Lazaro Resucita
Descripción
Cuatro meses despues del ataque de los perros del infierno, Dean se despierta en una caja de pino. Ha sido liberado del Infierno, pero no sabe cómo ni por qué. Pronto se reúne alegremente con Sam y Bobby, pero pasa poco tiempo antes de que los tres se pregunten qué fue exactamente lo que sacó a Dean del Infierno y lo que querrá a cambio.
Deán Winchester,
estaba siendo torturado por los demonios en el infierno, pero después de un
parpadeo, abrió los ojos y despertó
dentro de un ataúd, con un encendedor prendido que alguien convenientemente
había dejado para el. Tardo unos segundos para que pudiera hacerse a la idea
de que estaba vivo otra vez, pero
enterrado bajo tierra.
— Ayúdenme,
ayúdenme. — gritaba con las pocas fuerzas que le quedaban a su garganta, pero
nadie llego en su rescate. Deán se dio cuenta de que no estaba en un ataúd
normal, estaba en un ataúd fabricado a mano así que pudo quitar un madero,
dejando que la tierra cayera sobre su cara y todo se puso oscuro otra vez.
Deán lucho con
todas sus fuerzas para obtener aire, y logro sacar sus manos de la tierra e
impulsar su cuerpo completo a salir. Se quedo adolorido unos segundos en el
suelo, pero el inminente rayo del sol lo obligo a levantarse. Una vez de pie,
se pudo dar cuenta de que estaba en un campo vacio, rodeado únicamente por un montón
de troncos secos, que tirados sobre el pasto formaban un circulo perfecto
Deán estuvo
caminando un par de kilómetros hasta que llego a una tienda de autoservicios,
una tienda milagro colocada a la mitad de la nada. Corrió desesperado hasta
ella y se encontró con que estaba cerrado.
— ¿Hola? — pregunto
Deán, con la esperanza de poder encontrar a alguien que lo auxiliaría, pero al
no ser así, rompió el vidrio de la puerta y se metió infraganti.
El estridente
calor, había hecho que Deán se muriera de sed, por lo que se tomo como 2
botellas de agua para hidratarse y se encontró un periódico del día actual, lo
tomo con la idea de informarse sobre los hechos recientes y entonces noto la
fecha:
Jueves, 18 de septiembre del 2008
— ¿Septiembre? —
se pregunto impactado, pues tenia la sensación de haber pasado mas de 40 años
lejos de casa y ahora se daba cuenta de que solo habían sido 4 meses, lo que
significaba que el tiempo en el infierno corría de manera diferente al del
mundo.
Deán paso al
sanitario para lavarse la cara y quitarse toda la tierra de tumba de encima, ya
que estaba en el espejo decidió que era tiempo de revisar su cuerpo, el que
hasta donde recordaba había sido desgarrado por los perros infernales antes de
que lo llevaran al infierno. Reviso su pecho y su espalda, todo estaba bien,
sin ni una marca. Pero entonces reviso la picazón de su hombro derecho, y se
encontró con que tenia una horrible mano quemada en el.
Sin entender lo
que estaba pasando, Deán tomo un poco de comida, botellas de agua, el dinero de
la registradora y hasta algunas revistas porno de asiáticas, era todo lo que
necesitaría para emprender el camino en busca de su familia. Pero cuando se iba
marchar, el televisor del establecimiento se prendió en pura estática, Deán la
apago, pero luego el radio y otros aparatos se prendieron por si solos.
Deán creyó que
un demonio estaba detrás de lo que sucedía, así que tomo sal y la puso en la
puerta y ventana pero tras hacerlo, empezó a escuchar un ruido horrible que
destruyo todos los cristales del lugar. Deán se arrojo al suelo para cubrirse
los ojos y oídos, pero todo ya había vuelto a la normalidad.
Deán estaba
asustado, pero sobre todo confundido por los hechos recientes, así que salió
corriendo de la tienda hacia el teléfono de monedas y para llamo Sammy. Sin
embargo su hermano nunca respondió, y la operadora no paraba de decir: Lo sentimos, el número al que usted llamo ha
sido desconectado.
Así que en una
última instancia, Deán llamo a la casa de Bobby. — ¿Sí? — se escucho preguntar
a la voz aguda del viejo cazador
— ¿Bobby? —
pregunto Deán, estaba feliz de volver a escuchar la voz de quien hasta ese día,
seguía siendo como su propio padre.
— ¿Sí?
— Soy yo. —
aseguro Deán, esperando que el hombre no hubiera olvidado su oz tan rápido.
— ¿Quién es
"yo"?— exigió saber Bobby, era notorio que había cambiado, pues ahora
hablaba como si estuviera muy enojado, casi como si fuera Rufus.
— Deán. — dijo y
el hombre le colgó la llamada, así que volvió a llamarle al instante. — ¿Quién
es? — volvió a preguntar Bobby, por supuesto el tenia identificador de llamadas
y sabia que le estaba hablando el mismo sujeto.
— Bobby, habla…—
Deán no pudo terminar de presentarse pues Bobby no le dejo.
— Esto no es
gracioso… Si vuelve a llamar, lo mato. — advirtió Bobby, y volvió a colgar el
teléfono, esta vez para no volver a responderle. Así que Deán no tuvo más opción
que robarse el único auto chatarra que quedaba por ese rumbo, había sido una
surte que prendiera pero se pudo ir en busca de su familia.
Dakota del Sur.
Deán tardo casi
todo el día conduciendo, pero pudo llegar a la casa de Bobby para la tarde. El
lugar estaba hecho una porquería igual que siempre pero por más que veía, no
lograba ver su coche estacionado con los otros de Bobby como se suponía. Así
que sin más, llamo a la puerta y Bobby le abrió.
— Sorpresa. — dijo Deán apenas le abrieron, y entonces se
quedo callado unos segundos, mirando que Bobby se había puesto pálido en tan
solo un segundo.
— Yo no lo... —
las palabras se habían ido del cuerpo de Bobby para siempre, había soñado un
montón de veces con ese momento, pero jamás llego a pensar que fuera a ser tan
escalofriante, estaba viendo a una resucitado.
— Yo tampoco…
pero es verdad. — decía Deán mientras se metía a la casa, entonces Bobby saco
un cuchillo de sus espaldas y trato de atacarlo, pero Deán lo esquivo.
— ¡Bobby!
¡Bobby, soy yo! — gritaba Deán, y arrojo a Bobby hacia el frente.
— ¡No, me digas!
— grito Bobby furioso, e iba a lanzársele encima de nuevo, pero Deán corrió
tras una mesa para poner obstáculos entre ellos.
— ¡Espera!... Tu
nombre es Robert Steven Singer, te volviste cazador cuando tu esposa fue poseída…
Eres lo más cercano que tengo a un padre… Bobby... Soy yo — le decía Deán,
pensaba que con contarle detalles secretos le demostraría quien era, pero Bobby
se le acero, le toco el pecho para asegurarse de que era real y luego le arrojo
el cuchillo encima, por suerte Deán fue rápido y lo sometió en una llave de
lucha.
— No soy un
metamorfo. — aseguro Deán
— ¡Entonces eres
un fantasma! — grito Bobby, y lo arrojo hacia el frente. Haciendo ver a Deán
que no tenia mas opción que demostrarle quien era, solo con pruebas.
— Muy bien, si fuera eso… ¿podría hacer eso?
¿Con un cuchillo de plata? — pregunto Deán y se corto el brazo derecho como
prueba. Y al hacerlo con plata descarto las posibilidades de ser un montón de
criaturas.
— ¿Deán? —
pregunto Bobby esperanzado.
