viernes, 30 de agosto de 2013

SPN 3.09 Malleus Maleficarum

Malleus Maleficarum
Descripción Oficial
Los hermanos Winchester viajan hasta Sturbridge, Massachusetts, y descubren un aquelarre de brujas que ha matado a dos personas. Ruby advierte a los hermanos sobre permanecer lejos del demonio que controla a las brujas, ya que es muy fuerte y seguramente los matará. Haciendo caso omiso de su petición, los hermanos van tras la secta y se enfrentan a la líder de las brujas, quien revela el pasado inquietante pasado de Ruby.





White more, Indiana.
Una joven pareja de casados regresaba a su casa después de la primera fiesta del año de la sociedad, estaban agotados pues habían pasado las últimas horas de sus vidas escuchando chismes y cosas superficiales que los vecinos contaban.

— Esa fue una… horrible y espantosa fiesta. — se quejo la mujer y se quito los tacones, mismos que llevaban horas martirizando sus pies.

— Pero había una mujer muy hermosa ahí— aseguro su esposo.

— Debiste irte a casa con ella. — se quejo la mujer.

— Lo hice. — respondió el esposo, se le acerco por detrás y la beso por todo el cuello, hasta llegar a su boca y robarle un beso apasionado. La mujer amaba al hombre, pero sus necesidades fisiológicas estaban primero.

— Necesito unos minutos. — murmuro tras despegárselo de la boca.

— Muy bien… Hay una botella del 89 en el refrigerador— dijo el hombre y fue a por la dichosa botella, la mujer se metió al baño  para lavarse los dientes, sentía que la boca le apestaba a mariscos y eso era lo menos sexy en una noche de pasión en pareja.

Sin que el matrimonio lo pudiera imaginar, una mujer extraña estaba leyendo un conjuro en alguna otra parte del vecindario. La mujer dejo caer sangre de un conejo muerto, sobre un cepillo de dientes y en ese momento, la esposa de la otra casa se sintió mal.

A la esposa le empezaron a dar punzadas en la boca, y luego uno de sus dientes salió disparado al lavabo. Ella se quedo atónita y sin saber que hacer, pero entonces otro de sus dientes cayó en su mano, lleno de sangre.

— ¡Dios mío! ¡¿Qué demonios?! ¡Paul! — empezó a gritar desesperada.

— ¿Qué sucede? — pregunto el marido.

—Son mis dientes. — dijo la mujer, el marido trato de correr en su ayuda, pero la puerta del baño se cerro sola y se quedo atrancada.

— ¡¿Janet?! — grito desesperado y tratando de abrir la puerta.

— ¡Ayúdame! — grito la mujer, entonces todos los dientes empezaron a caer por su boca, seguidos por un montón de sangre. Para cuando el marido logro abrir la puerta del baño, su mujer ya estaba muerta, desangrada completamente por el embrujo de alguien desconocido.

El caso de la mujer desangrada se disperso por todas las páginas de salubridad del condado, pues todas las autoridades estaban atribuyendo la muerte como alguna nueva y rara enfermedad. Y fue gracias a ello que los hermanos Winchester se enteraron y decidieron viajar hasta allá para hablar con el marido y averiguar la verdad.
— Estaba asustada… No pude hacer nada para ayudar… He hablado... con la policía y con el médico forense… Nadie puede explicarlo. — decía el marido.

— Por eso nos llamaron, señor Dutton. — mintió Deán, el era de la teoría de que los hombres atribuían como enfermedades, a los hechos sobrenaturales que no podían explicar.

— Pero el CCE... es  control de enfermedades, ¿verdad? ¿Cree que es algún tipo de virus? — pregunto el marido.

— Aún no hemos descartado nada… Sr Dutton, ¿Janet tenia enemigos? ¿Alguien que quisiera herirla? — pregunto Deán, fingiendo hacer anotaciones en una libretilla.

—Espere… ¿Están diciendo que alguien la envenenó? — pregunto el marido

— Sólo estamos  cubriendo todas las posibilidades. — murmuro Deán, haciendo un enorme esfuerzo para no callarlo, el tipo era un verdadero curioso y en lugar de responder, se dedicaba a hacer las preguntas.

— ¿Qué tipo de veneno? ¿Cree que una persona pudo haber hecho eso? — volvió a preguntar el sujeto.

— ¿Alguien querría hacerlo? — pregunto Deán, utilizando la misma forma desesperante de convertir todo en una pregunta.

— ¿Qué? No… No, no hay nadie que pudiera... — decía el hombre. Y entonces se quedo callado, pálido como una hoja de papel.

— ¿Señor Dutton? — pregunto Deán, su reacción había sido bastante obvia.

— Todos amaban a Janet — logro decir el hombre y se giro para limpiar algún objeto ridículo de encima de la televisión. Deán lo miro serio y tratando de averiguar lo que no le estaba diciendo, mientras que Sam estaba en el baño, revisando todo y justo debajo del lava manos, se encontró con un objeto bastante curioso, una bolsa de hechizos.

— Muchas gracias… Ya tenemos todo lo que necesitamos… Lo dejaremos tranquilo. — dijo al hombre, apenas ver que su hermano salía del baño. El hombre ignoro la despedida y ellos salieron rápido de su casa.

— ¿No te pareció un poco evasivo? — pregunto Deán, pues seguía teniendo una sensación extraña sobre el comportamiento del hombre.

— No lo sé… Estaba bajo el lavabo... sacando esto — dijo Sam y le entrego la bolsa de tela amarillenta a su hermano. — Es un embrujo. — agrego.

—  Oh, que asco. — exclamo Deán, con su respectiva mueca. Luego desato el cordón de la bolsa y la abrió, dejando ver el montón de cosas raras que contenía.

— Si… hay huesos de ave, dientes de conejo… la tela tal vez era de algo que Janet usaba. — le explico Sam

— Oh, es una bruja. — aseguro Deán, aun con la mueca de asco en el rostro.

— Pues sí… y no de las que hacen amarres y limpias, esto es antigua magia negra Deán… con verrugas y todo. — dijo Sam y se subieron al impala.

— Una bruja… ¿enserio? — pregunto Jeff entusiasmado y asomando su cabeza desde el asiento trasero.

— Oye, ya me estas preocupando… este tipo de cosas deberían desagradarte. — Le dijo Deán y Jeff solo se encogió de hombros y regreso a su asiento.

