¿Estas ahí Dios? Soy yo, Dean Winchester
Descripción
Sam y Dean visitan a su hermano comatoso en el hospital, y se sorprenden cuando los espíritus de Meg, Ronald y el Agente Henricksen aparecen y los acusan de haberles fallado. Aun que desesperados por la situación, los hermanos deben sobreponerse para salvar a Bobby, que esta paralizado por la tristeza y la culpa. Y no puede luchar contra los furiosos fantasmas de niños a los que no pudo salvar. Mientras tanto, Jeff se enfrenta a sus demonios internos y recibe una inesperada ayuda celestial.
Erie, Pennsylvania.
Jeffrey tenía 4
meses en estado de coma, había sido una decisión muy difícil para Sam y Bobby,
pero lo habían llevado de regreso al pueblo, para que Jasón (el viejo amigo de
Jeff) lo cuidara de las cosas oscuras que podían ir tras él.
Esa noche estaba
lloviendo a cantaros, los rayos eran muy fuertes y su luz se veía reflejada
dentro de todos los cuartos del hospital, así que Jasón se quedo en la
habitación de Jeff para leerle el periódico como todos los días, el tenia la
sensación de que Jeff lo podía escuchar y quería que se mantuviera informado de
todo lo que pasaba.
— Las cosas se
están poniendo feas Jeff. — le dijo Jasón, ya estaba cansado de tener que
leerle puras malas noticias, muertes, robos, desapariciones. — Te necesitamos,
tienes que despertar Jeff… tienes que hacerlo. — comentaba Jasón mientras
revisaba que todo estuviera bien, la sal de las orillas, los aparatos…
— ¿Cómo esta
nuestro chico? — se escucho preguntar a alguien y Jasón se giro para ver al
Doctor. Derek, el hombre que había estado cuidando del estado medico de Jeff en
los últimos meses.
— Esta bien
Doctor, sus signos siguen estables. — comento Jasón, pero de todas formas el
Doctor reviso a Jeff rápidamente.
— ¿Sabes que no
entiendo Jasón?... este jovencito tiene los signos vitales de una persona sana,
no entendiendo porque no despierta… Y es una pena, es un niño… tenia toda la
vida por delante. — comento el Doctor y paso sus dedos por el cabello de Jeff.
No había forma
alguna de que alguien lo supiera, pero Jeff no solamente estaba en coma, estaba
viviendo dentro de sus pesadillas, momentos diferentes en los que era
perseguido y asesinado por la misma persona… Fe Lehane, la cazadora oscura.
— ¿Y se supone
que esto es divertido? — preguntaba Jeff, pues en su mente ahora estaba atrapado
en un picnic, solo el y Fe, comiendo frutas frente a un hermoso lago.
— No seas
aburrido… se supone que esto es lo que hacen las personas normales para
divertirse. — decía Fe, mordiendo su manzana con todas sus fuerzas.
— No es cierta
tonta, nosotros también somos normales… y nunca hicimos esto. — se burlo Jeff,
una parte de su conciencia sabia que todo era un sueño y que en la realidad,
estaba muerto en vida. Pero esa misma parte no lo comprendía y por eso se
dejaba llevar por los sueños de una a otro en repetidas ocasiones.
— Nunca hemos
sido normales… somos cazadores Jeff, nosotros no tenemos vida… solo tenemos…
muerte. — le explicaba la cazadora y cuando Jeff se dio cuenta, ya tenia un
puñal clavado en el estomago, como en todo los sueños, ella lo había matado.
Un poco lejos de
ahí, una mujer cazadora estaba descansando, cuando las luces de la casa
empezaron a parpadear, se despertó al instante y pudo sentir la baja de la
temperatura, clásico de un fantasma. Fue al armario para buscar el EMF y en eso
sonó su teléfono, pero no atendió, dejo que la contestadora tomara el mensaje.
— Hola, soy Olivia… No estoy.
Deja un mensaje.
— Olivia,
soy Bobby… Llámame, ¿Quieres?... Es algo grande, necesito tu ayuda.
Olivia no hizo
caso del llamado de Bobby, tomo su rifle y camino alrededor de toda la sala y
la cocina en busca del fantasma, pronto apareció un muchacho golpeado y cocido
por el pecho.
— ¡Tú! — exclamo
ella sorprendida por volver a verla y le disparo con sal, haciéndolo
desaparecer al instante. Como Olivia estaba en la cocina fue fácil que tomara
la sal y la vaciaría en la entrada para
que nada pasara y entonces el muchacho volvió a aparecer.
— Vete… Lo
siento mucho. — le rogo la mujer con lagrimas en los ojos, pues ese fantasma
era un recordatorio de muerte de su pasado. Oliva se giro para tomar el arma de
nuevo y detrás de ella aprecio otro fantasma, una mujer rubia que le metió la
mano en el pecho y le arranco el corazón de un solo jalón.
Dakota del Sur
Los Winchester
se habían quedado a vivir temporalmente en casa de Bobby, había pasado ya un
día desde que Deán tuviera ese mágico encuentro con Castiel, el ángel de los
cielos, y el seguía sin dar crédito a ello.
— ¿Entonces dime
qué mas podría ser? — volvió a preguntar Sam, estaba cansado de no pasar del
tema de conversación.
— Yo solo se que no fui salvado por un ángel. —
aseguro Deán, Castiel no le había caído nada bien y estaba seguro de que era un
mentiroso.
— Ahora, dime… ¿Por qué crees que Castiel mentiría al respecto? — exigió saber
Sam, todas las quejas de su hermano eran puras tonterías, no tenia fundamentos
para no creer en que los ángeles lo habían ayudado.
— Tal vez es
otra clase de demonio... Los demonios mienten. — se excuso Deán
— ¿Un demonio
que es inmune a las balas de sal y a las trampas del diablo?... ¿y al cuchillo
de Ruby?... Deán, Lilith le teme a esa
cosa. — le explico Sam, pus todo aquello apoyaba la teoría de que si era un
ángel, temido por las cosas oscuras.
— ¿No crees que
si los ángeles fueran reales, algún cazador… cualquiera, ya habría visto uno,
en algún momento? — pregunto Deán, pues en toda su vida en los caminos, jamás
había escuchado hablar de tales cosas.
— Si, tú lo hiciste Deán. — le dijo Sam con
ironía, pues su hermano era un cazador, con mucha suerte para conocer a lo
impensable.
— Trato de
buscar una teoría… Apóyame. — le rogo Deán, realmente no quería creer en
ángeles por que eso desataría nuevas preguntas.
— Deán, tenemos una teoría. — murmuro Sam
molesto.
— Sí, una con menos polvo de hadas, por favor. —
dijo Deán lleno de ironía.
— Este bien, no
estoy diciendo que eso sea seguro… Sólo digo que… yo creo que... — Sam ya tenia
hasta miedo de decir sus opiniones, pues todo parecía molestar a Deán y hacer
mas grande la discusión-
— Esta bien,
esta bien… Ese es el punto… Que no estamos seguros, así que no voy a creer que
esa cosa es un maldito ángel del señor… ¡Porque el lo dice! — grito Deán hecho
una furia, entonces Sam le grito también y terminaron por desesperar a Bobby.
— ¡Ey par de
tercos! Van a seguir discutiendo sobre religión, ¿o quieren venir a ver a esto?
— les grito enojado y los dos se acercaron a la biblioteca para verlo. — Tengo muchas leyendas… Bíblicas, pre-bíblicas…
Algunas están en escritura cuneiforme… Y todas dicen que un ángel puede sacar a
un alma del infierno. — comento Bobby, y mostro una ilustración de las
realistas que pudo encontrar en sus libros, en ella se veía a un ángel de alas
doradas luchando con el fuego del infierno y dándole la mano a una mujer para
liberarla.
— ¿Qué más? — cuestiono
Deán
— ¿Qué más, qué?
— pregunto Bobby sin entender el porque de la pregunta.
— ¿Qué más
podría hacerlo? — a completo Deán.
— ¿Sacar tu trasero
del foso?... hasta donde yo se, nada. — aseguro Bobby, y Sam se empezó a reír bajito, pues todo
apuntaba a que tenia la razón.
— Deán, esto es una buena noticia — aseguro Sam
— ¿como? —
exigió saber Deán, pues a todas partes hacia donde miraba, no veía nada bueno
en que lo trajeran de vuelta del infierno.
— Porque, para
variar… esto no es cosa de demonios, y tal vez tu fuiste salvado por uno de los
buenos ¿no? — sugirió Sam, el era defensor de la idea porque el saber que no
todos eran criaturas malas, le hacían tener esperanza, sobre su propia
naturaleza.
— Esta bien, esta bien, esta bien… Digamos que…
hay ángeles… ¿Y luego qué? ¿Hay un dios?
— pregunto Deán con incredulidad.
— En este punto, las condiciones dicen que sí. —
aseguro Bobby, y Deán se empezó a reír en voz baja también.
— Yo, no lo creo. — murmuro Deán aun entre
risas, pero no eran risas de diversión, eran risas de enojo y frustración por
no entender lo que estaba pasando.
