winchester… Soy
el director adjunto, Steven Groves... es todo un placer. — les dijo.
—Pues yo no
siento lo mismo. — murmuro Deán con miseria, pues las palabras de Henricksen
seguían taladrando en su cerebro.
— He esperado
mucho tiempo, para disfrutar este momento. — aseguro el sujeto y entonces saco
un revolver y le disparo a Deán, haciéndolo caer estrepitosamente al suelo. Sam
salto sobre el tipo y pudo quitarle el arma, luego se fijo que tenía los ojos
negros, así que no se lo pensó para decir rápido el exorcismo, pues Steven era
un demonio.
Exorcizamus te, omnis immundus spiritus
omnis satanica potestas, omnis incursio
infernalis adversarii, omnis legio,
omnis congregatio et secta diabolica.
Ergo draco maledicte
et omnis legio diabolica adjuramus te.
cessa decipere humanas creaturas,
eisque aeternae Perditionis venenum propinare.
omnis satanica potestas, omnis incursio
infernalis adversarii, omnis legio,
omnis congregatio et secta diabolica.
Ergo draco maledicte
et omnis legio diabolica adjuramus te.
cessa decipere humanas creaturas,
eisque aeternae Perditionis venenum propinare.
La cabeza del
hombre giraba sin control, hasta que logro burlarse como todo un villano de
película. — Siento tener que irme, será una larga noche señores— aseguro Steven
y la nube negra de demonio salió volando
hacia la tubería.
El resto de la
gente del Sheriff y el mismo escucharon el grito de Steven (provocado por la
salida del demonio de su cuerpo) y llegaron corriendo al área de celdas, donde
encontraron a Steven tirado en el suelo y a Sam con un arma.
— ¡Baja el arma!
¡Le ha dispararon!— gritaba el Sheriff. Todos apuntaban a Sam con sus armas a
la espera de que ordenaran el matarlo.
—No le disparamos…
No le dispare. — grito Sam en su defensa.
— ¡Él me disparó
a mí! — murmuro Deán desde el suelo, tratando de mantener presión en su herida
con sus propias manos.
— ¡De rodillas,
ahora! — Le grito Víctor.
— Si, si, si… no
disparen, ya… tengan — Y Sam arrojo la pistola entre las rejas para terminar
arrodilladlo en el suelo. — Nosotros no le disparamos… vean su cuerpo…No hay
sangre, nosotros no lo matamos. — explico Sam con las manos arriba.
— Adelante,
revísalo. — Ordeno Víctor a su compañero del FBI, el muchacho bajo su arma y
con sumo cuidado se arco para revisar el estado del cuerpo de Steven, quien
claramente estaba ya muerto.
— Vic, no hay
herida de bala. — comento el agente.
— Tal vez lleva
muerto meses. — murmuro Deán.
— ¿Qué le
hicieron? — exigió saber Víctor, no le agrava mucho Steven pero eran
compañeros, y no estaba feliz con que estuviera muerto.
— ¡No hicimos
nada! — grito Deán, indignado porque a nadie parecía importarle que estuviera
herido en un hombro.
— Dime, o
disparo. — advirtió Víctor y les apunto a ambos con su arma. Toda esa situación
estaba llegando a un punto desesperante.
— No nos creerías…
— Murmuro Deán
— Él estaba
poseído. — agrego Sam y todos en la habitación se quedaron en blanco, asustados
por lo que estaban escuchando.
— Si, claro…
poseído — se burlo Víctor pero eso lo calmo y volvió a guardarse la pistola. — Ve
al helicóptero… los sacaremos de aquí ya. — le ordeno a su compañero.
— SI haga eso. —
murmuro Deán, pues la advertencia del demonio le indicaba que algo muy malo iba
a pasar y que solo quedaba muy poco tiempo para que pudieran evitarlo.
El compañero de
Henricksen, el agente Reedy saco su intercomunicador para llamar al piloto del
helicóptero. — ¿Bill?... Bill, ¿estás ahí? — preguntaba una y otra vez, pues lo
único que escuchaba era interferencia. Así que Reedy salió corriendo de la
comisaria, y encontró los cadáveres de los hombres del Sheriff, todos con las
gargantas cortadas. Reedy se acerco poco a poco al helicóptero y se encontró
con que el piloto también estaba muerto.
— Están muertos…
Todos muertos. — dijo por radio y en ese momento el helicóptero estallo en
llamas, derribando a Reedy al suelo por la onda expansiva. Misma que se escucho
hasta el interior de la misma comisaria.
— ¿Qué diablos
fue eso? ¿Reedy? — pregunto Víctor por radio, pero al igual que antes, lo único
que escucho fue interferencia. — ¡¿Reedy?! ¿Reedy? ¿Qué está pasando? ¡Contesta
Reedy! ¡Contesta! — seguía gritando por radio, pero Reedy no lo escuchaba ya
que había perdido su radio.
Reedy se puso de
pie tras el impacto, su mejilla estaba sangrando pero no le importo, el trato
de regresar a la comisaria pero al girarse se encontró cara a cara con un
demonio, quien le arranco el corazón de una sola tajada.
Tras escuchar la
explosión del helicóptero, tanto Víctor como el Sheriff y sus hombres salieron
a ver el estacionamiento pero apenas ver a lo lejos los cadáveres regados,
decidieron quedarse dentro y preparar armas para lo que fuera.
— Mis hombres.
¿Agente Hendricksen? ¡Henridksen! ¡Cuatro de mis hombres! — gritaba el Sheriff,
ahora se sentía culpable por haber expuesto a sus hombres, sus amigos a la
muerte y todo por haber seguido al idiota del FBI.
— ¿Qué está
pasando?— pregunto el asistente del
Sheriff que tenía mucho miedo por lo que había visto ahí fuera.
Nancy la
secretaria, seguía tratando de mandar un mensaje de auxilio a quien fuera, pero
no podía. — No consigo línea. Todos los teléfonos están fallando… Internet, mi
celular... todo está muerto… ¿Cómo puede ser? — se preguntaba Nancy en pánico,
entonces y para hacer las cosas más tensas, se fue la luz en todo el edificio. Y hasta los
Winchester se asustaron por ello, ya que sabían que no era una muy buena señal.
— Oh, dios mío.
— grito Nancy, quien junto al asistente estaban completamente en pánico
— No. Está bien,
está bien, está bien… Nos iremos… Nos iremos... ahora mismo. — decía el Sheriff
para calmar a su gente pero el mismo estaba en pánico.
— Nadie va a salir
de aquí… Tenemos que calmarnos — grito
Víctor, quien hasta el momento era la única persona con suficiente calma para
manejar la situación.
— ¡Su compañero
está muerto! ¡Mis hombres también! — le grito el Sheriff.
— Lo sé... Y si
salimos moriremos también. — aseguro Henricksen, no era la primera vez que se
enfrentaba a un asesino misterioso y sabia que el mejor camino para superarlos
era mantenerse juntos y alertas en todo momento, La cosa es que no sabía para
nada con quien se estaban enfrentando.