— Conozco brujas. — dijo Jeff.

— Si, pero no estamos hablando de brujas adolescentes… hablamos de brujas locas… de las que embarran sus horribles fluidos corporales por todos lados… puaj, las odio. — le explico Deán.

— Es verdad. — agrego Sam

— Es horrible y totalmente anti-higiénico — comento Deán.

— Sí bueno, alguien definitivamente odiaba a Janet Dutton — aseguro Sam, por las foptos de la escena del crimen, uno se podía dar cuenta de lo despiadada que debía ser una persona como para causar ese tipo de sufrimiento a una persona.

— sí, alguien que entro a esa casa y planto esa bolsa… ¿Qué creen? ¿Buscamos una decrepita bruja Blair en el bosque? — pregunto Deán.

— Nah… la bruja de Blair mata niños. — murmuro Jeff sonriente pero sus hermanos lo miraron tan raro, que lo regresaron a su seriedad natural. — Ok ya, lo retiro… pero yo solo digo… que… podría ser cualquiera… Una vecina, amiga, un hombre, una mujer... ese es el problema Deán, son humanas como todo el mundo. — agrego el chico.

— ¿Si?… ¿Y cómo vamos a hallarla, entonces? — pregunto Deán.

— Esto no fue al azar… alguien en la vida de Janet le tenia un odio enorme, si hallamos el móvil… — empezó a decir Sam

— Hallamos al asesino. — agrego Deán y finalmente puso el auto en marcha. Sin embargo, debieron de haber prestado más atención, pues la bruja asesina se iba estacionando justo enfrente, y luego bajo de la camioneta con una enorme bolsa de papel en las manos.

— ¿Amanda? ¡Oye, Amanda! — le grito una de las vecinas que atendía su pequeño jardín.

— Oh, Elizabeth, hola…. Perdón, tengo mil cosas en mente. — dijo la bruja, apenas girando la mirada para ver a su vecina.
— ¿Estás bien querida? No fuiste al club del libro anoche. — le pregunto la vecina.

— Sí, lo siento, iba a llamar… estuve ocupada, es todo... Pero estoy bien, de verdad, gracias. — dijo toda llena de nervios y se metió a su casa. Amanda dejo su bolsa en el mostrador y corrió para sacar del horno un pollo, el cual estaba completamente cubierto de moscas y otros insectos desagradables. Estaba preparando un nuevo embrujo.

Los Winchester decidieron quedarse estacionados al final de la calle para poder vigilar al viudo, realmente Deán seguía teniendo ese mal presentimiento sobre el, en su interior.

— ¿Vamos a pasar aquí toda la noche? — pregunto Jeff desde atrás, estaba realmente aburrido de ver gente de la alta caminando con sus perros o con sus bolsas de compras por la calle.

— Probablemente si… Pero si te quieres ir a casa, entonces… — empezó a decir Sam

— No, no… ¿Y pasarme mi cumpleaños, solo?... no gracias. — murmuro Jeff y entonces vio como sus hermanos se giraban a ver el uno el otro, completamente palidecidos. — Pff… olvidaron que mi cumpleaños es mañana ¿verdad? — pregunto Jeff cansado.

— No, no… ¿Cómo puedes pensar eso?... claro que lo recordamos, por eso adelantamos la vigilancia para hoy. — mintió Deán con su falsa sonrisa, pues realmente a los dos se les había olvidado la fecha.

— Si claro, se olvidaron de mi cumpleaños... que fabuloso. — murmuro Jeff decepcionado, pues el año anterior tampoco había tenido un buen cumpleaños por lo del demonio de ojos amarillos.

— No lo olvidamos Jeff, ya veras. — le dijo Sam, y se quedo mirando hacia el frente, el cumpleaños de Jeff todavía no comenzaba y todavía podían pensar en algo para él, o almenas eso pensó por un segundo pues el viudo paso manejando delante de ellos, y comenzaron una persecución sigilosa.

La noche cayó por completo sobre el pueblo, y para ese momento la bruja Amanda ya tenia preparado su nuevo embrujo. Había formado un nuevo altar negro, con el asqueroso pollo en el centro. Así que prendió unas velas y empezó a conjurar:

La cena fue preparada para ti, Paúl Arthur Dutton… Que la disfrutes

Termino el conjuro, y  le clavo un cuchillo a la carne. En ese mismo momento, el  viudo estaba comiéndose un emparedado a las afueras de una gasolinera, fue cuando su radio cambio bruscamente de estación y empezó a tocar,”I PUT SPELL ON YOU”.

El viudo noto entonces que de su emparedado estaban saliendo unos insectos, lo tiro al suelo y se empezó a ahogar, sus pulmones estaban cerrados y su estomago se movía de un lado a otro, quemándose. El se lanzo fuera del auto y entonces los hermanos llegaron corriendo.

— Revisen el auto. — ordeno Deán mientras socorría al hombre. Sam y Jeff se metieron rápidamente al auto para revisarlo todo.

— ¡Lo tengo! — grito Sam y saco la bolsa de hechizo de debajo del volante. Y luego le prendió fuego. En ese momento la carne del embrujo también se prendió en llamas, delante la bruja quien se quedo impactada, pues no esperaba ese resultado.

— ¿Estás bien? — pregunto Deán al viudo quien poco a poco iba recuperando el control sobre su respiración.

— ¿Qué demonios esta pasándome? — pregunto el hombre en pánico.

— Alguien asesinó a su esposa y ahora trata de asesinarlo, eso pasa. — le dijo Deán.

— Es imposible, no hay manera...

— Si no lo hubiéramos seguido, seria un cadáver, ahora… ¿Quién te quiere muerto? — exigió saber Deán, no había tiempo para mas evasivas o preguntas estúpidas, pues una bruja por lo regular se movía rápido para contraatacar.

— yo... — murmuro el tipo.

— ¡Vamos, piense! — grito Deán desesperado.

— Hay una mujer. — finalmente respondió.

—Muy bien, una mujer... ¿Quién es? — volvió a preguntar Deán.

— Un error, una aventura… ella, estaba perturbada, estaba chantajeándome… y la termine hace unos días. — explico el hombre, completamente avergonzado por aceptar sus errores.

— ¿Como se llama? — pregunto Sam

— ¿Qué tiene que ver con esto? — pregunto el hombre.

