sábado, 30 de noviembre de 2013

SPN 3.15 El Tiempo esta de mi lado

El tiempo esta de mi lado
Descripción
Con el tiempo agotandose para Dean, Sam  lo convence de ir a Eerie, Pennsylvania para investigar un posible caso de zombies. En su lugar, se encuentran con el Doc Benton, un médico que vivio en 1816, y que abandonó su práctica médica para seguir su obsesión de encontrar la clave de la vida eterna y que en la actualidad, droga a las personas para robarles sus órganos vitales.
Mientras tanto, Bobby descubre el paradero de Bela, así que Dean decide confrontarla, dejando a sus hermanos sólos para lidiar con el doctor.Bela termina en una situación desesperada, y posiblemente fatal.

Erie, Pennsylvania.
Dos doctores del hospital general terminaban de cumplir sus horas de trabajo, y como todos los días estaban reunidos en las afueras del hospital para contarse todo lo que había pasado en sus días, sus pacientes y consultas.

— ¿Quieres un trago? — sugirió el tipo que trabaja en el área de oncología

— No, no puedo. Tengo que levantarme temprano… El deber me llama. — dijo el otro, que era uno de los mejores cirujanos plásticos que tenían en el condado.

— ¿Aumento de pechos? — sugirió el otro muchacho, a veces le tenia tanta envidia a su camarada por ese tipo de operaciones.

— Eso quisiera… No, es una vieja gruñona, quiere de todo… Necesitaré una grúa para levantarla. — comento el otro lleno de ironía y se empezaron a reír. Si bien como doctores pasaban por millones de anécdotas, pero lamentablemente no todas eran buenas.

— Tanto trabajo ¿para quitar que? ¿15 minutos de sus caras? — pregunto el otro también con ironía, a veces no comprendía porque las mujeres mayores se ponían contentas por que una sola arruga desaparecía de sus rostros, simplemente no lo entendía.

— Mantenerse joven es un trabajo brutal. — dijo el cirujano, chocaron las manos con su famoso saludo secreto y se separaron por fin.

El cirujano plástico acababa de guardar su maleta de ropa en la cajuela de su auto, cuando escucho unas ramas de arboles quebrándose. Se giro para ver y no encontró nada. Pero después alguien llego por detrás y con una increíble fuerza lo metió en su propia cajuela.

— ¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Sáquenme de aquí! ¡Ayuda!. — gritaba el hombre sin dejar de golpear la cajuela. Pronto sintió como su auto se movía, ya que fuera quien fuera ese tipo, se lo estaba llevando.

A la mañana siguiente, el cirujano entro al hospital, únicamente vestido con su saco y chorreando sangre a todo su paso. Finalmente una enfermera se le acerco con toda la disposición de atenderlo

— ¿Señor?

— Por favor— murmuro el muchacho con mucha dificultad, su cara estaba pálida y era claro que tenia muchísimo frio. Pues no dejaba de temblar.

— Está bien señor, déjeme ver qué paso… No se preocupe, no hay nada que no haya visto antes. —  aseguro la enfermera para tranquilizarlo, pues ella tenia la idea de que el muchacho estaba preocupado por que alguien viera sus partes intimas.

— No, no, no. — murmuraba el muchacho con dificultad.

— Déjeme ver. — dijo la enfermera y le quito las manos del saco y apenas hacerlo, un montón de sangre y los  intestinos salieron del cuerpo  del muchacho. La enferma empezó a gritar como loca, pues en efecto, jamás había visto una cosa tan horrible como eso.

Cerca de ahí, los  hermanos Winchester mantenían cautivo a un demonio para su interrogación. Ellos sabían que capturar demonios era una cosa peligrosa, pero estaban desesperados por obtener respuestas sobre los contratos, así que no les importaba correr el riesgo y por ellos ya lleva mas de 10 exorcismos realizados en ese mes.

El agua bendita estaba viniendo de maravilla en esos momentos, pues nada mas lanzarla a la cara del sujeto poseído, provocaba que el demonio se quemara por dentro.

— ¡Basta! — seguía suplicando el demonio, pues no podía soportar mas el dolor del agua bendita sobre la piel que estaba habitando.

— ¿Vas a hablar? — pregunto Deán

— No lo sé… ¡No sé nada! — grito el demonio desesperado.

— Oh, ¿oíste eso Sammy?... El no sabe nada. — se burlo Deán, pues no era un secreto para ellos, que las noticias corrían como el viento entre los demonios, y pese a ser unos seres despreciables, estaban bien organizados con la cadena de mando y las noticias.

— Sí, ya lo escuche. — murmuro Sam, no le gustaba estar torturando personas inocentes pero por salvar a su hermano, ya nada le importaba.

— Les digo la verdad. — repitió el demonio.

— ¿Así?... entonces,  te debo una disculpa… Permíteme compensártelo. — dijo Deán lleno de ironía y le obligo a abrir la boca y le vacio mas agua vendita, quemándolo por dentro y haciéndolo aullar como nunca antes. — Preguntare por última vez… ¿Quién tiene mi contrato? — exigió saber Deán y el demonio al fin pareció tomar control del cuerpo humano, pues dejo de gritar para reírse y mostro sus verdaderos ojos negros.

— Tu madre… Si, ella me lo enseño antes de que yo la doblara. — se burlo el demonio, el que fuera ruin solo demostraba que tenia mas información de la que admitía y que estaba tratando de ocultarla.

— Quiero un nombre. — exigió Deán, con un tono bastante siniestro que haría a cualquiera ponerse a llorar, a cualquiera menos a un demonio.

— ¿O que? ¿Vas a usar tu agua bendita otra vez?... seria un piquete de mosco comparado con lo que me harían si te digo algo… Haz lo que quieras… Lo único que me asusta es el demonio que tiene tu contrato. — aseguro el demonio, y sin querer acababa de revelar un dato importante. Fuera quien fuera el demonio dueño de los contratos, era bastante temido y bien conocido por todos en el infierno. Así que Deán finalmente le indico a Sammy con la mirada, a que procediera con el exorcismo.

Exorcizamus te, omnis immundus spiritus
omnis satanica potestas, omnis incursio
infernalis adversarii, omnis legio,
omnis congregatio et secta diabolica.

El demonio gritaba y se retorcía por el dolor que provocaba el exorcismo, era como si le estuvieran arrancado la propia piel. — ¿Cómo se siente? ¿Se siente bien? — pregunto Deán entre risas, le gustaba ver ese sufrimiento en los malditos demonios.
— Adelante… Envíame de vuelta al infierno… Y cuando llegues, estaré halla esperándote… Con algunos amigos que se mueren por una linda reunión con Deán Winchester. —  advirtió el demonio y Deán se burlo de su amenaza para que vira que no le tenia miedo.

— ¿Sigo? — pregunto Sam, ahora ya no estaba seguro de estarle haciendo un favor a su hermano con tantos exorcismo, pues solo le estaba creando mas enemigos.

— Mándalo a donde no pueda hacer daño. — le ordeno Deán, y Sam procedió a leer el exorcismo completo.

El hombre al que poseía el demonio, no logro salvarse, así que Deán se ofreció para enterrarlo en el bosque, y lo hizo porque quería estar solo para pensar, él se había burlado de la amenaza de ese demonio pero por dentro la amenaza si le había hecho es tremerse, no solo por ese bastardo, si no por el pensamiento de todos los demonios a los que había mandado halla abajo y que seguro estaban deseando una venganza. 

Para cuando Deán regreso a la casa, se encontró con Sam hablando a todo volumen por teléfono en la sala.

— ¿Busco las  huellas dos veces? ¿Seguro?... De acuerdo, bien, diré que fue un error del laboratorio… No lo sé… De acuerdo… Gracias, sí le diré al teniente. — se escuchaba decir a Sam por toda la casa y entonces colgó.  — ¿Lo sepultaste? — le pregunto a Deán.