— Eso trato de decirte. — dijo Deán con su
peculiar sonrisa, y eso fue la confirmación final. Así que Bobby lo abrazo muy
fuerte, al borde de las lagrimas. Tenía a su muchacho, ahí enfrente, vivo y
sonriente como siempre.
— Que… que gusto verte, muchacho. — dijo Bobby,
conteniendo sus lagrimas para no parecer una damisela, pero estaba realmente
feliz.
— Y yo a ti. —
murmuro Deán, igualmente estaba feliz, pues apenas salir de la tumba había
llegado a pensar que ya habrían pasado 100 años y que ya no quedaría nadie vivo
que lo recordaba, era muy bueno saber que estuvo equivocado.
— Pero... ¿Cómo
escapaste? — pregunto Bobby interesado, en todos sus años como cazador había
escuchado sobre una cosa parecida.
— No lo sé…
Sólo... desperté en una caja de pino, y... — Deán no pudo terminar de hablar,
pues Bobby le lanzo agua bendita al rostro. — Tampoco soy un demonio. — murmuro
Deán, algo molesto porque lo mojara.
— Lo siento… Hay que tener cuidado. — Murmuro
Bobby, y se fueron a la sala para hablar mas cómodamente, — Es que, esto no
tiene ningún sentido. — agrego el viejo.
— Ha, dime algo nuevo. — murmuro Deán
desanimado, pues lo único que tenia claro en esos momentos era que nada tenia
sentido.
— Deán, estabas
despedazado… tus entrañas se veían, y has estado sepultado cuatro meses... aun
que pudieras escapar del infierno y volver a tu cuerpo…— Bobby le estaba
haciendo ver un punto que ya había corroborado en el espejo.
— Lo sé, debería
verme como un Zombi de "Thriller"— comento Deán lleno de ironía y por
eso le había impactado mucho ver que su cuerpo estaba en perfecto estado,
después de todo lo que le había pasado en el foso.
— ¿Qué
recuerdas? — pregunto Bobby, pues Deán se veía como siempre, como ese muchacho
risueño y eso era raro, pues los rumores del infierno dejaban ver que era un
sitio traumático, donde las personas se volvían malvadas por la desesperación.
— No mucho… Recuerdo que los perros me atacaron
y… luego todo negro… y luego desperté en la tumba, eso es todo. — aseguro Deán,
y Bobby tuvo que sentarse antes de que le diera un paro cardiaco. — El número de Sam no funciona... ¿No está...?
— Deán temía siquiera llegar a insinuar que su hermano estuviera muerto, pero
el recuerdo de su última noche con vida, no era muy prometedor.
— No… Está vivo,
hasta donde sé. — murmuro Bobby, no muy animado. Ahora se daba cuenta de que
Deán no sabía todos los últimos hechos todavía y seguramente iba a ser su deber
informarle de las malas noticias.
— Bien… pero,
¿qué significa "hasta donde sé"?— pregunto Deán interesado.
— No hemos
hablado en meses. — murmuro Bobby, esperando a que Deán hiciera la pregunta
correcta para informarle.
— ¿Qué dices?
¿Lo dejaste irse así nada más? — exigió saber Deán, estaba muy preocupado,
furioso por lo que estaba pasando.
— Estaba muy
decidido… después de lo de Jeff… — comento Bobby con pesar y se alejo, lo que
estaba apunto de contar no iba a ser fácil y no quería ver el brillo de los
ojos de su muchacho apagándose de nuevo, no tan pronto.
— ¿Jeff que pasa
con él? ¿Esta bien? — pregunto Deán preocupado, no había querido llamar al niño
para no darle un susto de muerte, pero no por ello se había dejado de preocupar
por el en ningún momento.
— Quizá deberías
sentarte. — le sugirió Bobby, y aquella era una de las frases con las que nunca
se debía iniciar una conversación, siempre significaban malas noticias.
— Estoy bien
así… ¿Que pasa con mi hermano pequeño? ¿Bobby? — le exigió saber Deán, y la
simple mirada de su amigo le hizo recorrer el sudor por toda la espalda.
— Deán… Jeff…
Jeff esta en coma. — dijo Bobby en apenas un susurro, para el no era fácil
tener que contar aquello, no solo habían perdido a Deán todo ese tiempo,
también habían perdido al pequeño Jeff, la familia se había desintegrado toda.
— No, eso no…
Bobby no puede ser. — murmuro Deán, sintiendo como corazón se partía en
dos y luego se unía solo para volverse a partir. —
¿Cuánto tiempo?... ¿Porque? — pregunto, juntando todas sus fuerzas para no
quebrarse.
— La misma noche
que caíste… no sabemos que le paso… el solo… se quedo inconsciente y no
despertó… tratamos con raíces del sueño pero… no había sueños a cual poder
entrar… es como si… se hubiera ido. — le explico Bobby, y Deán no resistió mas,
le dio un puñetazo duro a la mesa, estaba muy enojado.
— Es solo un
chico… ¿Cómo pudo pasarle esto? — Se pregunto con rabia y no espero ninguna
respuesta, nadie era responsable por ello y ya le encontraría alguna solución —
¿Qué paso con Sam?... tú debiste haberlo cuidado Bobby. — le reprocho.
— Y trate… Estos
meses no han sido nada sencillos, ni para él, ni para mi… tuvimos que internar
a tu hermanito en un hospital por meses… tuvimos que sepultarte, — dijo Bobby
al borde de las lagrimas también.
— ¿Y para que me
sepultaron? — exigió saber Deán, pues según las tradiciones, ningún cazador
debía ser sepultado, porque podrían regresar como fantasmas o algo peor. Por
ello los incineraban, siempre era así.
— Yo quería
salarte y quemarte, la rutina de siempre… pero Sam no lo permitió. — dijo
Bobby.
— Bueno, me
alegra que no lo hiciera — murmuro Deán, pues de haberse perdido su cuerpo, lo
podrían haber regresado en algún otro cuerpo, uno feo tal vez.
— Dijo que
necesitarías un cuerpo cuando volvieras a casa… Y fue todo lo que dijo. —
comentó Bobby, empezando a pensar en que Sam si había llegad a cumplir con su
palabra, había encontrado alguna forma de regresar a Deán.
— ¿Qué quieres
decir? — pregunto Deán, aun sin entender.
— Estuvo muy
callado, callado… luego, solo se fue… no regresaba mis llamadas, trate de
buscarlo pero no quería ser encontrado. — comento Bobby
— ¡Maldita sea,
Sammy! — murmuro Deán molesto, su cerebro estaba llegando a sus propias
conclusiones y no eran buenas.
— ¿Qué? —
pregunto Bobby, ahora el no entendía lo que su muchacho estaba pensando.
— Que ya
consiguió traerme, pero lo que haya hecho no debe ser muy bueno.— aseguro Deán.
— ¿Por qué estas
tan seguro? — cuestiono Bobby, desde que Deán llego se había percatado de que
estaba feliz, pero también nervioso. Y por eso mismo había llegado a pensar que
era un demonio malvado.
— Debiste ver la
tumba… parecía una explosión nuclear… y luego hubo… una fuerza, una presencia,
no lo se… pero me siguió hasta una gasolinera...y luego esto. — dijo Deán,
levantándose la camisa para que Bobby viera la marca de su hombro.
— ¿Qué rayos es
eso? — pregunto Bobby en pánico, aquella marca se veía realmente dolorosa.
— Parece que un
demonio me… jalo o me sujeto. — murmuro Deán
— ¿Pero, por
qué?
