sábado, 30 de noviembre de 2013

SPN 3.14 Llamada De Larga Distancia

Llamada de larga distancia
Descripción
Dean queda aturdido después de recibir una llamada telefónica de su padre , quien le dice que tiene una solución para romper su contrato demoniaco. Sam y Dean pelean porque Sam no cree que John este en el otro lado de la línea y el conflicto tiene grandes repercuciones en Jeff, que busca desesperadamente la ayuda de un viejo amigo. Dean no está de acuerdo con sus hermanos y se embarca en su propio camino para seguir las órdenes de su padre.


Era una noche lluviosa en Ohio, y la mayoría de las personas permanecían en sus casas por recomendación de la autoridades. Un hombre del centro, trataba de relajarse del estrés del trabajo, bebiendo Whisky, pero su teléfono empezó a sonar insistentemente y fue a responder para evitar un dolor de cabeza.

— ¿Ben?... Tenia que llamarte — dijo una voz apenas descolgó el teléfono, el hombre suspiro rendido porque era justo el tipo de llamada que quería evitar.

— Lida, no puedes seguir llamando aquí. — le dijo.

— Lo sé, lo sé… Solo dime lo que has pensando, por favor. — rogo la mujer.

— No hay nada que pensar. — aseguro el hombre

— No digas eso.

— No puedo, sabes que no puedo... Mi esposa.

— Te lo suplico... Ven a mí… Ven a mí, Ben. — seguía rogando la mujer, que claramente no era nadie mas que la propia amante.

— No — Ben estaba desesperado por esas llamadas, había recibido varias en los últimos tiempos  y siempre para pedirle que se reuniera con ella en la otra vida, si la mujer llevaba un tiempo muerta, pero su espíritu parecía no querer descansar sin su amado. Finalmente Ben colgó la bocina, pero el teléfono volvió a sonar inmediatamente.

— Linda, por favor… Por favor, sólo déjame en paz. — rogo Ben

— No voy a parar... Te extraño, Ben… Podemos ser felices, podemos ser felices juntos. — seguía diciendo al mujer, y francamente para Ben, ella se estaba convirtiendo en un disco rayado, que repetía y repetía lo mismo a cada llamada.

— Es una locura. — era todo lo que la mente de Ben y su boca podían conectar.

— Te amo… y lo hare siempre… ¿tu no me amas?— pregunto la mujer, y si ella no estuviera muerta ya, habría hasta llorado.

— Sabes que sí… Más que a nada… Pero... Lo lamento. — dijo Ben llorando y antes de dejarle decir algo mas, le volvió a colgar. Nuevamente el teléfono volvió a sonar sin cesar, pero esta vez Ben ya no respondió, simplemente arranco el teléfono de la línea y lo machaco a golpes. Lo aterrador fue que ni destruido dejo de sonar.

Ben estaba llorando por la desesperación y los recuerdos de la muerte e Linda, su mente no dejaban de decirle que ella jamás lo dejaría en paz, hasta que volvieran a reunirse.

— De acuerdo, Linda… Tú ganas. — murmuro para si, saco una pistola de su cajón y se la puso debajo del mentón, luego y sin pensarlo mas, tiro del gatillo… quitándose la vida de una vez por todas, tal y como Linda se lo había pedido.

Lejos de ahí, los hermanos Winchester por fin se habían podido concentrar a la búsqueda de la salvación del alma de Deán, sin embargo tanto buscar y hablar con especialistas en el tema, no había dejado ningún resultado todavía.

— Si, lo tengo… nos vemos. — Decía Deán antes de cortar una llamada, estaba aliviado de al fin poder levantarse de esa banca, pues Bobby lo había tenido ahí sentado un buen rato. Y luego llegaron sus hermanos. — ¿Y? — pregunto.

— Pues que el profesor no sabe nada — comento Sam rendido, igualmente habia estado platicando con un hombre sobre los pactos demoniacos y horas y horas de escucharlo no dejaron ningún resultado en el caso de Deán.

— Que raro… empaquen sus pantis… hay trabajo. — ordeno Deán.

— ¿Qué? ¿Qué pasa? — pregunto Sam

— Era Bobby… Un banquero se voló la cabeza en Ohio… Y él cree que hay un espíritu involucrado. — les comento Deán, Sam no pudo evitar enojarse de que su hermano hubiera llamado a Bobby para pedirle un caso, cuando estaban ocupados.

— ¿Hablaban de un caso? — pregunto Sam, lleno de incredulidad.

— No, hablábamos de nuestros sentimientos… Y de nuestros actores favoritos— comento Deán lleno de ironía. — Si, hablábamos de un caso.

— ¿Que? ¿Un espíritu? ¿Qué? — pregunto Sam sin entender, pero quería cambiar de tema lo mas pronto posible, antes de que volvieran a discutir por centésima vez en la semana.

— Ese banquero se estuvo quejando de un problema eléctrico en su casa por unos días, los teléfonos enloquecieron, los computadoras también… ¿Huh? — explico Deán y se quedo mirando a sus hermanos en espera de una respuesta favorable, pero ninguno de los dos se veía interesado con ello.

— Si ¿Y? — Sam estaba completamente desanimado y esas cosas no le estaban sonando a nada demoniaco o fantasmal.

— ¿Te es familiar? — sugirió Deán, porque tres de cada cuatro casos de espectros presentaban las mismas señales en las propiedades.

— Pues… si claro, pero Deán, estamos en un caso. — finalmente Sam se lo hecho en cara-

— ¿Cual? — pregunto Deán fingiendo no saber nada y eso puso mucho mas molesto a Sam, que quería golpearlo ahí a plena calle por ser tan idiota.

— El tuyo. — finalmente dijo Jeff, y apretando el brazo de Sam para calmarlo antes de que iniciara un espectáculo.

— Claro si, no me acordaba. — murmuro Deán.

— ¿Oye que otra cosa hemos estado haciendo últimamente? — le grito Sam furioso, su hermano era un malagradecido con ellos.

— Solo el ridículo, que mas… Sam, ya hablamos con cada profesor, bruja, adivino, y actores de carnaval barato en el país… Nadie sabe nada… Y si no hallamos a Bela no tendremos la Colt, así que mientras no tengamos algo… quiero hacer mi trabajo. — dijo Deán, ahora el también molesto.

— No hemos intentado algo. — murmuro Sam, y el brillo en sus ojos le indico a sus  hermanos de que o mas bien de quien estaba hablando.

— No Sam... No. — dijo Deán.

— Deán, debemos llamar a Ruby. — aseguro Sam, y Deán se quedo como ido por un segundo, no se podía creer que la demonio todavía no le dijera lo que a él, le había contado en confesión durante el cumpleaños de Jeff.

— No quiero discutir contigo. — murmuro Deán a intento caminar pero Sam no le dejo por sus gritos de loco.

—  ¡Ella dice que sabe cómo salvarte!

— ¡Pues no puede! — le grito Deán.

— Oh, ¿no? ¿Estas seguro de eso? — le reto Sam, sabia que su hermano no era fiel admirador de la demonio, pero estaba apelando a su cordura, a que pensara en usarla para salvar su propia vida.

— Lo estoy. — murmuro Deán y su tono hizo que Sam se estremeciera, había algo ahí que el no sabia y que debía averiguar.

— ¿Cómo? — exigió saber Sam, para este punto ya estaba mas que irritable.

— Porque ella me lo dijo. — finalmente dijo Deán.

— ¿Qué? — pregunto Jeff alucinado, imaginarse a su hermano mayor platicando a solas con esa demonio no era algo bonito, era estremecedor. Con el carácter que ambos se cargaban, resultaba difícil no pensar que se terminaran matando.