— Paul, díganos su nombre. — le exigió Deán, pero su mirada de asesino lo que realmente obligo al sujeto a contarles toda la verdad.

Mientras tanto, la bruja estaba revisando su libro de conjuros en busca de algún hechizo para continuar su retorcida venganza. Entonces una brisa fría corrió por su casa, apagando las velas del altar negro, por alguna razón ella se asusto y estaba salir corriendo cuando su muñeca izquierda se empezó a cortar sola, ella se apretó con la otra mano pero ahora la derecha también estaba cortada, ella grito desesperada, hasta que finalmente cayo muerta sobre la mesa de cristal, dejando que la sangre de sus venas corriera fuera de su cuerpo.

Los hermanos Winchester llegaron un rato después a la casa y se encontraron con todo el material de brujería y el cadáver de Amanda en el centro.

— No lo esperaba. — dijo Deán apenas ver.

— Si. — murmuro Sam
Deán se acerco al cuerpo y le levanto una de las manos de la bruja para examinar lo que había pasado con ella. — Tres por muñeca, son verticales… No estaba jugando. — concluyo Deán tras ver las heridas.

— Si, creo que estaba haciendo un maleficio pesado aquí. — murmuro Jeff, había visto en los libros de Giles un montón de cosas de la magia negra y ahora las estaba viendo todas junta, en vivo y a todo color en ese cuarto.

— SI… ¡Oh Dios! — grito Deán al girar y chocar de frente con el cuerpo de un conejo blanco que colgaba de una de las paredes. — ¡Malditas brujas!, ¡Enserio! ¿Qué les pasa? — se pregunto.

— Ya sabemos de dónde saco los dientes de conejo — aseguro Sam

— Paul sabe cómo escogerlas... Es como "atracción fatal". — se burlo Deán. — ¿Por qué el conejo tiene que perder?... Pobre criatura. — murmuro Deán, sintiendo pesar porque el animalito había sido asesinado de la peor de las formas también.

— ¿Sabes qué no entiendo, Deán?... si ella quería vengarse, ¿por qué hacer esto? — pregunto Sam

— Bueno, mato a Janet Dutton, creyó que acabo con Paul… Y decidió matarse y  convertirlo en un drama pasional. — sugirió Deán, y si uno lo pensaba de esa manera, sonaba bastante congruente.

— Tal vez. — murmuro Sam y se agacho a mirar el cuerpo de Amanda, notando un pequeño bachecito debajo de la mesa de cristal-

— Porque esto no parece el cuarto de Televisión de una persona estable, ¿o si? — pregunto Deán.

— No… Y además... está esto. — agrego Sam, y finalmente saco de debajo de la mesa, una nueva bolsa de conjuro, exactamente igual a la de la primera victima.

— ¿Otra embrujo? ¡Por dios! — exclamó Deán, Sam le lanzo el articulo y tuvo la oportunidad de desatarlo, solo para corroborar que contenía lo mismo que el otro.

— Parece que atinamos ¿huh?.. Una guerra entre brujas… ¡Es fantástico! — exclamo Jeff con emoción, la idea de mujeres peleando con conjuros y bolas de energía, era bastante reconfortadle.

— Eso creo. — murmuro Sam

Deán finalmente saco su teléfono celular para reportar lo sucedido a la policía.  — Quiero reportar un cadáver, en el 309 de Mayfair Circle… ¿Mi nombre? Sí, seguro, mi nombre es... — y se guardo su teléfono en la bolsa del pantalón, no era tan tonto como para exponerse de esa forma ante la policia.

— ¿Por qué las brujas se están matando? — pregunto Deán.

— No lo sé, pero tenemos un aquelarre en nuestras manos. — aseguro Sam y había tanta razón en sus palabras.

Lo que los hermanos aun no sabían, era que el aquelarre estaba justo en la casa de junto. Donde un grupo de vecinas se reunían casi todos los días con el pretexto de un club del libro, pero lo cierto era que dedicaban su tiempo a otro tipo de lectura, lectura de la magia.

— Esta bien, está bien, ya me voy… No me engañan con su club del libro, se lo que ustedes hacen cuando yo me voy… solo se cuentan chismes. — decía el marido de la dueña de la casa que servía como sitio del aquelarre. Tanto su esposa como su amiga Tammi se burlaron, en eso llego la otra vecina, Elizabeth.

— Hola, Ron. — dijo ella.

— Hola, Elizabeth… ¿Cuándo fue la última  vez que trajeron un libro? — pregunto el marido, las mujeres se miraron con complicidad y sonrieron una vez más.

— Buenas noches, ron. — dijeron todas a coro.

— Esta bien— murmuro el hombre derrotado y salió de la casa.

— ¿Él no sabe? ¿No se lo contaron? — pregunto Elizabeth confundida y tras escuchar la puerta de la casa cerrarse detrás de ellas.

— ¿Sobre Amanda?... Eso es asunto del Club del Libro, ¿no crees? — dijo la dueña de la casa y la otra mujer dejo unos candelabros en la mesa. — Gracias, Tammi. — le dijo.

— La policía se acaba de llevar su cuerpo… ¿Y nosotras vamos a fingir que no paso? — pregunto Elizabeth, se suponía que ellas tres eran amigas de la difunta y no se podía creer la falta de tacto en el comportamiento de Renee y Tammi.

— Amábamos  a Amanda. — dijo Renee.

— Es cierto. — agrego Tammie.

— Pero… Sabemos que ella estaba… un poco...inestable… Y tenemos que aceptarlo… Tal vez ella asesinó a Janet Dutton — aseguro Renee, haciendo una mueca que demostraba su desprecio por Amanda, era una hipócrita.

— También es cierto… La gente no escupe sus dientes así de repente. — agrego Tammi, colocando un par de cosas más sobre la mesa.

— Debemos parar… Hay que olvidar el club del libro, ya fue demasiado lejos. — aseguro Elizabeth, ella estaba segura de que algo malo había en todo aquello de leer un misterioso libro negro. Tenía un mal presentimiento desde hacia unas semanas.

— Elizabeth, sólo respira profundamente… Cálmate… no podemos parar. —  aseguro Renee

— Pero dos personas murieron. — dijo Elizabeth, tratando de apelar al buen juicio de sus supuestas amigas.