— Para cumplir
su parte de trato. — sugirió Deán, ahora todo empezaba a tener sentido en su
cabeza, solo los demonios tenían acceso al infierno y solo lo hubieran dejado
salir, por algo a cambio, como el alma de Sammy.
— ¿Crees que Sammy
hizo un trato? — pregunto Bobby preocupado.
— Yo lo habría
hecho. — aseguro Deán, pues eso mismo había hecho cuando Sam había muerto y si
lo conocía tan bien como decía, estaba seguro de que su hermano jamás se daría
por vencido hasta tenerlo de vuelta.
Así que Deán y
Bobby comenzaron con la búsqueda de Sam, la cual seria muy rápida, ya que Deán
se fue por el camino sencillo y llamo al servicio a clientes de la compañía de
teléfonos, tal vez Sam ya no tuviera el mismo celular, pero si los mismos
alias:
— Sí, hola... Tengo una cuenta de celular con
ustedes y perdí mi teléfono… ¿Podrían activar el GPS para mí?… Sí. El nombre del
cuentabiente, es "Wedge Antilles"… Las ultimas cuatro cifras del
seguro Social, son: 2474… Gracias. — mintió descaradamente a la operadora,
y colgó para checar el mapa de internet.
— ¿Cómo sabes
que usaría ese nombre? — pregunto Bobby impresionado
— No hay nada
que yo no sepa de él. — aseguro Deán y se puso a buscar en la red de la
compañía, el GPS del teléfono. — Oye Bobby... ¿Qué sucede con la licorería?
¿Tus padres están fuera de la ciudad o algo así? — pregunto Deán, pues desde
entrar a esa casa había visto un montón de botellas de bebida regadas por todas
partes. Pero nunca espero ver una en el centro de la cocina.
— Como ya dije,
estos meses no fueron… nada sencillos. — murmuro Bobby, le daba vergüenza
admitirlo pero se había dado mucho a la bebida tras la perdida de sus
muchachos, pues estaba solo y el licor era su único consuelo.
— Sam está en
Pontiac, Illinois. — murmuro Deán.
— Cerca de donde
te plantamos. — aseguro Bobby.
— Y justo en donde
florecí… Es mucha coincidencia ¿no crees? — este nuevo detalle le confirmaba a
De que su hermano había cometido toda una locura para salvarlo del tormento.
Así que sin esperar más, se pusieron en marcha hacia la ciudad.
Pontiac, Illinois
Para la
madrugada del día siguiente, Deán y Bobby arribaron a un pequeño motel de la
localidad, pues el GPS indiciaba que Sammy estaba hospedado ahí. Preguntaron en
recepción y subieron hasta la habitación 207, donde según el empleado. Un
sujeto muy alto y fuerte se hospedaba. Llamaron a la puerta y entonces una chica
en ropa interior les abrió.
— ¿Dónde está? —
les pregunto la chica.
— ¿Dónde está
qué? — pregunto Deán sin entender lo que tanto estaba mirándoles.
— La pizza,
¿necesitan dos para entregarla? — pregunto la chica molesta.
— Ah, nos
equivocamos de cuarto. — aseguro Deán, y estaban por irse cuando vieron a Sam
salir del baño de dentro, preguntando por una pizza también.
Sammy miro a
Bobby, y a su hermano en la puerta y se quedo pasmado, no podía dar crédito a
que ellos estuvieran ahí, a que Deán estuviera frente a sus ojos nuevamente, si
se suponía que estaba muerto y en el infierno.
— Hola, Sammy. —
dijo Deán sonriente y se metió a la habitación, pero apenas tenerlo cerca, Sam
se le fue encima con una navaja, por suerte Bobby intervino y lo hecho para
atrás.
— ¿Quién eres? —
exigió saber Sam, pues como todo mundo, prefería pensar que se trataba de
alguna broma de un ente sobrenatural, a pensar en que si era su hermano.
— ¡¿Tu hiciste
esto?! — le grito Deán.
— ¿Qué cosa? —
pregunto Sam sin entender y tratando de zafarse del agarre de Bobby para
matarlo de una vez.
— Es él, es él
Sam... Yo ya pasé por esto… Es él realmente. — le decía Bobby para calmarlo y
luego Sam miro expectante a su hermano, analizando todas sus facciones.
— Lo sé... Me
veo fantástico, ¿eh? — pregunto Deán con una sonrisa, que al igual que antes
fue la confirmación final de que si era el realmente. Bobby soltó Sam y este
corrió a abrazar a su hermano mayor, tuvo que contenerse las lagrimas pues
estaba muy feliz de tenerlo devuelta. Deán también tuvo que contener sus
lágrimas pues estaba tan feliz por volver a tener a su pequeño Sammy entre sus
brazos, a su hermano al que debía proteger siempre.
— ¿Qué? ¿Ustedes
están...? ¿Juntos? — pregunto la chica en ropa interior, pues ese abrazo estaba
siendo bastante emocional para su gusto. Así que los chicos se soltaron y la
miraron bastante apenados.
— ¿Qué? No, no…
El es mi hermano. — le dijo Sam
— Oh je…entiendo,
yo creo que… debería irme. — dijo la chica llena de pena por el comentario tan
desatinado que había hecho sobre su relación.
— Sí, sí, es una
buena idea... Lo siento. — murmuro Sam, así que la chica se vistió rápidamente
y el la acompaño hasta la salida.
— Llámame. — le
pidió la chica
— Sí, claro que
si Kathy. — murmuro Sam nervioso.
— Christie. — le corrigió la chica algo molesta.
— Claro. — ella
sonrió y se fue muy coqueta por el pasillo, Sam asintió nervioso y cerro la
puerta para regresar al interior de la habitación.
— Dime... ¿Cuánto te costo? — exigió saber Deán
desde la esquina, en la que se mantenía cruzado de brazos y mirándolo muy
seriamente.
— ¿La chica?... Yo
no le pago, Deán. —aseguro Sam indignado, no se podía creer que su hermano le
estuviera regañando por una chica.
— No es
gracioso, Sam… El revivirme… ¿Qué te costo? ¿Fue tu alma o algo peor? —
cuestiono Deán.
— ¿Crees que
hice un trato? — pregunto Sam alucinado.
— Es lo que
creemos que hiciste — murmuro Bobby desde la otra punto de la habitación, donde
se mantenía también cruzado de brazos y mirándolo muy serio.
— Pues no lo
hice. — dijo Sam y se sentó en el sofá, algo le decía que iba a ser una platica
muy pero muy larga.
— No me mientas.
— murmuro Deán entre dientes, su hermano se veía muy nervioso y eso siempre
significaba que estaba mintiendo en algo.
— No te miento. —
aseguro Sam, maldiciendo que su hermano lo conociera también, pues no estaba
mintiendo con lo del pacto. Pero si tenía algo que ocultar.
— Ahora yo estoy
salvado, tu no ¿es eso? ¿Ahora eres premio de un demonio?... Yo no quería ser
salvado así. — dijo Deán indignado y se
le puso enfrente para mirarlo a los ojos, así seria mas fácil saber si Sam le
mentía.
— No, Deán...
Desearía haberlo hecho ¿si? — grito Sam y se puso de pie para confrontarlo,
pero Deán lo sujeto por el cuello de la camisa primero.
— No había forma
de hacer esto… ¡Dime la verdad! — le grito Deán y Sam le quito sus manos de
encima
— Lo intenté
todo... Esa es la verdad, trate de abrir la puerta del diablo, y trate de
negociar Deán, pero ningún demonio lo hacia ¿entiendes?... tu ardías en el
infierno por meses y meses, y no podía evitarlo… lamento no haber sido yo ¿si? —
le grito Sam muy enojado pero después se puso a llorar, sentía culpa por no
haber sido el quien ayudara a su propio hermano a salir del foso de la
desesperación. — Deán, lo siento. — murmuro Sam y se limpio las lagrimas.