— Sí… Pobre diablo, parece que lo hacen solo por diversión. — comento Deán, pues de los diez caso en que habían trabajado ese mes, en nueve de ellos los demonios habían mutilado sus propios cuerpos humanos. Luego se sentó para beber una cerveza. — ¿Qué fue esa llamada?

— ¿Recuerdas lo del  periódico de ayer? pregunto Sam

— "¿Stripper asfixia a un  hombre con los muslos?". pregunto Deán, aquel había sido un gran titular y en un momento hasta llego a pensar de que debía ser al sobrenatural, sin duda algo que estaría complacido de atender.

— La otra cosa. — murmuro Sam ente dientes

— Si, el tipo que entra a urgencias, se arrodilla y muere con el estomago abierto. — comento Deán, ese también había sido un gran titular en el pueblo, pues se trataba de un cirujano muy reconocido por esa gente.

— Sin el hígado, acabo de encontrar algo que es muy interesante. — comento Sam

—  ¿Qué? — pregunto Deán con interés, un caso no le vendría nada mal para desquitar todo el estrés que dese demonio le provoco.

— ¿El cadáver? estaba cubierto  de huellas ensangrentadas… Y no eran de la víctima. — explico Sam

— Bien, mi amigo Dave Carusso  estaría anonadado. — se burlo Deán, ya no le estaba gustando esa maña que tenia Sam de contarle las cosas a medias y por partes irrelevantes.

— Las huellas pertenecen a alguien que murió en 1981. — agrego Sam

— ¿Enserio? ¿De que estamos hablando? ¿Muertos vivientes? ¿Muertos vivientes asesinos? — pregunto Deán con algo de emoción, ya habían pasado por un caso como ese antes y siempre era bueno poder patear traseros sin ningún cuidado.

— Tal vez. — murmuro Sam, no estaba muy convencido de que aquello se tratara de Zombis.

— Si, a los zombis les gusta la carne humana… ah… hablando de eso, ¿Por qué te interesan los zombis? — pregunto Deán.

— ¿De que hablas? — pregunto Sam sin entender porque esa pregunta.

— Has trabajado en salvar mi alma durante meses… Y quedan tres semanas,  y de repente… ¿estas interesado en buscar zombis? — cuestiono Deán lleno de interés, la verdad es que ya no entendía a Sam, un día le tenían sin cuidado las personas de los casos, pero al otro le importaban mucho, era muy extraño.

— Oye, tú eres el que esta ansioso por cazar, pensé que te estaría haciendo un favor. — dijo Sam en su defensa.

— No, no, no, no, no… No dije que no quiero hacerlo, obviamente yo quiero cazar Zombis. — dijo Deán con emoción, tanta que ni siquiera se había dado cuenta de que Sam le había volteado el asunto contra él. Entonces llego Jeff con las compras de la comida, pues de un tiempo para acá, si el niño no lo hacia, nadie comía en esa casa.

— Hey ¿Cómo has estado niño?... hace mucho que no te veíamos. — comentó Deán lleno de ironía, pero era cierto, en el ultimo par de días apenas y se veían.

— Genial, no podría estar mejor... ah si claro, si podría… si dejaran de arriesgarse a lo estúpido con esa bola de demonios. — dijo Jeff con la misma ironía y dejo la comida en la cocina, el no estaba de acuerdo en eso de torturar demonios, el quería probar magia para tratar de salvar a Deán, magia real, pero no le dejaron hacerlo.

— Si bueno, ¿Qué te parece ir contra Zombis ahora? — le pregunto Deán para tratar de mejorarle el humor, y funciono pues Jeff dejo ese semblante fruncido aun lado y sonrió.

— ¿Zombis? ¿ Resident Evil o Silent Hill? — Pregunto Jeff

— Ambos… una combinación letal. — aseguro Deán sonriente.

— Oh, bueno… para eso si cuenten conmigo. — comento Jeff mas emocionado que antes, Sam no lo entendía pero Deán siempre lograba que ese muchacho sonriera o se en contentara de cualquier forma.

Así que los Winchester se vistieron de traje y fueron a la morgue para  ver el cuerpo del muerto y así empezar la investigación. El problema fue que se encontraron con un forense gruñón que no quería prestarles mucho tiempo.

— Sí, el resto del cuerpo  estaba intacto… El hígado era el único  órgano que faltaba. —comento el hombre.

— ¿Y en donde el hígado fue arrancado, pudo notar alguna marca de dientes? — pregunto Deán, era obvio que una marca así pertenecía a un Zombi.
— ¿Puedo ver sus placas? — pidió el forense.

— Claro, por supuesto. — dijo Sam extrañado por la petición tan repentina y le enseñaron las placas falsas del FBI.

— Bien… Son policías y estúpidos. — aseguro el forense.

— ¿Disculpe?… No, no, somos muy inteligentes. — aseguro Deán y de no estas fingiendo ser un verdadero agente, ya le habría partido la cara por haberlos llamado de esa manera.

— El hígado no fue arrancado — dijo el forense entre dientes y finalmente les mostro el cuerpo, Deán hecho una rápida mirada y se dio cuenta de que no había mordidas en ninguna parte,  ósea que no había sido un Zombi. — Fue extraído quirúrgicamente, por alguien que sabe usar el bisturí… ¿No leyeron mi reporte? — pregunto el hombre, extrañado de tener que explicar lo que ya había hecho antes.

— Claro que si, oh y era impactante… me tenia en suspenso, fascinante. — mintió Deán, y fue tan obvio con ello que se empezó a reír por los nervios.

— ¿Es todo? — pregunto el forense, mucho mas molesto que antes y si la mirada fuera un arma, ya abría matado a los chicos.

— Creo que si. — murmuro Deán aun riéndose por los nervios.

— Váyanse, ya. — ordeno el forense.

— Claro. —  murmuro Sam, trago saliva por el miedo que le estaba provocando esa mirada de pistola del forense, así que salieron casi volando de la sala.

— ¿Qué? — pregunto Deán apenas ver a la mirada de su hermano.

— Nada… creo que eso acaba con nuestra teoría de los Zombis ¿no? ¿Lo del bisturí? — comento Sam, el si que no estaba olvidando los pocos detalles que pudo ver en el cuerpo y los que ese hombre comento. 

— Sí, un zombi cirujano… "Doctor Quinn, medico zombi". — Dijo Deán lleno de ironía y se rieron un poco.

— Estamos en la ruta falsa, Deán… Buscando cadáveres. — murmuro Sam

— ¿Y que deberíamos buscar?

— Sobrevivientes…. Esto no es de  zombis, esto es robo de órganos. — aseguro Sam, tenían que encontrar a alguien que pudiera corroborar que se trataba de un asunto sobrenatural, o de lo contrario se tendrían que ir, no podían estar perdiendo tiempo.

Jeff por su parte, se quedo en el hospital. Engañando a las enfermeras, diciéndoles que estaba buscando a su abuelo que había sido atropellado, y mientras lo llevaban de pasillo en pasillo, esperaba escuchar algún chisme sobre el tipo muerto. Entonces al girar en uno de los pasillos, choco hombro con hombro con un enfermero.

— Perdóname. — murmuro Jeff sin siquiera verlo.

— ¿Jeff? ¿Eres tú? — pregunto el muchacho, Jeff se giro para verlo y se quedo boquiabierto.

— Oh por dios, ¿Jason? — pregunto Jeff y el muchacho asintió, así que se dieron el saludo secreto de la Scoobie Gang y se abrazaron.

— Vaya, pero si ya estas igual de alto que yo… has crecido mucho. — dijo el muchacho entre risas.

— Si bueno, los niños crecen ¿sabes? — le pregunto lleno de ironía.

— Si ya vi… y… ¿Qué estas haciendo aquí? — pregunto Jason, la ultima vez que vio a Jeff fue en su cumpleaños doce, hace dos años y ciertamente no esperaba volverlo a ver, en especial no en su trabajo.