— Amanda se suicidó, ¿sí?... y sí, ella mató a Janet… horrible, horrible asunto desde luego… pero eso ya paso… Y piensa en todo lo que el club del libro nos ha dado… El ascenso de tu marido, el pequeño viaje a Hawái que ganaste… ¿Y qué me dio a mi?... mi negocio de cerámica artesanal por fin está despegando, ¿y tú quieres parar? ¿Enserio quieres parar? — le pregunto Renee, era obvio que estaba ejerciendo una manipulación muy sucia sobre la mente de Elizabeth, pero de todas formas ella asintió a la idea de continuar.

— Muy bien… empecemos… No tenemos mucho tiempo… Ron volverá de su fantasía de fútbol en una hora— comento Renee y apago las luces de la sala, luego las tres se arrodillaron alrededor de la mesa de la cocina y se tomaron de las manos, para empezar a invocar.

Libro de las sombras, nos arrodillamos… Déjanos servir a tu maestro como tú a nosotras.
Libro de las sombras, nos arrodillamos… Déjanos servir a tu maestro como tú a nosotras.

Las brujas no hicieron ningún mal esa noche, solo ellas tras sabían que habían pedido a las fuerzas oscuras de ese libro.

Los Winchester regresaron a dormir a su motel y a la mañana siguiente, muy temprano, Jeff pudo sentir algo soplando en su oreja, pero estaba tan dormido que prefirió girarse e ignorar lo que estaba pasando.

— Jeff, Jeffrey. — escucho que murmuraban a su oído, así que finalmente abrió los ojos y se giro con mucho pesar.

— ¿Qué? — pregunto, mientras abría poco a poco los ojos para soportar la maldita luz del sol que se reflejaba por la ventana.

— ¡FELIZ CUMPLEAÑOS! — escucho gritar a Sam, seguido por el sonido de una corneta de cartón muy cerca de su oído y fue esto último lo que le hizo saltar de la cama.

— ¿Esto qué? — pregunto aun confundido y entonces Deán le arrojo confeti en la cara. — ¿Es enserio? — volvió a preguntar, mucho más entusiasmado que antes.

— Claro que si gruñón, es tu cumpleaños… vamos, ven acá. — dijo Deán y abrazo a Jeff, entonces Sam se fue encima de los dos y cayeron encimados en la cama, todos muriendo de risa.

 — No, ha… jajaja… me van a aplastar. — decía Jeff entre risas todavía, pero sus hermanos solamente se quitaron de encima y quedaron los tres acostados, mirando el techo.

— Te dije que no lo habíamos olvidado. — dijo Sam

— Oh si claro mentiroso… lo habían olvidado, estoy seguro. — se quejo Jeff, pero aun se reía pues después de todo era la manera más ingeniosa en que alguien lo había llegado a despertar.

— Oh claro que no lo olvidamos… por favor… si hasta tenemos algo especial preparado para ti. — comento Deán y Jeff rápidamente se sentó en la cama.

— ¿Qué cosa? — pregunto entusiasmado.
— Ahaha cumpleañero, es una sorpresa… para más tarde. — le dijo Deán y se pusieron de pie finalmente. — Y mejor vístete, que vamos a salir a cazar brujas, Hansel. — le dijo lleno de ironía y con un guiño de ojos.

— Oh wow, ¿mi cumpleaños combinado con una cacería de brujas? ¿Cómo llegue a ser tan afortunado? — pregunto Jeff con ironía, y se metió al baño. La verdad es que no le molestaba cazar en ese día, era todo lo contrario, le llenaba de emoción.

Así que los hermanos regresaron al vecindario para empezar con la búsqueda de brujas, y apenas llegar Sam noto algo bastante raro en el jardín de una de las casas, así que se acerco con la dueña, quien curiosamente estaba plantando mas hierbas.

— Debe tener un pulgar verde. —  dijo Sam desde atrás.

— ¿Disculpe? — pregunto la mujer al girarse, ella no era nadie más que Elizabeth, la bruja buena del aquelarre.

— Para hacer que estas hiervas crezcan en esta estación… Bastante impresionante… Lo siento, debí presentarme primero… Soy, uh, el detective Bachman, y este es el detective Turner. — les presento Sam

— Hola. — murmuro Deán.

— Estamos investigando la muerte de Amanda Burns, venimos al vecindario a hablar con los vecinos y esas cosas. — le explico Sam

— Pero ella no... Quiero decir, ella se suicidó ¿no? — pregunto la mujer confundida y hasta sorprendida por su presencia.

— Tal vez. — murmuro Sam

— Oímos que usted era amiga de la difunta, ¿es cierto? — le pregunto Deán.

— Sí, así es — murmuro ella.

— ¿Sabia de sus prácticas? — pregunto Deán

— Lo siento... ¿qué... qué clase de prácticas? — pregunto nerviosa y temiendo que su mal presentimiento sobre el asunto del libro, estuviera volviéndose verdad.

— Bueno, su casa estaba testada de parafernalia satánica. — dijo Sam

— Toda una Black Sabbath — agrego Deán

— No... Ella… Ella era episcopalista. — aseguro Elizabeth, aunque no pudo evitar hacer evidente el frio escalofrió que recorrió todo su cuerpo. ¿Qué tenía que ver ese misterioso libro con esas cosas satánicas de Amanda?

— Bueno, entonces parece que se equivoco de biblia. — se burlo Deán, esperando ver alguna reacción de parte de la mujer pero…

— Elizabeth… ¿Estás bien? — se escucho preguntar a alguien y en segundos, las otras mujeres, Tammi y Renee ya estaban ahí también.

— Estoy bien… uh, Renee, estos son detectives… Ellos dicen que Amanda era... ella estaba practicando... — empezó a decir Elizabeth llena de miedo, pero Renee la arrojo hacia atrás, como haciendo que se callara.

— Lo siento, detectives… Ya notaron que Elizabeth está muy afligida. — dijo la mujer para desviar la atención, ella sabía algo que Elizabeth no y no podía permitirse el lujo de arruinar su buena racha, todavía no.

— Por supuesto, señorita... — pregunto Deán.

— Señora… Renee van Allen — dijo la mujer, remarcando cada palabra de una forma bastante déspota. — ¿Quiere que lo escriba por usted? — preguntó rudamente, pues había notado que los ojos de Deán se habían perdido.

— Fui a la escuela, gracias. — dijo Deán entre dientes, molesto por esa humillación.

— Todo este asunto sobre Amanda ha sido duro para Liz, y para todas. — aseguro Renee.

