sábado, 27 de julio de 2013

SPN 3.05 Cuentos para dormir

Cuentos para dormir
Descripción Oficial
Los hermanos investigan una serie de asesinatos en un pequeño pueblo, en donde las muertes presentan grandes similitudes con algunos cuentos de hadas como  "Caperucita Roja", "Blanca Nieves" "Pinocho" "Hansel y Gretel". Mientras tanto, Sam invoca al demonio del crucero y la amenaza diciéndole que está dispuesto a destruirla, a menos que libere a Dean de su arreglo y se entera de un importante detalle del infierno y las almas.


Maple Spring, New York.
Un grupo de tres hermanos constructores afinaban los últimos detalles de materiales para empezar la construcción de una última casa en una nueva zona de colonos. Estaban discutiendo sobre los trabajadores cuando pudieron escuchar el rugido feroz de alguna cosa a sus alrededores.

— Eh, ¿qué ha sido eso? — pregunto el mayor de los hombres.

— No lo sé, quizás un perro. — dijo el de en medio.

— Es uno grande, — murmuro el mayor de los hermanos y regreso al pleno de la conversación.

— Bueno los carpinteros vendrán en la mañana... Mira esta madera, ¿eh?... Mírala. Es una porquería… ¿En donde ordenaste esto? — cuestiono el hermano de en medio al mas chico de ellos.

— Del mismo lugar de siempre. — se excuso el otro hombre.

— Deberíamos haber usado el hormigón que yo quería. — murmuro el hermano.

— ¿Sabes qué? Lo vuelvo a decir… Tú no estás al mando. — le dijo el mas chico y empezaron a discutir otra vez sobre sus cosas.

— Parecen niñas. — dijo el hermano mayor sin dejar de reírse, sus hermanos ya eran hombres maduros pero se seguían comportando como niños.

— Ya saben lo que va a pasar, un viento fuerte y todo el lugar se va a derrumbar. — aseguro el hermano de en medio.

— Sí, sí. Lo que tú digas. — se quejo el hermano menor, iban a volver a discutir pero se escuchó nuevamente el rugido feroz, mucho mas cerca esta vez.

— ¿Escucharon eso? — pregunto el hermano mayor y ante la negativa de sus hermanos, el solo se aventuro a buscar al animal en lo mas desacomodado de la construcción.

— Kyle, ven… Ya vámonos. — le grito el hermano de en medio, así que al no encontrar nada el hermano mayor regreso con ellos. Y apenas hacerlo, algo salto sobre el hermano menor y lo arrastro hasta detrás de unos tubos, solo se podían escuchar los gritos del hombre y luego sus sangre salió volando por todas partes.
.
— ¿Qué esta pasando? ¡Jack! — grito el hermano de en medio y entonces la cosa salió de su escondite y salto sobre él. El hermano mayor salió corriendo tanto como pudo y se escondió tras unos bloques de madera pero un segundo mas tarde, la cosa lo encontró también.

El ataque de una supuesta bestia feroz corrió como pólvora por internet, así que los chicos Winchester apenas enterarse de lo inusual del asunto decidieron viajara, bueno había sido una votación de dos (Deán y Jeff) contra Sam, que tenia otro caso en mente. El ir tras el demonio del crucero.

— Es que no lo entiendo, Deán… ¿Por qué no? — preguntaba Sam fastidiado y por enésima vez en el día.

— Porque yo lo digo. — respondió Deán

—  ¡Tenemos la Colt ahora! — grito Sam, ese era su mejor argumento y estaba completamente convencido de que esa demonio rubia les había dado el arma por alguna razón, como ayudar a su hermano a salir del pacto.

— Sam — le advirtió Deán para que se callara pero no funciono.

— Convocamos a la demonio del crucero. — empezó a explicar Sam

— No vamos a convocar a nadie — exclamo Deán al mismo tiempo.

— Sacamos la colt y la obligamos a que cancele el trato — agrego Sam

— ¡Ni siquiera sabemos si funcionará! — le grito Deán hecho una furia, no le gustaba nada tener que estar hablando de ese tema, del cual ya no había remedio.

— ¡Entonces la matamos! ¡Si muere, el trato se cancela! — aseguro Sam

— ¡No sabemos eso, Sam! Solo estas dándome especulaciones ¡Y eso no es suficiente!... Porque si algo sale mal. ¡Tú mueres! — le grito Deán

— ¡Y si no lo intentamos tu mueres! — le grito Sam como respuesta y hubo un silencio bastante incomodo dentro del impala, Deán sabia que su hermano tenia razón con lo que estaba diciendo pero si ponían las cosas en balanza, la vida de Sam era mas valiosa.

— ¡Sam, ya basta! No quiero tener esta conversación. — le grito Deán.

— Quiero cambiar mi voto. — murmuro Jeff desde atrás. Siempre permanecía callado en las discusiones de sus hermanos, pero en este tema si que no podía. No con Sam tan molesto y Deán actuando como idiota.

— Lo siento, eso no es posible. — le dijo Deán.

— ¿Por qué, porque tú lo dices? — pregunto Sam con ironía.

— ¡Sí, porque yo lo digo! — grito Deán exasperado.

— ¡Pues tu no eres papá! — grito Sam y se provoco un nuevo silencio incomodo, Sam tenia  tanta razón en sus palabras.

— No, pero soy el mayor… Y hago lo mejor que puedo, así que olviden eso… ¿entendieron? —Exigió Deán, Sam no respondió nada, solo se quedo callado y con la mirada triste hacia afuera del impala. Jeff solo suspiro.

— Háblame de ese asesino psicótico… Vamos Sam, háblame de él. — comento Deán para recuperar el control de la conversación y romper el silencio.

— El asesino psicótico... desgarra a las víctimas con ferocidad bestial. — comento Sam, aun sin nada de ganas de hablarle a su hermano mayor, era increíble que estuviera preocupado por otras cosas, pero no por su vida.

— ¿Pero no menciona si tiene dientes afilados, garras gigantes, ojos de animal? — pregunto Deán.

— No, pero el ciclo lunar es correcto — comento Sam

— Si pero… si es un hombre lobo, hay poco tiempo… el viernes hay luna llena y es ultimo día que cambiara en el mes. — comento Jeff, recordando que Alcide se lo había comentado unos días antes.

— ¿Dos días?... No esta mal. —  aseguro Deán y regreso la vista al frente, pisando el acelerador del impala  a fondo.

Los hermanos lograron llegar a New York  para el amanecer, seguían sin hablarse mucho pero Sam y Deán tuvieron que tragarse su enojo y unirse nuevamente para el primer interrogatorio del caso. Había sido toda una suerte pero el hermano mayor de los constructores, había logrado salir con vida del ataque.

— Soy el detective Plant… Éste es el detective Page, venimos de la oficina del comisario. — les presento Deán al pobre hombre herido del hospital.

— Sí, los esperaba. — murmuro el hombre.

— ¿En serio? — pregunto Deán alucinado, jamás habría espera tal respuesta de una victima de lo sobrenatural.