— Está bien,
Sammy… No tienes que disculparte, te creo. — aseguro Deán, pues el verlo llorar
de esa forma, le hizo ver que Sam solo tenia buenas intenciones y nada mas.
— No lo tomen a
mal... Me alegra que el alma de Sam este intacta, pero… entonces surge otra
pregunta…— dijo Bobby desde atrás.
— Si él no me
sacó ¿quién lo hizo? — se pregunto Deán, si duda alguna aquella iba a r la
pregunta del millón en esos tiempos. Así que Sam fue por unas cervezas, iban a
necesitarlas para poder hablar de algo tan extraño.
— ¿Qué haces
aquí, si no estabas sacándome de mi tumba? — pregunto finalmente Deán.
— Cuando entendí
que yo no podía salvarte… ah, empecé a cazar a Lilith… tratando de vengarme —
dijo Sam sin siquiera verlos, pues sabia que lo iban a regañar por estar
haciendo algo tan peligroso el solo.
— ¿Tú solo?
¿Quién te crees que eres, tu padre? — Bobby no se hizo esperar.
— Sí, lo siento,
Bobby… Debí llamarte pero… estaba muy mal. — aseguro Sam, Deán veía la
habitación de arriba abajo, y se encontró con que había ropa de esa chica fugas
regada por todas partes.
— ¿Ah si? Como
sufrías — se burlo Deán con un brasier en la mano y se sentó junto a Sam,
necesitaba tenerlo cerca.
— En fin… hem,
rastree unos demonios en Tennessee… y de repente cambiaron de rumbo, y
terminaron aquí. — conto Sam, a decir verdad también estaba muy extrañado por
el como había llegado a ese pueblo.
— ¿Cuándo? —
pregunto Deán
— Ayer en la
mañana. — murmuro Sam
— Cuando escapé.
— aseguro Deán, temiendo lo peor en su mirada,
— ¿Crees que
esos demonios están aquí por ti? — pregunto Bobby, pues eran demasiadas coincidencias
en un solo momento del tiempo.
— ¿Pero por qué?
— pregunto Sam
— No lo sé...
Algún demonio importante me saca ¿y ahora esto?... esto debe estar conectado. —
aseguro Deán.
— ¿Y cómo te sientes ahora? — pregunto Bobby,
estaba preocupado de que algún efecto negativo pudiera presentarse en su
muchacho.
— Con un poco de
hambre. — aseguro Deán y todos rodaron los ojos, ese muchacho siempre estaba
pensando en comida.
— No, me refiero
¿si eres tu mismo?… ¿Hay algo extraño, diferente? — le dijo Bobby.
— ¿O demoniaco?...
¿Cuántas veces tengo que probar que soy yo? — pregunto Deán molesto, no se
podía creer que después de todo ese tiempo, siguieran desconfiando de él.
— Sí, pero
escucha… ningún demonio te liberaría por la bondad de su corazón… Deben tener
algo serio planeado. — aseguro Bobby.
— Yo me siento
bien. — aseguro Deán.
— No sabemos que
están haciendo, tenemos un montón de preguntas y ninguna respuesta… necesitamos
ayuda. — dijo Sam desde atrás, el iba a sugerir a alguien pero inmediatamente
Bobby salió a la defensa.
— Hay una
psíquica, a unas horas de aquí… con algo como esto, tal vez ella oyó alguna
cosa. — dijo Bobby.
— Si hay que
intentarlo— dijo Deán, quería tan desesperadamente las respuestas que no le
importaba el como obtenerlas.
— Ahora regreso.
— dijo Bobby y se fue. Deán se levanto para ir al baño pero Sam lo detuvo.
— Oye, espera...
Toma tu talismán. — y Sam se quito del cuello aquel talismán que le había
regalado cuando eran niños, Deán estaba sorprendido y feliz de volver a verlo.
— Gracias. —
murmuro Deán con el talismán en las manos.
— De nada
hermano. — dijo Sam y Deán se puso el talismán en el cuello, ha donde siempre
pertenecido. —Deán... ¿Cómo fue halla? — finalmente Sam había juntado el valor
para preguntarle lo que paso meses preguntándose a si mismo.
— ¿Qué? ¿El
infierno?... No lo sé... Debo haberlo bloqueado, no recuerdo nada. — aseguro
Deán.
— Gracias a Dios
por eso. — murmuro Sam aliviado, no quería ni imaginarse el trastorno que
podrían provocar esos recuerdos en la mente una persona normal.
— Sí. — murmuro
Deán, y se metió al baño para lavarse la cara, el problema fue que al mirarse a
si mismo en el espejo, pudo recordar todo el dolor, los gritos y la
desesperación del infierno. Había mentido a Sam, el recordaba toda la
experiencia y no era nada agradable, era lo peor que una persona podría sufrir.
Finalmente los
chicos abandonaron el motel y se reunieron con Bobby en el estacionamiento,
pues el hombre acaba de terminar una llamada con su contacto. — Está a unas
cuatro horas por la Interestatal… síganme. — les ordeno y se metió a su auto.
— Supongo que
querrás conducir. — dijo Sam y le arrojo las llaves del impala a su hermano.
— Casi lo
olvidaba… Hola querido, ¿me extrañaste? — Preguntaba Deán sonriente a su auto,
mirándolo por todas partes para asegurarse de que estaba en perfectas
condiciones, y finalmente se subió, seguido por Sam — ¿Qué diablos es eso? —
pregunto tras ver un aparato horrible junto a su volante.
— Es un iPod,
Deán. — dijo Sam entre risas, era increíble que su hermano siguiera viviendo en
la edad de piedra y no conociera la tecnología.
— Te dije
cuídalo, no échalo a perder. — le regaño Deán.
— Deán, creí que
era mi auto. — dijo Sam en su defensa y con una sonrisita. Deán prendió el auto
y una canción horrible empezó a sonar a todo volumen,
— ¿Enserio? — Le
pregunto Deán incrédulo, y Sam solo se encogió de hombros así que Deán arranco
el Ipod y lo hecho para atrás.
Así que Deán
puso el impala a toda velocidad como en los viejos tiempos y fueron tras Bobby.
Se sentía tan bien estar de vuelta en la carretera, pero eso trajo a la mente
de Deán un montón de preguntas también.
— Aún hay una
cosa que me molesta. — aseguro Deán.
— ¿Que? —
pregunto Sam preocupado de que fuera a tratarse de un malestar físico.
— Sí, la noche
en que me morí o me mataron... ¿Cómo te
salvaste?... Creí que Lilith iba a matarte. — le pregunto Deán, estaba tratando
de recordar los mayores detalles de esa noche y solo recordaba a Lilith besando
a Sam, y a Ruby diciendo que ella quería la cabeza de Sam en un palo.
— Ah… lo
intentó, pero no lo logro — murmuro Sam
— ¿Como que no
pudo? — pregunto Deán interesado.
— Me disparó una…
luz que quemaba y… no… no me hizo nada, como si fuera inmune o algo así. —
explico Sam
— ¿Inmune? —
pregunto Deán en pánico. Ser inmune a los poderes de un demonio, significaba
que algo en común debía tener la persona, en este caso Sam tenia que tener
algún en común con ellos.
— Sí… No sé
quién se sorprendió mas, si ella o yo… Y después se fue — dijo Sam enojado, el
recuerdo de esa demonio escapándose después de lo que le había hecho a sus
hermanos, lo hacia rabiar.