— Ya oyeron, me dijo… que no puede salvarme y que nadie puede. — agrego Deán, no le agradaba tener que estar diciendo aquello pues era como hablar de su propio final, pero era necesario, para quitarle esa venda de los ojos a Sammy.

— ¿Y olvidaste mencionarme eso? — pregunto Sam mas que molesto.

— No me interesa lo que crea esa perra, y a ti no debería interesarte— le dijo Deán.

— ¿Ahora tienes secretos conmigo? — esa era la razón del enfado mayúsculo de Sam, el sentir que su hermano no le estaba contando las cosas

— ¿Enserio quieres hablar sobre quien tiene secretos con quien? — Deán estaba hablando de lo del nuevo líder de los demonios, de que Sam ya lo sabía antes del ataque en la estación de policía. Sam suspiro frustrado y se fue caminando. — ¿Ahora a donde vas? — le pregunto, a veces Sam era como un adolescente que desaparecía a la mas mínima que se le molestaba.

— Creo que voy a ir a Ohio. — dijo Sam y siguió su camino al impala, Deán miro a Jeff quien solo se encogió de hombros, la decisión estaba tomada y no de otra, mas que seguir el nuevo caso.

Milan, Ohio
Los hermanos llegaron a la siguiente mañana al nuevo pueblo, y fueron directamente a la casa del muerto, pues Sammy no quería darle mas largas al   asunto, quería  resolverlo rápido para volver a concentrarse en el caso de Deán.

— Lo encontré... ahí. — decía la viuda, quien llevo a los muchachos hasta el estudio donde su marido se voló la cabeza, su sangre aun se podía ver tenuemente en el suelo y ciertamente era triste estar ahí parados.

— ¿Por qué no nos dice todo lo que vio, Señora Waters? — le pidió Deán, pues nada mas haberse presentado la mujer los llevo al sitio y no les comento nada de lo que necesitaban para la investigación.

— ¿Además de mi esposo muerto? — pregunto la mujer con ironía, pues era bastante claro que estaba perturbada y amargada por los últimos acontecimientos.

— Bueno, todo lo demás... que usted vio, por favor. — murmuro Sam, en ese tipo de casos era mejor tener un poco mas de tacto con las personas.

— Había, uh, sangre... en todas partes… El teléfono estaba arrancado de la pared, su botella de whisky estaba abierta… ¿Qué más quieren saber? — exigió la viuda de muy malos modos, vaya que estaba enfadada.

— ¿Por qué arranco el teléfono? — pregunto Sam con interés, pues ese era un detalle poco común dentro de los casos de fantasmas, ellos no pueden tocar cosas y muchos menos destruirlas.

— No lo sé. — murmuro la mujer.

— ¿Le importa si lo veo? —  dijo Sam y la mujer le indico con la mano que tomara su propio camino. Así que Sam fue directo a la caja de evidencias que reposaba sobre el escritorio y busco el teléfono.

— Ya declare todo esto con los otros detectives. — aseguro la mujer, era claro que no estaba de humor y lo único que quería era que la dejaran sola.

— No le quitaremos mucho tiempo señora. — aseguro Deán y siguió el camino de Sam para revisar la oficina.  Sam saco las cosas de la caja de evidencias  encontró el teléfono, a pesar de estar roto aun la pantalla permanecía prendida, bloqueada con el ultimo numero de teléfono y una hora. 

— ¿Señora, a qué hora murió su esposo? — pregunto Sam

— Fue como a las 11:00. — dijo la mujer, y Sam le indico a Deán que mirara el identificador, justo la hora en que se había recibido la ultima llamada, lo que descartaba un poco la teoría del fantasma.

— ¿Hubo llamadas extrañas? ¿Han recibido algunas… o interferencia, estática o algo así? — pregunto Deán.

— No… No— murmuro la mujer desconcertada, pero su mirada dejaba ver un destello de duda, como si se estuviera pensando algo pasado.

—Señora Waters, ocultar información a la policía… es un delito grave. — aseguro Deán y Sam tocio un poco para decirle que se callara, pues estaba diciendo tonterías. — En otras partes del mundo— agrego para corregir el error. Aun que de todas maneras, logro persuadir a la mujer para que hablara.

— Hace como quince días, hubo una... desperté una mañana y oí a Ben hablando en su estudio… creí que hablaba con una mujer — conto la mujer.

— ¿Qué le hizo pensar esto? — pregunto Sam

— Porque no dejaba de llamarla Linda… Así que tome la otra línea… Y... no había nadie, Ben no hablaba con nadie. — agrego la mujer, y eso si que era bastante raro.

— ¿No había nada? — pregunto Sam

— Sólo estática. — aseguro.

— ¿Usted no habló con Ben sobre esa llamada? — volvió a preguntar Sam

— No… Debí hacerlo, pero no. — grito la mujer desesperada, y una lagrimas corrió por su mejilla. Alguna parte de ella sentía culpa, su marido no había sido un hombre muy abierto, siempre había tenido, esa carga en sus ojos.

— ¿Alguna vez menciono quién era Linda? — siguió preguntando Sam

— ¡¿Qué importancia tiene?! ¡No había nadie en la línea! — les grito la mujer y se soltó a llorar como una mártir, así que los hermanos finalmente tuvieron que dejar la propiedad, para darle su espacio.

La verdad es que no había información suficiente para construir un caso todavía, pero como Deán seguía insistiendo en que su instinto le decía que investigaran, los chicos regresaron al motel para buscar información en otras vías, específicamente la internet.

— Linda es bonita... o era. — comento Deán tras unas horas de investigación, había investigado el nombre que la esposa del muerto manejo. Pues como era su caso, sus hermanos no quisieron hacerlo por él.

— ¿La hallaste? — pregunto Sam impresionado.

— Sí, Linda Bateman… ella y Ben Walters fueron novios de estudiantes. — conto Deán.

— ¿Y qué pasó? — pregunto Jeff

— Un borracho los choco y Ben salió ileso. — comento Deán, no hacia falta que mencionara que la mujer había muerto, para que los chicos entenderían la situación.

— ¿Y luego que?, ¿lo llamo para charlar? — pregunto Jeff lleno de ironía y diciéndolo de esa manera, sonaba realmente loco.

— Yo diría eso, pero Linda fue cremada… ¿Entonces porque sigue flotando? — se pregunto Deán.

— Uh, quien sabe. — murmuro Sam sin mucho interés todavía.

— ¿Qué saben de ese numero? — volvió a preguntar Deán, pues acordaron que el investigaría el numero si ellos investigaban el numero misterioso que quedo grabado en el teléfono de la casa de Ben.

— Uh, si  es un número de teléfono. — dijo Sam, pues no estaban seguros de que eso fuera ya que tenia mas dígitos que cualquier otro numero del país.

— Nunca había visto uno así. — murmuro Deán.

— Sí, porque es de hace un siglo… cuando los teléfonos tenían manivela. — comento Jeff, bendiciendo a Giles por haberle enseñado la historia de los teléfonos durante el inicio el 7mo grado.

— ¿Por qué usar ese numero para contactar a alguien? — pregunto Deán.

— Tampoco se eso, pero como sea debemos rastrearlo. — aseguro Sam

— ¿Cómo rastrear a un número que tiene más de cien años? — pregunto Deán, si hoy en día era difícil poder acceder a los registros telefónicos de los teléfonos actuales, no se quería ni imaginar como debía ser lo de los viejos.

— Solo hay una manera… — así que Jeff se paso la siguiente media hora hablándoles a sus hermanos de los teléfonos y los registros, todo para concluir diciendo que debían ir a la compañía de telefonía del pueblo, el lugar donde todos los registros eran almacenados.