— Si, los esperaba esta mañana… ¿Son los artistas de retratos, no? — pregunto el hombre, los hermanos se miraron con cierta preocupación ante el plan.

— Por supuesto… Sí, aun que el artista es mi compañero… Las cosas que puede hacer con el lápiz, oh es grandioso. — dijo Deán al pobre hombre y Sam lo miro impresionado, lo acababa de embarcar en una situación de dibujos. Eso era muy malo. — Pero escuche, antes de empezar con eso...quiero preguntarle, ¿cómo escapó? — pregunto Deán.

— No... No tengo idea. Estaba escondido, y me encontró… El iba a atacarme y entonces... se detuvo… me vio con una mirada extraña y… Después de eso, se fue corriendo. — conto el hombre.

— De acuerdo… Voy a necesitar todos los detalles físicos que pueda recordar. — le pidió Sam, sacando una libreta para fingir hacer un dibujo del sospechoso.

— Sí, um... Medía más o menos metro ochenta... cabello negro. — comento el hombre y Sam fingió trazar un par de líneas en la hoja de papel.

— ¿Qué hay de sus ojos? ¿De qué color eran? — pregunto Sam

— ¿Puede que... azules? Estaba oscuro. — aseguro el señor.

— ¿Le parecieron... animalescos? — sugirió Deán

— ¿Perdone? —  pregunto el hombre impresionado, era obvio que realmente no sabia nada de lobos o cosas por el estilo.

— ¿Qué hay de sus dientes? ¿Notó algo inusual en ellos? — pregunto Sam, si no tenían nada los ojos, debían preguntar sobre cosas características de un sujeto en transición a lobo.

— No, eran sólo dientes. — murmuro el hombre,

— Dientes. Claro… ¿Y cómo eran sus uñas? — ahora pregunto Deán.

— Miren, era un sujeto normal… Con ojos, dientes y uñas normales. — dijo el sujeto desesperado, no entendía porque le estaban preguntando esas cosas tan estúpidas, ni porque no lo comprendían.

— Mire señor, está bien si...

— No… No… Eran mis hermanos, esa cosa...  esa cosa mató a mis hermanos… ¿Qué sentiría usted? — le grito el hombre a Sam

— No me imagino nada peor. — murmuro Sam y se quedo cabizbajo ante la idea, Deán lo vio y por primera vez noto lo mucho que el asunto le estaba afectando a su hermano.

— Sé que esto no es fácil... pero si puede recordar mas detalles. — dijo Deán al sujeto, todo con el fin de distraerse del dolor de Sam y no sentirse culpable.

— Había una cosa más… Tenía un tatuaje en el brazo, una caricatura… el que persigue al correcaminos. — comento el hombre.

— Wile E. Coyote. — dijo Deán emocionado.

— Sí, ese. — murmuro el sujeto enfadado, la actitud de esos supuestos dos policías no le estaba agradando para nada. Entonces entro un Doctor a la habitación.

— ¿Kyle? ¿Cómo estamos? — le pregunto al enfermo.

— Bien, creo. — murmuro el sujeto, realmente su estado de animo no era muy bueno y quien podría culparlo por ello. Acababa de perder a su familia.

— ¿Es el doctor de Kyle? ¿Puedo preguntarle algo? — le pregunto Deán.

— Claro. — dijo el Doctor, le checo los signos vitales al sujeto y salió con Deán al pasillo para obtener privacidad.

—  ¿No va a enseñármelo? — pregunto el hombre al ver que Sam estaba por marcharse detrás de su hermano.

— Oh, sí. Es... ya sabe... sólo un boceto. — balbuceo Sam y le entrego la libreta con el dibujo. Era la peor caricatura en la historia, un sujeto con cuerpo de salchicha, garras en las manos, rayones feos como cabello y ojos, en fin, era un desastre total.

— si, si… este es. — murmuro el sujeto con ironía, estaba tan triste que ya no le importaba que el supuesto dibujante no hiciera bien su trabajo.

Los hermanos se quedaron un rato más en el hospital, hasta que obtuvieron la información necesaria del caso. Cuando iban de salida del lugar, a Sam se le cayó el dibujo del supuesto atacante y cuando Deán lo levanto del suelo, se empezó a reír como loco.

— jaja, es toda una obra de arte, en serio. — decía sin parar de reír.

— Sí, como si tú hubieras podido hacerlo mejor…. ¿Que te dijo el doctor acerca de los hermanos de Kyle? — pregunto Sam para cambiar el tema, aun no estaba contento con su hermano como para soportarlo con sus bromas.

— No mucho, ellos murieron en el lugar pero me dio una copia del reporte del forense.

— No me digas, ¿les faltaba el corazón? — sugirió Sam

— No, pero sí trozos de sus riñones, pulmones e intestinos. — narro Deán, y ambos hicieron muecas de asco por estarse imaginando lo descriptivo de la imagen.

— Eso es raro. — aseguro Sam

— Si, no es conducta de hombre lobo. — aseguro Deán.

— Entonces, ¿Qué? ¿Un demonio?... El atacante podría haber estado poseído. — sugirió Sam, no había mas criaturas con la capacidad de destrozar personas en segundos y en plena civilización.

— ¿Un demonio porque se detendría a medio ataque? — pregunto Deán, el tenia experiencia con el tema y había visto muchas veces las masacres de los demonios, ellos eran salvajes y sin conciencia como para dejar un testigo vivo.

— Creo que, eh, podría haber... No tengo ni idea. — dijo Sam rendido y por primera vez en mucho tiempo, sin ninguna explicación posible.

— Ni yo. — murmuro Deán. Abrió la puerta del motel y se encontró con algo inesperado, una pequeña mancha de sangre en el suelo que no estaba cuando se hospedaron, así que el primer impulso de ambos chicos fue sacar él sacar sus armas.

— ¿Jeffrey? — pregunto Sam preocupado y entonces salió Jeff del baño, con un pedazo de papel higiénico cubriéndose la nariz.

— Ha sido un accidente. — murmuro el niño, los chicos guardaron sus armas y volvieron a respirar con tranquilidad.

— Déjame ver. — le dijo Sam y se le acerco para comprobar que la sangre seguía a escurriéndole por las fosas nasales. — Voy a apretarte en la frente y no quiero que bajes la cabeza, ¿de acuerdo? — le dijo Sam, Jeff solo asintió y coopero.

Mientras tanto, en el bosque del pueblo. Una pareja de campistas estaban en busca de una aventura salvaje, pero no tenían ni idea de que lo salvaje los estaba buscando a ellos también.

— Ya tengo hambre… ¿Dónde están todas las barritas energéticas? — preguntaba el hombre mientras revisaba las mochilas de campo.

— Te las comiste todas… Y estamos perdidos. — aseguro su mujer.

— No estamos perdidos… El camino está aquí mismo. — protesto el sujeto y siguió caminando por un camino improvisado de tierra y maleza, luego se alegro de ver que no estaba tan equivocado pues había una casa.  — Mira, allí. — indico a su mujer.

