Cielo rojo al amanecer
Descripción Oficial
Los hermanos investigan a múltiples víctimas de ahogamiento, a pesar de no haber señales de agua en las cercanías, pero Bela se interpone nuevamente en el camino y provoca problemas.
Más tarde, Sam y Dean logran descubrir que la presencia de un barco fantasma esta involucrada con las muertes, e intentan convencer a Bela de que los deje trabajar tranquilos, pero ella está particularmente renuente, pues alguien le está pagando para resolver ese mismo caso.
Jeffrey empieza a tener serias dudas sobre sus sentimientos y acude a un amigo por ayuda. Sin embargo Dean lo encuentra en medio una situación bastante comprometedora.
Una joven corra
atreves de los muelles de su pueblo como cada noche. Se detuvo para beber agua del
bebedero y entonces los truenos en el cielo le permitieron ver un barco horroroso
y enorme aproximándose por la cosa, ella estaba impresionada y mas aun cuando
el barco desapareció de la nada.
La joven regreso
corriendo a casa, tratando de olvidar lo que había visto. Se estaba duchando para
quitarse el dolor de encima, y mientras el agua caliente caía sobre su cuerpo, una
mano espantosa tomo forma entre el vapor y la tomo del cuello. Pronto la chica
cayó muerta sobre el vidrio de la ducha.
Una semana después
Jeffrey había
llamado a un viejo amigo del internado para concretar una cita, pues tras haber
visto a Alcide llego a la conclusión de que solamente Grant, lo podría ayudar a
comprender lo que sentía. Y termino
enterándose de la misteriosa muerte de la chica, ahogada en una ducha. Así que
ahora los hermanos estaban de camino al pueblo.
— Te he esperado
desde Maple Springs… ¿Tienes algo que decirme? — pregunto Deán a medio camino.
— No es tu
cumpleaños. — murmuro Sam, y se quedo pensando en que probablemente le estaba
hablando del crucero. — ¿Felices
Pascuas?... No lo sé, no sé de qué estás hablando. — dijo Sam, tan convincente
como podría sonar y si Deán no lo conociera tan bien, probablemente le hubiera
creído.
— Le falta una
bala a la Colt… ¿Me dices que paso? — dijo Deán molesto y Sam simplemente se
encogió de hombros. — Sé que no fui yo,
Jeff no la sabe cargar… Y a menos que les hayas disparado a unas latas malignas...
Fuiste tras ella ¿verdad?, la demonio del crucero… ¡cuando te dije que no! —
grito Deán molesto.
— Sí, bueno—
murmuro Sam, realmente no le importaba lo que le dijera sobre el asunto. La
demonio ya estaba muerta y no había ninguna victoria en ello.
— ¡Pudo haberte
matado! — aseguro Deán.
— Aquí estoy,
¿no? — pregunto Sam con ironía.
— ¿Y le
disparaste?
— Se estaba
burlando. — murmuro Sam
— ¿Entonces qué?
¿Significa que se cancelo mi trato? — pregunto Deán, con la remota esperanza en
su voz y probablemente eso le hizo sentir mas mal a Sam de lo que ya se sentía.
— ¿No crees...
que ya te habría mencionado eso Deán?— pregunto
Sam enojado. — No, alguien más mantiene el contrato. — agrego.
— ¿Quién? —
pregunto Deán, ahora si interesado por primera vez en el asunto.
— No quiso
decirlo. — aseguro Sam
— Hay que
averiguarlo, el único indicio lo tendría la demonio del crucero… Oh espera un
momento… — había puro sarcasmo en las palabras de Deán, en un segundo volvió a
perder la fe y recupero el enojo contra Sam
— No es gracioso—
murmuro Sam entre dientes, ¿acaso Deán no se daba cuenta de que ya estaba
bastante molesto como par soportar burlas?
— ¡No, no lo es!
— le grito. — Fue un riesgo estúpido que no debiste correr. — aseguro Deán.
— ¿Qué no debí
correr?... Eres mi hermano Deán y sin importar nada, voy a intentar salvarte… Y
de ningún modo me disculpare por eso, ¿oíste? — aseguro Sam molesto y le giro
la cara para no verlo, Deán negó con la cabeza y regreso la vista a la
carretera.
Jeff estaba
tentado a decir algo pero solo se quedo mirándolos desde atrás. Siempre se
limitaba quedarse calladito en las peleas porque jamás lo tomaban en cuenta.
Deán siempre le decía que era muy chico para entender y esas cosas tontas. Así
que con el tiempo se fue quedando callado, hasta el punto que tenia bastantes
cosas guardadas que gritarle a Deán, hasta parecía que nadie se preocupada por
él y lo que sentía por ese maldito pacto con el demonio.
Para el amanecer
los muchachos llegaron a los muelles de la costa este era un lugar bastante
tranquilo y donde e aire que se respira es mas puro y definitivamente mas puro.
— Llego mi guía.
— dijo Jeff apenas ver a Grant, vestido de azul marino y con esa enorme sonrisa
que siempre hacia sentir bien a cualquiera.
— ¿Qué tal todo Jerk? — le dijo
mientras se le acercaba y chocaban las manos.
— No me quejo,
pero mírate… ya estas creciendo. — se burlo el chico, entonces se acercaron Sam
y Deán por detrás de su hermano y le saludaron con un gesto. — Hola chicos,
estoy seguro de que van a querer ver este asunto— agrego.
— ¿Qué tienes
para nosotros Grant? — pregunto Sam
— La muerta fue
incinerada ayer… la policía le dijo a su abuela que se ahogo, pero dios… toda
la gente se ducha a diario y nadie se muere por ello… como sea, mi padre me ha
dicho que la gente empieza a comentar
que hay una maldición en el pueblo y… hasta están pensando cancelar la pesca
unos días… tienen miedo de que también este maldita. — conto el chico.
— Eso es muy
exagerado…. Espera un momento… ¿le contaste a tu padre la verdad de todas estas
cosas? — pregunto Deán.
— No, no estoy
loco… mi viejo me encerraría en un manicomio si le cuento lo del internado. —
dijo Grant, Sam y Deán se miraron
sonrientes por lo expresivo que era aquel muchacho.
— Bueno
hermanos, Grant y yo tenemos que… tenemos que ir a investigar unas cosas, ya
saben… cosas del caso y eso — dijo Jeff, tomo el brazo de Grant y empezaron a
caminar, ante la atenta y desconcertada mirada de los chicos mayores — Oh si,
Sam te deje las direcciones de los testigos en la laptop. — grito Jeff a lo lejos y se fue caminando
con Grant.
— Ese niño está
más raro de lo normal, ¿Crees que este bien que lo dejemos andar por ahí solo?
— pregunto Deán, sin quitar la mirada del camino que tomaba su hermano.
— Deán, es un
adolescente… Y creo que le hará bien pasar tiempo con amigos, ya sabes… chicos
de su edad. — comento Sam, después de haber visto a ese niño manejarse tan bien
en ese bar con los lobos, estaba seguro de que podría con todo en su camino.
Así que los
hermanos revisaron la lista de direcciones que Jeff les dejo y se fueron
directo a casa de la abuela de la victima para entrevistarla.
— Pero no lo
entiendo… Ya hable de esto con los otros detectives. — dijo la señora, apenas
ellos se habían presentado como detectives.
— Cierto. Sí…
Pero verá, somos del departamento del sheriff… No del departamento de policía…
Son diferentes departamentos. — le explico Deán.
— Entonces, señora
Case — Sam fue directo al punto.
— Por favor,
señorita Case. — exigió la mujer indignada, Sam trago saliva pues pocas veces
se encontraban con gente tan difícil en
los casos.
— Lo siento, Señorita Case, mmm... ¿Usted
encontró a su sobrina, cierto? — pregunto Sam
— Llegué a casa,
ella estaba en la ducha.
— ¿Ahogada? — pregunto
Deán
— Eso dijo el
forense… Ustedes díganme, ¿cómo puede alguien ahogarse en la ducha? — pregunto
la mujer molesta, era claro que era una mujer fuerte pues no parecía estar
afectada por la perdida de su sobrina, mas bien estaba indignada.
— ¿Cómo
describiría... el comportamiento de Sheila antes de su muerte?.. Quiero decir,
¿parecía asustada? ¿Quizá dijo algo fuera de lo ordinario? — cuestiono Sam, la
mujer se quedo pensativa.
— Un momento…
¿Trabajan con Alex, no es así? — pregunto intrigada, los chicos empezaron a
reírse y asintieron.