— Oye Deán, yo se que tu no eres muy creyente
de esas cosas, pero cada vez menos se trata de fe y mas sobre pruebas. — le
reprocho Sam, pues hasta cierto punto su hermano se estaba convirtiendo en un
escéptico, en un inhumano.
— ¿Pruebas? …
¿Pruebas de que hay un dios, al que yo le importo personalmente?.... perdónenme,
pero no lo creo. — grito Deán frustrado.
— ¿Por qué no? —
exigió saber Sam, realmente necesitaba entender porque Deán estaba rechazando
lo que miles de personas podían pasar toda la vida buscando, un milagro, una
prueba de fe.
— ¿Por qué?... ¿por
qué yo?… Si hay un dios, ¿por qué se tenia que preocupar por mi?... si, he
salvado a muchas personas, si… pero eso compensa el robo y el engañar a las
chicas… pero ¿porque merecía ser salvado?… soy un tipo cualquiera. — decía Deán
y Sam y Bobby pudieron entender un poco mas su negatividad, no era por los
poderes divinos, era porque se seguía sintiendo tan poco como para obtener su
ayuda.
— Pues al parecer eres un tipo normal
importante para el hombre de arriba. — aseguro Sam
— Eso me asusta mucho.... no me gusta ser
distinguido ni en los cumpleaños, mucho
menos por Dios. — dijo Deán.
— ¿Si?... pues
que lastima Deán… Porque yo creo que el quiere que le sirvas en algo. — aseguro
Sam, estaba feliz porque por una vez no estaban siendo utilizados como marionetas
por los tipos malos.
— ¿Y qué sabemos
de los ángeles? — pregunto Deán rendido y entonces Bobby dejo una pila de
gruesos libros sobre la mesa.
— Empiecen a
leer — ordeno Bobby, en otras circunstancias jamás les pedía hacerlo, pero era
solo porque el ya conocía un montón de información de los monstruos. Con este
tema de los ángeles, no tenía ni la más mínima idea de nada.
— Tú vas a
traerme un Pie. — le dijo Deán a Sam, tomo el libro mas pequeño de la pila y se
fue a leer a la orilla.
Así que Sam tuvo
que tomar el impala e irse de compras nuevamente, la cosa fue que en una tienda
no había Pie, así que apenas llegar a otra tienda recibió una llamada de Deán
para pedirle mas cosas. — Si Deán, tengo las papas… ¿Deán, dime
cuando me olvidado del pie?... Exacto… luego te hablo, si, nos vemos. — Sam
tuvo que cortar la llamada, pues acababa de ver a Ruby escondida en la orilla
de un edificio, así que cruzo la calle para verla.
— Ruby
— ¿Es cierto? —
pregunto la demonio muy exaltada.
— ¿Qué cosa? —
le pregunto Sam sin entender de lo que hablaba, o el porque estaba tan
nerviosa, algo que nunca pasaba con Ruby.
— ¿Qué un ángel
rescató a Deán?— exigió saber la demonio.
— ¿Lo oíste? —
pregunto Sam impresionado de que lo supiera.
— ¿Quien no? —
respondió Ruby, pues la noticia del ángel había volado como polvo entre todas
las cosas sobrenaturales, todas se querían mantener lejos de una cosa tan
poderosa como esa.
— No es 100%
seguro, pero creo que si. — murmuro Sam
— Claro… adiós
Sam — exclamo Ruby, y se puso en marcha hacia
otra dirección pero Sam la detuvo de continuar por ese camino.
— Espera,
espera, espera ¿Que sucede? — le pregunto impactado, no podía creer que después
de todo se tiempo, Ruby se fuera a marchar a si como si nada de su vida.
— Sam… Ellos ángeles.
Yo soy un demonio… No les va a importar si te he ayudado, ellos matan primero y
preguntan después. — aseguro Ruby en pánico.
— ¿Qué sabes
sobre ellos? — le pregunto Sam, pues ella estaba tan asustada y eso tampoco era
normal.
— No mucho… Jamás
los he visto, y no quiero hacerlo… Solo se que no hay nada que me de tanto
miedo… ten cuidado Sam — le pidió Ruby.
— No me asustan
los ángeles — aseguro Sam, Ruby le sonrió fingidamente y se dio la vuelta, para
macharse definitivamente de la vida de Sam, no tenia opción, era alejarse o
morir.
Sam no hizo nada
para detener a Ruby, ella había tomado su decisión y tenia que dejarla ir, sin
embargo la noticia lo afecto tanto que no se metió a la tienda, se regreso al
auto y regreso a la casa de Bobby.
— No apagues el
motor — grito Bobby, apenas ver que el impala entraba a su propiedad, asi que
se acerco a la ventana.
— ¿Por qué? ¿Que
sucede? — pregunto Sam sin entender.
— Tengo una
amiga en un estado vecino, Olivia Lowry… he tratado de localizarla hace tres
días, por lo del ángel… ella jamás ignora tantas llamadas. — conto Bobby,
realmente preocupado por su vieja amiga.
— ¿Olivia lowry?…
¿Es cazadora, no? — pregunto Sam, había escuchado ese nombre un par de veces
durante los últimos meses solo en cacerías.
— Sí… Vamos a ir
a verla, ustedes síganme. — ordeno Bobby, y se fue para su auto.
Deán llego
rápidamente del lado del conductor. — Recórrete. — le ordeno. — Si— murmuro Sam
y se paso al asiento del copiloto, y Deán le quito la bolsa de comida al
momento.
— ¿Es todo? ¿Y
mi pie? — pregunto Deán molesto, pues por mas que veía dentro de la bolsa no lo
encontraba. Sam tuvo que inventarse una muy buena excusa para ocultar el hecho
de que había olvidado comprar el Pie por que prefirió irse a hablar con Ruby.
Así que los
chicos pasaron un par de horas siguiendo a Bobby por carretera, y llegaron al
siguiente condado, un lugar pequeño
donde la mayoría de las personas se conocían. Llegaron a la casa de la cazadora y luego de estar tocando a la puerta
como 10 minutos, Bobby forzó la cerradura y entraron.
— ¿Olivia? —
preguntaba Bobby a todo momento, empezaron a revisar la casa y los muchachos se
encontraron con el cadáver despedazado e la cazadora en la cocina.
— ¿Bobby? — le
llamo Deán, y el cazador llego corriendo para ver el cuerpo. Bobby se veía
realmente afectado, así que le pidieron salir de la casa a tomar aire, así los
muchachos revisarían las señales por él.
— Línea de sal— murmuro
Sam desde el suelo, la línea estaba entera lo que indicaba la posibilidad de algo
distinto a un fantasma.
— Ella uso el
lector EMF— Dijo Deán con el aparato en las manos.
— Actividad de
espíritus. — aseguro Sam, pues no había mas explicación para el lector y la sal
dentro de la cocina.
— Si, con
esteroides… Nunca he visto a un fantasma hacer esto a una persona — dijo Deán, pues la pobre mujer tenía el
corazón sacada del pecho y estaba desgarrada del cuello, como si hubiera tenido
una intensa pelea. — Bobby, ¿estás bien? — pregunto tras ver que su amigo
regresaba al interior de la casa, todo pálido y asustado.
— Llame a otros
cazadores aquí cerca — murmuro Bobby.
— Bien, necesitamos
ayuda. — aseguro Deán.
— Si, pero ellos
tampoco me contestan— murmuro Bobby, un frio sudor le recorrió la espalda en
ese momento, pues tenia un mal presentimiento sobre lo que estaba pasando, los
cazadores jamás se mantienen desconectados los unos de los otros-
— Algo esta
pasando— dijo Sam
— ¿Tú crees? — le
pregunto Bobby con ironía, pues eso era lo único seguro que sabían, que algo
estaba pasando, y no era algo bueno.
Así que los
chicos empezaron a llamar a los otros cazadores para saber su estado, pero como
no contestaron a ninguna llamada, decidieron ir a visitarlos en persona, Bobby
iría con los más viejos, y los hermanos fueron a la casa de un tal Jed. Sin
embargo los tres se encontraron con el mismo panorama, los cazadores habían
sido despedazados igual que Olivia.
Deán llamo a
Bobby para informarle la situación. — Si, estuvimos con Jed, esta muerto… quedo
peor que Olivia. ¿Que viste tu? — le pregunto.
— Fui a ver a
Carl Bates y a R.C. Adams… están re decorados... en rojo. — dijo Bobby molesto,
todos esos muertos eran sus amigos y le dolía que esas cosas los hubieran
asesinado de esa manera tan brutal y salvaje.
— ¿Qué esta
pasando aquí, Bobby? ¿Por qué unos fantasmas de repente quieren acabar con los
cazadores? — pregunto Deán, pues en todos esos años jamás habían escuchado tal
cosa. Se suponía que por eso los cazadores siempre estaban preparados.
— No lo se, pero
hasta saberlo… será mejor que vayan a mi casa. — dijo Bobby
—Vamos para
halla— aseguro Deán y se metió al auto. Los hermanos condujeron unos kilómetros
de carretera hasta que Deán se quedo dormido y fue necesario parar por
gasolina.
