Llamada de larga distancia
Descripción
Dean queda aturdido después de recibir una llamada telefónica de su padre , quien le dice que tiene una solución para romper su contrato demoniaco. Sam y Dean pelean porque Sam no cree que John este en el otro lado de la línea y el conflicto tiene grandes repercuciones en Jeff, que busca desesperadamente la ayuda de un viejo amigo. Dean no está de acuerdo con sus hermanos y se embarca en su propio camino para seguir las órdenes de su padre.
Era una noche
lluviosa en Ohio, y la mayoría de las personas permanecían en sus casas por
recomendación de la autoridades. Un hombre del centro, trataba de relajarse del
estrés del trabajo, bebiendo Whisky, pero su teléfono empezó a sonar
insistentemente y fue a responder para evitar un dolor de cabeza.
— ¿Ben?... Tenia
que llamarte — dijo una voz apenas descolgó el teléfono, el hombre suspiro
rendido porque era justo el tipo de llamada que quería evitar.
— Lida, no
puedes seguir llamando aquí. — le dijo.
— Lo sé, lo sé…
Solo dime lo que has pensando, por favor. — rogo la mujer.
— No hay nada
que pensar. — aseguro el hombre
— No digas eso.
— No puedo,
sabes que no puedo... Mi esposa.
— Te lo suplico...
Ven a mí… Ven a mí, Ben. — seguía rogando la mujer, que claramente no era nadie
mas que la propia amante.
— No — Ben
estaba desesperado por esas llamadas, había recibido varias en los últimos
tiempos y siempre para pedirle que se
reuniera con ella en la otra vida, si la mujer llevaba un tiempo muerta, pero
su espíritu parecía no querer descansar sin su amado. Finalmente Ben colgó la
bocina, pero el teléfono volvió a sonar inmediatamente.
— Linda, por
favor… Por favor, sólo déjame en paz. — rogo Ben
— No voy a
parar... Te extraño, Ben… Podemos ser felices, podemos ser felices juntos. —
seguía diciendo al mujer, y francamente para Ben, ella se estaba convirtiendo
en un disco rayado, que repetía y repetía lo mismo a cada llamada.
— Es una locura.
— era todo lo que la mente de Ben y su boca podían conectar.
— Te amo… y lo
hare siempre… ¿tu no me amas?— pregunto la mujer, y si ella no estuviera muerta
ya, habría hasta llorado.
— Sabes que sí…
Más que a nada… Pero... Lo lamento. — dijo Ben llorando y antes de dejarle
decir algo mas, le volvió a colgar. Nuevamente el teléfono volvió a sonar sin
cesar, pero esta vez Ben ya no respondió, simplemente arranco el teléfono de la
línea y lo machaco a golpes. Lo aterrador fue que ni destruido dejo de sonar.
Ben estaba
llorando por la desesperación y los recuerdos de la muerte e Linda, su mente no
dejaban de decirle que ella jamás lo dejaría en paz, hasta que volvieran a
reunirse.
— De acuerdo,
Linda… Tú ganas. — murmuro para si, saco una pistola de su cajón y se la puso
debajo del mentón, luego y sin pensarlo mas, tiro del gatillo… quitándose la
vida de una vez por todas, tal y como Linda se lo había pedido.
Lejos de ahí,
los hermanos Winchester por fin se habían podido concentrar a la búsqueda de la
salvación del alma de Deán, sin embargo tanto buscar y hablar con especialistas
en el tema, no había dejado ningún resultado todavía.
— Si, lo tengo… nos
vemos. — Decía Deán antes de cortar una llamada, estaba aliviado de al fin
poder levantarse de esa banca, pues Bobby lo había tenido ahí sentado un buen
rato. Y luego llegaron sus hermanos. — ¿Y? — pregunto.
— Pues que el
profesor no sabe nada — comento Sam rendido, igualmente habia estado platicando
con un hombre sobre los pactos demoniacos y horas y horas de escucharlo no
dejaron ningún resultado en el caso de Deán.
— Que raro… empaquen
sus pantis… hay trabajo. — ordeno Deán.
— ¿Qué? ¿Qué
pasa? — pregunto Sam
— Era Bobby… Un
banquero se voló la cabeza en Ohio… Y él cree que hay un espíritu involucrado. —
les comento Deán, Sam no pudo evitar enojarse de que su hermano hubiera llamado
a Bobby para pedirle un caso, cuando estaban ocupados.
— ¿Hablaban de un
caso? — pregunto Sam, lleno de incredulidad.
— No, hablábamos
de nuestros sentimientos… Y de nuestros actores favoritos— comento Deán lleno
de ironía. — Si, hablábamos de un caso.
— ¿Que? ¿Un
espíritu? ¿Qué? — pregunto Sam sin entender, pero quería cambiar de tema lo mas
pronto posible, antes de que volvieran a discutir por centésima vez en la
semana.
— Ese banquero se
estuvo quejando de un problema eléctrico en su casa por unos días, los
teléfonos enloquecieron, los computadoras también… ¿Huh? — explico Deán y se
quedo mirando a sus hermanos en espera de una respuesta favorable, pero ninguno
de los dos se veía interesado con ello.
— Si ¿Y? — Sam
estaba completamente desanimado y esas cosas no le estaban sonando a nada
demoniaco o fantasmal.
— ¿Te es
familiar? — sugirió Deán, porque tres de cada cuatro casos de espectros
presentaban las mismas señales en las propiedades.
— Pues… si
claro, pero Deán, estamos en un caso. — finalmente Sam se lo hecho en cara-
— ¿Cual? —
pregunto Deán fingiendo no saber nada y eso puso mucho mas molesto a Sam, que
quería golpearlo ahí a plena calle por ser tan idiota.
— El tuyo. —
finalmente dijo Jeff, y apretando el brazo de Sam para calmarlo antes de que
iniciara un espectáculo.
— Claro si, no
me acordaba. — murmuro Deán.
— ¿Oye que otra
cosa hemos estado haciendo últimamente? — le grito Sam furioso, su hermano era
un malagradecido con ellos.
— Solo el
ridículo, que mas… Sam, ya hablamos con cada profesor, bruja, adivino, y actores
de carnaval barato en el país… Nadie sabe nada… Y si no hallamos a Bela no
tendremos la Colt, así que mientras no tengamos algo… quiero hacer mi trabajo. —
dijo Deán, ahora el también molesto.
— No hemos
intentado algo. — murmuro Sam, y el brillo en sus ojos le indico a sus hermanos de que o mas bien de quien estaba
hablando.
— No Sam... No. —
dijo Deán.
— Deán, debemos
llamar a Ruby. — aseguro Sam, y Deán se quedo como ido por un segundo, no se
podía creer que la demonio todavía no le dijera lo que a él, le había contado
en confesión durante el cumpleaños de Jeff.
— No quiero
discutir contigo. — murmuro Deán a intento caminar pero Sam no le dejo por sus
gritos de loco.
— ¡Ella dice que sabe cómo salvarte!
— ¡Pues no
puede! — le grito Deán.
— Oh, ¿no? ¿Estas
seguro de eso? — le reto Sam, sabia que su hermano no era fiel admirador de la
demonio, pero estaba apelando a su cordura, a que pensara en usarla para salvar
su propia vida.
— Lo estoy. —
murmuro Deán y su tono hizo que Sam se estremeciera, había algo ahí que el no
sabia y que debía averiguar.
— ¿Cómo? —
exigió saber Sam, para este punto ya estaba mas que irritable.
— Porque ella me
lo dijo. — finalmente dijo Deán.
— ¿Qué? —
pregunto Jeff alucinado, imaginarse a su hermano mayor platicando a solas con
esa demonio no era algo bonito, era estremecedor. Con el carácter que ambos se
cargaban, resultaba difícil no pensar que se terminaran matando.