Así que por la tarde Sam y Deán retomaron nuevamente los trajes formales, y fueron a la compañía de teléfonos, haciéndose pasar por agentes de la central telefónica del país, y que estaban en busca de anomalías en los pueblitos.

— No viene mucha gente de la matriz aquí. — comentaba el encargado de las oficinas mientras les daba un pequeño tour por las instalaciones.

— Pues en la oficina mencionaron que había un almuerzo — comento Deán y Sam lo miro con enojo, pues ni en momentos de seriedad su hermano podía dejar de hablar de comida, ¿Qué acaso nunca tenia llenadera?

— Eso podríamos arreglarlo mas tarde… El hombre con quien necesitan hablar, esta por… — y el encargado se quedo callado pues un montón de moscas se arremolinaron en el cabello de Sam, y empezó a apestar horrible. — Lo se, lo siento… Tenemos problemas de higiene aquí abajo. — dijo el hombre con una mueca de asco y finalmente entraron a una oficina.

— ¿Stewie? ¿No te he dicho que mantengas limpio este sitio limpio? — grito el encargado, antes de mirar que su empleado tenia un montón de paginas pornografías abiertas en su enorme monitor.
— Stewie Myers… Ellos son el señor Campbell, y el Señor Raimi. — presento el encargado, pero su empleado no puso atención por estar cerrando toda la pornografía de la pantalla, pero por mas que cerraba una ventana, aprecian otras 3.

— No sé cómo llega  esto aquí. — murmuraba el sujeto muy apenado y sin dejar de dar click en cerrar todo. Fue hasta que jefe le dio una colleja que pudo reaccionar.

— Vienen de la matriz— agrego el jefe, y el tipo salto de su silla, pues sabia que empleados de la matriz debían ser tratados como reyes ahí abajo, y sobre todo que siempre se les debía dar una buena imagen o podría perder el empleo — Dales lo que necesiten. — agrego el jefe y se fue muerto de la vergüenza.

— ¿Puedo ayudarles? — pregunto el empleado con falsa intención en sus palabras, ya era bastante malo tener que trabajar 8 horas diarias en un oficina subterránea como para tener que soportar ordenes de desconocidos.

— ¿Es eso, uh bellezas-asiáticas.com? — pregunto Deán, que no dejaba de mirar la pantalla llena de pornografía que tenían enfrente.

— No… Tal vez— murmuro el empleado, ya no tenia caso que siguiera fingiendo pues lo que se ve no se juzga.

— Un consejo... La membrecía platino vale la pena. — dijo Deán con una enorme sonrisa, pues se estaba acordando de varias de las películas que había visto en se sitio Web, todo muy cuidado y muy profesional.

— Bueno, ahora… queremos rastrear este número. — dijo Sam, contenido la vergüenza por la estudies que acababa de decir su hermano, y le dio un papel con el numero apuntado al empleado.

— ¿De donde lo sacaron? — pregunto el hombre nada mas ver el numero.

— De un identificador de llamadas. — dijo Deán.

— Oh, no… Eso es imposible. — aseguro el tipo.

— No se ha usado en unos años, lo sabemos. — aseguro Deán, reconociendo la reacción como la propia cuando Sam le conto sobre la antigüedad del numero.

— ¿En unos años?... Es prehistórico, créanme… nadie a usado este numero. — volvió a asegurar el hombre. Pues sabia que ese tipo de teléfonos necesitaban una conexión especial para ser enlazados a la línea, una conexión que ya no existía.

— Queremos que lo rastree de todos modos. — le exigió Sam

— Claro. ¿Por qué no arreglan mi vida primero? — pregunto el hombre lleno de ironía y con ello estaba diciendo un gran NO, a la orden de Sammy.

Así que Deán tuvo que  intervenir. — Escuche, uh, Stewie... Tiene como seis clases de violaciones laborales aquí… Sin mencionar la pornografía que tendrás en tu disco duro… cuando mi compañero diga, rastrea este numero… tu rastrearas este numero. — le ordeno, pero su mirada asesina lo que convenció al sujeto.
Stewie tecleo rápido el numero de teléfono en la base de datos, estaba seguro de que tenia la razón y que a búsqueda no generaría ningún resultado, sin embargo solo bastaron unos segundos para que notara su error.

— No, es posible. — murmuro con incredulidad.

— ¿Qué? — pregunto Deán

— No se de donde viene ese número... Pero puedo decirles a donde ha ido. — aseguro el empleado.

— ¿De que habla? — pregunto Sam sin entender, hasta que luego el hombre le imprimió una hoja de resultados y se la entrego.

— Diez casas diferentes en dos semanas, todas son del mismo numero. — comento el empleado, le estremecía pensar en que alguien se atreviera a llamar desde esos números tan viejos, pero después ya no le importo, no era su asunto.  — Bueno, ¿ya terminamos?... Porque estoy ocupado. — aseguro y se volvió a sentar en su silla para seguir viendo su pornografía en el monitor.

— Claro— murmuro Deán, entendía perfecto cuando un hombre necesitaba privacidad para ver sus películas, era muy comprensible después de todo.

Así que a la mañana siguiente, los Winchester se dividieron las casas del vecindario a las que debían ir a investigar. Pero fue Sam el que se encontró con la mas rara de todas, pues apenas llamar a la puerta, se encontró con una familia de tres recibiéndolo.

— Hola señor... Vengo de la compañía de teléfonos. — le dijo Sam al hombre mayor, quien debía ser el papá de los chicos.

— Uh, nosotros no llamamos a la compañía— murmuro el hombre.

— Lo se, señor… no era necesario, hemos tenido muchas quejas de este vecindario. — mintió Sam

— ¿Quejas? — pregunto el hombre sin entender, pues su primer pensamiento fue que su hija la mayor podría estar molestando gente con bromas por teléfono, pero esa idea quedo descartada de inmediato, pues ella no era así.

— Sí señor, llamadas cortadas, estática… ¿Tal vez, voces extrañas otro lado de la línea? — sugirió Sam

— No, no hemos tenido nada de eso aquí. — aseguro el hombre de inmediato, lo que indicaba que estaba diciendo la pura verdad.

— ¿Nada? — insistió Sam, pues tenia pruebas en la mano (la lista de la compañía) de que si habían recibido llamadas, aun que eso no significaba que hubieran respondido a ellas.

— No. — volvió a asegurar el hombre

— De acuerdo, excelente... Solo era eso... Gracias. — dijo Sam con nerviosismo, pues ya no sabia que pensar de todo aquello.
— Bien, no hay problema. — dijo el hombre y antes de que cerrara la puerta de la casa, Sam pudo notar la cara pálida que sostenía la hija, se veía muy asustada y eso podría ser una pista después de todo.

Sam no quiso presionar mas a la familia y regreso al auto que había rentado para parecer todo un ejecutivo de la alta, el problema fue que la joven de antes lo siguió hasta fuera y no le permitió seguir su camino.

— No es de la compañía telefónica. — aseguro la joven.

— Si, si soy — aseguro Sam

— ¿Desde cuando conducen autos rentados y… usan trajes baratos? — pregunto la joven entre risas, para ella era muy común conocer de esas cosas, pues su padre trabajaba en el banco y conocía perfectamente a los empleados de alto rango.

— ¿Sí? Bueno… tal vez los dos tenemos secretos. — aseguro Sam tras su reacción en el interior de la casa.

— ¿Por qué pegunto si oímos voces extrañas en el teléfono? — pregunto la joven, ya que esa era la razón por la que lo había seguido en primer lugar.

— ¿Por qué? ¿Tú oíste algo? — pregunto Sam, aun que a juzgar por su reacción, estaba bastante seguro de que así era. Y no era tan descabellado, ella era una adolescente y que chico no oculta cosas a sus padres, en especial cosas tan raras como esas.