— Que anticuada— murmuro la mujer apenas ver el sitio, era una casita pequeña con chimenea y mucha plantas.  — Gracias a dios. — agrego, caminaron hasta la casa y una anciana salió para verlos.

— ¿Se encuentran bien? — les pregunto.

— Hola, en realidad estamos.

—  Perdidos. — agrego la esposa, sabia que su esposo era tan machista como para no reconocer su situación actual.

— Oh, si eso pasa, el camino es difícil y mi casa es la única que queda por aquí… yo podría indicarles la dirección, pero temo que eso tomara un tiempo… están muy… adentro del bosque. — les explico la anciana.

— Buen trabajo, Ken. — murmuro la esposa molesta, si hubieran parado 20 kilómetros antes como le había dicho, no estarían en esa posición.

— ¿Les gustaría pasar a descansar un poco? — ofreció la anciana.

— Umm, sí — murmuro el hombre, apenas ver que en la ventana había un pastel recién horneado, se estaba muriendo de hambre.

— Gracias, pero tenemos que volver. — dijo la esposa, algo en todo aquello le daba desconfianza.

— Vamos cariño… nos invito, es inofensiva ¿Qué podría pasar? — le dijo el esposo, el hambre estaba hablando por el y no razonaba.

Así que el matrimonio termino entrando a la casa de la anciana y por suerte para el hombre, la mujer les ofreció montones de deliciosa comida  Todo era tan genial, hasta que no pudieron ni con un bocado más.

— ¿Seguro que no quieres más? — les insistió la mujer.

— No, gracias… Estoy lleno. — dijo el hombre sorprendido pues pocas veces en su vida se había llegado a sentir de esa manera.

— Tenemos que irnos… No sabemos como agradecerle. — dijo la esposa, ero en ese momento su marido cayo al suelo, quejándose por algún dolor y luego a ella le empezó a dólar el estomago también.

— ¿Qué sucede? Acaso... ¿Nos drogo? — pregunto la esposa tras darse cuenta de que ni siquiera podía caminar.  La anciana tomo un afilado cuchillo y se acerco a ellos con la peor cara que alguien quisiera ver en la vida.

— Pare… Por favor señora, espere. — rogaba la esposa.

— No te preocupes, todo está bien… Solo quédate quieto, cariño. — le dijo al esposo y entonces lo apuñalo con el cuchillo en el estomago.

— ¡Deténgase! ¡Pare! ¡Pare! ¿Por qué hace esto? — gritaba la esposa pero eso no detenía a la vieja, pues ella seguía cortando y destazando a su marido en pedazos. En un guiño de desesperación la esposa giro la mirada hacia otra parte y alcanzo a ver por un segundo a una hermosa niña. Mirándolos desde fuera de la ventana.

Mientras tanto el motel., Sam no pudo detenerle el sangrando a su hermano. Así que los dos mayores decidieron llevarlo al hospital para que lo atendieran.

— Fue muy raro Deán, le hice un torniquete y ni así se le detuvo el sangrado. — comento Sam

— Tienes razón, esa cantidad de sangre no es normal para un chico… ¿Qué clase de golpe tuvo que darse para que eso pasara? — comento Deán, igualmente sin entender lo que estaba pasando. Había visto boxeador y jugadores de americanos ser golpeados fuertemente, pero jamás había visto tanta sangre.

Paso un rato en la sala de espera para que el Doctor saliera a ver a los chicos, era un mundo pequeño y se trataba del mismo doctor que atendía al sobreviviente de la construcción.

— Detectives, que sorpresa... es un lindo gesto que acompañe a su compañero en estos momentos — dijo el doctor a Sam, pues según los papeles de ingreso Deán (el detective Plant) era el único pariente del chico.

— Si, hem... somos como una familia — comento Deán sonriente para ocultar sus nervios ante la posible caída de su cubierta. — ¿Cómo esta mi hermano?

— Esta bien,  aun que… toda esa sangre, me preocupa un poco…. ¿Usted tiene alguna idea de que le paso? — pregunto el doctor.

— No, cuando lo encontré ya estaba así… supongo que debió estar jugando y se golpeo, ya sabe como son los niños hoy en día ¿no? — dijo Deán y empezó a reír en voz baja. — En fin, ¿lo puedo pasar a ver? — pregunto.

— Por ahora no, estaba muy alterado y lo hemos tenido que sedar. — comento el doctor.

— Si, hem… le tiene miedo a la sangre. — comento Sam

— Es comprensible a su edad yo mismo le temía a la sangre… pero voy a mantenerlo aquí en observación, como ya les dije…. Aun estoy un poco preocupado. — dijo el doctor, entonces llegaron los paramédicos con una mujer en la camilla y los hermanos lograron escuchar que se trataba de otro ataque salvaje.

Los hermanos dejaron esperar un poco de tiempo y cuando la policía local se fue del hospital, se metieron a la habitación de la nueva victima.

— Tenemos que observarte... las drogas aun pueden estar en tu sistema. — le decía el mismo doctor a la paciente que estaba muy inquieta.

— Debo irme, tengo que hacer los arreglos… por favor…  tengo que hacerlo. — seguía repitiendo la mujer una y otra vez.

— Eso puede esperar, ahora necesitas descansar… quédese, regreso en unos minutos. — le insistió el doctor y salió de la habitación, cruzando con los Winchester en la puerta.

— Detectives… ¿Qué rayos sucede aquí?. Todo mi pueblo esta loco. — les dijo en voz baja

— Se lo diremos cuando sepamos. —  aseguro Sam y el sujeto se fue para darles privacidad con la paciente.

— ¿Señorita Watson?... Hola. Tenemos algunas preguntas. —  le dijo Deán y le mostro las placas de detectives de N.Y.

— ¿Tenemos que pasar otra vez por esto? ¿Ahora? — pregunto la mujer cansada, en la ultima hora ya se había entrevistado con muchos policías y eso le cansaba.

— Intentaremos ser breves. — aseguro Sam, le preocupación por Jeff le estaba matando y no tenia tiempo para las cortesías con extraños.  — Señorita Watson, ¿Quiere decirnos como escapo? —  le pregunto Sam

— No comí tanto como Ken, así que no estaba tan drogada… Y cuando la vieja estaba, rellenando a Ken… yo la empuje y se cayó, se golpeo la cabeza — explico la mujer. — ¿Está muerta, verdad? ¿La maté? — pregunto entre lagrimas.

— ¿Tiene idea de por qué les hizo esto? — pregunto Deán, tenían que establecer un patrón para poder llegar al fondo de todo.

— No… Un momento, sólo era una amable anciana... y al siguiente, era como un monstruo. — aseguro la mujer.

— ¿Puede recordar algo más? — pregunto Sam

— Sí… ¿Encontraron a una niña allí, por casualidad? — pregunto consternada y trayendo los recuerdos a su mente.

— ¿Una niña? ¿En la casa? — pregunto Sam, según los rumores solo habían encontrado el cuerpo de la vieja y el esposo además de la mujer en el sitio. Quizá esa niña era otra cosa.

— Creo que la vi afuera de  la ventana… Y solo desapareció, se desvaneció en el aire… debieron ser las drogas. — comento la mujer, los Winchester se miraron con cautela pues para ellos, eso si que tenia mucho sentido.

