No hay descanso para los perversos
Descripción
Capitulo final de temporada — Faltando 30 horas para que el trato de Dean se cumpla y se muera. Los hermanos Winchester y Bobby parten en busca de Lilith, quien es la titular del contrato. Pese a las protestas de Dean, Sam invoca a Ruby para que les ayude, y ella advierte que no están preparados todavía para luchar contra Lilith. Todos deciden ignorar el consejo de la demonio y parten a New Harmony, Indiana. Donde se embarcarán en una batalla a muerte contra Lilith y sus demonios.
Deán corría por
el bosque, tratando de escapar de los perros del infierno que habían aparecido
para cobrar su alma, sus aullidos eran horribles y por mas que él corrió, una
de las criaturas lo alcanzo y derribo en un zanga. Entonces Deán se despertó todo sudado, sus
sueños estaban siendo muy vividos y eso era porque llevaba las últimas horas
metido en libros que hablaban sobre la ferocidad de los perros del infierno.
— ¿Encontraste
algo bueno? — pregunto Sam que iba entrando a la sala y se había dado cuenta
del estado tan agitado de su hermano mayor.
— No, nada
bueno. — murmuro Deán, pues si hablaba de sus pesadillas no iba a hacer nada
mas que asustar a los chicos.
— Pues Bobby sí,
al fin. — aseguro Sam
— ¿Sí? —
pregunto Deán con falso interés, pues para ese momento ya tenia todas las
esperanzas de sobrevivir perdidas.
— Sí… Una forma
de encontrar a Lilith. — murmuro Sam, pues durante el ultimo mes se habían
apartado de las cacerías y dedicado únicamente a encontrar a la demonio que
Bela aseguro era dueña de los contratos.
— Wow, faltando
solo... 30 horas. — dijo Deán lleno de ironía, eran sus ultimas horas de vida y
los descubrimientos parecían ir y venir a cada momento. — ¿Por qué no nos vamos a Tijuana, eh? ¿Con
unas… señoritas, y cervezas? y hacemos un... ¿Cómo se dice en español
"donkey show"? — sugirió Deán entre risas, pero realmente se estaba
pensando en pasar los últimos momentos de su vida haciendo algo divertido.
— Deán, si te
salvamos... Nunca haremos eso. — dijo Sam, horrorizado por esa idea y se sentó
a su lado. — Oye, Deán... yo sé que esto esta cerca… Pero vamos a lograrlo, no
importa lo que se necesite… no vas a ir al infierno, no voy a dejarte… te lo
juro… Todo va a estar bien. — decía Sam, Deán se giro a verlo con una sonrisa
falsa pues lo único que podía ver era el rostro de su hermano, convertido en un
completo demonio.
— Si, esta bien.
— murmuro Deán, fingiendo no ver nada extraño. Las alucinaciones iban
apareciendo cada vez más y eso le empezaba a asustar.
Los hermanos
fueron hasta la sala, donde Jeff y Bobby
preparaban un artefacto gigantesco, que segundo uno de los viejos libros,
serviría para localizar a cualquier demonio o cosa en cualquier parte del
mundo.
— Ahora, un
nombre… es todo lo que necesitamos, con el nombre correcto y el ritual
correcto… nada se nos puede escapar. — explico Bobby tras ajustar el enorme
péndulo en su posición.
— ¿Cómo el lugar
en donde está Lilith? — pregunto Sam algo incrédulo.
— Hijo, cuando
termine… sabremos hasta la calle. — aseguro Bobby, y empezó a recitar unas
palabras extrañas en latín, el péndulo del artefacto se movió por si solo y se
quedo estático en un punto fijo del mapa que yacía debajo.
— New Harmony,
Indiana… Tenemos un ganador. — comento Bobby, pues esa era la dirección exacta
que marcaba el conjuro.
— Está bien. Vámonos.
— dijo Sam, estaba ansioso por encontrarse con la demonio y salvar a Deán, que
ni siquiera se había dado cuenta de que no tenia forma de hacer eso posible.
— Eh, eh, eh.
Espera… espera un segundo, vaquero. — dijo Deán.
— ¿Cuál es el
problema? — pregunto Sam sin entender el porque de la negativa.
— ¿Que cuál es
el problema? ¿Dónde quieres que empiece? — pregunto Deán alucinado. —Primero, no
sabemos si es Lilith quien tiene mi contrato… ¿Confiaremos en lo que Bela dijo?...
Porque donde esa perra respira, hasta el aire se pudre, ¿cierto?... Segundo, aunque
hallemos a Lilith, no tenemos con que matarla… Y tercero, ¿no es la misma
Lilith que quiere tu cabeza en un palo? ¿Debo continuar? — Deán estaba ya muy
exaltado, no se podía creer que su hermano estuviera tan ciego para no ver mas halla de lo que tenia
enfrente.
— Sí, no nos estas motivando mucho. — murmuro Bobby
— Gracias, es un
don — Dijo Deán lleno de ironía.
— Disculpa, ¿entonces
qué debemos hacer, Deán? — pregunto Sam molesto, Deán siempre criticaba los
planes pero no daba sugerencias.
— El que yo
tenga que morir no significa que ustedes también, así que o vamos a lo seguro,
o no vamos. — dijo Deán, jamás podría poner a su familia en peligro por una
cacería que hasta se momento parecía una misión suicida.
— Si, esta
bien... si ese es el caso, yo tengo la solución. — aseguro Sam
— ¿Así? —
pregunto Deán interesado.
— Sí… Una forma de confirmar que es Lilith… Y de conseguir un arma
que mata-demonios. — dijo Sam,
— Maldita sea Sam...
No. — le grito Deán, no necesitaba mas detalles para saber que Sam le estaba
hablando de la perra demonio, Ruby.
— Deán, no voy a
discutirlo… Voy a convocar a Ruby. — aseguro Sam, ya estaba harto de toda esa
pelea, el iba a hacer lo que fuera necesario para salvar a su hermano, y si eso
incluía aliarse con demonios, lo haría con gusto.
— ¡No lo harás!
Ya tenemos muchos problemas. — grito Deán, estaba hablando de sus alucinaciones
y visiones secretas, las que seguramente
aumentarían si se acercaba a un demonio como ella.
— Exacto, y ya
no tenemos tiempo, ni otra opción. — aseguro Sam
— Por favor Sam,
es la Miss Universo de las putas mentirosas... Te dijo que podía salvarme,
¿eh?... ¡Mentira!... Dice saber todo sobre Lilith... Pero olvidó mencionar...
Oh, claro: ¡Que Lilith tiene mi alma! — grito Deán muy enojado, pues si esa
maldita hubiera hablado claro desde mucho antes, hubieran podido usar la Colt
contra ella, ahora todo lo que le pasara no solo seria culpa de Bela, también
de Ruby.
— De acuerdo, es
una mentirosa… Pero tiene ese cuchillo. — dijo Sam
— Ella podría trabajar
para Lilith. — grito Deán.
— Dame otra
opción, Deán... ¿Que más podemos hacer? — grito Sam desesperado, ¿es que su
hermano no se daba cuenta de la hora?
— Sam tiene
razón… ella puede ayudarnos. — murmuro Jeff, tampoco confiaba en Ruby, pero
ella le había salvado la vida una vez y eso contaba para algo.
— ¡No! ¡Maldita
sea!... Que no… No vamos a cometer los mismos errores otra vez… Si van a
salvarme busquen otra cosa. — les exigió Deán y se fue a sentar lejos para
calmar su enojo, Jeff también se fue a sentar a otra parte y Bobby se puso en
camino a la puerta.
— ¿A dónde vas,
Bobby? — le pregunto Sam
— Creo que... a buscar
otra cosa — murmuro Bobby rendido, conocía a Deán desde no y siempre supo que
ese muchacho era muy obstinado como para aceptar ayuda que no fuera de su
agrado. Y como no iba a perderlo, decidió que era mejor cumplir con sus
demandas.
.