— Sí, Definitivamente…
Alex y nosotros somos como uña y carne. — aseguro Deán, no sabia de quien
estaba hablando la mujer pero seria un buen gancho para conseguir que hablara.
— ¿Por qué no lo
dijeron antes?... Alex ha sido como un consuelo— dijo la mujer aliviada y claramente mucho mas
abierta a cooperar con los chicos. — Pero lo siento, creí que el caso estaba
cerrado. — dijo la mujer
— Bueno... no,
no… Todavía no. — dijo Sam
— Entiendo —
murmuro la mujer consternada, fuera quien fuera ese tal Alex, le había dicho
que el caso estaba cerrado, le había estado mintiendo entonces.
— Bueno,
hablábamos de sobre su sobrina. — recordó Sam
— A sí… Sheila
mencionó algo bastante extraño antes de morir… Dijo que vio un barco. — conto
la señora.
— ¿Un barco? —
pregunto Deán sorprendido, eso era algo que no se escuchaba con mucha frecuencia.
— Sí, dijo que… un
minuto estaba ahí, y luego ya no estaba… Desapareció delante de sus ojos…
¿Creen que podría ser un barco fantasma?.. Alex cree que si podría serlo. —
comento la mujer, claramente interesada por el tema, lo cual era raro
considerando su edad y su estilo de vida adinerado.
— Bueno, eh...
Podría ser. — murmuro Sam
— Bueno…
Avísenme si puedo hacer algo por ustedes. — Dijo la mujer, tomo asiento y le
acaricio las manos a Sam — Sea lo que sea —agrego la mujer y le giño el ojo a
Sam, claramente estaba intentando seducirlo.
Los Winchester
salieron de la residencia de la mujer y caminaron por todo el muelle, para
disfrutar del aire y la vista.
— Si que esta
loca. — comento Deán
— ¿Por qué? ¿Por
qué cree en fantasmas? — pregunto Sam con ironía, pues si así fuera entonces
ellos también estaban locos de remate.
— Mírate...
Defendiendo a tu novia… Caza fortunas. — dijo Deán lleno de ironía, jamás se
iba a olvidar de las miradas que le echaba la anciana a su hermano.
— Muérete —
exclamo Sam
— No antes de tu
boda — dijo Deán con ironía y ambos
rieron un segundo. — ¿y quien es ese Alex? ¿Hay otro cazador en el pueblo? —
pregunto
— Tal vez si,
tal vez no… Eso no cambia nuestro trabajo. — aseguro Sam
— Qué es… ¿un
barco fantasma? — se pregunto Deán, aun no estaba muy seguro de lo que estaba
tratando.
— Sí… No es el
primero que se ha visto por aquí, cada 37 años, como relojito… reportan un
velero de tres mástiles que desaparece y cada 37 años, se reportan extraños
ahogamientos en tierra. — explico Sam
— Entonces,
apenas esta comenzando. — aseguro Deán.
— Sí
— ¿Cual es la
leyenda? — pregunto Deán.
— Se han visto
apariciones de barcos por todo el mundo… El S.S. Violet, el Griffin... El
Holandés volador... Todos son augurios de muerte. — dijo Sam
— ¿y que pasa?
¿Ves el barco y unas horas después te despides de este mundo? — pegunto Deán,
aquello sonaba mucho a argumento de película de terror de Hollywood.
— Básicamente. —
murmuro Sam
— ¿Cuál es el
siguiente paso? — pregunto Deán.
— Hay que
identificar el barco. — murmuro Sam
— No debe ser
difícil… ¿Cuántos barcos de tres mástiles se han hundido en esta costa? —
pregunto Deán con ironía, los hundimientos de barcos no era algo que se
escuchaban todos los días, al menos no en el presente.
— Ya vi eso
también Deán… Más de 150. — aseguro Sam, Deán no pudo evitar silbar pues estaba
impresionado de lo muy equivocado que estaba.
— Wow… diablos….
Tal vez el padre de ese chico Grant nos pueda ayudar. — sugirió Deán.
— Si, puede ser.
— murmuro Sam
Entonces
llegaron a la zona de parquímetros donde dejaron el impala, pero ya no había
ningún auto por ahí.
— Aquí dejamos
el auto ¿no? — pregunto Deán, mirando
todo el espacio vacio que tenia a su alrededor.
— Eso creo —
murmuro Sam
— ¿Dónde está mi
auto? — pregunto Deán, empezándose a preocupar por su objeto mas preciado.
— ¿Pusiste
dinero en el parquímetro? — pregunto Sam, no seria la primera vez que Deán no
pagaba el estacionamiento.
— Sí, puse
dinero en el parquímetro Sam… ¿Dónde
está mi auto? ¡Alguien se robo mi auto! — grito Deán hecho una furia, acababa
de perder el objeto mas preciado de toda su vida, la cosa que había sido como
una casa para él.
— Oye, oye
cálmate, Deán. — le dijo Sam
— ¡Estoy
calmado! Alguien se robo mi auto. — repitió Deán y entonces apoyo sus manos
sobre las rodillas y empezó a faltarle el aire. Estaba teniendo un ataque de
pánico.
— ¡Oh, Deán!
Oye, oye, oye… tranquilo hermanito. — le decía Sam para calmarlo y evitar que
le fuera a dar una crisis o un infarto. Solo ese impala podría llegar a tener
ese efecto en el Valente Deán.
— ¿Un Impala del
67? ¿Era suyo? — pregunto una voz, y para cuando los hermanos se giraron se
encontraron cara a cara con la peor persona del mundo.
— Bela. —
murmuro Sam con odio.
— Lo siento… Hice
que se lo llevaran — dijo Bela sobre el auto.
— ¡¿Qué cosa?! —
grito Deán indignado, nadie se metía con su bebe y mucho menos una maldita
ladrona de guante blanco.
— Bueno, estaba
en zona indebida— aseguro la mujer.
— ¡No, es verdad!
— le volvió a gritar Deán y si Sam no lo hubiera jalado por el brazo, hubiera
golpeado a la mujer.
— Lo estaba,
cuando lo moví — aclaro Bela con una enorme risa simplona.
— ¿Qué diablos
estás haciendo aquí? — exigió saber Sam, ella solamente se encogió de hombros
sin dejar de reírse.
— Navegando. —
murmuro y entonces a Sam le vino una idea a la mente.
— Tú eres Alex… Trabajas con esa señora. — le
dijo, solo Bela era capaz de hablar de cosas sobrenaturales con una persona
normal y solo ella seria bastante ingeniosa como para dominar a una mujer tan
dura.
— Gert es una
vieja amiga. — aseguro Bela
— Sí, claro…
¿Qué buscas? — cuestiono Sam
— No busco nada…
Hay un montón de ancianas encantadoras como Gert por toda la costa este… Les
vendo talismanes, sesiones espiritistas donde se comunican con sus gatos —
explico la ladrona.
— Y déjame
adivinar, todo es una estafa, nada es real. — aseguro Deán
— El consuelo
que les brindo es muy auténtico. — aseguro Bela.
— ¿Cómo duermes
en las noches? — pregunto Sam molesto, no podía entender como había gente que
lucraba y hasta disfrutaba con el sufrimiento de los demás.
— Con sábanas de
seda, desnuda y sobre billetes. — comento Bela y Sam la miro con todo el odio
posible. — En serio Sam, esperaría esta actitud
de él. ¿Pero de ti? — agrego Bela.
— Me disparaste.
— dijo Sam entre dientes y tocándose el brazo donde había recibido el impacto
de bala.
— Apenas te
rocé. — aseguro pero Sam la seguía mirando con odio y desprecio, parecía
estarse conteniendo de matarla con sus propias manos. — Eres lindo…. Pero un poco melodramático,
¿no? — le dijo.
— Sabes lo que
está ocurriendo aquí… El barco fantasma, es real. — le dijo Deán
— Si, lo se… Gracias
por decirle a Gert que el caso no estaba resuelto. — les reprocho, pues la
mujer le había llamado por teléfono apenas ellos dejaron la casa y le había
contado todo lo que ellos habían dicho.
— No lo está. —
murmuro Deán
— Ella no lo
sabía… Ahora la vieja ha dejado de pagar y está exigiendo respuestas concretas…
Miren... salgan de mi camino, antes de que causen más problemas. — exigió
Bela. — Y yo iría por el auto, si fuera
tu... antes de que vean el arsenal en la cajuela...Ciao — exclamo Bela, se fio
la vuelta y se fue caminando muy creída.
— ¿Puedo
dispararle? — pregunto Deán molesto.
— No en público.
— murmuro Sam, de todas las personas que habían llegado a conocer, esa mujer
era la peor y ambos la odiaban.