— No. — murmuro la joven

— Disculpa, pensé que si. — murmuro Sam, tampoco quería presionarla, no era su estilo. Ella debía hablar por su voluntad.

— Pues no, ¿esta bien? — grito la chica indignada.

— Perdona, no quise molestarte… porque, ¿sabes?... Si las oíste, te diría que yo he pasado por lo que tu estas pasando ahora… he oído cosas y visto cosas que no podría explicar… Tal vez podría ayudarte un poco, solo eso. — dijo Sam y se iba a meter al auto para darle un empujoncito a la joven y funciono.

— Espera… tal vez… he hablando por teléfono... con mi mamá — finalmente dijo la joven, aun que no fue la respuesta loca o extraña que Sam estaba esperando.

— Eso no es extraño. — murmuro Sam

— Ella está muerta... desde hace tres años. — le conto la chica y repentinamente todo se había vuelto mas interesante para Sammy.

— ¿Cuantas veces llamo? — pregunto Sam

— Algunas veces… Empezó hace una semana, creí que yo estaba loca. — aseguro la joven.

—De esto si estoy seguro, y vas a tener que creer... no estas loca. — le aseguro Sam y ella le sonrió, y se sintió mucho mas confiada como para contarle un par de detalles mas sobre las misteriosas llamadas, como que todas habían sido a la misma hora.

Sam iba conduciendo de regreso al motel cuando llamo Deán a su celular.

— Los muertos están hablando a todas partes. — dijo Deán, apenas Sammy le acepto la llamada.

— Si ya sabía. — dijo Sam resignado, había llegado a querer que eso no fuera un caso, pero ya no había de otra mas que investigar.

— Hable con una abuela de 84 años que tiene llamadas eróticas de su esposo que murió en Corea. — dijo Deán, aun asqueado por todos los detalles que la mujer le había contado del sexo telefónico, Sam también hizo una mueca de asco al escuchar tal cosa.  — Yo agregaría esa sección a la palabra necrofilia. — agrego Deán.

— ¿Qué esta sucediente aquí, Deán? — pregunto Sam rendido, pues por mas que le daba vueltas al asunto no conseguía entender nada. Pues las voces de los fantasmas  provocaban fallas en los aparatos, por lo tanto eran imperceptibles al auricular de un teléfono.

— No se, pero hay que averiguarlo… esto se esta poniendo aterrador. — dijo Deán.

— Sí bueno, te llamo luego. — dijo Sam y termino con la llamada. Pero inmediatamente de colgar, Deán recibió otra llamada.

— ¿Si, que? ¿Sam? — pregunto apenas responder.

—Deán… Deán, ¿eres tú? — escucho a una voz susurrar desde el otro lado de línea, no era la voz de Sammy, pero si que era otra voz bastante conocida para Deán.

— ¿Papá? — pregunto Deán titubeante, si tenia que sr la voz ronca y triste de John Winchester, pero ya no le dijo nada mas, pues la llamada se corto.

Deán estaba entre asustado y sorprendido por la llamada que acaba de recibir, el siempre quiso volver a escuchar la voz de su padre, pero ahora ya no sabia si había hecho bien en desearlo tanto. Así que regreso al motel y le conto todo a los chicos.

— Pero como… ¿papá? ¿Tu crees que era el? — pregunto Sam, teniendo sus serias dudas sobre el caso todavía.

— No se, tal vez — murmuro Deán, aun le estaba costando un poco asimilar lo que había ocurrido.

— ¿Y como se oía? — pregunto Jeff entusiasmado.

— Como Oprah— dijo Deán lleno de ironía, pero el semblante triste de su hermano menor, le hizo ver que no debía bromear con eso. — Se oía como papá, enano… como… como siempre, así que… ¿Ustedes que creen? — les pregunto, finalmente John también era su papá y tenían que hacer las paces con el tema todos juntos.

— ¿Qué dijo? — pregunto Sam
— Mi nombre. — murmuro Deán.

— ¿Eso es todo? — pregunto Sam impresionado, su padre no era muy hablador pero estaba seguro que de ser él, se hubiera saltado las formalidades y se hubiera ido directo a exigir explicaciones de los últimos acontecimientos.

— Sí, la llamada se cortó. — dijo Deán.

— Para empezar… ¿Para que llamaría Deán? — finalmente pregunto Sam, pues a cada minuto sentía un mal presentimiento creciendo dentro de su pecho. Algo que le decía que no todo encajaba de la manera adecuada.

— No lo sé, Sam… ¿Por qué están llamando aquí los muertos?... Si los demás están hablando con sus seres queridos, ¿Por qué nosotros no? Todo es posible. — se excuso Deán, pues eso era lo que quería creer realmente.

— Pues creo que si. — murmuro Sam, no quería cortarle la ilusión a su hermano todavía, pues era la primera vez en meses que lo veía tan ilusionado con algo.

— Bueno, y que tal si... ¿Qué tal si, si es papá? ¿Y si vuelve a llamar? — pregunto Deán titubeante ante tal idea. Así que se sentó en su cama para ver a los chicos, para ver hasta donde debía hablar del tema para no lastimarlos.

— ¿Qué tiene? — pregunto Sam como si no fuera la gran cosa.

— ¿Qué le digo? — pregunto Deán en pánico, pues sabia que llegado su momento le tendría que dar muchas explicaciones a su padre.

— "¿Hola?" — dijo Sam y se encogió de hombros.

— "¿Hola?"… ¿Esa es tu respuesta?... "¿Hola?" — dijo Deán con incredulidad y salió hecho una furia de la habitación de motel.

— Sammy… ¿crees que si sea papá? — pregunto Jeff en un hilito de voz, Sam se giro a verlo y suspiro fuerte, el pobre niño tenia una debilidad mas grande por John y el idiota de Deán no se movía con sus acciones delante de él.

— Jeffrey…— Sam ni siquiera sabia que decirle al chico. El mismo estaba confundido y teniendo una batalla interna por respuestas que parecía no tener fin.

— No, ya se… no deberíamos estar hablando de esto, deberíamos estar viendo como salvar a Deán del trato. — dijo Jeff y se puso a leer libros otra vez. Era triste ver como el chico se cerraba a obtener las respuestas que tenia derecho a recibir, pero por esa ocasión Sammy prefirió que fuera de esa manera, pues el no tenia respuestas que ofrecer… todavía.

Pasaron unas horas para que Deán pudiera poner su cabeza y sus sentimientos en orden, investigo un poco por su cuenta y luego regreso a la habitación.  — ¿Encontraron algo? — les pregunto.

—Después de tres horas,  no encontré una razón lógica por lo que algo sobrenatural este sucediendo aquí. — aseguro Sam

— Vaya, creí que una educación en la universidad de Stanford, produciría mejores resultados que eso. — se burlo Deán, estaba molesto de que Sam tuviera esa actitud tan negativa en el caso, mas cuando el asunto ya se estaba volviendo personal.

— Jaja, que gracioso. — se burlo Sam sin ganas de seguir discutiendo.

— Sam, estás buscando en los lugares equivocados. — aseguro Deán.

— ¿Y cuáles son los correctos, Deán? — exigió saber Sam

— El folletero del motel — aseguro Deán y dejo caer un folleto sobre la mesa donde trabajaba Sammy. — Milan, Ohio... pueblo natal de Thomas Edison. — comento Deán con una gran sonrisa de sabelotodo.

— Sí, ¿y eso que? — pregunto Sam sin entender.

— Sigue leyendo. — dijo Deán y Sam recogió el folleto de la mesa para leer, sin embargo el gran anuncio de la atracción principal fue suficiente información.