Sam aprovecho el
momento de privacidad y se escabullo al baño, se estaba lavando la cara cuando
el espejo se empaño por completo y luego tras limpiarlo, vio una cara familiar
reflejada, alguien parado detrás de él.
— Hola, Sam… es
bueno verte — dijo una voz y Sam se giro para verse cara a cara con Víctor
Hendricksen, el agente del FBI que los ayudo a escapar de los radares de la policía,
y que murió meses atrás en una explosión.
— Hendricksen….
Tu no… no…— Sam no podía hablar, las palabras se habían ido de que boca pues
por un breve momento llego a pensar que Víctor estaba vivo, pues se veía en muy
buen estado.
— No sobreviví,
si es que lo dudas. — dijo Víctor y en
un parpadeo fantasmal se puso todo pálido y dejo ver una herida en la cabeza,
llena de sangre. Luego volvió a vibrar y regreso a su estado normal.
— Lo siento —
murmuro Sam
— Yo se que si —
dijo el hombre.
— Si hubiéramos sabido
que Lilith iba... — Sam quería disculparse, hacerle ver a Víctor que ellos
nunca quisieron que eso pasara, pero Víctor estaba tan enojado por su muerte
que no lo dejo hablar, no quería escucharlo.
— No habrían
dejado que media docena de inocentes,
murieran por ustedes, tú me dejaste morir... Fue tu culpa… Ella iba a por ti, y
yo pagué el precio. ¡Tú nos dejaste
morir! — grito Víctor, tomo a Sam y lo arrojo sobre el espejo, haciéndolo
añicos, luego azoto su cabeza contra el lava manos un par de veces y lo dejo
caer. — Morimos Sam, pos ustedes… pero ahora al menos, no todos están
protegidos… Ya no. — dijo Víctor y entonces se escucho un disparo y desapareció…
Deán había llegado por fin.
Deán ayudo a
Sammy a salir de lo baños, pues los golpes contra el lava manos le habían
provocado una pequeña migraña. Y sin mas que arriesgar, puso el Impala a su
máxima velocidad y se fueron.
— ¿Como te
sientes, eh? ¿Cuantos dedos estas viendo? — pregunto Deán preocupado y sin
mostrar ningún dedo, era una prueba estúpida para la visión de su hermano.
— Ninguno… Estoy
bien, Deán. — murmuro Sam enojado.
— ¿Hendricksen? —
pregunto Deán pues antes de dispararle solo había podido verle la nuca, la
nunca de un hombre de color y bien vestido.
— Si
— ¿Por qué? ¿Qué
quería? — exigió saber.
— Venganza
porque lo dejamos morir. — murmuro Sam
— Sam…— A Deán
no le gustaba nada que su hermano hablara de esa forma, que se culpara, pus ellos siempre
hacían lo mejor que podían, pero como alguna vez le había dicho… no podían
salvarlos a todos.
— Es la verdad, Deán.
— se quejo Sam malhumorado, pues no estaba orgulloso de haber dejado un rastro
de muertes a su paso para esconderse de Lilith, en ese punto Víctor tenia
razón, ella iba por ellos… y gente inocente termino pagando el precio.
— Bueno, basta
con eso… ¿Qué más te dijo? — le pregunto Deán para dejar el tema.
— Ah… uh, dijo
que… no todos estábamos protegidos, no esta vez…. Pero no entiendo a que se
refería con eso. — Comento Sam, sin dejar de apretarse la cabeza pues el golpe
contra el lavabo le seguía provocando un dolor púnzate.
— ¿No todos
estamos…?... oh Dios, Sam… estaba hablando de Jeffrey, va tras él. — dijo Deán
en pánico y piso el acelerador a fondo. Jeff
había conocido a Víctor y también era un cazador, así que no era tan
loco pensar que un fantasma vengador iría tras el.
Así que un par
de horas mas tarde, Sam y Deán llegaron hasta Erie, Pennsylvania y entraron
echando chispas al hospital, buscando a Jasón Teague.
— ¿Sam que estas
haciendo aquí? —pregunto Jasón apenas ver a los hermanos al final del pasillo
en el que estaba, los chicos llegaron rápido hasta él.
— Jasón…
necesitamos ver a Jeffrey, ahora. — le exigió Sam
— Lo siento,
pero la hora de visita ya se acabo, y yo no…— Jasón no termino de hablar pues
Deán lo tomo por el cuello de la bata y lo empujo contra la pared. — He, ¿tu
quien eres? — le pregunto apenas sintió el golpe de su noca contra el muro.
— Soy el hermano
mayor… ahora, nos vas a dejar pasar a ver a mi hermano. — le exigió Deán entre
dientes, estaba tan preocupado que no se podía detener a escuchar razones de
nadie, solo quería ver que Jeff estaba bien.
— Jasón, por
favor… Jeff corre peligro. — le dijo Sam, y el solo escuchar la palabra PELIGRO, estremeció por completo al muchacho. Así que Jasón no se lo pensó más
y a escondidas de las otras enfermeras, se las arreglo para meter a los
hermanos a la habitación de Jeff.
— Se los dije,
el esta bien… protegí la habitación como dijeron. — dijo Jasón en su defensa,
pero Deán no le estaba prestando mas atención, pues apenas ver a Jeff con los
ojos cerrados y conectado al respirador, se soltó a llorar.
— Jasón, ¿nos
das un minuto por favor? — le pidió Sam
— Si, pero dense
prisa… no quiero que alguien los vea y su doctor vendrá pronto. — comento Jasón
y salió para hacer guardia en la puerta principal de la habitación. Sam se
quedo atrás unos momentos, quería darle su espacio a Deán con Jeff, pues
después de todo, el ya había pasado por toda la parte de la culpa y las
disculpas con el chico. Se quedo parado en una esquina, mirando como Deán solo
miraba a su hermano pequeño.
— Lo siento
Jeff… se suponía que esto no iba a pasarte… es por mi culpa… debí protegerte…
jamás debí permitir que fueras con nosotros esa noche. — decía Deán muy
emocional, se odiaba a si mismo por haber provocado el sufrimiento de su
hermano.
— Deán, no fue
culpa de nadie… ninguno podía saber que… esto pasaría. — Sam ni siquiera podía
pronunciarlo, lo que paso esa noche había sido lo peor pesadilla que una
persona podía tener, un dolor que nadie debería sentir.
— Sam es nuestra
culpa… solo es un niño, se supone que nosotros somos los adultos, somos sus
hermanos mayores… teníamos que hacer lo mejor para él… y no para mi. — dijo
Deán y soltó un golpe en la mesita de noche. — Míralo Sam, le paso esto por
querer ayudarme… Y ahora yo estoy aquí, vivo… y él esta… — nuevamente ese nudo
de impotencia se formo en la garganta de Deán y como si fuera una señal o algo,
Jeff apretó su mano levemente.
— Sam, se movió…
se esta moviendo... ¿Jeff puedes oírme?— pregunto Deán esperanzado, y apretando
una de las mejillas de su hermanito, Sam se acerco y lo aparto un poquito, pues
en su estado, cualquier movimiento brusco lo podía dañar-
— Deán
tranquilo… es normal, a mi me paso cientos de veces… siempre que he venido, los
doctores dicen que… son espasmos, que su cuerpo se mueve involuntariamente… y
es una buena señal, significa que su cuerpo aun esta conectado con su cerebro—
explico Sam
— Sam tenemos
que buscarle ayuda… no se puede quedar así. — dijo Deán.
— Deán… ya le he
intentado todo, brujas, raíces del sueño, chamanes… de todo, pero Jeff no abre
los ojos… lo que Lilith le haya hecho… lo daño demasiado— comento Sam, y lo que
no sabia era que el daño mas grande estaba siendo provocado por una asesina que
perseguía y torturaba a Jeff en su mente a cada rato.
— ¿Por qué
hacemos esto cada vez que nos vemos? — Preguntaba Jeff a Fe, ella se encogió de
hombros y en un parpadeo los dos estaban en el apartamento de su última
batalla.
— ¿Que no es
obvio? Es lo que siempre hacíamos cuando estábamos vivos. — Comento Fe, Jeff
río en voz baja y asintió.
— Pero no fue
siempre de esa forma, y seguimos vivos... Podemos volver a lo de antes. — Decía
Jeff con el corazón en un puño y eso sólo hizo que Fe se riera.
— No seas
estúpido, así tenían que ser las cosas... No somos buenas personas, tú me
mataste ahora yo, debo matarte por siempre. — Dijo Fe y se lanzo encima con un
cuchillo, mismo que Jeff reconoció como el mismo con el que la apuñalo en el
pasado.
Contrario a las
mil veces en las que Jeff se había dejado matar, está vez se defendió, pateo la
cara de Fe y pudo salir corriendo del edificio. La cosa fue que un horrible
sonido empezó a atormentarlo, se trato de cubrir los oídos pero ni así se
callaba. Luego el sonido paro y pudo escuchar una voz extraña diciendo su
nombre y susurrando otras cosas que no podía entender muy bien.