— ¿Y por qué
Jeff termino en coma? — exigió saber Deán, no se podía creer que en todo ese
rato, Sammy jamás hubiera mencionado nada del pequeño.
— Bobby te lo
dijo. — murmuro Sam, el no había querido hacerlo hasta encontrar el momento
adecuado, quería disfrutar un poco mas de la vuelta de su hermano. — Lilith fue
la culpable también… esa luz… no me afecto a mi, pero a Jeff… lo dejo como
muerto, respiraba… pero no abría los ojos… tratamos de despertarlo, pero… Bobby
dijo que seria mejor internarlo, así que sigue en el hospital... sin ningún
cambio. — dijo Sam lleno de pesar.
— Vamos a
resolver eso también, lo prometo… hallaremos una manera de traerlo de vuelta…
¿Y qué paso con Ruby? ¿Dónde está? — volvió a preguntar Deán.
— Muerta o en el
infierno… no lo se — dijo Sam sin mucho interés, después de esa noche, ya nadie
le importaba realmente.
— ¿Y has… estado
usando tu poder especial? — pregunto Deán, con miedo incluso de pronunciar tal
cosa.
— No. — murmuro
Sam sin siquiera voltear a verlo.
— ¿Es la verdad?...
Bueno porque ahora que tienes inmunidad o lo que sea… me pregunto que cosas
raras te estarán pasando — le dijo Deán, lo conocía también que con tan solo
una mirada se percato de que Sammy había
cambiado.
— Nada, Deán… Tu
no querías que usara eso, así que no lo estoy usando… fue como tu ultimo deseo
— aseguro Sam
— Vamos a
dejarlo así. — murmuro Deán, realmente esperanzado a que Sam se mantuviera
lejos de ese camino demoniaco.
A la mañana
siguiente, los muchachos llegaron al siguiente condado, y fueron directamente a
una casa blanca en el centro. Bobby llamo a la perta y en segundos una mujer,
alta y fuerte les abrió la puerta.
— JAJAJA ¡Bobby!
— decía la mujer muy feliz, abrazo a Bobby, y hasta lo cargo en el aire. Los
Winchester se miraron confundidos, pues jamás habían conocido a una mujer tan
alegre, tan varonil.
— Eres un
deleite para los ojos. — le dijo Bobby a la mujer.
— ¿Y son los
chicos? — pregunto ella, mirando a los muchachos con una sonrisa bastante
traviesa, de hecho se los estaba imaginando desnudo.
— Sam, Deán…
Pamela Barnes, la mejor psíquica del estado. — les presento Bobby.
— Hola. —
dijeron los dos al unisonó.
— Hum… Deán
Winchester, fuera del fuego y de vuelta en la parrilla ¿eh?... Eso te hace algo
especial. — le dijo Pamela. Mirándolo de arriba abajo.
— Si tú lo
dices. — murmuro Deán, se sentía intimidado por esa mujer y era bueno sentir
ese tipo de emociones otra vez.
— Pasen. — dijo
Pamela entre risas y les abrió la puerta a todas sus anchas para que pasaran.
— ¿Y has oído algo?
— pregunto Bobby apenas poner un pie dentro.
— Bueno, mi
Ouija contacto a unos espíritus… Nadie sabe quien saco a tu muchacho, ni
porque. — aseguro Pamela.
— ¿Ahora qué sigue? — le cuestiono Bobby,
conocía bien a Pamela y sabia que cuando ella se proponía una cosa, hacia de
todo para conseguirlo.
— Una sesión, yo creo… Haber si vemos a quien
lo hizo. — aseguro Pamela, de hecho era el único recurso que le quedaba para
averiguar el misterio de la cosa que saco al chico Winchester del foso. Ya que
ya había intentado todo lo demás.
— ¿No irás a
convocar a esa cosa aquí? — pregunto Bobby aterrado, pues no estaban lo
suficientemente preparados para enfrentarse a algo tan grande.
— No… Sólo
quiero echarle un vistazo, como en una bola de cristal sin el cristal. — dijo
Pamela entre risas, ella era un psíquica con habilidades muy grandes y no
necesitaba de artilugios ni cosas para hacer su trabajo.
— La apoyo. — murmuro
Deán, le gustaba mucho cuando una mujer hablaba así de decidida, esas eran las
mejores. Pamela los condujo hasta su sala y coloco la tela de altar en una
mesa, luego se agacho para sacar unas cosas y ahí los Winchester miraron que en
su espalda baja tenia un tatuaje, que decía: Por siempre Jesse
— ¿Quién es
Jesse? — pregunto Deán lleno de curiosidad y ella se burlo, porque todos los
chicos guapos que conocía siempre preguntaban eso.
— Bueno, no fue
para siempre. — dijo entre risas, si todos conocieran la verdad tras ese error,
se podrían reír.
— El se lo pierde.
— murmuro Deán
— Tu podrías
ganar— dijo Pan, pasando a su lado y guiñándole el ojo como otro gesto de
coqueteo. A ella también le atraía, los dos le atraían mucho.
— Huy, estoy
desacuerdo. — murmuro Deán, manteniendo el control de sus pantalones, pues de
estar solos, ya se le habría ido encima.
—Sí, te va a
comer vivo. — se burlo Sam
— Oye, ayer salí
de la cárcel... Que venga. — dijo Deán con todo orgullo, Pamela los escucho
desde atrás y se rio, se estaban muriendo por estar con ella. Así que se les
acerco toda sonriente.
— Estas invitado
también. — le dijo a Sam y siguió su camino.
— ¡No estás
invitado! — dijo Deán apuntándole con el dedo a su hermano menor, pro lo hacia
de broma. Era muy pronto para que se empezaran a pelear por una chica.
Pamela puso unas
velas en el centro de su mesa, formando un circulo perfecto con ellas para
traer el pode. — Bien... Tómense de las manos… Y necesito tocar algo que
nuestro monstruo misterioso haya tocado. — dijo Pam y bajo su mano para tocar la entrepierna
de Deán.
— ¡Augh! No me
tocó ahí. — exclamo Deán indignado y salto de la silla.
— jejeje,
perdóname. — dijo ella entre risas, entonces todos se tomaron de las manos con
cierta incomodidad (pues todos eran hombres) y Deán se alzo un poco la camisa,
dejando ver la marca de la mano que tenia quemada, Sam se quedo impresionado,
pues eso era como un recuerdo de lo terrible que debía de ser el infierno.
— Muy bien. —
murmuro Pamela y puso su mano sobre la marca, para concentrarse y luego empezó
con el conjuro de invocación:
Yo te invoco, conjuro y
demando... Preséntate ante este círculo.
Yo te invoco, conjuro y
demando... Preséntate ante este círculo.
Yo te invoco, conjuro y
demando... Preséntate ante este círculo.
Yo te invoco, conjuro y
demando...
Pam se quedo
callado un momento pues la televisión que estaba detrás de ellos se prendió
sola en la estática. — ¿Castiel?... No, lo siento Castiel, no me asusto
fácilmente. — dijo Pam, evidentemente estaba hablando con alguien en otro
plano.
— ¿Castiel? —
pregunto Deán indignado.
— Es su nombre…
Está susurrándome… advirtiéndome que me vaya. — conto Pamela sin llegar a
romper su concentración, entonces la mesa empezó a temblar sin control y eso
molesto a Pam más de lo debido, esa cosa quería asustarla pero ella no se iba a
dejar. Así que cambio el conjuro por uno más efectivo:
Te conjuro y te demando…
muéstrame tu cara.
Te conjuro y te demando…
muéstrame tu cara.
Te conjuro y te demando…
muéstrame tu cara.