— ¿Es un chiste? — pregunto Sam entre risas pues la atracción principal que mencionaba el folleto era un teléfono embrujado, y eso era bastante irónico considerando las circunstancias del caso.

Así que los hermanos fueron al museo de la ciudad para inspeccionar dicho teléfono, pero tuvieron que pasar antes por un montón de basura diferente que guardaban como supuestos tesoros del estado. Los tres se estaban cayendo del aburrimiento cuando por fin llegaron al exhibidor del teléfono.

— Esta es una de las posesiones más valiosas del museo... el llamado "teléfono espiritual"… ¿Sabían que el señor Edison, uno de los inventores mas queridos del país, también era un devoto ocultista? — explicaba la guía del museo, haciendo gestos y movimientos muy raros para su profesión.

— Hay que cortarle los dedos. — Murmuro Deán pues la mujer también menaba mucho los dedos y eso desesperaba a todos.

— El pasó años trabajando en esto... su último invento… con el que creía que podría comunicarse con los muertos, ¿tenebroso? ¿No? — agrego la mujer y el grupo empezó a caminar hacia la siguiente atracción. Los hermanos aprovecharon para rezagarse y analizar el teléfono con el EMF.

— ¿Algo? — pregunto Deán.

— Nada. — murmuro Sam, pues de hecho era la primera vez en que el EMF se mantenía mas apagado que nunca.

— ¿Tu que crees? — volvió a preguntar Deán.

— ¿Sinceramente?... Es un montón de fierros para mí. — comento Sam, pues el maldito teléfono ni siquiera tenia forma para ser un objeto maldito.

— No tiene ni cable. — murmuro Jeff que estaba viendo el artefacto muy de cerca, y también le parecía horrible.

— Tal vez no funcione así. — sugirió Sam

-— Tal vez sea como una antena que transmite a los muertes a todos lados. — sugirió Deán, pues no era tan loco pensarlo.

— Podría ser. — murmuro Sam

— El número del identificador tiene 100 años, es de la época de esta cosa— agrego Deán, esperanzado a creer en que realmente esa cosa funcionaba.

— Sí, pero ¿por qué empezaría a funcionar ahora? — se pregunto Sam

— No lo sé… Pero mientras los muertos llaman a los vivos aquí, es la mejor razón que tenemos. — dijo Deán.

— Si, tal vez.

— Y tal vez si sea papá. — murmuro Deán, sus hermanos lo miraron raro pues tenia una voz diferente y un brillo en sus ojos que no era propio de él.

Esa noche Jeff y Sam dormían profundamente, mientras que Deán no quiso acostarse porque tenía la esperanza de que su padre llamara otra vez y casi a las tres de la mañana, la llamada por fin sucedió.

—  ¿Papá? — murmullo Deán y salió del cuarto para no despertar a nadie.

— Deán. — susurro la voz al otro lado del teléfono.

— ¿Si eres tu? — volvió a preguntar Deán.

— Soy yo. — aseguro John

— ¿Como puedo estar seguro? — pregunto Deán, quería creer que era él pero Sam tenia razón, todavía no sabían lo que estaba pasando realmente.

— No puedes… Deán, ¿Por qué hiciste eso? — pregunto un John molesto y ese tono fue la confirmación final de que si era él.

— ¿Qué cosa? — pregunto Deán sin entender de que venia el reproche.

— Vender tu alma. — susurro John.

— Cuidaba a Sammy como me dijiste. — le dijo Deán en su defensa.

— Yo nunca quise eso... Jamás, eres mi hijo… te amo, no puedo verte en el infierno Deán. — grito John, claramente compungido por imaginarse a su hijo ardiendo de la peor forma en el mismísimo infierno.

— Lo siento… no se como evitarlo. — aseguro Deán.
— Porque si tú rompes el trato, Sam muere,  ¿cierto? — pregunto John.

— ¿Qué? — pregunto Deán con incredulidad, era evidente que su padre estaba enterado de todos los pormenores del contrato.

— Conozco una salida para ambos. — aseguro John.

— ¿Cómo? — exigió saber Deán.

— El demonio que tiene tu contrato... Está aquí... ahora. —seguía asegurando John, solo que esta nueva revelación le helo la sangre por completo a Deán.

Lejos de ahí, Lanie, la niña de la casa a la que Sam fue a revisar esa mañana estaba chateando con una amiga, cuando una conversación extraña se inicio de la nada en su PC, al principio pensó en cerrarla pero finalmente se puso a responder los mensajes.

SHA33: ¿Lanie? ¿Eres tú?
LanieGee: ¿Mamá?
SHA33: Te hice una pregunta anoche, ¿has pensado en eso?
LanieGee: No sé que quieres.
SHA33: Por supuesto que sabes. Quiero verte.
LanieGee: Fui a verte, al cementerio.
SHA33: No me refiero a eso
LanieGee: Pero estoy asustada
SHA33: No tengas miedo. Estoy aquí contigo

La pantalla del ordenador se apago por si sola, la chica se hecho para atrás por el susto y luego vio la leyenda: VEN A MÍ, escribirse un millón de veces en su pantalla. Y a la mañana siguiente ella llamo a Sam para contarle la espeluznante experiencia.

— ¿Se supone que esto es divertido? — preguntaba Jeff por enésima vez en la mañana, pues llevaba un buen rato mirando un supuesto programa de comedia en la televisión.

— Pues cambia de canal... o apágalo ya. — le grito Deán, estaba muy ocupado investigando lo que su padre le dijo la noche anterior, como para ponerse a escuchar mas quejas de un niñito. Entonces Sam regreso a la habitación.

— ¿Qué paso? — le pregunto Deán apenas verlo.

— Esa chica, ¿Lanie?... El espíritu de su madre la asustó anoche. — conto Sam

— Que mal. — murmuro Deán.

— Sí, mucho… ¿Qué haces? — pregunto Sam con curiosidad, pues Deán estaba muy concentrado leyendo unos papeles y eso jamás lo hacia.

— Creo que papá tiene razón… Creo que el demonio está aquí… mira esto. — y le dio u montón de hojas raras de estadísticas.

— ¿Qué son?... ¿reportes del clima? — pregunto Sam impresionado, pues hasta donde sabia su hermano no sabia como  interpretarlos.

— Son augurios... augurios demoníacos… Tormentas eléctricas en todas partes, donde hemos estado en las dos últimas semanas — explico Deán y por fin Jeff apago la televisión para ir a ver esa información tan importante con Sam

— Yo... yo no recuerdo ninguna tormenta eléctrica— murmuro Sam, y Jeff asintió pues tampoco recordaba nada de eso.

— No recuerdo que hayas estudiado meteorología— le dijo Deán lleno de ironía. — Pero ya les digo, ese maldito esta siguiéndome, usando el cuerpo de alguien. — aseguro Deán sobre el misterioso demonio que quería su alma.

— ¿Y está siguiendo porque...? — Sam ni siquiera termino su pregunta, sonaba tan estúpido que un demonio quisiera a Deán, cuando tenían sus propios empleados para recobrar las almas de la gente, a los perros del infierno.

— Creo que soy buena presa ¿no?... muy valioso para perderme de vista. — aseguro Deán

— Bueno, si — murmuro Sam sin nada de interés.

— Tranquilo Sammy… estás muy emocionado. — dijo Deán lleno de ironía y le quito los reportes del clima de las manos.

— Deán yo quisiera creer esto… de verdad— empezó a decir Sam, pues sus dudas cada vez iban aumentado mas y mas.

— ¡Pues créelo! Si hallamos a esa cosa, nos salvamos Sammy. — aseguro Deán.