— No confió en
ti... No sé quién eres... No sé qué pasa... No, salte de mi cabeza... No. —
Gritaba Jeff desesperado pues la voz estaba pidiéndole que la siguiera. — Yo
sólo quiero que esto pare, quiero ir casa. — Rogaba Jeff a la voz en su cabeza,
entonces vio a Fe saliendo del edificio con el cuchillo en la mano y empezó a
correr como loco para alejarse, la cosa es que Fe sólo iba caminando tras él
pero ya casi lo alcanzaba. Era como si por más que corriera no tuviera
escapatoria
En casa de
Bobby, empezaron a parpadear las luces, los aparatos se prendían y apagan solos
estaba haciendo frio y entonces Bobby escucho las risas macabras de unas niñas,
rodeo la sala armado con una barra de fierro y de las escaleras vio caer una
pelota, iba a correr pero cuando se giro ya tenia a dos niñas ahí delante,
impidiéndole el paso… era fantasmas.
Sam y Deán
salieron del hospital y le pidieron a Jasón no apartarse de Jeff hasta que
solucionaran la situación, Deán llamo a Bobby para informarle pero el cazador
no le atendió ninguna llamada, lo que suponía un mal presentimiento. Se
subieron al impala y se pusieron a toda marcha hacia la cada de Bobby.
— ¿Y si esta
muerto? — pregunto Sam sobre Bobby
— Lo que esta
pasando, nos esta pasando a nosotros ahora, ¿si?... No puedo encontrar a Bobby,
y si no piensas en soluciones, no pienses en nada. — le grito Deán, lo que
menos necesitaba ahora era escuchar negatividades sobre su padre adoptivo.
Dakota del sur
Los Winchester
llegaron a la mañana siguiente a la casa de Bobby, y se encontraron con el
lugar completamente vacio. — ¿Bobby?— preguntaba Deán mientras caminaban por la
casa, Sam apuntaba en todo momento con un arma, entonces Deán encontró un círculo
de sal en el suelo. —Yo subo… Tu ve fuera. — le indico a su hermano, pues por
separado podrían cubrir mucho mas terreno.
Sam salió a
caminar por el montón de autos chatarra que había en el patio. — ¿Bobby?
¿Bobby? ¿Bobby? — preguntaba Sam sin dejar de caminar, pero no había respuesta,
pues Bobby estaba metido en un auto, con las dos niñas fantasma tapándole la
boca para que no hablara
Deán caminaba
por el pasillo de arriba de la casa, cuando todas las puertas se cerraron por
si solas, y la temperatura bajo u par de grados, provocando que el vaho saliera
por la boca de Deán.
— Ya puedes
salir, quien quiera que seas. — exclamo Deán, pues no necesitaba ser un genio
para saber que esas señales eran previas a la aparición de un fantasma
— Deán
Winchester... Aún eres mandón. — escucho decir a una oz, se giro para apuntarle
con el arma y se quedo pasmado, era una chica pero no la conocía. — ¿No me
reconoces Deán?.. Así es como me veía antes de que ese demonio me cortara el
pelo y me vistiera como zorra. — explico la chica, Deán se le quedo mirando
fijamente y pudo recordar sus facciones.
— ¿Meg? —
pregunto Deán dudoso, la chica se le parecía a aquella jovencita que trato de
ligarse a Sam años atrás, solo que su cabello y su peinado eran bastante
normal.
— Hola— exclamo
la chica sonriente, y esa perversa sonrisa fue lo que confirmo a Deán sus
sospechas, ella era Meg, así que le apunto con el arma. — Esta bien, no soy un
demonio. — aseguro la joven con las manos en alto.
— Eres la chica
que poseyó el demonio. — murmuro Deán, pues tenia mucho sentido.
— Meg Masters… Es
bueno hablar contigo, cuando no… estoy… ahogándome con mi propia sangre… Tranquilo…
De veras, solo soy una colegiala... Lo siento, era… Veras, yo iba a casa una
noche y me cubrió todo se humo… y luego era una prisionera… aquí. — Tocándose la frente, donde los
humanos permanecen atrapados cuando los demonios toman sus cuerpos. — Si,
estuve despierta… tuve que ver cuando, ella mataba personas. — aseguro.
— Lo siento—
murmuro Deán, pues no sabia que mas decirle.
— ¿Oh, si?... Tanto
que me arrojaste de un edificio. — dijo la chica y el recuerdo de Meg cayendo
del ultimo piso de un edificio vino a la mente de Deán, en ese entonces ellos
la creían un demonio puro y por eso la tiraron.
— Pensamos... —
Deán quería explicarle las cosas pero ella no quería oírlo mas.
— ¡No, no pensaron
nada! ¡Yo solo esperaba, suplicaba, estaba atrapada ahí dentro! Y les gritaba a
ustedes… ¡Ayúdenme por favor!… se suponía que ayudaban personas, ¿Por qué no me
ayudaron a mi? — pregunto realmente compungida.
— Yo... lo
lamento — volvió a murmurar Deán, lo cierto es que sabia que ella tenia toda la
razón pero en esos días, las cosas eran diferentes, no sabían lo que saben
ahora y no era culpa de nadie, solo fue un trágico incidente.
— ¡Deja de decir
lo siento! — grito Meg y le dio un puñetazo que lo derribo, luego pateo su
rifle lejos para que no pudiera dispararle. Luego lo pateo muy fuerte en el
estomago.
— Meg... Meg... No
sabíamos. — murmuro Deán desde el suelo, tratando de recuperar el aire.
— No... Solo
atacaban… ¿Alguna vez pensaron que había una chica ahí?... No… Ustedes sólo
cargaron, cortaron y quemaron… ¿Acaso crees que eres un héroe? — exigió saber
la joven.
— No, no lo
creo. — murmuro Deán, no tuvo que pensarlo pues estaba seguro de que no lo era,
el solo hacia su trabajo cada día. Y no estaba orgulloso de ello, era un
asesino, una persona sin valor.
— No lo eres. — aseguro
Meg, y lo tomo del cuello de la chaqueta, dejando ver una marca extraña que
tenia en uno de sus puños. — ¿Tienes idea de lo que es… estar guiada durante meses,
por el mal puro? Mientras tu familia no tiene idea de lo que te ocurrió. — le
dijo
— Hicimos lo
mejor que pudimos— aseguro Deán y entonces ella se molesto tanto que le dio de
patadas en el estomago, tenia mucha fuerza y eso dejaba ver que no se trataba
de un simple fantasma, tenia que haber algo mas.
— Y no fui solo
yo Deán... Tenía una hermana… Una hermanita,
que me adoraba… Tú sabes como son los hermanos… Cómo hacen lo que sea por ti… Ya
no fue la misma, cuando yo desaparecí… Ella… se descarrilo y cuando mi cuerpo
yacía en la morgue… golpeado, roto… ¿sabes lo que hizo ella? ¡Se suicido!... Por
tu culpa Deán, porque en lo único en que pensabas era en tu familia… ¡En tu
venganza, en tus demonios!... 50 palabras en latín dichas antes, y yo seguiría
viva… Mi hermanita aun seguiría viva ¡Esa sangre está en tus manos, Deán! —
gritaba Meg llena de rabia, como fantasma no podía ver mas halla del pasado, o
sentir algo mas fuera de eso.
— Tienes razón. —
murmuro Deán y ella le dio otra patada. Deán se sentía culpable por todas las
muertes que había causado pero lo había hecho para salvar a su familia y eso lo
compensaba un poco, así que se arrastro por el suelo para tratar de escapar de
Meg y cuando estuvo lejos pudo sacar su arma personal y apuntarle.
— Vamos, Deán…
¿Tu cerebro se fundió en el infierno?... No puedes matarme con balas. — se
burlo Meg.
— No te apuntaba
a ti. — murmuro Deán y le disparo a un candelabro de hierro del techo,
mismo que al caer sobre Meg, la hizo
desaparecer.
Mientras tanto
en las afueras de la casa, las niñas mantenían sometido a Bobby dentro del coche
todavía, el temblaba porque la energía de esas cosas no era nada buena, estaba
cargada de maldad y eso podía afectar a las personas normales, como él en esos
momentos. Las niñas se empezaron a reír y alternadamente le recordaron su
historia al cazador:
—
¿Estas asustado, Bobby?
—
Nosotras si lo estábamos
—
Cuando el monstruo fue por nosotras
—.Y
nos sujeto fuerte
— Y
no podíamos ni gritar
— Tú
estuviste ahí Bobby, estabas en la casa
—
Estuviste tan cerca
—
Pudiste habernos salvado, pasaste por esa puerta
— El
monstruo nos tenía
— No
nos encontraste
— Y
ahora no te encontraran
Entonces Sam
pudo ver el espejo retrovisor de uno de los autos completamente empañado, así
que eso indiciaba que eran los fantasmas. — ¡Bobby! ¡Aguanta, Bobby! ¡Ya voy! —
gritaba mientras subía por la pila de autos hasta la cima, y entonces vio a las
niñas sobre su amigo.