— La niña que desapareció, ¿Cómo era? —  pregunto Deán.

— ¿Eso importa?

— Sí, cada detalle importa.  — Aseguro Sam

— Tenía el cabello negro... y la piel muy blanca. Tenía unos 8 años, era muy hermosa… Fue raro verla en medio de algo tan horrible. — dijo la mujer, los Winchester le dieron las gracias y salieron del cuarto.
Antes de decirse a hacer otra cosa sobre el caso, Sam y Deán se metieron a la habitación de su hermano, quien recién había abierto los ojos.

— ¿Cómo te sientes, campeón? — le pregunto Deán a Jeff.

— Hum… ¿Por qué me trajeron aquí?... me quiero ir a casa. — se quejo Jeff, lo que era signo de que ya se sentía mejor.

— Nos diste un gran susto Jeffrey, no teníamos opción…. Te pudiste hasta desangrar. — comento Sam en pánico ante la idea de perder a otro miembro de su familia.

— Hablando de eso… ¿Qué fue lo que paso? ¿Porque te empezó el sangrado? — le pregunto Deán, Jeff se quedo con la mirada fija en el techo unos segundos. — Jeffrey. — le presiono Deán para que hablara.

— No lo se, lo juro… yo solo estaba hablando con…. Bobby, por el celular y en un segundo la sangre me empezó a escurrir por la nariz. — conto Jeff, pero por alguna razón sus hermanos no lo notaban tan seguro de lo que estaba diciendo.

— Oh, no… otra vez, no. — alcanzo a murmurar Jeff antes de sentarse en la cama con sangre escurriendo por su nariz otra vez.

— Quédate con él, voy a buscar al Doctor Garrison. — ordeno Deán y salió del cuarto, Sam se sentó en la cama y le puso un pañuelo a su hermano en la nariz.

— No puedo respirar… la sangre no me deja. — dijo Jeff con dificultad y con lagrimas en el ojos por la sensación del aire yéndose de sus pulmones.

— Tranquilo, tranquilo… respira por la boca mientras tanto. — le dijo Sam y con mucho trabajo Jeff lo hizo. El Doctor llego unos segundos después y con ayuda de unas enfermeras le hicieron un nuevo torniquete a Jeff y le detuvieron el sangrado.

A Sam le vino la corazonada de que lo que tenia Jeff estaba conectado de alguna manera con los asesinatos, así que en compañía de Deán fueron a revisar el ultimo sitio del ataque, tenia que haber alguna pista ahí.

— Bueno, no hay azufre en ninguna parte. — comento Deán tras revisar los muebles.  — ¿Qué pasa con el EMF? — pregunto.

— Sí, esta como loco... más aquí, junto a la ventana… Definitivamente hubo un espíritu aquí. — aseguro Sam, ahora estaba convencido de que la mujer del hospital no estaba loca y si había visto a una niña, una fantasma.

— Un espíritu que estuvo fuera de la escena del crimen, solo observando… ¿Qué diablos piensas de eso? — le pregunto Deán.

— En realidad, tengo una teoría… O algo así. — aseguro Sam

— Dímela

— Bueno, tiene que ver con los cuentos de hadas. — exclamo Sam, Deán lo miro en blanco por un segundo y se rio en voz baja.
— Oh, eso es... muy lindo… ¿Piensas seguido en eso? — Pregunto Deán,  lleno de ironía por lo tonto que sonaba el combinar cuentos de hadas con cosas de lo sobrenatural, simplemente eran opuestos.

— No Deán, hablo de los asesinatos… El marido y la chica caminando por el bosque y  una mujer mayor intentando comérselos… Eso es de "Hansel y Gretel"…  Entonces tenemos tres hermanos discutiendo sobre construir casas y atacados por el lobo feroz — explico Sam

— Como en "Los tres cochinitos". — agrego Deán, ese era el único cuento que su padre le llego a contar alguna vez de pequeño.   — Y en realidad estaban  algo llenitos—  se burlo. — ¿Creí que todas esas cosas terminaban en vivieron felices para siempre?

— No, no  los originales… Mira, los cuentos de los hermanos Grimm... eran más bien el folclore de su tiempo… Llenos de sexo, violencia, canibalismo... Que se dulcificaron con los años… Y se convirtieron rápidamente en películas de Disney y cuentos para dormir. — explico Sam

— Y, ¿crees  que los asesinatos son una recreación?... Es un poco loco Sam

— ¿Tan loco como qué? ¿Cómo nuestra vida diaria? — pregunto Sam con ironía.

— Touché — murmuro Deán, escuchándolo de esa manera hasta parecía remotamente normal para sus vidas. — ¿Y donde entra Jeff en todo esto? — pregunto.

— Yo creo que… el es pinocho. — murmuro Sam

— ¿Pinocho? ¿Ese quien es? — pregunto Deán confundido.

— Pinocho era un títere que tenia vida y que no podía decir mentiras porque si lo hacia, la nariz  le crecía y lo delataba… pero el era de madera, así que creo que… las fosas de Jeff sufren alguna alteración cuando miente y… por ello sangra…. Quiero decir, tú lo viste en el hospital antes de sangrar, nos estaba mintiendo Deán. — explico Sam, era la única explicación que tenia.

— Bien, eso tiene sentido, de una forma loca pero… ¿Y donde encaja la niña fantasma?

— Debió estar aquí por alguna razón y también te apostaría que estuvo en la construcción ese día. — comento Sam

— Tenemos que investigar ahora, ¿no? — pregunto Deán y Sam asintió, algo le decía que no tenían mucho tiempo para descubrir que estaba pasando sin que alguien mas saliera lastimado.

Mientras tanto en el hospital, Jeffrey se había recuperado del último ataque de sangre que tuvo pero el Doctor continuaba en la habitación, simplemente observándolo por si algo más ocurría.

— Doc., no se ofenda pero… ¿no tiene mas pacientes enfermos? — pregunto Jeff desde la cama.

— Si, los tengo… pero si estuvieran sentido mal, esta cosita. — enseñándole un aparatito en su bolsillo. — Ya me lo hubiera indicado… por ahora, solo estoy preocupado por ti, tu caso no se ve todos los días… Y no podemos permitir que la sangre te vuelva a salir, no sin provocarte una hemorragia grave. — dijo el doctor, Jeff se estremeció un poco y eso le dejo ver al hombre que estaba frente a un niño y debía ser cuidadoso con sus palabras. — No te asustes, estas a salvo aquí jovencito.

— Si, lo se… solo… solo estoy cansado… ¿no me podría dar algo para dormir? — dijo Jeff, el Doctor le sonrió y entonces le dio un libro que estaba en la repisa. — ¿Un libro de cuentos? ¿Enserio? — pegunto Jeff alucinado.

— Si, creo que te hará bien estar despierto un rato más… ¿no me digas que no te gustan los cuentos? ¿A que niño no le gustan? — pregunto el doctor.

