Cuentos para dormir
Descripción Oficial
Los hermanos investigan una serie de asesinatos en un pequeño pueblo, en donde las muertes presentan grandes similitudes con algunos cuentos de hadas como "Caperucita Roja", "Blanca Nieves" "Pinocho" "Hansel y Gretel". Mientras tanto, Sam invoca al demonio del crucero y la amenaza diciéndole que está dispuesto a destruirla, a menos que libere a Dean de su arreglo y se entera de un importante detalle del infierno y las almas.
Maple Spring, New York.
Un grupo de tres
hermanos constructores afinaban los últimos detalles de materiales para empezar
la construcción de una última casa en una nueva zona de colonos. Estaban
discutiendo sobre los trabajadores cuando pudieron escuchar el rugido feroz de
alguna cosa a sus alrededores.
— Eh, ¿qué ha sido
eso? — pregunto el mayor de los hombres.
— No lo sé,
quizás un perro. — dijo el de en medio.
— Es uno grande,
— murmuro el mayor de los hermanos y regreso al pleno de la conversación.
— Bueno los
carpinteros vendrán en la mañana... Mira esta madera, ¿eh?... Mírala. Es una
porquería… ¿En donde ordenaste esto? — cuestiono el hermano de en medio al mas
chico de ellos.
— Del mismo
lugar de siempre. — se excuso el otro hombre.
— Deberíamos
haber usado el hormigón que yo quería. — murmuro el hermano.
— ¿Sabes qué? Lo
vuelvo a decir… Tú no estás al mando. — le dijo el mas chico y empezaron a
discutir otra vez sobre sus cosas.
— Parecen niñas.
— dijo el hermano mayor sin dejar de reírse, sus hermanos ya eran hombres
maduros pero se seguían comportando como niños.
— Ya saben lo
que va a pasar, un viento fuerte y todo el lugar se va a derrumbar. — aseguro
el hermano de en medio.
— Sí, sí. Lo que
tú digas. — se quejo el hermano menor, iban a volver a discutir pero se escuchó
nuevamente el rugido feroz, mucho mas cerca esta vez.
— ¿Escucharon
eso? — pregunto el hermano mayor y ante la negativa de sus hermanos, el solo se
aventuro a buscar al animal en lo mas desacomodado de la construcción.
— Kyle, ven… Ya
vámonos. — le grito el hermano de en medio, así que al no encontrar nada el
hermano mayor regreso con ellos. Y apenas hacerlo, algo salto sobre el hermano
menor y lo arrastro hasta detrás de unos tubos, solo se podían escuchar los
gritos del hombre y luego sus sangre salió volando por todas partes.
.
— ¿Qué esta
pasando? ¡Jack! — grito el hermano de en medio y entonces la cosa salió de su
escondite y salto sobre él. El hermano mayor salió corriendo tanto como pudo y
se escondió tras unos bloques de madera pero un segundo mas tarde, la cosa lo encontró
también.
El ataque de una
supuesta bestia feroz corrió como pólvora por internet, así que los chicos
Winchester apenas enterarse de lo inusual del asunto decidieron viajara, bueno
había sido una votación de dos (Deán y Jeff) contra Sam, que tenia otro caso en
mente. El ir tras el demonio del crucero.
— Es que no lo
entiendo, Deán… ¿Por qué no? — preguntaba Sam fastidiado y por enésima vez en
el día.
— Porque yo lo
digo. — respondió Deán
— ¡Tenemos la Colt ahora! — grito Sam, ese era
su mejor argumento y estaba completamente convencido de que esa demonio rubia
les había dado el arma por alguna razón, como ayudar a su hermano a salir del
pacto.
— Sam — le
advirtió Deán para que se callara pero no funciono.
— Convocamos a
la demonio del crucero. — empezó a explicar Sam
— No vamos a convocar
a nadie — exclamo Deán al mismo tiempo.
— Sacamos la colt
y la obligamos a que cancele el trato — agrego Sam
— ¡Ni siquiera
sabemos si funcionará! — le grito Deán hecho una furia, no le gustaba nada tener
que estar hablando de ese tema, del cual ya no había remedio.
— ¡Entonces la
matamos! ¡Si muere, el trato se cancela! — aseguro Sam
— ¡No sabemos
eso, Sam! Solo estas dándome especulaciones ¡Y eso no es suficiente!... Porque
si algo sale mal. ¡Tú mueres! — le grito Deán
— ¡Y si no lo
intentamos tu mueres! — le grito Sam como respuesta y hubo un silencio bastante
incomodo dentro del impala, Deán sabia que su hermano tenia razón con lo que
estaba diciendo pero si ponían las cosas en balanza, la vida de Sam era mas
valiosa.
— ¡Sam, ya
basta! No quiero tener esta conversación. — le grito Deán.
— Quiero cambiar
mi voto. — murmuro Jeff desde atrás. Siempre permanecía callado en las
discusiones de sus hermanos, pero en este tema si que no podía. No con Sam tan
molesto y Deán actuando como idiota.
— Lo siento, eso
no es posible. — le dijo Deán.
— ¿Por qué,
porque tú lo dices? — pregunto Sam con ironía.
— ¡Sí, porque yo
lo digo! — grito Deán exasperado.
— ¡Pues tu no
eres papá! — grito Sam y se provoco un nuevo silencio incomodo, Sam tenia tanta razón en sus palabras.
— No, pero soy
el mayor… Y hago lo mejor que puedo, así que olviden eso… ¿entendieron? —Exigió
Deán, Sam no respondió nada, solo se quedo callado y con la mirada triste hacia
afuera del impala. Jeff solo suspiro.
— Háblame de ese
asesino psicótico… Vamos Sam, háblame de él. — comento Deán para recuperar el
control de la conversación y romper el silencio.
— El asesino
psicótico... desgarra a las víctimas con ferocidad bestial. — comento Sam, aun
sin nada de ganas de hablarle a su hermano mayor, era increíble que estuviera preocupado
por otras cosas, pero no por su vida.
— ¿Pero no
menciona si tiene dientes afilados, garras gigantes, ojos de animal? — pregunto
Deán.
— No, pero el
ciclo lunar es correcto — comento Sam
— Si pero… si es
un hombre lobo, hay poco tiempo… el viernes hay luna llena y es ultimo día que
cambiara en el mes. — comento Jeff, recordando que Alcide se lo había comentado
unos días antes.
— ¿Dos días?...
No esta mal. — aseguro Deán y regreso la
vista al frente, pisando el acelerador del impala a fondo.
Los hermanos
lograron llegar a New York para el
amanecer, seguían sin hablarse mucho pero Sam y Deán tuvieron que tragarse su
enojo y unirse nuevamente para el primer interrogatorio del caso. Había sido
toda una suerte pero el hermano mayor de los constructores, había logrado salir
con vida del ataque.
— Soy el
detective Plant… Éste es el detective Page, venimos de la oficina del
comisario. — les presento Deán al pobre hombre herido del hospital.
— Sí, los
esperaba. — murmuro el hombre.
— ¿En serio? —
pregunto Deán alucinado, jamás habría espera tal respuesta de una victima de lo
sobrenatural.
— Si, los
esperaba esta mañana… ¿Son los artistas de retratos, no? — pregunto el hombre,
los hermanos se miraron con cierta preocupación ante el plan.