Te conjuro y te demando…
muéstrame tu cara.
— Tal vez
debemos parar. — murmuro Bobby, preocupado por todas las manifestaciones de
energía sobrenatural que estaban teniendo.
— ¡Casi lo
tengo!... Te demando, muéstrame tu cara…
¡Muéstrame tu cara, ahora!— ordeno Pam, entonces el fuego de las velas aumento
y Pamela dio un grito aterrador, pues sus ojos estaban ardiendo por completo.
Luego cayó al suelo
— ¡Llamen al
911! — grito Bobby, y se agacho para recoger a Pam, quien tenia completamente
quemados los ojos.
— Estoy ciega… ¡Estoy
ciega! ¡Oh dios! ¡Oh dios, no! — gritaba Pamela desesperada, había visto una
cosa temible en otro plano y eso le había costado sus dos ojos, sin duda alguna
fuera lo que fuera lo que salvo a Deán, no era bueno.
Pam fue llevaba
hasta el hospital del condado, Bobby se fue con ella pues era el único que
podría inventar un pretexto lo suficientemente bueno para la policía. Mientras
que los Winchester regresaron a Illinois a la espera de noticias de su nueva
amiga.
Deán había
insistido bastante en que necesitaba comer, así que se pararon en la cafetería
local. — ¿Qué dice Bobby? — pregunto tras ver que hermano regresaba a la mesa.
— Pam está
estable y fuera de peligro. — comento Sam aliviado.
— ¿Y ciega por
nuestra culpa? — pregunto Deán con ironía, ambos sabían que ella no estaba
involucrada en todo aquello, y que si ellos no la hubieran presionado, aun
estaría bien-
— Y seguimos sin
idea de que enfrentamos. — dijo Sam, ignorando el comentario tan desatinado de
su hermano.
— No, ya tenemos
algo… Tenemos un nombre... Castiel o como sea, con eso podríamos convocarlo y
hacerlo salir. — aseguro Deán.
— ¿Estás loco?...
Definitivamente no — dijo Sam horrorizado, no estaba dispuesto a correr un
riesgo de ese tamaño, no tan pronto.
— Debemos
hacerlo, después de lo que hizo — se excuso Deán, ahora quería respuestas y
venganza por la pobre Pam.
— Pam solo lo
miro y sus ojos se quemaron en sus cuencas… ¿y tú quieres enfrentarlo? —
pregunto Sam horrorizado, todo eso sonaba como a una misión suicida.
— ¿Tienes una
idea mejor? — le reto Deán.
— Sí, a decir
verdad, Si… Seguí a unos demonios hasta aquí, ¿no? —le recordó Sam, pues con
todo el alboroto estaban perdiendo de vista a los verdaderos villanos de la
historia.
— ¿Y? — pregunto
Deán sin entender que tenia que ver eso.
— Solo hay que
encontrarlos… Tal vez ellos saben algo sobre esto— dijo Sam, llego una mesera y
dejo la comida en su mesa. — Gracias. — agrego Sam, y entonces la mesera se
sentó en medio de ambos y los miro expectantes.
— ¿Quieres la
propina? — pregunto Deán impactado, pues jamás había pasado en eso con ninguna
mesera, en ningún restaurante.
— Perdón, creí
que estaban buscándonos. — aseguro ella y
puso los ojos negros, era uno de los demonios de los que estaban hablando. Los
Winchester iban a salir corriendo pero entonces notaron que todos los demás de
ese lugar también eran demonios y que uno de ellos hacia guardia en la entrada,
los tenían acorralados y desarmados.
— Deán...
saliste del infierno, si que tienes suerte. — se burlo la demonio.
— Exactamente. —
murmuro Deán, no sabia como o porque, pero era capaz de reconocer a esa
demonio, la había visto en el infierno alguna vez.
— ¿Qué hiciste
para salir del foso? ¿Eh?... Dime ¿qué te hace tan especial? — exigió saber la
demonio, pues incluso para ellos, el escapar del foso era una cosa que tardaba
años, siglos humanos para ser verdad, y Deán solo había tardado cuatro meses.
— Creo que son
mis hermosos pezones — se burlo Deán. — No lo sé… No hice nada, y no sé quién me sacó. —
aseguro Deán.
— Aja, no lo
sabes. — murmuro la demonio llena de incredulidad, lo cierto es que no le creía
ni media palabra.
— No, no lo sé. —aseguro
Deán.
— Mentir es pecado.
— se burlo la demonio.
— Yo no miento…
Pero quiero averiguarlo, quizá tu puedas iluminarme, Flo. — dijo Deán lleno de
ironía, pues toda esa actitud de esos demonios solo dejaba ver una cosa, tenían
miedo y estaban buscando respuestas.
— Cuida tu tono
conmigo, muchachito… O te devolveré al infierno yo misma. — amenazo la mujer.
— No lo creo. —
dijo Deán con una risita de orgullo, ahora estaba seguro de sus sospechas. Los
demonios jamás amenazaban, solo actuaban.
— ¿No? — reto la
mujer.
— No... Si
pudieras, ya lo habrías hecho… Tampoco saben quien lo hizo… Y tienen tanto
miedo como nosotros, solo buscan respuestas… Tal vez fue un espíritu súper
cargado... O Godzilla… O un demonio
súper importante, pero supongo que por tu nivel no te dicen nada… porque sea
quien sea, me quería afuera… y es mucho mas fuerte que tu. — aseguro Deán y Sam
noto que las reacciones silenciosas de los demonios, indicaban que su hermano
tenia razón, estaban muertos de miedo. — Adelante, devuélveme… pero no vengas a
llorarme cuando aparezca en tu puerta, a pedirte cuentas. — amenazo Deán.
— Voy a meter mi
mano y te sacare los pulmones. — dijo la demonio entre dientes, Deán la miro
serio unos segundos y le dio una fuerte bofetada, el demonio se giro a verlo
pero el le dio otro golpe. Pero la demonio no respondió al ataque, solo lo miraba
con odio.
— No te atreves—
le dijo Deán al demonio. — Vámonos Sam — agrego y su hermano salió rápido del
lugar, Deán se quedo un momento más y le arrojo un dólar a la mujer. — Es lo del pie. — le dijo y salió corriendo
del lugar.
— Vaya, si que estuvo
cerca. — murmuro Deán aliviado.
— No vamos a
dejarlos ahí, ¿verdad? — le pregunto Sam en pánico, el quería tomar las armas y
regresar corriendo para acabar con todos ellos.
— Ahora sí,
había tres de ellos, tal vez más… Y sólo hay un cuchillo para nosotros. —
comento Deán, regresar a pelear contra esos tipos a plena luz del día seria una
misión suicida.
— He matado más
que esos últimamente. — aseguro Sam
— Ya no... El
hermano listo ya volvió. — murmuro Deán con ironía, pero el comentario si que
molesto mucho a Sam, pues el se había hecho cargo de muchas cosas en los
últimos meses y había probado que era mejor cazador que su propio hermano.
— Deán, hay que
matarlos… son peligrosos. — dijo Sam
— Están
asustados... Le temen a lo que tuvo el poder de sacarme, se trata de algo muy malo…
un trabajo a la vez Sam — dijo Deán y se metió al auto, Sam le hecho un ultimo
vistazo al sitio y se metió al auto resignado.
Por la noche,
cuando Deán se quedo dormido. Sam se escabullo fuera de la habitación del
motel, tomo el auto y se fue de regreso a la cafeterita de los demonios, no le
importaba lo que quisiera su hermano, el estaba ahí para acabar con esas cosas,
era su caso y tenia que terminarlo.