— Eso es otra cosa… ¿Papá te da un exorcismo que puede matar a un demonio?... ¿Que no solo lo envía al infierno, si no que demás lo mata? — pregunto Sam con incredulidad pues en todos sus años como cazador había llegado a escuchar de una cosa tan poderosa como ese hechizo, jamás.

— Mira esto, viene del oscurantismo… del siglo XV — explico Deán con un libro en la mano, se lo ofreció a Sammy pero el no quiso ni agarrarlo.

— Si, ya lo vi Deán… Y también Bobby. — Sam estaba agradecido de que Jeff le mandara un mensaje de texto con el nombre del ritual, ya que por eso puedo hacer su propia investigación.

— Muy bien… ¿Y? — pregunto Deán.

— Sin duda es un exorcismo, pero no hay evidencias de que pueda matar a un demonio. — explico Sam,

— Ni evidencias en contra. — dijo Deán en su defensa.

— Deán, por favor— murmuro Sam

— Hasta donde yo se, el único que ha estado en el infierno es papá ¿no?... tal vez aprendió un par de trucos halla… Como qué exorcismos funcionan. — dijo Deán, pues esa era la idea que tenia en mente.

— Tal vez si, yo también lo espero... pero hay que estar seguros. — repitió Sam

— ¿Por qué no estamos seguros? — pregunto Deán con ironía, se estaba desesperando por tanta negatividad de parte de Sam

— Porque no sé que es lo que esta ocurriendo aquí, Deán… mas que un tipo se vuela los sesos y que una niña esta muerta de miedo. — le recordó Sam, aquellas eran dos cosas malas que habían salido de las misteriosas llamadas.

— Wow Sam… un par de civiles están asustados por fantasmas— dijo lleno de ironía. — No es raro Sam, es normal asustarse con fantasmas. — agrego, y si, en efecto era normal que personas sin conocimientos del tema, resultaran asustadas por ese tema.

— ¿Papa te dijo donde encontrar al demonio? — pregunto Jeff en apenas un hilito de voz, no sabia en que creer pero como un miembro de la Scoobie Gang, sabia que era mejor cubrir todas las posibilidades.

— ¡Espero su llamada! — grito Deán con el teléfono en la mano.

— Le dije a Lanie que iría a verla. — murmuro Sam resignado, pues por mas que tratara de disuadir a su hermano de cometer una locura, era seguro que su hermano no cambiara de opinión, estaba muy ilusionado. Pero eso no era razón para que pusieran en peligro a una inocente chica.

— Ah, claro si… tu ve a estar con esa menor, no te hagas meter a la cárcel… mientras yo estaré aquí, preparándome para salvar mi vida. — dijo Deán enojado pero a Sam no le intereso, se puso de pie y  camino a la entrada. — Eres increíble, ¿sabias eso?... durante meses hemos intentado acabar con esto, ahora papá esta por darnos una dirección y no puedes aceptarlo… El esta muerto y tu sigues necio con el. — gritaba Deán.

— Ese no es el problema — aseguro Sam

— ¿Entonces cual es? — exigió saber Deán.

— El hecho es que no hay pruebas aquí, Deán… después de todo, ¡Solamente te estas guiando por una fe ciega! — grito Sam desesperado.

— ¡Pues si, tal vez! Pero es todo lo que tengo. — grito Deán, estaba diciendo la verdad pues para ese punto ya estaba cansado de no encontrar respuestas.

— Por favor… No vayas a ningún lado hasta que yo vuelva, ¿oíste, Deán?... por favor. — le rogo Sam y se fue para ver a Lanie.

 Jeff miro a sus dos hermanos en una batalla interna porque a quien debía seguir, pero al final solamente se metió al baño, no podía seguir a ninguno en esos momentos y por lo menos estando con Deán, lo podría cuidar un poquito.

Así que Sam finalmente  llego al vecindario y se encontró con una Lanie hecha un manojo de nervios por lo que le había pasado la noche anterior.

— ¿Le has dicho a tu padre algo de esto? — le pregunto Sam

— ¿Y molestarlo en el trabajo?... No… De todas formas, no me creería, me mandaría a terapia. — dijo la niña.

— ¿Qué te dijo tu madre? — Sam necesitaba entender lo que estaba pasando realmente en con esas llamadas y ahí delante podía tener una posible respuesta.

— Que quería verme… Primero creí que debía ir al cementerio. — contaba la joven.

— ¿Fuiste?

— No pasó nada… Luego empezó a pedirme que hiciera otras cosas. — agrego.

— ¿Qué clase de cosas? — volvió a preguntar Sam

— Cosas malas. — aseguro la niña y antes de que pudiera dar su respuesta se puso a llorar, lo que le indico a Sammy que sus sospechas de que algo malo podía estar pasando, no eran del todo falsas. En la habitación de junto, estaba el hermanito de Lanie jugando con unos coches, entonces su teléfono de juguete empezó a sonar solo, como si fuera un teléfono verdadero,  así que el fue a responder.

— ¿Hola? Simon Greenfield al habla… Hola, mamá… Sí, quiero verte… ¿Dónde estás? — decía el niño ilusionado, fuera lo que fuera detrás de esas llamadas, ya lo había convencido de seguirlo hasta la calle, y se fue sin que su hermano o Sammy se percataran.

— Lanie, por favor... Dime qué pasó, es muy importante— seguía diciendo Sam

— Mamá dijo que fuera al botiquín de papá. — pudo decir la niña un poco mas tranquila.

— ¿Y?

— Que tomara sus somníferos... ¡Todos sus somníferos! — grito desesperada y con las lagrimas escurriendo como un rio por sus mejillas. Estaba confundida, asustada.

— ¿Quieres que te suicides? — se pregunto Sam, sin duda aquello no era lo que esperaba obtener como respuesta, pues era mucho mas confuso.

— ¿Por qué mama quiere que haga eso? — exigió saber la niña.

— No lo sé

— Solo… ¿para poder ir a ella? — se pregunto Lanie, pues se suponía que un ser querido que partida, debía cuidarte desde el cielo y no pedirte que terminaras con tu vida, tan solo para que e pudieran reunir.

— ¿Qué dijiste? — pregunto Sam, pues en la ultima declaración se había dado cuenta de un pequeño detalle.

— Quiere que vaya con ella. — murmuro la niña.

— No, no, no, no, no. ¿Cómo lo dijo ella exactamente? — exigió saber Sam

— "Ven a mi"… Como un millón de veces— y Lanie estaba segura, pues jamás olvidaría a su pantalla escribir esa leyenda tantas veces.

— Lanie, ella no era tu madre — le aseguro Sam de inmediato, aquella frase era propia de una única criatura, una cosa de pesadilla con la habilidad de engañar a las personas.

Mientras tanto en el motel. Deán se estaba resignando a perder las esperanzas, pero entonces su teléfono volvió a sonar.  — ¿Papá? — pregunto apenas contestar.

— Deán. — susurro la voz de John como siempre.

— ¿Dónde está el demonio? — pregunto Deán y Jeff solo lo vio anotar una dirección en un papel, y luego colgar. — Lo tenemos. — dijo Deán, y salió corriendo de la habitación, Jeff suspiro desesperado y salió corriendo tras el.

Deán y Jeff llegaron hasta una propiedad en las afueras del pueblo, era una casa bastante grande para el gusto de un demonio, pero de todas maneras se metieron a hurtadillas.

— Deán no creo que haya nadie en casa, ¿Por qué no llamamos a Sam y esperamos afuera? — pregunto Jeff, tenia miedo pues la casa estaba mas callada de lo normal.