— Por supuesto…
Sí, aun que el artista es mi compañero… Las cosas que puede hacer con el lápiz,
oh es grandioso. — dijo Deán al pobre hombre y Sam lo miro impresionado, lo
acababa de embarcar en una situación de dibujos. Eso era muy malo. — Pero
escuche, antes de empezar con eso...quiero preguntarle, ¿cómo escapó? —
pregunto Deán.
— No... No tengo
idea. Estaba escondido, y me encontró… El iba a atacarme y entonces... se
detuvo… me vio con una mirada extraña y… Después de eso, se fue corriendo. —
conto el hombre.
— De acuerdo… Voy
a necesitar todos los detalles físicos que pueda recordar. — le pidió Sam,
sacando una libreta para fingir hacer un dibujo del sospechoso.
— Sí, um... Medía
más o menos metro ochenta... cabello negro. — comento el hombre y Sam fingió
trazar un par de líneas en la hoja de papel.
— ¿Qué hay de
sus ojos? ¿De qué color eran? — pregunto Sam
— ¿Puede que...
azules? Estaba oscuro. — aseguro el señor.
— ¿Le
parecieron... animalescos? — sugirió Deán
— ¿Perdone? — pregunto el hombre impresionado, era obvio
que realmente no sabia nada de lobos o cosas por el estilo.
— ¿Qué hay de
sus dientes? ¿Notó algo inusual en ellos? — pregunto Sam, si no tenían nada los
ojos, debían preguntar sobre cosas características de un sujeto en transición a
lobo.
— No, eran sólo
dientes. — murmuro el hombre,
— Dientes. Claro…
¿Y cómo eran sus uñas? — ahora pregunto Deán.
— Miren, era un
sujeto normal… Con ojos, dientes y uñas normales. — dijo el sujeto desesperado,
no entendía porque le estaban preguntando esas cosas tan estúpidas, ni porque
no lo comprendían.
— Mire señor,
está bien si...
— No… No… Eran
mis hermanos, esa cosa... esa cosa mató
a mis hermanos… ¿Qué sentiría usted? — le grito el hombre a Sam
— No me imagino
nada peor. — murmuro Sam y se quedo cabizbajo ante la idea, Deán lo vio y por
primera vez noto lo mucho que el asunto le estaba afectando a su hermano.
— Sé que esto no
es fácil... pero si puede recordar mas detalles. — dijo Deán al sujeto, todo
con el fin de distraerse del dolor de Sam y no sentirse culpable.
— Había una cosa
más… Tenía un tatuaje en el brazo, una caricatura… el que persigue al
correcaminos. — comento el hombre.
— Wile E.
Coyote. — dijo Deán emocionado.
— Sí, ese. —
murmuro el sujeto enfadado, la actitud de esos supuestos dos policías no le
estaba agradando para nada. Entonces entro un Doctor a la habitación.
— ¿Kyle? ¿Cómo estamos?
— le pregunto al enfermo.
— Bien, creo. —
murmuro el sujeto, realmente su estado de animo no era muy bueno y quien podría
culparlo por ello. Acababa de perder a su familia.
— ¿Es el doctor
de Kyle? ¿Puedo preguntarle algo? — le pregunto Deán.
— Claro. — dijo
el Doctor, le checo los signos vitales al sujeto y salió con Deán al pasillo
para obtener privacidad.
— ¿No va a enseñármelo? — pregunto el hombre al
ver que Sam estaba por marcharse detrás de su hermano.
— Oh, sí. Es...
ya sabe... sólo un boceto. — balbuceo Sam y le entrego la libreta con el
dibujo. Era la peor caricatura en la historia, un sujeto con cuerpo de
salchicha, garras en las manos, rayones feos como cabello y ojos, en fin, era
un desastre total.
— si, si… este
es. — murmuro el sujeto con ironía, estaba tan triste que ya no le importaba
que el supuesto dibujante no hiciera bien su trabajo.
Los hermanos se
quedaron un rato más en el hospital, hasta que obtuvieron la información
necesaria del caso. Cuando iban de salida del lugar, a Sam se le cayó el dibujo
del supuesto atacante y cuando Deán lo levanto del suelo, se empezó a reír como
loco.
— jaja, es toda
una obra de arte, en serio. — decía sin parar de reír.
— Sí, como si tú
hubieras podido hacerlo mejor…. ¿Que te dijo el doctor acerca de los hermanos
de Kyle? — pregunto Sam para cambiar el tema, aun no estaba contento con su
hermano como para soportarlo con sus bromas.
— No mucho,
ellos murieron en el lugar pero me dio una copia del reporte del forense.
— No me digas,
¿les faltaba el corazón? — sugirió Sam
— No, pero sí
trozos de sus riñones, pulmones e intestinos. — narro Deán, y ambos hicieron
muecas de asco por estarse imaginando lo descriptivo de la imagen.
— Eso es raro. —
aseguro Sam
— Si, no es
conducta de hombre lobo. — aseguro Deán.
— Entonces, ¿Qué?
¿Un demonio?... El atacante podría haber estado poseído. — sugirió Sam, no
había mas criaturas con la capacidad de destrozar personas en segundos y en
plena civilización.
— ¿Un demonio
porque se detendría a medio ataque? — pregunto Deán, el tenia experiencia con
el tema y había visto muchas veces las masacres de los demonios, ellos eran
salvajes y sin conciencia como para dejar un testigo vivo.
— Creo que, eh,
podría haber... No tengo ni idea. — dijo Sam rendido y por primera vez en mucho
tiempo, sin ninguna explicación posible.
— Ni yo. —
murmuro Deán. Abrió la puerta del motel y se encontró con algo inesperado, una
pequeña mancha de sangre en el suelo que no estaba cuando se hospedaron, así
que el primer impulso de ambos chicos fue sacar él sacar sus armas.
— ¿Jeffrey? —
pregunto Sam preocupado y entonces salió Jeff del baño, con un pedazo de papel
higiénico cubriéndose la nariz.
— Ha sido un
accidente. — murmuro el niño, los chicos guardaron sus armas y volvieron a
respirar con tranquilidad.
— Déjame ver. —
le dijo Sam y se le acerco para comprobar que la sangre seguía a escurriéndole
por las fosas nasales. — Voy a apretarte en la frente y no quiero que bajes la
cabeza, ¿de acuerdo? — le dijo Sam, Jeff solo asintió y coopero.
Mientras tanto,
en el bosque del pueblo. Una pareja de campistas estaban en busca de una
aventura salvaje, pero no tenían ni idea de que lo salvaje los estaba buscando
a ellos también.
— Ya tengo
hambre… ¿Dónde están todas las barritas energéticas? — preguntaba el hombre
mientras revisaba las mochilas de campo.
— Te las comiste
todas… Y estamos perdidos. — aseguro su mujer.
— No estamos
perdidos… El camino está aquí mismo. — protesto el sujeto y siguió caminando
por un camino improvisado de tierra y maleza, luego se alegro de ver que no
estaba tan equivocado pues había una casa.
— Mira, allí. — indico a su mujer.
— Que anticuada—
murmuro la mujer apenas ver el sitio, era una casita pequeña con chimenea y
mucha plantas. — Gracias a dios. —
agrego, caminaron hasta la casa y una anciana salió para verlos.
