sábado, 30 de noviembre de 2013

SPN 3.16 No hay descanso para los perversos

No hay descanso para los perversos
Descripción
Capitulo final de temporada — Faltando 30 horas para que el trato de Dean se cumpla y se muera. Los hermanos Winchester y Bobby parten en busca de Lilith, quien es la titular del contrato. Pese a las protestas de Dean, Sam invoca a Ruby para que les ayude, y ella advierte que no están preparados todavía para luchar contra Lilith. Todos deciden ignorar el consejo de la demonio y parten a New Harmony, Indiana. Donde se embarcarán en una batalla a muerte contra Lilith y sus demonios.

Deán corría por el bosque, tratando de escapar de los perros del infierno que habían aparecido para cobrar su alma, sus aullidos eran horribles y por mas que él corrió, una de las criaturas lo alcanzo y derribo en un zanga.  Entonces Deán se despertó todo sudado, sus sueños estaban siendo muy vividos y eso era porque llevaba las últimas horas metido en libros que hablaban sobre la ferocidad de los perros del infierno.

— ¿Encontraste algo bueno? — pregunto Sam que iba entrando a la sala y se había dado cuenta del estado tan agitado de su hermano mayor.

— No, nada bueno. — murmuro Deán, pues si hablaba de sus pesadillas no iba a hacer nada mas que asustar a los chicos.

— Pues Bobby sí, al fin. — aseguro Sam

— ¿Sí? — pregunto Deán con falso interés, pues para ese momento ya tenia todas las esperanzas de sobrevivir perdidas.

— Sí… Una forma de encontrar a Lilith. — murmuro Sam, pues durante el ultimo mes se habían apartado de las cacerías y dedicado únicamente a encontrar a la demonio que Bela aseguro era dueña de los contratos.

— Wow, faltando solo... 30 horas. — dijo Deán lleno de ironía, eran sus ultimas horas de vida y los descubrimientos parecían ir y venir a cada momento.  — ¿Por qué no nos vamos a Tijuana, eh? ¿Con unas… señoritas, y cervezas? y hacemos un... ¿Cómo se dice en español "donkey show"? — sugirió Deán entre risas, pero realmente se estaba pensando en pasar los últimos momentos de su vida haciendo algo divertido.

— Deán, si te salvamos... Nunca haremos eso. — dijo Sam, horrorizado por esa idea y se sentó a su lado. — Oye, Deán... yo sé que esto esta cerca… Pero vamos a lograrlo, no importa lo que se necesite… no vas a ir al infierno, no voy a dejarte… te lo juro… Todo va a estar bien. — decía Sam, Deán se giro a verlo con una sonrisa falsa pues lo único que podía ver era el rostro de su hermano, convertido en un completo demonio.

— Si, esta bien. — murmuro Deán, fingiendo no ver nada extraño. Las alucinaciones iban apareciendo cada vez más y eso le empezaba a asustar.

Los hermanos fueron hasta  la sala, donde Jeff y Bobby preparaban un artefacto gigantesco, que segundo uno de los viejos libros, serviría para localizar a cualquier demonio o cosa en cualquier parte del mundo.

— Ahora, un nombre… es todo lo que necesitamos, con el nombre correcto y el ritual correcto… nada se nos puede escapar. — explico Bobby tras ajustar el enorme péndulo en su posición.

— ¿Cómo el lugar en donde está Lilith? — pregunto Sam algo incrédulo.

— Hijo, cuando termine… sabremos hasta la calle. — aseguro Bobby, y empezó a recitar unas palabras extrañas en latín, el péndulo del artefacto se movió por si solo y se quedo estático en un punto fijo del mapa que yacía debajo.

— New Harmony, Indiana… Tenemos un ganador. — comento Bobby, pues esa era la dirección exacta que marcaba el conjuro.

— Está bien. Vámonos. — dijo Sam, estaba ansioso por encontrarse con la demonio y salvar a Deán, que ni siquiera se había dado cuenta de que no tenia forma de hacer eso posible.

— Eh, eh, eh. Espera… espera un segundo, vaquero. — dijo Deán.

— ¿Cuál es el problema? — pregunto Sam sin entender el porque de la negativa.

— ¿Que cuál es el problema? ¿Dónde quieres que empiece? — pregunto Deán alucinado. —Primero, no sabemos si es Lilith quien tiene mi contrato… ¿Confiaremos en lo que Bela dijo?... Porque donde esa perra respira, hasta el aire se pudre, ¿cierto?... Segundo, aunque hallemos a Lilith, no tenemos con que matarla… Y tercero, ¿no es la misma Lilith que quiere tu cabeza en un palo? ¿Debo continuar? — Deán estaba ya muy exaltado, no se podía creer que su hermano estuviera tan  ciego para no ver mas halla de lo que tenia enfrente.

—  Sí, no nos estas motivando mucho. — murmuro Bobby

— Gracias, es un don — Dijo Deán lleno de ironía.

— Disculpa, ¿entonces qué debemos hacer, Deán? — pregunto Sam molesto, Deán siempre criticaba los planes pero no daba sugerencias.

— El que yo tenga que morir no significa que ustedes también, así que o vamos a lo seguro, o no vamos. — dijo Deán, jamás podría poner a su familia en peligro por una cacería que hasta se momento parecía una misión suicida.

— Si, esta bien... si ese es el caso, yo tengo la solución. — aseguro Sam

— ¿Así? — pregunto Deán interesado.

— Sí… Una forma  de confirmar que es Lilith… Y de conseguir un arma que mata-demonios. — dijo Sam,

— Maldita sea Sam... No. — le grito Deán, no necesitaba mas detalles para saber que Sam le estaba hablando de la perra demonio, Ruby.

— Deán, no voy a discutirlo… Voy a convocar a Ruby. — aseguro Sam, ya estaba harto de toda esa pelea, el iba a hacer lo que fuera necesario para salvar a su hermano, y si eso incluía aliarse con demonios, lo haría con gusto.

— ¡No lo harás! Ya tenemos muchos problemas. — grito Deán, estaba hablando de sus alucinaciones y visiones secretas, las que  seguramente aumentarían si se acercaba a un demonio como ella.

— Exacto, y ya no tenemos tiempo, ni otra opción. — aseguro Sam

— Por favor Sam, es la Miss Universo de las putas mentirosas... Te dijo que podía salvarme, ¿eh?... ¡Mentira!... Dice saber todo sobre Lilith... Pero olvidó mencionar... Oh, claro: ¡Que Lilith tiene mi alma! — grito Deán muy enojado, pues si esa maldita hubiera hablado claro desde mucho antes, hubieran podido usar la Colt contra ella, ahora todo lo que le pasara no solo seria culpa de Bela, también de Ruby.

— De acuerdo, es una mentirosa… Pero tiene ese cuchillo. — dijo Sam

— Ella podría trabajar para Lilith. — grito Deán.

— Dame otra opción, Deán... ¿Que más podemos hacer? — grito Sam desesperado, ¿es que su hermano no se daba cuenta de la hora?

— Sam tiene razón… ella puede ayudarnos. — murmuro Jeff, tampoco confiaba en Ruby, pero ella le había salvado la vida una vez y eso contaba para algo.

— ¡No! ¡Maldita sea!... Que no… No vamos a cometer los mismos errores otra vez… Si van a salvarme busquen otra cosa. — les exigió Deán y se fue a sentar lejos para calmar su enojo, Jeff también se fue a sentar a otra parte y Bobby se puso en camino a la puerta.

— ¿A dónde vas, Bobby? — le pregunto Sam

— Creo que... a buscar otra cosa — murmuro Bobby rendido, conocía a Deán desde no y siempre supo que ese muchacho era muy obstinado como para aceptar ayuda que no fuera de su agrado. Y como no iba a perderlo, decidió que era mejor cumplir con sus demandas.
.
Sam no fue tan bueno como Bobby, a el ya no le importaba lo que Deán quisiera, el solo quería salvarlo. Así que no hizo caso de las palabras de su hermano y bajo al sótano para preparar el altar de invocación a demonios (una olla con un montón de ingredientes que juntos formaban un liquido verde y viscoso. Colocada dentro de un símbolo de triangulo). Luego recito el conjuro apropiado.