— Estoy en un caso.

— Ah, si, si… el caso del ataque al cirujano y el de la constructora ¿no? — pregunto Jason, Jeff asintió pero luego lo miro con incredulidad.

— ¿El dijiste el de la constructora? — pregunto Jeff, pues hasta donde sabia solo había habido un ataque, el del cirujano.

— Si, el tipo que acaban de traer hace como una hora… le quitaron su riñón también — le explico Jason, pues era obvio que Jeff no tenia ni idea de ello.

— Ok, dame un segundo. — murmuro Jeff, se giro y hablo por teléfono. — Hey Sam, trajeron otro tipo al hospital… si, si esta vivo… le quitaron un riñón… si, ok. — y termino la llamada, sin saberlo le acaba de dar a sus hermanos lo que tanto estaban buscando.

— ¿Sam? Ese nombre es nuevo… ¿Esta el resto de la Scoobie Gang aquí? Porque yo…— empezó a decir Jason.

— Oh por dios, no lo sabes. — murmuro Jeff y dejo callado a su viejo amigo, quien no dejaba de sonreírle con esos hermosos dientes blancos.

— ¿Saber que?... ¿Jeff? — pregunto Jason preocupado, pues el semblante del chico había cambiado del sorprendido Jeff al triste Jeff.

— Creo que un café seria estupendo ahora. — murmuro Jeff, y se puso en marcha a la cafetería, necesitaría estar sentado para contarle a su viejo amigo la triste verdad del pasado en Mystic Falls.

Sam y Deán llegaron al hospital un poco después, y gracias a una enfermera parlanchina pudieron accesar a la nuevo victima, un hombre que apareció sin riñón esa mañana en un hotel y que había llegado solo para exanimación medica, pues su herida había sido suturada de manera correcta y no requirió mas intervenciones.

— Le conté todo a la policía ayer… Ya no quiero hablar  de eso. — se quejo el hombre, que yacía como todo un moribundo en su cama.

— Solo son un par de preguntas, señor. — murmuro Sam

— Oiga, mire… me robaron un riñón, estoy cansado. —aseguro el hombre, pero solo era actuación, se estaba haciendo el victima con ellos y eso era bastante molesto.

— Nos iremos rápido… ¿No quiere atrapar a quien lo hizo? — le presiono Deán.

— ¿Me devolvería mi riñón? — pregunto el sujeto lleno de ironía, y Sam decidió que era momento de dejar las formalidades a un lado e ir directo a las preguntas.

— Señor, ¿que es lo último que recuerda? — pegunto Sam, y como el tipo empezó a hablar del tema, no tuvo mas que responder.

— Cerraba mi auto, me llegaron por atrás… y luego desperté, atado a una mesa… Y luego, el peor dolor que se puedan imaginar, pero… peor… y me desmaye… gracias a dios… luego desperté, en un motel, cubierto de hielo en la tina. — les conto el hombre, con un nivel de dramatismo nuevo para los hermanos.

— ¿Recuerda algo de la cirugía? ¿Cómo era quién la hacia? ¿Detalles del cuarto? — pregunto Deán, pues según su respuesta había estado consciente durante algún momento de su intervención.

— Déjeme pensar en eso… Sí, una cosa esta volviendo a mi… ¿Saben que recuerdo?... ¡Que me sacaron un riñón de mi cuerpo! — les grito el sujeto, era claro que estaba irritable y que no podrían sacarle nada de información. ¿Pero que estaba pasando en ese día? Nadie estaba siendo amable con los hermanos.

Así que Sam y Deán regresaron al motel para investigar, aun que bueno, únicamente Sam estaba investigando, ya que Deán se puso a comer.

— Tengo una teoría. — murmuro Sam tras un buen rato de lectura sobre el caso.

— ¿Sí? — pregunto Deán con interés y le dio un enorme mordisco a su hamburguesa de pollo.

— Sí, hablé con el doctor del señor Risitas… Y resulta que sus incisiones  fueron cocidas con seda. — dijo Sam

— Que raro.

— Sí, hoy en días lo es… Pero la seda, era lo que usaban para suturar en el siglo XIX… Y era realmente problemático, los pacientes sufrían de muchas infecciones, y el índice de mortalidad era grande — explico Sam,

— Buenos tiempos. — murmuro Deán

— Si, y los doctores tenían  que hacer lo que fuera para que la infección no se esparciera… Una forma eran los gusanos — agrego Sam

— Estoy comiendo. — dijo Deán en unas susurro pero mordiendo su hamburguesa, además a Sam no le importo y continua hablando del desagradable tema.

— Y eso les funcionaba, por que los gusanos se comen el tejido malo,  y dejan los buenos… Y cuando hallaron a este señor, la cavidad estaba llena de gusanos. — decía Sam con diferentes muecas de asco.

— Que estoy comiendo. — Se quejo Deán nuevamente, pero todos esos detalles desagradables le habían dado una ligera idea de lo que podía estar pasando. — Oye, déjame aclarar esto… Así que están robando órganos… y están usando cirugía antigua para hacerlo… ¿Por qué eso me suena familiar? — pegunto, pues tenia la idea pero su cerebro no lo podía recordar claramente todavía.

— Por que ya lo has oído… Cuando eras niño, de papá. — aseguro Sam, y le arrojo el diario para que leyera la historia otra vez. — Doc Benton, medico cirujano, vivió en New Hampshire… Brillante y obsesionado  con la alquimia, en el especial… el como vivir siempre, en 1816 el Doc deja de practicar…— decía Sam

— Y nadie sabe de él en 20 años… Y de repente, empiezan a aparecer muertos. — agrego Deán, ahora recordaba aquella historia, fue un cuento para dormir de su padre y que después resulto haber sido una verdadera cacería de John.

— Muertos, o sin un órgano o una mano o alguna otra parte del cuerpo — dijo Sam

— Por que lo que estaba haciendo, estaba funcionando... Y el seguía intentando, si una parte se desgastaba, la reemplazaba… Pero papá lo cazo y le quito el corazón. — recordó Deán, pues aquella había sido una de las cacerías que dejo mas heridas en el cuerpo de su padre.

— Sí, creo que el Doc debe haberse conseguido otro — dijo Sam, y no era tan difícil imaginarse que un tipo sin corazón y especialista en cirugías, se hubiera colocado su propio corazón.

— Muy bien, ¿Dónde esta haciendo eso? — pregunto Deán.

— Según esto, Benton es muy selectivo con su lugar de trabajo… Le gustan los bosques con acceso a un río o un arroyo… Donde haya agua fresca. — explico Sam, leyendo directamente del diario de su padre.

— ¿Por qué?

— Por que ahí es en donde desecha la bilis, los intestinos y  la materia fecal— agrego Sam y no puedo evitar el reírse, pues tras decir eso, su hermano había puesto una cara de vomito amarilla. — ¿Ya perdiste el apetito? — pregunto

— Oh, no me enojare contigo. — le dijo Deán a la hamburguesa y siguió comiéndosela como si no hubiera escuchado nada.

Esa misma noche, otro sujeto corría como todas las noche alrededor del parque, su contador de latidos del corazón estaba al tope, así que se sentó a descansar unos momentos cuando una mano le cubrió la boca con un pañuelo que apestaba horrible.

Para cuando este hombre despertó, estaba atado a una mesa y lo único que podía mirar era un montón de velas y un frasco de gusanos a su costado. Pronto llego un tipo horripilante, el Doc Benton, quien le corto el pecho con unas tijeras.

— No, por favor… No… No, no. — rogaba el sujeto con bastante dificultad para hablar,  pero fue inútil, el Doc le siguió cortando el pecho y cuando por fin pudo, metió su mano en su pecho y le saco el corazón. Matando al pobre muchacho.