Sam no fue tan
bueno como Bobby, a el ya no le importaba lo que Deán quisiera, el solo quería
salvarlo. Así que no hizo caso de las palabras de su hermano y bajo al sótano
para preparar el altar de invocación a demonios (una olla con un montón de
ingredientes que juntos formaban un liquido verde y viscoso. Colocada dentro de
un símbolo de triangulo). Luego recito el conjuro apropiado.
Ad constringendum.
Ad ligandum eos pariter et solvendum.
Et ad congregandum eos, coram
me.
Y para finalizar
el ritual, lanzo un fosforo sobre la olla, consumiente por completo el liquido
verde y provocando una explosión pequeña. — Ya existen los teléfonos ¿he? — se
escucho decir a Ruby, y Sam se giro para verla. — Hola, Sam… ¿Cómo estas? —
pregunto
— ¿Cómo llegaste
tan rápido? — le pregunto Sam interesado, siempre había tenido curiosidad de
cómo los cuerpos humanos aparecían y desaparecían en diferentes lugares.
— Tengo una
mochila jet… Bueno... ¿Llamaste? — pregunto llena de ironía.
— ¿Tu sabías? —
exigió saber Sam, antes de proceder a su plan, necesitaba estar seguro de que
su hermano tenia razón sobre Ruby la mentirosa.
— Hem...
necesito más información. — murmuro Ruby, pues realmente no entendía de lo que
le estaba hablando.
— Sobre el
contrato de Deán... Que Lilith tenía el contrato. — le reprocho Sam
— Sí, claro —
respondió Ruby muy segura de si misma.
— Y ¿qué? ¿No creías
que era importante? — pregunto Sam alucinado, ella estaba muy tranquila y como
si nada por haber ocultado información tan importante.
— No estabas listo
— aseguro la demonio.
— ¿Para qué? —
pregunto Sam interesado.
— Si les decía,
ustedes hubieran ido tras ella, sin bases… Y Lilith los habría cortado en mil
pedazos — aseguro Ruby, y no estaba mintiendo pues Lilith era de los demonios
más poderosos del infierno, tenía ideas realmente dolorosas para matar personas
y disfrutaba como nunca hacer eso.
— Estamos listos
ahora… Quiero tu cuchillo. — le exigió Sam, y Ruby empezó a caminar a su
alrededor, analizándolo.
— Tienes razón
en una cosa… Estas listo, y este es el momento… Lilith esta relajada. — comento
Ruby.
— ¿Relajada? —
pregunto Sam, pues no podía imaginarse a la demonio que quería el alma de su
hermano, están muy tranquila, sabiendo que solo faltan 27 horas para que ella
obtuviera lo que quería. Era muy extraño.
— Está de
vacaciones, descansando unos días. — aseguro Ruby
— ¿Eso que
significa? — pregunto Sam, pues imaginarse a un demonio tomándose unas vacaciones
de ser malvado y desagradable, era muy difícil.
— Créeme… No
quieres saberlo… ¿Tienen esos talismanes que les di? — pregunto Ruby, realmente
no quería horrorizar a Sam con los pasatiempos tan inhumanos que Lilith tenia.
— Si, los
tenemos. — aseguro Sam
— Bien, entonces
no sentirá que la buscan. — aseguro Ruby, sin dejar de caminar de un lado a
otro en el sótano.
— ¿Nos vas a dar
el cuchillo? — volvió a preguntar Sam, un poco mas tranquilo que antes.
— No. —
respondió Ruby sin girar a verlo siquiera.
— Pero si estas
diciendo que... — se quejaba Sam
— ¿Quieres
atacar con solo un puñal?... intentarlo seria absurdo... Como atacar a un
elefante con alfileres... Olvídalo. — le grito Ruby.
— ¿Cómo,
entonces? — pregunto Sam interesado, las palabras de Ruby indicaban que tenia
otro plan entre manos.
— Sé como salvar
a tu hermano, Sam— aseguro Ruby.
— No te creo… Le
dijiste a Deán que no podías. ¡Me habías estado mintiendo! Así que, ¡Quiero que
mes tu maldito cuchillo! — le grito Sam desesperado. No le gustaba que le
hablaran a medias tintas y Ruby no paraba de hacerlo.
— A ti no te he
estado mintiendo. — aseguro Ruby
— ¿Entonces
puedes salvarlo? — pregunto Sam esperanzado.
— No… Pero tú si.
— volvió a asegurar la demonio.
— ¿Qué? —
pregunto Sam sin entender lo que estaba diciéndole.
— Sam, tienes un
talento divino… Bueno, no divino, pero si lo tienes. — Aseguro Ruby, entonces
Sam recordó que no era la primera vez que ella hablaba de eso, pues recién
haberla conocido también le había hablado de ello.
— ¿Toda esa
basura psíquica?... Se fue desde que Ojos Amarillos murió. — le recordó Sam,
bastante seguro de habérselo mencionado antes.
— Está latente, dormido… Y no son sólo
visiones… ¿Por qué crees que Lilith te tiene tanto miedo? — le pregunto Ruby.
— Claro, ella me
teme. — murmuro Sam con incredulidad, pues hasta ese momento no había recibido
mas que ataques de esa demonio.
— Si quisieras,
podrías borrarla del mapa sin mover un solo músculo. — aseguro Ruby.
— No te creo. —
murmuro Sam
— Es la verdad.
— ¿Y decides decírmelo
justo ahora? — pregunto Sam molesto, no se podía creer que esa mujer le
estuviera brindando esa información tan importante al filo del tiempo de la
vida de su propio hermano.
— Um... ¿demonio?…
"La manipulación" es parte de lo que hacemos”… La verdad es… que jamás lo habrías
considerado, hasta que estuvieras…— decía Ruby
— ¿Desesperado? —
agrego Sam, y ella asintió.
— No te gusta
ser diferente… Odias la forma en que Deán te ve a veces, como si fueras un
fenómeno… ¿Pero sabes que? Ni modo, porque tenemos mucho trabajo, y hay que
hacerlo rápido… pero podemos hacerlo. — aseguraba la demonio, dispuesta a todo
por el todo, el problema era que la mirada de Sam estaba llena de duda
todavía. — Mira, llámame perra y ódiame lo
que quieras… Pero yo jamás te he mentido, jamás… y te digo… que tu puedes
salvar a tu hermano, y yo te enseñare como. — aseguro Rubv para tratar de
convencerlo finalmente de actuar.
— ¿Eso eres tu?,
¿eh?... Nuestra pequeña Yoda. — se escucho decir a Deán, y ambos se giraron
para verlo bajando de las escaleras del sótano.
— Deán… que
gusto verte. — murmuro la demonio entre dientes, como si estuviera molesta de
que el hubiera llegado.
— Oh, sabía que vendrías...
¡Porque Sam no me hizo caso!... Pero no vas a enseñarle nada, solo lo harás
sobre mi cadáver. — grito Deán furioso.
— Oh bueno, entonces
solo tengo que esperar. — se burlo la demonio.
— Lo que vas a
hacer, es darme ese cuchillo, y luego volverás al foso del que te escapaste… y
ya no molestaras a mi hermano… ¿esta claro? — dijo Deán, sus ojos reflejaban
una llamarada de fuego de puro odio. Por un momento había llegado a pensar que
Rubí era diferente a los otros demonios, pero esta nueva información, le dejaba
ver que exactamente de igual, tenia un propósito y mentía para conseguirlo.
— Tu hermano
lleva una bomba dentro de él… Y sería estúpido no usarla. — dijo Ruby en su
defensa.
— Deán, deberíamos...
— empezó a decir Sam, necesitaba escuchar mas información antes de tomar una
decisión.
— Sam, no… ¿Qué
te pasa? ¿Estás ciego? ¿Qué no ves que es un truco? — grito furioso, no podía
creer que su hermano estuviera considerando escucharla, pues estaba bastante
claro que ella no era buena.
— Eso no es
cierto. — Aseguro Ruby-
— Quiere que
cedas ante ese poder demoniaco o lo que sea, y tal vez quiere que te vuelvas
su "Anticristo Superestrella".
— sugirió Deán, pues no era la primera demonio que trataba de hacerse amiga de
Sam para guiarlo a un mal camino.
— Quiero a Lilith
muerta… Eso es todo. — grito Ruby
— ¿Por qué? —
volvió a preguntar Deán.