Deán estaba
durmiendo plácidamente cuando la tele de la habitación se predio a todo volumen,
se despertó y vio la estática de nuevo en la pantalla. Así que se puso de pie,
alerta con su arma en las manos, esperando a que esta vez la cosa si se
presentara, pero solo pudo escuchar un sonido horrible que hizo que sus oídos
empezaran a sangrar.
Deán estaba arrodillado
cuando el cristal de la ventana se
rompió, y luego el espejo del techo se partió en mil pedazos, haciendo que Deán
cayera estrepitosamente al suelo. — ¡Deán! — se escucho gritar a Bobby, y
cuando Deán por fin pudo abrir los ojos, estaba siendo sacado de esa
habitación.
Bobby se llevo a
Deán del motel, pues tenia miedo de que esa cosa rara volviera a regresar y
esta vez cumpliera con lo que parecía ser su cometido, dañar a Deán. — ¿Cómo estás, hijo? — le pregunto Bobby, tras
ver que sus oídos ya habían dejado de sangrar.
— Me siguen
zumbando los oídos, Bobby. — comento Deán, pero aun así tomo el celular y llamo
a Sam, pues su ausencia había brillado como el sol. — ¿Donde estas? — exigió
saber apenas le respondió el teléfono.
— No podía
dormir... fui por una hamburguesa. — mintió Sam, pues en esos momentos seguía
estacionado fuera del restaurante, espiando a los demonios.
— ¿En mi auto? —
le pregunto Deán molesto.
— La fuerza del
habito, lo siento... ¿Qué haces despierto? — pregunto Sam intrigado, cuando
salió del cuarto estaba seguro de que su hermano iba a dormir toda la noche.
— Ah Bobby
regresó, vamos por una cerveza. — Deán también estaba mintiendo, pues también tenía
sus propios planes para esa noche.
— Ah pues...
tomen una por mí. — murmuro Sam
— Hecho… te
veremos luego. — aseguro Deán y colgó.
— ¿Por qué no se
lo dijiste? — exigió saber Bobby, Deán no era de los que se guardaban secretos
y mucho menos con su hermanito.
— Trataría de
detenernos. — murmuro Deán.
— ¿De qué? —
pregunto Bobby sin entender lo que estaba diciéndole.
— De convocar a
esa cosa… Es tiempo de enfrentarlo. — dijo Deán muy seguro de si, ya estaba
cansado de tener que vivir con la incertidumbre y hasta el miedo de no saber
quien y para que lo habían regresado a la vida.
— No puedes
hablar en serio. — dijo Bobby
— Hablo enserio…
Llego la hora amigo. — dijo Deán en tono burlón.
— Pero no
sabemos que es... Podría ser un demonio, podría ser cualquier cosa. — dijo
Bobby, tenia que hacerle ver lo peligroso que era meterse en una misión sin
conocer al enemigo, ni la forma de matarlo.
— Por eso estaremos
listos… Tenemos el cuchillo mágico, tú tienes un arsenal en tu auto. — comento
Deán y saco el cuchillo de su bolsillo, para tenerlo e su mano de una buena
vez.
— Esto es una
mala idea. — murmuro Bobby
— Si, estamos de
acuerdo, ¿pero que otra opción hay? — pregunto Deán.
— El seguir con
vida. — le dijo Bobby.
— Bobby, sea lo
que sea y lo que quiera… anda tras de mi, eso lo sabemos ¿no?... no me puedo
esconder, puede atraparme con los pantalones abajo… O puedo hacerle frente. —
dijo Deán mucho mas seguro que antes.
— Deán…
Necesitamos a Sam para esto. — aseguro Bobby, pues una pelea tres contra uno
resultaba mejor en esos casos.
— No, el está
mejor así. — murmuro Deán, estaba seguro de que Sam estaba mejor alejado de ese
asunto, pero lo que no sabia era que para esos momentos, Sam ya estaba dentro
de la cafetería de los demonios, con un panorama nada bueno.
Sam se encontró
con que los demonios ya estaban muertos, por un momento pensó que se trataba solo
de los huéspedes humanos, así que se agacho para revisar a uno de los cuerpos y
se encontró con que tampoco tenia ojos, los tenía quemados, igual que Pam la
otra noche. Entonces la camarera de la otra vez salto sobre el y le dio de
puñetazos hasta que se la pudo quitar de encima con una patada.
— Tus ojos. —
dijo Sam horrorizado, pues las cuencas de esa mujer estaban quemadas y había
sangre corriendo por sus mejillas, se veía horrible.
— Puedo oler tu
alma a un kilometro de distancia. — aseguro al mujer sin bajar los puños,
estaba lista para seguir pegándole.
— Estuvo aquí… ¿Lo
viste? — pregunto Sam
— Lo vi. — dijo
la demonio muy consternada.
— ¿Qué era? —
exigió saber Sam
— Es el fin,
estamos muertos... Todos muertos. — dijo la demonio en pánico y eso si que puso
muy nervioso a Sam, los demonios jamás se asustaban, ellos eran los que
disfrutaban creando ese sentimiento en las demás personas.
— ¿Qué cosa viste?
— le pregunto Sam
— Vete al
infierno. — le grito la demonio.
— Qué divertido...
Iba a decirte lo mismo a ti. — dijo Sam con ironía, cerro los ojos como para
concentrarse y alzo la mano hacia ella, entonces la nube negra de demonio salió
en pedazos del cuerpo humano hasta que se consumió en llamas, y la mesera cayo
inconsciente.
Sam se agacho
para comprobar el estado de la chica, ella estaba muerta. — Maldición— murmuro
Sam, a pesar de haber utilizado sus poderes especiales, no había podido salvar
a nadie, todos estaban muertos.
— Ya eres muy
eficiente, mejor cada vez. — se escucho decir a una voz, y Sam se puso de pie
para ver a la mujer con la que estaba el otro día en el motel.
— ¿Qué esta
sucediendo aquí, Ruby? — le pregunto Sam, ella sonrió, pues en efecto era Ruby
en un nuevo cuerpo, un cuerpo que nadie aparte de Sam reconocía.
— Ojala supiera.
— murmuro la demonio y tras echar un vistazo mas a los cuerpos, los dos se
sentaron en una mesa para hablar de los últimos acontecimientos.
— Creemos que un
demonio de alto nivel saco a Deán, — comento Sam
— No creo… Sam,
las almas humanas no salen del infierno y regresan a sus cuerpos tan
fácilmente… El cielo sangra, el suelo tiembla... es cósmico… Ningún demonio
puede hacer eso, ni Lilith… ninguna criatura. — le explico Ruby
— ¿Y quien si? —
pregunto Sam
— Nada que yo haya
visto antes. — aseguro Ruby, ella misma se había llevado un susto de muerte
cuando vio a Deán en ese motel, pues sabia que no era posible. — Sam, tengo una
pregunta... ¿Le dirás a Deán lo que estamos haciendo? — le pregunto finalmente.
— Sí, sólo debo
buscar la forma de hacerlo… Mira, sólo necesito tiempo ¿si? Es todo. — dijo
Sam,
— Sam, se va a
enterar y si no es por ti, se pondrá furioso. — aseguro Ruby, desde el momento
en que volvo a ver a Deán supo que todo se había complicado para ellos, ella no
le agradaba a Deán y no podría seguir estando con Sam
— Se enojara de
todos modos… es tan necio con esta cosa psíquica… que tratara de detenerme, — aseguro
Sam, el había mentido a su hermano en el impala el otro día, el llevaba un par
de meses utilizando sus poderes de demonio, todo gracias a que Ruby se lo había
enseñado.