— ¿No lo
entiende? — pregunto el Sheriff en pánico, no se podía creer que después de las
últimas horas, el agente se siguiera sintiendo tan seguro de su control.
— ¿Entender qué?... Están a fuera, y vendrán aquí… Esto es un
sitio… así que es buen momento para cerrar las puertas, las ventanas, respirar
y enfrentar esto como profesionales entrenados, con algo de inteligencia — les
grito Víctor y todos se fueron a cerrar las entradas del edificio, excepto la
secretaria que moría de miedo y no podía ni moverse.
— ¿Está bien? —
le pregunto Víctor, ella asintió y luego negó con la cabeza.
— Imagine que
no... Nancy, ¿cierto? — volvió a cuestionar y ella asintió. — Voy a sacarla de
aquí…Tiene mi palabra… ¿oyó eso? — le decía Víctor. Nancy estaba agradecida por
las palabras de Víctor, sonrió un poco y hasta pudo caminar ya, pues se sentía
más segura.
Mientras tanto
en las celdas, nadie se había preocupado por la herida de Deán, así que Sam no
tuvo más que hacerse cargo el mismo de sacar la bala, pero al no tener los instrumentos
necesarios para hacerlo, lo tuvo que hacer con sus dedos y eso fue muy
doloroso, tanto que Deán se la pasaba quejándose y gruñendo todo el tiempo.
— Ya no seas tan
llorón. — le dijo Sam y finalmente consiguió sacarle la bala, la cosa es que la
sangre le estaba escurriendo mucho por el hombro, y no había nada con que
suturarlo.
— ¿Cuál es el
plan? ¿Matar a todos en la estación, para sacarlos? — se escucho preguntar a
una voz y entonces el agente Henricksen se les paro enfrente de las rejas.
— ¿De qué hablas?
— pregunto Deán sin entender.
— Hablo de tus amigos psicóticos, hablo de una masacre. —
dijo Henricksen y Deán se molesto tanto de que los estuvieran comparando con
demonios, que tuvo las suficientes fuerzas de levantarse y acercarse a la reja.
— Yo te aseguró…
que quien este afuera no ha venido a ayudarnos. — le dijo Deán.
— Tiene que
creernos... Todos estamos en un terrible peligro. — aseguro Sam
— ¿Tú crees? —
pregunto Henricksen con ironía pero a ese punto, los hermanos ya no tenían interés
en su tonito.
— ¿Por qué no
nos sacas de aquí para que los salvemos? — sugirió Deán
— ¿De qué? —
pregunto Henricksen instigado pero las caras de los chicos fueron suficiente
respuesta. — ¿Vas a decir
"demonios"?... No te atrevas a decir "demonios"— grito
Henricksen desesperado por tanta locura. — Voy a decirles algo… Deberían estar más
asustados de mí. — les dijo Henricksen, aun no se quitaba la idea de
dispararles. Así que salió antes de cometer una locura.
— ¿Cómo está el
hombro? — pregunto Sam a su hermano para cambiar el amargo sabor de su plática
con ese sujeto
— Bien… Viviré… Eso,
si salimos vivos de aquí— murmuro Deán y se sentó en la cama, su instinto de
cazador le seguía diciendo que algo malo estaba por pasar. — ¿Tienes algún
plan? — le pregunto pero no hubo respuesta, pues los dos se dieron cuenta de
que alguien los estaba espiando desde la puerta, era la secretaria.
— Uh hola, por
favor… Por favor, necesitamos ayuda… Eres... eres Nancy, Nancy ¿verdad? — le
pregunto Sam y se acerco al filo de la celda para verla un poco mejor, ella
asintió leventemente pues aun les tenía mucho miedo. — Nancy, mi... mi hermano
esta herido… Y está... está sangrando mucho… ¿crees podrías conseguirnos una
toalla? ¿Por favor? Sólo una toalla limpia. — le rogo Sam pero ella seguía
mirándolo como si fuera un monstruo.
— Oye, solo
míranos… no somos malos, lo juro. — le pidió Sam, pero ella no dijo nada,
simplemente se dio la vuelta y se fue corriendo.
— Buen intento. —
murmuro Deán, y un segundo después Nancy regreso, con una toalla blanca en sus
manos.
— Gracias. —
dijo Sam apenas verla y ella empezó a acercarse a su celda con mucha cautela, y
hasta temblando. —Tranquila — le dijo Sam, y ella camino un poco más tranquila
y rápido hasta pasarle la toalla entre los barrotes. — Gracias... Gracias. —
decía Sam, y entonces sujeto el brazo de Nancy y la atrajo hasta los barrotes,
ella empezó a gritar y eso atrajo al asistente del Sheriff, quien llego
corriendo.
— ¡Suéltela! ¡Suéltela!
— grito el oficial, sin dejar de apuntar a Sam con su arma. Sam obedeció y se
hizo para atrás con las manos arriba. — ¿Estás bien, Nance? — le pregunto a la
secretaria que sobaba su muñeca, pero asintió de todas maneras. — Lo hacen otra
vez y disparo… Y no al brazo. — les amenazo el oficial.
— Entendido —murmuro
Sam y los muchachos se fueron. Entonces Deán le dio duro puñetazo a su hermano
en el hombro.
— ¿Que estabas
haciendo? — exigió saber Deán, entonces Sam le mostro un crucifijo que le quito a la secretaria. Ya
no estaban tan indefensos contra los demonios después de todo.
Los Winchester
pusieron en acción su arma secreta con el crucifijo, y después se sentaron a
esperar a que algo pasara.
— Somos blancos
fáciles aquí. — murmuro Sam
— Sí, lo sé… ¿¡Alguien
podría darnos de cenar!? — grito Deán con todas sus fuerzas, pues se estaba
muriendo de hambre como siempre.
— ¿Cuantos piensas
que hay? — pregunto Sam sobre los demonios.
— No lo sé. —
murmuro Deán.
— Haya los que
haya, pueden poseer a cualquiera… cualquiera podría entrar. —dijo Sam alarmado,
la idea de alguien entrando y matándolos por sorpresa no era muy bonita que
digamos.
— Es una locura,
¿no?... vinieron por nosotros… No lo habían hecho jamás… Es como si hubiera
contrato por nosotros… ¿Sera porque somos fabulosos?... Porque yo creo que somos
fabulosos— dijo Deán con una sonrisa de puro orgullo, pues eran los primeros
cazadores en la historia a los que todo el infierno buscaba cazar. Sin embargo
la mirada de Sam lo hizo ponerse serio de nuevo y mucho más serio cuando el
Sheriff llego hasta ellos.
— Hola, ¿Cómo
esta, sheriff? — pregunto Deán con interés fingido, y antes de que el hombre les
abriera la puerta de la celda.