— Tranquilo, ese bastardo llegara en cualquier momento y… lo mataremos. — le aseguro Deán y le lanzo una lata de pintura, pues quería que Jeff lo ayudara a preparar trampas del diablo en los pisos de todo el lugar.

Sam termino de descolgar todos los teléfonos de la casa de Lanie, ahora que ya sabia contra que estaba  peleando, sabía que esa cosa no se detendría tan fácilmente hasta conseguir lo que quería, alimento.

— Escucha… No contestes al teléfono, no uses la computadora… No hagas nada hasta que yo lo diga,  ¿está bien? ¿Lanie? — le indicaba Sam, de pronto la joven se dio cuenta de que su casa también estaba muy callada.

— ¿Dónde está Simón? — se pregunto Lanie, y entre los dos buscaron al niñito por toda la casa pero no dieron con el. Ya que Simon estaba caminando solo por la calle, y estuvo apunto de ser arrollado por un enorme auto, pero Sam lo vio y logro llegar corriendo y quitarlo del camino.

Sam devolvió al niño con su hermana y le pidió que se quedaran en casa encerrados hasta que les llamara, se puso en camino hacia el motel y llamo a Deán. — Deán, no es papá. — dijo apenas escuchar que descolgaba el celular.

— ¿Entonces qué es? —  exigió saber Deán.

— Es un Crocotta. — aseguro Sam

— ¿Eso es un Sándwich? — pregunto Deán sin entender.

— Es una especie de carroñero… imita a las personas, susurra "ven a mí" y te atrae a las sombras… y devora tu alma. — explico Sam

— Crocotta... si, claro… eso tiene sentido. — murmuro Deán, claramente desanimado por el tono de su voz.

— Deán, enserio lo lamento… yo se que tu…— Sam quería disculparse, hacerle ver a su hermano que no estuvo mal creer en que si era su padre, pero Deán no lo dejo hablar.

— ¿Esas cosas no viven en la suciedad? — pregunto Deán para cambiar de tema.

— Sí.

— Sam, las moscas en la compañía de teléfonos. — le recordó Deán, y a la mente de Sam vinieron inmediatamente los recuerdos de ese lugar tan sucio, y sobre todo del empleado, mirando su pornografía y apestando el cuarto. Así que llego a la conclusión de que debía ser ese tipo.

Así que Sam llego para el anochecer a la compañía de teléfonos y justo a tiempo, pues encontró al sujeto de la pornografía saliendo de manera muy sospechosa del edificio, se oculto para que no lo mirara y llamo a Deán.

— Deán estoy en el estacionamiento, está aquí… corre. — fue el mensaje de voz que dejo en el teléfono de su hermano. La cosa fue que el tipo estaba apunto de meterse su auto y escapar, así que Sam no tuvo mas opción que saltar sobre él y someterlo.

— ¿Qué quieres? — le pregunto el sujeto con pánico en su voz, pues Sam tenia una navaja de plata en sus manos y daba mucho miedo.

— Yo sé qué eres… Y sé cómo matarte. — aseguro Sam

— Está bien, oye, oye… Si te están cobrando de mas por tu teléfono, yo puedo arreglarlo…soy tu amigo… solo… solo no me mates, no me mates por favor. — rogaba el hombre, entonces su jefe llego por detrás y noqueo a Sam con un batazo en la espalda.

— ¡Sí! ¡Eso es lo que pasa cuando te metes con la compañía telefónica, idiota! —  gritaba el hombre emocionado. — Gracias, Clark. — le dijo a su jefe, pero al girarse a verlo noto que su mandíbula estaba desigual, mas grande de lo normal, el tipo se acerco y lo noquero también con el bate… pues el era el verdadero Crocotta, y ya tenia su cena.

Para cuando Sam despertó, estaba atado a una silla de la oficina, y el otro chico estaba atado frente a el, rogando por su vida.

— Lo siento, Clark… Siento lo que te haya hecho… Lo siento, por favor— rogaba el empleado, mientras que el Crocotta daba vuelta a su alrededor, con la navaja de plata de Sam en sus manos.

— Espera, espera… no lo hagas. — dijo Sam tras notar las sombrías intenciones que el Crocotta tenia. Pues segundo la leyenda, un Crocotta debe quitarle la vida a su victima antes de poder devorarse su alma.

— Despertaste. — dijo el Crocotta, sonando mas feliz de lo que debería.

— No eres un asesino Clark. ¡No!... Hay… Hay un buen hombre dentro de ti… Lo sé — seguía rogando el empleado, pues el no tenia ni idea de lo que era verdaderamente su jefe.
— ¿Tu que dices, Sammy? ¿Soy un buen hombre? — pregunto el monstruo

— Solo suéltalo. — le exigió Sam

— Lo haría, si lo haría… Pero solo comí ensalada en el almuerzo… y tengo hambre. — dijo el Crocotta, alzo el cuchillo en el aire y lo dejo caer en el pecho del sujeto, matándolo al instante. Luego abrió su horrible boca, dejando ver unos horribles y podridos colmillos amarillos, y succiono una energía blanca del interior del muchacho, era su alma.

— Mí llamada con Deán... No era el, eras tú… Tú me atrajiste aquí — murmuro Sam, completamente asqueado por lo que acababa de mirar. Y estaba seguro de que tenía la razón, pues Deán jamás lo habría dejado luchar solo contra esa cosa.

— Algunas llamadas las tomo… otras las hago… pero tienes que admitir que te engañe por un rato… ¿Te creíste esa tontería del teléfono Edison? jaja… por favor. — se burlaba la criatura, entonces puso sus dedos en el panel de las llamadas y empezó a hacer unos ruidos extraños.

— ¿Qué haces? — pregunto Deán.

— Matare a  tus hermanos… O tal vez a otro… vamos a ver que sucede. — dijo la Crocotta, resultaba que tenia sus dedos apretando el panel de llamadas porque solo así lograba enlazarse a las líneas de teléfonos,  solo así podía utilizar sus poderes para engañar a las personas.

Un viejo bombero recibió la llamada de la Crocotta esta vez, y no era la primera vez que pasaba por lo que antes de contestar ya sabia con quien hablaría, con su hija de nuevo años recién asesinada.

— Hola, papá. — dijo la vocecita apenas respondió.

— Hola, bebe… dijiste que ya no me llamarías más. — dijo el hombre.

— Lo sé, papá.

— Sabes lo triste que se pone papi… Lo mal que estuve en tu funeral. — dijo el hombre, rompiendo en llanto otra vez. Hablar con su hija le hacia sentir mal, ya que su perdida era muy reciente y no lo había procesado siquiera aun, y como podría hacer? Con ella llamándolo desde el más halla.

— Tenía que llamar... Sé quién me mató, papá. — dijo la supuesta niña.

— ¿Qué? — pregunto el hombre sin entender realmente lo que sus oídos estaban escuchando.

— El hombre que me mató... está en la casa ahora. — aseguro la niñita,  el recuerdo de su brutal homicidio estremeció el cuerpo del padre.

— ¿Qué... qué estás diciendo? — pregunto el hombre, estaba escuchándola pero no lo podía o mas bien no lo quería creer.

— Está en la casa, papi… Y quiere matarte. — dijo la niña y colgó. Lo que el Crocotta había hecho realmente fue engañar a ese pobre bombero, utilizar su deseo de venganza para que fuera a la misma casa donde estaba Deán, y acabara con él.
— Eso de imitar a  Deán es una cosa… ¿Pero a mi padre? ... es un gran truco. — se burlo Sam, aunque lo cierto es que tenia curiosidad en como había sabido tantos detalles y como había conocido la voz de un hombre muerto.