Jeff y Grant por
su parte no hicieron más que dar vueltas por todo el muelle, el padre de Grant
se había llevado su pequeño bote de pesca, así que no había lugar donde estar.
— Lo bueno de
estar siempre en el mar… es que puedes ver a diario la puesta de sol, cada una
de ellas es diferente ¿sabias? — pregunto Grant, Jeff estaba mirando la puesta
pero ese sentimiento raro en su interior lo distrajo.
— Grant, alguna…
¿Alguna ves has sentí algo raro en el estomago? — pregunto Jeff, y Grant dejo
de ver la puesta para verlo raro.
— Mmm… ¿Ganas de
ir al baño? — pregunto y ambos se rieron por lo tonto que había sonado el
comentario.
— No, no eso…
es… algo aquí— explico Jeff y se toco un costado. — No duele pero… se mueve
cuando estoy con alguien que… — Jeff no pudo terminar de decir su explicación
pues Grant ya se estaba riendo.
— Jeff, eso se llama
estar enamorado colega. — aseguro Grant y Jeff se horrorizo por escuchar tal
cosa. — Tranquilo a todos nos pasa. — agrego.
— ¿Seguro? —
pregunto Jeff en pánico, enamorarse era igual a amor, y amor siempre
significaba una chica, solo que en su vida no había una.
— Si, yo también
lo sentí… una vez… hace poco de hecho… veras, estaba este chico nuevo en mi
habitación del internado… muy tímido, muy pequeño como saber de estas cosas… y un día lo bese. —
comento Grant, Jeff estaba tan ido en sus pensamientos que tardo un poco en
reaccionar a lo que estaba escuchando.
— ¿Yo? ¿Estas
hablando de mi? — pregunto Jeff.
— Si, pero Jeff…
yo… ya se que tu no. — Grant no termino de decir la oración pues Jeff se le fue
encima y le dio un beso en la boca, fueron solo unos segundos pero para Jeff
era su primer beso de adolescente.
Jeff se asusto
al ver el rostro pálido de Grant, se levanto de la banca en la que estaban y
salió corriendo por todo el muelle, Gran iba a salir corriendo tras él pero
estaba tan sorprendido que no lo hizo, solo se quedo ahí sentado.
Cuando el sol se
oculto y llego la hora de dormir para los trabajadores de pesca, un hombre se
lavaba los dientes en su baño, cuando empezo a escuchar unos ruidos extraños en
el pasillo.
— ¿Hola? —
pregunto al pensar que era alguien de su familia, nadie respondió así que
siguió con la limpieza de sus dientes. Fue cuando la llave del agua de la
bañera se abrió sola, extrañado se acerco para cerrarla y lo logro, pero el agua de la tina no se iba, así que metió la
mano para quitar el tampón y ahí una mano espectral salió del agua y lo tomo
por el cuello, apretándolo unos segundos hasta matarlo.
La noticia de la
nueva muerte corrió como el viento por todo el pueblo, y la primera en llegar
al sitio fue Bela quien no tuvo problemas en hacerse pasar por reportera para
acceder a la casa y además su físico ayudo un poco para que los policías no la
molestaran.
— La policía
dice que se ahogo… Pero no entiendo cómo. — le decía el hermano del muerto a
Bela quien no dejaba de fingir que lo estaba grabando con una grabadora de
bolsillo.
— Siento mucho
su pérdida, señor Warren… Ahora, ¿podría contarme otra vez lo del barco que vio
su hermano? — pregunto Bela, estaba bien enterada de los chimes, gracias a la
anciana con la que trabajaba.
— Señorita, creo
que este hombre ya ha sufrido bastante… retírese. — dijo una voz desde atrás y
en un segundo después, Deán se metió entre Bela y el testigo, haciendo uso de
su placa como detective.
— Pero sólo
tengo un par de preguntas más. — dijo Bela molesta.
— No, ya no. — agrego
Sam
— Gracias por su
tiempo. — dijo Bela al testigo, miro a los Winchester con odio y empezó a
caminar.
— Siento que
haya tenido que lidiar con eso. Son una lata, como cucarachas. —exclamo Deán en
voz alta para que Bela le escuchara y así fue, pero ella siguió caminando,
pensando en una próxima venganza.
— Señor, lo
oímos decir que su hermano vio un barco. — dijo Sam al testigo.
— Sí, así es.
— ¿Le dijo cómo
era? — le pregunto Deán
— Era... un barco
antiguo de velas… muy maltratado, tres mástiles con las velas rasgadas, un
ángel en la proa. — comento el sujeto, con una seguridad tan grane que
impresiono a los chicos de verdad.
— Para ser un
barco que no vio, esos son muchos detalles. — aseguro Sam
— El y yo
estábamos buceando… Y yo lo vi también. — dijo el hombre, los hermanos se
miraron porque ya tenían explicación a la seguridad del sujeto pero no era lo
que esperaban, por lo menos ya sabían que también él estaba maldito.
— Perdonen,
oficiales… Esos dos sujetos que están ahí, creo que son impostores. — se
escucho decir a lo lejos y cuando los hermanos giraron, vieron a Bela hablando
con policías de verdad.
— Estaremos en
contacto… Gracias. — dijo Deán al testigo y salió corriendo con Sam de la
escena.
Sam y Deán
caminaron un par de calles hasta el impala, ahí estaba Jeff cabizbajo por
alguna razón que ellos desconocían.
— No tenías
porque esperarnos aquí, pudiste ir con Grant. — comento Sam, pensando que todo
se trataba de simple aburrimiento adolescente.
— No, hoy no….
Esta el caso primero. — dijo Jeff, y sus hermanos lo miraron con sorpresa, al
niño jamás se le había presionado para que viera las cosas de esa manera y eso
si que dejaba ver que algo andaba realmente mal.
— No Jeff, nosotros nos estamos encargando del
caso… tu eres libre para estar con tu amigo si quieres. — le explicó Deán y si
realmente supiera que eso de ERES LIBRE, era la verdadera causa del conflicto
emocional de Jeff.
— Hoy no ¿si?...
hoy quiero ayudar con el caso. — aseguro Jeff y se cruzo de brazos haciendo
pucheros. Sam y Deán tuvieron que complacerlo y fueron a la cajuela a por
armas, iban a comenzar una vigilancia.
— Veo que tienen
su auto. — dijo una voz y cuando los hermanos se giraron, se encontraron cara a
cara con Bela.
— ¿Te atreves a
acercarte cuando tengo un arma cargada en mis manos? — le pregunto Deán
enojado, no estaba bromeando con el comentario.
— Tranquilo,
cuidado con tu presión — dijo Bela con ironía.
— ¿Por qué siguen aquí? Ya podrán identificar el barco. — aseguro Bela,
le había tomado por sorpresa volver a verlos en la escena del crimen.
— ¿Tu porque
estas aquí?... no tienes cosas que robar… maldita — murmuro Jeff con enojo y
escucharlo decir ese tipo de palabras escandalizo mucho a Sam
— Lo mismo
podría preguntarte Jeffrey, pensé que te quedabas en la guardería mientras los
adultos trabajan. — le dijo Bela, Jeff se giro y estaba dispuesto a decirle
unas cuentas verdades pero Sam le cubrió la boca.
— Deja a mi
hermanito en paz, Bela… que sabes que ese hombre vio el barco. — explico Sam
— ¿Sí? ¿Y? — pregunto
Bela, Sam rodo los ojos, maldiciéndose a si mismo por haber creído que a esa
mujer le podría llegar a interesar otra cosa que no fuera ella misma.
— Y va a morir, tenemos
que salvarlo. — agrego Sam
— Hay, qué
tiernos. — se burlo Bela.
— ¿Crees que es
gracioso? — pregunto Deán, acercándosele peligrosamente con su arma en la mano,
parecía que Sam era el único que no perdía el temple estando con ella.
— El es carne de
cañón… No puede ser salvado y ustedes lo saben— aseguro Bela.
— Sí, pues
nosotros tenemos almas… lo vamos a intentar. — le dijo Deán y mejor arrojo la
pistola dentro del auto, para evitar tentaciones.
— Pues yo voy a
buscar el barco y a poner un fin a todo esto… Pero diviértanse. — dijo Bela y
se empezó a alejar, esta vez Deán no se pudo quedar callado.
— Bela, ¿Por qué
eres así, eh? ¿Tu papi no te dio suficientes abrazos? — le pregunto Deán y ella
se giro con esa sonrisa indescifrable en el rostro.
— No lo sé. ¿El
tuyo te dio muchos? — pregunto con ironía pues se conocía la historia de los
Winchester y su padre desaparecido.