— Uh ¿Sheriff? —
pregunto Sam intrigado, no entendía porque estaba haciendo aquello.
— Se pueden ir
muchachos. — les dijo el Sheriff.
— Uh... ¿Sabes qué?...
Estamos bien aquí, gracias. — le dijo Deán lleno de ironía, pero aquella acción
estaba resultando muy sospechosa, un Sheriff no liberaba a un preso de esa
manera, y hasta llegaron a pensar que ese hombre estaba poseído y quería
sacarlos de la celda para asesinarlos.
— ¿Que cree que
está haciendo? — se escucho preguntar a Henricksen y todos se giraron para
verlo entrar al área.
— No vamos a
sentarnos a esperar la muerte, vamos a salir de aquí — le dijo el Sheriff.
— Es más seguro
aquí— aseguro Henricksen.
— Hay un cuartel
de SWAT en Boulder.— insistió el Sheriff, sabía que ese era el sitio más seguro
al que podían acudir y estaba a muy pocos minutos en auto.
— No vamos a
salir de aquí. — aseguro Henricksen.
— ¿Quién dice
que no? — pregunto el Sheriff molesto por esa actitud de jefe y entonces
Henricksen puso los ojos negros y le disparo a la cabeza. Los hermanos salieron
de la celda y se fueron encima de él y lo sometieron para meter su cabeza en el
retrete, donde el agua estaba vencida gracias al crucifijo de Nancy, así que
Sam empezó a decir el exorcismo.
El sonido del
disparo hizo que el asistente del Sheriff llegara corriendo con su arma, pero
por suerte Deán lo vio y le apunto con la propia. — ¡No te muevas! — le
advirtió y el sujeto se quedo parado en su posición.
Sam estaba por
terminar el exorcismo cuando Henricksen logro sacar la cabeza del agua. — Ya es
tarde, están en camino… ya los llame. — les dijo y la nube negra salió de su
cuerpo y paso volando por encima de todos antes de desaparecer en un rayo azul.
— Está... ¿Está
muerto? — pregunto Nancy tras ver a Henrickson tirado en el suelo y sin
moverse, pero un segundo después el agente empezó a toser.
— Henricksen…
Hey… ¿Está usted ahí? — le pregunto Sam y el se sentó para ver lo que había
hecho, pensaba que todo había sido un sueño u alguna alucinación, pero el
cadáver del Sheriff le decía que todo era verdad.
— Yo… Le dispare
al sheriff— murmuro Víctor, totalmente compungido por su acción.
— Pero no mato
al oficial. — dijo Deán con una sonrisita, pues sabía que el otro muchacho
tenía las llaves de sus grilletes.
— Hace cinco
minutos estaba bien, y luego… — empezó a explicar Víctor, pero los muchachos se
conocían esa historia tan bien que no le dejaron terminarla
— ¿No me digas?
Un sucio humo negro se metió por tu garganta. — aseguro Deán.
— Estaba
poseído. — agrego Sam
— ¿Poseído cómo?....
¿Poseído? — Henricksen ni siquiera tenía las palabras para expresarse, y si no
hubiera sentido a aquella cosa, a aquella maldad en su interior, seguirá
pensando que los muchachos estaban locos.
— Eso es lo que
se siente… Ahora lo sabe. — le dijo Sam
— Te mereces un "Te
lo dije" enorme. — le dijo Deán, no pudo perder la oportunidad de
regresarle todas y cada una de sus ofensas con esa simple frase. Víctor se
quedo pensativo un par de segundos hasta que tomo una decisión.
— Oficial Amici…
Llaves. — ordeno Víctor al ponerse de pie, él muchacho le dio las llaves y Víctor libero a los hermanos de sus grilletes.
— Muy bien… ¿Y cómo sobreviviremos? — les pregunto, así que ahora estaba
dispuesto a poner su fe en esos muchachos y sobre todo estaba dispuesto a
ayudarlos, a pelear a su lado.
Lejos de ahí,
Jeffrey esperaba a que sus hermanos pasaran a recogerlo, había estado las
últimas 4 horas haciendo exámenes de
conocimientos que le permitieran acreditar el 9no grado y con ello se pudiera
graduar de la secundaria. La cosa era que ya llevaba más de 30 minutos
esperando y no llegaban por él. Y ni que decir del teléfono, ya había llamado
más de 30 veces a los chicos y ninguno respondía, así que finalmente se harto.
— Deán, soy Jeff
otra vez… me voy a casa yo solo… ya me canse de estar aquí como idiota parado,
nos vemos en un rato. — dijo y colgó la llamada, empezó a caminar pero las
luces empezaron a parpadear en toda la calle, lo que le llamo mucho la
atención.
— No deberías
andar solo por estos rumbos. — dijo una voz desde atrás y cuando se giro se
encontró cara a cara con Ruby.
— Ah, tienes
razón… hay demonios en el vecindario. — dijo lleno de ironía y Ruby se rio. —
¿Tú qué haces aquí? — pregunto rendido
— Vine por ti,
necesito tu ayuda. — aseguró Ruby.
— ¿Mi ayuda?...
hum… te equivocaste de hermano amiga, yo no soy Sam… y no te conozco, ¿Por qué
me iría a pasear contigo? — le pregunto lleno de ironía, pero era cierto, él ni
la conocía como para tenerle tanta confianza.
— Escucha, los
demonios están aquí… vinieron tras ustedes, y a los idiotas de tus hermanos los
han metido en la cárcel… así que si quieres seguir respirando, y ayudar a tus
hermanos… vas a tener que venir conmigo— dijo Ruby
— ¿De qué rayos
estás hablando? ¿Qué paso con ellos? — pregunto Jeff en pánico.
— Ah, te lo
explico en el camino, vámonos. — le dijo Ruby, lo tomo de la mano y lo obligo a
caminar con ella. Pero al dar vuelta en la esquina se encontraron con dos
demonios.
— ¿Se van tan
pronto chicos? — pregunto uno de los sujetos de ojos negros, y Ruby giro a ver
a Jeff como diciéndole, ”Te lo dije”
— Salgan de
nuestro camino, si quieren vivir. — les dijo Ruby a los demonios, quien
simplemente se burlaron de ellos.
— Oh, tranquila
perrita… solo vamos a jugar un poco. — dijo el demonio y junto con el otro se
fueron sobre ellos. Ruby se supo defender muy bien con su cuchillo mágico y
pudo matar a su demonio en solo 20 segundos, pero Jeff, el no pudo contra su
demonio y ahora la cosa lo tenía levantado por el cuello, apunto de rompérselo.
— El bebe
Winchester… vaya, ¿Qué se supone que debería hacer contigo? — pregunto el
demonio, Jeff pataleaba sin control para tratar de zafarse de su agarre, pero
no fue así, hasta que Ruby salto por detrás y le corto la garganta al demonio.