— Sí, un cree conocer a una persona — dijo Tammi.

— Creo que todos tenemos secretos, ¿cierto? — pregunto Deán, estaba insinuándoles a ellas mismas que no eran mejor que esa tal Amanda.

— Muchas gracias. Um, estaremos en contacto. — dijo Sam

— Que tengan un buen día — murmuro Deán

— Igual. — murmuro Tammi, así que los Winchester se fueron y no notaron que las tres mujeres se les quedaron mirando de manera muy hostil, casi asesina.

Así que los Winchester tenían un mal presentimiento de esas mujeres y se pusieron a investigar todos sus antecedes en internet, la cosa fue que se encontraron con bastante información de ellas y eso les llevo algo de tiempo para leer.

— Bueno, yo apostaría por esa chica Elizabeth… ¿Vieron el jardín que tenia?... Belladona, Matalobos, mandrágora, sin mencionar el gesto que hizo cuando mencionamos lo oculto. — comento Deán.

— Y definitivamente ha tenido una buena racha últimamente... Aumentaron sus ingresos, ha ganado demasiadas rifas... cosas en las que la magia negra siempre te ayuda. — Aseguro Sam — Y no crean que está sola… Parece que la Señora Renee van Allen, ha ganado todos los concursos de artesanías en los que ha participado. — Agrego, leyendo directamente de los expedientes en línea.

— Toda una Martha Stewart, ¿eh?... pero que adora al diablo... yo creo que ese es nuestro aquelarre, menos una miembro. — dijo Deán.

— Amanda se estaba saliendo de las normas… ¿Creen que la mataron para guardar las apariencias? — pregunto Sam

— Las brujas son grupos de apariencias… todas, ósea… hace como un millón de años, cuando lo de las brujas en Salem… mataban a cualquier mujer que cayera dentro de la descripción de bruja… ancianas, locas, solteras… eso es apariencia ¿o no? — pregunto Jeff.

— Si… Y si mataron a la loca, deberíamos agradecerles ¿no creen? — pregunto Deán.

— Deben ser detenidas, usaron magia negra también. — murmuro Sam

— ¿Detenidas, como… eliminadas?... Son humanas, Sam — dijo Deán, realmente sorprendido por la forma de hablar de su hermano, y nuevamente estaba ahí su miedo, las palabras de ojos amarillos sobre que Sam podría no ser Sam tras regresar de la muerte.

— Son asesinas. — murmuro Sam, sin siquiera girar a verlo. Lo que indicaba que estaba hablando mas enserio que nunca, pero tenía razón en ello… eran brujas malas, eso parecía.

— Muere, bruja, muere. — exclamo Deán lleno de ironía.

Entonces el impala empezó a fallar y a bajar su velocidad hasta que se detuvo, pues justo enfrente de él, estaba una chica rubia con los brazos cruzados, una chica desconocida para Deán y Jeff, pero muy conocida por Sam

— Ruby. — exclamo Sam apenas bajar del auto y sus hermanos se quedaron helados, por fin tenían enfrente a la misteriosa chica demonio.

— Sam, escúchame, no hay tiempo. — aseguro Ruby, claramente nerviosa.

— ¿Para qué? ¿De qué hablas? — pregunto Sam

— Tienen que salir de aquí. — dijo ella.

— Así que ella es Ruby, ¿eh?... No tenía el placer. — dijo Deán finalmente y le apunto con la Colt a Ruby.

— Deán. — murmuro Sam, no entendía por qué estaba pasando aquello.

— Esperaba que vinieras otra vez. — aseguro Deán y así era, después de escuchar hablar y hablar de la misteriosa demonio manipuladora, tenía ganas de matarla, bueno finalmente tenia la oportunidad.

— Apunta eso a otro lado. — le dijo Ruby.

— Ja ja ja. Claro. — se burlo Deán, pero no dejo de apuntarle en ningún momento.
— Sam, por favor, vete… Sube al auto y no mires atrás. — le rogo Ruby, ignorando la advertencia de Deán y nuevamente mostrando su terror en la voz.

— ¿Por qué? No lo entiendo. — dijo Sam

— Oye consejera, podemos con unas brujas de cocina, gracias. — dijo Deán.

— No estoy hablando de brujas, idiota… no son nada… Estoy hablando de a quién ellas sirven. — agrego Ruby, y todo se quedo en silencio. Pues Sam estaba pensando, tratando de entender aquellas palabras.

— Demonios… Consiguen su poder de los demonios. — murmuro Sam

— Sí… Y hay uno aquí, ahora. — aseguro ella.

— Ah, ¿Te refieres aparte de ti? — pregunto Deán lleno de ironía, pero nadie le prestó atención. Ahora ya todos estaban en el pánico por los demonios.

— Sam, sabe que estás en la ciudad, y va a venir detrás de ti… Y es mucho más de lo que pueden manejar. — aseguro Ruby sobre aquel misterioso demonio del que hablaba.

— Oh, vamos. ¿Qué es esto, eh?... Dime que no estás escuchando a esta perra— le dijo Deán a Sam tras ver que no reaccionaba.

— Sam tranquiliza a tu hermano si quieres que viva. — amenazo Ruby.

— Deán, tranquilízate. — murmuro Sam, reaccionando por fin y eso fue lo que molesto mas a Deán, a él no le había hecho caso pero a esa demonio si, y a la primera.

— ¡No! ¡No! ¡Te está manipulando!... No sé porque, eso es lo que hacen. — le dijo Deán, ahora que la tenía enfrente, estaba más convencido de que ella era una manipuladora profesional.

— Les digo la verdad. — aseguro Ruby.

— ¡Y yo te digo que te calles perra! — le grito Deán.

— Disculpa, ¿por qué te metes en esta conversación? — le pregunto la demonio molesta.

— ¡Quizás porque es mi hermano, perra de ojos negros! — le grito Deán, era como estar viendo una lucha de titanes, pues ambos eran tan testarudos como para ceder a callarse.

— Oh, claro, claro... Y te importa mucho tu hermano… Es por eso te irás en unos meses, dejándole solo. — dijo Ruby.

— Cállate. — le ordeno Deán y se aproximo un paso más a ella para dispararle en cualquier momento.

— Déjame intentar salvarlo…  Ya que tú no estarás aquí para hacerlo. — le grito Ruby.