— Ya oyeron, me
dijo… que no puede salvarme y que nadie puede. — agrego Deán, no le agradaba
tener que estar diciendo aquello pues era como hablar de su propio final, pero
era necesario, para quitarle esa venda de los ojos a Sammy.
— ¿Y olvidaste mencionarme
eso? — pregunto Sam mas que molesto.
— No me interesa
lo que crea esa perra, y a ti no debería interesarte— le dijo Deán.
— ¿Ahora tienes
secretos conmigo? — esa era la razón del enfado mayúsculo de Sam, el sentir que
su hermano no le estaba contando las cosas
— ¿Enserio quieres
hablar sobre quien tiene secretos con quien? — Deán estaba hablando de lo del
nuevo líder de los demonios, de que Sam ya lo sabía antes del ataque en la
estación de policía. Sam suspiro frustrado y se fue caminando. — ¿Ahora a donde
vas? — le pregunto, a veces Sam era como un adolescente que desaparecía a la
mas mínima que se le molestaba.
— Creo que voy a
ir a Ohio. — dijo Sam y siguió su camino al impala, Deán miro a Jeff quien solo
se encogió de hombros, la decisión estaba tomada y no de otra, mas que seguir
el nuevo caso.
Milan, Ohio
Los hermanos
llegaron a la siguiente mañana al nuevo pueblo, y fueron directamente a la casa
del muerto, pues Sammy no quería darle mas largas al asunto, quería resolverlo rápido para volver a concentrarse
en el caso de Deán.
— Lo encontré...
ahí. — decía la viuda, quien llevo a los muchachos hasta el estudio donde su
marido se voló la cabeza, su sangre aun se podía ver tenuemente en el suelo y
ciertamente era triste estar ahí parados.
— ¿Por qué no
nos dice todo lo que vio, Señora Waters? — le pidió Deán, pues nada mas haberse
presentado la mujer los llevo al sitio y no les comento nada de lo que
necesitaban para la investigación.
— ¿Además de mi
esposo muerto? — pregunto la mujer con ironía, pues era bastante claro que
estaba perturbada y amargada por los últimos acontecimientos.
— Bueno, todo lo
demás... que usted vio, por favor. — murmuro Sam, en ese tipo de casos era
mejor tener un poco mas de tacto con las personas.
— Había, uh,
sangre... en todas partes… El teléfono estaba arrancado de la pared, su botella
de whisky estaba abierta… ¿Qué más quieren saber? — exigió la viuda de muy
malos modos, vaya que estaba enfadada.
— ¿Por qué arranco
el teléfono? — pregunto Sam con interés, pues ese era un detalle poco común
dentro de los casos de fantasmas, ellos no pueden tocar cosas y muchos menos
destruirlas.
— No lo sé. —
murmuro la mujer.
— ¿Le importa si
lo veo? — dijo Sam y la mujer le indico
con la mano que tomara su propio camino. Así que Sam fue directo a la caja de
evidencias que reposaba sobre el escritorio y busco el teléfono.
— Ya declare
todo esto con los otros detectives. — aseguro la mujer, era claro que no estaba
de humor y lo único que quería era que la dejaran sola.
— No le
quitaremos mucho tiempo señora. — aseguro Deán y siguió el camino de Sam para
revisar la oficina. Sam saco las cosas
de la caja de evidencias encontró el
teléfono, a pesar de estar roto aun la pantalla permanecía prendida, bloqueada
con el ultimo numero de teléfono y una hora.
— ¿Señora, a qué
hora murió su esposo? — pregunto Sam
— Fue como a las
11:00. — dijo la mujer, y Sam le indico a Deán que mirara el identificador,
justo la hora en que se había recibido la ultima llamada, lo que descartaba un
poco la teoría del fantasma.
— ¿Hubo llamadas
extrañas? ¿Han recibido algunas… o interferencia, estática o algo así? — pregunto
Deán.
— No… No— murmuro
la mujer desconcertada, pero su mirada dejaba ver un destello de duda, como si
se estuviera pensando algo pasado.
—Señora Waters, ocultar
información a la policía… es un delito grave. — aseguro Deán y Sam tocio un poco
para decirle que se callara, pues estaba diciendo tonterías. — En otras partes
del mundo— agrego para corregir el error. Aun que de todas maneras, logro
persuadir a la mujer para que hablara.
— Hace como
quince días, hubo una... desperté una mañana y oí a Ben hablando en su estudio…
creí que hablaba con una mujer — conto la mujer.
— ¿Qué le hizo
pensar esto? — pregunto Sam
— Porque no
dejaba de llamarla Linda… Así que tome la otra línea… Y... no había nadie, Ben
no hablaba con nadie. — agrego la mujer, y eso si que era bastante raro.
— ¿No había
nada? — pregunto Sam
— Sólo estática.
— aseguro.
— ¿Usted no habló
con Ben sobre esa llamada? — volvió a preguntar Sam
— No… Debí
hacerlo, pero no. — grito la mujer desesperada, y una lagrimas corrió por su
mejilla. Alguna parte de ella sentía culpa, su marido no había sido un hombre
muy abierto, siempre había tenido, esa carga en sus ojos.
— ¿Alguna vez menciono
quién era Linda? — siguió preguntando Sam
— ¡¿Qué
importancia tiene?! ¡No había nadie en la línea! — les grito la mujer y se
soltó a llorar como una mártir, así que los hermanos finalmente tuvieron que
dejar la propiedad, para darle su espacio.
La verdad es que
no había información suficiente para construir un caso todavía, pero como Deán
seguía insistiendo en que su instinto le decía que investigaran, los chicos
regresaron al motel para buscar información en otras vías, específicamente la
internet.
— Linda es bonita...
o era. — comento Deán tras unas horas de investigación, había investigado el
nombre que la esposa del muerto manejo. Pues como era su caso, sus hermanos no
quisieron hacerlo por él.
— ¿La hallaste? —
pregunto Sam impresionado.
— Sí, Linda
Bateman… ella y Ben Walters fueron novios de estudiantes. — conto Deán.
— ¿Y qué pasó? —
pregunto Jeff
— Un borracho
los choco y Ben salió ileso. — comento Deán, no hacia falta que mencionara que
la mujer había muerto, para que los chicos entenderían la situación.
— ¿Y luego que?,
¿lo llamo para charlar? — pregunto Jeff lleno de ironía y diciéndolo de esa
manera, sonaba realmente loco.
— Yo diría eso, pero
Linda fue cremada… ¿Entonces porque sigue flotando? — se pregunto Deán.
— Uh, quien
sabe. — murmuro Sam sin mucho interés todavía.
— ¿Qué saben de
ese numero? — volvió a preguntar Deán, pues acordaron que el investigaría el
numero si ellos investigaban el numero misterioso que quedo grabado en el
teléfono de la casa de Ben.
— Uh, si es un número de teléfono. — dijo Sam, pues no
estaban seguros de que eso fuera ya que tenia mas dígitos que cualquier otro
numero del país.
— Nunca había
visto uno así. — murmuro Deán.
— Sí, porque es
de hace un siglo… cuando los teléfonos tenían manivela. — comento Jeff,
bendiciendo a Giles por haberle enseñado la historia de los teléfonos durante
el inicio el 7mo grado.
— ¿Por qué usar
ese numero para contactar a alguien? — pregunto Deán.
— Tampoco se
eso, pero como sea debemos rastrearlo. — aseguro Sam
— ¿Cómo rastrear
a un número que tiene más de cien años? — pregunto Deán, si hoy en día era
difícil poder acceder a los registros telefónicos de los teléfonos actuales, no
se quería ni imaginar como debía ser lo de los viejos.
— Solo hay una
manera… — así que Jeff se paso la siguiente media hora hablándoles a sus
hermanos de los teléfonos y los registros, todo para concluir diciendo que
debían ir a la compañía de telefonía del pueblo, el lugar donde todos los
registros eran almacenados.