— Ya te dije por
qué. — aseguro Ruby.
— Oh claro, si...
Porque fuiste humana una vez… Y te gustaban los gatitos y caminar por la playa.
— se burlo Deán, pues para el no había un razón suficientemente buena para
creer que una demonio fuera buena.
— ¿Sabes que?,
estoy harta de que desconfíes de mi… ¿quieres salvar tu vida?... ¡Yo se como, estúpido
e ignorante! — le grito Ruby. Entonces Deán le soltó un puñetazo en la cara,
luego ella le dio un golpe en el pecho y otro en la cara, se giro y pateo a Sam
en la cara para que no interfiriera, aquello era una pelea entre ella y Deán
únicamente. Deán se le fue encima pero Ruby lo pateo en el estomago y luego lo
derribo, haciéndolo girar un par de metros, lo levanto por el cuello y de un cabezazo
lo volvió a derribar.
— ¿De que rayos
te ríes? — exigió saber Ruby, pues Deán se estaba levantando poco a poco del
suelo, con el labio sangrando pero riéndose a todo pulmón.
— ¿Perdiste
algo? — pregunta Deán y le mostro que ahora el tenia el cuchillo en sus manos.
— Te juro que te
voy a matar. — grito Ruby, e iba a saltarle encima cuando noto una barrera que
se lo impedía. Ruby giro la vista hacia encima y vio la trampa de demonio en el
techo.
— Como dije...
Sabía que vendrías. — aseguro Deán, y empezó a caminar hacia las escaleras.
— ¡Espera! ¿Vas
a dejarme aquí? — pregunto Ruby indignada, ella solo estaba tratando de
ayudarles y no creía merecer ese trato.
— Vámonos, Sam —
ordeno Deán y su hermano se puso de pie finalmente para seguirlo escaleras
arriba.
— ¿Acaso eres
muy estúpido para vivir?, ¿es eso?... Está bien, te lo mereces… Desearía poder
estar ahí, Deán… ¡Y poder ver arder tu carne y tus huesos! ¡Desearía poder escucharte
gritar! — gritaba Ruby con odio verdadero en sus palabras.
— Y yo deseo que
cierres la boca... pero no todos tenemos lo que queremos. — le grito Deán lleno
de ironía y finalmente salieron del sótano, dejando a Ruby encerrada por un
tiempo indefinido.
Jeffrey estaba
en la sala de Bobby, revisando las armas. Su instinto nunca fallaba y este le
decía que debía estar listo para todo, que algo muy malo iba a pasar en esa
cacería. Y por lo mismo decidió hacer algo que no quería, llamar a Alcide.
— ¿Quién habla? —
escucho preguntar a la voz ronca pero súper sexy de su viejo amigo.
— Alcide… Soy...
yo… por favor no me vayas a colgar. — rogo Jeff y entonces escucho el sonido de
la saliva pasando por la garganta de su amigo. — Mira, ya se que me pediste que
no te llamara mas… pero… estoy en medio de un caso… uno muy peligroso.
— ¿Estas bien?
¿Necesitas mi ayuda? — pregunto el lobo preocupado.
— No, no… estoy
bien, yo... solo quería decirte que… Te quiero Alcide, me gustaría verte como
un hermano mas… pero no puedo… no quiero hacerlo… porque me gustas… y si esta
mal… no me importa, son mis sentimientos… y yo… se que todo esto de la
imprimación te asusta pero… creo que…
— También te
quiero Jeffrey— murmuro Alcide y Jeff se quedo callado, no se podía creer lo
que estaba escuchando. — Pero esto… es complicado pequeño. — aseguro el lobo.
— Pues
explícamelo. — grito Jeff, estaba tan harto de que todos se excusaran con ese
pretexto para no decirle las cosas, el ya no era un niño y era muy inteligente
como para entenderlo todo.
— Este viernes,
lo prometo. — dijo Alcide, Jeff sonrió al instante ilusionado por volver a
verlo, pero entonces tuvo que despedirse rápido, ya que sus hermanos acababan
de regresar con mas armas en las manos.
— ¿Vas a dejar
que Ruby se pudra ahí abajo? — preguntaba Sam
— Ésa es la
idea. — murmuro Deán
— Deán, ¿Que tal
si, uh...? ¿Y si Ruby tiene razón? ¿Y yo puedo matar a Lilith? — le pregunto
Sam, entonces se giro a mirarlo con incredulidad. — Deán, no me mires así. — le pidió Sam, en
esa parte Ruby si había tenido razón, el odiaba que lo miraran de esa forma.
— ¿Qué vas a
darle la mirada "Carrie", y Lilith desaparece? — pregunto Deán con
incredulidad, no se podía imaginar que su hermano tuviera esa clase de poder,
mas bien no quería imaginarlo.
— Yo no se de
que hablaba Ruby… Quizá deberíamos preguntarle. — murmuro Sam, realmente quería
regresar a ese sótano y averiguar todo lo que podía de su propia naturaleza
demoniaca.
— Sam, tú
querías el cuchillo… Y te lo conseguí. — dijo Deán molesto
— Whoa, whoa,
¿De que me perdí? — pregunto Jeff, pues no podía entender muy bien lo que sus
hermanos discutían.
— De nada, solo
que Sam trajo a la perra demonio aquí… Y ella esta asegurando que nuestro
hermano es nuestro Dark Veader y que puede acabar con Lilith. — le explico
Deán, y ahora Jeff ya entendía un poco mejor las cosas.
— ¿Y porque dice
eso? — pregunto Jeff.
— No lo se, Deán
no quiso escucharla… pero, escúchenme un segundo… La última vez, Lilith trono
los dedos y puso a treinta demonios tras nosotros… Y solo tenemos un cuchillo, como tú dijiste Deán… O vamos
seguros, o no vamos. — dijo Sam
— Pues eso no me
gusta. — murmuro Deán molesto, pues Sam estaba utilizando sus frases contra él.
— Sólo tenemos
una oportunidad… Sólo una… Y si hay una manera mejor de hacer esto, tal vez deberíamos
intentarlo. — sugirió Sam
— Sam, no
cometeremos el mismo error otra vez. — le respondió Deán.
— Ya dijiste
eso, ¿pero de que hablas? — Pregunto Sam, pues en efecto no era la primera vez
que su hermano mencionaba tal cosa y el seguía sin entenderlo.
— ¿No ves el
patrón aquí?... Papá también lo hizo,
yo, ¿y ahora esto?… cada vez que uno esta apunto de caer, el otro se muere por
vender su alma… y es lo que ellos quieren Sam,
Ruby te esta incitando a hacerlo… eso esta buscando, y sabes como
funciona. — le explico Deán, realmente esperaba poder llegar a la cordura del
viejo Sammy, el chico que jamás se habría planteado la posibilidad de jugar
para el otro lado.
— Deán… ¿Qué temes
que vaya a pasar?... soy yo, puedo manejarlo… y si puede salvarte, lo haría sin
dudar. — aseguro Sam
— ¿Para que
arriesgarse? — se pregunto Deán, sabia que si eso no funcionaba para salvarlo,
podría funcionar para convertir a Sam en otra cosa y no se podía ir al infierno
sabiendo que permito que algo malo le pasara.
— Porque eres mi
hermano, porque tu hiciste lo mismo por mí. — dijo Sam, el quería hacerle ver
que estaba dispuesto a retribuirle lo que hizo por el. Lo que no sabia es que
Deán no necesitaba eso.
— Lo sé… Y mira que
resulto… Yo solo digo... Sammy, solo digo que eres mi punto débil… Lo eres… Y
yo soy el tuyo… Y Jeff es el nuestro. — empezó a decir Deán.
— Eso no es
verdad… Somos familia. — le grito Sam, estaba cansado de escuchar que fueran
los puntos débiles entre ellos, cuando simplemente estaban siendo hermanos.
— Lo sé… Y esos
malditos también lo saben… saben lo que haríamos el uno por el otro, y lo usan
contra nosotros. — explico Deán.
— ¿Entonces qué?