Para el amanecer del siguiente día, Sam ya tenia establecido un perímetro de la posible localización del Doc Benton y apenas su hermano despertó, se lo mostro.

— Estas son viejas cabañas de caza, han estado abandonadas por años. — dijo Sam que tenia todo el muro de la habitación cubierta por mapas de los bosques del pueblo y sus alrededores también.

— ¿Y qué esperamos? — pregunto Deán, entonces su celular sonó insistentemente y fue a contestar. — ¿Bobby?

— Al fin tengo una pista sobre Bela. — dijo Bobby apenas escuchar que le atendían a la llamada.

— Te escucho. — dijo Deán, su atención inicial por el Doc estaba apunto de cambiar radicalmente, incluso de desaparecer.

— Rufus Turner. — dijo Bobby.

— ¿Eso es un barco de vapor? — pregunto Deán entre risas, no le sonaba de nada aquello.

— Es un cazador o solía serlo. — aclaro Bobby

— ¿Y ahora? — cuestiono Deán, pues eso de”SOLIA” había sonado fatal-

— Un ermitaño, y realiza algunas ventas, en fin… corrí la voz sobre Bela hace meses, y el llamo… dijo que una mujer lo contacto y quería comprar algunas cosas. — explico Bobby.

— ¿Y cree que es Bela? — pregunto Deán, pues sabia que ahí fuera había muchas ladronas y vendedoras de lo oculto, y no se podía dar el lujo de perseguir algo que no fuera seguro. No con un caso como el del Doc Benton en sus manos.

— Acento británico, y usó el nombre de Mina Chandler— agrego Bobby.

— Ella esa usa nombre— murmuro Deán.  — Es una torpeza, ¿no crees? ¿El hacer contacto con uno de tus amigos? — se preguntaba.

— ¿Amigo?... No lo he visto en quince años, ya te dije que es un ermitaño, dudo que sepa que lo conozco… Él esta en Canaan, Vermont. — dijo Bobby.

— Gracias, Bobby… Vamos para allá. — aseguro Deán.

— Y otra cosa… Lleva una botella de Johnnie Walker Blue. — le sugirió Bobby, si conocía a Rufus como antes, sabia que eso seria como tener una llave de su casa.

— Esta bien. — murmuro Deán y colgó. —Empaca, vamos tras Bela. — le dijo a Sam, que lo había estado mirando intrigado todo el rato.

— ¿Qué? No, no, espera un segundo. — le pidió Sam, tenia que comentarle otro detalle de la cacería.

— No, toma tus cosas… el tiempo se agota. — aseguro Deán, no se podía dar el lujo de perder a esa mujer otra vez, no con el final tan cerca.

— No, yo creo que debemos seguir aquí y terminar este caso. — dijo Sam

— Ja, ¿estas loco? — pregunto Deán con incredulidad, no se podía creer que su hermano estuviera diciendo eso, no después de todos los meses en que trato de encontrar una manera de salvarlo.

— Deán, no creo que aun tenga la Colt, eso fue hace meses… Debió venderla desde que la consiguió. — aseguro Sam

— Entonces la mataré con gusto. — aseguro Deán, el asunto del robo de la Colt era personal, pues había pasado bajo sus narices, en un momento en el que confió en esa mujer.

— Deán, escucha…

— Sam, nos vamos. — ordeno Deán en tono final.

— ¡No! — grito Sam, esta vez no estaba dispuesto a seguir las ordenes de nadie.

— ¿Por qué no? — exigió saber Deán, porque para ese punto no podía entender nada. ¿Sammy lo quería salvar o ya no? Porque hasta parecía que ya no quería, y que mejor prefería salvar a otra gente antes que a él.

— Deán, esto, lo de aquí, ahora… Es lo que va a salvarte. — aseguro Sam

— ¿Como? ¿Siguiendo a un Frankenstein? — pregunto Deán con ironía.

— La inmortalidad… Doc Benton no puede morir… Si averiguamos cómo lo hizo, lo haríamos contigo. — explico Sam

— ¿De qué hablas? — pregunto Deán aterrado ante tal idea, pues Sam estaba sugiriendo convertirlo en un monstruo para salvar su alma, ¿pero que no era eso exactamente lo mismo que irse al infierno?

— Tienes que morir para ir al infierno, ¿no?... Pero si nunca mueres…— empezó a decir Sam, el era un fiel creyente de su idea de convertir a Deán en inmortal.

— Espera, espera, espera un segundo… ¿Tú… sabías que era el Doctor Benton desde el principio? — pregunto Deán, pues ese brillo en los ojos de su hermano hacia parecer que ya lo tenia todo bien planeado. Y además eso también explicaría porque Sam decidió buscar ese caso en primer lugar.

— No…. Solo lo esperaba. — murmuro Sam, pues ya no tenia caso que le siguiera mintiendo a su hermano, si en efecto, el lo tenia planeado todo desde el principio. Encontrar al Doc y obligarlo a que les ayudara-

— ¿Lo de los zombis era una mentira? — pregunto Deán enojado, esa costumbre de Sam por mentirle y guardarle secretos, ya se estaba volviendo mas común.

— No quise decirlo hasta estar seguro, solo trato… de hallar una solución aquí. — aseguro Sam

— No, lo que tratas de hacer es hallar a ese asesino y ¿matarlo?… no, lo que tratas de hacer es invitarle una cerveza, estudiarlo. — grito Deán frustrado, pues todo eso sonaba a toda una verdadera locura. Y lo que le daba más miedo, era que Sam estuviera pensando en ello como una cosa buena.

— Sólo trato de ayudar. — murmuro Sam, sintiéndose regañado por querer seguir su ultima esperanza para salvar a Deán.

— ¡No me ayudas!... ¿Olvidas que si violo el contrato, tú te mueres?… ¿y sabes que? Vivir para siempre, es trampa. — dijo Deán en su defensa.

— ¿Y que? Sea lo que sea, lo tomare yo también. — aseguro Sam, no tenia ningún problema con vivir para siempre, si con eso lograba salvar a su hermano de ir al infierno.

— Oh dios, ¿Qué estas diciendo? — pregunto Deán desesperado, todo el asunto del trato no solo iba a consumirlo a él, también lo haría con Sam, y eso era lo que menos quería. — No, es como Bobby ha dicho… Matamos al demonio que tiene el contrato, y todo el asunto se olvida... Es la mejor opción. — aseguro Deán.

— Aunque tuviéramos la Colt, Deán… ¿Con quien la usaras?... No sabemos quien tiene el contrato. — le recordó Sam, y por los diez interrogatorios fallidos con demonios, tenia el presentimiento de que jamás averiguarían un nombre a tiempo.

— La usare con los perros entonces, antes de que me destrocen... ¿Vienes o no? — exigió saber Deán, ya estaba cansado de discutir y no actuar.

— Me quedare aquí. — murmuro Sam con firmeza, el estaba seguro de que su idea podía funcionar y tenia que hacerlo, por Deán.

— No lo harás… Por que no te dejare vagar por el bosque solo, buscando a un loco asesino. — dijo Deán, empezando a preocuparse por lo que pudiera pasar o lo que pudiera hacer su hermano.

— ¿No vas a dejarme? — pregunto Sam con incredulidad, el ya no era un niño para pedir permiso, era un hombre y sabia lo que estaba haciendo.

— No, no voy a dejarte. — aseguro Deán.

— ¿Como vas a detenerme? — le reto Sam, y tal como esperaba. Deán se quedo en silencio absoluto, pues sabía que no podía hacerlo. — Escucha... tratamos de hacer lo mismo aquí— dijo para tratar de  suavizar la tensión entre ellos un poco.

— Lo se… Pero yo me voy… Así que si quieres quedarte… Quédate. — dijo Deán y camino hacia la puerta., realmente esperaba que Sam lo siguiera, pero no fue así.  — Sam, cuídate. — le dijo, pues aun no se iba y ya estaba lamentando irse.