Así que por la tarde
Sam y Deán retomaron nuevamente los trajes formales, y fueron a la compañía de
teléfonos, haciéndose pasar por agentes de la central telefónica del país, y
que estaban en busca de anomalías en los pueblitos.
— No viene mucha
gente de la matriz aquí. — comentaba el encargado de las oficinas mientras les
daba un pequeño tour por las instalaciones.
— Pues en la
oficina mencionaron que había un almuerzo — comento Deán y Sam lo miro con
enojo, pues ni en momentos de seriedad su hermano podía dejar de hablar de
comida, ¿Qué acaso nunca tenia llenadera?
— Eso podríamos
arreglarlo mas tarde… El hombre con quien necesitan hablar, esta por… — y el
encargado se quedo callado pues un montón de moscas se arremolinaron en el
cabello de Sam, y empezó a apestar horrible. — Lo se, lo siento… Tenemos
problemas de higiene aquí abajo. — dijo el hombre con una mueca de asco y finalmente
entraron a una oficina.
— ¿Stewie? ¿No
te he dicho que mantengas limpio este sitio limpio? — grito el encargado, antes
de mirar que su empleado tenia un montón de paginas pornografías abiertas en su
enorme monitor.
— Stewie Myers…
Ellos son el señor Campbell, y el Señor Raimi. — presento el encargado, pero su
empleado no puso atención por estar cerrando toda la pornografía de la
pantalla, pero por mas que cerraba una ventana, aprecian otras 3.
— No sé cómo llega
esto aquí. — murmuraba el sujeto muy
apenado y sin dejar de dar click en cerrar todo. Fue hasta que jefe le dio una
colleja que pudo reaccionar.
— Vienen de la matriz—
agrego el jefe, y el tipo salto de su silla, pues sabia que empleados de la
matriz debían ser tratados como reyes ahí abajo, y sobre todo que siempre se
les debía dar una buena imagen o podría perder el empleo — Dales lo que
necesiten. — agrego el jefe y se fue muerto de la vergüenza.
— ¿Puedo
ayudarles? — pregunto el empleado con falsa intención en sus palabras, ya era
bastante malo tener que trabajar 8 horas diarias en un oficina subterránea como
para tener que soportar ordenes de desconocidos.
— ¿Es eso, uh bellezas-asiáticas.com?
— pregunto Deán, que no dejaba de mirar la pantalla llena de pornografía que
tenían enfrente.
— No… Tal vez—
murmuro el empleado, ya no tenia caso que siguiera fingiendo pues lo que se ve
no se juzga.
— Un consejo... La
membrecía platino vale la pena. — dijo Deán con una enorme sonrisa, pues se
estaba acordando de varias de las películas que había visto en se sitio Web,
todo muy cuidado y muy profesional.
— Bueno, ahora…
queremos rastrear este número. — dijo Sam, contenido la vergüenza por la
estudies que acababa de decir su hermano, y le dio un papel con el numero
apuntado al empleado.
— ¿De donde lo
sacaron? — pregunto el hombre nada mas ver el numero.
— De un
identificador de llamadas. — dijo Deán.
— Oh, no… Eso es
imposible. — aseguro el tipo.
— No se ha usado
en unos años, lo sabemos. — aseguro Deán, reconociendo la reacción como la
propia cuando Sam le conto sobre la antigüedad del numero.
— ¿En unos años?...
Es prehistórico, créanme… nadie a usado este numero. — volvió a asegurar el
hombre. Pues sabia que ese tipo de teléfonos necesitaban una conexión especial
para ser enlazados a la línea, una conexión que ya no existía.
— Queremos que
lo rastree de todos modos. — le exigió Sam
— Claro. ¿Por
qué no arreglan mi vida primero? — pregunto el hombre lleno de ironía y con
ello estaba diciendo un gran NO, a la orden de Sammy.
Así que Deán
tuvo que intervenir. — Escuche, uh,
Stewie... Tiene como seis clases de violaciones laborales aquí… Sin mencionar
la pornografía que tendrás en tu disco duro… cuando mi compañero diga, rastrea
este numero… tu rastrearas este numero. — le ordeno, pero su mirada asesina lo
que convenció al sujeto.
Stewie tecleo
rápido el numero de teléfono en la base de datos, estaba seguro de que tenia la
razón y que a búsqueda no generaría ningún resultado, sin embargo solo bastaron
unos segundos para que notara su error.
— No, es
posible. — murmuro con incredulidad.
— ¿Qué? —
pregunto Deán
— No se de donde
viene ese número... Pero puedo decirles a donde ha ido. — aseguro el empleado.
— ¿De que habla?
— pregunto Sam sin entender, hasta que luego el hombre le imprimió una hoja de
resultados y se la entrego.
— Diez casas
diferentes en dos semanas, todas son del mismo numero. — comento el empleado,
le estremecía pensar en que alguien se atreviera a llamar desde esos números
tan viejos, pero después ya no le importo, no era su asunto. — Bueno, ¿ya terminamos?... Porque estoy
ocupado. — aseguro y se volvió a sentar en su silla para seguir viendo su
pornografía en el monitor.
— Claro— murmuro
Deán, entendía perfecto cuando un hombre necesitaba privacidad para ver sus
películas, era muy comprensible después de todo.
Así que a la
mañana siguiente, los Winchester se dividieron las casas del vecindario a las
que debían ir a investigar. Pero fue Sam el que se encontró con la mas rara de
todas, pues apenas llamar a la puerta, se encontró con una familia de tres
recibiéndolo.
— Hola señor... Vengo
de la compañía de teléfonos. — le dijo Sam al hombre mayor, quien debía ser el
papá de los chicos.
— Uh, nosotros
no llamamos a la compañía— murmuro el hombre.
— Lo se, señor… no
era necesario, hemos tenido muchas quejas de este vecindario. — mintió Sam
— ¿Quejas? —
pregunto el hombre sin entender, pues su primer pensamiento fue que su hija la
mayor podría estar molestando gente con bromas por teléfono, pero esa idea
quedo descartada de inmediato, pues ella no era así.
— Sí señor,
llamadas cortadas, estática… ¿Tal vez, voces extrañas otro lado de la línea? —
sugirió Sam
— No, no hemos
tenido nada de eso aquí. — aseguro el hombre de inmediato, lo que indicaba que
estaba diciendo la pura verdad.
— ¿Nada? —
insistió Sam, pues tenia pruebas en la mano (la lista de la compañía) de que si
habían recibido llamadas, aun que eso no significaba que hubieran respondido a
ellas.
— No. — volvió a
asegurar el hombre
— De acuerdo,
excelente... Solo era eso... Gracias. — dijo Sam con nerviosismo, pues ya no
sabia que pensar de todo aquello.
— Bien, no hay
problema. — dijo el hombre y antes de que cerrara la puerta de la casa, Sam
pudo notar la cara pálida que sostenía la hija, se veía muy asustada y eso
podría ser una pista después de todo.
Sam no quiso
presionar mas a la familia y regreso al auto que había rentado para parecer
todo un ejecutivo de la alta, el problema fue que la joven de antes lo siguió
hasta fuera y no le permitió seguir su camino.
— No es de la
compañía telefónica. — aseguro la joven.
— Si, si soy —
aseguro Sam
— ¿Desde cuando conducen
autos rentados y… usan trajes baratos? — pregunto la joven entre risas, para
ella era muy común conocer de esas cosas, pues su padre trabajaba en el banco y
conocía perfectamente a los empleados de alto rango.
— ¿Sí? Bueno…
tal vez los dos tenemos secretos. — aseguro Sam tras su reacción en el interior
de la casa.
— ¿Por qué
pegunto si oímos voces extrañas en el teléfono? — pregunto la joven, ya que esa
era la razón por la que lo había seguido en primer lugar.
— ¿Por qué? ¿Tú oíste
algo? — pregunto Sam, aun que a juzgar por su reacción, estaba bastante seguro
de que así era. Y no era tan descabellado, ella era una adolescente y que chico
no oculta cosas a sus padres, en especial cosas tan raras como esas.