— ¡Dije que te callaras! — le grito Deán furioso y finalmente jalo el gatillo de la Colt.

— ¡Deán, no! — grito Sam al mismo tiempo y se le fue encima, logrando desviar el disparo hacia el cielo. Para cuando voltearon, Ruby ya había desaparecido en el aire.

Los muchachos regresaron al motel completamente en silencio, Deán y Sam estaban bastante molestos entre si y Jeff no quería arruinar su cumpleaños por llegar a decir alguna cosa mala, que volcara el enojo contra él.

— ¿Qué te está pasando? — pregunto Deán a Sam apenas cruzar la puerta de la habitación.

— ¿Qué? ¿Qué me está pasando? — pregunto Sam alucinado, no se podía creer que se atreviera a preguntarle eso, cuando el no veía nada malo en lo que estaba haciendo.

— Oigan, si van a pelearse otra vez… yo me largo, que es mi cumpleaños… y no soy tonto ¿saben?, ya se que ustedes ni se acordaron… pero no importa, las brujas son primero — dijo Jeff molesto y se salió de la habitación hecho una furia.

— Jeff espera…— dijo Sam pero el chico ya se había ido.  — ¿Eso querías Deán? — pregunto Sam, pero Deán estaba tan enojado que no tenía ni tiempo de pensar en otra cosa que no fuera Sam y la maldita demonio.

— Es un demonio Sam, punto… ¿entiendes?… Nos quieren muertos, y nosotros a ella. — le grito Deán.

— Oh, pero que curioso yo recuerdo una demonio en Ohio... Casey… Tú no la querías muerta. — le recordó Sam lleno de ironía.

— Ella no me estaba guiando con cuerda y anzuelo — murmuro Deán de mal humor, lo que paso con esa demonio no se comparaba para nada con la tal Ruby.

— ¡Entiende que nadie me está guiando! — grito Sam desesperado. — Mira, sé que es peligroso y que ella es peligrosa… Pero nos guste o no, nos ha servido. — aseguro Sam, tratando de apelar al buen juicio de su hermano mayor.

— ¡No! Yo la mato, antes de que ella nos mate. — aseguro Deán.

— ¿Matarla con qué? ¿El arma que ella nos dio? — pregunto Sam expectante

— Con lo que pueda. — dijo Deán, le importaba un carajo de donde venia el arma, solo importaba que sirviera. Entonces se metió al baño y se enjuago la cara con agua fría, necesitaba despejarse un poquito.

— Deán, si ella quisiera matarnos, lo único que tendría que hacer es dejar de salvarnos… tenemos que empezar a ver el cuadro completo, a pensar en estrategias y anticipadamente… ya no es tan simple, ya no estamos en una cacería, estamos en guerra— dijo Sam, pero Deán salió del baño y paso de junto, como si no le importara lo que estaba diciendo.

— ¿Te sientes bien? — le pregunto Deán y se sentó en su cama.

— ¿Por qué siempre me preguntas eso? — pregunto Sam y se sentó en su propia cama, para hablar ya mas tranquilos.

— Porque, estás siguiendo consejos de un demonio para empezar… Y además ya casi no te preocupa matar personas, cosa que antes te molestaba. — dijo Deán, esa era la verdadera razón de su preocupación y ya no podía seguirse callando. Realmente necesitaba saber que estaba pasando con Sammy, así podría irse tranquilo en cualquier momento.

— ¿Así? ¿Y eso de qué me sirvió? — le reto Sam

— De nada, pero se suponía que así eras tú… te subías al maldito auto y discutíamos sobre eso, solo hablabas de la santidad de la vida y esas patrañas. — se quejo Deán, jamás lo admitiría pero extrañaba mucho esos días, esas discusiones, porque eran esos momentos en los que su ser se complementaba con la inocencia de Sam

— Oye, y…  ¿ahora estás molesto porque empiezo a estar de acuerdo contigo? — pregunto Sam impresionado.

— No, no estoy molesto… Estoy... estoy... Estoy preocupado… Sam me preocupo porque no actúas como tú eras. — dijo Deán, por fin se había liberado de ese peso.

— Sí, tienes razón… Yo no… No tengo opción. — murmuro Sam

— ¿Eso qué significa? — pregunto Deán, temiendo la peor respuesta, temiendo que todos sus miedos sobre Sam convirtiéndose en el malo, se hiciera realidad.

— Escucha Deán, tú ya te vas… ¿Si?... Y yo me quedare aquí, en este asqueroso mundo... solo… Y según creo, si quiero vivir, si quiero cuidar de Jeff… Y seguir en esta guerra cuando te vayas… tengo que cambiar. — explico Sam

— ¿Cambiar en qué? — pregunto Deán intrigado.

— En ti… Tengo que ser mas como tú. — dijo Sam y  Deán lo miro serio, había llegado a pensar que ojos amarillos e incluso Ruby podrían estar convirtiendo a su hermano en otra cosa, pero se daba cuenta de que era su culpa, el lo estaba transformando en algo que no era y todo por ese maldito pacto. Entonces y como una especie de castigo, unos terribles dolores le empezaron a dar en el estomago a Deán.

— ¿Que sucede Deán? — pregunto Sam, tras notar que su hermano apretaba muy fuerte su cabeza con sus manos.

— No lo sé… Sam, algo está mal… siento cuchillos dentro de mí…. Argg… maldita sea. — se quejaba Deán, y entonces cayó de rodillas al suelo, tosiendo de manera rara y constante.

— ¿Deán?... Deán, ohh! — grito Sam consternado y se arrodillo para tratar de ayudarlo.

— Las brujas, Sam… deben ser las brujas. — dijo Deán y Sam se puso a revisar como de rayo toda la habitación para buscar el hechizo, Deán cayó completamente al suelo y empezó a vomitar sangre, así que en una medida desesperada Sam tiro medio apartamento al suelo e incluso rompió el colchón, pero no encontró nada.

— Deán, no lo encuentro— dijo Sam desesperado, tomo la Colt y salió corriendo de la habitación.

— Sam, ¿qué vas a hacer?... ¡Sam! — decía Deán con dificultad pero ya era inútil, su hermano había tomado el impala y se había ido a toda velocidad hasta casa de las brujas.

Las brujas recitaban un conjuro alrededor del libro de las sambas,  cuando Sam rompió la puerta y entro corriendo con la pistola en mano.