— ¡Bobby! —
grito y abrió la puerta, pero entonces las niñas lo arrojaron desde la cima, y
cayo estrepitosamente sobre un parabrisas que se hizo añicos. Una de las niñas
se fue sobre Sam, pero la golpeo con la varilla de hierro y desapareció, igual
que Bobby hizo con la otra.
Finalmente y
después del horror que pasaron, los tres se reunieron en la sala de las casa
para preparar armas y tratar de entender lo que estaba pasando.
— ¿Entonces, ellos son todas las personas que conocemos?
— preguntó Sam
— No, son todas
las personas que no pudimos salvar. — aseguro Deán, pues los reclamos de Meg le
habían hecho ver que todo ese coraje contra todos esos cazadores, partían del
mismo punto. — Yo vi algo en Meg… ¿Tenía un tatuaje cuando estaba viva? —
pregunto Deán a su hermano, pues Sam había pasado mas tiempo con ella y debía
recordar los detalles.
— No creo que no—
murmuro Sam
— Si, era una
marca en su mano… como una quemadura. — explico Deán y Sam se quedo pensativo,
esa descripción le sonaba de algún lado.
— Yo también la
vi en Hendricksen. — comento Sam
— ¿Y cómo era? —
pregunto Bobby, pues acababan de encontrar su primera pista segura, Sam tomo un
papel y dibujo la marca, luego la enseño a Deán para estar seguro de que era
esa.
— Así era. —
aseguro Deán, así que finalmente Sam le dio el papel a Bobby.
— Tal vez ya la
he visto. — murmuro Bobby, y entonces las luces de toda la casa empezaron a
parpadear de nuevo. — Hay que movernos, síganme— dijo Bobby, y tomo unos libros
de la biblioteca para buscar respuestas.
— ¿A dónde
vamos? — pregunto Sam con ironía, pues a todos lados donde habían ido, se
habían presentado los fantasmas para atacarlos.
— A un lugar
seguro, idiota— le regaño Bobby.
Así que sin más,
los muchachos siguieron a Bobby hasta el sótano de la casa, y se encontraron
con otro cuarto de metal que nunca antes habían visto. Bobby entro primero para
prender las luces, dejando ver la trampa del diablo que se formaba en el suelo
gracias a la sombra de un ventilador en el techo, así que cerro la puerta tras
ellos.
— Bobby, ¿es
esto...? — pregunto Sam tras los muros, no se lo podía creer.
— Hierro sólido,
con una capa de sal… 100% a prueba de fantasmas— le explico Bobby, Sam se quedo
impactado pues había leído de lugares fabricados exactamente iguales a ese,
pero jamás pensó que fueran reales.
— ¿Hiciste un
cuarto de pánico? — le pregunto Sam impresionado
— Tuve un fin de
semana libre — dijo Bobby, y se encogió
de hombros. No entendía que era la gran cosa con ese cuarto, cualquiera podría
fabricarlo.
— Bobby —
murmuro Deán.
— ¿Qué? —
pregunto el hombre indignado.
— Eres fabuloso.
— Dijo Deán sonríete pues ahí dentro había armas, trampas, y hasta un poster de
chicas de bikini… Era todo lo que desearía.
Mientras tanto,
Jeff seguía luchando contra sus propios sueños, contra Fe, no podía escapar de
ella jamás. Así que Jeff mejor se escondió debajo de un auto, en lo que pensaba
en un plan para salvar su vida.
— Esconderte no
sirve de nada, tienes que regresar Jeff. — Dijo una voz y Jeff alzó su mirada
al capó del auto, para encontrar a su antiguo mejor amigo ahí sentado.
— ¿Chris? —
Pregunto Jeff emocionado y el joven asintió. — Pero, pensé que... Habías
muerto. Agregó confundido.
— Lo estoy, pero
no podía quedarme sin hacer nada... Tienes que regresar Jeffrey. — dijo Chris,
y entonces el sueño cambio radicalmente, Fe había desaparecido pero ahora el
estaba oculto tras un auto, escuchando un montón de disparos y gritos de
desesperación, era algo con lo que nunca había soñado.
— ¿Qué esta
pasando? ¿Que hago aquí? — preguntaba Jeff en pánico, no podía entender nada, solo
quería salir corriendo, escapar de la muerte a manos de Fe.
— No te
preocupes, voy a ayudarte. — aseguro el muchacho, y con tan solo ponerle las
manos en los hombros a Jeff, lo tranquilizo por completo y eso era lo único que
necesitaba para poder explicarle todo lo que estaba pasando, el coma, el
circuito de memorias…
— Pero no lo
entiendo, si estoy atrapado dentro de mi
mente… ¿tu que haces aquí? — le cuestiono Jeff.
— Soy tu guía—
murmuro Chris.
— ¿Entonces eres
real? — pregunto Jeff ilusionado, era la primera vez en se tiempo que veía a
una persona diferente que Fe, y esa sensación… sentía una sensación como de
tranquilidad, de seguridad.
— No, pero
represento algo que si… Yo morí en tus
brazos, morí por lo que creías que era bueno… soy tu dolor primario… Y voy a
estar contigo hasta que te estés listo, para regresar— le explico Chris, Jeff
asintió no muy complacido, pero estaba con su mejor amigo, con el chico al que
más confianza le había llegado a tener.
— ¿Cómo sabré
que estoy listo? — pregunto Jeff aun con miedo.
— Bueno… tenemos
que ver unas partes de tu vida que necesitas recordar— dijo el joven.
— ¿Cómo el
fantasma de la navidad? ¿Tengo opción? — pregunto Jeff, no tenia muchas de
ganas de volver a ver una vida que ya conocía, y que solamente le daba dolor.
— Oye, es tu
visión, tú decides amigo. — dijo Chris algo indignado, Jeff suspiro fuerte y le
tomo la mano, desapareciendo de la calle y apareciendo en el lugar favorito de Jeff en todo el planeta, su casa
en Mystic Falls.
— ¿Por qué
estamos aquí? — pregunto Jeff sin entender y entonces escucho unos sollozos,
así que camino hasta estar en la puerta de su viejo cuarto y se miro a si
mismo, mas pequeño, mas débil, llorando en los brazos de su padre adoptivo,
Leo.
— Todo empezó
aquí, cuando supiste la verdad. — dijo Chris y Jeff se quedo mirando a si mismo
con ternura, escuchando esa conversación tan emotiva con su padre muerto;
— ¿Por qué tengo que ser yo? —
preguntaba el Jeff pequeño entre sollozos, y el recordar esa inocencia en si
mismo, hizo que Jeff sonriera un poco. A veces extrañaba esos días, cuando se
iba a dormir temprano y sus únicos problemas eran los exámenes.
— Por que eres especial
Jeffrey — decía Leo, y esa palabra fue como un cuchillo clavado en el corazón
de Jeff.
— No quiero
serlo, solo quiero ser como los demás, tener una vida feliz — dijeron los dos
Jeff, al mismo tiempo.
— Siempre
supiste que eras especial Jeffrey… con o
sin poderes… siempre lo vas a hacer, porque… — Chris dejo de hablar un momento
y entonces aparecieron en la última noche de navidad, en el impala con Deán,
escuchando otra vez aquella conversación:
— La navidad pasada… papá… nos
tomo esta. — dijo Jeff y le dio a su hermano mayor una foto, estaban ellos
cuatro, era bastante conmovedor para Deán pues era la primera foto familiar en
años. — ¿Recuerdas que feliz era?... decía… decía que tenia a sus niños de
vuelta con él… y que éramos una familia…
— Jeff, somos una familia. —
murmuro Deán.
— Lo se, pero… lo que te dije
era verdad… no quiero que mueras — dijo Jeff y las palabras quedaron estancadas
en la garganta de Deán, no había respuesta para eso, solo un gran LO SIENTO.
— Eres una buena
persona Jeff… no necesitas tener poderes… Ese sentimiento es lo que importa,
casi mueres por salvar a tu hermano — comento Chris y esta vez aparecieron en
aquella noche de mayo. En el momento que
los perros estaban matando a Deán, cuando Jeff luchaba por zafarse del agarre
de Lilith… y luego vino esa luz, la ultima cosa que Jeff pudo ver antes de caer
en coma.
— Ella me mato. —
murmuro Jeff, ahora lo recordaba todo… Lilith lo había condenado a estar
dormido, a soñar con su muerte una y otra vez.
— Si, y
renacerás para combatir el mal otra vez, y eso te llevara a todo lo demás. —
dijo Chris, entonces aparecieron en el cementerio de Mystic Falls, rodeado por
las tumbas de todas las personas que Jeff quiso alguna vez, Will, Buffy,
Xander, Giles, sus padres…
— ¿Lo entiendes
ahora?, todo el dolor, los sacrificios… todo ha sido para prepararte para este
momento… un gran mal esta viniendo Jeff, y en tus manos esta el poder de ayudar
a evitar que consuma al mundo… tienes que volver a creer en eso — le rogo
Chris, Jeff se quedo pensando unos segundos, mirando las tumbas y en ese
momento se dio cuenta de que el dolor y la culpa se había ido, el estaba vivo
gracias al sacrificio de todas esas personas y tenia que aprovecharlo,
retribuirles de alguna manera.