— ¿Se encuentran
bien? — les pregunto.
— Hola, en
realidad estamos.
— Perdidos. — agrego la esposa, sabia que su
esposo era tan machista como para no reconocer su situación actual.
— Oh, si eso
pasa, el camino es difícil y mi casa es la única que queda por aquí… yo podría
indicarles la dirección, pero temo que eso tomara un tiempo… están muy… adentro
del bosque. — les explico la anciana.
— Buen trabajo,
Ken. — murmuro la esposa molesta, si hubieran parado 20 kilómetros antes como
le había dicho, no estarían en esa posición.
— ¿Les gustaría pasar
a descansar un poco? — ofreció la anciana.
— Umm, sí —
murmuro el hombre, apenas ver que en la ventana había un pastel recién
horneado, se estaba muriendo de hambre.
— Gracias, pero tenemos
que volver. — dijo la esposa, algo en todo aquello le daba desconfianza.
— Vamos cariño…
nos invito, es inofensiva ¿Qué podría pasar? — le dijo el esposo, el hambre
estaba hablando por el y no razonaba.
Así que el matrimonio
termino entrando a la casa de la anciana y por suerte para el hombre, la mujer
les ofreció montones de deliciosa comida Todo era tan genial, hasta que no pudieron ni
con un bocado más.
— ¿Seguro que no
quieres más? — les insistió la mujer.
— No, gracias…
Estoy lleno. — dijo el hombre sorprendido pues pocas veces en su vida se había
llegado a sentir de esa manera.
— Tenemos que
irnos… No sabemos como agradecerle. — dijo la esposa, ero en ese momento su
marido cayo al suelo, quejándose por algún dolor y luego a ella le empezó a
dólar el estomago también.
— ¿Qué sucede?
Acaso... ¿Nos drogo? — pregunto la esposa tras darse cuenta de que ni siquiera
podía caminar. La anciana tomo un afilado
cuchillo y se acerco a ellos con la peor cara que alguien quisiera ver en la
vida.
— Pare… Por
favor señora, espere. — rogaba la esposa.
— No te
preocupes, todo está bien… Solo quédate quieto, cariño. — le dijo al esposo y entonces
lo apuñalo con el cuchillo en el estomago.
— ¡Deténgase!
¡Pare! ¡Pare! ¿Por qué hace esto? — gritaba la esposa pero eso no detenía a la
vieja, pues ella seguía cortando y destazando a su marido en pedazos. En un
guiño de desesperación la esposa giro la mirada hacia otra parte y alcanzo a
ver por un segundo a una hermosa niña. Mirándolos desde fuera de la ventana.
Mientras tanto
el motel., Sam no pudo detenerle el sangrando a su hermano. Así que los dos mayores
decidieron llevarlo al hospital para que lo atendieran.
— Fue muy raro
Deán, le hice un torniquete y ni así se le detuvo el sangrado. — comento Sam
— Tienes razón,
esa cantidad de sangre no es normal para un chico… ¿Qué clase de golpe tuvo que
darse para que eso pasara? — comento Deán, igualmente sin entender lo que
estaba pasando. Había visto boxeador y jugadores de americanos ser golpeados
fuertemente, pero jamás había visto tanta sangre.
Paso un rato en
la sala de espera para que el Doctor saliera a ver a los chicos, era un mundo
pequeño y se trataba del mismo doctor que atendía al sobreviviente de la
construcción.
— Detectives,
que sorpresa... es un lindo gesto que acompañe a su compañero en estos momentos
— dijo el doctor a Sam, pues según los papeles de ingreso Deán (el detective Plant)
era el único pariente del chico.
— Si, hem...
somos como una familia — comento Deán sonriente para ocultar sus nervios ante
la posible caída de su cubierta. — ¿Cómo esta mi hermano?
— Esta
bien, aun que… toda esa sangre, me
preocupa un poco…. ¿Usted tiene alguna idea de que le paso? — pregunto el
doctor.
— No, cuando lo
encontré ya estaba así… supongo que debió estar jugando y se golpeo, ya sabe
como son los niños hoy en día ¿no? — dijo Deán y empezó a reír en voz baja. —
En fin, ¿lo puedo pasar a ver? — pregunto.
— Por ahora no,
estaba muy alterado y lo hemos tenido que sedar. — comento el doctor.
— Si, hem… le
tiene miedo a la sangre. — comento Sam
— Es
comprensible a su edad yo mismo le temía a la sangre… pero voy a mantenerlo
aquí en observación, como ya les dije…. Aun estoy un poco preocupado. — dijo el
doctor, entonces llegaron los paramédicos con una mujer en la camilla y los
hermanos lograron escuchar que se trataba de otro ataque salvaje.
Los hermanos
dejaron esperar un poco de tiempo y cuando la policía local se fue del
hospital, se metieron a la habitación de la nueva victima.
— Tenemos que
observarte... las drogas aun pueden estar en tu sistema. — le decía el mismo
doctor a la paciente que estaba muy inquieta.
— Debo irme,
tengo que hacer los arreglos… por favor…
tengo que hacerlo. — seguía repitiendo la mujer una y otra vez.
— Eso puede
esperar, ahora necesitas descansar… quédese, regreso en unos minutos. — le
insistió el doctor y salió de la habitación, cruzando con los Winchester en la
puerta.
— Detectives… ¿Qué
rayos sucede aquí?. Todo mi pueblo esta loco. — les dijo en voz baja
— Se lo diremos
cuando sepamos. — aseguro Sam y el
sujeto se fue para darles privacidad con la paciente.
— ¿Señorita
Watson?... Hola. Tenemos algunas preguntas. —
le dijo Deán y le mostro las placas de detectives de N.Y.
— ¿Tenemos que
pasar otra vez por esto? ¿Ahora? — pregunto la mujer cansada, en la ultima hora
ya se había entrevistado con muchos policías y eso le cansaba.
— Intentaremos
ser breves. — aseguro Sam, le preocupación por Jeff le estaba matando y no
tenia tiempo para las cortesías con extraños.
— Señorita Watson, ¿Quiere decirnos como escapo? — le pregunto Sam
— No comí tanto
como Ken, así que no estaba tan drogada… Y cuando la vieja estaba, rellenando a
Ken… yo la empuje y se cayó, se golpeo la cabeza — explico la mujer. — ¿Está
muerta, verdad? ¿La maté? — pregunto entre lagrimas.
— ¿Tiene idea de
por qué les hizo esto? — pregunto Deán, tenían que establecer un patrón para
poder llegar al fondo de todo.
— No… Un
momento, sólo era una amable anciana... y al siguiente, era como un monstruo. —
aseguro la mujer.
— ¿Puede
recordar algo más? — pregunto Sam
— Sí…
¿Encontraron a una niña allí, por casualidad? — pregunto consternada y trayendo
los recuerdos a su mente.
— ¿Una niña? ¿En
la casa? — pregunto Sam, según los rumores solo habían encontrado el cuerpo de
la vieja y el esposo además de la mujer en el sitio. Quizá esa niña era otra
cosa.
— Creo que la vi
afuera de la ventana… Y solo
desapareció, se desvaneció en el aire… debieron ser las drogas. — comento la
mujer, los Winchester se miraron con cautela pues para ellos, eso si que tenia
mucho sentido.