¿Dejamos de cuidarnos el uno al otro? — pregunto Jeff
— No… Dejamos de
ser mártires, dejamos de vendernos con esos demonios… con el cuchillo, lo
haremos a nuestro estilo… como papá nos enseño… y si morimos, entonces…
caeremos luchando… ¿Qué dicen? — les pregunto Deán, el brillo de valentía había
regresado a su mirada y eso era algo muy bueno, significaba que Deán, el
guerrero, estaba de vuelta.
— Que deberías
estar cantado "Eye of the tiger" ahora — murmuro Sam con ironía y se
empezaron a reír.
— Déjame en paz…
Y también ensaye ese discursito. — aseguro Deán, no quería admitir que tenia
sentimientos como las chicas para decir cosas tan motivadores.
— Así que,
¿Indiana, eh? — pregunto Sam, regresando nuevamente al tema de la cacería.
— Sí, donde
Lilith está descansando. — agrego Deán, pues había escuchado esa parte del
discurso de Ruby, en el sótano.
— Sí, seguro. —
murmuro Sam sin poder llegar a creerlo todavía.
— Díganme algo...
¿Qué hace un demonio como diversión? — les pregunto Jeff, estaba bastante
seguro de no quererse imaginar a un tipo de ojos negros en una montaña rusa de
Six Flags, y mucho menos cantando en un karaoke.
New Harmony, Indiana.
Ningún humano
jamás podría imaginarse lo que un demonio podía llegar a hacer para divertirse,
pues ellos se dedican a torturar a las familias de los cuerpos que poseen,
llevándoles al borde de la desesperación y la tortura psicológica, para
terminar con una sangrienta masacre de personas. Lilith no era la excepción,
ella hacia justo lo mismo para divertirse, la única diferencia era que ella
escogía poseer siempre a niñas pequeñas, lo que hacia que su juego de tortura
fuera mucho peor.
En esos días,
Lilith estaba poseyendo a la pequeña niña de la familia Fremonts, ya llevaba un
buen tiempo asustándolos, y como una medida desesperada para escapar de su
juego, el abuelo salió a recoger el correo y con toda intención se cruzo con su
vecino.
— Hola, Pat… ¿Qué
tal esta tu nieta? — pregunto el vecino.
— Enferma, la
pobre… Es algún virus que anda rondando. — mintió el abuelo, pues no podía
decir que ella parecía estar poseída por un ente maligno.
— Oh, qué lastima…
pero dale un abrazo de mi parte y de Judy. — pidió el vecino.
— Muy bien,
cuídate Tom. — dijo el anciano y le dio la mano a su vecino, de hecho había parecido bastante desesperado.
— Tú también,
Pat. — dijo el vecino, antes de darse cuenta de que el anciano le había dejado
un pequeño papel en la palma de su mano, el que decía: Ayúdanos
El anciano regreso
todo asustado a la casa, donde apenas entrar había un cuerpo de una anciana que
su nieta (poseída por Lilith) había matado unos días antes. El sabia que podría
terminar de la misma forma por haber entregado ese mensaje a su vecino, pero no
había opción, él y su familia tenían que salir de esa casa.
— ¿Dónde está? —
pregunto apenas llegar a la cocina. Donde su hija y su yerno permanecían
escondidos.
— Arriba...
Jugando con Pecas. — dijo la mujer.
— Si seguimos
así, nos matara. — aseguro el anciano, el había estado presente cuando la
niñita mato a su niñera y pudo ver la verdadera maldad en su mirada. Ella ya no
era su nieta, era un monstruo sin sentimientos.
— Va a
escucharnos— susurro el otro hombre
— Es ella o
nosotros. — les dijo anciano, estaba seguro de que tarde o temprano esa niña
iba a matarlos, bajo cualquier pretexto.
— Es mi pequeña.
— murmuro mujer, renuente a creer en todo lo que estaba pasando.
— Ya no lo es…
Hay algo dentro de ella. — aseguro el anciano.
— Cierra la boca…
Ahí viene. — dijo el hombre y la pequeña niña rubia entro a la cocina toda
manchada de sangre y con un cuchillo en las manos.
— ¿De qué
estaban hablando? — les pregunto la niñita sonriente.
— De lo mucho
que te amamos— dijo el anciano con una falsa sonrisa, pues hasta no tener un
plan, tendría que seguir fingiendo que todo iba bien.
— ¿Qué... qué le
paso a tu vestido? — pregunto madre, pues el vestido rosa de su hija se había
convertido en rojo, era sangre.
— Oh, Pecas se
porto mal. — comento la niña y se empezó a reír.
— Esta… está
bien, hija. — mintió la madre, estaba conmocionada pues su hija acababa de
matar a su cachorrito con sus propias manos. Así que tal vez su padre tuviera
la razón, y ella ya no fuera su pequeña niña nunca más.
— ¿Papi, me
empujas en el columpio? — pregunto la niña entusiasmada.
— Claro...
cariño... ¿Pero no quieres cambiarte primero?... No querrás que los vecinos
vean... Toda esa sangre. — dijo el padre, realmente conmocionado por el estado
tan sangriento en el que se veía su pequeña.
— Oh, eres muy
listo papi… Te amo. — dijo la niña sonriente, y lo abrazo, manchando su
pantalón completamente de sangre de perro.
— Uh, yo te amo
a ti… Oye hija… ¿Crees que después de un tiempo... crees que podrías... dejarnos
ir?— pregunto el hombre con el suficiente tacto y sumisión para no hacerla
enfadar sin embargo la niña se despego de sus piernas y lo miro muy enfadado.
— ¿Por qué? —
exigió saber la pequeña.
— Uh, pues… no
lo sé. — murmuro el hombre, pues la mirada de la pequeña le había dado tanto
miedo que su boca se quedo sin palabras.
— ¿No quieres
estar aquí? ¿No me amas? — pregunto la niña indignada, a Lilith le encantaba
jugar de esa manera con las personas, presionándoles a decir todo lo que
quería, hasta que cometían un error y los mataba sin razón.
— Claro que sí— titubeo
hombre.
— Todos te
queremos… te amamos mucho. — agrego la madre, no quería ver a su esposo muerto
en el suelo.
— No seas malo
conmigo, papi… Como Pecas, y esa niñera tonta y mala. — le advirtió la niña con
odio real en sus ojos y en su voz, daba mucho miedo.
— Lo... lo
siento. — titubeo el padre, y la niña lo miro muy enojado por unos segundos
hasta que se empezó a reír.
— No es nada, tonto…
Vamos a jugar. — se burlo la niña, estaba disfrutando tanto del sufrimiento de
esas pobres personas que pensaba en no dejarlas jamás.
Dakota del sur
A la mañana siguiente, Jeff se
despertó por el sonido del motor del impala, haciendo fuerza para arrancar. Se
vistió lo más rápido posible y salió corriendo de casa de Bobby, encontrándose
a sus hermanos arriba del impala que no arrancaba.
— ¿Pero qué les pasa? ¿Me iban a
dejar aquí? — Pregunto Jeff molesto y de brazos cruzados frente al impala.
—Es más seguro para ti estar
aquí... No te quiero en medio de esto. — Le dijo Deán.
—Pues que lástima, porque ya soy
parte de esto. — Dijo Jeff muy enojado y se metió a la parte trasera del auto.
— No eres y no vas a ser parte de
esto... Bájate del auto Jeffrey. — Le ordenó Deán.
— Ni lo sueñes Deán Winchester,
ya dije que voy a ir con ustedes a cazar a esa perra. — Dijo Jeff en tono final
y Deán golpeó el volante con furia, ese niño tenía un don para hacerle perder
los nervios.
— ¿Acaso quieres que te maten? — Pregunto
Deán hecho una furia.
— Pues ni que fuera la primera
vez. — Murmuró Jeff.
— ¡Esto no es juego Jeffrey!...
Estamos hablando de vida o muerte aquí... Y yo necesito estar seguro de que tu
estas bien, así que no vas a venir... Le prometí a papá que te cuidaría y es lo
que voy ha hacer, así que ya te estás bajando de mi coche o no respondo. — Advirtió
Deán tan serio como pudo sonar.