— Me gustaban, cuando tenía 7… Ya no soy un niño doctor. — Se quejo Jeff haciendo pucheros que hicieron al hombre sonreír.

— Si lo eres hijo, si lo eres. — dijo el Doctor y salió de la habitación, Jeff suspiro con enojo y no tuvo mas que ponerse a leer el libro de cuentos, hasta que se quedo profundamente dormido. Vaya que ese Doctor tenía sus trucos.

Mientras tanto, Sam y Deán se dividieron la búsqueda de información sobre el caso para cubrir más terreno. Y como siempre Sam obtuvo su trabajo mucho más rápido y paso para recoger a Deán a la biblioteca.

— ¿Y bien? — le pregunto apenas verlo salir.

— Revise todos los registros, tiene un cantidad normal de muertes infantiles violentas… ¿sabes cuentas fueron niñas pálidas de cabello negro? — pregunto Deán molesto, lo que nunca era bueno.

— Cero. — murmuro Sam

— Cero… ¿sabes cuantas niñas de cabello negro se han perdido? — pregunto Deán pero no hizo falta ninguna respuesta. — Exacto otra vez.  Zip. Zilch. Nothing… Dime que tienes algo bueno... porque yo solo desperdicie seis horas. — se quejo Deán.

— Bueno, ¿has oído hablar de Lilian Bailey?... Fue una médium británica de 1930. — dijo Sam

— ¿Le gustaban los cuentos de hadas?

— No, los trances…  ella se ponía en un estado inconsciente donde, escucha esto… sus pensamientos y acciones eran totalmente controlados por espíritus — explico Sam

— ¿El fantasma titiritero?... ¿Crees que es lo que está haciendo esa niña?... Poner al lobo y a la vieja en transe… y obligarlos a matar. — cuestiono Deán. 

— Podría ser… No se, como en una hipnosis de espíritu o algo así.

— Entiendo los trances, pero... ¿trances de cuento de hadas?... Es extraño, incluso para nosotros. — aseguro Deán, empezaron a caminar y entonces un sapo gordo y feo paso brincando enfrente de ellos.

— Sí, tienes razón… Esto es completamente normal. — exclamo Sam, el sapo había sido una referencia obvia de los cuentos de hadas.
— De acuerdo, tal vez  sean cuentos de hadas, cuentos bastante perversos... pero si te digo que yo no voy a besar al sapo. — dijo Deán con ironía.

— Eh, mira eso. — dijo Sam, ignorando el ultimo comentario y señalando la casa de enfrente, donde había una enorme calabaza en el patio con unos ratones corriendo a su alrededor también.

— Sí, falta poco para Halloween. — comento Deán.

— ¿Te acuerdas de Cenicienta?... La calabaza que se vuelve carroza... y los ratones que se convierten en caballos. — conto Sam, lo que estaban viendo también era una clásica referencia de cuento, al menos para él.

— ¿Te estas volviendo gay? — pregunto Deán molesto, ese tipo de comentarios de cuentos de princesas no hacían mucha gracia. — No me contestes. — le dijo a Sam tras ver su expresión de enojo en el rostro.

Pese a no entender la referencia del cuento, Deán forzó la puerta de la casa y ambos se metieron, encontrando un desastre a su paso.

— Oh, ¿quién sabe?... Quizás encuentre a tu hada madrina. — murmuro Deán con ironía.

— ¡Auxilio! ¡Estoy aquí! — se escucho gritar a una joven con desesperación, los Winchester corrieron lo mas rápido hasta el sótano y la encontraron. Era una joven rubia, de unos 17 años que estaba toda golpeada y además encadenada.

— Hey. Hola. Está bien… tranquila, nosotros la ayudaremos. — le decía Sam para calmarla y no atraer al atacante.

— Tienen que sacarme de aquí, es una lunática. — aseguro la joven.

— ¿Qué ha ocurrido? — pregunto Sam, aunque ya tenia una idea clara de que podía haber pasado, el cuento de la Cenicienta.

— Mi madrastra... se ha vuelto loca, me grito, me pego y me encadeno. — conto la joven con lagrimas en los ojos.

— ¿Dónde está ahora? — pregunto Sam

— No lo sé.

— Sam — indico Deán y cuando Sam volteo la mirada, logro ver a la pequeña niña que habían estado investigando. Los estaba viendo con cierta tristeza y luego empezó a caminar, Deán la siguió hasta la sala.

— ¿Quién eres? — pregunto Deán al tenerla frente a frente, la niña lo miro fijamente antes de desaparecer en el aire, dejando una manzana roja en el suelo, como única prueba de su aparición.

Deán tuvo que salir un momento de la casa, tomar el aire y pensar en lo que estaba pasando pero Sam se tuvo que quedar dentro para ayudar a la cenicienta y asegurarse de que la policía se llevaba a la Madrastra como medida provisional.
— La ambulancia se ha llevado a Cenicienta. — dijo Sam apenas reunirse con su hermano.

— Que bien, ahora… niñita… manzana roja, supongo que eso significa algo para ti. — aseguro

— Es Blanca nieves. — murmuro Sam a medio suspiro, el tono de su hermano era pura ironía y burla.

— ¿"Blanca nieves"? Oh si, vi esa película… La versión porno, al menos… Había una madrastra mala, si que era mala. — exclamo Deán divertido.

— Hay una madrastra malvada e intenta matar a Blanca nieves con una manzana envenenada. — conto Sam

— Pero la manzana no la mata realmente, ¿O si? — por fin Deán se lo tomaba enserio.

— No... La sumerge en un sueño profundo, tan profundo que parece muerta. — explico Sam y esa idea les dio una nueva teoría para el caso, estaban buscando en el sitio equivocado desde el principio.

Así que los hermanos regresaron al hospital para investigar a las niñitas que como blanca nieves estuvieran como muertas en vida, ósea comatosas.

— No, lo siento... No tenemos ninguna niña en coma. — les dijo la enfermera.

— ¿Segura? — pregunto Deán cansado ante tantas vueltas y largas que el asunto se había estado tomando.

— Si, la mayoría son adultos, y bueno esta Callie… Ha estado aquí desde que yo llegue. — comento la mujer.

— ¿Callie?

— Sí, es tan triste… Pobre Doctor Garrison, jamás la abandona. — agrego la enfermera.

— ¿Callie era una de sus pacientes? — pregunto Sam, de alguna manera ese Doctor había estado involucrado con todos los casos desde el inicio y eso era un poco sospechoso.

— No, es su hija. — comento la enfermera, los hermanos se quedaron en banco pues eso explicaba muchas cosas. Así que fueron en busca del Doctor y lo encontraron en la habitación de Callie, leyéndole el cuento de caperucita roja.

— Solo abre la puerta — grito la abuela — No me puedo levantar. — El lobo giro la perilla y la puerta se abrió, entro a la casa y fue directo con la abuela y se la comió.

Sin saberlo y mientras se narraba esa parte del verso, una abuela de la localidad era atacada en su propia camioneta por el mismo lobo del ataque a los cerditos, el sujeto poseído.

El cazador entro a la casa y en la cama estaba el lobo, así que el cazador tomo unas tijeras y abrió el estomago del lobo.