— Ve… tu familia
te espera. — le dijo Chris con una amigable mano en su hombro.
— ¿Ahora que
hago? — le pregunto Jeff
— Tú sabes lo
que tienes que hacer… Solo hazlo — le dijo Chris con una sonrisa, y
desapareció.
Entonces empezó
a llover a cantaros y Jeff pudo ver a la distancia como Fe se acercaba con el
cuchillo en las manos. Jeff corrió despavorido hasta que se cayó en una tumba
abierta, miro hacia arriba y vio a Fe en el borde, mirándolo con odio y luego
salto dentro de la tumba para matarlo.
Jeff no supo ni como paso, supuso que su deseo de
volver a vivir hizo que Fe desapareciera por completo. Luego logro sacar sus
manos de la tumba y con ello se impulso hasta lograr salir por completo de
ella, podía sentir las gotas de agua fría cayendo en su rostro y escucho a esa
voz llamándolo por su nombre… entonces despertó.
Jeff se quito el
respirador de encima y empezó a respirar de manera agitada, sus pulmones estaba
fuera de práctica y era algo difícil de hacer, pero entonces vio a un hombre
sentado frente a él, un desconocido de gabardina y cabello negro que lo miraba
expectante.
— ¿Quien eres?
¿Que quieres? — exigió saber con dificultad por su respiración, el hombre se
puso de pie y le toco el pecho, haciendo que una luz dorada brillara entre
ellos y además, que pudiera respirar bien otra vez.
— Quiero ayudar
— aseguro el hombre, pero como Jeff jamás había visto un poder como ese, se
levanto corriendo y llamando a los doctores. — Gritar no sirve de nada, nadie
te puede escuchar… estas a salvo aquí — aseguro el desconocido.
— No me digas…
¿Porque haces esto?— exigió saber Jeff, y no supo ni lo que vio realmente, pero
el hombre pareció dar un aleteo y aparecer a milímetros de su cara.
— Necesitaba
guiarte a la verdad… a nosotros— dijo el hombre.
— ¿Ustedes? —
pregunto Jeff intrigado y titubeante.
— Los ángeles —
dijo el hombre y Jeff se puso a reír un segundo.
— ¿Ángeles? Si
claro… ¿Charlie te envió? — pregunto Jeff lleno de ironía.
— No conozco a
ese señor… yo sirvo a Dios. — comento el hombre y justo como hizo con Deán,
tuvo que mostrarle sus alas negras a Jeff, quien se quedo atónito ante lo que
estaba mirando. — Tendremos que hablar después… Ahora, te necesitan en otra
parte. — aseguro el ángel y tomo la mano de Jeff en la suya, haciéndole sentir
esa sensación de paz y seguridad nuevamente, ahí fue que Jeff comprendió que
ese ángel había tomado la forma de Chris en su mente, para ayudarlo a salir de
aquella pesadilla.
Bobby se puso a
investigar sobe el símbolo de los fantasmas, dejando que Deán y Sam se
encargaran de preparar balas con sal, iban a necesitar un montón si es que
querían llegar a salir de ese cuarto algún día.
— Esto es por lo
que no creo en Dios— murmuro Deán.
— ¿De qué estás
hablando? — pregunto Sam, mirándolo expectante pues realmente no era el momento
ni el lugar para que se pusieran a discutir una de las cosas mas discutidas en
todo el mundo.
— Si él no
existe, bien… Las cosas malas le pasan a las personas buenas, así es esto… Por
simple azar, sin motivo cosas malas suceden y yo entiendo eso… pero si el
existe… ¿Qué pasa con el? ¿Dónde rayos esta cuando hacen pedazos a la gente
decente? ¿Cómo puede vivir con eso? ¿Por qué no ayuda? — preguntaba Deán y sin
saberlo, estaba haciendo las preguntas que todos en el mundo se llegaban a
hacer.
— Yo no voy a
tocar ese tema. — murmuro Bobby
— Si, ni yo. —
murmuro Sam, pues los dos sabían que el tema de Dios era cuestión de fe, se
tiene o no se tiene, y seria muy complicado explicarle todo a Deán.
— Lo encontré—
dijo Bobby para cambiar de tema
— ¿El qué? — pregunto
Sam
— El símbolo que
vieron… La marca de los fantasmas… Es la marca de los testigos— comento Bobby.
— ¿Testigos?
¿Testigos de qué? — pregunto Sam intrigado, aquello sonaba fatal.
— De lo
antinatural… Ninguno de ellos tuvo una muerte ordinaria… Estos fantasmas, fueron
forzados a resurgir, despertaron en agonía, como perros rabiosos… Y no es su
culpa, por que alguien los despertó… apropósito. — explico Bobby, leyendo
directamente de uno de sus viejos e importantes libros.
— ¿Quién? — pregunto
Sam
— ¿Tengo cara de
que se? — pregunto Bobby lleno de ironía. — Pero sea quien sea… uso un hechizo
tan poderoso… Que dejo una marca, una marca en sus almas… Quien hizo esto tiene
grandes planes, le dicen "La insurrección de los testigos"… se trata
de una profecía antigua— agrego Bobby.
— Espera,
espera… ¿De qué libro es la profecía? — pregunto Deán intrigado, profecías
siempre eran igual a problemas y esta no sonaba particularmente buena.
— Bueno, hay una
versión ampliamente distribuida para turistas… Pero, la fuente original es… El
libro de las Revelaciones… Esto es una señal muchachos. — aseguro Bobby.
— ¿Una señal de qué? — preguntaron los chicos al unisonó
— El apocalipsis
— dijo Bobby tan serio como había podido sonar, y e formo un silencio incomodo
en el cuarto, los muchachos estaban fríos pues escuchar esa palabra nunca era
bueno, mucho menos en sus vidas.
— ¿Apocalipsis?
¿Del apocalipsis, apocalipsis? Los cuatro jinetes, la peste… ¿a cien dólares el
litro de gasolina? — pregunto Deán, sin llegar siquiera a creer que fuera
posible.
— Si, ese… la
insurrección de los testigos es una… piedra miliar. — explico Bobby.
— Bien, ¿Qué
hacemos ahora? — pregunto Sam en pánico.
— Viajar, al
gran cañón, la rivera francesa, la casa Playboy — decía Deán lleno de ironía,
pero hablar de apocalipsis siempre era hablar del fin del mundo, de la muerte
de las personas.
— Primero lo
primero… ¿Como sobreviviremos a nuestros amigos de afuera? — pregunto Bobby,
siempre se tiene que poner lo urgente sobre lo importante y en esos momentos
era urgente que ellos salieran de ese cuarto.
— ¿Alguna idea aparte
de seguir en este cuarto hasta el día del juicio final? — pregunto Deán lleno
de ironía y se sentó en la cama de Bobby para estirarse todo lo posible.
— Hay un
hechizo, que pone a los testigos a descansar… Debe funcionar— aseguro Bobby,
sin dejar de leer el hechizo de su libro.
— ¿Debe?... Genial. — dijo Deán aun lleno de
ironía. Pero no pensaba salir a que lo mataran si no había un buen plan de
respaldo.
— Si lo traduje correctamente,
creo que tenemos todo lo necesario en la casa— aseguro Bobby, estaba bastante
seguro de que si tenía todos los ingredientes en la cocina de la casa.
— ¿No tienes lo
necesario en este cuarto? — sugirió Deán.
— ¿Creíste que
íbamos a tener tanta suerte de repente? — le pregunto Bobby entre risas, era
estúpido pensarlo. — Además, tenemos que
hacer el hechizo sobre un fuego — agrego.
— La chimenea de
la biblioteca — murmuro Sam
— No es tan
atrayente como un… cuarto a prueba de fantasmas, ¿no? — pregunto Deán lleno de
ironía, pero no tuvo mas que tragarse su miedo y terminar de preparar las balas
de sal para poderse salir del cuarto de pánico.
— Debemos
cubrirnos y apuntar bien… No se queden sin balas, hasta que acabe… o nos harán
trizas, ¿listos? — pregunto Bobby, y abrió finalmente la puerta. Los Winchester
salieron caminando muy sigilosamente del cuarto, pero en la escalera del
sótano, había alguien obstruyendo el paso, toro fantasma del pasado.
— Hola Deán ¿me
recuerdas? — pregunto el hombre gordo de las escaleras, y entonces los hermanos
lo reconocieron, era Ronald, el sujeto loco que mataron en el banco, el que
creía que los Mimetistas eran androides del gobierno.
— ¿Ronald, eh? ¿El
de los ojos láser?... Quisiera decirte, dichosos los ojos. — dijo Deán, era una
pena que viera a ese pobre chico convertido en una de esas cosas, Ron era bueno
y hasta lo había considerado su amigo en el poco tiempo que se conocieron.