— No necesito que me cuides, yo
me puedo cuidar solito... Y no me puedes obligar a quedarme aquí... Porque ya
perdí a mis papás, a mis amigos... Y te amo Deán... y no te quiero perder a
ti... No sin pelear y si me matan, pues no me importa... Así no me quedare sólo
en este horrible mundo. —Decía Jeff con una lágrima corriendo por su mejilla.
— Jeff, no digas eso. — Le dijo
Sam, no le gustaba que el niño hablara así de la muerte.
— Me voy a arrepentir mucho de
esto, es mas ya me arrepiento... Pero está bien, tienes razón... Eres parte de
esto Jeff, y no voy a ser yo quien rechace tu ayuda. — Dijo Deán, estaba
orgulloso de poder ver que había hecho un buen trabajo como guía de ese niño.
— Gracias Deán, eres el mejor. —
Murmuró Jeff alegremente.
— Sí, me lo dicen mucho... Así
que nos vamos, suponiendo que mi bebé funcione de nuevo — dijo Deán que seguía
tratando de arrancar el impala, este no avanzaba ni un centímetro. Entonces
Bobby apareció en la ventana con una pieza que le había quitado al coche.
— ¿A dónde creen
que van? — les pregunto Bobby, y todos bajaron del auto.
— Tenemos el
cuchillo. — le dijo Deán
— ¿He intentaban
usarlo sin mí? ¿Acaso soy un viejo estorboso para ustedes? — pregunto Bobby,
claramente indignado y consternado porque no le habían avisado de que se iban a
marchar.
— No, Bobby,
claro que no. — le dijo Sam, el si había querido involucrarlo pero había sido
Deán quien no quiso.
— Es trabajo
mío, y de mis hermanos... Esta no es tu pelea. — le aseguro Deán.
— ¡Claro que lo
es!... La familia no sólo es de sangre, muchacho. — le grito Bobby a la cara,
no se podía creer que después de tanto ayudarles a buscar a esa demonio, lo
quisieran dejar fuera del evento principal. — Además me necesitan. — agrego.
— Bobby... —
Deán iba a empezar a darle su sermón de que lo necesitaba vivo para que cuidara
de sus hermanos si el moría, pero Bobby no le dejo hablar mas.
— ¿Tu pelearas
herido?… Dime, ¿cuántas alucinaciones has tenido hasta ahora? — pregunto Bobby,
y todos se giraron a ver la reacción pálida de Deán, pues como siempre había
decidido ocultarles algo importante.
— ¿Cómo lo
sabes? — pregunto Deán sin siquiera mirarlo
— Porque es lo
que pasa cuando te están rondado lo perros… Y porque soy listo— le grito Bobby
a la cara y le regreso la pieza. — Yo los sigo… Y no vayan a ir al baño cada 10
minutos. — les dijo Bobby, y se puso en
marcha a su propio coche. Los hermanos se miraron con incredulidad, pues era
imposible que el buen Bobby los fuera a abandonar en esos momentos.
Los muchachos
llevaban todo el día en la carretera, en silencio, pensando en que les
esperaría al llegar a Indiana, seria una mentira decir que no tenían miedo,
pues estaba aterrados, pero el pensamiento de poder luchar para salvar el alma
de Deán era su motor, era ese pequeño motor que los impulsaba a seguir en el
camino sin mojarse los pantalones.
La noche cayo
sobre la carretera y con ello la cuenta regresiva de 4 horas de vida para Deán
también comenzó, Sam no resistió más el silencio y se decidió a hablar. — Oye Deán.
— ¿Sí? —
pregunto Deán sin mucho interés, pues también estaba muy concentrado en sus
propios pensamientos.
— Si es que
esto… no sale como queremos, quiero que sepas que.... — Sam quería decirle todo lo que sentía, porque sabia que si no lo
hacia iba a explotar mucho mas pronto que la batalla contra Lilith.
— No. No, no,
no, no, no. — murmuro Deán, cortando todas las intenciones de su hermano.
— No, ¿qué? —
pregunto Sam indignado.
— No vas a darme
tu discursito de despedida, ¿esta bien?... Y si este es mi último día en la
tierra... no quiero que sea socialmente raro — dijo Deán y Sam se giro para ver
por la ventana, no era el momento para que fuera egoísta, era el momento para
que prestara atención a lo que Deán necesitaba. — ¿Sabes que si quiero? — pregunto
y prendió la radio, donde la canción:”WANTED
DEAD OR ALIVE” sonó a todo volumen.
— ¿Bon Jovi? —
pregunto Jeff con incredulidad desde el asiento trasero.
— Bon Jovi es la
ley… en ocasiones. — le reprendió Deán y empezó a cantar a todo pulmón.
And I walk these streets!
A loaded six-string on my back!
I play for keeps!
— Vamos. —
ordeno tras la mirada extrañada de sus hermanos, y tanto Sam como Jeff tuvieron
que hacerle a coro en la canción.
Cause I might not make it back!
I've been everywhere!
Oh, yeah
But I'm standing tall!
I've seen a million faces and I've rocked 'em all
Cause I'm a cowboy
On a steel horse, I ride
I'm wanted… I'm wanted!
Dead or alive… Dead or alive
Dead or ali-i-ve
Los tres estaban
disfrutando mucho de esa canción, pues era bueno que en esos momentos de tensión,
su hermandad no se viera pérdida. Se amaban, y siempre iban a cuidar el uno del
otro. Entonces una patrulla los empezó a seguir con la sirena a todo volumen
— ¿Van a
pararnos? — pregunto Sam
— Creo que se
fundió una luz... no es por la velocidad. — aseguro Deán y ser estacionaron a
una orilla del camino, pronto un agente de la patrulla llego hasta la
ventanilla y los aluzo con una linterna. — Hola, agente… ¿algún problema? — le
pregunto Deán.
— Permiso y
registro, por favor. — Pidió el oficial y Deán le dio los papeles falsos que
tenia guardados para esas ocasiones. — ¿Si sabe que le falta una luz, señor...
Hagar? — pregunto el hombre, dudando al leer el apellido.
— Sí… Sí, señor…
Y estaba pensando en, arreglarla… a decir verdad... — Deán no termino de
hablar, solo abrió la puerta del impala para golpear al oficial en las piernas
— ¡Deán! — grito
Sam sin entender lo que pasaba. Entonces Deán se bajo del auto y le dio de
puñetazos al hombre para luego apuñalarlo con el cuchillo en la garganta, dejando
ver que su cuerpo se iluminaba con fuego interior, pues era un demonio.
Todos se
quedaron impactados por lo que Deán acababa de hacer, y entonces Bobby llego
corriendo hasta ellos. — ¿Qué rayos paso? — les pregunto apenas ver el cadáver
del oficial en el suelo.
— Deán asesino a
un demonio. — dijo Sam impresionado
— ¿Cómo lo
supiste? — le pregunto Jeff, que igualmente estaba sorprendido por ese súper
ataque kamikaze de su hermano.
— Es sencillo…
le vi la cara, su cara real bajo ésa. — les explico Deán y los chicos casi se van de espaldas por ello,
¿Cómo era posible que mirara a los demonios debajo de sus cuerpos humanos?
Los Winchester y
Bobby, escondieron la patrulla del oficial muerto bajo un montón de arbustos,
pues sabían que su presencia no había sido una coincidencia, ese demonio había
estado vigilando para Lilith, y si dejaban el auto abandonado a la vista,
podrían levantar sospechas de algún otro demonio.
— ¿Qué?, ¿ahora
ves demonios? — pregunto Sam, aun tratando de hacerse a la idea.
— He visto
muchas cosas últimamente, pero nada como esto. — aseguro Deán.
— En realidad,
eso no es raro. — aseguro Bobby.
— ¿Cómo que no
es raro? — pregunto Deán alucinado, pues de todo lo que alguna vez había
escuchado, estas alucinaciones se llevaban el premio a lo mas raro.
— ¿Cuánto te
queda? ¿4 o 5 horas? estas pasando el velo Deán, y vez el lado malo. — les
explico Bobby.
— Dilo en
español, por favor. — le pidió Deán, pues el no había entendido lo que había
dicho.