— La niña que
desapareció, ¿Cómo era? — pregunto Deán.
— ¿Eso importa?
— Sí, cada
detalle importa. — Aseguro Sam
— Tenía el
cabello negro... y la piel muy blanca. Tenía unos 8 años, era muy hermosa… Fue
raro verla en medio de algo tan horrible. — dijo la mujer, los Winchester le
dieron las gracias y salieron del cuarto.
Antes de decirse
a hacer otra cosa sobre el caso, Sam y Deán se metieron a la habitación de su
hermano, quien recién había abierto los ojos.
— ¿Cómo te
sientes, campeón? — le pregunto Deán a Jeff.
— Hum… ¿Por qué
me trajeron aquí?... me quiero ir a casa. — se quejo Jeff, lo que era signo de
que ya se sentía mejor.
— Nos diste un
gran susto Jeffrey, no teníamos opción…. Te pudiste hasta desangrar. — comento
Sam en pánico ante la idea de perder a otro miembro de su familia.
— Hablando de
eso… ¿Qué fue lo que paso? ¿Porque te empezó el sangrado? — le pregunto Deán,
Jeff se quedo con la mirada fija en el techo unos segundos. — Jeffrey. — le
presiono Deán para que hablara.
— No lo se, lo
juro… yo solo estaba hablando con…. Bobby, por el celular y en un segundo la
sangre me empezó a escurrir por la nariz. — conto Jeff, pero por alguna razón
sus hermanos no lo notaban tan seguro de lo que estaba diciendo.
— Oh, no… otra
vez, no. — alcanzo a murmurar Jeff antes de sentarse en la cama con sangre
escurriendo por su nariz otra vez.
— Quédate con
él, voy a buscar al Doctor Garrison. — ordeno Deán y salió del cuarto, Sam se
sentó en la cama y le puso un pañuelo a su hermano en la nariz.
— No puedo
respirar… la sangre no me deja. — dijo Jeff con dificultad y con lagrimas en el
ojos por la sensación del aire yéndose de sus pulmones.
— Tranquilo,
tranquilo… respira por la boca mientras tanto. — le dijo Sam y con mucho
trabajo Jeff lo hizo. El Doctor llego unos segundos después y con ayuda de unas
enfermeras le hicieron un nuevo torniquete a Jeff y le detuvieron el sangrado.
A Sam le vino la
corazonada de que lo que tenia Jeff estaba conectado de alguna manera con los
asesinatos, así que en compañía de Deán fueron a revisar el ultimo sitio del
ataque, tenia que haber alguna pista ahí.
— Bueno, no hay
azufre en ninguna parte. — comento Deán tras revisar los muebles. — ¿Qué pasa con el EMF? — pregunto.
— Sí, esta como
loco... más aquí, junto a la ventana… Definitivamente hubo un espíritu aquí. —
aseguro Sam, ahora estaba convencido de que la mujer del hospital no estaba
loca y si había visto a una niña, una fantasma.
— Un espíritu
que estuvo fuera de la escena del crimen, solo observando… ¿Qué diablos piensas
de eso? — le pregunto Deán.
— En realidad,
tengo una teoría… O algo así. — aseguro Sam
— Dímela
— Bueno, tiene
que ver con los cuentos de hadas. — exclamo Sam, Deán lo miro en blanco por un
segundo y se rio en voz baja.
— Oh, eso es...
muy lindo… ¿Piensas seguido en eso? — Pregunto Deán, lleno de ironía por lo tonto que sonaba el
combinar cuentos de hadas con cosas de lo sobrenatural, simplemente eran
opuestos.
— No Deán, hablo
de los asesinatos… El marido y la chica caminando por el bosque y una mujer mayor intentando comérselos… Eso es de
"Hansel y Gretel"… Entonces
tenemos tres hermanos discutiendo sobre construir casas y atacados por el lobo
feroz — explico Sam
— Como en
"Los tres cochinitos". — agrego Deán, ese era el único cuento que su
padre le llego a contar alguna vez de pequeño.
— Y en realidad estaban algo
llenitos— se burlo. — ¿Creí que todas
esas cosas terminaban en vivieron felices para siempre?
— No, no los originales… Mira, los cuentos de los
hermanos Grimm... eran más bien el folclore de su tiempo… Llenos de sexo,
violencia, canibalismo... Que se dulcificaron con los años… Y se convirtieron
rápidamente en películas de Disney y cuentos para dormir. — explico Sam
— Y, ¿crees que los asesinatos son una recreación?... Es
un poco loco Sam
— ¿Tan loco como
qué? ¿Cómo nuestra vida diaria? — pregunto Sam con ironía.
— Touché —
murmuro Deán, escuchándolo de esa manera hasta parecía remotamente normal para
sus vidas. — ¿Y donde entra Jeff en todo esto? — pregunto.
— Yo creo que…
el es pinocho. — murmuro Sam
— ¿Pinocho? ¿Ese
quien es? — pregunto Deán confundido.
— Pinocho era un
títere que tenia vida y que no podía decir mentiras porque si lo hacia, la
nariz le crecía y lo delataba… pero el
era de madera, así que creo que… las fosas de Jeff sufren alguna alteración
cuando miente y… por ello sangra…. Quiero decir, tú lo viste en el hospital
antes de sangrar, nos estaba mintiendo Deán. — explico Sam, era la única
explicación que tenia.
— Bien, eso
tiene sentido, de una forma loca pero… ¿Y donde encaja la niña fantasma?
— Debió estar aquí
por alguna razón y también te apostaría que estuvo en la construcción ese día. —
comento Sam
— Tenemos que
investigar ahora, ¿no? — pregunto Deán y Sam asintió, algo le decía que no
tenían mucho tiempo para descubrir que estaba pasando sin que alguien mas
saliera lastimado.
Mientras tanto
en el hospital, Jeffrey se había recuperado del último ataque de sangre que
tuvo pero el Doctor continuaba en la habitación, simplemente observándolo por si
algo más ocurría.
— Doc., no se
ofenda pero… ¿no tiene mas pacientes enfermos? — pregunto Jeff desde la cama.
— Si, los tengo…
pero si estuvieran sentido mal, esta cosita. — enseñándole un aparatito en su
bolsillo. — Ya me lo hubiera indicado… por ahora, solo estoy preocupado por ti,
tu caso no se ve todos los días… Y no podemos permitir que la sangre te vuelva
a salir, no sin provocarte una hemorragia grave. — dijo el doctor, Jeff se
estremeció un poco y eso le dejo ver al hombre que estaba frente a un niño y
debía ser cuidadoso con sus palabras. — No te asustes, estas a salvo aquí
jovencito.
— Si, lo se…
solo… solo estoy cansado… ¿no me podría dar algo para dormir? — dijo Jeff, el
Doctor le sonrió y entonces le dio un libro que estaba en la repisa. — ¿Un
libro de cuentos? ¿Enserio? — pegunto Jeff alucinado.
— Si, creo que
te hará bien estar despierto un rato más… ¿no me digas que no te gustan los
cuentos? ¿A que niño no le gustan? — pregunto el doctor.
— Me gustaban,
cuando tenía 7… Ya no soy un niño doctor. — Se quejo Jeff haciendo pucheros que
hicieron al hombre sonreír.