Ad constringendum.
Ad ligandum eos pariter et solvendum.
Et ad congregandum eos, coram me.

Y para finalizar el ritual, lanzo un fosforo sobre la olla, consumiente por completo el liquido verde y provocando una explosión pequeña. — Ya existen los teléfonos ¿he? — se escucho decir a Ruby, y Sam se giro para verla. — Hola, Sam… ¿Cómo estas? — pregunto

— ¿Cómo llegaste tan rápido? — le pregunto Sam interesado, siempre había tenido curiosidad de cómo los cuerpos humanos aparecían y desaparecían en diferentes lugares.

— Tengo una mochila jet… Bueno... ¿Llamaste? — pregunto llena de ironía.

— ¿Tu sabías? — exigió saber Sam, antes de proceder a su plan, necesitaba estar seguro de que su hermano tenia razón sobre Ruby la mentirosa.

— Hem... necesito más información. — murmuro Ruby, pues realmente no entendía de lo que le estaba hablando.

— Sobre el contrato de Deán... Que Lilith tenía el contrato. — le reprocho Sam

— Sí, claro — respondió Ruby muy segura de si misma.

— Y ¿qué? ¿No creías que era importante? — pregunto Sam alucinado, ella estaba muy tranquila y como si nada por haber ocultado información tan importante.

— No estabas listo — aseguro la demonio.

— ¿Para qué? — pregunto Sam interesado.

— Si les decía, ustedes hubieran ido tras ella, sin bases… Y Lilith los habría cortado en mil pedazos — aseguro Ruby, y no estaba mintiendo pues Lilith era de los demonios más poderosos del infierno, tenía ideas realmente dolorosas para matar personas y disfrutaba como nunca hacer eso.

— Estamos listos ahora… Quiero tu cuchillo. — le exigió Sam, y Ruby empezó a caminar a su alrededor, analizándolo.

— Tienes razón en una cosa… Estas listo, y este es el momento… Lilith esta relajada. — comento Ruby.

— ¿Relajada? — pregunto Sam, pues no podía imaginarse a la demonio que quería el alma de su hermano, están muy tranquila, sabiendo que solo faltan 27 horas para que ella obtuviera lo que quería. Era muy extraño.

— Está de vacaciones, descansando unos días. — aseguro Ruby

— ¿Eso que significa? — pregunto Sam, pues imaginarse a un demonio tomándose unas vacaciones de ser malvado y desagradable, era muy difícil.

— Créeme… No quieres saberlo… ¿Tienen esos talismanes que les di? — pregunto Ruby, realmente no quería horrorizar a Sam con los pasatiempos tan inhumanos que Lilith tenia.

— Si, los tenemos. — aseguro Sam

— Bien, entonces no sentirá que la buscan. — aseguro Ruby, sin dejar de caminar de un lado a otro en el sótano.

— ¿Nos vas a dar el cuchillo? — volvió a preguntar Sam, un poco mas tranquilo que antes.

— No. — respondió Ruby sin girar a verlo siquiera.

— Pero si estas diciendo que... — se quejaba Sam

— ¿Quieres atacar con solo un puñal?... intentarlo seria absurdo... Como atacar a un elefante con alfileres... Olvídalo. — le grito Ruby.

— ¿Cómo, entonces? — pregunto Sam interesado, las palabras de Ruby indicaban que tenia otro plan entre manos.

— Sé como salvar a tu hermano, Sam— aseguro Ruby.

— No te creo… Le dijiste a Deán que no podías. ¡Me habías estado mintiendo! Así que, ¡Quiero que mes tu maldito cuchillo! — le grito Sam desesperado. No le gustaba que le hablaran a medias tintas y Ruby no paraba de hacerlo.
— A ti no te he estado mintiendo. — aseguro Ruby

— ¿Entonces puedes salvarlo? — pregunto Sam esperanzado.

— No… Pero tú si. — volvió a asegurar la demonio.

— ¿Qué? — pregunto Sam sin entender lo que estaba diciéndole.

— Sam, tienes un talento divino… Bueno, no divino, pero si lo tienes. — Aseguro Ruby, entonces Sam recordó que no era la primera vez que ella hablaba de eso, pues recién haberla conocido también le había hablado de ello.

— ¿Toda esa basura psíquica?... Se fue desde que Ojos Amarillos murió. — le recordó Sam, bastante seguro de habérselo mencionado antes.

—  Está latente, dormido… Y no son sólo visiones… ¿Por qué crees que Lilith te tiene tanto miedo? — le pregunto Ruby.

— Claro, ella me teme. — murmuro Sam con incredulidad, pues hasta ese momento no había recibido mas que ataques de esa demonio.

— Si quisieras, podrías borrarla del mapa sin mover un solo músculo. — aseguro Ruby.

— No te creo. — murmuro Sam

— Es la verdad.

— ¿Y decides decírmelo justo ahora? — pregunto Sam molesto, no se podía creer que esa mujer le estuviera brindando esa información tan importante al filo del tiempo de la vida de su propio hermano. 

— Um... ¿demonio?… "La manipulación" es parte de lo que hacemos”…  La verdad es… que jamás lo habrías considerado, hasta que estuvieras…— decía Ruby

— ¿Desesperado? — agrego Sam, y ella asintió.

— No te gusta ser diferente… Odias la forma en que Deán te ve a veces, como si fueras un fenómeno… ¿Pero sabes que? Ni modo, porque tenemos mucho trabajo, y hay que hacerlo rápido… pero podemos hacerlo. — aseguraba la demonio, dispuesta a todo por el todo, el problema era que la mirada de Sam estaba llena de duda todavía.  — Mira, llámame perra y ódiame lo que quieras… Pero yo jamás te he mentido, jamás… y te digo… que tu puedes salvar a tu hermano, y yo te enseñare como. — aseguro Rubv para tratar de convencerlo finalmente de actuar.

— ¿Eso eres tu?, ¿eh?... Nuestra pequeña Yoda. — se escucho decir a Deán, y ambos se giraron para verlo bajando de las escaleras del sótano.

— Deán… que gusto verte. — murmuro la demonio entre dientes, como si estuviera molesta de que el hubiera llegado.

— Oh, sabía que vendrías... ¡Porque Sam no me hizo caso!... Pero no vas a enseñarle nada, solo lo harás sobre mi cadáver. — grito Deán furioso.

— Oh bueno, entonces solo tengo que esperar. — se burlo la demonio.

— Lo que vas a hacer, es darme ese cuchillo, y luego volverás al foso del que te escapaste… y ya no molestaras a mi hermano… ¿esta claro? — dijo Deán, sus ojos reflejaban una llamarada de fuego de puro odio. Por un momento había llegado a pensar que Rubí era diferente a los otros demonios, pero esta nueva información, le dejaba ver que exactamente de igual, tenia un propósito y mentía para conseguirlo.

— Tu hermano lleva una bomba dentro de él… Y sería estúpido no usarla. — dijo Ruby en su defensa.

— Deán, deberíamos... — empezó a decir Sam, necesitaba escuchar mas información antes de tomar una decisión.

— Sam, no… ¿Qué te pasa? ¿Estás ciego? ¿Qué no ves que es un truco? — grito furioso, no podía creer que su hermano estuviera considerando escucharla, pues estaba bastante claro que ella no era buena.

— Eso no es cierto. — Aseguro Ruby-

— Quiere que cedas ante ese poder demoniaco o lo que sea, y tal vez quiere que te vuelvas su  "Anticristo Superestrella". — sugirió Deán, pues no era la primera demonio que trataba de hacerse amiga de Sam para guiarlo a un mal camino.