— Casi estas en
el infierno, así que… puedes ver otros demonios. — le explico Bobby, con Deán
siempre se tenían que hacer las cosas simples y claras, sin nada de
tecnicismos.
— Gracias. —
murmuro Deán malhumorado.
— En realidad es
bastante útil. — murmuro Sam
— Me alegra que
mi alma condenada sirva para algo. — Dijo
Deán lleno de ironía.
— La verdad si… Lilith
debe tener demonios vigilando, y ellos no deben dar la alarma… si nos
descubren, estaremos muertos. — les explico Bobby, por lo que Deán tendría que
estar muy atento con las personas que miraba.
— Este es un
estupendo plan, me gusta ser parte de él… ¿ya podemos irnos? — dijo Deán lleno
de ironía todavía, Bobby le lanzo unas ramas mas a la patrulla y regresaron
cada quien a sus autos, pues ya no estaban muy lejos de la casa de Lilith.
Lilith estaba
probando su último juego con la familia de Indiana, los había convencido e que
todos los días seria su cumpleaños y por
eso todos los días tenía que haber una fiesta y regalos para ella.
— Feliz
cumpleaños, hija — murmuro la madre con falsa emoción y puso un enorme pastel
de chocolate en la mesa.
— ¡Feliz
cumpleaños! — dijeron el padre y el abuelo, mas asustados que emocionados.
— Sí, ¡es mi
cumpleaños cada día! — dijo la niña emocionada y aplaudió sin cesar mientras
apagaba las velas del pastel.
— Hum, pastel…
otra vez, que rico. — murmuro el padre, lo cierto es que estaba seguro de que
si ella no lo mataba, se iba a morir de diabetes, pues ya habían comido mas de
15 pasteles de chocolates en esos días.
— Oye abuelo,
¿puedo preguntarte algo? — dijo la niña.
— Si, lo que
sea. — murmuro el anciano.
— ¿Por qué le
pediste ayuda al señor Wepram? — pregunto la niña, y los padres se quedaron
mirando al anciano, pues habían quedado que no le dirían a ninguno de los
vecinos sobre su problema, pero era claro que el anciano no hizo caso.
— No lo hice...
No sé de qué hablas. — mintió el anciano. Lo que no sabia era que al vecino que
le entrego su papel, era también uno de los demonios de Lilith.
— Eres un viejo
mentiroso. — le grito la niña.
— Lo siento, fue
un error. — murmuro el anciano en pánico.
— ¿Ustedes
sabían de eso? — exigió saber la niña a los adultos, pues de ser así su juego
habría terminado y pasaría a la tortura corporal.
— No. — murmuraron
los padres, no querían dejar al anciano solo con el asunto, pero estaban tan
asustados que no pensaban con claridad, solo querían salir vivos de esa casa.
— Abuelito, ¿ya
no me amas? — cuestiono la niña.
— Claro que te
amo — aseguro el hombre.
— No, no creo… Estás
mintiendo… Eres un viejo malo — volvió a decir la niña.
— Ayúdenme, por
favor. — murmuro el anciano, pero los otros dos adultos también estaba igual de
asustados y realmente no sabían que hacer contra la niña.
— Ya no me
gustas abuelo. — aseguro la niña y
torció la mano, rompiéndole el cuello al pobre hombre, dejando que su cabeza
cara como piedra sobre la mesa, la hija del hombre iba a romper en llanto, pero
Lilith se giro a verla con mucho odio. — No vayan a gritar… Los gritos me hacen
enfadar. — les advirtió y la mujer no tuvo mas que serenarse y cortar el pastel
para seguirle el juego. — Mami, ¿le
pones helado al mío? — pregunto la niña sonriente otra vez, era toda una
psicópata.
Lo que Lilith no
sabia era que los Winchester ya estaban en el pueblo, y la estaban mirando
desde la casa de enfrente, atreves de unos binoculares. — Es la pequeña… Dios,
su cara es horrible. — comento Deán asqueado y fue pasando los binoculares a
todos para que miraran el objetivo.
— Pues adelante,
porque no hay mucho tiempo. — dijo Sam, convencido de que ella era Lilith pues
solo un ser así de despreciable podría mantener el cadáver de un anciano en la
mesa de la cocina.
— ¡Esperen! —
exclamo Deán.
— ¿A qué? ¿A que
mate a los demás? — pregunto Jeff, Lilith no era de su agrado tampoco y siendo
una niñita rubia, aun menos.
— Sí, y a
nosotros, si no tenemos cuidado… Miren — indico Deán y atreves los binoculares
pudieron ver a la calle, donde había un cartero y un vecino, colocados en lugares estratégicos a la casa
de Lilith.
.
— ¿Demonios? —
pregunto Bobby, se había estado temiendo que Lilith llevara a un ejercito pero
no esperaba que fueran tan obvios.
— Sí. — murmuro
Deán.
— Pues bueno,
solo hay que eliminar a esos idiotas y ya esta. — dijo Sam, como si fuera tan
fácil como sonaba hacer eso.
— ¿Y luego qué?
¿Le cortamos el cuello a una niña de 10 años?— pregunto Deán alucinado, no se
quería imaginar a el o alguno de sus muchachos cometiendo semejante crimen,
matar adultos poseídos era una cosa, ¿pero niños?, eso era despiadado.
— Yo sé que es
horrible. — dijo Sam
— ¿Tu crees? —
pregunto Deán con ironía.
— No es solo por
salvarte a ti, Deán… hay que salvar a los demás. — dijo Sam en su defensa, pues
por el ultimo ataque Lilith les hizo, no dudaba ni por un segundo que ella
acabara con todo el lugar, la familia e incluso la huésped humana, para el
amanecer. Justo como hizo en la estación de policía meses atrás.
— Tenemos que
detenerla, hijo. — le dijo Boby, quien estaba de acuerdo al cien por ciento con
acabar con la demonio a cualquier precio.
— Oh, maldita
sea. — murmuro Deán con enfado, los chicos tenían razón pero no por ello quería
convertirse en asesino de niñas.
En la casa de
enfrente, Lilith había declarado que era hora de que todos se fueran a la cama,
así que siguiendo su papel de dulce niñita, se fue a acostar con su madre, a
quien obligaba a contarle el mismo cuento una y otra vez. — Léelo otra vez, mami. — le seguía diciendo.
— Pero, ya la
lei… 26 veces. — decía la mujer, conteniendo las lagrimas por lo frustrante y
aterrador que era tener que estar en la misma cama de esa niña.
— Otra vez. —
ordeno la niña entre dientes y por su tono de enojo, la madre no tuvo mas
opción que volver a leer el cuento:
Había una vez... en la ciudad
de Celine... Una hermosa princesa llamada Cleo… Pero la ciudad estaba asediado
por un malvado dragón... que reclamaba la sangre de los niños. Y la princesa
estaba condenada a ser sacrificada... ante el oscuro y terrible dragón.
Fuera de la
casa, los hermanos habían empezado con el plan de acceso, el primer paso corrió
a cargo de Bobby, quien tuvo que buscar la entrada de la toma de agua del
vecindario, para poder bendecirla, con el ritual adecuado:
Exorcizo te, creatura aquae.
In nomine dei patris
onmipotentis.
Bobby tenia que
repetir el ritual un par de veces, hasta que nota que el crucifijo dentro del
agua se quemaba.
El segundo paso
era deshacerse de los guardias, así que Deán se dejo ver por el demonio
cartero, atrayéndolo hasta el patio trasero de la casa, donde Sam salió de la
nada y lo apuñalo en el pecho, Deán le cubrió la boca para que su grito de
muerte no alertara a nadie.
Por su parte,
Jeff se encargo del vecino chismoso, el
tipo salió de la casa, apenas verlo merodeando por su jardín, y Jeff lo guio al
mismo patio trasero, solo que esta vez fue Deán quien le salto encima y lo mato
por la espalda. Los chicos tuvieron que
esconder los cuerpos dentro de una casa,
pues según la teoría, Lilith podía oler la sangre humana que se derramaba.