— Oye, no hables
así de mi papá — le grito Jeff enojado.
— Entonces… No
se atrevan a criticarme... Ninguno de ustedes es mejor que yo. — aseguro la
ladrona.
— Nosotros
ayudamos a la gente. — aseguro Deán.
— Hay por favor,
hacen esto por venganza y obsesión… Están cerca de ser asesinos seriales… Mientras
yo, por otro lado… cobro por hacer un trabajo y lo hago, así que díganme, ¿que
es mas sano? — les pregunto la mujer, ninguno le contesto algo porque realmente
los acababa de ofender muy gravemente.
— Bela, ¿por qué
no te vas?... Tenemos trabajo que hacer. — le dijo Sam
— Sí, van dos a
cero… no hacen buen trabajo. — volvió a asegurar Bela y finalmente se fue por
su propio camino, dejándolos en paz finalmente.
Los hermanos
Winchester se quedaron afuera de la casa del testigo, vigilando a la espera de
alguna señal de ataque sobrenatural, pasaron dos, tres y cuatro horas para que
Deán rompiera el silencio ante su desesperación.
— ¿Hay algo
bueno? — pregunto Deán a sus hermanos que llevaban horas investigando en
internet.
— No, no lo
creo… ambos hermanos tienen títulos universitarios, y no tienen antecedentes, solo algunas multas, ellos heredaron la
fortuna de su padre hace seis años — conto Sam
— ¿Cuánto? —
pregunto Deán
— 112 millones
de dólares. — dijo Jeff y Deán silbo por la impresión, esa era una cantidad
bastante grande para una cuenta de banco.
— Linda vida. —
murmuro Deán
— Sí, agradable,
limpia, legal… Entonces, ¿por qué vieron el barco? ¿Por qué Sheila también?
¿Qué es lo que tienen en común? — se pregunto Sam
— Tal vez nada. —
dijo Deán.
— Siempre hay
algo. — agrego Sam
— ¡Eh, ustedes!
— se escucho gritar a alguien y cuando los chicos se percataron, ya tenían al
testigo fuera de su casa.
— Creo que nos
han descubierto. — dijo Deán, y bajaron del auto rápidamente para ir hasta la
entrada de la casa.
— ¡¿Que están
haciendo?! ¡¿Espiándome?! — pregunto el hombre hecho una furia.
— Señor cálmese.
Por favor. — le rogo Sam
— ¡Ustedes no
son policías! No vestidos así, no con un niño… mucho menos ese horrible auto
viejo. — grito el hombre.
— Oiga, no tiene
que ser grosero. — le dijo Deán, nuevamente defendiendo a su auto e las garras
y palabras de desconocidos.
— Somos
policías, ¿esta bien?... Y estamos aquí porque creemos que puede estar en
peligro. — le explico Sam, tratando de
calmarlo mediante su tono de conciliador de la paz.
— ¡¿De que?! —
grito el hombre, era claro que estaba histérico
— Si se
tranquiliza, se lo diremos — aseguro Sam
— Solo aléjense
de mí. — grito el hombre y corrió a meterse en su auto, lo encendió y arranco
como un loco por la cuadra.
— ¡Espere! —
grito Sam
— ¡Oiga,
estúpido! ¡Tratamos de ayudarlo! — le grito Deán. Entonces el automóvil se detuvo a media calle y empezó a sacar humo.
— Eso no puede
ser bueno. — murmuro Deán.
— No…. Trae las
armas. — dijo Sam y regresaron corriendo al impala para obtener lo que
necesitaban.
Mientras, dentro
del automóvil, el hombre estaba tratando de volverlo a poner en marcha, fue
cuando otro sujeto apareció en el asiento trasero coche. El dueño trato de
salir corriendo, pero los seguros se pudieron solos y entonces el fantasma le
toco la cara con la mano, provocando que empezara a vomitar agua por la boca.
— ¡Peter! —
grito Sam apenas llegar a la ventana y ver lo que estaba pasando.
— ¡Sam! — grito Deán,
disparo con la escopeta para romper el
vidrio y la cosa desapareció del auto. Sam logro abrir y comprobó el pulso del
hombre, estaba muerto, ahogado como la primera victima.
Deán llamo
anónimamente al 911 para informar sobre la muerte de Peter, y luego los tres
Winchester se fueron en el impala para buscar donde pasar la noche, no podría
ser el motel pues levantarían sospechas con su llegada.
— ¿Quieres
decirlo, o lo hago yo? — pregunto Deán ante la cara triste de Sam
— ¿Qué? —
pregunto Sam sin ganas.
— No puedes
salvar a todos, Sam — dijo Deán
— Si, lo se... ¿Y
qué? ¿Te sientes mejor ahora o qué? — pregunto Sam con rudeza, Deán lo miro
enojado porque no se podía creer que estuviera hablando de esa forma delante de
Jeff.
— No... No realmente.
— murmuro Deán.
— Tampoco yo —
agrego Jeff desde atrás, Deán se giro y lo miro con tristeza, por culpa de Sam
el pobre chico ya estaba perdiendo todas esperanzas como cazador.
— Ambos tienen
que enten...
— Es sólo que
últimamente siento que ya no salvamos a nadie. — exclamo Sam, cortando el
discurso de buen hermano que Deán ya se tenia preparado.
Los muchachos consiguieron
meterse en una casa abandonada del vecindario, taparon todas las puertas y
ventanas con maderos y se fueron a dormir un par de horas, ninguno de los tres
se sentía lo suficientemente bien para seguir en pie.
A la mañana siguiente, Sam y Jeff reanudaron la búsqueda del barco
por internet y entonces tocaron a la puerta. Todos se quedaron extrañados pues
nadie sabía que estaban ahí, así que Deán se levanto para ver quien era y
apenas ver, abrió de malos modos.
— Santo dios... ¿Invadieron
la casa?.. Encantador. — exclamo Bela apenas entrar a la casa y mirar todo de
reojo. — Y, ¿cómo les fue anoche con
Peter? — les pregunto, nadie contesto porque no había ánimos para hablar de
ello. — ¿Tan mal? — pregunto ante el
inminente silencio de la familia.
— Si dices,
"Se los dije"… Te juro que empiezo a golpearte. — le advirtió Deán.
— Escuchen, yo
creo que los tres tenemos que hablar. — aseguro Bela.
— No nos
interesa nada de ti. — murmuro Deán y tomo asiento junto a sus hermanos.
— Deán, por
favor… lamento lo que les dije ayer ¿esta bien?, he venido con regalos— aseguro
Bela y entonces puso un portafolio negro sobre la mesa de madera.
— ¿Regalos? —
pregunto Sam y entonces Bela saco un montón de papeles y le entrego a cada uno,
una carpeta con información del caso.
— ¿Qué somos?
¿Los ángeles de Charlie? — pregunto Jeff con ironía, todo ese asunto de las
carpetas era bastante profesional.
— Identifiqué el
barco… Es el Espíritu Santo, un velero mercante con gran historia… En 1859, un marinero fue acusado de traición…
Fue juzgado a bordo del barco con una corte marcial, y fue ahorcado… Tenía 37
años — conto Bela
— Eso explica
los ciclos de 37 años. — murmuro Sam
— Eres muy
inteligente…. Tengo una foto por aquí… Aquí esta — Y Bela les mostro la
fotografía antigua del viejo marinero.
— ¿No es al que
vimos anoche? — se pregunto Deán, recordando lo que había visto en el auto la
noche anterior. Al mismo hombre desaliñado y barbudo, con mirada de loco.
— ¿Lo vieron? —
pregunto Bela impresionada.
— Sí, es él...
Salvo que le faltaba una mano. — comento Deán y estaba seguro de que ningún de
sus hermanos había llegado a notar ese pequeño detalle.
— Si, su mano
derecha. — dijo Bela
— ¿Cómo supiste?
— pregunto Sam, enojado por ser el único que parecía no haber notado dicho
detalle en el fantasma.
— El cuerpo del
marinero fue incinerado, pero antes le
cortaran la mano para hacerle una "Mano de la Gloria".— explico Bela.
— ¿Mano de la
Gloria?... Sentí una de esas en mi masaje Tailandés la semana pasada. — dijo
Deán entre risas y todos lo miraron feo, su comentario había estado muy fuera
de lugar con el tema de conversación.
— Deán, la mano
derecha de un hombre ahorcado... es un objeto de ocultismo… Es muy poderosa. —
explico Sam
— Eso dicen. — murmuro
Bela
— Y
oficialmente, cuenta como restos. — agrego Deán.