— Cuando vi que eran cazadores, fue fácil… Encontré el número de Deán, luego el tuyo, luego los números de tu padre… Luego los e-mails, buzón de voz... Y demás… Mira, todo el mundo cree que esas cosas se eliminan, pero no es así… Te sorprendería saber cuánto de ustedes esta flotando por ahí, esperando a ser tomado. — explicaba la criatura, toda orgullosa por lo que podía hacer.

— Deán no creerá esto… no matara a ese sujeto. — aseguro Sam, el sabia que su hermano tenia planeado hacer un exorcismo y eso no suponía ningún riesgo para una persona normal.

— Entonces el lo matara… perdón, los matara…. Porque seguro que ese pequeño hermano tuyo, también esta con él. — aseguro la criatura, pero eso en lugar de estremecer a Sam, lo alivio, pues iban a estar en una situación de dos contra uno, y Jeff podía resultar muy beneficioso para mantener a Deán bajo control.

Deán y Jeff seguían esperando al supuesto demonio, pero en su lugar llego el padre de la niña muerta y disparo con una escopeta, Deán tuvo que arrojarse sobre Jeff para derribarlo, y así cubrirlo y cubrirse el mismo del fuego.

— Quédate abajo, quédate abajo. — ordeno Deán y se le fue encima al sujeto armado, dándole de puñetazos en el rostro y patadas en el estomago hasta dejarlo inconsciente.

De regreso en la compañía de teléfonos, Sam había logrado sentir que el nudo que ataba sus muñecas estaba flojo, así que estaba maniobrando sus dedos para tratar de soltarse y atacar por sorpresa después.

— La tecnología... hace la vida mucho más sencilla… antes estaba escondido en los bosques durante días, semanas, murmurándole a la gente, atrayéndolos a las sombras… Pero tenían una comunidad, se cuidaban unos de otros… con suerte comía una o dos almas al año… pero ahora, cuando tengo hambre… solo hago una llamada, están muy conectados… pero ahora están muy solos. — contaba el monstruo, y mostros su horribles dientes otra vez e iba a apuñalar a Sam pero él finalmente se soltó de las ataduras y se le fue encima, empezando a pelear.

Sin que ellos lo supieran, los hermanos estaban todos enfrascados con sus propias peleas al mismo tiempo. Deán había derribado al sujeto de la casa sobre una de sus trampas de demonio, y el impacto lo hizo despertar.

— ¿Qué es esto? — pregunto el hombre confundido.

— Tu funeral. — murmuro Deán, y no se hizo esperar para leer el ritual de exorcismo que su padre le había dado por teléfono.

Crux sancta sit mihi lux / Non draco sit mihi dux
Vade retro satana / Nunquam suade mihi vana
Sunt mala quae libas / Ipse venena bibas



Sin embargo Deán se sorprendió mucho cuando el tipo se puso de pie y salió caminando in problemas de la trampa del diablo.

— ¿Cómo demonios saliste? — exigió saber Deán.

— ¿Le hiciste esto a mi hija también? — pregunto el hombre en llanto y esa acción, hizo que los chicos se dieran cuenta de que no era un demonio, pues aunque los demonios poseyeran un cuerpo, no podían llorar.

— Espere, esto es un error. — murmuro Deán confundido, pero el sujeto se le fue encima a los golpes, estaba tan enojado que había sacado todas su fuerzas y esas eran muchas.

— La mataste… ¡La mataste, hijo de perra! ¡Tenía nueve años! — gritaba el hombre sin dejar de golpear a Deán con el puño cerrado, Jeff finalmente reacciono y se le fue encima al sujeto, lo estaba jalando de los cabellos pero ni así dejaba de golpear a su hermano mayor.

— ¡Basta! ¡Yo no lo hice! ¡Tienes que creerme! — le decía Deán,  entonces vio la escopeta tirada a su lado, la alcanzo a tomar y golpeo al sujeto con ella, quitándoselo de encima.

— ¿Por qué la mataste? — seguía preguntando el hombre, llorando y tirado en el suelo.

— Lo siento… Yo no asesine a tu hija. — murmuro Deán lleno de pesar, no quería imaginarse el dolor que ese hombre estaba sintiendo en esos momentos.

— ¿Entonces qué haces aquí? — exigió saber el hombre.

— No lo sé — murmuro Deán y tras revisar que el rostro de su hermanito no tuviera ni un rasguño, se fueron de la casa.

Mientras tanto en la compañía de teléfonos, el Crocotta había logrado tomar la navaja otra vez e intento apuñalar a Sam, pero el con su brazo lo sometió contra la pared. Sam le dio un puñetazo en el rostro y logro clavarle la cabeza contra una varilla de fierro, matándolo para siempre.

Para cuando Sam regreso al motel, se encontró con que sus hermanos ya habían llegado y con que Jeff le estaba curando la cara a Deán en el baño.

— Veo que te mejoraron la cara. — dijo Deán tras ver por el espejo que Sammy estaba todo golpeado.

— Y también a ti — murmuro Sam

— Nos quedamos sin hielo, iré a la tienda a traerles hielo para sus horribles caras. — dijo Jeff y se dispuso a salir de la habitación.

— Jeff… hiciste un buen trabajo halla. — le felicito Deán, el niño le sonrió y se fue. — Así que un Crocotta, ¿no? — sugirió Deán, pues durante la pelea tuvo mucho tiempo para pensar en lo que estaba pasando, y se dio cuenta de que solo existía una criatura oscura que era capaz de jugar con las emociones de las personas de esa manera.

— Sip. — murmuro Sam

— Eso explicaría las moscas. — dijo Deán, recordando el desagradable lugar que era la compañía de teléfonos.

— Eso creo… Oye, uhm... lamento que no fuera papá — murmuro Sam, pues en el camino a casa también estuvo pensando en lo que le diría a su hermano. Por suerte Deán ya le había ahorrado la parte de explicar sobre la criatura.

— Te di un mal momento con eso… tenías razón. — murmuro Deán.

— No, ya olvídalo. — le dijo Sam

— No puedo… estaba desesperado por creer que saldría de esto, porque ya estoy por llegar al fin… el infierno, de verdad, para siempre… y estoy… estoy asustado Sam, muy asustado. — finalmente Deán estaba confrontando sus emociones y era bueno.

— Lo sé. — murmuro Sam, había estado esperando tanto ese momento en el ultimo año, que ahora que por fin estaba pasando, no estaba feliz.

— Estaba dispuesto a creer en todo… así, actúa un hombre desesperado — aseguro Deán.

— Deán, no es  malo tener esperanza. — le dijo Sam, ese era otra lección que quiso mostrarle durante el ultimo año, pero jamás había querido escuchar. Hasta ese momento en que por fin se permitió sentirlo. 

— La esperanza no sirve de nada… No puedo esperar que papá aparezca con algún milagro de último minuto… No puedo esperarlo de nadie… Y la única persona que puede sacarme de esto soy yo. — aseguro Deán.

— Y yo. — murmuro Sam, tenia que hacerle entender que no estaba solo.

— "¿Y yo?" — pregunto Deán indignado, pues jamás espero tal respuesta.

— ¿Qué? — pregunto Sam sin entender la indignación de su hermano.

— Estamos teniendo una revelación aquí, ¿y esa es tu respuesta? ¿Y yo? — volvió a preguntar Deán indignado, le costaba mucho el poder expresarse y por eso le molestaba que Sammy le arruinara esos momentos.

— ¿Quieres un poema? — pregunto Sam con ironía.


— Tu momento pasó… eres Increíble. — murmuro Deán, le dio una cerveza a su hermano y se pusieron a beber mientras veían la televisión. El plazo del pacto estaba a muy poco de terminarse, y no quedaba nada mas que seguir peleando para vencerlo. 

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