— No. — murmuro
la joven
— Disculpa,
pensé que si. — murmuro Sam, tampoco quería presionarla, no era su estilo. Ella
debía hablar por su voluntad.
— Pues no, ¿esta
bien? — grito la chica indignada.
— Perdona, no
quise molestarte… porque, ¿sabes?... Si las oíste, te diría que yo he pasado
por lo que tu estas pasando ahora… he oído cosas y visto cosas que no podría
explicar… Tal vez podría ayudarte un poco, solo eso. — dijo Sam y se iba a
meter al auto para darle un empujoncito a la joven y funciono.
— Espera… tal
vez… he hablando por teléfono... con mi mamá — finalmente dijo la joven, aun
que no fue la respuesta loca o extraña que Sam estaba esperando.
— Eso no es
extraño. — murmuro Sam
— Ella está
muerta... desde hace tres años. — le conto la chica y repentinamente todo se
había vuelto mas interesante para Sammy.
— ¿Cuantas veces
llamo? — pregunto Sam
— Algunas veces…
Empezó hace una semana, creí que yo estaba loca. — aseguro la joven.
—De esto si
estoy seguro, y vas a tener que creer... no estas loca. — le aseguro Sam y ella
le sonrió, y se sintió mucho mas confiada como para contarle un par de detalles
mas sobre las misteriosas llamadas, como que todas habían sido a la misma hora.
Sam iba
conduciendo de regreso al motel cuando llamo Deán a su celular.
— Los muertos
están hablando a todas partes. — dijo Deán, apenas Sammy le acepto la llamada.
— Si ya sabía. —
dijo Sam resignado, había llegado a querer que eso no fuera un caso, pero ya no
había de otra mas que investigar.
— Hable con una
abuela de 84 años que tiene llamadas eróticas de su esposo que murió en Corea. —
dijo Deán, aun asqueado por todos los detalles que la mujer le había contado
del sexo telefónico, Sam también hizo una mueca de asco al escuchar tal
cosa. — Yo agregaría esa sección a la
palabra necrofilia. — agrego Deán.
— ¿Qué esta
sucediente aquí, Deán? — pregunto Sam rendido, pues por mas que le daba vueltas
al asunto no conseguía entender nada. Pues las voces de los fantasmas provocaban fallas en los aparatos, por lo
tanto eran imperceptibles al auricular de un teléfono.
— No se, pero hay
que averiguarlo… esto se esta poniendo aterrador. — dijo Deán.
— Sí bueno, te
llamo luego. — dijo Sam y termino con la llamada. Pero inmediatamente de
colgar, Deán recibió otra llamada.
— ¿Si, que? ¿Sam?
— pregunto apenas responder.
—Deán… Deán,
¿eres tú? — escucho a una voz susurrar desde el otro lado de línea, no era la
voz de Sammy, pero si que era otra voz bastante conocida para Deán.
— ¿Papá? —
pregunto Deán titubeante, si tenia que sr la voz ronca y triste de John
Winchester, pero ya no le dijo nada mas, pues la llamada se corto.
Deán estaba
entre asustado y sorprendido por la llamada que acaba de recibir, el siempre
quiso volver a escuchar la voz de su padre, pero ahora ya no sabia si había
hecho bien en desearlo tanto. Así que regreso al motel y le conto todo a los
chicos.
— Pero como…
¿papá? ¿Tu crees que era el? — pregunto Sam, teniendo sus serias dudas sobre el
caso todavía.
— No se, tal vez
— murmuro Deán, aun le estaba costando un poco asimilar lo que había ocurrido.
— ¿Y como se oía?
— pregunto Jeff entusiasmado.
— Como Oprah—
dijo Deán lleno de ironía, pero el semblante triste de su hermano menor, le
hizo ver que no debía bromear con eso. — Se oía como papá, enano… como… como
siempre, así que… ¿Ustedes que creen? — les pregunto, finalmente John también
era su papá y tenían que hacer las paces con el tema todos juntos.
— ¿Qué dijo? —
pregunto Sam
— Mi nombre. —
murmuro Deán.
— ¿Eso es todo? —
pregunto Sam impresionado, su padre no era muy hablador pero estaba seguro que
de ser él, se hubiera saltado las formalidades y se hubiera ido directo a
exigir explicaciones de los últimos acontecimientos.
— Sí, la llamada
se cortó. — dijo Deán.
— Para empezar… ¿Para
que llamaría Deán? — finalmente pregunto Sam, pues a cada minuto sentía un mal
presentimiento creciendo dentro de su pecho. Algo que le decía que no todo
encajaba de la manera adecuada.
— No lo sé, Sam…
¿Por qué están llamando aquí los muertos?... Si los demás están hablando con
sus seres queridos, ¿Por qué nosotros no? Todo es posible. — se excuso Deán,
pues eso era lo que quería creer realmente.
— Pues creo que
si. — murmuro Sam, no quería cortarle la ilusión a su hermano todavía, pues era
la primera vez en meses que lo veía tan ilusionado con algo.
— Bueno, y que
tal si... ¿Qué tal si, si es papá? ¿Y si vuelve a llamar? — pregunto Deán
titubeante ante tal idea. Así que se sentó en su cama para ver a los chicos,
para ver hasta donde debía hablar del tema para no lastimarlos.
— ¿Qué tiene? —
pregunto Sam como si no fuera la gran cosa.
— ¿Qué le digo? —
pregunto Deán en pánico, pues sabia que llegado su momento le tendría que dar
muchas explicaciones a su padre.
— "¿Hola?"
— dijo Sam y se encogió de hombros.
— "¿Hola?"…
¿Esa es tu respuesta?... "¿Hola?" — dijo Deán con incredulidad y
salió hecho una furia de la habitación de motel.
— Sammy… ¿crees
que si sea papá? — pregunto Jeff en un hilito de voz, Sam se giro a verlo y
suspiro fuerte, el pobre niño tenia una debilidad mas grande por John y el
idiota de Deán no se movía con sus acciones delante de él.
— Jeffrey…— Sam
ni siquiera sabia que decirle al chico. El mismo estaba confundido y teniendo
una batalla interna por respuestas que parecía no tener fin.
— No, ya se… no
deberíamos estar hablando de esto, deberíamos estar viendo como salvar a Deán
del trato. — dijo Jeff y se puso a leer libros otra vez. Era triste ver como el
chico se cerraba a obtener las respuestas que tenia derecho a recibir, pero por
esa ocasión Sammy prefirió que fuera de esa manera, pues el no tenia respuestas
que ofrecer… todavía.
Pasaron unas
horas para que Deán pudiera poner su cabeza y sus sentimientos en orden, investigo
un poco por su cuenta y luego regreso a la habitación. — ¿Encontraron algo? — les pregunto.
—Después de tres
horas, no encontré una razón lógica por
lo que algo sobrenatural este sucediendo aquí. — aseguro Sam
— Vaya, creí que
una educación en la universidad de Stanford, produciría mejores resultados que
eso. — se burlo Deán, estaba molesto de que Sam tuviera esa actitud tan
negativa en el caso, mas cuando el asunto ya se estaba volviendo personal.
— Jaja, que
gracioso. — se burlo Sam sin ganas de seguir discutiendo.
— Sam, estás
buscando en los lugares equivocados. — aseguro Deán.
— ¿Y cuáles son
los correctos, Deán? — exigió saber Sam
— El folletero
del motel — aseguro Deán y dejo caer un folleto sobre la mesa donde trabajaba
Sammy. — Milan, Ohio... pueblo natal de Thomas Edison. — comento Deán con una
gran sonrisa de sabelotodo.
— Sí, ¿y eso que?
— pregunto Sam sin entender.
— Sigue leyendo.
— dijo Deán y Sam recogió el folleto de la mesa para leer, sin embargo el gran
anuncio de la atracción principal fue suficiente información.
— ¿Es un chiste?