— Pero eso no
explica por qué el fantasma elige a estas víctimas. — dijo Sam, recordando que
eso era lo importante para salvar vidas inocentes.
— Te diré por
qué… ¿A quién le importa?... Encuentra la mano, quémala, y parara la matanza—
aseguro Bela.
— No entiendo. ¿Por
qué nos dices esto? — pregunto Deán, había algo extraño en el tono de voz de
esa ladrona, pero no la conocía lo suficiente todavía como para entenderlo
— Porque yo se donde
está la mano. — aseguro la ladrona.
— ¿Dónde? — exigió saber Deán
— En el museo de
Sea Pines… como una pieza macabra de la historia marítima… Pero necesito ayuda.
— explico Bela.
— ¿De que tipo? —
pregunto Sam y apenas decirlo se arrepintió totalmente. Bela los quería
infiltrar dentro del museo y para ello les había rentado smokings cros y
hasta había mandado a Sam como cita de
la mujer mayor que le había coqueteado antes.
Bela ya lo tenía
preparado todo y eso fue algo que hizo dudar a los Winchester de sus
intenciones, asi que los tres quedaron en estar muy alertas de sus movimientos.
Sam le pidió a Jeff que lo acompañara por su cita, no quería estar solo con esa
mujer así que se fueron.
— ¿Por qué tardas
tanto?... Sam ya debes estar haya... con su cita. — grito Bela apenas terminar
de vestirse con un hermoso y refinado vestido azul marino. Era sorpréndete que
estuviera lista mucho antes que Deán.
— No me siento
bien con esto — grito Deán desde el segundo piso de la casa.
— ¿Qué cosa?,
¿Eres una mujer? … Ya baja de ahí. — le exigió Bela, entonces Deán empezó a
bajar paso a paso por la escalera y Bela se quedo impresionada, realmente lucia
guapo con ese traje de etiqueta.
— Esta bien,
dilo… Me veo ridículo. — dijo Deán.
— No es lo que
diría yo — murmuro Bela, sin quitarle la lujuriosa mirada en encima.
— ¿Qué?
— Cuanto esto
termine... deberíamos tener sexo. — aseguro Bela, se formo un silencio incomodo
en la sala pues Deán parecía estar asimilando sus palabras, inclusive
tomándolas en consideración.
— Ja… No soy un
objeto— aseguro Deán. — Vámonos. — le
dijo y salió caminando lo mas elegante que pudo y con una sonrisa de pícaro en
el rostro.
Museo marítimo, Sea Pines.
Una gala en
honor a la muerte de los ricos del pueblo (ósea los hermanos), se estaba
llevando acabo, los primeros en llegar fueron Deán y Bela, entregaron su
invitación certificada y caminaron hacia el gran salón.
— ¿Estás
mascando chicle? — dijo Bela apenas entrar y ver el movimiento en la mandíbula
de Deán. — Trata de portarte como si llevaras esta vida… ¿Sí? — le exigió Bela,
Deán se soltó de su brazo y sigilosamente camino hasta la fuente de soda para
sacarse la goma de la boca y pegarla en el borde del objeto. Bela se sentía tan
apenada que cerro los ojos y luego volvió a tomarse de su brazo para entrar.
Unos minutos
después, llego Sam con la mujer mayor de su brazo y con Jeff detrás, ambos
muchachos parecían incómodos pues la vieja les había tocado de todo en sus
pobres rostros.
— Esto causara
chismes, he mi Adonis — comento la mujer a Sam apenas llegar al salón de la
reunión.
— Recuerde,
estamos aquí por trabajo. — murmuro Sam
— Oh, pero a
veces el trabajo puede ser placer, ¿no? — pregunto la mujer, jalo la cara de
Sam y le planto un beso en la mejilla, Jeff tuvo que contenerse su risa ante la
cara de repulsión total que Sam había soltado.
— Claro… Sabe,
eh... ¿podría disculparme un momento? — dijo Sam, quitándole las manos de su cuerpo
y tomándolas en las suyas. La mujer asintió a la petición. — Genial…. Gracias. Gracias. — dijo Sam, se
giro y tomo la mano de Jeff en la suya para empezar a caminar.
— Oye, ¿Cuándo
se casan? — pregunto Jeff y Sam lo miro tan molesto que hasta le dio miedo.
— Ok, ya me cayo. — dijo Jeff y siguieron caminando hasta Deán
y Bela.
— ¿Exactamente
cuanto tiempo debo entretener a mi cita? — les pregunto Sam
— Tanto como sea
necesario. — respondió Bela
— Sam, hay
seguridad por todo el lugar… No estaríamos aquí son las invitaciones de Gert.
Así que... — decía Deán.
— Podemos entrar
a donde sea. — le interrumpió Sam a su hermano.
— Sí, lo sé… Pero
así es más fácil y entretenido. — comento Deán y se empezó a reír, era muy
cómico ver a Sam saliendo con una mujer mayor.
— Sabes que hay
límites en lo que estoy dispuesto a hacer, ¿no? — pregunto Sam
— Oh, se está
haciendo el difícil… ¡Qué lindo! — exclamo Deán con ironía. — Vamos. — Tomando a Bela del brazo otra vez —
Quiero todos los detalles por la mañana. — le dijo a Sam y se fue caminando con
la ladrona.
— Tú vas a
tenerme que ayudar. — dijo Sam a Jeff, quien no dejaba de reírse por su cara.
Pero entonces detuvo su risa, acababa de ver entrar a Grant, vestido con un
saco blanco que lo hacia parecer un príncipe de cuento de hadas.
— Lo siento
Sammy, tengo mi propio show. — dijo Jeff y camino lentamente hasta Grant, que
le estaba sonriendo como estúpido. — ¿Qué demonios haces aquí? — le pregunto.
—
¿Honestamente?... No se Jeff, una caja apareció en mi bote… tenia una
invitación y… estaba el traje, no iba a venir pero papá me obligo. — comento el
joven. Jeff se giro un momento y vio como Bela le mandaba un beso, ella había
provocado ese encuentro.
— Que… maldita.
— murmuro Jeff, ese era un truco muy sucio.
— Pero esa bien,
tenia que verte Jeff…. Y como no contestaste ninguna de mis ultimas 45 llamadas
— comento el joven, Jeff se sonrojo un poco.
— Es que… es
que, lo siento mucho Grant… no tenia que hacer eso el otro día, metí la pata…
no sabia si… — decía Jeff con nerviosismo pero para su suerte, Grant se empezó
a reír y le paso un brazo por encima de los hombros.
— A mi me gusto.
— le susurro Grant al odio, Jeff se giro a verlo confundido pero luego sonrió y
salió corriendo con el joven.
Sam perdió el
contacto visual de sus hermanos pero pronto tuvo que volver a enfrentarse a s
frenética acosadora, la mujer mayor.
— Por nosotros. —
dijo la mujer, dándole una copa de vino, misma que Sam se tomo de un solo
sobro, no resistiría tanta humillación estando sobrio.
Por su parte,
Bela y Deán se encargaron de dar vueltas por todo el salón en busca de rutas de
acceso al segundo piso, el lugar donde tenían la mano en exhibición.
— ¿Seguridad
privada? — pregunto Bela
— No lo creo…
Mira la forma en que se paran...son profesionales... Tal vez policías estatales
asignados. — dedujo Deán, pues los hombres estaban en formación continua.
— Parados en
cada puerta. — reafirmo Bela.
— No creo que
nos dejen ir haya arriba. — murmuro Deán.
— ¿Qué sugieres?
— pregunto Bela.
— Estoy
pensando. — murmuro Deán y se quedo mirando para todas partes en busca de
ideas.
— No te
esfuerces— le dijo Bela y Deán de giro para verla lleno de odio. — Es interesante, cómo las leyendas son mas
que la verdad. — agrego la ladrona.
— Si tienes una
mejor idea, soy todo oídos. — dijo Deán.
— Esta bien. —
murmuro Bela y un segundo después se dejo caer al suelo, enredada en los brazos
de Deán,
— ¿Cariño?
¿Cariño? ¿Estás bien? — preguntaba Deán en voz alta, para darle mas
credibilidad a todo el asunto del desmayo. — Camarero—
grito y uno de los empleados llego. —
Uh, mi esposa es alérgica a los mariscos… ¿No hay almejas en esto verdad?
— pregunto Deán sobre la comida de la charola que sostenía el empleado.
— No, señor. —
dijo el hombre.
— ¿No? — dijo
Deán, probando uno de los bocadillos de la charola. —Oh, son excepcionales, por cierto. — agrego,
realmente ya tenia hambre.