— Estoy muerto
por tu culpa… ¡Tu debiste ayudarme! — le reprocho Ronald y estaba por bajar a
atacarlos cuando se escucho un disparo desde arriba, y luego Jeff bajo
corriendo de las escaleras con la escopeta en las manos.
— Si vas a disparar,
hazlo… No hables… hasta los novatos lo saben, Deán. — se burlo el muchacho, y todos
se quedaron fríos de verlo ahí parado. — Vamos, no me miren así… no soy un
fantasma… soy yo. — dijo Jeff, pero Deán tuvo que acercarse a tocarlo para
saber que era realmente su hermano. — Oye si me sigues tocando de esa forma… te
podrían meter a la cárcel. — se burlo Jeff, y entonces Deán lo abrazo muy
fuerte.
Deán realmente
no esperaba volver a tener a su hermanito entre sus brazos, pero ahora que lo
tenia, no quería dejarlo ir jamás. Jeff por su parte hundió su cabeza en el
pecho de su hermano, también estaba feliz de verlo pues su ultimo recuerdo era
el de Deán siendo desgarrado por esas horribles bestias.
— Déjame verte…
¿Cómo es que? — Deán ni siquiera se atrevía a preguntarlo, el chico estaba bien
y era lo único que le importaba.
— Lo mismo
podría preguntarte a ti… pero creo que los dos sabemos la respuesta — dijo
Jeff, obviando el hecho de que Castiel también lo había traído de vuelta,
entonces se giro para abrazar a Sam también.
— Esto es un
milagro… Jeff, no tienes idea de cuanto te extrañe. — aseguro Sam, y vaya que
lo había extrañado mucho pues de no haber quedado en coma, jamás habría seguido
a Ruby, jamás habría ido por ese camino de poderes demoniacos.
— Esta bien, no
me malentiendan… me alegra que Jeff este de vuelta con nosotros… pero tenemos
trabajar que hacer, luego hacen su reencuentro. — les dijo Bobby, todos
asintieron y subieron finalmente hasta la biblioteca y pusieron sal para
impedir que los molestaran.
— Arriba, el
armario de las sabanas, una caja roja hexagonal... Estará pesada. — dijo Bobby
— Entendido. — dijo
Sam y se fue, pero aparecieron las niñas otra vez, así que Deán les disparo para
librar el camino y ellas desaparecieron pero su risa macabra no.
— Cocina… Cajón
de los cubiertos… tiene fondo falso… Cicuta, opio, ajenjo — indico Bobby.
— ¿Opio? —
pregunto Deán con incredulidad pues era un ingrediente bastante pesado para la
brujería.
— ¡Tráelos! —
grito Bobby, y Deán se fue corriendo a la cocina pero entonces volvieron a
regresar esas niñas.
— Bobby… Pasaste
frente a nosotras, mientras el monstruo nos devoraba... Pudiste salvarnos y no
quisiste hacerlo. — decía una de ellas, Bobby realmente las estaba escuchando y
perdiéndose en su culpa por lo que Jeff tuvo que dispararles en su lugar.
Sam estaba en el
segundo piso, buscando la caja roja que Bobby necesitaba cuando sintió el frio
recorriendo su cuerpo. — ¿Sabes que me molesta mucho Sam? — se escucho
preguntar a Meg, Sam le disparo pero ella desapareció y apareció rápidamente
detrás de él. — Tú viste cómo sufrí durante meses… Creí que habías aprendido
algo y que había muerto por algo.
— Meg. — murmuro
Sam, el también quería disculparse con ella porque el se sentía mas responsable
de su muerte que nadie, pero ella ya no necesitaba escucharlo.
— ¿Pero lo qué haces
con esa demonio, Ruby? ¿Cuántos cuerpos inocentes ha quemado Ruby, por su gusto?
¿Cuántas chicas como yo?.... ¿Y tu no la mandaste de vuelta al infierno? ¡Eres
un monstruo! — grito Meg y Sam le
disparo al instante, el conocía perfectamente el historial de cuerpos de Ruby,
pero el que estuviera ayudándole, compensaba todo.
Bobby y Jeff se
pusieron a preparar las cosas para el embrujo, entonces se escucharon un par d
disparos desde la cocina — ¿Deán? — grito Bobby.
— ¡Estoy bien,
Bobby! ¡Sigue trabajando! — grito Deán, abrió el cajón para sacar las cosas del
hechizo, cuando una mano lo detuvo. — Víctor. — murmuro apenas girar a ver al
fantasma.
— Deán.
— Lo sé. —
volvió a decir Deán, pues estaba seguro de que ese fantasma iba a repetir lo
mismo que Meg y Ron, que todo era su culpa.
— No, no lo creo.
— aseguro el fantasma.
— Es culpa mía
que estés muerto… Te abandonamos… Y en el momento que me entere sobre lo de la explosión,
pensé, "Debí salvarlo." Debimos protegerte. — dijo Deán, esperando
que razonara un poco mas que los otros, pues Víctor había sido diferente, un
hombre cuerdo y un buen amigo que tenia un montón de cosas en común con ellos,
bueno cosas que tenia cuando estaba vivo.
— Unh-Unh. No
tan rápido… ¿Crees que te fuiste y Lilith vino y todos morimos en una explosión
de... luz blanca?... no sabes… 45 minutos. — dijo Víctor lleno de desprecio.
— ¿Qué? —
pregunto Deán si entender, pues según las noticias y la misma Ruby, la
explosión había sido momentánea.
— Mas de 45
minutos… Lilith dijo que quería divertirse… La secretaria fue la primera… ¿La recuerdas? Nancy, la virgen…
Lilith despellejo a Nancy, pedazo a pedazo… enfrente de nosotros, nos hizo ver…
y Nancy jamás paro de gritar… yo fui el ultimo — conto Víctor.
— Víctor —
murmuro Deán lleno de pesar, aquella experiencia debió ser horrible, como las
que el tuvo en el infierno y realmente lamentaba que el hubiera tenido que
presenciar tal masacre, pero Víctor se a cerco y le metió la mano en el pecho
para estrujar su corazón.
— ¿Dime en que
fue justo?… ¿Te salvan del infierno y yo estoy muerto?… ¿Por qué tu mereces
otra oportunidad, Deán? — exigió saber Víctor y eso fue lo que mas hizo daño a
Deán, el saber que había mejores personas en el mundo a las cuales Dios no les
otorgaba atención.
Deán se quería
dejar morir otra vez, y lo hubiera hecho de no ser porque Jeff llego corriendo
y le disparo al fantasma, haciéndolo desaparecer. — ¿Estás bien? — le pregunto a su hermano,
que había caído estrepitosamente al suelo tras el disparo.
— No. — murmuro
Deán,
— Vámonos. — dijo
Jeff y lo ayudo a levantarse.
Los muchachos estaban
terminando de mezclar las cosas del conjuro cuando uno de los fantasmas
apareció fuera del círculo… Era Ron.
— Ronald...
Vamos amigo, éramos… amigos. — le dijo Deán como suplica para que los dejara
trabajar en paz.
— Eso fue cuando
respiraba… Ahora, voy a comerte vivo. — aseguro Ronald.
— Bueno... pero,
no soy una hamburguesa— dijo Deán y se agacho para recoger su arma pero cuando
alzo la mirada, Ron ya no estaba. Así que se quedaron alerta en lo que Bobby
empezaba a recitar el hechizo:
Entonces todas las
ventanas se abrieron y una fuerte ventisca de aire entro a la casa, haciendo
que toda la sal volara lejos. La primera en aparecer fue Meg y Sam le disparo,
luego fue Víctor y también le disparo.
— ¡Al suelo! —
grito Deán y Sam se tiro para que su hermano le disparara a Meg otra vez.
Los chicos se
fijaron en que quedaban pocas balas pero no les importo, siguieron disparando a
todos los fantasmas que iban apareciendo en el camino. Víctor hizo que el arma
de Deán saliera volando, así que el tomo otra pero no tenia balas, finalmente
tomo la varilla de hierro y deshizo al fantasma. Meg apareció y arrojo un
mueble sobre Sam, aplastándolo contra la pared.
— Sam — gritaron
Deán y Jeff.
— ¡Cubran a
Bobby! — grito Sam, tratando de quitarse el mueble de encima, pero cuando se percató
las niñas estaban bloqueándole el paso.
Bobby seguía
leyendo el conjuro, cuando Meg metió su mano por su espalda, haciendo que
soltara el caso del hechizo. — ¡Deán! — grito a medio dolor, y Deán se lanzo al
suelo, logrando atrapar el cazo en el aire. — ¡Al fuego! — volvió a gritar, así
que Deán lo agarro en el aire y lanzo todo al fuego, haciendo que una luz azul
iluminara toda la casa y consumiera a los fantasmas.
Deán y Jeff ayudaron
a Sam a quitarse el mueble de encima y luego fueron a ayudar a Bobby a
levantarse, pues la luz del hechizo había provocado que cayera estrepitosamente
al suelo, por suerte también estaba muy bien.