— Quiero a Lilith muerta… Eso es todo. — grito Ruby

— ¿Por qué? — volvió a preguntar Deán.

— Ya te dije por qué. — aseguro Ruby.

— Oh claro, si... Porque fuiste humana una vez… Y te gustaban los gatitos y caminar por la playa. — se burlo Deán, pues para el no había un razón suficientemente buena para creer que una demonio fuera buena.

— ¿Sabes que?, estoy harta de que desconfíes de mi… ¿quieres salvar tu vida?... ¡Yo se como, estúpido e ignorante! — le grito Ruby. Entonces Deán le soltó un puñetazo en la cara, luego ella le dio un golpe en el pecho y otro en la cara, se giro y pateo a Sam en la cara para que no interfiriera, aquello era una pelea entre ella y Deán únicamente. Deán se le fue encima pero Ruby lo pateo en el estomago y luego lo derribo, haciéndolo girar un par de metros, lo levanto por el cuello y de un cabezazo lo volvió a derribar.

— ¿De que rayos te ríes? — exigió saber Ruby, pues Deán se estaba levantando poco a poco del suelo, con el labio sangrando pero riéndose a todo pulmón.

— ¿Perdiste algo? — pregunta Deán y le mostro que ahora el tenia el cuchillo en sus manos.

— Te juro que te voy a matar. — grito Ruby, e iba a saltarle encima cuando noto una barrera que se lo impedía. Ruby giro la vista hacia encima y vio la trampa de demonio en el techo.

— Como dije... Sabía que vendrías. — aseguro Deán, y empezó a caminar hacia las escaleras.

— ¡Espera! ¿Vas a dejarme aquí? — pregunto Ruby indignada, ella solo estaba tratando de ayudarles y no creía merecer ese trato.

— Vámonos, Sam — ordeno Deán y su hermano se puso de pie finalmente para seguirlo escaleras arriba.

— ¿Acaso eres muy estúpido para vivir?, ¿es eso?... Está bien, te lo mereces… Desearía poder estar ahí, Deán… ¡Y poder ver arder tu carne y tus huesos! ¡Desearía poder escucharte gritar! — gritaba Ruby con odio verdadero en sus palabras.

— Y yo deseo que cierres la boca... pero no todos tenemos lo que queremos. — le grito Deán lleno de ironía y finalmente salieron del sótano, dejando a Ruby encerrada por un tiempo indefinido.

Jeffrey estaba en la sala de Bobby, revisando las armas. Su instinto nunca fallaba y este le decía que debía estar listo para todo, que algo muy malo iba a pasar en esa cacería. Y por lo mismo decidió hacer algo que no quería, llamar a Alcide.

— ¿Quién habla? — escucho preguntar a la voz ronca pero súper sexy de su viejo amigo.

— Alcide… Soy... yo… por favor no me vayas a colgar. — rogo Jeff y entonces escucho el sonido de la saliva pasando por la garganta de su amigo. — Mira, ya se que me pediste que no te llamara mas… pero… estoy en medio de un caso… uno muy peligroso.

— ¿Estas bien? ¿Necesitas mi ayuda? — pregunto el lobo preocupado.

— No, no… estoy bien, yo... solo quería decirte que… Te quiero Alcide, me gustaría verte como un hermano mas… pero no puedo… no quiero hacerlo… porque me gustas… y si esta mal… no me importa, son mis sentimientos… y yo… se que todo esto de la imprimación te asusta pero… creo que…

— También te quiero Jeffrey— murmuro Alcide y Jeff se quedo callado, no se podía creer lo que estaba escuchando. — Pero esto… es complicado pequeño. — aseguro el lobo.

— Pues explícamelo. — grito Jeff, estaba tan harto de que todos se excusaran con ese pretexto para no decirle las cosas, el ya no era un niño y era muy inteligente como para entenderlo todo.

— Este viernes, lo prometo. — dijo Alcide, Jeff sonrió al instante ilusionado por volver a verlo, pero entonces tuvo que despedirse rápido, ya que sus hermanos acababan de regresar con mas armas en las manos.

— ¿Vas a dejar que Ruby se pudra ahí abajo? — preguntaba Sam

— Ésa es la idea. — murmuro Deán

— Deán, ¿Que tal si, uh...? ¿Y si Ruby tiene razón? ¿Y yo puedo matar a Lilith? — le pregunto Sam, entonces se giro a mirarlo con incredulidad.  — Deán, no me mires así. — le pidió Sam, en esa parte Ruby si había tenido razón, el odiaba que lo miraran de esa forma.

— ¿Qué vas a darle la mirada "Carrie", y Lilith desaparece? — pregunto Deán con incredulidad, no se podía imaginar que su hermano tuviera esa clase de poder, mas bien no quería imaginarlo.

— Yo no se de que hablaba Ruby… Quizá deberíamos preguntarle. — murmuro Sam, realmente quería regresar a ese sótano y averiguar todo lo que podía de su propia naturaleza demoniaca.

— Sam, tú querías el cuchillo… Y te lo conseguí. — dijo Deán molesto

— Whoa, whoa, ¿De que me perdí? — pregunto Jeff, pues no podía entender muy bien lo que sus hermanos discutían.

— De nada, solo que Sam trajo a la perra demonio aquí… Y ella esta asegurando que nuestro hermano es nuestro Dark Veader y que puede acabar con Lilith. — le explico Deán, y ahora Jeff ya entendía un poco mejor las cosas.

— ¿Y porque dice eso? — pregunto Jeff.

— No lo se, Deán no quiso escucharla… pero, escúchenme un segundo… La última vez, Lilith trono los dedos y puso a treinta demonios tras nosotros… Y solo tenemos un  cuchillo, como tú dijiste Deán… O vamos seguros, o no vamos. — dijo Sam

— Pues eso no me gusta. — murmuro Deán molesto, pues Sam estaba utilizando sus frases contra él.

— Sólo tenemos una oportunidad… Sólo una… Y si hay una manera mejor de hacer esto, tal vez deberíamos intentarlo. — sugirió Sam

— Sam, no cometeremos el mismo error otra vez. — le respondió Deán.

— Ya dijiste eso, ¿pero de que hablas? — Pregunto Sam, pues en efecto no era la primera vez que su hermano mencionaba tal cosa y el seguía sin entenderlo.

— ¿No ves el patrón aquí?...  Papá también lo hizo, yo, ¿y ahora esto?… cada vez que uno esta apunto de caer, el otro se muere por vender su alma… y es lo que ellos quieren Sam,  Ruby te esta incitando a hacerlo… eso esta buscando, y sabes como funciona. — le explico Deán, realmente esperaba poder llegar a la cordura del viejo Sammy, el chico que jamás se habría planteado la posibilidad de jugar para el otro lado.

— Deán… ¿Qué temes que vaya a pasar?... soy yo, puedo manejarlo… y si puede salvarte, lo haría sin dudar. — aseguro Sam

— ¿Para que arriesgarse? — se pregunto Deán, sabia que si eso no funcionaba para salvarlo, podría funcionar para convertir a Sam en otra cosa y no se podía ir al infierno sabiendo que permito que algo malo le pasara.

— Porque eres mi hermano, porque tu hiciste lo mismo por mí. — dijo Sam, el quería hacerle ver que estaba dispuesto a retribuirle lo que hizo por el. Lo que no sabia es que Deán no necesitaba eso.

— Lo sé… Y mira que resulto… Yo solo digo... Sammy, solo digo que eres mi punto débil… Lo eres… Y yo soy el tuyo… Y Jeff es el nuestro. — empezó a decir Deán.

— Eso no es verdad… Somos familia. — le grito Sam, estaba cansado de escuchar que fueran los puntos débiles entre ellos, cuando simplemente estaban siendo hermanos.

— Lo sé… Y esos malditos también lo saben… saben lo que haríamos el uno por el otro, y lo usan contra nosotros. — explico Deán.