— Tú también. — dijo Sam sin girar a verlo siquiera y Deán se fue finalmente solo del hotel.
Canaan, Vermont
Deán llego hasta una pequeña pero decente casa roja, subió unas escaleras de madera podrida y se encontró con un letrero bastante inusual:

"No Voluntarios, me refiero a ti… no pidas donativos".

Y con ello se dio cuenta de qué Bobby no bromeaba con eso de que ese señor Rufus era un ermitaño. Llamo al timbre un par de veces y vio como una cámara del techo se giraba para enfocarlo.

— ¿Qué? — se escucho preguntar a alguien y entonces Deán vio el intercomunicador  viejo junto a la puerta, ese tipo Rufus lo estaba mirando desde la cámara y le estaba hablando por ese aparato, lo cual era muy raro.

— Hola, ¿Rufus? — pregunto Deán sonriente

— Aun que sea yo, la pregunta es la misma… ¿Qué? — exigió saber el hombre molesto.

— Soy Deán Winchester, un amigo de Bobby Singer. — dijo Deán, esperando que aquello lograra que le abriera la puerta o por lo menos que cambiara su tono con él.

— ¿Y? — volvió a preguntar el sujeto, vaya que era mucho mas duro que una roca.

— Le llamo esta mañana. — murmuro Deán, pues por un breve momento llego a pensar que el sujeto se había olvidado por completo de ello.

— ¿Y?

— Uh, le dijo a Bobby que una chica británica hizo contacto con usted. — Deán ya ni siquiera sabia como hablar con ese tipo, si gritarle o hablarle tranquilamente, pues su tono le estaba dando bastante miedo.

— ¿Si, y? — volvió a preguntar el sujeto, aun que por lo menos había confirmado que conoció a Bela-

— ¿Sabe dónde está? — le pregunto Deán.

— Sí. — aseguro el sujeto.

— Bien, ¿puede decirme donde esta? — pregunto Deán con suma cautela, pues algo le decía que pedirle cosas a Rufus no era muy buena idea.

— No — dijo el hombre en tono tajante.

— Claro que no… hem, escuche Rufus. —Deán estaba por contarle toda la historia para tratar de hacerlo recapacitar, pero el hombre finalmente salió por la puerta para verlo.

— Voy a informarte de algo… Estás tocando a mi puerta, y tú no me conoces... No soy tu amigo. — le dijo el sujeto entre dientes, y en sus ojos se podía ver una llamada de ira contenida.

— Lo siento, señor. — murmuro Deán, estaba intimidado por la forma de ser de Rufus.
— Y te contare una historia… hace algún tiempo Bobby me llamo y pidió que le llamara si sabia de esa Bela Talbot, supe de ella y llame… Fin — dijo Rufus con toda la ironía del mundo, era tanta que incluso sorprendió a Deán quien hasta ese momento de había creído el rey del sarcasmo.

— Señor, si… pudiera decirme en donde esta, se lo agradecería. — volvió a murar Deán, sin siquiera mirar directamente los ojos de Rufus. Pues gracias a su padre había aprendido que a esos sujetos duros, e les trataba con respeto y siempre les debía hablar con sumisión.

— Deán Winchester, ¿cierto? — pregunto el hombre y el apenas asintió. — Deán, ¿te parece que estoy  aquí para servirte? — pregunto Rufus.

— Voy a decir que no. — murmuro Deán, realmente no estaba seguro de nada en ese momento, ni siquiera de su nombre.

— Entonces, largo de mi propiedad. — le exigió Rufus, pero fue cuando Deán se pudo dar cuenta de que estaba tratando de salvar su vida, y que eso debía valer mas que un tipo mandón y gruñón, así que levanto la cara y lo miro.

— Si, esta bien, me iré… pero tengo otra pregunta para usted. — dijo Deán y rápidamente saco la botella de whisky azul de su mochila. — Vera, tengo esta botella de escoses y… ¿es considerada valiosa? — Deán estaba fingiendo que Bobby no le había insinuado aquello por algo. Rufus le sonrió y finalmente lo dejo pasara a la casa, había dando en su punto débil.

Así que Rufus se puso feliz por el obsequio de Deán, y saco las mejores copas que tenia para servirse y servirle a su nuevo mejor amigo, su fruta prohibida.

— Hasta el fondo. — exclamo Rufus, chocaron las copas y bebieron. — ¿Sabes?, ya no me molesto en beber… si no es con esto, néctar de los dioses… lo juro. — explico Rufus, y el viejo gruñón que abrió la puerta desapareció en ese momento, dándole paso a un tipo súper agradable.

— Si, es un gran cambio… ¿sabe? El que yo tomaba viene en botella de plástico. — dijo Deán sobre el whisky que sirven en los bares, y se rieron un poco, lo que le dio mas confianza a Deán para hablar de lo que necesitaba. — Y Bela, estuvo aquí… ¿Por qué…?— pregunto, tratando de sonar casual con la platica.

— Quería comprar un par de cosas, que me tomaran un tiempo conseguirlas. — aseguro Rufus

— ¿Dónde está ahora? — cuestiono Deán, y por un segundo temió que Rufus lo echaría de su casa, pues el hombre se puso serio otra vez y hasta dejo el whisky aun lado.

— ¿Puedo preguntarte algo? — cuestiono Rufus.

— Claro. — murmuro Deán, pues no estaba seguro de que quisiera hacerlo.

— Te quedan tres semanas… ¿Por qué usas tu tiempo, persiguiendo a esa pedante inglesa engreída? — le pregunto Rufus con mucho interés, tras haber conocido a Bela se había dado cuenta de que no valía mas de un céntimo, y por eso no entendía como un chico inteligente y condenado a muerte, perdía su tiempo con ella.

— ¿Cómo supo de eso? — pregunto Deán impresionado, el asunto de su trato era secreto de familia y estaba seguro de que no andaba por ahí con un letrero que lo anunciara.

— Por que yo se cosas… Yo se muchas cosas sobre la gente — aseguro Rufus.

— ¿Ah sí? — pregunto Deán con incredulidad.

— Sé que esa pistola no va a salvarte. — aseguro Rufus.

— ¿Por qué… porque esta tan seguro? — pregunto Deán titubeante, ese hombre realmente parecía estar muy seguro de todo y eso le ponía los pelos de punta.

— Así es el trabajo, hijo… aunque lograras salvarte de esta, te encontraras algo mas en el camino… la gente como nosotros no tiene final feliz… todos la pagaremos — aseguro Rufus, años de experiencia y gente muerte hablaban por su boca.

— Es usted un optimista. — murmuro Deán algo molesto por ese pensamiento tan mediocre.

— Soy lo que tú serás, si sobrevives… Que no lo cero. — aseguro Rufus y su mirada era tan profunda que Deán termino bebiendo mas whisky de la cuenta para distraerse.

— Entonces Bela… — volvió a decir Deán para cambiar el tema.

— Hotel Canaan… Habitación 39, pero cuida tu espalda. — le dijo Rufus.

— Puedo manejar a Bela. — aseguro Deán, ya la había tenido enfrente un montón de veces y sabia que no era mas que una ladrona flacucha que no tenia ni fuerza para detener siquiera uno de sus brazos.

— Oh, no estés tan seguro de eso... hay cosas que no sabes de ella. — aseguro Rufus.

— ¿Y usted sí?... Claro… Usted sabes cosas. — dijo Deán aun con incredulidad, no le entraba en la cabeza que un tipo tan inseguro y ermitaño como Rufus pudiera saber tanto del mundo al que ni siquiera salía para caminar.

— Si.

— No me diga, ¿Investigo sus huellas? — sugirió Deán.

— Si. — aseguro Rufus.

— Y no consiguió nada. — aseguro Deán, pues ellos también lo habían hecho un montón de veces y no habían encontrado siquiera registro de que ella existiera.