Deán iba
corriendo entre los arbustos cuando Ruby apareció de la nada y lo estrello
contra la reja de metal de la casa. — Quiero mi cuchillo, por favor… O tu
cuello tronara como hueso de pollo. — exigió la demonio y entonces sintió el
filo del cuchillo muy cerca de su cuello.
— Él no lo
tiene. Cálmate. — le dijo Sam y la hecho para atrás.
— ¿Cómo rayos te
saliste? — exigió saber Deán, el mismo había pintado la trampa en el sótano de
Bobby, y no había dejado ni la mas mínima abertura. No era posible que ella se
escapara.
— Lo que no
sabes de mi podría llenar un libro — se excuso Ruby, a decir verdad el como
romper las trampas del diablo, era una historia muy larga y complicada, para
otro momento mas tranquilo sin duda.
— Oh — murmuro
Deán con una mueca de asco y se cubrió el rostro un segundo.
— ¿Qué? —
pregunto Ruby.
— Nada, es sólo
que… no podía verlo antes, pero si que eres… horrible— dijo Deán con la misma
mueca de asco de antes, y entendiendo porque un ser tan feo había escogido
vestir a una humana tan bonita.
— Sam, dame el
cuchillo antes de que te lastimes. — le pidió Ruby, ignorando por completo los
comentarios de Deán.
— Lo tendrás
cuando acabe. — le dijo Sam
— Ya se
acabo… Ofrecí una forma de salvar a
Deán, y me rechazaste… Ahora es tarde… Está muerto… Y no dejare que te mueras. —
aseguro Ruby
— Oye, cállate
maldita… Deán no esta muerto, y no va a morir. — le grito Jeff, ahora Ruby
también le estaba cayendo muy mal.
— Esta muerto,
Jeffrey… y ustedes dos también lo estarán, si continúan por este camino. —
aseguro la demonio, Jeff estaba por gritarle unas cuantas cosas mas a la cara
pero Sam lo empujo para atrás.
— Trata de
detenernos… Y te mataré, perra. — le advirtió Sam, no tendría problema con
quitar a Ruby del camino para poder salvar a Deán.
— Dame lo mejor
que tengas, bebé — se burlo Ruby, iban a empezar a pelear pero Deán no les dejo
continuar con el drama.
— ¡Oigan, oigan!
se pelean después. — les dijo Deán y giraron a ver que todos los vecinos estaban
fuera de sus casas, con los ojos negros, eran todo un ejercito de demonios.
— Genial… Se
acabo el elemento sorpresa. — murmuro Jeff, mirando con odio a Ruby, pues todo
iba de maravilla hasta que ella apareció, gritándoles como una loca.
— No... ¡Corran!
¡Corran! — decía Sam, abrió la reja de la casa y entraron corriendo en fila
india hasta estar en el porche de la casa de Lilith. Y pronto se dieron cuenta
de que otro montón de demonios venia corriendo hacia ellos desde el otro lado
de la calle.
— ¿Por qué tarda
Bobby? — pregunto Deán
— ¡Estoy
tratando! — dijo Sam que estaba forzando la cerradura de la casa para poder
entrar. Entonces el agua de los rociadores de jardín empezó a mojar a los
demonios, quemándolos y obligándolos a retroceder, pues era agua vendita… Deán
se burlo por ver que los demonios se quedaban atrás de la acera y ellos se
metieron a la casa, encontrándose con el cadáver de la niñera lleno de moscas.
— ¿Sabrá que
estamos aquí? — pregunto Deán, cubriéndose la nariz para no oler el fétido olor
a muerte del cadáver.
— Es probable. —
murmuro Ruby, siguieron caminando por la casa cuando el padre salto sobre Deán,
pero el puso su mano en su boca para que no gritara.
— Shsh, venimos
a ayudar ¿esta bien?.. Voy a apartar mi mano...y vamos a hablar despacio y
bajito, ¿esta bien? — indico Deán y el hombre asintió, así que le aparto las
manos de encima.
— Señor, ¿dónde
está su hija? — le pregunto Sam
— No es... Ya no
es mi hija. — comento el hombre, después de lo que había pasado con su suegro,
estaba seguro de que su pequeña jamás regresaría a ser la de antes, era una
asesina a sangre fría.
— ¿Dónde está? —
volvió a preguntar Sam
— Arriba, en su
cuarto. — indico el hombre.
— Bien, bien,
bien... Escúcheme, usted debe bajar al sótano… Ponga una línea de sal en la
puerta tras usted ¿me entendió? — le explico Deán, no podía pensar en una idea
mejor para mantener a salvo a ese pobre hombre.
— No sin mi
esposa. — dijo el sujeto.
— Sí, sin su esposa.
— dijo el deán y como el hombre no dejaba de protestar lo noqueo, se lo cargo
al hombro y el mismo lo llevo escaleras abajo, al sótano.
Sam, Ruby, y
Jeff siguieron caminando sigilosamente escaleras arriba y Ruby se metió a la
primera puerta a la derecha para revisar, mientras que los hermanos fueron a la
derecha y dieron en el blanco, pues atraves de unas cortinas rosas se podía ver a la madre con la niña dormida
sobre su pecho. Sam se acerco y lentamente recorrió la cortina para verlas.
— ¡Hágalo! —
murmuro la mujer apenas ver que Sam tenia el cuchillo en sus manos, el se giro
para ver a Jeff, y el chico asintió a la idea — ¡Hágalo! ¡Hágalo, rápido! —
grito la mujer y en eso despertó la niña, gritando porque Sam la había
asustado. Llego Deán por detrás y le detuvo la mano a su hermano para que no la apuñalara.
— ¡No es ella! ¡Ya
no está en su cuerpo! — aseguro Deán, pues lo único que podía ver en ella era
su rostro humano normal. La niña soltó en llanto y se abrazo a su madre, pues
no entendía lo que estaba pasando.
Bobby miraba desde
la casa de enfrente como los demonios seguían en formación, pendientes de lo
que sucedía con su jefa, miro su reloj y se dio cuenta de que solo quedaban cinco
minutos para la media noche, y esperaba que todo los estuviera yendo bien a los
muchachos, quienes en ese momento estaban auxiliando a la familia de la casa
todavía.
— Y no importa
lo que oigan, usted, su esposo y su hija, quédense en el sótano. — dijo deán
tras encerrar a la madre en el lugar señalado.
— Bueno, odio
decirte… pero "te lo dije". — dijo Ruby a Sam, mientras se abrían
camino hasta la sala de la casa.
— Bueno Ruby,
¿dónde está? — pregunto Sam, pues entre demonios se podían sentir y Ruby tenia
que ser capaz de sentir a Lilith en esos momentos.
— No lo sé. —
aseguro Ruby
— ¿Logro pasar
los rociadores? — pregunto Sam impresionado, pues jamás había conocido a un
demonio que fuera inmune al agua bendita.
— A su nivel...
anulan el agua bendita. — explico Ruby, eso indico a Sam que Lilith era muy
poderosa y que no había mas opción ahí, así que se le planto enfrente.
— Bien, tú
ganas… ¿Qué tengo que hacer? — pregunto Sam
— ¿De que hablas?
— pregunto Ruby sin entender lo que le estaba sugiriendo.
— Para salvar a Deán…
¿Qué es lo que tengo que hacer? — le pregunto Sam desesperado, sabia que solo
quedaban unos minutos y ya no tenia mas opción que hacer lo que fuera necesario
para salvar a su hermano.
— ¿Qué rayos
crees que haces? — pregunto Deán desde atrás.
— Cierra la boca
Deán. — Le grito Sam — ¡Ruby! — volví a gritar a la demonio, que parecía estar
ida en sus propios pensamientos.
— No es tan
fácil… No es oprimir un botón… Necesitamos tiempo. — aseguro Ruby sin entrar en
mas detalles.
— Pero tiene que
haber algo, debe haber algún modo… Sea lo que sea, lo haré. — aseguro Sam, pero
entonces Deán lo jalo de los brazos por detrás. — No, Deán… ¡No dejare que
vayas al infierno! — le grito Sam para que lo soltara.
— ¡Sí, lo harás!...