— ¿Entonces qué? ¿Dejamos de cuidarnos el uno al otro? — pregunto Jeff

— No… Dejamos de ser mártires, dejamos de vendernos con esos demonios… con el cuchillo, lo haremos a nuestro estilo… como papá nos enseño… y si morimos, entonces… caeremos luchando… ¿Qué dicen? — les pregunto Deán, el brillo de valentía había regresado a su mirada y eso era algo muy bueno, significaba que Deán, el guerrero, estaba de vuelta.

— Que deberías estar cantado "Eye of the tiger" ahora — murmuro Sam con ironía y se empezaron a reír.

— Déjame en paz… Y también ensaye ese discursito. — aseguro Deán, no quería admitir que tenia sentimientos como las chicas para decir cosas tan motivadores.

— Así que, ¿Indiana, eh? — pregunto Sam, regresando nuevamente al tema de la cacería.

— Sí, donde Lilith está descansando. — agrego Deán, pues había escuchado esa parte del discurso de Ruby, en el sótano.

— Sí, seguro. — murmuro Sam sin poder llegar a creerlo todavía.

— Díganme algo... ¿Qué hace un demonio como diversión? — les pregunto Jeff, estaba bastante seguro de no quererse imaginar a un tipo de ojos negros en una montaña rusa de Six Flags, y mucho menos cantando en un karaoke.

New Harmony, Indiana.
Ningún humano jamás podría imaginarse lo que un demonio podía llegar a hacer para divertirse, pues ellos se dedican a torturar a las familias de los cuerpos que poseen, llevándoles al borde de la desesperación y la tortura psicológica, para terminar con una sangrienta masacre de personas. Lilith no era la excepción, ella hacia justo lo mismo para divertirse, la única diferencia era que ella escogía poseer siempre a niñas pequeñas, lo que hacia que su juego de tortura fuera mucho peor.

En esos días, Lilith estaba poseyendo a la pequeña niña de la familia Fremonts, ya llevaba un buen tiempo asustándolos, y como una medida desesperada para escapar de su juego, el abuelo salió a recoger el correo y con toda intención se cruzo con su vecino.

— Hola, Pat… ¿Qué tal esta tu nieta? — pregunto el vecino.

— Enferma, la pobre… Es algún virus que anda rondando. — mintió el abuelo, pues no podía decir que ella parecía estar poseída por un ente maligno.

— Oh, qué lastima… pero dale un abrazo de mi parte y de Judy. — pidió el vecino.

— Muy bien, cuídate Tom. — dijo el anciano y le dio la mano a su vecino,  de hecho había parecido bastante desesperado.

— Tú también, Pat. — dijo el vecino, antes de darse cuenta de que el anciano le había dejado un pequeño papel en la palma de su mano, el que decía: Ayúdanos

El anciano regreso todo asustado a la casa, donde apenas entrar había un cuerpo de una anciana que su nieta (poseída por Lilith) había matado unos días antes. El sabia que podría terminar de la misma forma por haber entregado ese mensaje a su vecino, pero no había opción, él y su familia tenían que salir de esa casa.

— ¿Dónde está? — pregunto apenas llegar a la cocina. Donde su hija y su yerno permanecían escondidos.

— Arriba... Jugando con Pecas. — dijo la mujer.

— Si seguimos así, nos matara. — aseguro el anciano, el había estado presente cuando la niñita mato a su niñera y pudo ver la verdadera maldad en su mirada. Ella ya no era su nieta, era un monstruo sin sentimientos.

— Va a escucharnos— susurro el otro hombre

— Es ella o nosotros. — les dijo anciano, estaba seguro de que tarde o temprano esa niña iba a matarlos, bajo cualquier pretexto.

— Es mi pequeña. — murmuro mujer, renuente a creer en todo lo que estaba pasando.

— Ya no lo es… Hay algo dentro de ella. — aseguro el anciano.

— Cierra la boca… Ahí viene. — dijo el hombre y la pequeña niña rubia entro a la cocina toda manchada de sangre y con un cuchillo en las manos.

— ¿De qué estaban hablando? — les pregunto la niñita sonriente.

— De lo mucho que te amamos— dijo el anciano con una falsa sonrisa, pues hasta no tener un plan, tendría que seguir fingiendo que todo iba bien.

— ¿Qué... qué le paso a tu vestido? — pregunto madre, pues el vestido rosa de su hija se había convertido en rojo, era sangre.

— Oh, Pecas se porto mal. — comento la niña y se empezó a reír.

— Esta… está bien, hija. — mintió la madre, estaba conmocionada pues su hija acababa de matar a su cachorrito con sus propias manos. Así que tal vez su padre tuviera la razón, y ella ya no fuera su pequeña niña nunca más.

— ¿Papi, me empujas en el columpio? — pregunto la niña entusiasmada.

— Claro... cariño... ¿Pero no quieres cambiarte primero?... No querrás que los vecinos vean... Toda esa sangre. — dijo el padre, realmente conmocionado por el estado tan sangriento en el que se veía su pequeña.

— Oh, eres muy listo papi… Te amo. — dijo la niña sonriente, y lo abrazo, manchando su pantalón completamente de sangre de perro.

— Uh, yo te amo a ti… Oye hija… ¿Crees que después de un tiempo... crees que podrías... dejarnos ir?— pregunto el hombre con el suficiente tacto y sumisión para no hacerla enfadar sin embargo la niña se despego de sus piernas y lo miro muy enfadado.

— ¿Por qué? — exigió saber la pequeña.

— Uh, pues… no lo sé. — murmuro el hombre, pues la mirada de la pequeña le había dado tanto miedo que su boca se quedo sin palabras.

— ¿No quieres estar aquí? ¿No me amas? — pregunto la niña indignada, a Lilith le encantaba jugar de esa manera con las personas, presionándoles a decir todo lo que quería, hasta que cometían un error y los mataba sin razón.

— Claro que sí— titubeo hombre.

— Todos te queremos… te amamos mucho. — agrego la madre, no quería ver a su esposo muerto en el suelo.

— No seas malo conmigo, papi… Como Pecas, y esa niñera tonta y mala. — le advirtió la niña con odio real en sus ojos y en su voz, daba mucho miedo.

— Lo... lo siento. — titubeo el padre, y la niña lo miro muy enojado por unos segundos hasta que se empezó a reír.

— No es nada, tonto… Vamos a jugar. — se burlo la niña, estaba disfrutando tanto del sufrimiento de esas pobres personas que pensaba en no dejarlas jamás.

Dakota del sur
A la mañana siguiente, Jeff se despertó por el sonido del motor del impala, haciendo fuerza para arrancar. Se vistió lo más rápido posible y salió corriendo de casa de Bobby, encontrándose a sus hermanos arriba del impala que no arrancaba.
— ¿Pero qué les pasa? ¿Me iban a dejar aquí? — Pregunto Jeff molesto y de brazos cruzados frente al impala.
—Es más seguro para ti estar aquí... No te quiero en medio de esto. — Le dijo Deán.
—Pues que lástima, porque ya soy parte de esto. — Dijo Jeff muy enojado y se metió a la parte trasera del auto.
— No eres y no vas a ser parte de esto... Bájate del auto Jeffrey. — Le ordenó Deán.
— Ni lo sueñes Deán Winchester, ya dije que voy a ir con ustedes a cazar a esa perra. — Dijo Jeff en tono final y Deán golpeó el volante con furia, ese niño tenía un don para hacerle perder los nervios. 
— ¿Acaso quieres que te maten? — Pregunto Deán hecho una furia.
— Pues ni que fuera la primera vez. — Murmuró Jeff.
— ¡Esto no es juego Jeffrey!... Estamos hablando de vida o muerte aquí... Y yo necesito estar seguro de que tu estas bien, así que no vas a venir... Le prometí a papá que te cuidaría y es lo que voy ha hacer, así que ya te estás bajando de mi coche o no respondo. — Advirtió Deán tan serio como pudo sonar.
— No necesito que me cuides, yo me puedo cuidar solito... Y no me puedes obligar a quedarme aquí... Porque ya perdí a mis papás, a mis amigos... Y te amo Deán... y no te quiero perder a ti... No sin pelear y si me matan, pues no me importa... Así no me quedare sólo en este horrible mundo. —Decía Jeff con una lágrima corriendo por su mejilla.
— Jeff, no digas eso. — Le dijo Sam, no le gustaba que el niño hablara así de la muerte.
— Me voy a arrepentir mucho de esto, es mas ya me arrepiento... Pero está bien, tienes razón... Eres parte de esto Jeff, y no voy a ser yo quien rechace tu ayuda. — Dijo Deán, estaba orgulloso de poder ver que había hecho un buen trabajo como guía de ese niño.
— Gracias Deán, eres el mejor. — Murmuró Jeff alegremente.
— Sí, me lo dicen mucho... Así que nos vamos, suponiendo que mi bebé funcione de nuevo — dijo Deán que seguía tratando de arrancar el impala, este no avanzaba ni un centímetro. Entonces Bobby apareció en la ventana con una pieza que le había quitado al coche.
— ¿A dónde creen que van? — les pregunto Bobby, y todos bajaron del auto.