— Si lo eres
hijo, si lo eres. — dijo el Doctor y salió de la habitación, Jeff suspiro con
enojo y no tuvo mas que ponerse a leer el libro de cuentos, hasta que se quedo
profundamente dormido. Vaya que ese Doctor tenía sus trucos.
Mientras tanto,
Sam y Deán se dividieron la búsqueda de información sobre el caso para cubrir
más terreno. Y como siempre Sam obtuvo su trabajo mucho más rápido y paso para
recoger a Deán a la biblioteca.
— ¿Y bien? — le
pregunto apenas verlo salir.
— Revise todos
los registros, tiene un cantidad normal de muertes infantiles violentas… ¿sabes
cuentas fueron niñas pálidas de cabello negro? — pregunto Deán molesto, lo que
nunca era bueno.
— Cero. — murmuro
Sam
— Cero… ¿sabes
cuantas niñas de cabello negro se han perdido? — pregunto Deán pero no hizo
falta ninguna respuesta. — Exacto otra vez.
Zip. Zilch. Nothing… Dime que tienes algo bueno... porque yo solo
desperdicie seis horas. — se quejo Deán.
— Bueno, ¿has
oído hablar de Lilian Bailey?... Fue una médium británica de 1930. — dijo Sam
— ¿Le gustaban los
cuentos de hadas?
— No, los
trances… ella se ponía en un estado
inconsciente donde, escucha esto… sus pensamientos y acciones eran totalmente
controlados por espíritus — explico Sam
— ¿El fantasma
titiritero?... ¿Crees que es lo que está haciendo esa niña?... Poner al lobo y
a la vieja en transe… y obligarlos a matar. — cuestiono Deán.
— Podría ser… No
se, como en una hipnosis de espíritu o algo así.
— Entiendo los
trances, pero... ¿trances de cuento de hadas?... Es extraño, incluso para
nosotros. — aseguro Deán, empezaron a caminar y entonces un sapo gordo y feo
paso brincando enfrente de ellos.
— Sí, tienes
razón… Esto es completamente normal. — exclamo Sam, el sapo había sido una
referencia obvia de los cuentos de hadas.
— De acuerdo, tal
vez sean cuentos de hadas, cuentos
bastante perversos... pero si te digo que yo no voy a besar al sapo. — dijo
Deán con ironía.
— Eh, mira eso. —
dijo Sam, ignorando el ultimo comentario y señalando la casa de enfrente, donde
había una enorme calabaza en el patio con unos ratones corriendo a su alrededor
también.
— Sí, falta poco
para Halloween. — comento Deán.
— ¿Te acuerdas
de Cenicienta?... La calabaza que se vuelve carroza... y los ratones que se convierten
en caballos. — conto Sam, lo que estaban viendo también era una clásica
referencia de cuento, al menos para él.
— ¿Te estas
volviendo gay? — pregunto Deán molesto, ese tipo de comentarios de cuentos de
princesas no hacían mucha gracia. — No me contestes. — le dijo a Sam tras ver
su expresión de enojo en el rostro.
Pese a no
entender la referencia del cuento, Deán forzó la puerta de la casa y ambos se
metieron, encontrando un desastre a su paso.
— Oh, ¿quién
sabe?... Quizás encuentre a tu hada madrina. — murmuro Deán con ironía.
— ¡Auxilio!
¡Estoy aquí! — se escucho gritar a una joven con desesperación, los Winchester
corrieron lo mas rápido hasta el sótano y la encontraron. Era una joven rubia,
de unos 17 años que estaba toda golpeada y además encadenada.
— Hey. Hola.
Está bien… tranquila, nosotros la ayudaremos. — le decía Sam para calmarla y no
atraer al atacante.
— Tienen que
sacarme de aquí, es una lunática. — aseguro la joven.
— ¿Qué ha
ocurrido? — pregunto Sam, aunque ya tenia una idea clara de que podía haber
pasado, el cuento de la Cenicienta.
— Mi
madrastra... se ha vuelto loca, me grito, me pego y me encadeno. — conto la
joven con lagrimas en los ojos.
— ¿Dónde está
ahora? — pregunto Sam
— No lo sé.
— Sam — indico
Deán y cuando Sam volteo la mirada, logro ver a la pequeña niña que habían
estado investigando. Los estaba viendo con cierta tristeza y luego empezó a
caminar, Deán la siguió hasta la sala.
— ¿Quién eres? —
pregunto Deán al tenerla frente a frente, la niña lo miro fijamente antes de
desaparecer en el aire, dejando una manzana roja en el suelo, como única prueba
de su aparición.
Deán tuvo que
salir un momento de la casa, tomar el aire y pensar en lo que estaba pasando
pero Sam se tuvo que quedar dentro para ayudar a la cenicienta y asegurarse de
que la policía se llevaba a la Madrastra como medida provisional.
— La ambulancia
se ha llevado a Cenicienta. — dijo Sam apenas reunirse con su hermano.
— Que bien,
ahora… niñita… manzana roja, supongo que eso significa algo para ti. — aseguro
— Es Blanca
nieves. — murmuro Sam a medio suspiro, el tono de su hermano era pura ironía y
burla.
— ¿"Blanca
nieves"? Oh si, vi esa película… La versión porno, al menos… Había una
madrastra mala, si que era mala. — exclamo Deán divertido.
— Hay una
madrastra malvada e intenta matar a Blanca nieves con una manzana envenenada. —
conto Sam
— Pero la
manzana no la mata realmente, ¿O si? — por fin Deán se lo tomaba enserio.
— No... La
sumerge en un sueño profundo, tan profundo que parece muerta. — explico Sam y
esa idea les dio una nueva teoría para el caso, estaban buscando en el sitio
equivocado desde el principio.
Así que los
hermanos regresaron al hospital para investigar a las niñitas que como blanca
nieves estuvieran como muertas en vida, ósea comatosas.
— No, lo
siento... No tenemos ninguna niña en coma. — les dijo la enfermera.
— ¿Segura? —
pregunto Deán cansado ante tantas vueltas y largas que el asunto se había
estado tomando.
— Si, la mayoría
son adultos, y bueno esta Callie… Ha estado aquí desde que yo llegue. — comento
la mujer.
— ¿Callie?
— Sí, es tan
triste… Pobre Doctor Garrison, jamás la abandona. — agrego la enfermera.
— ¿Callie era
una de sus pacientes? — pregunto Sam, de alguna manera ese Doctor había estado
involucrado con todos los casos desde el inicio y eso era un poco sospechoso.
— No, es su
hija. — comento la enfermera, los hermanos se quedaron en banco pues eso
explicaba muchas cosas. Así que fueron en busca del Doctor y lo encontraron en
la habitación de Callie, leyéndole el cuento de caperucita roja.
— Solo abre la puerta — grito
la abuela — No me puedo levantar. — El lobo giro la perilla y la puerta se
abrió, entro a la casa y fue directo con la abuela y se la comió.
Sin saberlo y
mientras se narraba esa parte del verso, una abuela de la localidad era atacada
en su propia camioneta por el mismo lobo del ataque a los cerditos, el sujeto
poseído.
— El cazador entro a la casa y en la cama
estaba el lobo, así que el cazador tomo unas tijeras y abrió el estomago del
lobo.