— Si… Ella se las quemó… tal vez desde hace años. — comento Rufus.

— Entonces esta igual que yo. — murmuro Deán.

— No… ¿Le diste por la oreja? — cuestiono Rufus con mucho interés.

— ¿Qué dijo? — pregunto Deán en blanco, había llegado a creer que había escuchado mal, pues esa frase había sonado bastante perversa. Incluso para él, que pensaba haber hecho todo lo posible en lo referente al sexo.

— ¿Usaste su oreja? — volvió a preguntar Rufus.

— Oh, uh… yo probaría de todo pero no se, eso suena incomodo. — dijo Deán con una risita, la verdad es que no se podía imaginar otra cosa diferente al sexo. Rufus rodo los ojos un momento, pues lo creyó un completo idiota.

— Las orejas son tan únicas, igual que las huellas dactilares… claro que no se usan en las cortes de aquí, pero… en Inglaterra, son lo normal… el amigo de un amigo… de un amigo, me faxeo 10 paginas de datos confidenciales en un día, solo le envié una toma clara de la cámara de seguridad — le explico Rufus, el tenia otros trucos para averiguar la vida de las personas, no por nada había sido uno de los mejores cazadores en sus días.

— Claro, una toma de su oreja. — murmuro Deán, empezando a entender un poco lo que Rufus había hecho para investigar a Bela. Rufus se puso de pie para buscar algo y luego le entrego un folder

— La supuesta Bela Talbot. — murmuro Rufus, Deán no sabia que pensar de la fuente de esa información, pero tan pronto como empezó a leer todo el expediente de Bela, se quedo impresionado. Vaya que ella no era lo que pensaba, era aun peor.

Mientras tanto, Sam ya había empezado con la búsqueda del Doctor Benton, había revisado sin éxito más de 4 cabañas en las últimas horas, pero la noche había caído ya, así que decidió que revisaría una última cabaña.

Sam irrumpió en el último lugar y encontró un par de viejos libros abiertos sobre un escritorio, lo que le confirmo que estaba en la guarida del Doc. Hecho una mirada rápida a los textos y
Únicamente se guardo en la chaqueta, aquel libro rojo con un símbolo de brujería encima. Luego bajo al sótano de la cabaña con suma cautela y se encontró el cuerpo del muchacho muerto sin corazón y unos metros mas lejos, estaba otra mujer inconsciente, pero que despertó en medio de un grito apenas la toco.

— Tranquila, tranquila... vine a ayudarla… voy a ayudarla — decía Sam para calmarla, fue cuando se percato de que le hacia falta toda la piel de la muñeca, así que con un trapo trato de cubrirle la herida, haciéndola gritar por el dolor.  — Lo siento, lo siento. — murmuraba Sam, y entonces se escucho el sonido de la puerta de la puerta principal abriéndose, así que Sam el tapo la boca a la mujer para que no hiciera ningún ruido,

El Doc Benton ya estaba de regreso en la cabaña, pero para cuando llego abajo, se encontró con el sótano totalmente vacio, pues Sam había logrado sacar a la mujer por otra puerta de la cabaña.

Sam corrió por el bosque con la mujer en brazos, y luego la metió en la camioneta, pero cuando estaba por arrancar para irse, el Doc rompió el cristal de junto y le azoto la cabeza contra el volante. Sin embargo Sam pudo echar el auto en reversa y con ello tirar al Doc. Después lo atropello  un par de veces y se fue. Tras unos segundo, el Doc se levanto del suelo, y acomodo su cabeza con un tirón, el estaba bien, salvo sus ojos, que se habían echado a perder por la presión de las llantas sobre él.

Bela iba entrando a su habitación de hotel, cuando Deán salto sobre ella y la sometió contra la pared, apuntándole con su arma muy de cerca.

— ¿Dónde está la Colt? — exigió saber Deán.

— Deán. — murmuro Bela en medio de un suspiro, realmente la había tomado por sorpresa.

— Nada de saludos. — dijo Deán entre dientes, estaba seguro de que si no necesitara su información, ya le habría disparado.

— No la tengo, esta muy lejos ahora. — aseguro Bela sobre la Colt.

— Es mentira— aseguro Deán, le quito el bolso para revisarlo pero igualmente no encontró nada dentro.

— Llamaré al comprador… ¿Hablas Árabe? — pregunto Bela e intento tomar su celular, pero entonces Deán la acerco a su cuerpo y la manoseo para revisar que ella no la trajera encima como protección. — ¿Qué tratas de…?— pregunto ella indignada ante tal trato.

— No te hagas ilusiones. — murmuro Deán y encendió la luz de la habitación con la pistola. — No te muevas. — le ordeno y se hecho para atrás para revisar todas las cosas de la habitación, ropa, cajones, bolsas, todo.

— Te digo que no la tengo. — volvió a decir Bela.

— Oh si, y definitivamente voy a aceptar tu palabra. — murmuro Deán, mientas seguía revisándolo todo. Pero cuando se percato de que Bela trataba de huir, así que le disparo a un costado de su oreja, haciendo un orificio en la puerta. — No te muevas. — volvió a decir.

— El arma no esta aquí, tendrás que subir a un avión… rastrea al comprador, podrías alcanzarlo algún día. — aseguro Bela y Deán se giro y le apunto con el arma a la cabeza. — ¿Vas a matarme? — pregunto ella, aun que estaba segura de que así seria esta vez.

— Oh sí. — exclamo Deán feliz, toda la vida pensó que no podría odiar a nadie tanto como a los seres de la oscuridad, pero esos últimos meses buscando a esa ladrona, le hicieron ver que estaba equivocado, a Bela la odiaba mas que a nada, porque lo había sentenciado a muerte por su estúpida codicia, y por ello no tendría remordimientos de matarla, pues seria como un ojo por ojo.

— No lo harás a sangre fría. — aseguro Bela.

— ¿Así como tú?... es cierto, no me imagino asesinando a mis padres. — dijo Deán, recordando toda esa información degradante que había leído en el expediente de Rufus.

— No sé de qué hablas. — murmuro Bela, pero su ligero estremecimiento delato que estaba mintiendo y que esos archivos tenían toda la razón.

— Sí, si sabes… ¿Qué tenías? ¿Catorce años?... Tus padres mueren en un raro accidente… La policía sospecha que fue provocado… Pero no se pudo demostrar… Así que la pequeña Bela… Perdón, Abby… Heredó millones. — le conto Deán, ya que ella parcia tener problemas para recordar su propia historia, el no tenia reparo e recordársela.

— ¿Cómo supiste? — pregunto Bela, estaba realmente sorprendida de que supiera todo, eso si había sido un golpe bajo para ella.

— No importa. — dijo Deán.

Bela cerro los ojos y recordó ese pasado tan tormentoso que tanto se había empeñado en ocultar, cuando su padre llegaba del trabajo cada tarde y aprovechando que no había nadie mas, se metía en su habitación para violarla. Era algo que nadie jamás iba a saber, porque jamás la entenderían.

— Eran buenas… Las asesine, y me hice rica… Y aun sigue sin importarme, igual que no me importa lo que te pase a ti. — dijo Bela con tanto odio en sus palabras, Deán se le fue encima y al aventarla contra la puerta, una hierba bastante peculiar se dejo ver.

— Me das asco. — le grito Deán, a veces pensaba que había humanos que eran incluso peor que los monstruos, como por ejemplo ella.

— Igualmente. — murmuro Bela entre dientes, Deán se quedo mirándola unos segundos, estaba apunto de dispararle pero vio la hierba que colgaba de su puerta, una hierba que el conocía bastante bien, y que fue como una señal de que el no debía rebajarse a su nivel, que el tiempo la pondría en su lugar de todas formas.

— No lo vales. — dijo Deán y empujo a Bela fuera del camino y se fue del hotel.