Después de toda
esa batalla, los hermanos Winchester se quedaron dormidos en los sofás de la
sala, Jeff se durmió primero pues sus hermanos le estaba haciendo un montón de
preguntas de cómo había despertado, y todo eso. Pero el estaba demasiado
cansado como para responderles algo. El problema fue que apenas volver a cerrar
los ojos, se encontró en el cuarto de motel de Fe, tendiendo su cama con ella.
— ¿Huele bien no
crees? — preguntaba Jeff.
— ¿Que? —
pregunto Fe sin entender lo que le decía.
— Las sabanas…
son nuevas, no son como las de los moteles… estas están suaves. — explico Jeff,
aplanando la sabana blanca de su lado.
— Ah, pues… No
lo se, ¿recuerdas? — pregunto Fe con una sonrisa que Jeff jamás le había visto,
y eso le hizo recordar lo que el le había hecho años atrás.
— Lo lamento…
yo… quiero quedarme de verdad, pero…— empezó a decir Jeff, algo en su mente le
dijo que ya era tiempo de dejar ir esa
pesadilla, de ser libre.
— Tienes que
irte, lo entiendo… anda, no pierdas mas tiempo. — le dijo Fe sonriente pero
entonces unas gotas de sangre cayeron sobre las hermosas sabanas blancas.
—Demonios, justo cuando todo iba también… ¿Alguna vez vas a quitarme esto?—
pregunto Fe y entonces Jeff vio que el cuchillo estaba hundido en el vientre de
Fe, y el lo estaba sujetando.
En otras
circunstancias, Jeff la habría liberado de su tormento, pero esta vez le hundió
mas el cuchillo en el estomago. Y en ese momento Jeff despertó, estaba muy
alterado pero el ver a sus hermanos durmiendo tan tranquilamente, hizo que
volviera a dormir… sin saberlo, Fe acababa de despertar en el mundo real
también.
Mas tarde, Deán
se despertó cuando vio una sombra provenir desde la cocina, se asomo y vio que era
Castiel, así que se levanto sigilosamente para no despertar a nadie y fue hasta
él.
— Excelente
trabajo con los testigos. — murmuro Castiel.
— ¿Tu sabias de esto?
— exigió saber Deán.
— Estaba eh…
Informado. — respondió el ángel sin mucho interés por el tema.
— Pues muchas
gracias por la ayuda angelical… Casi me arrancan el corazón del pecho. — le
reprocho Deán.
— Pero no lo hicieron.
— le dijo Castiel. Un poco cansado de esa actuación melodramática que Deán
siempre tenía.
— Yo creía que
los ángeles debían ser… guardianes, con alas blancas y halos, no se… como Michael Landon, no idiotas — dijo Deán,
no estaba feliz con esa falta de empatía de parte de Castiel, era hasta mas
frio que un propio demonio.
— Lee la Biblia…
Los ángeles son guerreros de Dios, soy un soldado. — explico Castiel.
— ¿Sí? ¿Por qué
no peleaste? — exigió saber Deán.
— No estoy aquí
para cubrirte los hombros… Y pensé que con mandar a tu hermano estaba ayudando.
— Dijo el ángel sin quitarle la vista de encima a Jeff, que dormía plácidamente
en uno de los sofás.
— Si… gracias
por eso de todas formas. — murmuro Deán, no estaba feliz con deberle una mas a
los ángeles, pero era un sacrificio que estaba dispuesto a cumplir por su
hermanito.
— Es un buen
niño… me agrada… pero hay mayores intereses aquí. — aseguro el ángel.
— ¿Intereses? ¡Hay
personas que fueron destrozadas aquí! Y por cierto… mientras eso sucedía,
¿Dónde estaba tu jefe? Si es que hay un dios. — exigió saber Deán, no podía
dejar pasara ese tema, no todavía.
— Hay un Dios. —
murmuro Castiel.
— No estoy
convencido… Porque si hay un Dios, ¿qué rayos está esperando, eh? ¿Genocidio?
¿Monstruos deambulando la tierra? ¿El maldito apocalipsis? ¿En qué punto
levantara el dedo para ayudar a los pobres hombres que aun están aquí? —
pregunto molesto, Castiel no se molesto de escucharlo hablar así, pues no seria
el primero ni el ultimo hombre sobre la tierra que se preguntaría lo mismo.
— El Señor
trabaja en… — empezó a decir Castiel, pero Deán ya se conocía el discursito y
no lo dejo continuar mas.
— Si dices "En forma misteriosa", te
juro que pateare tu trasero — le amenazo Deán entre dientes y lo dejo
callado. — ¿Entonces Bobby tiene razón? ...
¿sobre los testigos?... ¿fue una especie de... señal del apocalipsis? —
pregunto, con un poco de miedo de sacar un tema del que después se arrepentiría
de saber.
— Por eso
estamos aquí… hay un plan en acción. — aseguro el ángel.
— Quiero saber
que cosa es — exigió Deán
— Sinceramente,
lo dudo, pero tienes que saberlo… La insurrección de los testigos es uno de los
66 sellos. — comento el ángel.
— ¿Y supongo que
no es un show en Seaworld? — le dijo, pues desde el primer momento en que se
enfrentaron con esas cosas, Deán supo que no se trataba de nada bueno.
— Esos sellos
están siendo rotos por… Lilith — aseguro Castiel y miro un momento como Deán se
estremecía por volver a escuchar ese nombre.
— ¿Ella despertó
a los testigos? — pregunto Deán, aun que no sabia de que se sorprendía si la
perra era una malvada y era capaz de cualquier cosa, eso también ya lo sabia
por experiencia.
— Mm-Hmm. Y no
sólo aquí… Otros 20 cazadores están muertos. — le conto el ángel.
— Por supuesto,
eligió victimas que los cazadores no salvaron para ponerlas tras de nosotros
— Lilith tiene
cierto sentido del humor. — murmuro Castiel, pues aun que odiara admitirlo, la
mujer había hecho un buen movimiento, había librado lo que quería y se había
desecho de un par de cazadores que podrían representarle una amenaza después.
— Pero mandamos
a los espíritus a descansar. — dijo Deán, creyendo que habían arruinado el plan
de Lilith.
— Eso no importa…
El sello se rompió. — dijo el ángel muy desanimado.
— ¿Por qué
romper el sello entonces? — pregunto Deán, pues aun no alcanzaba a comprender
las enormes magnitudes del asunto.
— Imagina los
sellos como candados de una puerta. — empezó a explicar el ángel.
— Si, ¿el ultimo
se abre y? — pregunto realmente intrigado.
— Lucifer queda
libre. — respondió Castiel y lo miro directamente a los ojos en espera de una
reacción que atender.
— ¿Lucifer?... creí
que el solo era una historia de la que hablan en el catecismo, el no existe. —
aseguro Deán, pues las historias decían que Lucifer gobernaba el infierno, pero
cuando estuvo ahí, jamás escucho que alguien lo mencionara.
— Hace tres
días, no creías que existieran los ángeles... ¿Por qué crees que estamos aquí caminando
entre ustedes por primera vez en 2.000 años? — pregunto el ángel, esperaba que
Deán fuera lo suficientemente inteligente para comprender que nada era un hecho
al azar, que todo estaba relacionado de alguna manera.
— Para parar a Lucifer.
— murmuro Deán, casi con miedo de sugerirlo siquiera.
— Por eso hemos
llegado — aseguro Castiel.
— Pues... que
gran trabajo hasta ahora, bien hecho con los testigos… excelente. — dijo Deán
lleno de ironía y desprecio, los ángeles habían dejado pasar ese hecho como si
nada y por ellos casi muere Bobby.
— Tratamos… Y
hay otras batallas, otros sellos… Algunas las ganaremos, otras las perderemos… Esta
la perdimos... Nuestras tropas no son ilimitadas… Seis de mis hermanos murieron
en el campo esta semana… ¿Crees que los ejércitos del cielo solo deberían
protegerte?... hay mayores problemas aquí — aseguro el ángel, pero Deán solo se
seguía burlando en voz baja y eso lo molesto mucho. — Y deberías mostrarme mas
respeto, yo te saqué del infierno… Y puedo devolverte. — le advirtió y eso
detuvo la sonrisa de Deán y lo hizo despertar en el sofá, todo había sido un
sueño.
Deán se despertó
muy agitado y Sam que se estaba cambiando enfrente lo noto. — ¿Estas bien? ¿Qué
tienes? — le pregunto preocupado.
— Tu… no tienes
problemas para creer en... ¿Dios y los ángeles? — titubeo Deán, pues aun no se
podía creer la sensación que ese ángel le provoco.
— No, no lo
tengo. — aseguro Sam
— Entonces,
¿también crees en el diablo? — pregunto Deán con una sonrisita torcida.
— ¿Porqué me
preguntas eso? — pregunto Sam intrigado, y oliendo los problemas en el aire.
Deán tenía la
sensación de que todo aquel asunto de los sellos y Lilith, tenían mucho que ver
en porque lo sacaron del infierno en primer lugar, este había sido el primer
ataque de muchos y tendría que volver a ser fuerte para proteger a su familia,
para detener que un enemigo poderoso resurgiera de la oscuridad.
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