El Doctor dejo de leer apenas percatarse
que los chicos estaban ahí. — Detectives,
díganme— les dijo y cuando se dio la vuelta, dejo ver que Callie ya no era
aquella niña fantasma, era una adolescente en coma realmente.
— Nos enteramos
de que callie es su hija — dijo Deán con algo de rudeza.
— Y queríamos
decirle que lo sentimos — agrego Sam
— Pues gracias, ¿me
disculpan? — pidió el Doctor y salió de la habitación, realmente nunca hablaba
del estado de Callie y mucho menos con desconocidos.
— ¿Podemos
acompañarlo? — pidió Deán, caminando a sus espaldas. — ¿Cuanto tiempo lleva
Callie así? — pregunto y el Doctor los miro con mucha expectación.
— Solo es
curiosidad, no nos imaginamos lo duro que debe ser para usted el verla así—
comento Sam para no alterarlo y levantarle mas sospechas.
— Si, no es
fácil… ha estado así desde los ocho años — les conto el Doctor.
— ¿Fue cuando se
enveneno? — pregunto Sam
— Si, ingirió
blanqueador… nunca supe como llego la botella a sus manos, mi esposa la
encontró y la trajo a urgencias… donde yo estaba de servicio. — dijo el hombre.
— ¿Su esposa era
madrastra de Callie? — pregunto Deán, aun que ya estaba seguro pues en todos
los casos anteriores, los cuentos se habían ajustado a la realidad.
— En realidad
si, ¿como supo eso? — pregunto el hombre, realmente impresionado y empezando a
sospechar que los muchachos sabían mas de lo que decían.
— Adivine —
murmuro Deán.
— Bueno, ella
fue la única madre que Callie tuvo… mi esposa falleció hace un año y… solo
quedamos mi hija y yo... es todo lo que me queda — aseguro el doctor y los
hermanos no pudieron evitar el sentirse culpables, le iban a tener que
arrebatar a la niña pero era para salvar a las personas del pueblo, no era
justo pero si necesario. — Disculpen
debo regresar al trabajo — les dijo y se fue-
— Bueno tenias razón,
es blanca nieves en vivo — dijo Deán a Sam
— Si, la madrastra
envenena a la niña y la pone a dormir, ¿cual crees que sea el móvil? — le
pregunto Sam, el no entendía de personas locas tanto como Deán.
— Si, puede ser
como Misha Barton, la de sexto sentido no la de THE O,C — explico Deán.
— ¿Que? —
pregunto Sam, no tenia ni idea de que estaba hablando su hermano. Deán sonrió
porque ahora se invertían los papeles con lo de los cuentos.
— Oye tu sabes
de cuentos, yo de cine… Ella llama al fantasma y luego… ¿recuerdas que la mama
tenia esa cosa de mantener enfermos a los hijos por la atención?
— Si, si, el síndrome
Munchausen, puede ser — murmuro Sam
— Digamos que
todos estos años, Callie ha sufrido en silencio porque nadie sabe lo que su
mami le hizo — dijo Deán.
— Y después de
todo este tiempo, se ha enojado más y más… Y finalmente empieza a estallar. —
aseguro Sam
— Mientras, tiene
que escuchar a su papá contándole esos cuentos perversos... sobre un lobo
hambriento o una anciana caníbal… Es vuelve loco a cualquiera. — agrego Deán,
ahora todo el caso ya tenia sentido pero seguían teniendo un problema.
— Muy bien, pero...
¿Cómo vamos a detenerla?... ella seguirá aquí mientras su padre mantenga su
cuerpo. — explico Sam
— Así no podemos
quemar los huesos. — murmuro Deán.
— ¿Tú crees? —
pregunto Sam con ironía, no se podía creer que su hermano siquiera estuviera
pensando en esa posibilidad para acabar con la niña.
En ese momento
llegaron un grupo de paramédicos a toda velocidad, traían en la camilla a una
anciana herida y los hermanos escucharon comentar el diagnostico:
Mujer de 72 años… Sufre
múltiples lesiones y perforaciones… Pulso 80 sobre 40 y descendiendo…
Taquicardia sinusal.
— ¿Es una
mordida? — se pregunto Sam al ver el cuerpo de la mujer.
— Parece que fue
mordida por un perro rabioso o un lobo. — comentaban los paramédicos y eso les
pareció ligeramente familiar a los chicos.
— ¿Cuál fue la
historia que el Doctor Garrison le estaba leyendo a Callie? — pregunto Deán.
—
"Caperucita Roja"— murmuro Sam, claro que la historia volvía a
encajar, así que se acercaron con los paramédicos por más información. — Disculpe. ¿Fue la única víctima? — pregunto
Sam, pues en el cuento había dos figuras clave que morían.
— Estaba tirada
en la calle, apenas viva, sola. — le dijo el paramédico.
— ¿Tiene
parientes? — pregunto Deán y el hombre reviso rápidamente los papeles del
seguro.
— Hem, tiene una
nieta. — respondió
— ¿Tiene una
dirección? — pregunto Deán, el paramédico le mostro rápidamente la hoja de los
datos. — Gracias. — le dijo Deán y empezó a caminar a toda prisa, Sam detrás
suyo. — Busca la forma de detener a
Callie. — le dijo
— ¿Qué vas a
hacer? — pregunto Sam, la mirada de Deán no le daba nada de confianza, estaba
seguro de que cometería alguna locura y
eso le daba miedo.
— Voy a detener
al Lobo Feroz… Es lo más raro que he dicho en toda mi vida. — dijo Deán y salió
corriendo del hospital. Sin embargo ya era algo tarde, pues el lobo se había
hecho pasar por la abuela y fue a recoger a la nieta a la escuela. La pobre
niña iba vestida con una sudadera roja, se metió a la camioneta roja de la
abuela y ahí fue raptada por el malvado hombre.
Mientras tanto
en el hospital, Jeff acababa de despertar de su largo sueño, se estiro tanto
como pudo y luego fue al baño. Fue cuando se miro al espejo que se dio cuenta
de lo enfermo que lucia, estaba pálido, sus ojos aun tenían sueño y sentía
miedo siquiera de respirar por la nariz.
— Seguro que no le gustaría verte de esta
forma — susurro una vocecita desde lo más recóndito de su cabeza,
claramente era otra referencia al cuento. Era pepito grillo, solo que en este
mundo se trataba de su conciencia y no de un grillo real.
— ¿Y porque debería importarme lo que
piense Alcide de mi aspecto?... Oh, mierda… ya estoy hablando yo solo, genial
Jeff, simplemente genial. — se decía Jeff a si mismo, se inclino en la llave
del agua y se lavo la cara.
— Porque
te gusta, tú, yo, todos lo sabemos amigo… Alcide Herveux te gusta, aun que
tenga como 30. — volvió a susurrar su mente.
— ¿Qué cosa? A
mi no me gusta, yo no soy… Oh mierda. — antes de que Jeff se atreviera a
decirlo en voz alta, su sangre se volvió a escurrir bajo su nariz y esta vez de
manera mucho mas fluida que antes.
Sam estaba en el
pasillo, pensando en como le diría la verdad al doctor cuando lo vio pasar, era
como una señal del destino sobre que debía actuar rápido.