Apenas estar sola, Bela saco un papel de su puño, se lo había quitado a Deán de su bolsa y corrió a hacer una llamada. — Funcionó… Me encontró… No, Sam no esta con él… Pero sé dónde están. — decía Bela al teléfono, fuera quien fuera con quien estaba hablando, tenia el control de todo lo que estaba pasando, incluso de ese pequeño encuentro con Deán.

Apenas salir del motel, Deán decidió llamar a Sammy, ahora más que nunca tenía que arreglar las coas con él. Pues el había estado equivocado con su plan y Sammy siempre tuvo razón.

— ¿Deán? ¿Tienes la Colt? — pregunto Sammy apenas responder.

— ¿Tu qué crees? — pregunto Deán lleno de ironía.

— Significa que Bela está…— Sam tenia muy presente la advertencia de su hermano, y ahora que lo escuchaba tan enojado, tenia miedo de lo que pudiera hacer.

— No, ella se merece morir unas doce veces… Pero no pude hacerlo. — comento Deán, recordando la hierba misteriosa que ella tenia en su puerta.

— Deán, yo…— Sam no tenia las palabras, se sentía alegre de que su hermano no matara a nadie, pero también estaba triste de que no consiguiera en arma.

— Estoy perdido Sammy. — murmuro Deán.

— No, no estás — murmuro Sammy, el llevaba buen rato leyendo el diario de Doc Benton, y había encontrado cierta información importante, una única esperanza para salvar a su hermano.

— Tenías razón…  Lo de Bela fue inútil… La Colt se perdió, y esta vez estoy perdido Sammy. — decía Deán derrotado, ahora si que ya no tenia ni la mas remota esperanza de poder salvar su alma del infierno.

— Tal vez no… Encontré la  cabaña de Benton. — finalmente dijo Sam

— ¿Estás bien? ¿Estaba ahí? — pregunto Deán, bastante preocupado de que la batalla con ese tipo fuera igual o incluso peor a la que tuvo que con padre años atrás.

—Si— murmuro Sam

— ¿Lo mataste? — volvió a preguntar Deán

— No.

— ¿Como que "no"?— exigió saber Deán, estaba bastante indignado porque creía que Sammy haría lo correcto y seguiría el plan de librar a la humanidad de ese monstruo.

— Deán, por favor, escucha un segundo… Encontré sus apuntes y tiene la formula. — aseguro Sam

— ¿Para vivir para siempre? — pregunto Deán impresionado, de hecho jamás había llegado a considerar la posibilidad de que esa cosa guardara algo tan preciado en un simple cuaderno de hojas de papel.

— Sí. — murmuro Sam

— ¿No me digas? ¿Tengo que beber la sangre de un bebé? — pregunto Deán con ironía, aun que era de esperarse que un hechizo tan extraño requiriera de cosas extremas.

— No, eso es lo interesante, no es magia negra… No hay sacrificios de sangre, ni nada por el estilo… Sólo ciencia, Deán… Una ciencia extremadamente rara, pero…— explicaba Sam, sin quitarle la vista de encima a la dichosa formula, tratando de entenderla.

— Espera, espera, espera… ¿Qué estás diciendo? — pregunto Deán, sus oídos estaban escuchando pero no querían creerlo.

— Deán, creo que puede ser viable, hemos tenido decepciones… pero, creo que esta formula es factible… podrías salvarte — comento Sam esperanzado y por su tono, le devolvió un poco de esperanza a su hermano.

— ¿Entonces esa formula? — pregunto Deán, por primera vez interesado en ello.

— Bueno, tienes que verla, no esta resuelta… Aún hay cosas que no entiendo, y… —  explicaba Sam y entonces alguien llego por detrás y le cubrió la boca con un trapo. Sam empezó a quejarse y patalear para salvarse, pero el Doc Benton era muy fuerte como para dejarlo ir.

— ¿Sam? ¡Sammy!. — gritaba Deán desesperado, pues estaba escuchando todo atreves del teléfono y no podía hacer nada para ayudar a su hermano.


Para cuando Sam despertó, estaba atado en la cabaña de Doc Benton, y lo peor era que la piel que rodeaba sus ojos estaba estirada, haciendo que sus ojos picaran un montón.

— Shsh, oye puedes relajarte… Todo va a estar bien… No hay nada de lo que debas preocuparte Sammy, las posibilidades de que salgas de esto con vida, son muy altas. — comento el Doc quien iba entrando a su improvisada sala de operaciones, con todas las intenciones de reemplazar los ojos que el automóvil había echado a perder.

— ¿Cómo sabe mi nombre? — pregunto Sam con interés.

— Oh… Yo sé… Crees que soy una especie de monstruo, ¿verdad?...  Te voy a decir que… ¡jamás hice algo, que no tuviera que hacer! — grito el Doc, el era un hombre marginado de la sociedad, nadie lo entendía, el no hacia nada malo, solo hacia lo que necesitaba para sobrevivir, así como las personas lo hacían matando animales para comer. 

— Esto de la vida eterna… demanda demasiado trabajo… si algo anda mal con mis ojos, hay que reemplazarlos… y a veces las cosas se daña,  como cuando tu padre me saco el corazón… Si eso, fue muy… inconveniente y… seguramente entenderás toda la dicha que sentí, cuando leí todo sobre mí en su diario… Hace sentir que esto, sea como… una reunión familiar ¿no crees? — explicaba el Doc, haciendo que Sam se estremeciera mas que antes, pues estaba en manos de un verdadero psicópata.  — Bien, creo que ya es tiempo de iniciar esta cosa. — aseguro el Doc y estuvo apunto de meterle una especie de cucharon a los ojos de Sam para arrancárselos- Entonces se escucharon unos disparos y el pecho de Doc Benton empezó a sangrar, se giro y vio a Deán apuntándole con el arma.

— Aléjate de mi hermano. — grito Deán.

— Dispara cuanto quieras. — le reto el Doc y Deán le disparo un montón de veces al corazón, pero el sujeto siguió caminado hacia el, y lo arrojo contra sus muebles, era muy fuerte. Luego el Doc lo tomo del cuello y Deán aprovecho para apuñalarlo en el corazón, pero el tipo solo de burlo de su tonto ataque.

— ¿Un cuchillo? ¿Qué parte de inmortalidad, no entiendes?... Lástima por el corazón, era uno nuevo. — comentaba el Doc entre risas y como si nada, se saco el cuchillo del pecho.

— Bien… debe bombear muy fuerte, enviando esta cosa… a todo su cuerpo. —dijo Deán y le enseño una botella de cloroformo. — Tome esta botella halla arriba y empape el puñal en el. — explicó Deán, había utilizado uno de los trucos del Doc en contra y había funcionado, pues el tipo cayo desmayado al instante.

Para cuando Doc Benton despertó, estaba atado en su propia mensa de operaciones y todavía podía sentir el efecto del cloroformo en la mayoría de su cuerpo.

— Ah… hola Doc… Despierta mi bien, despierta. — se burlaba Deán.

— Por favor. — rogo el Doc con mucha dificultad, pero el ser inmortal no significaba que no sufriera de dolores y en ese momento, todo el cuerpo le estaba doliendo.

— ¿Por favor qué?... Ha matado inocentes durante 150 años… ¿Y ahora quiere algo?... olvídelo. — le grito Deán furioso, el jamás cumpliría peticiones de monstruos.

— No, no… Yo puedo ayudarte, yo sé lo qué necesitas. — aseguraba el Doc, como ultimo recurso para salvar su propia vida.

— Podríamos cortarlo en pedacitos… Esto de la inmortalidad es malo. — murmuro Deán, pues no estaba dispuesto a seguir escuchando mas suplicas estúpidas y lloriqueos del Doc, era un monstruo y no tenia derecho para hacer eso. 

— Puedo leer la fórmula por ustedes… ¿Entienden? La inmortalidad, por siempre joven, jamás morir. — seguía diciendo el Doc.