— Debiste dejarlo
en paz. — murmuro Ruby entre dientes y luego le dio la mano a Jeff para
ayudarlo a ponerse de pie. — Ahora, si no tienes más dudas… ¿Qué te parece si
nos vamos? — le pregunto Ruby, Jeff simplemente asintió pues aun estaba
conmocionado por el ataque de los demonios.
Mientras tanto
en la comisaría de policía, Sam había empezado a pintar las trampas del diablo
en cada puerta y debajo de cada ventana del edificio. Mientras que Deán se puso
a revisar el plano del edificio en busca de alguna salida u entrada sorpresa.
Dejando que Nancy le curara de forma apropiada la herida del hombro. Luego entraron
Víctor y el asistente del Sheriff con un montón de armas de la bodega.
— Dejen eso, no
sirve de nada. — les aseguro Deán.
— Hay un arsenal
aquí — aseguro el oficial.
— No le disparas
a un oso con diábolos… solo lo molestan. — les explico Deán.
— ¿Que
necesitas? — le pregunto Víctor, era bueno ver que su actitud había cambiado a
la de pura cordialidad y cooperación.
— Sal, mucha
sal. — dijo Deán.
— ¿Sal? —
pregunto Víctor alucinado y preguntándose cómo demonios un condimento para
comida podía terminar con los monstruos.
— ¿Qué, hay eco
aquí? — pregunto Deán con ironía, le molestaba mucho cuando las personas
cuestionaban sus ordenes, y más cuando hablaba así de claro.
— Hay costales
de sal en la bodega. — Murmuro Nancy.
— Perfecto…
Perfecto, pongan sal en cada ventana y cada puerta. — ordeno Deán, así que
Víctor y el oficial se fueron a la bodega para sacar la sal. — ¿Cómo te sientes,
Nancy? — pregunto Deán, pues podía sentir como la manos de la mujer palpitaban
por los nervios.
— Estoy bien…
Cuando era niña… regresaba de la iglesia y hablaba del Diablo… Mis padres decían
que dejara de ser tan literal… Creo que no lo saben, ¿huh? — se pregunto Nancy,
es difícil cuando te enteras de que las cosas que suenan imposibles son reales.
— Eso servirá. — dijo tras acabarle de poner un parche a Deán en el hombro.
— Gracias. —
murmuro Deán, ya le empezaba a agradar esa muchacha.
— De nada. —
murmuro Nancy, sonriendo por primera vez en la noche y se fue a ayudar con la
sal, entonces llego el oficial con los primeros costales de sal.
— ¿Y mi auto? —
exigió saber Deán.
— En el
estacionamiento. — murmuro el oficial.
— Bien. — exclamo
Deán, poniéndose de pie para emprender el camino hacia la puerta de salida.
— Oiga, no va a
ir allá. — dijo el oficial, temiendo por la seguridad de Deán.
— Necesito algo
de mi auto. — dijo Deán y salió de la comisaria para buscar al auto, que estaba
en la sección de vehículos decomisados.
Deán abrió la
cajuela del auto y guardo todo lo que pudo en su bolsa de lona, como agua
vendita, armas, y hasta unos amuletos. Entonces las luces de todo alrededor empezaron
a parpadear y una brisa helada se soltó. Para cuando Deán se giro, vio un montón
de nubes negras de demonio acercándose, así que corrió esquivando y saltando
por encima los autos.
— ¡Ya vienen! —
grito apenas entrar — ¡Rápido! — les grito para que todos se apresuraran a terminar
lo que hacían. Un momento después las nubes impactaron contra el edificio y
este se oscureció por completo, así que todos se reunieron en el mostrador y
sintieron como todo el edificio se estremecía por la fuerza de los demonios
queriendo entrar. Las nubes se podían ver pegadas a las ventanas, pero después
todas se fueron.
— ¿Todos están
bien? —pregunto Sam
— Define
"bien"— dijo el oficial, pero lo ignoraron. Entonces Deán les empezó
a repartir los amuletos de pentagrama.
— Quiero que se
pongan estos… Impedirán que sean poseídos. — explico Deán y todos rápidamente
se pusieron los amuletos.
— ¿Y qué harán
tu y Sam? — pregunto Nancy, y ambos descubrieron el lado derecho de su pecho,
dejando ver que tenían tatuado el símbolo del amuleto. Por lo que estaban
protegidos siempre y para siempre de las posesiones.
— Muy listos… ¿Desde
cuándo los tienen? — pregunto Víctor, pues los expedientes de búsqueda de los
hermanos jamás mencionaron que tenían tatuajes.
— Hace poco— murmuro
Sam, jamás lo contaría pero se tatuaron después de que Meg lo poseyera la última
vez.
Siguieron
esperando unos minutos más por algún ataque, pero siguieron preparando trampas y cosas. Nancy estaba
reforzando las líneas de sal de la ventana principal, cuando noto que un montón
de gente se congregaba fuera del edificio.
— Ahí está Jenna
Rubner. — dijo Nancy y entonces esa mujer tomo el frente de todas las personas,
dejando ver sus espeluznantes ojos negros.
— Ya no es
Jenna. — dijo Sam tras verle los ojos.
— ¿Ahí está el
humo de los demonios? — pregunto Nancy, aun no le explicaban esa parte de la
historia.
— Así parece —
murmuro Sam y le ayudo a poner la sal faltante en las ventanas.
El ayudante del
sheriff también quiso ver lo que sucedía afuera, así que limpio el vaho de una
de las ventanas y tras una rápida mirada se fue, el problema fue que no se dio
cuenta de que sin querer había roto una de las líneas de sal, y aquello podría
ser la oportunidad de entrada para los demonios.
Mientras tanto,
Deán y Víctor continuaron preparando balas de Sal, ellos no querían herir a las
personas pero si a los demonios, asi que esas balas eran la mejor opción que
tenían contra ellos.
— Cartuchos de
escopeta llenos de sal… si eso sirve, detener monstruos con condimentos… bueno
resulta que los demonios son reales. — seguía diciendo Víctor entre risas, aun
estaba en la fase de aceptación de la noticia.
— Para que
sepas… los vampiros también existen… Y los hombres lobo, los fantasmas,
espíritus malos, payasos que comen gente…— empezó a decirle Deán, no podía
perder la oportunidad de hacerlo sentir mal, exactamente como lo hizo con él.
— Muy bien. —
murmuro Víctor, no se quería ni imaginar todo lo desconocido que podría haber
fuera en ese enorme mundo.
— Si de algo te
sirve, pie grande… no lo es. — murmuro Deán lleno de ironía.
— ¿No lo es? — pregunto
Víctor con la misma ironía en su voz y ambos se rieron un poco, empezaban a
notar que tal vez no fueran diferentes en su forma de ser. — ¿Cuántos demonios?
— pregunto.
— ¿En total?... Ni
idea… Muchos— aseguro Deán.
— ¿Sabes cuál es
mi trabajo? — pregunto Víctor.