— Oh, ¡Dios mío! — gritaron todas asustadas.

— Ya déjenlo — ordeno Sam

— ¿A quien? ¿Qué está haciendo?... Está loco… salga de aquí— le ordeno Renee, ella era demasiada ruda como para dejarse intimidar por un desconocido y un arma.

— Escuchen si saben de mi, entonces saben de esta arma… están matando a mi hermano, déjenlo en paz, aléjense del altar. — les ordeno Deán.

— ¿Qué? — pregunto Elizabeth sin entender.de lo que hablaba.

— ¡Ahora! — grito Sam y todas corrieron hacia la sala, dos ellas estaban aterradas pero una no, una de ellas tenia poder.

Mientras tanto, Deán continuaba vomitando su sangre en piso del motel, sentía que la muerte estaba apunto de llegar. De pronto la puerta de la habitación se rompió y Ruby apareció parada ahí fuera.

— ¿Quieres matarme? Has fila, perra— Se burlo Deán con dificultad, Ruby entro corriendo y lo arrojo sobre la cama, lo tomo de la cama y le obligo a abrir la boca, después vacio un liquido asqueroso en ella y Sean se empezó a sentir bien, sin dolor.

— Deja... de llamarme perra. — dijo ella entre dientes y pasaron un par de segundos para que se sintiera completamente bien otra vez, y se pudiera sentar en la cama de nuevo.

— La próxima vez que me apuntes, no solo voy a desaparecer, ¿entendiste? — amenazo Ruby

— Tú... salvaste mi vida — murmuro Sean, le estaba costando mucho decir esas palabras y mucho mas terminarlas como se debía.

— No fue nada. — aseguro Ruby, y Sean asintió porque ya no tenia que agradecerle mas.

— ¿Qué cosa bebí?... Olía a agua negra… Sabía a caño. — dijo Sean con una mueca de asco, pues el horrible sabor aun se podía sentir en su boca.

— Se llama brujería, chaparro. — se burlo Ruby, y salió de la habitación.

— Tú eres la chaparra… "Chaparra"— murmuro Sean molesto y para si mismo. Un momento después llego Jeff y se quedo boquiabierto por todo el desastre.

— ¿Esa que acaba de salir era…?... Oh, por dios. ¿Qué te hizo? — pregunto Jeff en pánico, viendo la sangre en el piso y la ropa de su hermano, además imaginándose una guerra de titanes entre Deán y Ruby.

—  Ya ni me digas, vámonos… tenemos que ir tras Sam, fue por las brujas— le dijo Deán y salieron corriendo del motel, Sam se había llevado el impala así que tendrían que caminar, lo cual era suerte, pues el vecindario de las brujas no estaba muy lejos de su motel.

En la casa de las brujas, Sam continuaba sometiéndolas con el  arma y estaba muy alerta de cualquier movimiento que pudieran hacer contra él.

— No le hacíamos daño a nadie. — aseguro Elizabeth

— Por favor, no conocemos a su hermano. — agrego Renee

— Paren el embrujo o se mueren… cinco segundos. — advirtió Sam y cargo el arma, estaba en cero tolerancia.

— No por favor, por favor no nos mate — rogo Renee

— Le conseguíamos a Renee. .. Una hipoteca más baja. — aseguro Elizabeth entre lagrimas, Sam se les quedo mirando, y recordando todos los archivos personales de las mujeres, todas ellas habían obtenido un beneficio personal de la magia, todas excepto una.

— De acuerdo, tal vez no seas tú. — descartando a Elizabeth. — Ni tú— descartando a Renee — Tal vez eres tú — dijo Sam, apuntando finalmente hacia Tammi.

— Ni... ni siquiera sé de ni qué  habla… ¿De que me esta hablando? — pregunto la mujer entre lagrimas también.

— Todas ustedes, todas en su aquelarre… Todas han tenido rachas de buena fortuna, rachas de buenas noticias… Excepto tú, Tammi… Dime ¿por qué es eso? ¿No querías nada para ti? ¿O es que ya tienes lo que querías? ¿Las almas de ellas? — pregunto Sam y todas giraron para ver a su supuesta amiga.

— No puedo... no soy... yo no... — seguía diciendo Tammi con lagrimas, pero dejo de llorar y finalmente desplego sus ojos negros de demonio.— Hiciste un buen trabajo. — le dijo a Sam

— Deja... a mi hermano, ahora — le ordeno Sam, ahora que ya tenia la seguridad de que ella era un demonio, no iba a detenerse para asesinarla.

— ¿Qué sucede? ¿No encontraste mi embrujo?... Lo siento, cariño… Pero las entrañas de tu hermano ya deben estar en el piso. — aseguro la demonio.

Sam no espero un segundo más y le disparo, pero Tammi pudo detener la bala en el aire con tan solo levantar su mano derecha, Sam se quedo atónito pues jamás había visto a un demonio tan poderoso como para hacer eso, ni siquiera el demonio de los ojos amarillos.

— Estás en problemas, Sam — aseguro la mujer y con una mano lo arrojo contra el muro y lo sometió en el aire.

— Tammi, ¿qué te tienes en los ojos? — pregunto Elizabeth.

— Tammi, ¿qué estás haciendo? — exigió Renee, pues ninguna de las dos amigas alcanza a comprender lo que estaba pasando con Tammie.

— Renee, tranquiliza tu lengua. — dijo la demonio y regreso sus ojos a la normalidad.

— ¿Qué?... no puedes... No en mi casa, Tammi Benton — dijo Renee completamente indignada por como le había hablado, Tammi se giro a verla por un segundo y luego agito su mano, provocando que la cabeza de Renee girara completamente por la ruptura de su cuello y cayera muerta sobre Elizabeth, que empezó a gritar como loca.

— ¡Escucha! ¡Ya me tienes!... Deja ir a la chica— dijo Sam desde el otro extremo de la habitación, donde permanecía pegado a la pared.

— Espera tu turno, jovencito. — le dijo Tammi.

— ¡Oh por Dios! — seguía gritando Elizabeth en pánico.

— Shsh Lizzy, tranquila — le dijo la demonio y le paso los dedos entre el cabello para tratar de consolarla, sin embargo Elizabeth se hizo a un lado bruscamente.

— Tú no eres Tammi — dijo Elizabeth

— No, pero estoy usando su carne… Teníamos que romper el hielo de algún modo. — dijo Tammi.