— Deán. — murmuro Sam y salió del sótano, necesitaba salir a pensar y llegar a un acuerdo con su hermano.

— Sam… ¿Qué? — pregunto Deán sin entender, pero lo siguió fuera del sótano.

— Debes decidir entre infierno en 20 días o un nuevo páncreas en medio siglo. — le dijo Sam

— Sí, ¿Dónde exactamente se consigue uno de esos? — pregunto Deán con ironía, lo cierto es que no necesitaba pensar nada de eso, el ya tenia una decisión tomada.

— No es perfecto, pero nos dará tiempo para hallar algo mejor… necesitamos tiempo Deán, por favor, solo… solo piénsalo. — le rogo Sam

— No. — dijo Deán en punto final.

— Deán, ¿no quieres vivir? — pregunto Sam con incredulidad, su hermano estaba poniendo un odio sin fundamentos sobe su propia salvación.

— Eso no es vivir… Mira, esto es simple. — empezó a decir Deán.

— ¿Simple? — pregunto Sam sin entender de lo que estaba hablando, y Deán regreso al sótano para ver al Doc Benton.

— Para mi es Negro o blanco, humano o no humano… por que el Doc es un maldito monstruo… no puedo hacerlo, prefiero el infierno. — aseguro Deán, y así era, prefería morir como humano que pasar una eternidad como monstruo. Inclusive aunque fuera a convertirse en demonio.

— No entiendes,  ¡Yo puedo ayudarte! — grito el Doc, pero Deán le puso un trapo lleno de cloroformo en la nariz y boca para volver a dormirlo.

— Ahora me encargare de él… Puedes ayudarme o no,  depende de ti. — dijo Deán en tono final, y Sam no tuvo mas que ayudarlo con el Doc, pues aunque no estaba de acuerdo, no podía hacer mas, la decisión era de su hermano y ya la había tomado.

Para cuando el Doc despertó, tenia un fosforo en las manos así que lo prendió y se encontró con que estaba enterrado dentro de una caja de madera, la empezó a golpear con todas sus fuerzas. — ¡No sean estúpidos, yo puedo ayudarlos! — grito el Doc.

— Disfrute el para siempre ahí, Doc. — dijo Deán, pues había llegado a al conclusión de que si hombre no podía morir, debían ponerlo en un sitio donde nunca mas hiciera daño a las personas,  bajo tierra.
— ¡Déjenme salir! ¡Yo puedo salvarlos! ¡Sáquenme imbéciles! ¡Yo puedo salvarlos! ¡No me dejen aquí! — gritaba el Doc, pero a los hermanos no les intereso tanta suplica, tomaron unas palas y empezaron a arrojarle tierra encima hasta dejarlo completamente bajo tierra.

El ataúd se quedo  completamente encadenado para evitar que Doc llegara a escapar, y por si las dudas, los hermanos dejaron su libro con la formula bajo tierra también, así nunca tendrían que enfrentarse con alguien igual.

Esa misma noche, Bela irrumpió sigilosamente en la habitación de motel de los Winchester y sin dudarlo  un segundo, les disparo a los bultos de las camas. Luego se acerco a quitar las cobijas para ver los cuerpos, y se encontró con que no eran los hermanos, eran simples muñecas inflables. El teléfono de la mesita empezó a sonar y ella respondió.

— Hola, Bela… hay un dato curioso que no sabes, sentí tu mano en mi bolsillo cuando sacaste el recibo del motel — dijo Deán al otro lado del teléfono, desde el momento en que se encontró con Bela pudo notar que tenia algo entre manos, por eso se habían ido dos horas antes del pueblo, dejando la pequeña trampa para la ladrona.

— Tú no entiendes. — murmuro Bela

— Oh, pienso que entiendo perfectamente… Note algo interesante en tu cuarto de hotel, algo arriba de tu puerta... Una hierba, cordones del diablo, solo hay un uso para eso, contener perros del infierno — explico Deán.  — ¿Y sabes que hice al volver? Vi el obituario de tus padres y resulta que ellos murieron hace diez años… hoy… tu no los mataste, un demonio hizo tu trabajo… tu hiciste un trato ¿verdad Bela?... Y hoy se vence. — aseguro Deán, pues todas las señales eran obvias, el podía reconocer a alguien en su misma situación a simple vista y por ello no mato a Bela cuando tuvo oportunidad.

Bela cerró los ojos y recordó el momento decisivo de su muerte, cuando diez años antes se columpiaba en los jardines de la escuela y una niñita de ojos rojos se acerco para ofrecerle el trato, ella dijo que se encargaría de sus padres y no le costaría nada en diez años, a Bela no le interesaba el precio, lo único que quiso fue vengarse por lo que su padre le hizo, por ello acepto el traro.

— Por nos robaste la Colt, ¿eh? ¿Para tratar de anular el trato? ¿Nuestra arma por tu alma? — sugirió Deán, pues era la única explicación que podía darle a su actitud durante el robo de la Colt, y en cierta manera, comprendía ese nivel de desesperación.

— Sí. — murmuro Bela.

— Pero el robarla no fue suficiente ¿verdad? — pregunto Deán, pues de haber sido así, no estaría hablando con ella en esos momentos.

— Cambiaron el trato… Querían que matara a Sam — explico Bela.

— ¿En serio?... Wow… esos demonios traidores jajá, que raro… y ya te queda muy poco tiempo... ¿Qué hora es? Oh miren eso, casi medianoche. — se burlo Deán, tal vez el no la había matado pero iba a tener la satisfacción de verla pagar por sus malas acciones.

— Deán, tienes que ayudarme. — dijo Bela y se soltó a llorar desesperadamente.

— Querida, me importa un demonio. — le grito Deán.

— Sé que no me lo merezco. — aseguro Bela, era triste escuchar como una persona que paso toda su vida fingiendo ser fuerte, se quebraba de esa manera, pero no era nada que ella misma no hubiera propiciado.

— ¿Sabes qué?, tienes razón… ¿Pero sabes que es lo peor de todo? Si hubieras acudido a nosotros antes, y pedido ayuda… tal vez habríamos usado la Colt para salvarte. — le dijo Deán.

— Lo sé, y a ti también… Sé lo de tu trato, Deán. — aseguro Bela.

— ¿Quién te dijo eso? — pregunto Deán extrañado.

— La demonio que lo tiene, tiene el mío también… Dice que ella tiene todos los tratos. — explico Bela, pues ella a diferencia de los hermanos se había llegado a reunir cara a cara con el misterioso demonio en repetidas ocasiones.

— ¿Ella? — pregunto Deán extrañado.

Su nombre es Lilith. — dijo Bela.

— ¿Lilith? — pregunto Deán al instante, y Sam se estremeció al escuchar el nombre. Todo era peor de lo que creían, pues la demonio que más odiaba a Sam en el mundo tenia el alma de su hermano en sus manos. Lo que la convertía en su peor enemiga.

— ¿Por qué debo creerte? — Pregunto Deán.

— No hay razón, pero es la verdad — aseguro Bela.

— Eso no puede ayudarte, Bela… Ya no… ¿Por qué me dices esto? — pregunto Deán impresionado, pues Bela era una mala persona y no se podía creer que estuviera diciéndole todo lo que necesitaba sin algo a cambio.

— Porque tal vez, tu puedas matar a la perra. — dijo Bela con todo el odio posible en su tono, no lo hacia por Deán, lo hacia por venganza contra esa demonio.

— Te veré en el infierno. — murmuro Deán y colgó la llamada.


El reloj de la mesita de noche de la habitación del motel, marco las 12:00 P.M y con ello Bela pudo escuchar los horribles aullidos de los perros del infierno acercándose. Bela se paro frente a la venta llena de miedo, necesitaba sentir el aire de la fría noche sobre su rostro una última vez más, antes de que los perros saltaran sobre ella para recobrar su alma al infierno, para toda la eternidad. 

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