— ¿Aparte de
encerrar a inocentes?... No tengo idea. — respondió Deán aun con ironía
— Mi trabajo es
aburrido, y frustrante… Trabajas 3 años en un crimen y tal vez puedas salvar a
algunas personas, solo tal vez…. Ese es el beneficio. — comento Víctor, todo
emocional por estar hablando de ello. — Me he partido el alma quince años para
atrapar a unos cuantos, y en esos años ya existían estos demonios… así que si,
al parecer todo este tiempo, desperdicie mi vida. — aseguro Víctor, una
revelación de ese tamaño hacia cuestionarse si uno realmente se enfrentaba al
verdadero mal del mundo, o simplemente a escorias.
— No lo sabías. —
dijo Deán para calmarlo y tratar de darle apoyo, después de todo ya lo empezaba
a entender.
— Ahora lo sé. —
murmuro Víctor y se quedo callado un segundo para pensar. — Esas cosa, ¿pueden
vencerlas? ¿Pueden ganar? — le pregunto tras imaginarse una vida de lucha
eterna contra esas cosas, la vida de los hermanos.
— Creo que… el
mundo quedara ensangrentado… pero hay que pelear, uno lo decide… yo decidí
morir luchando. — le conto Deán.
— Además, no
tienes a nadie más que a tu hermano. — dijo Víctor, tratando de entender porque
una persona decidía vivir ese tipo de vida, era por la soledad, por querer
encontrar una razón por la cual vivir.
— Hermanos, de
hecho. — murmuro Deán, tanto estrés en esa noche por poco le hacia olvidarse de
Jeff.
— ¿Tienes mas
familia aparte de Sam? — pregunto Víctor interesado, pues había leído muchas
veces su expediente y jamás encontró registros de mas parientes vivos.
— Tenemos otro
hermano… su nombre es Jeffrey. — dijo Deán.
— Jamás escuche
de él, de hecho no tenemos registros de él… así que ¿también se dedica a lo
mismo? — pregunto Víctor y no sabia lo aliviado que hacia sentir a Deán en esos
momentos con la noticia de que su hermanito estaba fuera del radar.
— Si, hem… mi
papá, el trato de alejarlo de esta vida pero… mi hermano es especial, y termino
metido con nosotros… ya sabes, solo tiene 14… a esa edad uno no piensa. —
comento Deán.
— ¿Tiene 14
años? Pero si es un niño. — dijo Víctor impresionado, no se quería ni imaginar
a un chico peleando contra esas cosas extrañas, era simplemente estremecedor.
— Si, pero no lo
conoces… es un poco… impulsivo. — le dijo Deán, recordando que esa había sido
la primera frase con la que su padre le hablo del niño. — ¿Y tu que? ¿Tienes una casa con cerca
blanca? — pregunto.
— Hum no… Apartamento
vacío, cadena de furiosas ex-esposas, estoy igual que ustedes. — dijo Víctor y termino
riéndose, ahora se daba cuenta de lo parecido que era a esos muchachos y tal
vez eso había sido la cosa que mas le atrajo del caso, el sentirse
identificado.
— Eso creí—
murmuro Deán y en ese momento se escucho un cristal rompiéndose, así que fueron
corriendo para ver y se encontraron con Ruby, toda golpeada y atrapada en una
de las trampas para demonio.
— ¿Cómo la mato?
— pregunto Henricksen y le apunto con el arma, pero entonces llego Sam y lo
hizo para atrás.
— A ella no —
dijo Sam
— Es un demonio.
— se quejo Henricksen.
— Vino a ayudarnos. — aseguro Sam
— ¿Es enserio? —
pregunto el oficial desde atrás y solo basto una mirada de Sam para que notara
que si estaba hablando enserio.
— ¿Me dejas
salir? — pidió Ruby y Sam se agacho para
rasgar la trampa un poco con un chuchillo. — Y dicen que no hay caballeros… por
cierto no vine sola, traje refuerzos. — dijo Ruby y se giro a mirar hacia la
ventana, entonces Sam se acerco lentamente y hecho un vistazo, encontrándose
con Jeff.
— ¿Jeffrey?
— Oh por dios,
Sam… ayúdame a subir. — le pido Jeff, ya que la ventana estaba muy alta. Así
que Sam saco los brazos por la ventana y jalo a su hermanito hasta tenerlo dentro
del edificio. — ¿Estas bien? — le pregunto.
— Si, solo
tuvimos algunas peleas en el camino… Hola chicos. — dijo Jeff al ver al pequeño
grupito dentro de la habitación.
— ¿Jeffrey? ¿Qué
demonios estas haciendo aquí? — pregunto Deán, mas preocupado que molesto, pues
le hubiera gustado mantener al chico fuera de esa situación tan peligrosa.
— Ruby me trajo.
— acuso Jeff como si fuera un niño pequeño y Deán se giro a ver a la demonio
con todo el odio posible.
— ¿Pero que
estas loca? ¿Por qué lo trajiste aquí? — le pregunto Deán hecho una furia.
— Lo traje
porque los demonios venían tras el también… y no estaba muy seguro que digamos
cuando lo encontré abandonado a mitad de la nada… así que si, dime loca por
querer salvarle la vida. — le dijo Ruby
— Lo hiciste, de
hecho. — murmuro Jeff sin quitar la vista del suelo.
— ¿Alguien tiene
una menta?... me callo sangre en la boca mientras nos abría camino. — dijo Ruby
y se fue por el pasillo. Todos fueron tras ella, Sam se quedo a rellenar la
línea de sal rota y luego los alcanzo.
— ¿Cuántos hay afuera?
— pregunto Deán.
— Unos treinta...
Hasta ahora. — comento Ruby, durante el camino con Jeff se percato de que había
muchos mas demonios escondiéndose por el pueblo, como una especie de segundo
frente o algo así.
— Ah, bueno 30…
30 asesinos detrás de nosotros… ¿Quién los mando? — pregunto Deán, los envía
tan organizados que era casi imposible que no tuvieran un líder.
— ¿No le dijiste
a Deán? — pregunto Ruby sorprendida a Sam que no le respondió nada. — Ah, me
sorprende.
— ¿Decirme qué? —
pregunto Deán intrigado.
— Hay un nuevo pez
gordo… Un verdadero líder. — explico Ruby
— ¿Quién es él? —
volvió a preguntarle, solo que esta vez Ruby se pudo burlar.
— El no… Ella…
Su nombre es Lilith — agrego Ruby
— ¿Lilith? —
pregunto Deán, pues el nombre sonaba bastante ridículo para su gusto.
— Y ella quiere los
intestinos de Sam en el suelo… Creo que lo ve como competencia— explico Ruby,
todos se quedaron callados ante esa importante noticia.
— ¿Tú sabías de
esto? — le pregunto Deán a su hermano, y Sam siguió sin hablar. — Cielos Sam,
¿hay algo más que deba saber? — pregunto un Deán indignado, y preguntándose
como era posible que Sam le ocultara información tan importante.