— pregunto Sam entre risas pues la atracción principal que mencionaba el
folleto era un teléfono embrujado, y eso era bastante irónico considerando las
circunstancias del caso.
Así que los
hermanos fueron al museo de la ciudad para inspeccionar dicho teléfono, pero
tuvieron que pasar antes por un montón de basura diferente que guardaban como
supuestos tesoros del estado. Los tres se estaban cayendo del aburrimiento
cuando por fin llegaron al exhibidor del teléfono.
— Esta es una de
las posesiones más valiosas del museo... el llamado "teléfono espiritual"…
¿Sabían que el señor Edison, uno de los inventores mas queridos del país, también
era un devoto ocultista? — explicaba la guía del museo, haciendo gestos y
movimientos muy raros para su profesión.
— Hay que
cortarle los dedos. — Murmuro Deán pues la mujer también menaba mucho los dedos
y eso desesperaba a todos.
— El pasó años
trabajando en esto... su último invento… con el que creía que podría
comunicarse con los muertos, ¿tenebroso? ¿No? — agrego la mujer y el grupo
empezó a caminar hacia la siguiente atracción. Los hermanos aprovecharon para
rezagarse y analizar el teléfono con el EMF.
— ¿Algo? — pregunto
Deán.
— Nada. —
murmuro Sam, pues de hecho era la primera vez en que el EMF se mantenía mas
apagado que nunca.
— ¿Tu que crees?
— volvió a preguntar Deán.
— ¿Sinceramente?...
Es un montón de fierros para mí. — comento Sam, pues el maldito teléfono ni
siquiera tenia forma para ser un objeto maldito.
— No tiene ni
cable. — murmuro Jeff que estaba viendo el artefacto muy de cerca, y también le
parecía horrible.
— Tal vez no
funcione así. — sugirió Sam
-— Tal vez sea
como una antena que transmite a los muertes a todos lados. — sugirió Deán, pues
no era tan loco pensarlo.
— Podría ser. —
murmuro Sam
— El número del
identificador tiene 100 años, es de la época de esta cosa— agrego Deán,
esperanzado a creer en que realmente esa cosa funcionaba.
— Sí, pero ¿por
qué empezaría a funcionar ahora? — se pregunto Sam
— No lo sé… Pero
mientras los muertos llaman a los vivos aquí, es la mejor razón que tenemos. —
dijo Deán.
— Si, tal vez.
— Y tal vez si
sea papá. — murmuro Deán, sus hermanos lo miraron raro pues tenia una voz
diferente y un brillo en sus ojos que no era propio de él.
Esa noche Jeff y
Sam dormían profundamente, mientras que Deán no quiso acostarse porque tenía la
esperanza de que su padre llamara otra vez y casi a las tres de la mañana, la
llamada por fin sucedió.
— ¿Papá? — murmullo Deán y salió del cuarto
para no despertar a nadie.
— Deán. —
susurro la voz al otro lado del teléfono.
— ¿Si eres tu? —
volvió a preguntar Deán.
— Soy yo. — aseguro
John
— ¿Como puedo
estar seguro? — pregunto Deán, quería creer que era él pero Sam tenia razón,
todavía no sabían lo que estaba pasando realmente.
— No puedes…
Deán, ¿Por qué hiciste eso? — pregunto un John molesto y ese tono fue la
confirmación final de que si era él.
— ¿Qué cosa? —
pregunto Deán sin entender de que venia el reproche.
— Vender tu
alma. — susurro John.
— Cuidaba a
Sammy como me dijiste. — le dijo Deán en su defensa.
— Yo nunca quise
eso... Jamás, eres mi hijo… te amo, no puedo verte en el infierno Deán. — grito
John, claramente compungido por imaginarse a su hijo ardiendo de la peor forma
en el mismísimo infierno.
— Lo siento… no
se como evitarlo. — aseguro Deán.
— Porque si tú
rompes el trato, Sam muere, ¿cierto? —
pregunto John.
— ¿Qué? —
pregunto Deán con incredulidad, era evidente que su padre estaba enterado de
todos los pormenores del contrato.
— Conozco una salida
para ambos. — aseguro John.
— ¿Cómo? —
exigió saber Deán.
— El demonio que
tiene tu contrato... Está aquí... ahora. —seguía asegurando John, solo que esta
nueva revelación le helo la sangre por completo a Deán.
Lejos de ahí,
Lanie, la niña de la casa a la que Sam fue a revisar esa mañana estaba
chateando con una amiga, cuando una conversación extraña se inicio de la nada
en su PC, al principio pensó en cerrarla pero finalmente se puso a responder
los mensajes.
SHA33: ¿Lanie? ¿Eres tú?
LanieGee: ¿Mamá?
SHA33: Te hice una pregunta anoche, ¿has pensado en eso?
LanieGee: No sé que quieres.
SHA33: Por supuesto que sabes. Quiero verte.
LanieGee: Fui a verte, al cementerio.
SHA33: No me refiero a eso
LanieGee: Pero estoy asustada
SHA33: No tengas miedo. Estoy aquí contigo
La pantalla del
ordenador se apago por si sola, la chica se hecho para atrás por el susto y
luego vio la leyenda: VEN A MÍ, escribirse un millón de veces en su
pantalla. Y a la mañana siguiente ella llamo a Sam para contarle la
espeluznante experiencia.
— ¿Se supone que
esto es divertido? — preguntaba Jeff por enésima vez en la mañana, pues llevaba
un buen rato mirando un supuesto programa de comedia en la televisión.
— Pues cambia de
canal... o apágalo ya. — le grito Deán, estaba muy ocupado investigando lo que
su padre le dijo la noche anterior, como para ponerse a escuchar mas quejas de
un niñito. Entonces Sam regreso a la habitación.
— ¿Qué paso? — le
pregunto Deán apenas verlo.
— Esa chica, ¿Lanie?...
El espíritu de su madre la asustó anoche. — conto Sam
— Que mal. —
murmuro Deán.
— Sí, mucho… ¿Qué
haces? — pregunto Sam con curiosidad, pues Deán estaba muy concentrado leyendo
unos papeles y eso jamás lo hacia.
— Creo que papá
tiene razón… Creo que el demonio está aquí… mira esto. — y le dio u montón de
hojas raras de estadísticas.
— ¿Qué son?... ¿reportes
del clima? — pregunto Sam impresionado, pues hasta donde sabia su hermano no
sabia como interpretarlos.
— Son augurios...
augurios demoníacos… Tormentas eléctricas en todas partes, donde hemos estado en
las dos últimas semanas — explico Deán y por fin Jeff apago la televisión para
ir a ver esa información tan importante con Sam
— Yo... yo no
recuerdo ninguna tormenta eléctrica— murmuro Sam, y Jeff asintió pues tampoco
recordaba nada de eso.
— No recuerdo
que hayas estudiado meteorología— le dijo Deán lleno de ironía. — Pero ya les
digo, ese maldito esta siguiéndome, usando el cuerpo de alguien. — aseguro Deán
sobre el misterioso demonio que quería su alma.
— ¿Y está
siguiendo porque...? — Sam ni siquiera termino su pregunta, sonaba tan estúpido
que un demonio quisiera a Deán, cuando tenían sus propios empleados para
recobrar las almas de la gente, a los perros del infierno.
— Creo que soy
buena presa ¿no?... muy valioso para perderme de vista. — aseguro Deán
— Bueno, si —
murmuro Sam sin nada de interés.
— Tranquilo
Sammy… estás muy emocionado. — dijo Deán lleno de ironía y le quito los
reportes del clima de las manos.
— Deán yo
quisiera creer esto… de verdad— empezó a decir Sam, pues sus dudas cada vez
iban aumentado mas y mas.
— ¡Pues créelo!
Si hallamos a esa cosa, nos salvamos Sammy. — aseguro Deán.