— Doctor
Garrison, quiero hablar con usted. — dijo y empezó a seguirlo.
— Detective,
¿qué puedo hacer por usted? — volvió a preguntar el doctor.
— Bueno, um, es
sobre Callie. — murmuro Sam y el hombre se quedo estoico hasta que se giro para
verlo, completamente palidecido.
— ¿Mi hija? ¿Qué
le pasa? — pregunto preocupado.
— Sabe, quizá...
¿podríamos sentarnos un momento? — sugirió Sam, lo que iba a pasar no iba a ser
nada fácil.
— No. ¿Qué le
pasa? — volvió a exigir el doctor.
— De acuerdo,
um... Escuche doctor, no será sencillo… Lo que le ocurrió a Callie no fue un
accidente. — Sam no pudo resistir más y fue directo al punto, algo le decía que
ya no había mucho tiempo.
— ¿Disculpe? —
pregunto Doctor alucinado, el tipo no le había dado nunca una buena vibra pero
jamás lo creyó un loco.
— Lo siento,
pero es cierto.
— No tienen idea
de lo que le paso a mi hija. — aseguro el hombre.
— Hay cosas que
usted no sabe, doctor... Sobre su esposa. — dijo Sa
— ¿Mi esposa? —
le pregunto confundido.
— Doctor, su
esposa envenenó a Callie. — aseguro Sam
— ¿Por qué me
dice esas cosas tan horribles? — pregunto el Doctor hecho una furia, no podía
concebir que un simple desconocido se estuviera atreviendo a hablarle de las
dos cosas que mas le dolían, su esposa muerta y su hija en coma.
— Porque
necesito que me ayude. — aseguro Sam pero el Doctor estaba tan enojado y
asustado que salió corriendo.
— Aléjese de mí
y de mi hija… ¿Entendido? — pregunto el hombre antes de encerrarse dentro de la
habitación de su hija.
— Doctor, esto
es... Por favor. — dijo Sam a la puerta,
se lo pensó un segundo pero termino por forzar la entrada y meterse a la
habitación también.
— Voy a llamar a
seguridad. — amenazo el Doctor.
— No, escuche...
no tengo tiempo para hacérselo fácil… Si no me escucha, más personas van a
salir heridas... porque Callie va a matarlas. — aseguro Sam
— ¿De qué rayos
está hablando? — exigió saber el hombre.
— Va a pensar
que estoy loco, pero entiéndame… Su hija Callie, sigue aquí, es un espíritu. —
le dijo Sam y en lugar de que el hombre se pusiera como loco y gritara, se
quedo pensativo y se sentó tranquilamente en la cama de su hija.
— ¿También la ha
visto? — pregunto el Doctor, Sam no podía creerse que le estuviera preguntando
tal cosa. — La he sentido... A Callie… Su
presencia, su olor... Incluso la vi de pie junto a los pies de mi cama... Pero
nunca lo creí… Pensé que estaba soñando. — explico el Doctor.
—Eso no fue un
sueño, ella se ve como cuando tenía 8 años… Vestido blanco, listón rojo en su
pelo... Ha querido hablar con usted. — aseguro Sam, ahora entendía por completo
la conducta del fantasma, solo se estaba comunicando por medio de los crímenes
de cuentos, para poder dar a conocer su propia muerte.
— Usted no es policía
— murmuro el Doctor
— No.
— ¿Entonces
quién es? — pregunto el sujeto
— Alguien que
sabe un poco sobre estas cosas. — aseguro Sam con una sonrisa tranquilizadora y
amigable.
— Pero dijiste
que mi esposa envenenó a Callie. Eso... — El doctor estaba horrorizado ante tal
idea y ni siquiera era capaz de decirla completa.
— Señor, Callie
nos lo dijo. — le interrumpió Sam
— ¿Qué? —
pregunto el hombre sin entenderlo bien todavía.
— No en muchas palabras,
pero... A su manera... nos lo dijo. — aseguro Sam
— ¡Mi esposa
amaba a Callie! Entonces... ¿cómo es eso posible? — pregunto el sujeto enojado
ante la idea.
— No lo sé, pero
lo es. — dijo Sam
— No, no. No te
creo. — titubeo el Doctor y tanta desconfianza termino por hacer estallar a Sam
— Mire, Callie
está matando gente, está enfadada… Está desesperada porque nadie la escucha, así
que usted tiene que escucharla… Por favor... Escuche a su hija. — le rogo Sam,
el Doctor se quedo pensativo unos segundos, hasta que asimilo la idea de que no
perdería nada con intentar hablar con su hija.
Mientras tanto,
Deán llego a la casa de la Caperucita roja y rompió la puerta de la casa para
poder entrar, el lugar estaba todo destrozado pero la pequeña niña yacía en la
esquina de la sala, llorando.
— ¿Estás bien? —
le pregunto Deán.
— Sí. — murmuro la
niña antes de gritar, pues el sujeto lobo se lanzo sobre de Deán con un
cuchillo, empezaron a pelear a puño limpio hasta que el lobo alzo a Deán en el
aire y luego lo estrello contra el suelo una y otra vez. Deán logro tomar unas
tijeras para su defensa y lo derribo con sus pies. La pequeña Callie estaba mirando
desde fuera hasta que…
— ¿Callie?... Callie, soy papi… ¿Es cierto? ¿Mamá
te hizo esto? Sé... sé que no te he escuchado antes pero te estoy escuchando
ahora… Papá está aquí…Por favor, cariño. ¿Hay alguna forma en que puedas
decírmelo? — escucho decir la fantasma de la boca de su pare, asi que se
desvaneció de la casa de la caperucita para siempre.
— Doctor. — murmuro Sam cuando la niña apareció en el
hospital. El doctor se giro y la miro impresionado, era aun más bella de lo que
recordaba.
— ¿Es cierto? — pregunto el Doctor con lagrimas
en los ojos y ella solo asintió. — Oh,
lo siento mucho, cariño… Pero escúchame… Debes parar lo que haces, ¿si?
Lastimas a personas… Ya se todo ahora,
sé la verdad… Es tiempo de tu, te vayas de aquí… Es tiempo de que yo te deje
ir.
El Doctor se
giro hacia el cuerpo mortal de Callie, le beso la frente y la desconecto del
respirador. Callie murió a los pocos segundos y con ellos su espíritu de niña
desapareció, logrando al fin el último descanso.
En esos mismos
momentos la nariz de Jeffrey dejaba de sangrarle y el chico lobo que peleaba
con Deán recobro su sano juicio, y fue justo a tiempo pues de no haberlo hecho.
Deán le hubiera clavado unas tijeras en el corazón. Todo había vuelto por fin a
la normalidad.
Mas tarde Sam y
Deán volvieron a reunirse en el hospital para contarse lo sucedido en los
últimos minutos, el Doctor se les unió pues seguía sintiéndose responsable por
lo sucedido con esas personas.
— Y la niña,
¿está bien? — pregunto el Doctor sobre la pequeña caperucita roja y Deán
asintió. — Entonces... ¿se acabo? — pregunto.
— Sí. Todo
gracias a usted. — murmuro Sam, unos segundos mas y hasta Jeff estaría muerto.
— Callie era lo
más importante en mi vida… Pero debí dejarla ir hace mucho tiempo. — comento el
Doctor y algo vagamente bueno de esa frase se quedo en la mente de Deán.