— ¿Qué tal si ustedes
hablan después?... Necesitamos la Colt. — dijo Ruby y nuevamente nadie hablo,
solo se quedaron mirándose los unos a los otros. — ¿Donde está la colt? — exigió saber.
— Nos la robaron—
murmuro Sam
— Disculpa, debo
tener sangre en mi oído… creo que oí que fueron tan estúpidos como para dejar
que les quitaron la Colt de sus estúpidas e idiotas manos… fantástico, esto es
fabuloso. — decía Ruby para si misma, estaba furiosa y no pudo hacer mas que
alejarse de los hermanos para no asesinarlos con sus propias manos.
— Ruby. — Sam
estaba por disculparse y contarle toda la historia, tal vez ella podría
ayudarlos a recuperar el arma, pero Ruby, no estaba interesado en nada de ello
en ese momento.
— Cállate. — le
grito Ruby, necesitaba pensar en otro plan y rápido porque ella podía sentir
como una fuerza oscura se aproximaba a llegar. — Bien… como no veo que haya
otra opción, solo conozco otra forma para sacarlos de aquí con vida. — dijo.
— ¿Cuál es? — pregunto
Deán
— Conozco un
hechizo… Matara a cada demonio en un radio de un kilometro… A mí incluida… Así
que perdieron la Colt de vista y ahora tengo que morir… la próxima vez, tengan mas
cuidado, dicen que los errores cuestan. — explico Ruby, Sam se estremeció al
escuchar que ella moriría.
— Bueno… ¿Qué
hay que hacer? — pregunto Deán inmediato, no solo no tenia problema con que
ella muriera, también le alegraba que así fuera.
— Hay… Tú no
puedes hacer nada— Se burlo Ruby. — Este hechizo es muy específico… requiere
una persona con virtudes— agrego la demonio.
— Yo tengo
virtudes. — aseguro Deán, haciéndose el orgulloso de si mismo.
— Ja no tienes…
No eres virgen. — aseguro Ruby.
— Yo si. —
murmuro Jeff dese atrás y a nadie le sorprendió, era un niño todavía.
— No sirves para
el hechizo, eres solo un niño… Y esto es muy especifico… necesita a un adulto
que sea Virgen. — explico Ruby.
— Ya nadie es
virgen. — le grito Deán, y todos se quedaron callados asintiendo a que ya no
eran vírgenes, todos excepto Nancy la secretaria. — No… no es cierto… ¿es
broma? Eres…— Deán ni siquiera podía pronunciar las palabras, Nancy era un
chica linda, y no era posible que jamás hubiera llegado a estar con un hombre.
— ¿Qué? Es una elección,
¿si? — dijo Nancy en su defensa y eso confirmo que ella si era Virgen después
de todo.
— Entonces, tu…
tu... ¿Ni una vez?... Ni siquiera cuando... WOW — exclamo Deán realmente
asombrado, ella era la primera persona adulta virgen que conocía.
— Entonces, el
hechizo... ¿Qué tengo que hacer? — pregunto Nancy para regresar al tema
principal y evitar sentirse mas abochornada.
— Quedarte
quieta... Mientras te arranco el corazón. — le explico Ruby.
— ¿Qué? — pregunto
Nancy en pánico, aquello había sonado horrible y espantoso.
— ¿Qué, estás
loca? — le grito Deán.
— Estoy
ofreciendo una solución. — dijo Ruby en su defensa.
— Estas ofreciendo
matar a alguien. — le grito Deán.
— ¿Y qué crees
que le pasará a esta chica cuando los demonios entren? — pregunto Ruby, no se
podía creer que fuera tan ingenuo como para poner el bienestar de una sola
persona sobre el bienestar de montones.
— Vamos a
protegerla de ellos. — aseguro Víctor, no conocía a Ruby pero en los últimos
minutos ya la había llegado a odiar.
— Que nobles… Todos
van a morir… esta es la única manera. — les aseguro la demonio, y empezaron a
discutir entre todos sobre no querer matar a Nancy, sus oportunidades, los
planes, todos estaban gritando como locos, hasta que…
— ¡¿Quieren
callarse por favor?! — grito Nancy, y todos finalmente se giraron a verla. — Las personas de afuera... ¿Se salvarían? —
pregunto.
— Sacará a los
demonios de sus cuerpos… Y si sus cuerpos están bien... sí. — aseguro Ruby.
— Lo hare. —
finalmente dijo Nancy, no necesitaba mas garantía que esa para dar su vida.
Todos le empezaron a gritar a rogar que no lo hiciera.
— No tienes que
hacerlo. — le dijo Deán.
— Todos mis
amigos están halla fuera. — dijo Nancy en su defensa.
— No
sacrificamos personas, o no seriamos mejores que ellos. — dijo Víctor
— No tenemos
opción— dijo Ruby, todas sus palabrerías de la vida eran hermosas pero eran
basura, solo había una forma de sobrevivir a esa guerra y esa era seguir su
plan.
— Sí bueno, pues
tu opción no es opción. — le grito Deán.
— Sam, sabes que
tengo razón — murmuro Ruby, apelando a la opinión de Sammy quien se había
mantenido ajeno a toda la situación en los últimos minutos.
— ¿Sam? —
pregunto Deán, entonces vio que el rostro de su hermano reflejaba un conflicto
de interés. — ¿Qué esta sucediendo? Sam, dile. — le exigió, pero Sam siguió
callado, pensando en las opciones que tenían.
— Es mi decisión
— dijo Nancy,
— Bien dicho amiguita
— le dijo Ruby.
— ¡Basta! ¡Basta!
¡Nadie matará vírgenes! — grito Deán, desesperado y furioso. — Sam, tenemos que
hablar. — le dijo y salió hacia el pasillo hecho una furia, Sam detrás suyo. —
Por favor, dime que no estás considerando esto… ¿Vas a sostener a la chica y
arrancarle el corazón? — le pregunto Deán lleno de ironía, pero lo cierto es
que ya empezaba a pensar en que Sam si seria capaz de cometer tal atrocidad.
— Y estamos
hablando de 30 personas afuera, Deán… Inocentes también, y van a morir junto
con todas las de aquí— aseguro Sam, el sabia que si no se detenían a todos los
demonios de fuera, iban a empezar a mutilar sus propios cuerpos humanos por
diversión.
— ¡No vamos a
tirar el libro de reglas y a dejar de actuar como humanos!… No dejare que ese
demonio mate a esa chica dulce e inocente… Que ni siquiera ha tenido sexo… Y si
así es como ganas guerras, entonces no quiero ganar. — grito Deán, estaba
furioso.
— ¿Entonces qué?
¿Qué hacemos, Deán? — le grito Sam, igualmente furioso por la necedad y
dramatismo de su hermano.
— Tengo un plan…
No digo que sea uno bueno, ni que vaya a funcionar… Pero es mejor que matar a
una virgen. — aseguro Deán.