— Tenemos el cuchillo. — le dijo Deán

— ¿He intentaban usarlo sin mí? ¿Acaso soy un viejo estorboso para ustedes? — pregunto Bobby, claramente indignado y consternado porque no le habían avisado de que se iban a marchar.

— No, Bobby, claro que no. — le dijo Sam, el si había querido involucrarlo pero había sido Deán quien no quiso.

— Es trabajo mío, y de mis hermanos... Esta no es tu pelea. — le aseguro Deán.

— ¡Claro que lo es!... La familia no sólo es de sangre, muchacho. — le grito Bobby a la cara, no se podía creer que después de tanto ayudarles a buscar a esa demonio, lo quisieran dejar fuera del evento principal. — Además me necesitan. — agrego.
— Bobby... — Deán iba a empezar a darle su sermón de que lo necesitaba vivo para que cuidara de sus hermanos si el moría, pero Bobby no le dejo hablar mas.

— ¿Tu pelearas herido?… Dime, ¿cuántas alucinaciones has tenido hasta ahora? — pregunto Bobby, y todos se giraron a ver la reacción pálida de Deán, pues como siempre había decidido ocultarles algo importante.

— ¿Cómo lo sabes? — pregunto Deán sin siquiera mirarlo

— Porque es lo que pasa cuando te están rondado lo perros… Y porque soy listo— le grito Bobby a la cara y le regreso la pieza. — Yo los sigo… Y no vayan a ir al baño cada 10 minutos. —  les dijo Bobby, y se puso en marcha a su propio coche. Los hermanos se miraron con incredulidad, pues era imposible que el buen Bobby los fuera a abandonar en esos momentos.

Los muchachos llevaban todo el día en la carretera, en silencio, pensando en que les esperaría al llegar a Indiana, seria una mentira decir que no tenían miedo, pues estaba aterrados, pero el pensamiento de poder luchar para salvar el alma de Deán era su motor, era ese pequeño motor que los impulsaba a seguir en el camino sin mojarse los pantalones.

La noche cayo sobre la carretera y con ello la cuenta regresiva de 4 horas de vida para Deán también comenzó, Sam no resistió más el silencio y se decidió a hablar. — Oye Deán.

— ¿Sí? — pregunto Deán sin mucho interés, pues también estaba muy concentrado en sus propios pensamientos.

— Si es que esto… no sale como queremos, quiero que sepas que.... — Sam quería decirle  todo lo que sentía, porque sabia que si no lo hacia iba a explotar mucho mas pronto que la batalla contra Lilith.

— No. No, no, no, no, no. — murmuro Deán, cortando todas las intenciones de su hermano.

— No, ¿qué? — pregunto Sam indignado.

— No vas a darme tu discursito de despedida, ¿esta bien?... Y si este es mi último día en la tierra... no quiero que sea socialmente raro — dijo Deán y Sam se giro para ver por la ventana, no era el momento para que fuera egoísta, era el momento para que prestara atención a lo que Deán necesitaba. — ¿Sabes que si quiero? — pregunto y prendió la radio, donde la canción:”WANTED DEAD OR ALIVE” sonó a todo volumen.

— ¿Bon Jovi? — pregunto Jeff con incredulidad desde el asiento trasero.

— Bon Jovi es la ley… en ocasiones. — le reprendió Deán y empezó a cantar a todo pulmón.

And I walk these streets!
A loaded six-string on my back!
I play for keeps!

— Vamos. — ordeno tras la mirada extrañada de sus hermanos, y tanto Sam como Jeff tuvieron que hacerle a coro en la canción.

Cause I might not make it back!
I've been everywhere!
Oh, yeah
But I'm standing tall!
I've seen a million faces and I've rocked 'em all
Cause I'm a cowboy
On a steel horse, I ride
I'm wanted… I'm wanted!
Dead or alive… Dead or alive
Dead or ali-i-ve

Los tres estaban disfrutando mucho de esa canción, pues era bueno que en esos momentos de tensión, su hermandad no se viera pérdida. Se amaban, y siempre iban a cuidar el uno del otro. Entonces una patrulla los empezó a seguir con la sirena a todo volumen

— ¿Van a pararnos? — pregunto Sam

— Creo que se fundió una luz... no es por la velocidad. — aseguro Deán y ser estacionaron a una orilla del camino, pronto un agente de la patrulla llego hasta la ventanilla y los aluzo con una linterna. — Hola, agente… ¿algún problema? — le pregunto Deán.

— Permiso y registro, por favor. — Pidió el oficial y Deán le dio los papeles falsos que tenia guardados para esas ocasiones. — ¿Si sabe que le falta una luz, señor... Hagar? — pregunto el hombre, dudando al leer el apellido.

— Sí… Sí, señor… Y estaba pensando en, arreglarla… a decir verdad... — Deán no termino de hablar, solo abrió la puerta del impala para golpear al oficial en las piernas

— ¡Deán! — grito Sam sin entender lo que pasaba. Entonces Deán se bajo del auto y le dio de puñetazos al hombre para luego apuñalarlo con el cuchillo en la garganta, dejando ver que su cuerpo se iluminaba con fuego interior, pues era un demonio.

Todos se quedaron impactados por lo que Deán acababa de hacer, y entonces Bobby llego corriendo hasta ellos. — ¿Qué rayos paso? — les pregunto apenas ver el cadáver del oficial en el suelo.

— Deán asesino a un demonio. — dijo Sam impresionado

— ¿Cómo lo supiste? — le pregunto Jeff, que igualmente estaba sorprendido por ese súper ataque kamikaze de su hermano.

— Es sencillo… le vi la cara, su cara real bajo ésa. — les explico Deán y  los chicos casi se van de espaldas por ello, ¿Cómo era posible que mirara a los demonios debajo de sus cuerpos humanos?

Los Winchester y Bobby, escondieron la patrulla del oficial muerto bajo un montón de arbustos, pues sabían que su presencia no había sido una coincidencia, ese demonio había estado vigilando para Lilith, y si dejaban el auto abandonado a la vista, podrían levantar sospechas de algún otro demonio.

— ¿Qué?, ¿ahora ves demonios? — pregunto Sam, aun tratando de hacerse a la idea.

— He visto muchas cosas últimamente, pero nada como esto. — aseguro Deán.

— En realidad, eso no es raro. — aseguro Bobby.

— ¿Cómo que no es raro? — pregunto Deán alucinado, pues de todo lo que alguna vez había escuchado, estas alucinaciones se llevaban el premio a lo mas raro.

— ¿Cuánto te queda? ¿4 o 5 horas? estas pasando el velo Deán, y vez el lado malo. — les explico Bobby.