El Doctor dejo de leer apenas percatarse que los chicos estaban ahí.  — Detectives, díganme— les dijo y cuando se dio la vuelta, dejo ver que Callie ya no era aquella niña fantasma, era una adolescente en coma realmente.

— Nos enteramos de que callie es su hija — dijo Deán con algo de rudeza.

— Y queríamos decirle que lo sentimos — agrego Sam

— Pues gracias, ¿me disculpan? — pidió el Doctor y salió de la habitación, realmente nunca hablaba del estado de Callie y mucho menos con desconocidos.

— ¿Podemos acompañarlo? — pidió Deán, caminando a sus espaldas. — ¿Cuanto tiempo lleva Callie así? — pregunto y el Doctor los miro con mucha expectación.

— Solo es curiosidad, no nos imaginamos lo duro que debe ser para usted el verla así— comento Sam para no alterarlo y levantarle mas sospechas.

— Si, no es fácil… ha estado así desde los ocho años — les conto el Doctor.

— ¿Fue cuando se enveneno? — pregunto Sam

— Si, ingirió blanqueador… nunca supe como llego la botella a sus manos, mi esposa la encontró y la trajo a urgencias… donde yo estaba de servicio. — dijo el hombre.

— ¿Su esposa era madrastra de Callie? — pregunto Deán, aun que ya estaba seguro pues en todos los casos anteriores, los cuentos se habían ajustado a la realidad.

— En realidad si, ¿como supo eso? — pregunto el hombre, realmente impresionado y empezando a sospechar que los muchachos sabían mas de lo que decían.

— Adivine — murmuro Deán.

— Bueno, ella fue la única madre que Callie tuvo… mi esposa falleció hace un año y… solo quedamos mi hija y yo... es todo lo que me queda — aseguro el doctor y los hermanos no pudieron evitar el sentirse culpables, le iban a tener que arrebatar a la niña pero era para salvar a las personas del pueblo, no era justo pero si necesario.  — Disculpen debo regresar al trabajo — les dijo y se fue-

— Bueno tenias razón, es blanca nieves en vivo — dijo Deán a Sam

— Si, la madrastra envenena a la niña y la pone a dormir, ¿cual crees que sea el móvil? — le pregunto Sam, el no entendía de personas locas tanto como Deán.

— Si, puede ser como Misha Barton, la de sexto sentido no la de THE O,C — explico Deán.

— ¿Que? — pregunto Sam, no tenia ni idea de que estaba hablando su hermano. Deán sonrió porque ahora se invertían los papeles con lo de los cuentos.

— Oye tu sabes de cuentos, yo de cine… Ella llama al fantasma y luego… ¿recuerdas que la mama tenia esa cosa de mantener enfermos a los hijos por la atención?

— Si, si, el síndrome Munchausen, puede ser — murmuro Sam

— Digamos que todos estos años, Callie ha sufrido en silencio porque nadie sabe lo que su mami le hizo — dijo Deán.

— Y después de todo este tiempo, se ha enojado más y más… Y finalmente empieza a estallar. — aseguro Sam

— Mientras, tiene que escuchar a su papá contándole esos cuentos perversos... sobre un lobo hambriento o una anciana caníbal… Es vuelve loco a cualquiera. — agrego Deán, ahora todo el caso ya tenia sentido pero seguían teniendo un problema.

— Muy bien, pero... ¿Cómo vamos a detenerla?... ella seguirá aquí mientras su padre mantenga su cuerpo. — explico Sam

— Así no podemos quemar los huesos. — murmuro Deán.

— ¿Tú crees? — pregunto Sam con ironía, no se podía creer que su hermano siquiera estuviera pensando en esa posibilidad para acabar con la niña.

En ese momento llegaron un grupo de paramédicos a toda velocidad, traían en la camilla a una anciana herida y los hermanos escucharon comentar el diagnostico:

Mujer de 72 años… Sufre múltiples lesiones y perforaciones… Pulso 80 sobre 40 y descendiendo… Taquicardia sinusal.

— ¿Es una mordida? — se pregunto Sam al ver el cuerpo de la mujer.

— Parece que fue mordida por un perro rabioso o un lobo. — comentaban los paramédicos y eso les pareció ligeramente familiar a los chicos.

— ¿Cuál fue la historia que el Doctor Garrison le estaba leyendo a Callie? — pregunto Deán.

— "Caperucita Roja"— murmuro Sam, claro que la historia volvía a encajar, así que se acercaron con los paramédicos por más información.  — Disculpe. ¿Fue la única víctima? — pregunto Sam, pues en el cuento había dos figuras clave que morían.

— Estaba tirada en la calle, apenas viva, sola. — le dijo el paramédico.

— ¿Tiene parientes? — pregunto Deán y el hombre reviso rápidamente los papeles del seguro.

— Hem, tiene una nieta. — respondió

— ¿Tiene una dirección? — pregunto Deán, el paramédico le mostro rápidamente la hoja de los datos. — Gracias. — le dijo Deán y empezó a caminar a toda prisa, Sam detrás suyo.  — Busca la forma de detener a Callie. — le dijo

— ¿Qué vas a hacer? — pregunto Sam, la mirada de Deán no le daba nada de confianza, estaba seguro de que cometería alguna locura y  eso le daba miedo.

— Voy a detener al Lobo Feroz… Es lo más raro que he dicho en toda mi vida. — dijo Deán y salió corriendo del hospital. Sin embargo ya era algo tarde, pues el lobo se había hecho pasar por la abuela y fue a recoger a la nieta a la escuela. La pobre niña iba vestida con una sudadera roja, se metió a la camioneta roja de la abuela y ahí fue raptada por el malvado hombre.

Mientras tanto en el hospital, Jeff acababa de despertar de su largo sueño, se estiro tanto como pudo y luego fue al baño. Fue cuando se miro al espejo que se dio cuenta de lo enfermo que lucia, estaba pálido, sus ojos aun tenían sueño y sentía miedo siquiera de respirar por la nariz.

Seguro que no le gustaría verte de esta forma — susurro una vocecita desde lo más recóndito de su cabeza, claramente era otra referencia al cuento. Era pepito grillo, solo que en este mundo se trataba de su conciencia y no de un grillo real.

— ¿Y porque debería importarme lo que piense Alcide de mi aspecto?... Oh, mierda… ya estoy hablando yo solo, genial Jeff, simplemente genial. — se decía Jeff a si mismo, se inclino en la llave del agua y se lavo la cara.

Porque te gusta, tú, yo, todos lo sabemos amigo… Alcide Herveux te gusta, aun que tenga como 30. — volvió a susurrar su mente.

— ¿Qué cosa? A mi no me gusta, yo no soy… Oh mierda. — antes de que Jeff se atreviera a decirlo en voz alta, su sangre se volvió a escurrir bajo su nariz y esta vez de manera mucho mas fluida que antes.

Sam estaba en el pasillo, pensando en como le diría la verdad al doctor cuando lo vio pasar, era como una señal del destino sobre que debía actuar rápido.