— Esta bien,
¿cuál es el plan?
— Abrir las
puertas, dejarlos entrar a todos... y pelear. — explico Deán, como bien le dijo
a Víctor, uno mismo decide como morir y no había mejor manera que pelear contra
ellos. Almenas así tal vez podrían salvar sus vidas o morir en el intento.
Deán les explico
su plan a todos, y tanto Víctor como el oficial estuvieron de acuerdo en pelear
con tal de no matar a Nancy. Así que se pusieron a preparar armas y más
costales de sal para la batalla venidera, mientras que Jeff y Sam se encargaron
de la fase final de su plan, un exorcismo poderoso y masivo.
— ¿Si funciona
el equipo de sonido? — pregunto Deán tras ver regresar a sus hermanos desde la
oficina principal del Sheriff.
— Sip… tuvimos
suerte, la batería esta cargada al máximo. — dijo Jeff
— ¿Pero? —
pregunto Deán tras ver el rostro extraño de Sam
— Esto es una
locura. — aseguro Sam resignado.
— Es una
demencia total. — murmuro Ruby, que estaba sentada en un escritorio detrás de
ellos, así que se giraron a verla.
— Ya entendí, si
tu crees... — empezó a decir Deán pero la demonio ya no iba a dejarlo hablar mas
con sus estupideces.
— Yo no creo... yo
lo sé… No va a funcionar. — aseguro Ruby, y tras pensarlo unos segundos se puso
de pie. — Adiós muchachos. — les dijo.
— Entonces, ¿si
te vas a ir? — le pregunto Sam incrédulo, había visto a Ruby pelear antes y
sabia que su ayuda les caería bien esos momentos.
— ¡Oye!... iba a
suicidarme para ayudarlos a ganar… No me quedare aquí para verlos perder… Y
estoy decepcionada... porque yo trate… enserio… pero creo que aposte al
perdedor. — les reprocho Ruby, los hermanos se quedaron callados por que
escuchar esas duras palabras los hacían sentir mal, no por ella, si no por
ellos mismos.
— ¿Me dejan salir? — exigió Ruby, así que Sam
rompió la trampa del diablo de la puerta delantera y Ruby pudo salir del
edificio, y apenas hacerlo empuño su cuchillo frente a ella, pues el montón de
demonios ya estaban ahí para bloquearle el paso.
— Me voy… ¿quieren
detenerme? — les grito a todos y como llevaba el cuchillo en sus manos, los
demonios fueron abriéndole paso, hasta que desapareció.
Dentro del
edificio, todos se apresuraron a seguir el plan de Deán y una vez que ya estaba
todo listo, Deán, Víctor, Sam y Jeff se posicionaron en cada una de las
entradas de la comisaria, todos armados y alertas.
— ¿Todo listo? —
grito Deán tras abrir las puertas principales.
— ¡Sí! —
gritaron Víctor y Sam al unisonó.
— ¡Hay que
hacerlo! — ordeno Deán y todos procedieron a romper las líneas de sal y rasgar
la pintura de las trampas para dejar pasar a los demonios.
— Creo que es
buen momento para decirte que pase los exámenes, oficialmente… ya me gradué de
la secundaria, Sammy — comento Jeff con la voz temblorosa y sin mucho animo,
Sam bajo el armo un momento y se giro a verlo, por fin una buena noticia
— Jeff eso es
grandioso…. Y si salimos con vida de esto, te prometo que iremos a celebrarlo a
lo grande. — le dijo Sam, se sentía emocionado y orgullosos de su hermano, y
eso era un motivo mas para querer pelear y salir vivos de ese infierno.
Los muchachos
seguían a la espera de los demonios, y el primero en atacar, salto sobre Víctor
y lo pateo en la cara para derribarlo, sin embargo el logro soltar un disparo y
con eso alerto a los demás. Ahora los demonios vinieron por la puerta del
frente y Deán les dispara apenas verlos. Sam también hacia lo mismo hasta que
demonio lo derribo Jeff se lanzo encima para pelear.
Un demonio logro
darle una paliza a Víctor y luego lo levanto del suelo por el cuello,
manteniendo un agarre de acero sobre él. — Ojala esto funcione. — decía Víctor
con dificultad, saco su botella de agua vendita y lanzo en el rostro al
demonio, haciendo que se alejara. Entonces llego Deán y entre los dos empezaron
a dispararle a todo lo que entraba por las puertas.
— ¡Vete! ¡Vete!
¡Vete! — le gritaba Deán, y ambos corrieron en direcciones opuestas para
dispersar a los demonios.
Mientras los demonios
seguían entrando, Nancy y el otro oficial estaban en el tejado, esperando a que
todos estuvieran dentro.
— Cuando esto
acabe, voy a tener mucho sexo— murmuro Nancy, y el oficial la miro extrañado — Pero
no contigo… hay que empezar.— dijo Nancy, bajaron del tejado por la escalera de
incendios y empezaron a poner la sal en cada puerta ventana del edificio, pero
ahora por fuera, pues así dejarían atrapados a los demonios dentro del
edificio.
Sam, Jeff y Deán
se habían quedado si municiones por lo que empezaron a lanzar agua bendita a todos
los demonios, pero para cuando se les acabo se vieron rodeados por el ejercito
completo de demonios. Todos ellos estaban mirándolos como si fueran comida para
perros hambrientos, sin embargo una sola mujer se abrió paso entre todo el
ejercito y con solo levantar su mano, lanzo a los tres hermanos contra el muro
de detrás.
— Henricksen, ¡Ahora!
— grito Deán y Víctor que seguía peleando contra los demonios logro correr y
prender el alta voz de la comisaria, el cual trasmitió a todo volumen el
exorcismo.
Exorcizamus te, omnis immundus spiritus
omnis satanica potestas, omnis incursio
infernalis adversarii, omnis legio,
omnis congregatio et secta diabolica.
Ergo draco maledicte
et omnis legio diabolica adjuramus te.
cessa decipere humanas creaturas,
eisque aeternae Perditionis venenum propinare.
Vade, Satana, inventor et magister
omnis fallaciae, hostis humanae salutis.
Humiliare sub potenti manu dei,
contremisce et effuge, invocato a
nobis sancto et terribili nomine,
quem inferi tremunt.
omnis satanica potestas, omnis incursio
infernalis adversarii, omnis legio,
omnis congregatio et secta diabolica.
Ergo draco maledicte
et omnis legio diabolica adjuramus te.
cessa decipere humanas creaturas,
eisque aeternae Perditionis venenum propinare.
Vade, Satana, inventor et magister
omnis fallaciae, hostis humanae salutis.
Humiliare sub potenti manu dei,
contremisce et effuge, invocato a
nobis sancto et terribili nomine,
quem inferi tremunt.