— Dilo en español, por favor. — le pidió Deán, pues el no había entendido lo que había dicho.

— Casi estas en el infierno, así que… puedes ver otros demonios. — le explico Bobby, con Deán siempre se tenían que hacer las cosas simples y claras, sin nada de tecnicismos.

— Gracias. — murmuro Deán malhumorado.

— En realidad es bastante útil. — murmuro Sam

— Me alegra que mi alma condenada sirva para algo. Dijo Deán lleno de ironía.

— La verdad si… Lilith debe tener demonios vigilando, y ellos no deben dar la alarma… si nos descubren, estaremos muertos. — les explico Bobby, por lo que Deán tendría que estar muy atento con las personas que miraba.

— Este es un estupendo plan, me gusta ser parte de él… ¿ya podemos irnos? — dijo Deán lleno de ironía todavía, Bobby le lanzo unas ramas mas a la patrulla y regresaron cada quien a sus autos, pues ya no estaban muy lejos de la casa de Lilith.

Lilith estaba probando su último juego con la familia de Indiana, los había convencido e que todos los días seria  su cumpleaños y por eso todos los días tenía que haber una fiesta y regalos para ella.

— Feliz cumpleaños, hija — murmuro la madre con falsa emoción y puso un enorme pastel de chocolate en la mesa.

— ¡Feliz cumpleaños! — dijeron el padre y el abuelo, mas asustados que emocionados.

— Sí, ¡es mi cumpleaños cada día! — dijo la niña emocionada y aplaudió sin cesar mientras apagaba las velas del pastel.

— Hum, pastel… otra vez, que rico. — murmuro el padre, lo cierto es que estaba seguro de que si ella no lo mataba, se iba a morir de diabetes, pues ya habían comido mas de 15 pasteles de chocolates en esos días.

— Oye abuelo, ¿puedo preguntarte algo? — dijo la niña.

— Si, lo que sea. — murmuro el anciano.

— ¿Por qué le pediste ayuda al señor Wepram? — pregunto la niña, y los padres se quedaron mirando al anciano, pues habían quedado que no le dirían a ninguno de los vecinos sobre su problema, pero era claro que el anciano no hizo caso.

— No lo hice... No sé de qué hablas. — mintió el anciano. Lo que no sabia era que al vecino que le entrego su papel, era también uno de los demonios de Lilith.

— Eres un viejo mentiroso. — le grito la niña.

— Lo siento, fue un error. — murmuro el anciano en pánico.

— ¿Ustedes sabían de eso? — exigió saber la niña a los adultos, pues de ser así su juego habría terminado y pasaría a la tortura corporal.

— No. — murmuraron los padres, no querían dejar al anciano solo con el asunto, pero estaban tan asustados que no pensaban con claridad, solo querían salir vivos de esa casa.

— Abuelito, ¿ya no me amas? — cuestiono la niña.

— Claro que te amo — aseguro el hombre.

— No, no creo… Estás mintiendo… Eres un viejo malo — volvió a decir la niña.

— Ayúdenme, por favor. — murmuro el anciano, pero los otros dos adultos también estaba igual de asustados y realmente no sabían que hacer contra la niña.

— Ya no me gustas abuelo. —  aseguro la niña y torció la mano, rompiéndole el cuello al pobre hombre, dejando que su cabeza cara como piedra sobre la mesa, la hija del hombre iba a romper en llanto, pero Lilith se giro a verla con mucho odio. — No vayan a gritar… Los gritos me hacen enfadar. — les advirtió y la mujer no tuvo mas que serenarse y cortar el pastel para seguirle el juego.  — Mami, ¿le pones helado al mío? — pregunto la niña sonriente otra vez, era toda una psicópata.

Lo que Lilith no sabia era que los Winchester ya estaban en el pueblo, y la estaban mirando desde la casa de enfrente, atreves de unos binoculares. — Es la pequeña… Dios, su cara es horrible. — comento Deán asqueado y fue pasando los binoculares a todos para que miraran el objetivo.

— Pues adelante, porque no hay mucho tiempo. — dijo Sam, convencido de que ella era Lilith pues solo un ser así de despreciable podría mantener el cadáver de un anciano en la mesa de la cocina.

— ¡Esperen! — exclamo Deán.

— ¿A qué? ¿A que mate a los demás? — pregunto Jeff, Lilith no era de su agrado tampoco y siendo una niñita rubia, aun menos.

— Sí, y a nosotros, si no tenemos cuidado… Miren — indico Deán y atreves los binoculares pudieron ver a la calle, donde había un cartero y un vecino,  colocados en lugares estratégicos a la casa de Lilith.
.
— ¿Demonios? — pregunto Bobby, se había estado temiendo que Lilith llevara a un ejercito pero no esperaba que fueran tan obvios.

— Sí. — murmuro Deán.

— Pues bueno, solo hay que eliminar a esos idiotas y ya esta. — dijo Sam, como si fuera tan fácil como sonaba hacer eso.

— ¿Y luego qué? ¿Le cortamos el cuello a una niña de 10 años?— pregunto Deán alucinado, no se quería imaginar a el o alguno de sus muchachos cometiendo semejante crimen, matar adultos poseídos era una cosa, ¿pero niños?, eso era despiadado.

— Yo sé que es horrible. — dijo Sam

— ¿Tu crees? — pregunto Deán con ironía.

— No es solo por salvarte a ti, Deán… hay que salvar a los demás. — dijo Sam en su defensa, pues por el ultimo ataque Lilith les hizo, no dudaba ni por un segundo que ella acabara con todo el lugar, la familia e incluso la huésped humana, para el amanecer. Justo como hizo en la estación de policía meses atrás.

— Tenemos que detenerla, hijo. — le dijo Boby, quien estaba de acuerdo al cien por ciento con acabar con la demonio a cualquier precio.

— Oh, maldita sea. — murmuro Deán con enfado, los chicos tenían razón pero no por ello quería convertirse en asesino de niñas.

En la casa de enfrente, Lilith había declarado que era hora de que todos se fueran a la cama, así que siguiendo su papel de dulce niñita, se fue a acostar con su madre, a quien obligaba a contarle el mismo cuento una y otra vez.  — Léelo otra vez, mami. — le seguía diciendo.

— Pero, ya la lei… 26 veces. — decía la mujer, conteniendo las lagrimas por lo frustrante y aterrador que era tener que estar en la misma cama de esa niña.

— Otra vez. — ordeno la niña entre dientes y por su tono de enojo, la madre no tuvo mas opción que volver a leer el cuento:

Había una vez... en la ciudad de Celine... Una hermosa princesa llamada Cleo… Pero la ciudad estaba asediado por un malvado dragón... que reclamaba la sangre de los niños. Y la princesa estaba condenada a ser sacrificada... ante el oscuro y terrible dragón.

Fuera de la casa, los hermanos habían empezado con el plan de acceso, el primer paso corrió a cargo de Bobby, quien tuvo que buscar la entrada de la toma de agua del vecindario, para poder bendecirla, con el ritual adecuado:

Exorcizo te, creatura aquae.
In nomine dei patris onmipotentis.

Bobby tenia que repetir el ritual un par de veces, hasta que nota que el crucifijo dentro del agua se quemaba.

El segundo paso era deshacerse de los guardias, así que Deán se dejo ver por el demonio cartero, atrayéndolo hasta el patio trasero de la casa, donde Sam salió de la nada y lo apuñalo en el pecho, Deán le cubrió la boca para que su grito de muerte no alertara a nadie.

Por su parte, Jeff se encargo del  vecino chismoso, el tipo salió de la casa, apenas verlo merodeando por su jardín, y Jeff lo guio al mismo patio trasero, solo que esta vez fue Deán quien le salto encima y lo mato por la espalda.  Los chicos tuvieron que esconder  los cuerpos dentro de una casa, pues según la teoría, Lilith podía oler la sangre humana que se derramaba. 