— Doctor Garrison, quiero hablar con usted. — dijo y empezó a seguirlo.

— Detective, ¿qué puedo hacer por usted? — volvió a preguntar el doctor.

— Bueno, um, es sobre Callie. — murmuro Sam y el hombre se quedo estoico hasta que se giro para verlo, completamente palidecido.

— ¿Mi hija? ¿Qué le pasa? — pregunto preocupado.

— Sabe, quizá... ¿podríamos sentarnos un momento? — sugirió Sam, lo que iba a pasar no iba a ser nada fácil.

— No. ¿Qué le pasa? — volvió a exigir el doctor.

— De acuerdo, um... Escuche doctor, no será sencillo… Lo que le ocurrió a Callie no fue un accidente. — Sam no pudo resistir más y fue directo al punto, algo le decía que ya no había mucho tiempo.

— ¿Disculpe? — pregunto Doctor alucinado, el tipo no le había dado nunca una buena vibra pero jamás lo creyó un loco.

— Lo siento, pero es cierto.

— No tienen idea de lo que le paso a mi hija. — aseguro el hombre.

— Hay cosas que usted no sabe, doctor... Sobre su esposa. — dijo Sa

— ¿Mi esposa? — le pregunto confundido.

— Doctor, su esposa envenenó a Callie. — aseguro Sam

— ¿Por qué me dice esas cosas tan horribles? — pregunto el Doctor hecho una furia, no podía concebir que un simple desconocido se estuviera atreviendo a hablarle de las dos cosas que mas le dolían, su esposa muerta y su hija en coma.

— Porque necesito que me ayude. — aseguro Sam pero el Doctor estaba tan enojado y asustado que salió corriendo.

— Aléjese de mí y de mi hija… ¿Entendido? — pregunto el hombre antes de encerrarse dentro de la habitación de su hija.

— Doctor, esto es... Por favor.  — dijo Sam a la puerta, se lo pensó un segundo pero termino por forzar la entrada y meterse a la habitación también.

— Voy a llamar a seguridad. — amenazo el Doctor.

— No, escuche... no tengo tiempo para hacérselo fácil… Si no me escucha, más personas van a salir heridas... porque Callie va a matarlas. — aseguro Sam

— ¿De qué rayos está hablando? — exigió saber el hombre.

— Va a pensar que estoy loco, pero entiéndame… Su hija Callie, sigue aquí, es un espíritu. — le dijo Sam y en lugar de que el hombre se pusiera como loco y gritara, se quedo pensativo y se sentó tranquilamente en la cama de su hija.

— ¿También la ha visto? — pregunto el Doctor, Sam no podía creerse que le estuviera preguntando tal cosa.  — La he sentido... A Callie… Su presencia, su olor... Incluso la vi de pie junto a los pies de mi cama... Pero nunca lo creí… Pensé que estaba soñando. — explico el Doctor.

—Eso no fue un sueño, ella se ve como cuando tenía 8 años… Vestido blanco, listón rojo en su pelo... Ha querido hablar con usted. — aseguro Sam, ahora entendía por completo la conducta del fantasma, solo se estaba comunicando por medio de los crímenes de cuentos, para poder dar a conocer su propia muerte.

— Usted no es policía —  murmuro el Doctor

— No.

— ¿Entonces quién es? — pregunto el sujeto

— Alguien que sabe un poco sobre estas cosas. — aseguro Sam con una sonrisa tranquilizadora y amigable.

— Pero dijiste que mi esposa envenenó a Callie. Eso... — El doctor estaba horrorizado ante tal idea y ni siquiera era capaz de decirla completa.

— Señor, Callie nos lo dijo. — le interrumpió Sam

— ¿Qué? — pregunto el hombre sin entenderlo bien todavía.

— No en muchas palabras, pero... A su manera... nos lo dijo. — aseguro Sam

— ¡Mi esposa amaba a Callie! Entonces... ¿cómo es eso posible? — pregunto el sujeto enojado ante la idea.

— No lo sé, pero lo es. — dijo Sam

— No, no. No te creo. — titubeo el Doctor y tanta desconfianza termino por hacer estallar a Sam

— Mire, Callie está matando gente, está enfadada… Está desesperada porque nadie la escucha, así que usted tiene que escucharla… Por favor... Escuche a su hija. — le rogo Sam, el Doctor se quedo pensativo unos segundos, hasta que asimilo la idea de que no perdería nada con intentar hablar con su hija. 

Mientras tanto, Deán llego a la casa de la Caperucita roja y rompió la puerta de la casa para poder entrar, el lugar estaba todo destrozado pero la pequeña niña yacía en la esquina de la sala, llorando.   

— ¿Estás bien? — le pregunto Deán.

— Sí. — murmuro la niña antes de gritar, pues el sujeto lobo se lanzo sobre de Deán con un cuchillo, empezaron a pelear a puño limpio hasta que el lobo alzo a Deán en el aire y luego lo estrello contra el suelo una y otra vez. Deán logro tomar unas tijeras para su defensa y lo derribo con sus pies. La pequeña Callie estaba mirando desde fuera hasta que…

¿Callie?... Callie, soy papi… ¿Es cierto? ¿Mamá te hizo esto? Sé... sé que no te he escuchado antes pero te estoy escuchando ahora… Papá está aquí…Por favor, cariño. ¿Hay alguna forma en que puedas decírmelo? — escucho decir la fantasma de la boca de su pare, asi que se desvaneció de la casa de la caperucita para siempre.

— Doctor.  — murmuro Sam cuando la niña apareció en el hospital. El doctor se giro y la miro impresionado, era aun más bella de lo que recordaba.

—  ¿Es cierto? — pregunto el Doctor con lagrimas en los ojos  y ella solo asintió. — Oh, lo siento mucho, cariño… Pero escúchame… Debes parar lo que haces, ¿si? Lastimas a personas…  Ya se todo ahora, sé la verdad… Es tiempo de tu, te vayas de aquí… Es tiempo de que yo te deje ir.

El Doctor se giro hacia el cuerpo mortal de Callie, le beso la frente y la desconecto del respirador. Callie murió a los pocos segundos y con ellos su espíritu de niña desapareció, logrando al fin el último descanso.

En esos mismos momentos la nariz de Jeffrey dejaba de sangrarle y el chico lobo que peleaba con Deán recobro su sano juicio, y fue justo a tiempo pues de no haberlo hecho. Deán le hubiera clavado unas tijeras en el corazón. Todo había vuelto por fin a la normalidad.

Mas tarde Sam y Deán volvieron a reunirse en el hospital para contarse lo sucedido en los últimos minutos, el Doctor se les unió pues seguía sintiéndose responsable por lo sucedido con esas personas.

— Y la niña, ¿está bien? — pregunto el Doctor sobre la pequeña caperucita roja y Deán asintió. — Entonces... ¿se acabo? — pregunto.

— Sí. Todo gracias a usted. — murmuro Sam, unos segundos mas y hasta Jeff estaría muerto.

— Callie era lo más importante en mi vida… Pero debí dejarla ir hace mucho tiempo. — comento el Doctor y algo vagamente bueno de esa frase se quedo en la mente de Deán.

— Nos vemos, Doctor. — dijo Deán.

— Por mi parte, espero que no. — dijo el hombre, ya había tenido bastante susto para toda la vida con esa experiencia. — Oh, su hermano ya tiene el alta… deberían llevárselo antes de que alguien comience a hacer preguntas. — les dijo el Doctor y finalmente se fue por el pasillo.

— ¿Sabes? Lo que ha dicho... Es un buen consejo. — dijo Deán a Sam, en cierta manera el Doctor había estado en la misma posición que ellos en esos momentos.

— ¿Eso quieres que haga, Deán? ¿Qué te deje ir? — pregunto Sam con la voz quebrada ante tal idea, pero Deán no le dijo nada, solo siguió caminando por el pasillo como si no le importara.

Sam tuvo que reponerse al sentimiento que la petición de Deán le había provocado, y entonces se metió a la habitación de Jeff, que justo terminaba de vestirse.

— ¿Sabes algo hermanito?... ahora que estamos aquí, deberíamos aprovechar para que te vacunen contra la influenza — comento Sam con ironía e hizo reír a Jeff.

— Nop… gracias Sam, pero prefiero enfermarme… y así te contagiare. — dijo Jeff con la misma ironía.

— Oye Jeff… ¿sabes que puedes contarme lo que sea verdad? — pregunto Sam, no olvidaba lo del asunto de pinocho y la mentira que le hizo sangrar en primer lugar. Jeff se quedo pensando en una respuesta perfecta.

— Vale, estuve leyendo el diario de papá toda la mañana… no se los dije porque a él nunca le gusto que lo tocara. — mintió Jeff, pues lo cierto era que esa misma mañana había recibido un mensaje de Alcide, que decía:

A. He vaquero, espero que el nuevo caso este yendo bien… espero que nos volvamos a ver pronto, ¿Me extrañas? XD

J: Para nada, es mas… ni me acordaba de ti XD, cuídate lobo.

Jeff había mentido en ese entonces, no podía dejar de pensar en Alcide, en su cuerpo, en a verlo visto desnudo y estaba mintiendo ahora con Sam, realmente le daba miedo aceptar ese montón de sentimientos de atracción hacia otro hombre.


Esa madrugada, Sam aprovecho el sueño profundo de sus hermanos y se marcho del motel con una mochila. El último caso le había hecho ver que debía hacer más por la vida de Deán, aun que eso no le gustara a su hermano.

Así que Sam fue al crucero del demonio y enterró su propia caja bajo tierra, provocando que la demonio apareciera ante él.  

— Vaya... el pequeño Sammy Winchester… Estoy conmovida, porque… tu hermano ha venido dos veces, ¿pero tú?… no había tenido el placer… ¿Qué puedo hacer por ti, Sam? — pregunto la mujer apenas aparecer, con un cuerpo distinto al de la ultima ocasión.

— Puedes suplicar por tu vida. — aseguro Sam y le apunto al pecho con la Colt.

— Teníamos una buena conversación, pero tenias que arruinar el ambiente— dijo la mujer llena de ironía.

— Si fuera tú olvidaría los chistes y me empezaría a asustar. — dijo Sam

— No es mi estilo. — aseguro la demonio, y entonces se quedo mirando la pistola por unos segundos, estaba sorprendida.  — Ésa no es la Colt original… ¿Dónde la conseguiste? — pregunto interesada, pero el inminente silencio de Sam le confirmo ciertos rumores que corrían entre demonios.   — Ruby… debe ser, es una espina en el trasero… ella tendrá lo que merece, cuenta con eso.

— Ya basta… He venido hasta aquí para hacerte una oferta. — dijo Sam

— ¿Me vas a hacer una oferta? Eso es adorable. — dijo la demonio entre risas.

— Deja a Deán fuera de ese trato ahora mismo… Él vive, yo vivo, tú vives… Todo el mundo se va  feliz… O... tú dejas de respirar, permanentemente. — le advirtió Sam y cargo el arma como prueba de que no bromeaba.

— Toda esta rudeza… Debo decirte que no es muy convincente… De verdad Sam ¿Si quieres romper el trato? — pregunto impresionada.

— ¿Tú qué crees?

— No lo sé… ¿No estás cansado de resolverle sus cosas, de luchar con esa torpe psique suya? ¿No estás cansado de que te mande como si fuera tu jefe?... Eres más fuerte que Deán… Eres mejor que él. — comento la mujer.

— Cuidado con lo que dices. — le amenazo Sam, no entendía porque todos parecían pensar que podían hablar mal de Deán, si ni siquiera lo conocían.

— Admítelo. Estás aquí, salvándolo otra vez... pero la verdad es que te sentirás aliviado cuando él no esté. — agrego la demonio.

— Cállate. — le grito Sam, estaba apunto de dispararle.

— Se acabaría el desesperado, torpe y necio Deán, y por fin… Podrás ser libre

— Dije, que cierres la boca. — le volvió a gritar.

— ¿Ahora quieres que te obedezca? — pregunto sorprendida, notando que después de todo Sam si podría llegar a ser el líder de su especie, tenia el talento.

— Basta de patrañas, libra a Deán de ese trato ahora. — exigió Sam y nuevamente ella se puso a reír.

— Lo siento, cariño, pero tu hermano es un adulto… Hizo este trato por su voluntad, libre y sin coacción… es terminante. — explico la mujer.

— Todo trato se puede romper. — murmuro Sam, no era como si no lo hubieran conseguido antes, ¿Por qué era diferente ahora?

— Éste no. — aseguro la demonio.

— Bien… Entonces te mataré… Sin ti, no hay trato. — aseguro Sam pero ella se seguía riendo con hipocresía.

— ¿Qué crees? — le pregunto

— ¿Qué? — exigió Sam

— Sam, sólo soy una intermediaria… Tengo un jefe, como todo el mundo… Él  tiene el contrato, no yo… Y quiere mucho el alma de Deán y créeme, no la dejará ir. — explico la demonio.

— Blofeas — murmuro Sam, se negaba a creer en las palabras de esa maldita zorra, los demonios mentían y esa no podía ser la excepción.

— ¿Ah, sí?... Dispárame, si con eso te quedas a gusto... pero el trato sigue en pie… Y cuando el plazo acabe, Deán será arrastrado al foso. — dijo la mujer, con una seguridad que le hizo ver a Sam que era cierto todo lo que le decía.

— ¿Y quién es tu jefe? ¿Quién tiene el contrato? — pregunto Sam

— El no es tan bueno como yo, eso puedo decirte.

— ¿Quién es? — volvió a preguntar.

— No te lo puedo decir… Lo siento Sam, pero no hay salida de esto… No esta vez. — aseguro la demonio, Sam la miro con tristeza unos segundos pero termino por alzar la Colt y dispararle en la cabeza.


Sam había matado a otro demonio pero también a otra persona inocente, la cosa era que ya no le importaba, solo le importaba poder salvar a Deán y ahora tendría que buscar y matar a algún otro demonio para lograrlo. 

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