— Bueno, tal vez
yo… deba retirarme un tiempo… No soy exactamente del agrado de tu hermano,
pero… es tu hermano y no me meteré entre ustedes dos. — dijo la demonio.
— No sé si lo
que hago es correcto… ni siquiera se si confío en ti. — empezó a decir Sam
— Gracias. —
murmuro Ruby llena de ironía.
— Lo que si se,
es que salvo personas… y mato demonios, y se siente bien… quiero seguir
adelante. — aseguro Sam, en los ultimo tiempos ya había salvado a mas de 100
personas posadas y había regresado todos
esos demonios al infierno, y lo había hecho solo, por eso estaba tan orgulloso
de su trabajo.
Mientras tanto,
Deán y Bobby se instalaron en un granero de las afueras del pueblo y estaban
pintando un montón de símbolos por todas partes para estar preparados para
atrapar a la cosa apenas apareciera.
— Es toda una
obra de arte lo que hiciste aquí. — comento Deán.
— Trampas y
talismanes de todas las religiones del mundo— le explico Bobby, sin dejar de
pintar símbolos. — ¿Cómo vas? — le pregunto, pues Deán era el encargado de
preparar las armas para el ataque.
— Estacas,
hierro, plata, sal, el cuchillo... Estamos listos para atrapar y a matar lo que
sea que conozcamos. — aseguro Deán, mirando la mesa que usaba como armería.
— Sigo diciendo
que es una mala idea. — murmuro Bobby.
— Sí, Bobby, ya
lo dijiste como diez veces… ¿Qué tal si mejor empiezas a invocar? — sugirió
Deán molesto, y Bobby no tuvo mas que complacerlo, ya lo había envuelto en todo
ese asunto y no se podía salir, así que empezó a invocar.
Amate Spiritus Obscure.
Bobby
termino el ritual de invocación, pero no
apareció nadie. Pasaron unos minutos sin que nada pasara, así que Deán se
desespero y empezó a silbar a la espera de alguna señal demoniaca o algo.
— ¿Hiciste el
ritual correcto? — pregunto Deán molesto, pero lo único que recibió como
respuesta fue una fea mirada de rabia de Bobby.
— Lo siento… no seas quisquilloso. — le dijo, y entonces los techos del
granero empezaron a temblar muy fuerte, así que se juntaron en el centro para tomar
sus armas.
— Es un deseo,
pero tal vez solo sea el viento. — dijo Deán y entonces las luces estallaron y las
puertas del granero se abrieron de par en par, dejando ver que un hombre
entraba caminando muy despacio y se les acercaba. Ellos le dispararon una
docena de veces pero no le hicieron nada, entonces Deán tomo el cuchillo.
— ¿Quién eres? —
exigió saber Deán.
— Soy el que te
tomo y te sacó de la perdición. — dijo el hombre misterioso con una voz
tranquila y ronca.
— ¿si?... Gracias
por eso. — se burlo Deán y lo apuñalo con el cuchillo en el corazón, pero no le
hizo nada, pues el hombre se lo saco como si nada hubiera pasado. Bobby iba a
golpearlo por detrás pero el tipo le agarro la mano y luego al tocarle la
cabeza, lo hizo desmayarse.
— Necesitamos
hablar, Deán… A solas. — exigió el sujeto, pero Deán no lo escuchaba, solo
corrió muy preocupado hasta de rodillas junto a Bobby, para tomarle el pulso. —
Tu amigo está vivo. — volvió a asegurar el tipo y tomo el cuchillo mata
demonios para mirarlo detenidamente, le parecía un artefacto curioso.
— ¿Quién eres? —
volvió a preguntar Deán.
— Castiel. —
murmuro el hombre sin girar a verlo siquiera, pues estaba fascinado mirando las
armas y los símbolos que Bobby pinto en las paredes.
— Eso ya lo supuse…
pero ¿qué eres? — exigió saber Deán, pues estaba claro de que el no era un
demonio, pues el cuchillo no había funcionado.
— Soy un ángel
del Señor. — aseguro Castiel y deán se puso de pie de nuevo, necesitaba que su
mente volviera a conectarse con sus oídos, pues no podía creer lo que había
escuchado salir de la boca de ese sujeto.
— ¡Eso no lo
creo! No existen tales cosas. — aseguro Deán, recordando ese caso con el
supuesto ángel que había resultado ser solo un fantasma.
— Ese es tu
problema, Deán... No tienes fe. — aseguro Castiel y entonces aparecieron unos
truenos dentro del granero y su luz permitió que Castiel desvelara sus enormes
alas de color negro. Deán se quedo en shock un segundo, pues esa era la
comprobación final de que si era un verdadero ángel.
— Vaya ángel que
eres... Quemaste los ojos de esa pobre mujer. — le reprocho Deán, según las
leyendas los ángeles sol hacían el bien, jamás lastimaban personas como a la
pobre Pam y por eso no lo podía inicialmente.
— Le advertí que
no viera mi forma real… eso puede ser, abrumador para los humanos… igual que mi
voz real, pero tu ya sabes eso. — le explico el ángel y luego de pensarlo unos
segundos, Deán lo entendió.
— ¿Hablas de la
gasolinera y del motel? ¿Era tu voz?... la próxima vez, baja el volumen. — le
rogo Deán, pues ese sonidito era muy abrumador.
— Fue mi error… ciertas
personas especiales... Perciben mi aspecto real, creí que eras una de ellas… pero
me equivoque. — dijo Castiel a modo de disculpa.
— ¿Y cual es tu
aspecto ahora? ¿El de un santo contador? — pregunto Deán, pues tenia la
seguridad de que no estaba viendo el verdadero rostro de esa cosa.
— ¿Esto? Esto
es... un contenedor. — explico el ángel, haciendo presunción de su gabardina
color baige, su contenedor era un hombre muy atractivo, de ojos azules, cabello
negro y aspecto muy formal.
— ¿Estás
poseyendo a un pobre tipo? — pregunto Deán impresionado, pues no creía que los
ángeles fueran iguales a los demonios en ese aspecto.
— Es un hombre
devoto... Rezó por ello. — aseguro el ángel.
— ¿Sabes que?,
no creo lo que dices… ¿Quién eres en realidad? — exigió saber Deán, pues no se
podía creer que una persona rezara por ser poseído, simplemente no era creíble.
— Ya te dije. — murmuro el ángel.
— Claro…. ¿Y por
qué un ángel me rescato del infierno? — exigió saber Deán, pues eso era lo
único que le importaba ahora.
— Las cosas
buenas pasan, Deán. — aseguro el hombre.
— No en mi
experiencia. — murmuro Deán, y era cierto. Las cosas sobrenaturales nunca
hacían algo por la bondad de su corazón, siempre había un precio que pagar y el
ahora ya lo sabia por experiencia.
— ¿Qué te pasa?
¿Acaso crees que no merecias ser salvado? — pregunto el ángel impresionado.
— ¿Por qué lo
hiciste? — volvió a exigirle Deán, y esta vez el ángel corroboro todos los
rumores, Deán Winchester era un joven bastante necio y al que siempre se le
debía hablar con la verdad.
— Porque Dios me
lo ordenó… Porque tenemos un trabajo para ti. — aseguro el ángel con toda la
seriedad posible en su rostro.
Deán se quedo
helado, no solo acaba de descubrir que los ángeles eran reales, ahora también
lo era dios, el ser mas grande y poderoso de la creación… Castiel asintió a la
reacción de Deán y comprendió que no era el momento apropiado para hablarle de
todo lo que estaba por ocurrir en sus vidas. Así que mágicamente desapareció,
dejando atrás únicamente el sonido del aleteo de sus alas.
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