Deán iba corriendo entre los arbustos cuando Ruby apareció de la nada y lo estrello contra la reja de metal de la casa. — Quiero mi cuchillo, por favor… O tu cuello tronara como hueso de pollo. — exigió la demonio y entonces sintió el filo del cuchillo muy cerca de su cuello.

— Él no lo tiene. Cálmate. — le dijo Sam y la hecho para atrás.

— ¿Cómo rayos te saliste? — exigió saber Deán, el mismo había pintado la trampa en el sótano de Bobby, y no había dejado ni la mas mínima abertura. No era posible que ella se escapara.

— Lo que no sabes de mi podría llenar un libro — se excuso Ruby, a decir verdad el como romper las trampas del diablo, era una historia muy larga y complicada, para otro momento mas tranquilo sin duda. 

— Oh — murmuro Deán con una mueca de asco y se cubrió el rostro un segundo.

— ¿Qué? — pregunto Ruby.

— Nada, es sólo que… no podía verlo antes, pero si que eres… horrible— dijo Deán con la misma mueca de asco de antes, y entendiendo porque un ser tan feo había escogido vestir a una humana tan bonita.

— Sam, dame el cuchillo antes de que te lastimes. — le pidió Ruby, ignorando por completo los comentarios de Deán.

— Lo tendrás cuando acabe. — le dijo Sam

— Ya se acabo…  Ofrecí una forma de salvar a Deán, y me rechazaste… Ahora es tarde… Está muerto… Y no dejare que te mueras. — aseguro Ruby

— Oye, cállate maldita… Deán no esta muerto, y no va a morir. — le grito Jeff, ahora Ruby también le estaba cayendo muy mal.

— Esta muerto, Jeffrey… y ustedes dos también lo estarán, si continúan por este camino. — aseguro la demonio, Jeff estaba por gritarle unas cuantas cosas mas a la cara pero Sam lo empujo para atrás.

— Trata de detenernos… Y te mataré, perra. — le advirtió Sam, no tendría problema con quitar a Ruby del camino para poder salvar a Deán.

— Dame lo mejor que tengas, bebé — se burlo Ruby, iban a empezar a pelear pero Deán no les dejo continuar con el drama.

— ¡Oigan, oigan! se pelean después. — les dijo Deán y giraron a ver que todos los vecinos estaban fuera de sus casas, con los ojos negros, eran todo un ejercito de demonios.

— Genial… Se acabo el elemento sorpresa. — murmuro Jeff, mirando con odio a Ruby, pues todo iba de maravilla hasta que ella apareció, gritándoles como una loca.

— No... ¡Corran! ¡Corran! — decía Sam, abrió la reja de la casa y entraron corriendo en fila india hasta estar en el porche de la casa de Lilith. Y pronto se dieron cuenta de que otro montón de demonios venia corriendo hacia ellos desde el otro lado de la calle.

— ¿Por qué tarda Bobby? — pregunto Deán

— ¡Estoy tratando! — dijo Sam que estaba forzando la cerradura de la casa para poder entrar. Entonces el agua de los rociadores de jardín empezó a mojar a los demonios, quemándolos y obligándolos a retroceder, pues era agua vendita… Deán se burlo por ver que los demonios se quedaban atrás de la acera y ellos se metieron a la casa, encontrándose con el cadáver de la niñera lleno de moscas.

— ¿Sabrá que estamos aquí? — pregunto Deán, cubriéndose la nariz para no oler el fétido olor a muerte del cadáver.

— Es probable. — murmuro Ruby, siguieron caminando por la casa cuando el padre salto sobre Deán, pero el puso su mano en su boca para que no gritara.

— Shsh, venimos a ayudar ¿esta bien?.. Voy a apartar mi mano...y vamos a hablar despacio y bajito, ¿esta bien? — indico Deán y el hombre asintió, así que le aparto las manos de encima.

— Señor, ¿dónde está su hija? — le pregunto Sam

— No es... Ya no es mi hija. — comento el hombre, después de lo que había pasado con su suegro, estaba seguro de que su pequeña jamás regresaría a ser la de antes, era una asesina a sangre fría.

— ¿Dónde está? — volvió a preguntar Sam

— Arriba, en su cuarto. — indico el hombre.

— Bien, bien, bien... Escúcheme, usted debe bajar al sótano… Ponga una línea de sal en la puerta tras usted ¿me entendió? — le explico Deán, no podía pensar en una idea mejor para mantener a salvo a ese pobre hombre.

— No sin mi esposa. — dijo el sujeto.

— Sí, sin su esposa. — dijo el deán y como el hombre no dejaba de protestar lo noqueo, se lo cargo al hombro y el mismo lo llevo escaleras abajo, al sótano.

Sam, Ruby, y Jeff siguieron caminando sigilosamente escaleras arriba y Ruby se metió a la primera puerta a la derecha para revisar, mientras que los hermanos fueron a la derecha y dieron en el blanco, pues atraves de unas cortinas rosas se podía ver a la madre con la niña dormida sobre su pecho. Sam se acerco y lentamente recorrió la cortina para verlas.

— ¡Hágalo! — murmuro la mujer apenas ver que Sam tenia el cuchillo en sus manos, el se giro para ver a Jeff, y el chico asintió a la idea — ¡Hágalo! ¡Hágalo, rápido! — grito la mujer y en eso despertó la niña, gritando porque Sam la había asustado. Llego Deán por detrás y le detuvo la mano a su hermano  para que no la apuñalara.

— ¡No es ella! ¡Ya no está en su cuerpo! — aseguro Deán, pues lo único que podía ver en ella era su rostro humano normal. La niña soltó en llanto y se abrazo a su madre, pues no entendía lo que estaba pasando.

Bobby miraba desde la casa de enfrente como los demonios seguían en formación, pendientes de lo que sucedía con su jefa, miro su reloj y se dio cuenta de que solo quedaban cinco minutos para la media noche, y esperaba que todo los estuviera yendo bien a los muchachos, quienes en ese momento estaban auxiliando a la familia de la casa todavía.

— Y no importa lo que oigan, usted, su esposo y su hija, quédense en el sótano. — dijo deán tras encerrar a la madre en el lugar señalado.

— Bueno, odio decirte… pero "te lo dije". — dijo Ruby a Sam, mientras se abrían camino hasta la sala de la casa.

— Bueno Ruby, ¿dónde está? — pregunto Sam, pues entre demonios se podían sentir y Ruby tenia que ser capaz de sentir a Lilith en esos momentos.

— No lo sé. — aseguro Ruby

— ¿Logro pasar los rociadores? — pregunto Sam impresionado, pues jamás había conocido a un demonio que fuera inmune al agua bendita.

— A su nivel... anulan el agua bendita. — explico Ruby, eso indico a Sam que Lilith era muy poderosa y que no había mas opción ahí, así que se le planto enfrente.

— Bien, tú ganas… ¿Qué tengo que hacer? — pregunto Sam

— ¿De que hablas? — pregunto Ruby sin entender lo que le estaba sugiriendo.

— Para salvar a Deán… ¿Qué es lo que tengo que hacer? — le pregunto Sam desesperado, sabia que solo quedaban unos minutos y ya no tenia mas opción que hacer lo que fuera necesario para salvar a su hermano.

— ¿Qué rayos crees que haces? — pregunto Deán desde atrás.

— Cierra la boca Deán. — Le grito Sam — ¡Ruby! — volví a gritar a la demonio, que parecía estar ida en sus propios pensamientos.

— No es tan fácil… No es oprimir un botón… Necesitamos tiempo. — aseguro Ruby sin entrar en mas detalles.

— Pero tiene que haber algo, debe haber algún modo… Sea lo que sea, lo haré. — aseguro Sam, pero entonces Deán lo jalo de los brazos por detrás. — No, Deán… ¡No dejare que vayas al infierno! — le grito Sam para que lo soltara.