— Eso es otra
cosa… ¿Papá te da un exorcismo que puede matar a un demonio?... ¿Que no solo lo
envía al infierno, si no que demás lo mata? — pregunto Sam con incredulidad
pues en todos sus años como cazador había llegado a escuchar de una cosa tan
poderosa como ese hechizo, jamás.
— Mira esto,
viene del oscurantismo… del siglo XV — explico Deán con un libro en la mano, se
lo ofreció a Sammy pero el no quiso ni agarrarlo.
— Si, ya lo vi Deán…
Y también Bobby. — Sam estaba agradecido de que Jeff le mandara un mensaje de
texto con el nombre del ritual, ya que por eso puedo hacer su propia
investigación.
— Muy bien… ¿Y? —
pregunto Deán.
— Sin duda es un
exorcismo, pero no hay evidencias de que pueda matar a un demonio. — explico
Sam,
— Ni evidencias
en contra. — dijo Deán en su defensa.
— Deán, por
favor— murmuro Sam
— Hasta donde yo
se, el único que ha estado en el infierno es papá ¿no?... tal vez aprendió un
par de trucos halla… Como qué exorcismos funcionan. — dijo Deán, pues esa era
la idea que tenia en mente.
— Tal vez si, yo
también lo espero... pero hay que estar seguros. — repitió Sam
— ¿Por qué no
estamos seguros? — pregunto Deán con ironía, se estaba desesperando por tanta
negatividad de parte de Sam
— Porque no sé
que es lo que esta ocurriendo aquí, Deán… mas que un tipo se vuela los sesos y
que una niña esta muerta de miedo. — le recordó Sam, aquellas eran dos cosas
malas que habían salido de las misteriosas llamadas.
— Wow Sam… un
par de civiles están asustados por fantasmas— dijo lleno de ironía. — No es
raro Sam, es normal asustarse con fantasmas. — agrego, y si, en efecto era
normal que personas sin conocimientos del tema, resultaran asustadas por ese
tema.
— ¿Papa te dijo
donde encontrar al demonio? — pregunto Jeff en apenas un hilito de voz, no
sabia en que creer pero como un miembro de la Scoobie Gang, sabia que era mejor
cubrir todas las posibilidades.
— ¡Espero su
llamada! — grito Deán con el teléfono en la mano.
— Le dije a
Lanie que iría a verla. — murmuro Sam resignado, pues por mas que tratara de
disuadir a su hermano de cometer una locura, era seguro que su hermano no
cambiara de opinión, estaba muy ilusionado. Pero eso no era razón para que
pusieran en peligro a una inocente chica.
— Ah, claro si…
tu ve a estar con esa menor, no te hagas meter a la cárcel… mientras yo estaré
aquí, preparándome para salvar mi vida. — dijo Deán enojado pero a Sam no le
intereso, se puso de pie y camino a la
entrada. — Eres increíble, ¿sabias eso?... durante meses hemos intentado acabar
con esto, ahora papá esta por darnos una dirección y no puedes aceptarlo… El
esta muerto y tu sigues necio con el. — gritaba Deán.
— Ese no es el
problema — aseguro Sam
— ¿Entonces cual
es? — exigió saber Deán.
— El hecho es que
no hay pruebas aquí, Deán… después de todo, ¡Solamente te estas guiando por una
fe ciega! — grito Sam desesperado.
— ¡Pues si, tal
vez! Pero es todo lo que tengo. — grito Deán, estaba diciendo la verdad pues
para ese punto ya estaba cansado de no encontrar respuestas.
— Por favor… No
vayas a ningún lado hasta que yo vuelva, ¿oíste, Deán?... por favor. — le rogo Sam
y se fue para ver a Lanie.
Jeff miro a sus dos hermanos en una batalla
interna porque a quien debía seguir, pero al final solamente se metió al baño,
no podía seguir a ninguno en esos momentos y por lo menos estando con Deán, lo
podría cuidar un poquito.
Así que Sam
finalmente llego al vecindario y se
encontró con una Lanie hecha un manojo de nervios por lo que le había pasado la
noche anterior.
— ¿Le has dicho a
tu padre algo de esto? — le pregunto Sam
— ¿Y molestarlo
en el trabajo?... No… De todas formas, no me creería, me mandaría a terapia. —
dijo la niña.
— ¿Qué te dijo
tu madre? — Sam necesitaba entender lo que estaba pasando realmente en con esas
llamadas y ahí delante podía tener una posible respuesta.
— Que quería
verme… Primero creí que debía ir al cementerio. — contaba la joven.
— ¿Fuiste?
— No pasó nada… Luego
empezó a pedirme que hiciera otras cosas. — agrego.
— ¿Qué clase de
cosas? — volvió a preguntar Sam
— Cosas malas. —
aseguro la niña y antes de que pudiera dar su respuesta se puso a llorar, lo
que le indico a Sammy que sus sospechas de que algo malo podía estar pasando,
no eran del todo falsas. En la habitación de junto, estaba el hermanito de
Lanie jugando con unos coches, entonces su teléfono de juguete empezó a sonar
solo, como si fuera un teléfono verdadero, así que el fue a responder.
— ¿Hola? Simon
Greenfield al habla… Hola, mamá… Sí, quiero verte… ¿Dónde estás? — decía el
niño ilusionado, fuera lo que fuera detrás de esas llamadas, ya lo había
convencido de seguirlo hasta la calle, y se fue sin que su hermano o Sammy se
percataran.
— Lanie, por
favor... Dime qué pasó, es muy importante— seguía diciendo Sam
— Mamá dijo que
fuera al botiquín de papá. — pudo decir la niña un poco mas tranquila.
— ¿Y?
— Que tomara sus
somníferos... ¡Todos sus somníferos! — grito desesperada y con las lagrimas
escurriendo como un rio por sus mejillas. Estaba confundida, asustada.
— ¿Quieres que
te suicides? — se pregunto Sam, sin duda aquello no era lo que esperaba obtener
como respuesta, pues era mucho mas confuso.
— ¿Por qué mama
quiere que haga eso? — exigió saber la niña.
— No lo sé
— Solo… ¿para
poder ir a ella? — se pregunto Lanie, pues se suponía que un ser querido que
partida, debía cuidarte desde el cielo y no pedirte que terminaras con tu vida,
tan solo para que e pudieran reunir.
— ¿Qué dijiste? —
pregunto Sam, pues en la ultima declaración se había dado cuenta de un pequeño
detalle.
— Quiere que
vaya con ella. — murmuro la niña.
— No, no, no,
no, no. ¿Cómo lo dijo ella exactamente? — exigió saber Sam
— "Ven a
mi"… Como un millón de veces— y Lanie estaba segura, pues jamás olvidaría
a su pantalla escribir esa leyenda tantas veces.
— Lanie, ella no
era tu madre — le aseguro Sam de inmediato, aquella frase era propia de una
única criatura, una cosa de pesadilla con la habilidad de engañar a las
personas.
Mientras tanto
en el motel. Deán se estaba resignando a perder las esperanzas, pero entonces
su teléfono volvió a sonar. — ¿Papá? —
pregunto apenas contestar.
— Deán. —
susurro la voz de John como siempre.
— ¿Dónde está el
demonio? — pregunto Deán y Jeff solo lo vio anotar una dirección en un papel, y
luego colgar. — Lo tenemos. — dijo Deán, y salió corriendo de la habitación,
Jeff suspiro desesperado y salió corriendo tras el.
Deán y Jeff
llegaron hasta una propiedad en las afueras del pueblo, era una casa bastante
grande para el gusto de un demonio, pero de todas maneras se metieron a
hurtadillas.
— Deán no creo
que haya nadie en casa, ¿Por qué no llamamos a Sam y esperamos afuera? —
pregunto Jeff, tenia miedo pues la casa estaba mas callada de lo normal.
— Tranquilo, ese
bastardo llegara en cualquier momento y… lo mataremos. — le aseguro Deán y le
lanzo una lata de pintura, pues quería que Jeff lo ayudara a preparar trampas
del diablo en los pisos de todo el lugar.