Sí, lo harás — grito Deán y luego se percato de la mirada de sus hermanos, sus
niños estaban sufriendo por él, y el jamás quiso provocarles eso. — Lo siento… Pero esto es mi
culpa… Lo sé… Pero lo que estás haciendo, no va a salvarme… Sólo te matara a ti…
y a Jeffrey también. — aseguro Deán.
— ¿Y entonces
que debo hacer? — le pregunto Sam, empezando a llorar.
— Sigue
peleando, cuida mi auto, cuida a Jeff… ahora tu serás el hermano mayor. — dijo
Deán y Jeff finalmente se puso a llorar también y lo abrazo.
— Deán, no… no
quiero que te mueras… no — le decía Jeff entre lagrimas y aferrándose cada vez
a su pecho, le paso una mano por el cabello y empezó a llorar también, si tan
solo se hubiera puesto a pensar en ese niño, y no solo en Sam…
— Todo va a
estar bien, todo estará bien Jeff. — le decía para calmarlo. — Solo recuerden
lo que papá les enseño, ¿si?... y lo que les enseñe yo. — les pidió Deán a sus hermanos, y entonces las
campanas del reloj que marcaban las doce en punto empezaron a sonar. Sam miro a
su hermano con lágrimas en los ojos y Deán fingió una sonrisa.
— Lo siento, Deán…
No se lo deseo ni a mi peor enemigo. — murmuro Ruby, entonces se empezaron a
escuchar los aullidos de los perros y también sus pasos.
— Ahí están. —
murmuro Deán, y Jeff se aparto de su pecho para ir con Sam
— ¿Dónde? —
pregunto Sam, pues el no miraba nada.
— Ahí. — dijo
Jeff y se quedo mirando hacia el comedir de la sala, por alguna extraña razón
el también los estaba viendo. Ruby se giro y pudo verlos también, así que los cuatro
salieron corriendo de la sala.
Entraron a la
cocina y bloquearon la puerta ya que los perros estaban empujando para tratar
de entrar. Mientras que Deán ponía tierra de panteón en el borde y luego en las
ventanas.
— Dame el
cuchillo, tal vez pueda matarlo. — dijo Ruby a Sam que no soltaba el cuchillo
en ningún momento.
— ¿Qué? —
pregunto Sam sin entender lo que decía.
— ¡Vamos!... Ese
polvo durara para siempre. — aseguro Ruby, Sam se quedo mirando el cuchillo en
sus manos un momento y estaba por dárselo, cuando…
— Espera. —
pidió Deán.
— ¿Quieres
morir? — le pregunto Ruby, y luego de mirarla unos segundos Deán se dio cuenta
de la realidad de las cosas.
— Sam, ella no
es Ruby… ¡Es Lilith! — aseguro Deán, pues gracias a su poder de ver las caras
reales de los demonios, descubrió que no era la misma cara que vio antes de
ingresar a la casa. Sam iba a apuñalarla pero ella alzo las manos y los arrojo
a el y a Jeff contra la pared, y a Deán sobre la mesa.
— ¿Cuánto llevas
ahí? — exigió saber Deán.
— No mucho... Pero
me gusta… Es una mujer bonita. — decía Lilith, poniendo los ojos en blanco como
manera de presentarse.
— ¿Y dónde está
Ruby? — le pregunto Sam sin entender en que momento había realizado el cambio
de huésped humano.
— Ella fue niña
mala, así que la envié muy, muy lejos. — comento la demonio.
— Debí haberlo
visto antes... pero todos son horribles.
— aseguro Deán, lamentándose por no haberle prestado mas atención desde que
supo que Lilith ya no era aquella niña. Lilith lo miro con odio un segundo y
luego camino hasta Sam
— Hola, Sam… Había
querido conocerte desde hace mucho tiempo— aseguro Lilith y lo beso a la fuerza
por un momento — Tus labios son suaves. —
agrego con ese tono de niña pequeña que sonaba tan molesto.
— Muy bien, ya
me tienes… libera a mi hermano. — le exigió Sam y ella se burlo por un momento.
— Que tonto… Si
quieres negociar, debes tener algo que yo quiera, Sam… Y no lo tienes… aun que…
Hola Jeffrey, he escuchado mucho de ti también… dicen que te encargaste de
regresar al Dybuk a mi cajita especial. — comento la demonio.
— ¿Así que era
tuyo?... dicen que las cosas se parecen a su dueño... ¿sabes? — se burlo Jeff
— Oh, pero ya no
me pertenece mas… ahora es tuyo… y estoy segura de que cuando salga de esa
caja, va a venir por ti… Y consumirá tu alma en las llamas del infierno. — dijo
la demonio y esas palabras estremecieron por completo a Jeff.
— ¿Así que este
era tu gran plan? ¿Mandarme al infierno, matar a mis hermanos? ¿Y luego qué? ¿Volverte
la perra mayor? — le pregunto Deán para desviar su atención de sus chicos por un
momento.
— No le voy a
contestar a Puppy Chough — dijo Lilith y se acerco a la puerta para quitar la
tierra de panteón. — Entren perritos. — ordeno y abrió la puerta.
Los perros
entraron y se fueron encima de Deán, lo tiraron al suelo y desagarraron sus
piernas con sus enormes garras… Deán gritaba desesperado todo el tiempo, el
dolor era intenso, y podía sentir como cada garra de los perros, despellejaba
su propia alma.
— ¡No! ¡Basta! ¡Ya
basta! — gritaban Sam y Jeff alternados, pero Lilith se seguía burlando sin
piedad, y los perros estaban desgarrando
todo el pecho de Deán, haciendo que su sangre botara fuera de su cuerpo
como si fuera una fuente.
— ¡Ya basta!, ¡No!
— grito Sam con lagrimas en los ojos, el dolor de ver a su hermano ser
asesinado de esa forma delante suyo, era muy grande. Y se quería morir con él
en ese mismo instante.
— Sí. — grito
Lilith muy complacida y lanzo un rayo deslumbrante de energía blanca sobre los
hermanos. Para cuando Lilith regreso en si, esperaba ver los cuerpos de los
hermanos en el suelo, pero se encontró con que Sam estaba complemente bien.
— Atrás. — grito
apenas ver que Sam se levantaba del piso. — Dije atrás. — ordeno, pero Sam dio
un paso y se agacho para recoger el cuchillo de Ruby del suelo
— Yo creo que
no. — dijo Sam e iba a apuñalarla, pero entonces la nube negro de demonio salió
del cuerpo de la chica, en medio de un enorme grito que hizo temblar a toda la
casa. Y se fue por el ducto de la ventilación.
El cuerpo de la
chica rubia cayó justo aun lado del cuerpo destripado de Deán, así que soltó el cuchillo y rompiendo en
llanto de agacho para recoger el cadáver ensangrentado de Deán, quien aun
mantenía sus ojos abiertos pero sin la luz de su vida.
— Deán… Deán...
no.
Sam se soltó a
llorar sobre el cuerpo sin vida de Deán, y su llanto aumento en cuanto se dio
cuenta de que Jeff también estaba tirado a su lado, así que dejo un momento a
Deán en el suelo y fue a levantar e Jeff también, el chico tenia la piel
totalmente gris, como si fuera un cadáver,
— Jeff, no...
Tu… abre los ojos... vamos bebé, despierta. — rogaba Sam, pero por más que
menaba el cuerpo de su hermano, el chico no despertaba, estaba como muerto… el
rayo de Lilith lo había provocado.
Así que Sam
coloco los cuerpos de sus hermanos a sus costados, ambos se habían ido, estaba
solo, solo para siempre…
El alma de Deán
había sido recibida en el tormento con la peor de las torturas, pues los
demonios lo habían penetrado y rasgado con cadenas, para así poder colgarlo
todo ensangrentado en el centro de un lugar horrible, lleno de gritos y sangre
por todas partes, el mismísimo infierno.
— ¡No! ¡Sam! ¡Alguien
ayúdeme! ¡Alguien ayúdeme! ¡Sam! ¡Sam! — gritaba Deán desesperado, pues estaba
condenado a sufrir las peores agonías que alguien pudiera imaginarse.
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