— Nos vemos, Doctor.
— dijo Deán.
— Por mi parte,
espero que no. — dijo el hombre, ya había tenido bastante susto para toda la
vida con esa experiencia. — Oh, su hermano ya tiene el alta… deberían
llevárselo antes de que alguien comience a hacer preguntas. — les dijo el
Doctor y finalmente se fue por el pasillo.
— ¿Sabes? Lo que
ha dicho... Es un buen consejo. — dijo Deán a Sam, en cierta manera el Doctor
había estado en la misma posición que ellos en esos momentos.
— ¿Eso quieres
que haga, Deán? ¿Qué te deje ir? — pregunto Sam con la voz quebrada ante tal
idea, pero Deán no le dijo nada, solo siguió caminando por el pasillo como si
no le importara.
Sam tuvo que
reponerse al sentimiento que la petición de Deán le había provocado, y entonces
se metió a la habitación de Jeff, que justo terminaba de vestirse.
— ¿Sabes algo
hermanito?... ahora que estamos aquí, deberíamos aprovechar para que te vacunen
contra la influenza — comento Sam con ironía e hizo reír a Jeff.
— Nop… gracias
Sam, pero prefiero enfermarme… y así te contagiare. — dijo Jeff con la misma
ironía.
— Oye Jeff…
¿sabes que puedes contarme lo que sea verdad? — pregunto Sam, no olvidaba lo
del asunto de pinocho y la mentira que le hizo sangrar en primer lugar. Jeff se
quedo pensando en una respuesta perfecta.
— Vale, estuve
leyendo el diario de papá toda la mañana… no se los dije porque a él nunca le
gusto que lo tocara. — mintió Jeff, pues lo cierto era que esa misma mañana
había recibido un mensaje de Alcide, que decía:
A. He vaquero, espero que el nuevo caso este yendo bien…
espero que nos volvamos a ver pronto, ¿Me extrañas? XD
J: Para nada, es mas… ni me acordaba de ti XD, cuídate
lobo.
Jeff había
mentido en ese entonces, no podía dejar de pensar en Alcide, en su cuerpo, en a
verlo visto desnudo y estaba mintiendo ahora con Sam, realmente le daba miedo
aceptar ese montón de sentimientos de atracción hacia otro hombre.
Esa madrugada,
Sam aprovecho el sueño profundo de sus hermanos y se marcho del motel con una
mochila. El último caso le había hecho ver que debía hacer más por la vida de
Deán, aun que eso no le gustara a su hermano.
Así que Sam fue
al crucero del demonio y enterró su propia caja bajo tierra, provocando que la
demonio apareciera ante él.
— Vaya... el
pequeño Sammy Winchester… Estoy conmovida, porque… tu hermano ha venido dos
veces, ¿pero tú?… no había tenido el placer… ¿Qué puedo hacer por ti, Sam? —
pregunto la mujer apenas aparecer, con un cuerpo distinto al de la ultima
ocasión.
— Puedes
suplicar por tu vida. — aseguro Sam y le apunto al pecho con la Colt.
— Teníamos una
buena conversación, pero tenias que arruinar el ambiente— dijo la mujer llena
de ironía.
— Si fuera tú
olvidaría los chistes y me empezaría a asustar. — dijo Sam
— No es mi
estilo. — aseguro la demonio, y entonces se quedo mirando la pistola por unos
segundos, estaba sorprendida. — Ésa no
es la Colt original… ¿Dónde la conseguiste? — pregunto interesada, pero el
inminente silencio de Sam le confirmo ciertos rumores que corrían entre
demonios. — Ruby… debe ser, es una
espina en el trasero… ella tendrá lo que merece, cuenta con eso.
— Ya basta… He
venido hasta aquí para hacerte una oferta. — dijo Sam
— ¿Me vas a
hacer una oferta? Eso es adorable. — dijo la demonio entre risas.
— Deja a Deán
fuera de ese trato ahora mismo… Él vive, yo vivo, tú vives… Todo el mundo se va
feliz… O... tú dejas de respirar,
permanentemente. — le advirtió Sam y cargo el arma como prueba de que no
bromeaba.
— Toda esta
rudeza… Debo decirte que no es muy convincente… De verdad Sam ¿Si quieres
romper el trato? — pregunto impresionada.
— ¿Tú qué crees?
— No lo sé… ¿No
estás cansado de resolverle sus cosas, de luchar con esa torpe psique suya? ¿No
estás cansado de que te mande como si fuera tu jefe?... Eres más fuerte que
Deán… Eres mejor que él. — comento la mujer.
— Cuidado con lo
que dices. — le amenazo Sam, no entendía porque todos parecían pensar que
podían hablar mal de Deán, si ni siquiera lo conocían.
— Admítelo.
Estás aquí, salvándolo otra vez... pero la verdad es que te sentirás aliviado
cuando él no esté. — agrego la demonio.
— Cállate. — le
grito Sam, estaba apunto de dispararle.
— Se acabaría el
desesperado, torpe y necio Deán, y por fin… Podrás ser libre
— Dije, que
cierres la boca. — le volvió a gritar.
— ¿Ahora quieres
que te obedezca? — pregunto sorprendida, notando que después de todo Sam si
podría llegar a ser el líder de su especie, tenia el talento.
— Basta de
patrañas, libra a Deán de ese trato ahora. — exigió Sam y nuevamente ella se
puso a reír.
— Lo siento,
cariño, pero tu hermano es un adulto… Hizo este trato por su voluntad, libre y
sin coacción… es terminante. — explico la mujer.
— Todo trato se
puede romper. — murmuro Sam, no era como si no lo hubieran conseguido antes,
¿Por qué era diferente ahora?
— Éste no. —
aseguro la demonio.
— Bien… Entonces
te mataré… Sin ti, no hay trato. — aseguro Sam pero ella se seguía riendo con
hipocresía.
— ¿Qué crees? —
le pregunto
— ¿Qué? — exigió
Sam
— Sam, sólo soy
una intermediaria… Tengo un jefe, como todo el mundo… Él tiene el contrato, no yo… Y quiere mucho el
alma de Deán y créeme, no la dejará ir. — explico la demonio.
— Blofeas —
murmuro Sam, se negaba a creer en las palabras de esa maldita zorra, los
demonios mentían y esa no podía ser la excepción.
— ¿Ah, sí?...
Dispárame, si con eso te quedas a gusto... pero el trato sigue en pie… Y cuando
el plazo acabe, Deán será arrastrado al foso. — dijo la mujer, con una
seguridad que le hizo ver a Sam que era cierto todo lo que le decía.
— ¿Y quién es tu
jefe? ¿Quién tiene el contrato? — pregunto Sam
— El no es tan
bueno como yo, eso puedo decirte.
— ¿Quién es? —
volvió a preguntar.
— No te lo puedo
decir… Lo siento Sam, pero no hay salida de esto… No esta vez. — aseguro la
demonio, Sam la miro con tristeza unos segundos pero termino por alzar la Colt
y dispararle en la cabeza.
Sam había matado
a otro demonio pero también a otra persona inocente, la cosa era que ya no le
importaba, solo le importaba poder salvar a Deán y ahora tendría que buscar y
matar a algún otro demonio para lograrlo.
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