Sam termino de
descolgar todos los teléfonos de la casa de Lanie, ahora que ya sabia contra
que estaba peleando, sabía que esa cosa
no se detendría tan fácilmente hasta conseguir lo que quería, alimento.
— Escucha… No
contestes al teléfono, no uses la computadora… No hagas nada hasta que yo lo
diga, ¿está bien? ¿Lanie? — le indicaba
Sam, de pronto la joven se dio cuenta de que su casa también estaba muy
callada.
— ¿Dónde está
Simón? — se pregunto Lanie, y entre los dos buscaron al niñito por toda la casa
pero no dieron con el. Ya que Simon estaba caminando solo por la calle, y
estuvo apunto de ser arrollado por un enorme auto, pero Sam lo vio y logro
llegar corriendo y quitarlo del camino.
Sam devolvió al
niño con su hermana y le pidió que se quedaran en casa encerrados hasta que les
llamara, se puso en camino hacia el motel y llamo a Deán. — Deán, no es papá. —
dijo apenas escuchar que descolgaba el celular.
— ¿Entonces qué
es? — exigió saber Deán.
— Es un Crocotta.
— aseguro Sam
— ¿Eso es un
Sándwich? — pregunto Deán sin entender.
— Es una especie
de carroñero… imita a las personas, susurra "ven a mí" y te atrae a
las sombras… y devora tu alma. — explico Sam
— Crocotta... si,
claro… eso tiene sentido. — murmuro Deán, claramente desanimado por el tono de
su voz.
— Deán, enserio
lo lamento… yo se que tu…— Sam quería disculparse, hacerle ver a su hermano que
no estuvo mal creer en que si era su padre, pero Deán no lo dejo hablar.
— ¿Esas cosas no
viven en la suciedad? — pregunto Deán para cambiar de tema.
— Sí.
— Sam, las
moscas en la compañía de teléfonos. — le recordó Deán, y a la mente de Sam vinieron
inmediatamente los recuerdos de ese lugar tan sucio, y sobre todo del empleado,
mirando su pornografía y apestando el cuarto. Así que llego a la conclusión de
que debía ser ese tipo.
Así que Sam
llego para el anochecer a la compañía de teléfonos y justo a tiempo, pues
encontró al sujeto de la pornografía saliendo de manera muy sospechosa del
edificio, se oculto para que no lo mirara y llamo a Deán.
— Deán estoy en
el estacionamiento, está aquí… corre. — fue el mensaje de voz que dejo en el
teléfono de su hermano. La cosa fue que el tipo estaba apunto de meterse su auto
y escapar, así que Sam no tuvo mas opción que saltar sobre él y someterlo.
— ¿Qué quieres? —
le pregunto el sujeto con pánico en su voz, pues Sam tenia una navaja de plata
en sus manos y daba mucho miedo.
— Yo sé qué eres…
Y sé cómo matarte. — aseguro Sam
— Está bien, oye,
oye… Si te están cobrando de mas por tu teléfono, yo puedo arreglarlo…soy tu
amigo… solo… solo no me mates, no me mates por favor. — rogaba el hombre,
entonces su jefe llego por detrás y noqueo a Sam con un batazo en la espalda.
— ¡Sí! ¡Eso es
lo que pasa cuando te metes con la compañía telefónica, idiota! — gritaba el hombre emocionado. — Gracias,
Clark. — le dijo a su jefe, pero al girarse a verlo noto que su mandíbula
estaba desigual, mas grande de lo normal, el tipo se acerco y lo noquero
también con el bate… pues el era el verdadero Crocotta, y ya tenia su cena.
Para cuando Sam
despertó, estaba atado a una silla de la oficina, y el otro chico estaba atado
frente a el, rogando por su vida.
— Lo siento,
Clark… Siento lo que te haya hecho… Lo siento, por favor— rogaba el empleado,
mientras que el Crocotta daba vuelta a su alrededor, con la navaja de plata de
Sam en sus manos.
— Espera,
espera… no lo hagas. — dijo Sam tras notar las sombrías intenciones que el
Crocotta tenia. Pues segundo la leyenda, un Crocotta debe quitarle la vida a su
victima antes de poder devorarse su alma.
— Despertaste. —
dijo el Crocotta, sonando mas feliz de lo que debería.
— No eres un
asesino Clark. ¡No!... Hay… Hay un buen hombre dentro de ti… Lo sé — seguía
rogando el empleado, pues el no tenia ni idea de lo que era verdaderamente su
jefe.
— ¿Tu que dices,
Sammy? ¿Soy un buen hombre? — pregunto el monstruo
— Solo suéltalo.
— le exigió Sam
— Lo haría, si
lo haría… Pero solo comí ensalada en el almuerzo… y tengo hambre. — dijo el
Crocotta, alzo el cuchillo en el aire y lo dejo caer en el pecho del sujeto, matándolo
al instante. Luego abrió su horrible boca, dejando ver unos horribles y
podridos colmillos amarillos, y succiono una energía blanca del interior del
muchacho, era su alma.
— Mí llamada con
Deán... No era el, eras tú… Tú me atrajiste aquí — murmuro Sam, completamente
asqueado por lo que acababa de mirar. Y estaba seguro de que tenía la razón,
pues Deán jamás lo habría dejado luchar solo contra esa cosa.
— Algunas
llamadas las tomo… otras las hago… pero tienes que admitir que te engañe por un
rato… ¿Te creíste esa tontería del teléfono Edison? jaja… por favor. — se
burlaba la criatura, entonces puso sus dedos en el panel de las llamadas y
empezó a hacer unos ruidos extraños.
— ¿Qué haces? —
pregunto Deán.
— Matare a tus hermanos… O tal vez a otro… vamos a ver
que sucede. — dijo la Crocotta, resultaba que tenia sus dedos apretando el
panel de llamadas porque solo así lograba enlazarse a las líneas de
teléfonos, solo así podía utilizar sus
poderes para engañar a las personas.
Un viejo bombero
recibió la llamada de la Crocotta esta vez, y no era la primera vez que pasaba
por lo que antes de contestar ya sabia con quien hablaría, con su hija de nuevo
años recién asesinada.
— Hola, papá. —
dijo la vocecita apenas respondió.
— Hola, bebe… dijiste
que ya no me llamarías más. — dijo el hombre.
— Lo sé, papá.
— Sabes lo
triste que se pone papi… Lo mal que estuve en tu funeral. — dijo el hombre,
rompiendo en llanto otra vez. Hablar con su hija le hacia sentir mal, ya que su
perdida era muy reciente y no lo había procesado siquiera aun, y como podría
hacer? Con ella llamándolo desde el más halla.
— Tenía que
llamar... Sé quién me mató, papá. — dijo la supuesta niña.
— ¿Qué? —
pregunto el hombre sin entender realmente lo que sus oídos estaban escuchando.
— El hombre que
me mató... está en la casa ahora. — aseguro la niñita, el recuerdo de su brutal homicidio estremeció
el cuerpo del padre.
— ¿Qué... qué
estás diciendo? — pregunto el hombre, estaba escuchándola pero no lo podía o
mas bien no lo quería creer.
— Está en la
casa, papi… Y quiere matarte. — dijo la niña y colgó. Lo que el Crocotta había
hecho realmente fue engañar a ese pobre bombero, utilizar su deseo de venganza
para que fuera a la misma casa donde estaba Deán, y acabara con él.
— Eso de imitar
a Deán es una cosa… ¿Pero a mi padre? ...
es un gran truco. — se burlo Sam, aunque lo cierto es que tenia curiosidad en
como había sabido tantos detalles y como había conocido la voz de un hombre
muerto.