— ¿Qué es lo que
sucede aquí? — pregunto un guardia que recién se les acercaba.
— Oh, el champán…
Mi esposa es muy susceptible a veces al alcohol, ¿hay algún lugar donde pueda
recostarla hasta que se le pase? — pregunto Deán, y el empleado miro hacia
todas partes, pensando en una forma de ayudar.
— Sígame. — dijo
el guardia y empezó a caminar hacia las escaleras, el plan había funcionado a
la perfección.
— De acuerdo… Gracias…
Vamos, borrachita. — murmuro Deán y cargo a Bela en sus brazos para llevarla
hasta arriba, a una de las habitaciones de lujo del museo y la dejo sobre un
sofá.
— Si cree que es
una molestia ahora... trate de vivir con ella. — dijo Deán al guardia y Bela
abrió los ojos un segundo para mirarlo con enojo.
— Muchísimas
gracias. — le dijo Deán al guardia y este se fue, permitiendo que Bela por fin
se levantara del sofá. — La próxima vez,
avísame cual es el plan. — le exigió.
— No quería que
pensarse, no eres bueno para eso. — dijo Bela entre risas y Deán se quedo
pensativo. — Oh, mírate… ¿Buscando
alguna respuesta ingeniosa? — le dijo con sarcasmo.
— Púdrete — le
grito Deán.
— Mejor que
Oscar Wilde. — murmuro Bela y entonces saco una llave de su bolsa. — Sala 235… Está en una vitrina cerrada con
alarma, ¿crees que sea un problema? — le pregunto.
— ¿Crees que sea
un problema? — pregunto Deán, con la mejor imitación de voz de Bela que pudo
hacer y se fue muy molesto, esa mujer era la primera que lograba insultarlo en
toda su vida.
Mientras tanto,
en la fiesta del primer piso. La música clásica comenzó a tocarse y Sam no tuvo
más remedio que ponerse a bailar con la anciana, el estaba tratando de guardar
su distancia pero la mujer insistía en acercársele mas y mas a su pecho.
— ¿Dónde están
Alex y tu amigo? Se están perdiendo una gran fiesta. — murmuro la mujer.
— Yo, eh, pienso
que se están divirtiendo también. — balbuceo Sam, el asunto se estaba poniendo
cada vez mas incomodo.
— Oh… Qué traviesos… Entonces nosotros
deberíamos entretenernos también ¿no? — pregunto la mujer y lo empezó a tocar
con sus manos por toda la espalda.
— Sabe, um, señora Case... Lo siento… Señorita
Case, no quiero darle una idea equivocada. — murmuro Sam, estaba por mandarla
al demonio de la manera educada, pero la vieja no lo dejo continuar.
— Llámame Gert. —
le pidió
— Claro. —
titubeo Sam
— Me recuerdas a
mi difunto marido… Era tímido también… solo
que era más viejo. — dijo la mujer, pegándosele al pecho y dándole una nalgada.
— Estás firme en todas partes— agrego y se le pego más al cuerpo. Sam intentaba
mantener la vista siempre arriba, para asegurarse de que nadie los mirara y
también para evitar sentirse mas incomodo.
Mientras tanto
en el segundo piso, Jeff y Grant no habían perdido el tiempo y se habían metido
en una de las habitaciones para besarse en secreto.
— Jeff, no…
espera… no. — dijo Gran tras el cuarto beso y alejo al niño.
— ¿Qué pasa? ¿lo
estoy haciendo mal? — pregunto Jeff, Grant se paso una mano por el pelo y se
sentó en el sofá, Jeff a su lado.
— No, mira…
Jeff, estas muy niño todavía para esto amigo. — comento Grant y Jeff lo miro
sin entender. — Mira, no soy experto en el
sexo, ni nada… pero te aseguro que no sabemos lo que estamos haciendo,
amigo apenas estamos creciendo… bueno, yo mas que tu pero…
— ¿Qué dices?
Oye, que yo lo tengo más grande. — dijo Jeff y el chico se empezó a reír, tenia
razón, Jeff era un niñito todavía. — Eh, es verdad… no te rías, míralo. — dijo
Jeff y entonces se bajo los pantalones y le mostro toda su intimidad a su
amigo. Grant estaba por darle el discurso de NO HAGAS ESO, pero en eso la perilla de la puerta se movió. Grant alcanzo a correr al
armario, pero en lo que Jeff se subía los pantalones, alguien entro.
— ¡Jeffrey Eric
Winchester! ¿Qué demonios? — pregunto Deán que iba entrando, Jeff se quedo en
blanco, vaya suerte la suya.
— Deán, yo… he…
lo puedo explicar, yo — Y Jeff se acomodo su ropa de un tirón. — Yo, este…
tenia una picazón… y este... tenia que revisarlo — dijo Jeff con una risita y
muerto de la vergüenza, pero prefería eso a tener que decir la verdad.
Así que Grant
tuvo que quedarse dentro del armario y escucharse todo el regaño del hermano
mayor de su amigo.
— No tenemos mucho tiempo, luego terminare
contigo… ¿Qué no te diste cuenta de que
la mano esta ahí detrás? — pregunto Deán y señalo la vitrina del centro, Jeff
sonrió en voz baja porque realmente no la había visto, todo había sido muy rápido.
Así que Deán se
inclino en la vitrina y destapo el panel de control de la arma, luego desactivo
el sistema con una pinzas y con ayuda de Jeff, logro obtener la mano.
Mientras tanto,
Bela anduvo curioseando en la otra habitación y sin que ella se lo esperara, el
guardia de seguridad que les dio acceso la fue a visitar.
— ¿Señor?
¿Señora? ¿Todo esta bien? — preguntaba el hombre, así que Bela asomo la cabeza
por la puerta únicamente.
— Hola. — le
dijo
— Veo que
mejoro. — dijo el guardia.
— Sí. Muchas gracias.
— dijo Bela entre risas, ahora tenia que pensar rápido en una forma para cubrir
a Deán.
— Así que han...
¿acabado con la habitación? — pregunto.
— Bueno, no
exactamente… ¿Podemos tener unos minutos más? — pidió Bela.
— Eh, sí,
señora. — murmuro el hombre, así que Bela le cerro la puerta y regreso al
interior a toda prisa.
— ¡jajaja ya
basta! Me haces cosquillas. — empezó a gritar Bela, todo para hacer parecer que
Deán estaba dentro con ella, el guardia sonrió al imaginarse lo que estaba
sucediendo dentro del cuarto, así que se dispuso a irse cuando choco de frente
con Deán.
— Perdona… Es...
la llamada de la naturaleza… Gracias por cuidar de mi esposa. — le dijo Deán.
— Oh, ella esta…
bien cuidada. — titubeo el guardia, haciéndose a la idea de que Bela estaba
acompañada por otro hombre mas, así que impactado se fue corriendo escaleras
abajo.
— ¿Algún
problema? — pregunto Deán a Bela apenas entrara a la habitación, la reacción
del guardia le había parecido muy rara.
— Nada que no tenga
arreglo… ¿La mano? — Pregunto Bela y Deán la saco de su bolsillo interior — ¿Puedo? — pregunto.
— No. — exclamo
Deán con firmeza.
— Sería más
discreto en mi bolso. — insistió Bela.
— Buen intento. —
murmuro Deán y saco un pañuelo blanco de su bolsillo.
— Sólo intento
ayudar. — aseguro Bela.
— Gracias
cariño, no tienes que ayudarme. — dijo Deán, termino de envolver la mano en el
pañuelo y la guardo en el bolsillo interno del smoking.
En la primera
planta, el baile continuaba y Sam ya estaba bastante desesperado por tener a la
anciana pegada a su pecho tanto tiempo.
— Vaya, qué esta
pieza es larga. — murmuro Sam cansado.
— Espero que no
acabe nunca… ¿Cómo va la investigación? — pregunto la mujer.
— Estas cosas
llevan su tiempo. — aseguro Sam
— La gente habla
sobre la muerte de los hermanos Warren, es extraño… ¿Crees que este conectado Sheila?
— sugirió la mujer y bajo sus manos nuevamente sobre las caderas de Sammy,
haciéndolo temblar.
— Sí. Sí, eso
creemos. — titubeo Sam, apunto de alejarse bruscamente.
— Creo que se lo
tenían merecido… Ya sabes... bíblicamente. — dijo la mujer.
— ¿A qué se
refiere? — pregunto Sam, ese tipo e comentarios no se escuchaban todos los
días.
— ¿Sabes lo de
su padre? — pregunto la anciana.
— No.