Todos los
demonios empezaron a gritar desesperados e intentaron correr a la salida
trasera, pero solo un demonio pudo salir tras aprovechar que aun no estaba
completa la línea de sal de la puerta. Salió corriendo del edifico y se detuvo
para mirar a Nancy una ultima vez y se fue corriendo, dejando que Nancy
completara la barrera.
Ab insidiis diaboli, libera nos Domine.
Exorcizamus te, omnis immundus spiritus
omnis satanica potestas, omnis incursio
infernalis adversarii, omnis legio,
omnis congregatio et secta diabolica.
omnis satanica potestas, omnis incursio
infernalis adversarii, omnis legio,
omnis congregatio et secta diabolica.
Ab insidiis diaboli, libera nos,
Domine.
Ut Ecclesiam tuam secura tibi facias
libertate servire, te rogamus, audi nos.
Ut inimicos sanctae Ecclesiae humiliare digneris,
te rogamus, audi nos.
Ut Ecclesiam tuam secura tibi facias
libertate servire, te rogamus, audi nos.
Ut inimicos sanctae Ecclesiae humiliare digneris,
te rogamus, audi nos.
Las nubes negras
de demonio salieron de los cuerpos de todos y formaron una única pero enorme
nueve en el techo, entonces un temible fuego la consumió por completo,
provocando que los Winchester tuvieran que cerrar los ojos pues era como estar
viendo una parte del infierno que desapareció. Finalmente los hermanos cayeron
al suelo, rendidos. Y Henrickson regreso limpiándose la sangre de la boca y Deán
solo se encogió de hombros, no había salido tan mal después de todo y habían
ganado la batalla.
La mañana llego
al fin y con ella la hermosa luz de sol cruzo por todas las ventanas del
edificio, era como si le hubiera devuelto la vida. Y los Winchester pasaron las
siguientes horas ayudando a la gente, por suerte todos los poseídos habían
salido con heridas menores, y todo gracias a las benditas balas de sal.
— Debo reportar
esto…. Tengo una historia que no contare
— aseguro Víctor tras ver que el ultimo de las heridos se marchaba por fin.
— ¿Entonces que
les vas a decir? — le pregunto Sam
— La mentira menos
ridícula que se me ocurra en los próximos cinco minutos. — dijo Víctor.
— Buena suerte
con eso…. No es por presionarte ni nada, ¿Pero qué piensas hacer con nosotros? —
le pregunto Deán, pues durante toda la noche nunca dejo de pensar que todavía
tenían problemas con la justicia.
— Voy a
matarlos. — dijo Henricksen y los muchachos lo vieron con temor, pues dadas las
ultimas horas, ya no sabían de quien confiar. — Sam y Deán Winchester estaban
en el helicóptero cuando explotó… No quedo nada, no podemos identificar a nadie
con los registros dentales… Descansen en paz, chicos. — les explico, era un
plan muy bueno. Así que los hermanos le dieron la mano como si fueran viejos
camaradas, y con ello también le daban las gracias por ese favor.
— Salgan de aquí— les ordeno Henricksen y no falta
repetirlo pues ellos se fueron de inmediato. Henricksen estaba seguro de que
había hecho lo correcto, esos chicos eran buenas personas y hacían lo que el
jamás podría, salvaban personas de la verdadera oscuridad y estaba seguro de
que dormiría mejor por las noches sabiendo que ellos estaban por ahí fuera.
Pasaron unos
minutos en la comisaria, Henricksen estaba hablando por teléfono con las
oficinas del FBI, mientras que Nancy
trataba de barrer el polvo, la Sal y los escombros que los demonios
provocaron. Fue cuando llego una mujer, sujetando de la mano a una pequeña
niña.
— Oh. Hola. — dijo
apenas verla Nancy, la niña se soltó de la señora y se le acerco.
— Disculpe... Busco
a tres muchachos, son hermanos… Uno es muy alto, uno es niño y el otro muy
guapo — le describió la niña, pero su inocente mirada hizo que Nancy se riera
de ella.
— Jaja ¿Cuál es
tu nombre, linda? — pregunto Nancy.
— Lilith —
murmuro la niña y puso sus ojos en blanco, Nancy se hizo para atrás por el
susto, lo que llamo la atención de Henricksen y el oficial Amici. Ellos
trataron de correr para atacar a la niña pero ella levanto la mano y les lanzo
una temible luz blanca. Un poder que solo contados demonios podían llegar a
tener, solo demonios tan poderosos como Lilith. La nueva líder del infierno y
quien no descansaría hasta terminar con los Winchester.
Los hermanos
estaban descansado en el motel cuando llamaron a la puerta, se miraron
extrañados un momento pero Deán fue abrir.
— Vean las
noticias. — dijo Ruby, apenas poner un pie dentro de la habitación. Sam la miro
extrañado pero encendió la televisión al instante, le puso en las noticas y se
encontraron con la temible escena de la comisaria de policía en llamas, y a
pocos metros estaba una reportera, narrando los hechos:
La comunidad sigue llorando
por la tragedia ocurrida hace sólo unas horas…. Las autoridades piensan que una
fuga de gas, causo la explosión masiva que destrozo la estación de policía y
cobro la vida de todos en su interior…
Entre los fallecidos, al menos
seis policías y personal… Incluyendo al Sheriff Melvin Dodd, el ayudante Phil
Amici, y la secretaria Nancy Fitzgerald,.. Al igual que tres agentes del FBI,
identificados como Steven Groves, Calvin Reedy, y Víctor Henricksen… Dos fugitivos
en custodio también fallecieron… Continuamos investigando esta historia en el
lugar, por ahora volvemos al estudio.
— Debió pasar cuando
nos fuimos— murmuro Sam y apago la televisión, no quería seguir viendo algo tan
triste como aquello, sus nuevos amigos habían muerto y de la peor manera
posible.
— Considerando
el tamaño de la explosión... Yo culparía a Lilith. — dijo Ruby, y les lanzo un
costal de hechizo a cada uno.
— ¿Qué es esto? —
pregunto Deán, notando que se trataba del mismo costal de embrujo que
utilizaban las brujas para sus hechizos.
— Algo que los
protegerá… Alejara Lilith por un rato, por un tiempo al menos. — les explico
Ruby. Ser demonio no le había quitado los conocimientos de brujería de cuando
fue humana.
— Gracias. —
murmuro Sam
— No me des las
gracias… Lilith mato a todos… Masacro a su preciosa virgen, y a media docena de
personas… después de tu discurso sobre humanidad y guerra, resulto que tu plan…
causo mas muertos… ¿saben como luchar una batalla?... atacan rápido y no dejan
sobrevivientes que vayan a contarle al jefe…
La próxima vez... seguiremos mi
plan. — dijo Ruby, y salió furiosa de la habitación
Los hermanos se
quedaron en silencio, estaban cansados de que el mal siempre les ganara, de que
siempre cobraba las vidas inocentes de personas como Nancy, como Víctor. Y
ellos eran la razón por la que tenían que terminar con esa guerra, por lo que
deberán ganarla.
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