— Cuando vi que
eran cazadores, fue fácil… Encontré el número de Deán, luego el tuyo, luego los
números de tu padre… Luego los e-mails, buzón de voz... Y demás… Mira, todo el
mundo cree que esas cosas se eliminan, pero no es así… Te sorprendería saber
cuánto de ustedes esta flotando por ahí, esperando a ser tomado. — explicaba la
criatura, toda orgullosa por lo que podía hacer.
— Deán no creerá
esto… no matara a ese sujeto. — aseguro Sam, el sabia que su hermano tenia
planeado hacer un exorcismo y eso no suponía ningún riesgo para una persona
normal.
— Entonces el lo
matara… perdón, los matara…. Porque seguro que ese pequeño hermano tuyo,
también esta con él. — aseguro la criatura, pero eso en lugar de estremecer a
Sam, lo alivio, pues iban a estar en una situación de dos contra uno, y Jeff
podía resultar muy beneficioso para mantener a Deán bajo control.
Deán y Jeff
seguían esperando al supuesto demonio, pero en su lugar llego el padre de la
niña muerta y disparo con una escopeta, Deán tuvo que arrojarse sobre Jeff para
derribarlo, y así cubrirlo y cubrirse el mismo del fuego.
— Quédate abajo,
quédate abajo. — ordeno Deán y se le fue encima al sujeto armado, dándole de
puñetazos en el rostro y patadas en el estomago hasta dejarlo inconsciente.
De regreso en la
compañía de teléfonos, Sam había logrado sentir que el nudo que ataba sus
muñecas estaba flojo, así que estaba maniobrando sus dedos para tratar de
soltarse y atacar por sorpresa después.
— La
tecnología... hace la vida mucho más sencilla… antes estaba escondido en los bosques
durante días, semanas, murmurándole a la gente, atrayéndolos a las sombras…
Pero tenían una comunidad, se cuidaban unos de otros… con suerte comía una o
dos almas al año… pero ahora, cuando tengo hambre… solo hago una llamada, están
muy conectados… pero ahora están muy solos. — contaba el monstruo, y mostros su
horribles dientes otra vez e iba a apuñalar a Sam pero él finalmente se soltó
de las ataduras y se le fue encima, empezando a pelear.
Sin que ellos lo
supieran, los hermanos estaban todos enfrascados con sus propias peleas al
mismo tiempo. Deán había derribado al sujeto de la casa sobre una de sus
trampas de demonio, y el impacto lo hizo despertar.
— ¿Qué es esto? —
pregunto el hombre confundido.
— Tu funeral. — murmuro
Deán, y no se hizo esperar para leer el ritual de exorcismo que su padre le
había dado por teléfono.
Crux sancta sit mihi lux / Non draco sit mihi
dux
Vade retro satana / Nunquam suade mihi vana
Sunt mala quae libas / Ipse venena bibas
Vade retro satana / Nunquam suade mihi vana
Sunt mala quae libas / Ipse venena bibas
Sin embargo Deán
se sorprendió mucho cuando el tipo se puso de pie y salió caminando in
problemas de la trampa del diablo.
— ¿Cómo demonios
saliste? — exigió saber Deán.
— ¿Le hiciste
esto a mi hija también? — pregunto el hombre en llanto y esa acción, hizo que
los chicos se dieran cuenta de que no era un demonio, pues aunque los demonios
poseyeran un cuerpo, no podían llorar.
— Espere, esto
es un error. — murmuro Deán confundido, pero el sujeto se le fue encima a los
golpes, estaba tan enojado que había sacado todas su fuerzas y esas eran
muchas.
— La mataste… ¡La
mataste, hijo de perra! ¡Tenía nueve años! — gritaba el hombre sin dejar de
golpear a Deán con el puño cerrado, Jeff finalmente reacciono y se le fue
encima al sujeto, lo estaba jalando de los cabellos pero ni así dejaba de
golpear a su hermano mayor.
— ¡Basta! ¡Yo no
lo hice! ¡Tienes que creerme! — le decía Deán, entonces vio la escopeta tirada a su lado, la
alcanzo a tomar y golpeo al sujeto con ella, quitándoselo de encima.
— ¿Por qué la
mataste? — seguía preguntando el hombre, llorando y tirado en el suelo.
— Lo siento… Yo
no asesine a tu hija. — murmuro Deán lleno de pesar, no quería imaginarse el dolor
que ese hombre estaba sintiendo en esos momentos.
— ¿Entonces qué haces
aquí? — exigió saber el hombre.
— No lo sé —
murmuro Deán y tras revisar que el rostro de su hermanito no tuviera ni un
rasguño, se fueron de la casa.
Mientras tanto
en la compañía de teléfonos, el Crocotta había logrado tomar la navaja otra vez
e intento apuñalar a Sam, pero el con su brazo lo sometió contra la pared. Sam
le dio un puñetazo en el rostro y logro clavarle la cabeza contra una varilla
de fierro, matándolo para siempre.
Para cuando Sam
regreso al motel, se encontró con que sus hermanos ya habían llegado y con que
Jeff le estaba curando la cara a Deán en el baño.
— Veo que te
mejoraron la cara. — dijo Deán tras ver por el espejo que Sammy estaba todo
golpeado.
— Y también a ti
— murmuro Sam
— Nos quedamos
sin hielo, iré a la tienda a traerles hielo para sus horribles caras. — dijo
Jeff y se dispuso a salir de la habitación.
— Jeff… hiciste
un buen trabajo halla. — le felicito Deán, el niño le sonrió y se fue. — Así
que un Crocotta, ¿no? — sugirió Deán, pues durante la pelea tuvo mucho tiempo
para pensar en lo que estaba pasando, y se dio cuenta de que solo existía una
criatura oscura que era capaz de jugar con las emociones de las personas de esa
manera.
— Sip. — murmuro
Sam
— Eso explicaría
las moscas. — dijo Deán, recordando el desagradable lugar que era la compañía
de teléfonos.
— Eso creo… Oye,
uhm... lamento que no fuera papá — murmuro Sam, pues en el camino a casa
también estuvo pensando en lo que le diría a su hermano. Por suerte Deán ya le
había ahorrado la parte de explicar sobre la criatura.
— Te di un mal
momento con eso… tenías razón. — murmuro Deán.
— No, ya olvídalo.
— le dijo Sam
— No puedo… estaba
desesperado por creer que saldría de esto, porque ya estoy por llegar al fin…
el infierno, de verdad, para siempre… y estoy… estoy asustado Sam, muy
asustado. — finalmente Deán estaba confrontando sus emociones y era bueno.
— Lo sé. —
murmuro Sam, había estado esperando tanto ese momento en el ultimo año, que
ahora que por fin estaba pasando, no estaba feliz.
— Estaba
dispuesto a creer en todo… así, actúa un hombre desesperado — aseguro Deán.
— Deán, no es malo tener esperanza. — le dijo Sam, ese era
otra lección que quiso mostrarle durante el ultimo año, pero jamás había
querido escuchar. Hasta ese momento en que por fin se permitió sentirlo.
— La esperanza
no sirve de nada… No puedo esperar que papá aparezca con algún milagro de
último minuto… No puedo esperarlo de nadie… Y la única persona que puede
sacarme de esto soy yo. — aseguro Deán.
— Y yo. —
murmuro Sam, tenia que hacerle entender que no estaba solo.
— "¿Y
yo?" — pregunto Deán indignado, pues jamás espero tal respuesta.
— ¿Qué? —
pregunto Sam sin entender la indignación de su hermano.
— Estamos
teniendo una revelación aquí, ¿y esa es tu respuesta? ¿Y yo? — volvió a
preguntar Deán indignado, le costaba mucho el poder expresarse y por eso le
molestaba que Sammy le arruinara esos momentos.
— ¿Quieres un
poema? — pregunto Sam con ironía.
— Tu momento pasó…
eres Increíble. — murmuro Deán, le dio una cerveza a su hermano y se pusieron a
beber mientras veían la televisión. El plazo del pacto estaba a muy poco de
terminarse, y no quedaba nada mas que seguir peleando para vencerlo.
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