— Ven aquí... Te
contare todo. — dijo la mujer y jalo la cabeza de Sam hasta tenerlo en su
hombro. — La gente dice...que el viejo
no murió por causas naturales. — agrego
— ¿Entonces
cómo? — pregunto Sam temeroso, esa posición era bastante incomoda por su altura
y aun mas, se prestaba a muchas cosas que el no quería.
— Se rumorea que
los chicos lo hicieron… Nunca fue probado, pero la gente sigue hablando— dijo
la mujer.
— Entiendo,
entiendo… Así que... ¿Sheila tenía alguna conexión con ellos? — pregunto Sam y
recobro su posición estoica.
— Bueno, no que
yo sepa.
— ¿Tuvo Sheila
alguna tragedia en su vida? — volvió a preguntar, todo empezaba a cobrar cierto
sentido en su mente.
— Sí… De
hecho... tuvo un accidente de auto cuando era adolescente. — comento la mujer.
— ¿Qué pasó? —
pregunto Sam
— Su auto se volcó…
Ella salió ilesa, pero su primo Brian murió.-- ¿Por qué? ¿Es importante? —
pregunto la anciana interesada y estuvo apunto de besar a Sam en los labios,
pero por suerte llegaron Bela y Deán, para separarlos al fin.
— Vaya… ¿La
pasan bien? — pregunto Bela y se llevo a la mujer unos pasos lejos.
— Es encantador…
Me desea. — murmuro la anciana, Bela se empezó a reír y la hizo caminar hacia
otra dirección.
— Le daré a Gert
una ducha fría. — murmuro Bela.
— Estupenda
idea. — murmuro Sam, agradecido de que su pesadilla finalmente terminara.
— Los veo en el
cementerio. — murmuro Bela y se llevo a la anciana a la otra habitación del
museo.
— Apestas a
sexo. — aseguro Deán a su hermano, Sam lo miro enojado y entonces se les acerco
Jeff, aun apenado y finalmente regresaron al automóvil.
— La tienes, ¿verdad?...
Dime por favor que esa que esa anciana no estuvo manoseándome toda la noche por
nada. — se quejo Sam
— La tengo… ¿Te
manoseo? — pregunto Deán impresionado.
— Olvídalo...
Déjame verla. — exigió Sam, así que Deán se metió la mano en el bolsillo
interior del saco y se quedo helado al palpar lo que tenia dentro.
— ¿Qué? —
pregunto al ver la expresión sombría de Deán, y luego este saco de su bolsillo
una botellita con un barco dentro.
— La voy a
matar. — dijo Deán, entendiendo que Bela le había robado la mano en algún
momento del camino
Esa misma noche,
Bela vendió la mano en el muelle y estaba contando su dinero en el auto, cuando
escucho unos truenos. Alzo la mirada y se encontró con que estaba mirando el
barco fantasma, ahora estaba maldecida.
Regresaron a la
casa y pese al enojo que sentían por el robo, Deán le conto con lujo de
detalles a Sam lo que había pasado con Jeff en esa fiesta. Ambos pusieron en el
grito en el cielo pues para Deán estaba claro que el chico estuvo
experimentando con su cuerpo.
— No esta mal
que lo haga Sam, pero ¿a mitad de un caso? ¿En un lugar publico? — pregunto
Deán, sorprendido. Sam se quedo pensando en la mejor manera de tratar ese
asunto.
— Hablare con él
Deán. — murmuro Sam, discutieron un poco mas y finalmente Sam subió por las
escaleras hasta la habitación que ocupaba Jeff.
— ¿Cómo lo
llevas? — pregunto al chico, quien botaba una pelota de beisbol en el techo,
una y otra vez.
— ¿Tenemos que
hacer esto?... Sammy, te juro que no es lo que piensan. — dijo Jeff y se sentó
en la cama, Sam a su lado.
— ¿Entonces que
paso Jeff? ¿Qué estabas haciendo en el museo? — pregunto Sam, Jeff suspiro
desesperado, en busca de una explicación razonable para lo que vio Deán. No
podía decir que estuvo con otro chico, eso traería más problemas.
— ¡No estaba
haciendo nada malo, Sammy! — aseguro Jeff.
— Yo... Yo… no me he sentido bien… Yo… tuve estos… sueños raros… y
cuando despierto yo… pues. — Jeff estaba muerto de la vergüenza y no quería
decirle a su hermano mayor que despertaba con los pantalones mojados desde
hacia noches, para ser exactos tras estar con Alcide.
Sam había leído
un montón del tema para la universidad y sabia perfectamente de lo que Jeff le
estaba hablando y no era una conversación que le hiciera gracia a nadie. Solo
tendría que hacer lo mejor como hermano mayor y explicarle.
— Entiendo… ¿Eso
te paso en el museo? — pregunto Sam, Jeff asintió. No le había pasado pero
estuvo apunto de pasar, era como si los besos y esas cosas con Grant, hubieran
encendido esa parte de él. — Estas creciendo Jeff…
Así que Sam paso
las siguientes horas hablándole a Jeff sobre el tema de las poluciones y de que
era normal que le sucedieran. Fue mas fácil de lo que pensó, Jeff era un chico inteligente y conocía del
tema, solo necesitaba un refuerzo de información.
El sol comenzó a
salir por el horizonte y eso puso a Deán de los nervios, estaba seguro de que
sucedería otro homicidio ese día y todo por culpa de Bela.
—Tienes razón…
No voy a matarla… Torturarla lentamente es lo más justo. — seguía diciendo
Deán, mientras daba vueltas por la sala.
— Deán, tienes
que relajarte. — le pidió Sam
—
¡¿Relajarme?!... Oh, sí, sí. Me relajaré… No puedo creer que nos engañara otra
vez. — repitió Deán.
— A ti. —
murmuro Sam
— ¿Qué? —
pregunto Deán molesto.
— Por lo que
dijiste… te engaño a ti, no a nosotros. — explico Sam, eran pocos los momentos
en los que podía jugársela a Deán y jamás los podía desaprovechar.
— ¡Gracias, Sam!
Me ayuda mucho. — exclamo Deán con ironía, entonces empezaron a tocar la puerta
con desesperación.
— ¿Hola?
¿Podrían abrirme? — pregunto la voz de Bela desde fuera, así que sorprendidos
le corrieron a abrir. — Déjenme explicar
— aseguro Bela ante la mirada tan fea de los chicos. Así que entro y tomo
asiento, no se sentía nada bien.
— La vendí… Tuve
un comprador esperando, desde que supe que existía — explico Bela.
— Y la razón por
la que fuimos a ese baile de caridad fue... — empezó a decir Jeff, aun no le
quedaba claro porque esa mujer había llevado a Grant al baile, ¿acaso sabia
algo de ellos dos? Porque eso seria un problemón.
— Necesitaba una
pantalla, fueron convenientes. — murmuro Bela.
— Mira, la
vendiste a un comprador… Simplemente vuelve a comprársela. — sugirió Sam
— Estará a la
mitad del océano… No puedo recuperarla a tiempo. — aseguro Bela
— ¿A tiempo de
qué? — pregunto Deán y Bela bajo la mirada, poniéndose mucho mas pálida de lo
que ya estaba.
— ¿Qué te pasa,
Bela?... Parece que viste un fantasma. —
pregunto Sam
— Vi el barco. —
murmuro Bela
— ¿Qué cosa? — pregunto
Deán alucinado, Sam ya le había contado su teoría de las muertes y la
investigación que realizo en la madrugada lo había corroborado. — Ah WOW, ¿sabes que?... Sabia que eres una perra estafadora e inmoral, pero
justo cuando creí que mi opinión sobre ti no podía empeorar… — empezó a
decirle.
— ¿De qué estás
hablando? — pregunto Bela sin entender.
— Hemos
descubierto el móvil del espíritu — dijo
Sam y dejo la foto de otro marinero sobre la mesa. — El es capitán de nuestro
barco... el que colgó a nuestro espíritu. — agrego Sam
— ¿Y? — pregunto
Bela, aun no entendía que tenia eso que ver con ella.
— Y eran
hermanos… eran Caín y Abel… Así que nuestro espíritu... busca blancos muy
específicos… Personas que mataron a su propia familia.. Primero, Sheila... que
mató a su primo en un accidente de coche. Y los hermanos Warren... que
asesinaron a su padre por la herencia… Y ahora tú. — explico Sam
— Oh, dios mío. —
murmuro Bela, realmente consternada por la situación.
— ¿Quién fue,
Bela? ¿Eh? ¿A quién mataste? ¿Fue a papi? ¿A tu hermanita, tal vez? — pregunto
Deán.