— ¡Sí, lo harás!... Sí, lo harás — grito Deán y luego se percato de la mirada de sus hermanos, sus niños estaban sufriendo por él, y el jamás quiso  provocarles eso. — Lo siento… Pero esto es mi culpa… Lo sé… Pero lo que estás haciendo, no va a salvarme… Sólo te matara a ti… y a Jeffrey también. — aseguro Deán.

— ¿Y entonces que debo hacer? — le pregunto Sam, empezando a llorar.

— Sigue peleando, cuida mi auto, cuida a Jeff… ahora tu serás el hermano mayor. — dijo Deán y Jeff finalmente se puso a llorar también y lo abrazo.

— Deán, no… no quiero que te mueras… no — le decía Jeff entre lagrimas y aferrándose cada vez a su pecho, le paso una mano por el cabello y empezó a llorar también, si tan solo se hubiera puesto a pensar en ese niño, y no solo en Sam…

— Todo va a estar bien, todo estará bien Jeff. — le decía para calmarlo. — Solo recuerden lo que papá les enseño, ¿si?... y lo que les  enseñe yo. —  les pidió Deán a sus hermanos, y entonces las campanas del reloj que marcaban las doce en punto empezaron a sonar. Sam miro a su hermano con lágrimas en los ojos y Deán fingió una sonrisa.

— Lo siento, Deán… No se lo deseo ni a mi peor enemigo. — murmuro Ruby, entonces se empezaron a escuchar los aullidos de los perros y también sus pasos.

— Ahí están. — murmuro Deán, y Jeff se aparto de su pecho para ir con Sam

— ¿Dónde? — pregunto Sam, pues el no miraba nada.

— Ahí. — dijo Jeff y se quedo mirando hacia el comedir de la sala, por alguna extraña razón el también los estaba viendo. Ruby se giro y pudo verlos también, así que los cuatro salieron corriendo de la sala.

Entraron a la cocina y bloquearon la puerta ya que los perros estaban empujando para tratar de entrar. Mientras que Deán ponía tierra de panteón en el borde y luego en las ventanas.

— Dame el cuchillo, tal vez pueda matarlo. — dijo Ruby a Sam que no soltaba el cuchillo en ningún momento.

— ¿Qué? — pregunto Sam sin entender lo que decía.

— ¡Vamos!... Ese polvo durara para siempre. — aseguro Ruby, Sam se quedo mirando el cuchillo en sus manos un momento y estaba por dárselo, cuando…

— Espera. — pidió Deán.

— ¿Quieres morir? — le pregunto Ruby, y luego de mirarla unos segundos Deán se dio cuenta de la realidad de las cosas.

— Sam, ella no es Ruby… ¡Es Lilith! — aseguro Deán, pues gracias a su poder de ver las caras reales de los demonios, descubrió que no era la misma cara que vio antes de ingresar a la casa. Sam iba a apuñalarla pero ella alzo las manos y los arrojo a el y a Jeff contra la pared, y a Deán sobre la mesa.

— ¿Cuánto llevas ahí? — exigió saber Deán.

— No mucho... Pero me gusta… Es una mujer bonita. — decía Lilith, poniendo los ojos en blanco como manera de presentarse.

— ¿Y dónde está Ruby? — le pregunto Sam sin entender en que momento había realizado el cambio de huésped humano.
— Ella fue niña mala, así que la envié muy, muy lejos. — comento la demonio.

— Debí haberlo visto antes...  pero todos son horribles. — aseguro Deán, lamentándose por no haberle prestado mas atención desde que supo que Lilith ya no era aquella niña. Lilith lo miro con odio un segundo y luego camino hasta Sam

— Hola, Sam… Había querido conocerte desde hace mucho tiempo— aseguro Lilith y lo beso a la fuerza por un momento  — Tus labios son suaves. — agrego con ese tono de niña pequeña que sonaba tan molesto.

— Muy bien, ya me tienes… libera a mi hermano. — le exigió Sam y ella se burlo por un momento.

— Que tonto… Si quieres negociar, debes tener algo que yo quiera, Sam… Y no lo tienes… aun que… Hola Jeffrey, he escuchado mucho de ti también… dicen que te encargaste de regresar al Dybuk a mi cajita especial. — comento la demonio.

— ¿Así que era tuyo?... dicen que las cosas se parecen a su dueño... ¿sabes? — se burlo Jeff

— Oh, pero ya no me pertenece mas… ahora es tuyo… y estoy segura de que cuando salga de esa caja, va a venir por ti… Y consumirá tu alma en las llamas del infierno. — dijo la demonio y esas palabras estremecieron por completo a Jeff.

— ¿Así que este era tu gran plan? ¿Mandarme al infierno, matar a mis hermanos? ¿Y luego qué? ¿Volverte la perra mayor? — le pregunto Deán para desviar su atención de sus chicos por un momento.

— No le voy a contestar a Puppy Chough — dijo Lilith y se acerco a la puerta para quitar la tierra de panteón. — Entren perritos. — ordeno y abrió la puerta.

Los perros entraron y se fueron encima de Deán, lo tiraron al suelo y desagarraron sus piernas con sus enormes garras… Deán gritaba desesperado todo el tiempo, el dolor era intenso, y podía sentir como cada garra de los perros, despellejaba su propia alma.

— ¡No! ¡Basta! ¡Ya basta! — gritaban Sam y Jeff alternados, pero Lilith se seguía burlando sin piedad, y los perros estaban desgarrando  todo el pecho de Deán, haciendo que su sangre botara fuera de su cuerpo como si fuera una fuente.

— ¡Ya basta!, ¡No! — grito Sam con lagrimas en los ojos, el dolor de ver a su hermano ser asesinado de esa forma delante suyo, era muy grande. Y se quería morir con él en ese mismo instante.

— Sí. — grito Lilith muy complacida y lanzo un rayo deslumbrante de energía blanca sobre los hermanos. Para cuando Lilith regreso en si, esperaba ver los cuerpos de los hermanos en el suelo, pero se encontró con que Sam estaba complemente bien.

— Atrás. — grito apenas ver que Sam se levantaba del piso. — Dije atrás. — ordeno, pero Sam dio un paso y se agacho para recoger el cuchillo de Ruby del suelo

— Yo creo que no. — dijo Sam e iba a apuñalarla, pero entonces la nube negro de demonio salió del cuerpo de la chica, en medio de un enorme grito que hizo temblar a toda la casa. Y se fue por el ducto de la ventilación.
El cuerpo de la chica rubia cayó justo aun lado del cuerpo destripado de Deán,  así que soltó el cuchillo y rompiendo en llanto de agacho para recoger el cadáver ensangrentado de Deán, quien aun mantenía sus ojos abiertos pero sin la luz de su vida.

— Deán… Deán... no.

Sam se soltó a llorar sobre el cuerpo sin vida de Deán, y su llanto aumento en cuanto se dio cuenta de que Jeff también estaba tirado a su lado, así que dejo un momento a Deán en el suelo y fue a levantar e Jeff también, el chico tenia la piel totalmente gris, como si fuera un cadáver,

— Jeff, no... Tu… abre los ojos... vamos bebé, despierta. — rogaba Sam, pero por más que menaba el cuerpo de su hermano, el chico no despertaba, estaba como muerto… el rayo de Lilith lo había provocado.

Así que Sam coloco los cuerpos de sus hermanos a sus costados, ambos se habían ido, estaba solo, solo para siempre…

El alma de Deán había sido recibida en el tormento con la peor de las torturas, pues los demonios lo habían penetrado y rasgado con cadenas, para así poder colgarlo todo ensangrentado en el centro de un lugar horrible, lleno de gritos y sangre por todas partes, el mismísimo infierno.


— ¡No! ¡Sam! ¡Alguien ayúdeme! ¡Alguien ayúdeme! ¡Sam! ¡Sam! — gritaba Deán desesperado, pues estaba condenado a sufrir las peores agonías que alguien pudiera imaginarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario