sábado, 27 de julio de 2013

SPN 3.06 Cielo rojo al amanecer

Cielo rojo al amanecer
Descripción Oficial
Los hermanos investigan a múltiples víctimas de ahogamiento, a pesar de no haber señales de agua en las cercanías, pero Bela se interpone nuevamente en el camino y provoca problemas. 
Más tarde, Sam y Dean logran descubrir que la presencia de un barco fantasma esta involucrada con las muertes, e intentan convencer a Bela  de que los deje trabajar tranquilos, pero ella está particularmente renuente, pues alguien le está pagando para resolver ese mismo caso. 
Jeffrey empieza a tener serias dudas sobre sus sentimientos y acude a un amigo por ayuda. Sin embargo Dean lo encuentra en medio una situación bastante comprometedora.


Una joven corra atreves de los muelles de su pueblo como cada noche. Se detuvo para beber agua del bebedero y entonces los truenos en el cielo le permitieron ver un barco horroroso y enorme aproximándose por la cosa, ella estaba impresionada y mas aun cuando el barco desapareció de la nada.

La joven regreso corriendo a casa, tratando de olvidar lo que había visto. Se estaba duchando para quitarse el dolor de encima, y mientras el agua caliente caía sobre su cuerpo, una mano espantosa tomo forma entre el vapor y la tomo del cuello. Pronto la chica cayó muerta sobre el vidrio de la ducha.

Una semana después
Jeffrey había llamado a un viejo amigo del internado para concretar una cita, pues tras haber visto a Alcide llego a la conclusión de que solamente Grant, lo podría ayudar a comprender lo que sentía.  Y termino enterándose de la misteriosa muerte de la chica, ahogada en una ducha. Así que ahora los hermanos estaban de camino al pueblo.

— Te he esperado desde Maple Springs… ¿Tienes algo que decirme? — pregunto Deán a medio camino.

— No es tu cumpleaños. — murmuro Sam, y se quedo pensando en que probablemente le estaba hablando del crucero.  — ¿Felices Pascuas?... No lo sé, no sé de qué estás hablando. — dijo Sam, tan convincente como podría sonar y si Deán no lo conociera tan bien, probablemente le hubiera creído.

— Le falta una bala a la Colt… ¿Me dices que paso? — dijo Deán molesto y Sam simplemente se encogió de hombros. —  Sé que no fui yo, Jeff no la sabe cargar… Y a menos que les hayas disparado a unas latas malignas... Fuiste tras ella ¿verdad?, la demonio del crucero… ¡cuando te dije que no! — grito Deán molesto.

— Sí, bueno— murmuro Sam, realmente no le importaba lo que le dijera sobre el asunto. La demonio ya estaba muerta y no había ninguna victoria en ello.
                                                          
— ¡Pudo haberte matado! — aseguro Deán.

— Aquí estoy, ¿no? — pregunto Sam con ironía.

— ¿Y le disparaste?

— Se estaba burlando. — murmuro Sam

— ¿Entonces qué? ¿Significa que se cancelo mi trato? — pregunto Deán, con la remota esperanza en su voz y probablemente eso le hizo sentir mas mal a Sam de lo que ya se sentía.

— ¿No crees... que ya  te habría mencionado eso Deán?— pregunto Sam enojado. — No, alguien más mantiene el contrato. — agrego.

— ¿Quién? — pregunto Deán, ahora si interesado por primera vez en el asunto.

— No quiso decirlo. — aseguro Sam

— Hay que averiguarlo, el único indicio lo tendría la demonio del crucero… Oh espera un momento… — había puro sarcasmo en las palabras de Deán, en un segundo volvió a perder la fe y recupero el enojo contra Sam

— No es gracioso— murmuro Sam entre dientes, ¿acaso Deán no se daba cuenta de que ya estaba bastante molesto como par soportar burlas?

— ¡No, no lo es! — le grito. — Fue un riesgo estúpido que no debiste correr. — aseguro Deán.

— ¿Qué no debí correr?... Eres mi hermano Deán y sin importar nada, voy a intentar salvarte… Y de ningún modo me disculpare por eso, ¿oíste? — aseguro Sam molesto y le giro la cara para no verlo, Deán negó con la cabeza y regreso la vista a la carretera.

Jeff estaba tentado a decir algo pero solo se quedo mirándolos desde atrás. Siempre se limitaba quedarse calladito en las peleas porque jamás lo tomaban en cuenta. Deán siempre le decía que era muy chico para entender y esas cosas tontas. Así que con el tiempo se fue quedando callado, hasta el punto que tenia bastantes cosas guardadas que gritarle a Deán, hasta parecía que nadie se preocupada por él y lo que sentía por ese maldito pacto con el demonio.

Para el amanecer los muchachos llegaron a los muelles de la costa este era un lugar bastante tranquilo y donde e aire que se respira es mas puro y definitivamente mas puro.

— Llego mi guía. — dijo Jeff apenas ver a Grant, vestido de azul marino y con esa enorme sonrisa que siempre hacia sentir bien a cualquiera.  — ¿Qué tal todo Jerk? —  le dijo mientras se le acercaba y chocaban las manos.

— No me quejo, pero mírate… ya estas creciendo. — se burlo el chico, entonces se acercaron Sam y Deán por detrás de su hermano y le saludaron con un gesto. — Hola chicos, estoy seguro de que van a querer ver este asunto— agrego.

— ¿Qué tienes para nosotros Grant? — pregunto Sam

— La muerta fue incinerada ayer… la policía le dijo a su abuela que se ahogo, pero dios… toda la gente se ducha a diario y nadie se muere por ello… como sea, mi padre me ha dicho que  la gente empieza a comentar que hay una maldición en el pueblo y… hasta están pensando cancelar la pesca unos días… tienen miedo de que también este maldita. — conto el chico.

— Eso es muy exagerado…. Espera un momento… ¿le contaste a tu padre la verdad de todas estas cosas? — pregunto Deán.

— No, no estoy loco… mi viejo me encerraría en un manicomio si le cuento lo del internado. — dijo Grant,  Sam y Deán se miraron sonrientes por lo expresivo que era aquel muchacho.

— Bueno hermanos, Grant y yo tenemos que… tenemos que ir a investigar unas cosas, ya saben… cosas del caso y eso — dijo Jeff, tomo el brazo de Grant y empezaron a caminar, ante la atenta y desconcertada mirada de los chicos mayores — Oh si, Sam te deje las direcciones de los testigos en la laptop.  — grito Jeff a lo lejos y se fue caminando con Grant.

— Ese niño está más raro de lo normal, ¿Crees que este bien que lo dejemos andar por ahí solo? — pregunto Deán, sin quitar la mirada del camino que tomaba su hermano.

— Deán, es un adolescente… Y creo que le hará bien pasar tiempo con amigos, ya sabes… chicos de su edad. — comento Sam, después de haber visto a ese niño manejarse tan bien en ese bar con los lobos, estaba seguro de que podría con todo en su camino.

Así que los hermanos revisaron la lista de direcciones que Jeff les dejo y se fueron directo a casa de la abuela de la victima para entrevistarla.

— Pero no lo entiendo… Ya hable de esto con los otros detectives. — dijo la señora, apenas ellos se habían presentado como detectives.

— Cierto. Sí… Pero verá, somos del departamento del sheriff… No del departamento de policía… Son diferentes departamentos. — le explico Deán.

— Entonces, señora Case — Sam fue directo al punto.

— Por favor, señorita Case. — exigió la mujer indignada, Sam trago saliva pues pocas veces se encontraban con gente tan  difícil en los casos.

—  Lo siento, Señorita Case, mmm... ¿Usted encontró a su sobrina, cierto? — pregunto Sam

— Llegué a casa, ella estaba en la ducha.

— ¿Ahogada? — pregunto Deán

— Eso dijo el forense… Ustedes díganme, ¿cómo puede alguien ahogarse en la ducha? — pregunto la mujer molesta, era claro que era una mujer fuerte pues no parecía estar afectada por la perdida de su sobrina, mas bien estaba indignada.

— ¿Cómo describiría... el comportamiento de Sheila antes de su muerte?.. Quiero decir, ¿parecía asustada? ¿Quizá dijo algo fuera de lo ordinario? — cuestiono Sam, la mujer se quedo pensativa.

— Un momento… ¿Trabajan con Alex, no es así? — pregunto intrigada, los chicos empezaron a reírse y asintieron.

— Sí, Definitivamente… Alex y nosotros somos como uña y carne. — aseguro Deán, no sabia de quien estaba hablando la mujer pero seria un buen gancho para conseguir que hablara.

— ¿Por qué no lo dijeron antes?... Alex ha sido como un consuelo—  dijo la mujer aliviada y claramente mucho mas abierta a cooperar con los chicos. — Pero lo siento, creí que el caso estaba cerrado.  — dijo la mujer

— Bueno... no, no… Todavía no. — dijo Sam

— Entiendo — murmuro la mujer consternada, fuera quien fuera ese tal Alex, le había dicho que el caso estaba cerrado, le había estado mintiendo entonces.

— Bueno, hablábamos de sobre su sobrina. — recordó Sam

— A sí… Sheila mencionó algo bastante extraño antes de morir… Dijo que vio un barco. — conto la señora.

— ¿Un barco? — pregunto Deán sorprendido, eso era algo que no se escuchaba con mucha frecuencia.

— Sí, dijo que… un minuto estaba ahí, y luego ya no estaba… Desapareció delante de sus ojos… ¿Creen que podría ser un barco fantasma?.. Alex cree que si podría serlo. — comento la mujer, claramente interesada por el tema, lo cual era raro considerando su edad y su estilo de vida adinerado.

— Bueno, eh... Podría ser. — murmuro Sam

— Bueno… Avísenme si puedo hacer algo por ustedes. — Dijo la mujer, tomo asiento y le acaricio las manos a Sam — Sea lo que sea —agrego la mujer y le giño el ojo a Sam, claramente estaba intentando seducirlo.

Los Winchester salieron de la residencia de la mujer y caminaron por todo el muelle, para disfrutar del aire y la vista.

— Si que esta loca. — comento Deán

— ¿Por qué? ¿Por qué cree en fantasmas? — pregunto Sam con ironía, pues si así fuera entonces ellos también estaban locos de remate.

— Mírate... Defendiendo a tu novia… Caza fortunas. — dijo Deán lleno de ironía, jamás se iba a olvidar de las miradas que le echaba la anciana a su hermano.

— Muérete — exclamo Sam

— No antes de tu boda — dijo Deán con ironía  y ambos rieron un segundo. — ¿y quien es ese Alex? ¿Hay otro cazador en el pueblo? — pregunto

— Tal vez si, tal vez no… Eso no cambia nuestro trabajo. — aseguro Sam

— Qué es… ¿un barco fantasma? — se pregunto Deán, aun no estaba muy seguro de lo que estaba tratando.

— Sí… No es el primero que se ha visto por aquí, cada 37 años, como relojito… reportan un velero de tres mástiles que desaparece y cada 37 años, se reportan extraños ahogamientos en tierra. — explico Sam

— Entonces, apenas esta comenzando. — aseguro Deán.

— Sí

— ¿Cual es la leyenda? — pregunto Deán.

— Se han visto apariciones de barcos por todo el mundo… El S.S. Violet, el Griffin... El Holandés volador... Todos son augurios de muerte. — dijo Sam

— ¿y que pasa? ¿Ves el barco y unas horas después te despides de este mundo? — pegunto Deán, aquello sonaba mucho a argumento de película de terror de Hollywood.

— Básicamente. — murmuro Sam

— ¿Cuál es el siguiente paso? — pregunto Deán.

— Hay que identificar el barco. — murmuro Sam

— No debe ser difícil… ¿Cuántos barcos de tres mástiles se han hundido en esta costa? — pregunto Deán con ironía, los hundimientos de barcos no era algo que se escuchaban todos los días, al menos no en el presente.

— Ya vi eso también Deán… Más de 150. — aseguro Sam, Deán no pudo evitar silbar pues estaba impresionado de lo muy equivocado que estaba.

— Wow… diablos…. Tal vez el padre de ese chico Grant nos pueda ayudar. — sugirió Deán.

— Si, puede ser. — murmuro Sam

Entonces llegaron a la zona de parquímetros donde dejaron el impala, pero ya no había ningún auto por ahí.

— Aquí dejamos el auto ¿no? — pregunto Deán,  mirando todo el espacio vacio que tenia a su alrededor.

— Eso creo — murmuro Sam

— ¿Dónde está mi auto? — pregunto Deán, empezándose a preocupar por su objeto mas preciado.

— ¿Pusiste dinero en el parquímetro? — pregunto Sam, no seria la primera vez que Deán no pagaba el estacionamiento.

— Sí, puse dinero en el parquímetro Sam…  ¿Dónde está mi auto? ¡Alguien se robo mi auto! — grito Deán hecho una furia, acababa de perder el objeto mas preciado de toda su vida, la cosa que había sido como una casa para él.

— Oye, oye cálmate, Deán. — le dijo Sam

— ¡Estoy calmado! Alguien se robo mi auto. — repitió Deán y entonces apoyo sus manos sobre las rodillas y empezó a faltarle el aire. Estaba teniendo un ataque de pánico.

— ¡Oh, Deán! Oye, oye, oye… tranquilo hermanito. — le decía Sam para calmarlo y evitar que le fuera a dar una crisis o un infarto. Solo ese impala podría llegar a tener ese efecto en el Valente Deán.

— ¿Un Impala del 67? ¿Era suyo? — pregunto una voz, y para cuando los hermanos se giraron se encontraron cara a cara con la peor persona del mundo.

— Bela. — murmuro Sam con odio.

— Lo siento… Hice que se lo llevaran — dijo Bela sobre el auto.

— ¡¿Qué cosa?! — grito Deán indignado, nadie se metía con su bebe y mucho menos una maldita ladrona de guante blanco.

— Bueno, estaba en zona indebida— aseguro la mujer.

— ¡No, es verdad! — le volvió a gritar Deán y si Sam no lo hubiera jalado por el brazo, hubiera golpeado a la mujer.

— Lo estaba, cuando lo moví — aclaro Bela con una enorme risa simplona.

— ¿Qué diablos estás haciendo aquí? — exigió saber Sam, ella solamente se encogió de hombros sin dejar de reírse.

— Navegando. — murmuro y entonces a Sam le vino una idea a la mente.

—  Tú eres Alex… Trabajas con esa señora. — le dijo, solo Bela era capaz de hablar de cosas sobrenaturales con una persona normal y solo ella seria bastante ingeniosa como para dominar a una mujer tan dura.

— Gert es una vieja amiga. — aseguro Bela

— Sí, claro… ¿Qué buscas? — cuestiono Sam

— No busco nada… Hay un montón de ancianas encantadoras como Gert por toda la costa este… Les vendo talismanes, sesiones espiritistas donde se comunican con sus gatos — explico la ladrona.

— Y déjame adivinar, todo es una estafa, nada es real. — aseguro Deán

— El consuelo que les brindo es muy auténtico. — aseguro Bela.

— ¿Cómo duermes en las noches? — pregunto Sam molesto, no podía entender como había gente que lucraba y hasta disfrutaba con el sufrimiento de los demás.

— Con sábanas de seda, desnuda y sobre billetes. — comento Bela y Sam la miro con todo el odio posible.  — En serio Sam, esperaría esta actitud de él. ¿Pero de ti? — agrego Bela.

— Me disparaste. — dijo Sam entre dientes y tocándose el brazo donde había recibido el impacto de bala.

— Apenas te rocé. — aseguro pero Sam la seguía mirando con odio y desprecio, parecía estarse conteniendo de matarla con sus propias manos.  — Eres lindo…. Pero un poco melodramático, ¿no? — le dijo.

— Sabes lo que está ocurriendo aquí… El barco fantasma, es real. — le dijo Deán

— Si, lo se… Gracias por decirle a Gert que el caso no estaba resuelto. — les reprocho, pues la mujer le había llamado por teléfono apenas ellos dejaron la casa y le había contado todo lo que ellos habían dicho.

— No lo está. — murmuro Deán

— Ella no lo sabía… Ahora la vieja ha dejado de pagar y está exigiendo respuestas concretas… Miren... salgan de mi camino, antes de que causen más problemas. — exigió Bela.  — Y yo iría por el auto, si fuera tu... antes de que vean el arsenal en la cajuela...Ciao — exclamo Bela, se fio la vuelta y se fue caminando muy creída.

— ¿Puedo dispararle? — pregunto Deán molesto.

— No en público. — murmuro Sam, de todas las personas que habían llegado a conocer, esa mujer era la peor y ambos la odiaban.

Jeff y Grant por su parte no hicieron más que dar vueltas por todo el muelle, el padre de Grant se había llevado su pequeño bote de pesca, así que no había lugar donde estar.

— Lo bueno de estar siempre en el mar… es que puedes ver a diario la puesta de sol, cada una de ellas es diferente ¿sabias? — pregunto Grant, Jeff estaba mirando la puesta pero ese sentimiento raro en su interior lo distrajo.

— Grant, alguna… ¿Alguna ves has sentí algo raro en el estomago? — pregunto Jeff, y Grant dejo de ver la puesta para verlo raro.

— Mmm… ¿Ganas de ir al baño? — pregunto y ambos se rieron por lo tonto que había sonado el comentario.

— No, no eso… es… algo aquí— explico Jeff y se toco un costado. — No duele pero… se mueve cuando estoy con alguien que… — Jeff no pudo terminar de decir su explicación pues Grant ya se estaba riendo.

— Jeff, eso se llama estar enamorado colega. — aseguro Grant y Jeff se horrorizo por escuchar tal cosa. — Tranquilo a todos nos pasa. — agrego.

— ¿Seguro? — pregunto Jeff en pánico, enamorarse era igual a amor, y amor siempre significaba una chica, solo que en su vida no había una.

— Si, yo también lo sentí… una vez… hace poco de hecho… veras, estaba este chico nuevo en mi habitación del internado… muy tímido, muy pequeño como  saber de estas cosas… y un día lo bese. — comento Grant, Jeff estaba tan ido en sus pensamientos que tardo un poco en reaccionar a lo que estaba escuchando.

— ¿Yo? ¿Estas hablando de mi? — pregunto Jeff.

— Si, pero Jeff… yo… ya se que tu no. — Grant no termino de decir la oración pues Jeff se le fue encima y le dio un beso en la boca, fueron solo unos segundos pero para Jeff era su primer beso de adolescente.

Jeff se asusto al ver el rostro pálido de Grant, se levanto de la banca en la que estaban y salió corriendo por todo el muelle, Gran iba a salir corriendo tras él pero estaba tan sorprendido que no lo hizo, solo se quedo ahí sentado.

Cuando el sol se oculto y llego la hora de dormir para los trabajadores de pesca, un hombre se lavaba los dientes en su baño, cuando empezo a escuchar unos ruidos extraños en el pasillo.

— ¿Hola? — pregunto al pensar que era alguien de su familia, nadie respondió así que siguió con la limpieza de sus dientes. Fue cuando la llave del agua de la bañera se abrió sola, extrañado se acerco para cerrarla y lo logro, pero  el agua de la tina no se iba, así que metió la mano para quitar el tampón y ahí una mano espectral salió del agua y lo tomo por el cuello, apretándolo unos segundos hasta matarlo.

La noticia de la nueva muerte corrió como el viento por todo el pueblo, y la primera en llegar al sitio fue Bela quien no tuvo problemas en hacerse pasar por reportera para acceder a la casa y además su físico ayudo un poco para que los policías no la molestaran.

— La policía dice que se ahogo… Pero no entiendo cómo. — le decía el hermano del muerto a Bela quien no dejaba de fingir que lo estaba grabando con una grabadora de bolsillo.

— Siento mucho su pérdida, señor Warren… Ahora, ¿podría contarme otra vez lo del barco que vio su hermano? — pregunto Bela, estaba bien enterada de los chimes, gracias a la anciana con la que trabajaba.

— Señorita, creo que este hombre ya ha sufrido bastante… retírese. — dijo una voz desde atrás y en un segundo después, Deán se metió entre Bela y el testigo, haciendo uso de su placa como detective.

— Pero sólo tengo un par de preguntas más. — dijo Bela molesta.

— No, ya no. — agrego Sam

— Gracias por su tiempo. — dijo Bela al testigo, miro a los Winchester con odio y empezó a caminar.

— Siento que haya tenido que lidiar con eso. Son una lata, como cucarachas. —exclamo Deán en voz alta para que Bela le escuchara y así fue, pero ella siguió caminando, pensando en una próxima venganza.

— Señor, lo oímos decir que su hermano vio un barco. — dijo Sam al testigo.

— Sí, así es.

— ¿Le dijo cómo era? — le pregunto Deán

— Era... un barco antiguo de velas… muy maltratado, tres mástiles con las velas rasgadas, un ángel en la proa. — comento el sujeto, con una seguridad tan grane que impresiono a los chicos de verdad.

— Para ser un barco que no vio, esos son muchos detalles. —  aseguro Sam

— El y yo estábamos buceando… Y yo lo vi también. — dijo el hombre, los hermanos se miraron porque ya tenían explicación a la seguridad del sujeto pero no era lo que esperaban, por lo menos ya sabían que también él estaba maldito.

— Perdonen, oficiales… Esos dos sujetos que están ahí, creo que son impostores. — se escucho decir a lo lejos y cuando los hermanos giraron, vieron a Bela hablando con policías de verdad.

— Estaremos en contacto… Gracias. — dijo Deán al testigo y salió corriendo con Sam de la escena.

Sam y Deán caminaron un par de calles hasta el impala, ahí estaba Jeff cabizbajo por alguna razón que ellos desconocían.

— No tenías porque esperarnos aquí, pudiste ir con Grant. — comento Sam, pensando que todo se trataba de simple aburrimiento adolescente.

— No, hoy no…. Esta el caso primero. — dijo Jeff, y sus hermanos lo miraron con sorpresa, al niño jamás se le había presionado para que viera las cosas de esa manera y eso si que dejaba ver que algo andaba realmente mal.

 — No Jeff, nosotros nos estamos encargando del caso… tu eres libre para estar con tu amigo si quieres. — le explicó Deán y si realmente supiera que eso de ERES LIBRE, era la verdadera causa del conflicto emocional de Jeff.

— Hoy no ¿si?... hoy quiero ayudar con el caso. — aseguro Jeff y se cruzo de brazos haciendo pucheros. Sam y Deán tuvieron que complacerlo y fueron a la cajuela a por armas, iban a comenzar una vigilancia.

— Veo que tienen su auto. — dijo una voz y cuando los hermanos se giraron, se encontraron cara a cara con Bela.

— ¿Te atreves a acercarte cuando tengo un arma cargada en mis manos? — le pregunto Deán enojado, no estaba bromeando con el comentario.

— Tranquilo, cuidado con tu presión — dijo Bela con ironía.  — ¿Por qué siguen aquí? Ya podrán identificar el barco. — aseguro Bela, le había tomado por sorpresa volver a verlos en la escena del crimen.

— ¿Tu porque estas aquí?... no tienes cosas que robar… maldita — murmuro Jeff con enojo y escucharlo decir ese tipo de palabras escandalizo mucho a Sam

— Lo mismo podría preguntarte Jeffrey, pensé que te quedabas en la guardería mientras los adultos trabajan. — le dijo Bela, Jeff se giro y estaba dispuesto a decirle unas cuentas verdades pero Sam le cubrió la boca.

— Deja a mi hermanito en paz, Bela… que sabes que ese hombre vio el barco. — explico Sam

— ¿Sí? ¿Y? — pregunto Bela, Sam rodo los ojos, maldiciéndose a si mismo por haber creído que a esa mujer le podría llegar a interesar otra cosa que no fuera ella misma.

— Y va a morir, tenemos que salvarlo. — agrego Sam

— Hay, qué tiernos. — se burlo Bela.

— ¿Crees que es gracioso? — pregunto Deán, acercándosele peligrosamente con su arma en la mano, parecía que Sam era el único que no perdía el temple estando con ella.

— El es carne de cañón… No puede ser salvado y ustedes lo saben— aseguro Bela.

— Sí, pues nosotros tenemos almas… lo vamos a intentar. — le dijo Deán y mejor arrojo la pistola dentro del auto, para evitar tentaciones.

— Pues yo voy a buscar el barco y a poner un fin a todo esto… Pero diviértanse. — dijo Bela y se empezó a alejar, esta vez Deán no se pudo quedar callado.

— Bela, ¿Por qué eres así, eh? ¿Tu papi no te dio suficientes abrazos? — le pregunto Deán y ella se giro con esa sonrisa indescifrable en el rostro.

— No lo sé. ¿El tuyo te dio muchos? — pregunto con ironía pues se conocía la historia de los Winchester y su padre desaparecido.

— Oye, no hables así de mi papá — le grito Jeff enojado.

— Entonces… No se atrevan a criticarme... Ninguno de ustedes es mejor que yo. — aseguro la ladrona.

— Nosotros ayudamos a la gente. — aseguro Deán.

— Hay por favor, hacen esto por venganza y obsesión… Están cerca de ser asesinos seriales… Mientras yo, por otro lado… cobro por hacer un trabajo y lo hago, así que díganme, ¿que es mas sano? — les pregunto la mujer, ninguno le contesto algo porque realmente los acababa de ofender muy gravemente.

— Bela, ¿por qué no te vas?... Tenemos trabajo que hacer. — le dijo Sam

— Sí, van dos a cero… no hacen buen trabajo. — volvió a asegurar Bela y finalmente se fue por su propio camino, dejándolos en paz finalmente.

Los hermanos Winchester se quedaron afuera de la casa del testigo, vigilando a la espera de alguna señal de ataque sobrenatural, pasaron dos, tres y cuatro horas para que Deán rompiera el silencio ante su desesperación.

— ¿Hay algo bueno? — pregunto Deán a sus hermanos que llevaban horas investigando en internet.

— No, no lo creo… ambos hermanos tienen títulos universitarios, y no tienen antecedentes,  solo algunas multas, ellos heredaron la fortuna de su padre hace seis años — conto Sam

— ¿Cuánto? — pregunto Deán

— 112 millones de dólares. — dijo Jeff y Deán silbo por la impresión, esa era una cantidad bastante grande para una cuenta de banco.

— Linda vida. — murmuro Deán

— Sí, agradable, limpia, legal… Entonces, ¿por qué vieron el barco? ¿Por qué Sheila también? ¿Qué es lo que tienen en común? — se pregunto Sam

— Tal vez nada. — dijo Deán.

— Siempre hay algo. — agrego Sam

— ¡Eh, ustedes! — se escucho gritar a alguien y cuando los chicos se percataron, ya tenían al testigo fuera de su casa.
— Creo que nos han descubierto. — dijo Deán, y bajaron del auto rápidamente para ir hasta la entrada de la casa.

— ¡¿Que están haciendo?! ¡¿Espiándome?! — pregunto el hombre hecho una furia.

— Señor cálmese. Por favor. — le rogo Sam

— ¡Ustedes no son policías! No vestidos así, no con un niño… mucho menos ese horrible auto viejo. — grito el hombre.

— Oiga, no tiene que ser grosero. — le dijo Deán, nuevamente defendiendo a su auto e las garras y palabras de desconocidos.

— Somos policías, ¿esta bien?... Y estamos aquí porque creemos que puede estar en peligro. — le  explico Sam, tratando de calmarlo mediante su tono de conciliador de la paz.

— ¡¿De que?! — grito el hombre, era claro que estaba histérico

— Si se tranquiliza, se lo diremos — aseguro Sam

— Solo aléjense de mí. — grito el hombre y corrió a meterse en su auto, lo encendió y arranco como un loco por la cuadra.

— ¡Espere! — grito Sam

— ¡Oiga, estúpido! ¡Tratamos de ayudarlo! — le grito Deán. Entonces el automóvil  se detuvo a media calle y empezó a sacar humo.

— Eso no puede ser bueno. — murmuro Deán.

— No…. Trae las armas. — dijo Sam y regresaron corriendo al impala para obtener lo que necesitaban.

Mientras, dentro del automóvil, el hombre estaba tratando de volverlo a poner en marcha, fue cuando otro sujeto apareció en el asiento trasero coche. El dueño trato de salir corriendo, pero los seguros se pudieron solos y entonces el fantasma le toco la cara con la mano, provocando que empezara a vomitar agua por la boca.

— ¡Peter! — grito Sam apenas llegar a la ventana y ver lo que estaba pasando.

— ¡Sam! — grito Deán, disparo con la escopeta para romper  el vidrio y la cosa desapareció del auto. Sam logro abrir y comprobó el pulso del hombre, estaba muerto, ahogado como la primera victima.

Deán llamo anónimamente al 911 para informar sobre la muerte de Peter, y luego los tres Winchester se fueron en el impala para buscar donde pasar la noche, no podría ser el motel pues levantarían sospechas con su llegada.

— ¿Quieres decirlo, o lo hago yo? — pregunto Deán ante la cara triste de Sam

— ¿Qué? — pregunto Sam sin ganas.

— No puedes salvar a todos, Sam — dijo Deán

— Si, lo se... ¿Y qué? ¿Te sientes mejor ahora o qué? — pregunto Sam con rudeza, Deán lo miro enojado porque no se podía creer que estuviera hablando de esa forma delante de Jeff.

— No... No realmente. — murmuro Deán.

— Tampoco yo — agrego Jeff desde atrás, Deán se giro y lo miro con tristeza, por culpa de Sam el pobre chico ya estaba perdiendo todas esperanzas como cazador.

— Ambos tienen que enten...

— Es sólo que últimamente siento que ya no salvamos a nadie. — exclamo Sam, cortando el discurso de buen hermano que Deán ya se tenia preparado.

Los muchachos consiguieron meterse en una casa abandonada del vecindario, taparon todas las puertas y ventanas con maderos y se fueron a dormir un par de horas, ninguno de los tres se sentía lo suficientemente bien para seguir en pie.

 A la mañana siguiente,  Sam y Jeff reanudaron la búsqueda del barco por internet y entonces tocaron a la puerta. Todos se quedaron extrañados pues nadie sabía que estaban ahí, así que Deán se levanto para ver quien era y apenas ver,  abrió de malos modos.

— Santo dios... ¿Invadieron la casa?.. Encantador. — exclamo Bela apenas entrar a la casa y mirar todo de reojo.  — Y, ¿cómo les fue anoche con Peter? — les pregunto, nadie contesto porque no había ánimos para hablar de ello. —  ¿Tan mal? — pregunto ante el inminente silencio de la familia.

— Si dices, "Se los dije"… Te juro que empiezo a golpearte. — le advirtió Deán.

— Escuchen, yo creo que los tres tenemos que hablar. — aseguro Bela.

— No nos interesa nada de ti. — murmuro Deán y tomo asiento junto a sus hermanos.

— Deán, por favor… lamento lo que les dije ayer ¿esta bien?, he venido con regalos— aseguro Bela y entonces puso un portafolio negro sobre la mesa de madera.

— ¿Regalos? — pregunto Sam y entonces Bela saco un montón de papeles y le entrego a cada uno, una carpeta con información del caso.

— ¿Qué somos? ¿Los ángeles de Charlie? — pregunto Jeff con ironía, todo ese asunto de las carpetas era bastante profesional.

— Identifiqué el barco… Es el Espíritu Santo, un velero mercante con gran historia…  En 1859, un marinero fue acusado de traición… Fue juzgado a bordo del barco con una corte marcial, y fue ahorcado… Tenía 37 años — conto Bela

— Eso explica los ciclos de 37 años. — murmuro Sam

— Eres muy inteligente…. Tengo una foto por aquí… Aquí esta — Y Bela les mostro la fotografía antigua del viejo marinero.

— ¿No es al que vimos anoche? — se pregunto Deán, recordando lo que había visto en el auto la noche anterior. Al mismo hombre desaliñado y barbudo, con mirada de loco.

— ¿Lo vieron? — pregunto Bela impresionada.

— Sí, es él... Salvo que le faltaba una mano. — comento Deán y estaba seguro de que ningún de sus hermanos había llegado a notar ese pequeño detalle.

— Si, su mano derecha. — dijo Bela

— ¿Cómo supiste? — pregunto Sam, enojado por ser el único que parecía no haber notado dicho detalle en el fantasma.

— El cuerpo del marinero fue incinerado, pero  antes le cortaran la mano para hacerle una "Mano de la Gloria".— explico Bela.

— ¿Mano de la Gloria?... Sentí una de esas en mi masaje Tailandés la semana pasada. — dijo Deán entre risas y todos lo miraron feo, su comentario había estado muy fuera de lugar con el tema de conversación.

— Deán, la mano derecha de un hombre ahorcado... es un objeto de ocultismo… Es muy poderosa. — explico Sam

— Eso dicen. — murmuro Bela

— Y oficialmente, cuenta como restos. — agrego Deán.

— Pero eso no explica por qué el fantasma elige a estas víctimas. — dijo Sam, recordando que eso era lo importante para salvar vidas inocentes.

— Te diré por qué… ¿A quién le importa?... Encuentra la mano, quémala, y parara la matanza— aseguro Bela.

— No entiendo. ¿Por qué nos dices esto? — pregunto Deán, había algo extraño en el tono de voz de esa ladrona, pero no la conocía lo suficiente todavía como para entenderlo

— Porque yo se donde está la mano. — aseguro la ladrona.

—  ¿Dónde? — exigió saber Deán

— En el museo de Sea Pines… como una pieza macabra de la historia marítima… Pero necesito ayuda. — explico Bela.

— ¿De que tipo? — pregunto Sam y apenas decirlo se arrepintió totalmente. Bela los quería infiltrar dentro del museo y para ello les había rentado smokings cros y hasta  había mandado a Sam como cita de la mujer mayor que le había coqueteado antes.

Bela ya lo tenía preparado todo y eso fue algo que hizo dudar a los Winchester de sus intenciones, asi que los tres quedaron en estar muy alertas de sus movimientos. Sam le pidió a Jeff que lo acompañara por su cita, no quería estar solo con esa mujer así que se fueron.

— ¿Por qué tardas tanto?... Sam ya debes estar haya... con su cita. — grito Bela apenas terminar de vestirse con un hermoso y refinado vestido azul marino. Era sorpréndete que estuviera lista mucho antes que Deán.

— No me siento bien con esto — grito Deán desde el segundo piso de la casa.

— ¿Qué cosa?, ¿Eres una mujer? … Ya baja de ahí. — le exigió Bela, entonces Deán empezó a bajar paso a paso por la escalera y Bela se quedo impresionada, realmente lucia guapo con ese traje de etiqueta.

— Esta bien, dilo… Me veo ridículo. — dijo Deán.

— No es lo que diría yo — murmuro Bela, sin quitarle la lujuriosa mirada en encima.

— ¿Qué?

— Cuanto esto termine... deberíamos tener sexo. — aseguro Bela, se formo un silencio incomodo en la sala pues Deán parecía estar asimilando sus palabras, inclusive tomándolas en consideración.

— Ja… No soy un objeto— aseguro Deán.  — Vámonos. — le dijo y salió caminando lo mas elegante que pudo y con una sonrisa de pícaro en el rostro.

Museo marítimo, Sea Pines.
Una gala en honor a la muerte de los ricos del pueblo (ósea los hermanos), se estaba llevando acabo, los primeros en llegar fueron Deán y Bela, entregaron su invitación certificada y caminaron hacia el gran salón.

— ¿Estás mascando chicle? — dijo Bela apenas entrar y ver el movimiento en la mandíbula de Deán. — Trata de portarte como si llevaras esta vida… ¿Sí? — le exigió Bela, Deán se soltó de su brazo y sigilosamente camino hasta la fuente de soda para sacarse la goma de la boca y pegarla en el borde del objeto. Bela se sentía tan apenada que cerro los ojos y luego volvió a tomarse de su brazo para entrar.

Unos minutos después, llego Sam con la mujer mayor de su brazo y con Jeff detrás, ambos muchachos parecían incómodos pues la vieja les había tocado de todo en sus pobres rostros.

— Esto causara chismes, he mi Adonis — comento la mujer a Sam apenas llegar al salón de la reunión.

— Recuerde, estamos aquí por trabajo. — murmuro Sam

— Oh, pero a veces el trabajo puede ser placer, ¿no? — pregunto la mujer, jalo la cara de Sam y le planto un beso en la mejilla, Jeff tuvo que contenerse su risa ante la cara de repulsión total que Sam había soltado.

— Claro… Sabe, eh... ¿podría disculparme un momento? — dijo Sam, quitándole las manos de su cuerpo y tomándolas en las suyas. La mujer asintió a la petición.  — Genial…. Gracias. Gracias. — dijo Sam, se giro y tomo la mano de Jeff en la suya para empezar a caminar.

— Oye, ¿Cuándo se casan? — pregunto Jeff y Sam lo miro tan molesto que hasta le dio miedo. —  Ok, ya me cayo.  — dijo Jeff y siguieron caminando hasta Deán y Bela.
— ¿Exactamente cuanto tiempo debo entretener a mi cita? — les pregunto Sam

— Tanto como sea necesario. — respondió Bela

— Sam, hay seguridad por todo el lugar… No estaríamos aquí son las invitaciones de Gert. Así que... — decía Deán.

— Podemos entrar a donde sea. — le interrumpió Sam a su hermano.

— Sí, lo sé… Pero así es más fácil y entretenido. — comento Deán y se empezó a reír, era muy cómico ver a Sam saliendo con una mujer mayor.

— Sabes que hay límites en lo que estoy dispuesto a hacer, ¿no? — pregunto Sam

— Oh, se está haciendo el difícil… ¡Qué lindo! — exclamo Deán con ironía.  — Vamos. — Tomando a Bela del brazo otra vez — Quiero todos los detalles por la mañana. — le dijo a Sam y se fue caminando con la ladrona.

— Tú vas a tenerme que ayudar. — dijo Sam a Jeff, quien no dejaba de reírse por su cara. Pero entonces detuvo su risa, acababa de ver entrar a Grant, vestido con un saco blanco que lo hacia parecer un príncipe de cuento de hadas.

— Lo siento Sammy, tengo mi propio show. — dijo Jeff y camino lentamente hasta Grant, que le estaba sonriendo como estúpido. — ¿Qué demonios haces aquí? — le pregunto.

— ¿Honestamente?... No se Jeff, una caja apareció en mi bote… tenia una invitación y… estaba el traje, no iba a venir pero papá me obligo. — comento el joven. Jeff se giro un momento y vio como Bela le mandaba un beso, ella había provocado ese encuentro.

— Que… maldita. — murmuro Jeff, ese era un truco muy sucio.

— Pero esa bien, tenia que verte Jeff…. Y como no contestaste ninguna de mis ultimas 45 llamadas — comento el joven, Jeff se sonrojo un poco.

— Es que… es que, lo siento mucho Grant… no tenia que hacer eso el otro día, metí la pata… no sabia si… — decía Jeff con nerviosismo pero para su suerte, Grant se empezó a reír y le paso un brazo por encima de los hombros.

— A mi me gusto. — le susurro Grant al odio, Jeff se giro a verlo confundido pero luego sonrió y salió corriendo con el joven.

Sam perdió el contacto visual de sus hermanos pero pronto tuvo que volver a enfrentarse a s frenética acosadora, la mujer mayor.

— Por nosotros. — dijo la mujer, dándole una copa de vino, misma que Sam se tomo de un solo sobro, no resistiría tanta humillación estando sobrio.

Por su parte, Bela y Deán se encargaron de dar vueltas por todo el salón en busca de rutas de acceso al segundo piso, el lugar donde tenían la mano en exhibición.

— ¿Seguridad privada? — pregunto Bela

— No lo creo… Mira la forma en que se paran...son profesionales... Tal vez policías estatales asignados. — dedujo Deán, pues los hombres estaban en formación continua.

— Parados en cada puerta. — reafirmo Bela.

— No creo que nos dejen ir haya arriba. — murmuro Deán.

— ¿Qué sugieres? — pregunto Bela.

— Estoy pensando. — murmuro Deán y se quedo mirando para todas partes en busca de ideas.

— No te esfuerces— le dijo Bela y Deán de giro para verla lleno de odio.  — Es interesante, cómo las leyendas son mas que la verdad. — agrego la ladrona.

— Si tienes una mejor idea, soy todo oídos. — dijo Deán.

— Esta bien. — murmuro Bela y un segundo después se dejo caer al suelo, enredada en los brazos de Deán,

— ¿Cariño? ¿Cariño? ¿Estás bien? — preguntaba Deán en voz alta, para darle mas credibilidad  a todo el asunto del desmayo.  — Camarero—  grito y uno de los empleados llego. —  Uh, mi esposa es alérgica a los mariscos… ¿No hay almejas en esto verdad? — pregunto Deán sobre la comida de la charola que sostenía el empleado.

— No, señor. — dijo el hombre.

— ¿No? — dijo Deán, probando uno de los bocadillos de la charola.  —Oh, son excepcionales, por cierto. — agrego, realmente ya tenia hambre.

— ¿Qué es lo que sucede aquí? — pregunto un guardia que recién se les acercaba.

— Oh, el champán… Mi esposa es muy susceptible a veces al alcohol, ¿hay algún lugar donde pueda recostarla hasta que se le pase? — pregunto Deán, y el empleado miro hacia todas partes, pensando en una forma de ayudar.

— Sígame. — dijo el guardia y empezó a caminar hacia las escaleras, el plan había funcionado a la perfección.

— De acuerdo… Gracias… Vamos, borrachita. — murmuro Deán y cargo a Bela en sus brazos para llevarla hasta arriba, a una de las habitaciones de lujo del museo y la dejo sobre un sofá.

— Si cree que es una molestia ahora... trate de vivir con ella. — dijo Deán al guardia y Bela abrió los ojos un segundo para mirarlo con enojo.

— Muchísimas gracias. — le dijo Deán al guardia y este se fue, permitiendo que Bela por fin se levantara del sofá.  — La próxima vez, avísame cual es el plan. — le exigió.

— No quería que pensarse, no eres bueno para eso. — dijo Bela entre risas y Deán se quedo pensativo.  — Oh, mírate… ¿Buscando alguna respuesta ingeniosa? — le dijo con sarcasmo.

— Púdrete — le grito Deán.

— Mejor que Oscar Wilde. — murmuro Bela y entonces saco una llave de su bolsa.  — Sala 235… Está en una vitrina cerrada con alarma, ¿crees que sea un problema? — le pregunto.

— ¿Crees que sea un problema? — pregunto Deán, con la mejor imitación de voz de Bela que pudo hacer y se fue muy molesto, esa mujer era la primera que lograba insultarlo en toda su vida.

Mientras tanto, en la fiesta del primer piso. La música clásica comenzó a tocarse y Sam no tuvo más remedio que ponerse a bailar con la anciana, el estaba tratando de guardar su distancia pero la mujer insistía en acercársele mas y mas a su pecho.

— ¿Dónde están Alex y tu amigo? Se están perdiendo una gran fiesta. — murmuro la mujer.

— Yo, eh, pienso que se están divirtiendo también. — balbuceo Sam, el asunto se estaba poniendo cada vez  mas incomodo.

—  Oh… Qué traviesos… Entonces nosotros deberíamos entretenernos también ¿no? — pregunto la mujer y lo empezó a tocar con sus manos por toda la espalda.

—  Sabe, um, señora Case... Lo siento… Señorita Case, no quiero darle una idea equivocada. — murmuro Sam, estaba por mandarla al demonio de la manera educada, pero la vieja no lo dejo continuar.

— Llámame Gert. — le pidió

— Claro. — titubeo Sam

— Me recuerdas a mi difunto marido… Era tímido  también… solo que era más viejo. — dijo la mujer, pegándosele al pecho y dándole una nalgada. — Estás firme en todas partes— agrego y se le pego más al cuerpo. Sam intentaba mantener la vista siempre arriba, para asegurarse de que nadie los mirara y también para evitar sentirse mas incomodo.

Mientras tanto en el segundo piso, Jeff y Grant no habían perdido el tiempo y se habían metido en una de las habitaciones para besarse en secreto.

— Jeff, no… espera… no. — dijo Gran tras el cuarto beso y alejo al niño.

— ¿Qué pasa? ¿lo estoy haciendo mal? — pregunto Jeff, Grant se paso una mano por el pelo y se sentó en el sofá, Jeff a su lado.

— No, mira… Jeff, estas muy niño todavía para esto amigo. — comento Grant y Jeff lo miro sin entender. — Mira, no soy experto en el  sexo, ni nada… pero te aseguro que no sabemos lo que estamos haciendo, amigo apenas estamos creciendo… bueno, yo mas que tu pero…

— ¿Qué dices? Oye, que yo lo tengo más grande. — dijo Jeff y el chico se empezó a reír, tenia razón, Jeff era un niñito todavía. — Eh, es verdad… no te rías, míralo. — dijo Jeff y entonces se bajo los pantalones y le mostro toda su intimidad a su amigo. Grant estaba por darle el discurso de NO HAGAS ESO, pero en eso la perilla de la puerta se movió. Grant alcanzo a correr al armario, pero en lo que Jeff se subía los pantalones, alguien entro.

— ¡Jeffrey Eric Winchester! ¿Qué demonios? — pregunto Deán que iba entrando, Jeff se quedo en blanco, vaya suerte la suya.

— Deán, yo… he… lo puedo explicar, yo — Y Jeff se acomodo su ropa de un tirón. — Yo, este… tenia una picazón… y este... tenia que revisarlo — dijo Jeff con una risita y muerto de la vergüenza, pero prefería eso a tener que decir la verdad.

Así que Grant tuvo que quedarse dentro del armario y escucharse todo el regaño del hermano mayor de su amigo.

—  No tenemos mucho tiempo, luego terminare contigo…  ¿Qué no te diste cuenta de que la mano esta ahí detrás? — pregunto Deán y señalo la vitrina del centro, Jeff sonrió en voz baja porque realmente no la había visto, todo había sido muy rápido.

Así que Deán se inclino en la vitrina y destapo el panel de control de la arma, luego desactivo el sistema con una pinzas y con ayuda de Jeff, logro obtener la mano.

Mientras tanto, Bela anduvo curioseando en la otra habitación y sin que ella se lo esperara, el guardia de seguridad que les dio acceso la fue a visitar.

— ¿Señor? ¿Señora? ¿Todo esta bien? — preguntaba el hombre, así que Bela asomo la cabeza por la puerta únicamente.

— Hola. — le dijo

— Veo que mejoro. — dijo el guardia.

— Sí. Muchas gracias. — dijo Bela entre risas, ahora tenia que pensar rápido en una forma para cubrir a Deán.

— Así que han... ¿acabado con la habitación? — pregunto.

— Bueno, no exactamente… ¿Podemos tener unos minutos más? — pidió Bela.

— Eh, sí, señora. — murmuro el hombre, así que Bela le cerro la puerta y regreso al interior a toda prisa.

— ¡jajaja ya basta! Me haces cosquillas. — empezó a gritar Bela, todo para hacer parecer que Deán estaba dentro con ella, el guardia sonrió al imaginarse lo que estaba sucediendo dentro del cuarto, así que se dispuso a irse cuando choco de frente con Deán.

— Perdona… Es... la llamada de la naturaleza… Gracias por cuidar de mi esposa. — le dijo Deán.

— Oh, ella esta… bien cuidada. — titubeo el guardia, haciéndose a la idea de que Bela estaba acompañada por otro hombre mas, así que impactado se fue corriendo escaleras abajo.

— ¿Algún problema? — pregunto Deán a Bela apenas entrara a la habitación, la reacción del guardia le había parecido muy rara.

— Nada que no tenga arreglo… ¿La mano? — Pregunto Bela y Deán la saco de su bolsillo interior  — ¿Puedo? — pregunto.

— No. — exclamo Deán con firmeza.

— Sería más discreto en mi bolso. — insistió Bela.

— Buen intento. — murmuro Deán y saco un pañuelo blanco de su bolsillo.

— Sólo intento ayudar. — aseguro Bela.

— Gracias cariño, no tienes que ayudarme. — dijo Deán, termino de envolver la mano en el pañuelo y la guardo en el bolsillo interno del smoking.

En la primera planta, el baile continuaba y Sam ya estaba bastante desesperado por tener a la anciana pegada a su pecho tanto tiempo.

— Vaya, qué esta pieza es larga. — murmuro Sam cansado.

— Espero que no acabe nunca… ¿Cómo va la investigación? — pregunto la mujer.

— Estas cosas llevan su tiempo. — aseguro Sam

— La gente habla sobre la muerte de los hermanos Warren, es extraño… ¿Crees que este conectado Sheila? — sugirió la mujer y bajo sus manos nuevamente sobre las caderas de Sammy, haciéndolo temblar.

— Sí. Sí, eso creemos. — titubeo Sam, apunto de alejarse bruscamente.

— Creo que se lo tenían merecido… Ya sabes... bíblicamente. — dijo la mujer.

— ¿A qué se refiere? — pregunto Sam, ese tipo e comentarios no se escuchaban todos los días.

— ¿Sabes lo de su padre? — pregunto la anciana.

— No.

— Ven aquí... Te contare todo. — dijo la mujer y jalo la cabeza de Sam hasta tenerlo en su hombro.  — La gente dice...que el viejo no murió por causas naturales. — agrego

— ¿Entonces cómo? — pregunto Sam temeroso, esa posición era bastante incomoda por su altura y aun mas, se prestaba a muchas cosas que el no quería.

— Se rumorea que los chicos lo hicieron… Nunca fue probado, pero la gente sigue hablando— dijo la mujer.

— Entiendo, entiendo… Así que... ¿Sheila tenía alguna conexión con ellos? — pregunto Sam y recobro su posición estoica.

— Bueno, no que yo sepa.

— ¿Tuvo Sheila alguna tragedia en su vida? — volvió a preguntar, todo empezaba a cobrar cierto sentido en su mente.

— Sí… De hecho... tuvo un accidente de auto cuando era adolescente. — comento la mujer.

— ¿Qué pasó? — pregunto Sam

— Su auto se volcó… Ella salió ilesa, pero su primo Brian murió.-- ¿Por qué? ¿Es importante? — pregunto la anciana interesada y estuvo apunto de besar a Sam en los labios, pero por suerte llegaron Bela y Deán, para separarlos al fin.

— Vaya… ¿La pasan bien? — pregunto Bela y se llevo a la mujer unos pasos lejos.

— Es encantador… Me desea. — murmuro la anciana, Bela se empezó a reír y la hizo caminar hacia otra dirección.

— Le daré a Gert una ducha fría. — murmuro Bela.

— Estupenda idea. — murmuro Sam, agradecido de que su pesadilla finalmente terminara.

— Los veo en el cementerio. — murmuro Bela y se llevo a la anciana a la otra habitación del museo.

— Apestas a sexo. — aseguro Deán a su hermano, Sam lo miro enojado y entonces se les acerco Jeff, aun apenado y finalmente regresaron al automóvil.

— La tienes, ¿verdad?... Dime por favor que esa que esa anciana no estuvo manoseándome toda la noche por nada. — se quejo Sam

— La tengo… ¿Te manoseo? — pregunto Deán impresionado.

— Olvídalo... Déjame verla. — exigió Sam, así que Deán se metió la mano en el bolsillo interior del saco y se quedo helado al palpar lo que tenia dentro.

— ¿Qué? — pregunto al ver la expresión sombría de Deán, y luego este saco de su bolsillo una botellita con un barco dentro.

— La voy a matar. — dijo Deán, entendiendo que Bela le había robado la mano en algún momento del camino

Esa misma noche, Bela vendió la mano en el muelle y estaba contando su dinero en el auto, cuando escucho unos truenos. Alzo la mirada y se encontró con que estaba mirando el barco fantasma, ahora estaba maldecida.

Regresaron a la casa y pese al enojo que sentían por el robo, Deán le conto con lujo de detalles a Sam lo que había pasado con Jeff en esa fiesta. Ambos pusieron en el grito en el cielo pues para Deán estaba claro que el chico estuvo experimentando con su cuerpo.

— No esta mal que lo haga Sam, pero ¿a mitad de un caso? ¿En un lugar publico? — pregunto Deán, sorprendido. Sam se quedo pensando en la mejor manera de tratar ese asunto.

— Hablare con él Deán. — murmuro Sam, discutieron un poco mas y finalmente Sam subió por las escaleras hasta la habitación que ocupaba Jeff.

— ¿Cómo lo llevas? — pregunto al chico, quien botaba una pelota de beisbol en el techo, una y otra vez.

— ¿Tenemos que hacer esto?... Sammy, te juro que no es lo que piensan. — dijo Jeff y se sentó en la cama, Sam a su lado.

— ¿Entonces que paso Jeff? ¿Qué estabas haciendo en el museo? — pregunto Sam, Jeff suspiro desesperado, en busca de una explicación razonable para lo que vio Deán. No podía decir que estuvo con otro chico, eso traería más problemas.

— ¡No estaba haciendo nada malo, Sammy! — aseguro Jeff.  — Yo... Yo… no me he sentido bien… Yo… tuve estos… sueños raros… y cuando despierto yo… pues. — Jeff estaba muerto de la vergüenza y no quería decirle a su hermano mayor que despertaba con los pantalones mojados desde hacia noches, para ser exactos tras estar con Alcide.

Sam había leído un montón del tema para la universidad y sabia perfectamente de lo que Jeff le estaba hablando y no era una conversación que le hiciera gracia a nadie. Solo tendría que hacer lo mejor como hermano mayor y explicarle.

— Entiendo… ¿Eso te paso en el museo? — pregunto Sam, Jeff asintió. No le había pasado pero estuvo apunto de pasar, era como si los besos y esas cosas con Grant, hubieran encendido esa parte de él. — Estas creciendo Jeff…

Así que Sam paso las siguientes horas hablándole a Jeff sobre el tema de las poluciones y de que era normal que le sucedieran. Fue mas fácil de lo que pensó,  Jeff era un chico inteligente y conocía del tema, solo necesitaba un refuerzo de información.

El sol comenzó a salir por el horizonte y eso puso a Deán de los nervios, estaba seguro de que sucedería otro homicidio ese día y todo por culpa de Bela.

—Tienes razón… No voy a matarla… Torturarla lentamente es lo más justo. — seguía diciendo Deán, mientras daba vueltas por la sala.

— Deán, tienes que relajarte. — le pidió Sam

— ¡¿Relajarme?!... Oh, sí, sí. Me relajaré… No puedo creer que nos engañara otra vez. — repitió Deán.

— A ti. — murmuro Sam

— ¿Qué? — pregunto Deán molesto.

— Por lo que dijiste… te engaño a ti, no a nosotros. — explico Sam, eran pocos los momentos en los que podía jugársela a Deán y jamás los podía desaprovechar.

— ¡Gracias, Sam! Me ayuda mucho. — exclamo Deán con ironía, entonces empezaron a tocar la puerta con desesperación.

— ¿Hola? ¿Podrían abrirme? — pregunto la voz de Bela desde fuera, así que sorprendidos le corrieron a abrir.  — Déjenme explicar — aseguro Bela ante la mirada tan fea de los chicos. Así que entro y tomo asiento, no se sentía nada bien.

— La vendí… Tuve un comprador esperando, desde que supe que existía — explico Bela.

— Y la razón por la que fuimos a ese baile de caridad fue... — empezó a decir Jeff, aun no le quedaba claro porque esa mujer había llevado a Grant al baile, ¿acaso sabia algo de ellos dos? Porque eso seria un problemón.

— Necesitaba una pantalla, fueron convenientes. — murmuro Bela.

— Mira, la vendiste a un comprador… Simplemente vuelve a comprársela. — sugirió Sam

— Estará a la mitad del océano… No puedo recuperarla a tiempo. — aseguro Bela

— ¿A tiempo de qué? — pregunto Deán y Bela bajo la mirada, poniéndose mucho mas pálida de lo que ya estaba.

— ¿Qué te pasa, Bela?... Parece que viste  un fantasma. — pregunto Sam

— Vi el barco. — murmuro Bela

— ¿Qué cosa? — pregunto Deán alucinado, Sam ya le había contado su teoría de las muertes y la investigación que realizo en la madrugada lo había corroborado. — Ah WOW, ¿sabes que?... Sabia que eres una perra estafadora e inmoral, pero justo cuando creí que mi opinión sobre ti no podía empeorar… — empezó a decirle.

— ¿De qué estás hablando? — pregunto Bela sin entender.

— Hemos descubierto el móvil del espíritu —  dijo Sam y dejo la foto de otro marinero sobre la mesa. — El es capitán de nuestro barco... el que colgó a nuestro espíritu. — agrego Sam

— ¿Y? — pregunto Bela, aun no entendía que tenia eso que ver con ella.

— Y eran hermanos… eran Caín y Abel… Así que nuestro espíritu... busca blancos muy específicos… Personas que mataron a su propia familia.. Primero, Sheila... que mató a su primo en un accidente de coche. Y los hermanos Warren... que asesinaron a su padre por la herencia… Y ahora tú. — explico Sam

— Oh, dios mío. — murmuro Bela, realmente consternada por la situación.

— ¿Quién fue, Bela? ¿Eh? ¿A quién mataste? ¿Fue a papi? ¿A tu hermanita, tal vez? — pregunto Deán.

— Eso no te interesa— aseguro Bela.

— No… claro, pues que tengas buena vida… o lo que queda de ella, vámonos chicos. — ordeno Deán y todos se pusieron de pie para tomar sus cosas.

— No pueden dejarme aquí. — pidió Bela, poniéndose en pie para seguirlos.

— Obsérvanos. — murmuro Deán y empezó a guardarlo todo en la mochila de viaje.

— Por favor… Necesito su ayuda. — rogo Bela.

— ¿De verdad?... ¿Cómo un par de asesinos en serie podrían ayudarte? — le pregunto Deán, usando las mismas palabas que ella uso para insultarlos el otro día.

— Eso fue un poco duro, lo admito… Pero no justifica una sentencia de muerte. — dijo Bela.

— No vas a morir por eso… ¿Qué hiciste, Bela? — le pregunto Sam, igualmente conocía la reputación de la mujer, pero de ladrona a asesina era un gran paso.

— No lo entenderías... Nadie lo entendió. — Murmuro Bela y hubo silencio total — No importa… Haré lo que siempre he hecho… Lo arreglare  yo misma. — agrego y se dispuso a salir con enfado.

— ¿Recuerdas que vendiste lo único que podría salvarte la vida? — le pregunto  Deán

— Ya lo se. — murmuro Bela

— Bueno... puede que no sea lo único. — dijo Sam y todos se giraron a verlo, siempre tenia que ser el listillo que encontraba la solución.

Así que Bela pasó todo el día encerrada en la casa, lejos del agua para mantener al espíritu lejos. Y  por la noche, los cuatro fueron al cementerio y prepararon un altar de invocación, como parte del plan de Sammy.

— ¿De verdad crees que esto va a funcionar? — pregunto una Bela aterrada, a Deán.

— Casi definitivamente no. — murmuro Deán. Entonces un trueno  partió los cielos y empezó a llover muy fuerte, como si se tratara de otra señal de que el espíritu enfadado estaba por llegar.

— Sammy, mejor que empieces a leer. — murmuro Jeff y prendió la ultima vela, Sam saco su libro de invocaciones y empezó a leer:

Las velas se apagaron de repente y las nubes del cielo se cerraron a un mas, logrando incluso quitar el brillo de la luna. La lluvia se puso más fuerte.

— ¡Quédate cerca! — grito Deán a Bela, su instinto le decía que todo estaba por ponerse feo.

— ¡Detrás de ti! — Grito Bela, Deán se giro a sus espaldas y trato de disparar, pero el fantasma lo arrojo sobre una lapida. Y luego toco la cara de Bela, que empezó a escupir agua a montones. Deán se puso en pie y le disparo al sujeto, haciéndolo desaparecer.

— ¡Sam, lee más rápido! — grito Deán, tomando a Bela por los hombros para tratar de ayudarla a respirar.


Sam termino de leer y la lluvia se detuvo, permitiendo al cielo recupero su resplandor normal. El fantasma volvió a aparecer para atacar a los muchachos, pero se encontró cara a cara con otro fantasma, su hermano, el capitán del barco hundido.

— ¡Tú... me ahorcaste! — dijo el primer fantasma.

— Lo siento. — murmuro el hermano.

— ¡Soy tu hermano! — grito

— Lo siento mucho— repitió el hermano, entonces el fantasma asesino se lanzo sobre el, y ambos se fusionaron en una especie de torbellino de agua, y luego desaparecieron. Su energía mutua había acabado con ambos para siempre.

A la mañana siguiente y con la tranquilidad devuelta en el pueblo. Jeff se animo a buscar a Grant en los muelles y lo encontró subiendo a su bote, una red de pescados.

— Es tu día de suerte amigo. — comento Jeff, Grant se giro y le sonrió.

— Eso parece, supongo que detuvieron al fantasma. — dijo Grant y Jeff asintió. — He… lamento haberte dejado con el ogro de tu hermano el otro día… pero algo me dijo que no querías que me viera. — dijo Grant.

— Te hubiera matado a ti primero y luego a mí — murmuro Jeff.

— Si, tal vez… pero ha sido divertido ¿no? — pregunto Grant y Jeff asintió con una enorme sonrisa.

— Tal vez… deberíamos seguir con ello. — dijo Jeff con picardía.

— Hem… No… no creo… escucha Jeff, me ha gustado lo que ha pasado en el museo… besas muy bien, pero eres un niño… y si te doy un consejito… eso es algo bueno, Jeff aun tienes mucho tiempo para pensar que quieres… y cuando lo descubras, estará bien… sea un chico, sea una chica… pero no vivas tan rápido chico. — comento Grant y le sonrió, Jeff se quedo pensando y termino por abrazarlo.

Mientras tanto en la casa, Sam y Deán estaban terminando de recoger sus cosas para poder marcharse por fin.

— Deberían aprender a cerrar sus puertas… Cualquiera podría entrar. — dijo Bela apenas meterse en el lugar.

— Cualquiera lo acaba de hacer— murmuro Sam con desprecio. — ¿Viniste a decir gracias o adiós? — le pregunto.

— He venido a saldar un asunto… Darle al espíritu lo que realmente quería... su propio hermano… Muy astuto, Sam… Así que... tomen. — dijo Bela y les arrojo un fajo de billetes a cada uno.  — Son 10.000 dólares, eso debería cubrirlo… No me gusta estar en deuda con nadie. — agrego.

— ¿Y aventarnos 10 de los grandes es más fácil para ti... que decir gracias?.. Estás muy dañada. — aseguro Deán, esa mujer cada vez lo sorprendía mas.

— Tú has de saberlo. — murmuro Bela. — Adiós, chicos. — exclamo y salió caminando muy creída como siempre por la puerta.

— Tiene estilo… Tienes que admitirlo. — dijo Sam

— Supongo. — murmuro Deán, sin quitar la vista de encima de su fajo de dinero.
—  Deán, no sabemos de dónde proviene este dinero. — dijo Sam

— No… Pero sé a dónde irá. — aseguro Deán y le quito el fajo de billetes a su hermano. Terminaron de recoger sus cosas y para la noche, los tres ya estaban de vuelta en la carretera, con planes a un nuevo destino.

— ¿En serio? ¿Atlantic City? — pregunto Sam apenas terminar de escuchar el plan de su hermano.

— Así es… Jugaremos ruleta, siempre apostando al negro — aseguro Deán y entonces se animo a decir algo que llevaba mucho tiempo pensando:

— Oye, escucha, he estado pensando... Um, quiero que sepas que… entiendo por qué lo hiciste… Entiendo porqué fuiste por la demonios del crucero… Si la situación fuera al revés... Yo habría hecho lo mismo… Oye no estoy ciego… Se lo que están pasando con todo esto del pacto… Yo me iré y luego… Pero vas a estar bien, ambos lo estarán— aseguro Deán, estaba hablando con el corazón pero también estaba diciendo un par de cosas que sabia que Sam necesitaba escuchar.

— ¿Eso crees? — pregunto Sam incrédulo.

— Sí, seguirás cazando… cuidaras de Jeff… Y vivirás tu vida… Eres más fuerte que yo. Lo eres… Lo eres y lo superarás… Pero quiero decirte que lo siento… lo siento por hacer que ambos estén viviendo esto. — dijo Deán.

— ¿Sabes qué, Deán? ¡Vete al diablo! — le grito Sam

— ¿Qué? — pregunto Deán sin entender, Sam acababa de echar a perder un buen momento, por primera vez en su vida.

— No quiero una disculpa tuya… Y por cierto, Soy un adulto… Puedo cuidar de mí mismo. — aseguro Sam

— Oh, discúlpame— murmuro Deán.

— Así que... Deja de preocuparte por mí... Ese fue el problema, para empezar... No quiero que te preocupes por mí Deán… Quiero que te preocupes por ti… ¡Quiero que te importe que vas a morir! — grito Sam, Jeff se quedo boquiabierto por escuchar esas duras palabras, pero Sam tenia razón. Por su parte Deán solo sonrió y se quedo mirando hacia el frente.

— ¿Eso es todo? ¿No vas a decir nada más? — pregunto Sam molesto

— Tal vez mejor juegue a los dados. — murmuro Deán y todos se quedaron incrédulos, a su hermano mayor le seguía importando muy poco su vida y eso era algo muy malo. 

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