— Eso no te
interesa— aseguro Bela.
— No… claro,
pues que tengas buena vida… o lo que queda de ella, vámonos chicos. — ordeno
Deán y todos se pusieron de pie para tomar sus cosas.
— No pueden
dejarme aquí. — pidió Bela, poniéndose en pie para seguirlos.
— Obsérvanos. —
murmuro Deán y empezó a guardarlo todo en la mochila de viaje.
— Por favor…
Necesito su ayuda. — rogo Bela.
— ¿De verdad?...
¿Cómo un par de asesinos en serie podrían ayudarte? — le pregunto Deán, usando
las mismas palabas que ella uso para insultarlos el otro día.
— Eso fue un
poco duro, lo admito… Pero no justifica una sentencia de muerte. — dijo Bela.
— No vas a morir
por eso… ¿Qué hiciste, Bela? — le pregunto Sam, igualmente conocía la
reputación de la mujer, pero de ladrona a asesina era un gran paso.
— No lo
entenderías... Nadie lo entendió. — Murmuro Bela y hubo silencio total — No
importa… Haré lo que siempre he hecho… Lo arreglare yo misma. — agrego y se dispuso a salir con
enfado.
— ¿Recuerdas que
vendiste lo único que podría salvarte la vida? — le pregunto Deán
— Ya lo se. — murmuro
Bela
— Bueno... puede
que no sea lo único. — dijo Sam y todos se giraron a verlo, siempre tenia que
ser el listillo que encontraba la solución.
Así que Bela
pasó todo el día encerrada en la casa, lejos del agua para mantener al espíritu
lejos. Y por la noche, los cuatro fueron
al cementerio y prepararon un altar de invocación, como parte del plan de
Sammy.
— ¿De verdad
crees que esto va a funcionar? — pregunto una Bela aterrada, a Deán.
— Casi
definitivamente no. — murmuro Deán. Entonces un trueno partió los cielos y empezó a llover muy
fuerte, como si se tratara de otra señal de que el espíritu enfadado estaba por
llegar.
— Sammy, mejor
que empieces a leer. — murmuro Jeff y prendió la ultima vela, Sam saco su libro
de invocaciones y empezó a leer:
Las velas se apagaron
de repente y las nubes del cielo se cerraron a un mas, logrando incluso quitar
el brillo de la luna. La lluvia se puso más fuerte.
— ¡Quédate
cerca! — grito Deán a Bela, su instinto le decía que todo estaba por ponerse
feo.
— ¡Detrás de ti!
— Grito Bela, Deán se giro a sus espaldas y trato de disparar, pero el fantasma
lo arrojo sobre una lapida. Y luego toco la cara de Bela, que empezó a escupir
agua a montones. Deán se puso en pie y le disparo al sujeto, haciéndolo
desaparecer.
— ¡Sam, lee más
rápido! — grito Deán, tomando a Bela por los hombros para tratar de ayudarla a
respirar.
Sam termino de
leer y la lluvia se detuvo, permitiendo al cielo recupero su resplandor normal.
El fantasma volvió a aparecer para atacar a los muchachos, pero se encontró
cara a cara con otro fantasma, su hermano, el capitán del barco hundido.
— ¡Tú... me
ahorcaste! — dijo el primer fantasma.
— Lo siento. —
murmuro el hermano.
— ¡Soy tu
hermano! — grito
— Lo siento
mucho— repitió el hermano, entonces el fantasma asesino se lanzo sobre el, y
ambos se fusionaron en una especie de torbellino de agua, y luego
desaparecieron. Su energía mutua había acabado con ambos para siempre.
A la mañana
siguiente y con la tranquilidad devuelta en el pueblo. Jeff se animo a buscar a
Grant en los muelles y lo encontró subiendo a su bote, una red de pescados.
— Es tu día de
suerte amigo. — comento Jeff, Grant se giro y le sonrió.
— Eso parece,
supongo que detuvieron al fantasma. — dijo Grant y Jeff asintió. — He… lamento
haberte dejado con el ogro de tu hermano el otro día… pero algo me dijo que no
querías que me viera. — dijo Grant.
— Te hubiera
matado a ti primero y luego a mí — murmuro Jeff.
— Si, tal vez…
pero ha sido divertido ¿no? — pregunto Grant y Jeff asintió con una enorme
sonrisa.
— Tal vez…
deberíamos seguir con ello. — dijo Jeff con picardía.
— Hem… No… no
creo… escucha Jeff, me ha gustado lo que ha pasado en el museo… besas muy bien,
pero eres un niño… y si te doy un consejito… eso es algo bueno, Jeff aun tienes
mucho tiempo para pensar que quieres… y cuando lo descubras, estará bien… sea
un chico, sea una chica… pero no vivas tan rápido chico. — comento Grant y le
sonrió, Jeff se quedo pensando y termino por abrazarlo.
Mientras tanto
en la casa, Sam y Deán estaban terminando de recoger sus cosas para poder
marcharse por fin.
— Deberían
aprender a cerrar sus puertas… Cualquiera podría entrar. — dijo Bela apenas
meterse en el lugar.
— Cualquiera lo
acaba de hacer— murmuro Sam con desprecio. — ¿Viniste a decir gracias o adiós? —
le pregunto.
— He venido a
saldar un asunto… Darle al espíritu lo que realmente quería... su propio
hermano… Muy astuto, Sam… Así que... tomen. — dijo Bela y les arrojo un fajo de
billetes a cada uno. — Son 10.000
dólares, eso debería cubrirlo… No me gusta estar en deuda con nadie. — agrego.
— ¿Y aventarnos
10 de los grandes es más fácil para ti... que decir gracias?.. Estás muy dañada.
— aseguro Deán, esa mujer cada vez lo sorprendía mas.
— Tú has de
saberlo. — murmuro Bela. — Adiós, chicos. — exclamo y salió caminando muy
creída como siempre por la puerta.
— Tiene estilo…
Tienes que admitirlo. — dijo Sam
— Supongo. —
murmuro Deán, sin quitar la vista de encima de su fajo de dinero.
— Deán, no sabemos de dónde proviene este
dinero. — dijo Sam
— No… Pero sé a dónde
irá. — aseguro Deán y le quito el fajo de billetes a su hermano. Terminaron de
recoger sus cosas y para la noche, los tres ya estaban de vuelta en la
carretera, con planes a un nuevo destino.
— ¿En serio?
¿Atlantic City? — pregunto Sam apenas terminar de escuchar el plan de su
hermano.
— Así es… Jugaremos
ruleta, siempre apostando al negro — aseguro Deán y entonces se animo a decir
algo que llevaba mucho tiempo pensando:
— Oye, escucha,
he estado pensando... Um, quiero que sepas que… entiendo por qué lo hiciste…
Entiendo porqué fuiste por la demonios del crucero… Si la situación fuera al
revés... Yo habría hecho lo mismo… Oye no estoy ciego… Se lo que están pasando con
todo esto del pacto… Yo me iré y luego… Pero vas a estar bien, ambos lo estarán—
aseguro Deán, estaba hablando con el corazón pero también estaba diciendo un
par de cosas que sabia que Sam necesitaba escuchar.
— ¿Eso crees? —
pregunto Sam incrédulo.
— Sí, seguirás
cazando… cuidaras de Jeff… Y vivirás tu vida… Eres más fuerte que yo. Lo eres… Lo
eres y lo superarás… Pero quiero decirte que lo siento… lo siento por hacer que
ambos estén viviendo esto. — dijo Deán.
— ¿Sabes qué, Deán?
¡Vete al diablo! — le grito Sam
— ¿Qué? —
pregunto Deán sin entender, Sam acababa de echar a perder un buen momento, por
primera vez en su vida.
— No quiero una
disculpa tuya… Y por cierto, Soy un adulto… Puedo cuidar de mí mismo. — aseguro
Sam
— Oh, discúlpame—
murmuro Deán.
— Así que... Deja
de preocuparte por mí... Ese fue el problema, para empezar... No quiero que te
preocupes por mí Deán… Quiero que te preocupes por ti… ¡Quiero que te importe
que vas a morir! — grito Sam, Jeff se quedo boquiabierto por escuchar esas
duras palabras, pero Sam tenia razón. Por su parte Deán solo sonrió y se quedo
mirando hacia el frente.
— ¿Eso es todo? ¿No
vas a decir nada más? — pregunto Sam molesto
— Tal vez mejor
juegue a los dados. — murmuro Deán y todos se quedaron incrédulos, a su hermano
mayor le seguía importando muy poco su vida y eso era algo muy malo.
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