— Mataste a Renee. — murmuro Elizabeth.

— Renee, Amanda… Es lo que le pasa a las brujas que son desobedientes. — aseguro Tammi

— ¿Quién eres? — pregunto Elizabeth

— Es una historia graciosa de hecho… ¿Recuerdas esas fuerzas demoniacas que convocaron, cuando juraron su servidumbre? ¿A quien creías que convocaban? — pregunto la demonio entre risas, no se podía creer que esa mujer fuera tan estúpida como para no entenderlo.

— Esto... no es... no puede ser. — murmuro Elizabeth, comprendió parte de la verdad.

— ¿Qué creías que era?... magia blanca, pensamiento positivo… ¿El secreto?.. jaja… No, era yo… Te vendiste a mí, puerca — dijo la demonio llena de orgullo por lo que había conseguido. — Solo tuve que traer un buen libro al club del libro, para que me besaran los pies. — agrego.

— No, no… No lo sabíamos. — decía Elizabeth, ahora se daba cuenta de que todo estuvo planeado por sus amigas, a ella solo la habían utilizado para completar el circulo.

— Oh si, lo supieron… en cada paso que dieron. Y ahora sus almas eternas son mías— explico Tammi. —  ¿Comentarios? ¿Preguntas? — pregunto la demonio llena de ironía y finalmente se giro para ver a Sam — Sammy Winchester, wow… Aquí en este pueblito… ¿Sabes? Mis amigos y yo te buscábamos. — le dijo.

— ¿Por qué?... Oh claro, porque se supone que debo dirigir un mísero ejército de demonios. — dijo Sam

— No, nada de eso… No eres nuestro Mesías… No creemos en ti… Pero hay un nuevo líder alzándose en el horizonte, un verdadero líder… Es a quien seguiremos Sam, y quien va a destrozar este mundo. — decia la demonio y Sam se estremeció al escuchar tan terrible descripción de un ser desconocido.

— La cosa es que a este demonio, no le gustas mucho… No le gusta la competencia… No es nada personal, es política… Así que, buen viaje. — exclamo la demonio, levanto la mano derecha hacia Sammy.

Sam podía sentir como todo su cuerpo de estremecía, como tratando de romperse en pedazos, era muy doloroso. En ese momento llegaron Deán y Jeff, así que Tammi dejo su control sobre Sam y se giro para lanzar a los otros dos chicos contra los muros también.

— Toda la familia, que bien. — dijo llena de orgullo.

— Espera. — se escucho grito a alguien y todos giraron para ver a Ruby entrar a la casa. — Por favor… Sólo... vine a hablar. — decía Ruby con un tono tembloroso en su voz.

— Atravesaste la puerta… Impresionante… Fue una terrible pelea, ¿verdad? — preguntó Tammi, girando su atención completa hacia ella.

— Así es, solo salimos unos pocos. — dijo Ruby.

— ¿Qué quieres, Ruby? — exigió saber Tammi y Ruby empezó a caminar lentamente hacia ella.

— He estado perdida sin ti… acéptame… Por eso traje a los Winchester aquí… Son para ti... un regalo. — aseguro Ruby, mirando de reojo a los muchachos que yacían pegados a las paredes de la sala.

— Te lo dije. — murmuro Deán a Sam, no podía perder la oportunidad de decirle que tenia razon sobre Ruby y sus intenciones, o al menos eso pensaba.

— ¿Así? — pregunto Tammi, impresionada de que un demonio de bajo nivel como Ruby, hubiera logrado lo que muchos no, atrapar a los hermanos.

— Déjame servirte otra vez… Lo he querido… Te he deseado, hace mucho tiempo. — seguro Ruby.

— Eras una de mis mejores. — aseguro Tammi, y ambas se miraron sonrientes un segundo. Hasta que Ruby saco su cuchillo y trato de apuñalarla, pero Tammi la sujeto por el brazo antes de que pudiera lograrlo.  — Pero también siempre fuiste una traicionera. — aseguro Tammi, entonces Ruby lanzo su brazo hacia la derecha y tiro el cuchillo al suelo, estaba tan enojada que no lo necesitaría de todas maneras.

Ruby pateo a Tammi en el estomago, la inclino y le dio un rodillazo en la cara para después darle dos puñetazos en el rostro, iba a darle un tercero pero Tammi la detuvo, le dio un cabezazo y luego le regreso los tres puñetazos en el rostro. Tammi jalo el cabello de Ruby le dio un rodillazo en la cara, lanzándola encima de la Tv de la sala. Ruby le dio una patada en la entre pierna y se levanto corriendo para atacara, pero la demonio la derribo de un golpe, luego la levanto por la camisa y la arrojo sobre un estante. Elizabeth aprovecho la confusión de la pelea y corrió a la otra habitación, donde continuaba el altar negro.

— ¿Me estas diciendo que te estas aliando con Starking y Hosch? — pregunto Tammi a Ruby, quien estaba por levantarse del suelo, así que la golpeo con una vara de fierro en el rostro y la volvió a derribar por completo.

—  Levántate… arriba… ¡Dije que arriba! — ordeno Tammi, pero Ruby estaba tan paralizada por el miedo que no se podía no mover, así que la otra demonio se inclino en el suelo y la levanto un poco por el cuello la blusa.

— Ya hemos vivido esto, ¿verdad? — le pregunto a Ruby y luego se giro a ver a los muchachos otra vez. — ¿No se los dijo?... Es vergonzoso quizás… Ella fue de las mías, y la rechace hace mucho, mucho tiempo… Ruby antes fue una bruja… Aunque claro, eso fue cuando era humana. — les explico la demonio a los hermanos y volvió a arrojar a Ruby contra el suelo.

— Oh, ¿no querías que tus amigos supieran que hace tantos siglos, te vendiste a mí?... es Vergonzoso, así es… Pero no hay secretos a donde iras, no te preocupes Ruby. — le dijo Tammi y empezó a recitar el hechizo de exorcismo:

Monyé valack forsa, ulu iri regatt ruac, fieesh nieesh forthsa lé inmist infirum forthsa por un betest a té un fornalles ecclaiseei

La nube negra de demonio empezó a salir del cuerpo de Ruby, pero Tammi no pudo terminar de decir el conjuro pues Elizabeth logro hacer un conjuro propio y provoco que Tammi escupiera alfileres por la boca, logrando al menos distraerla de su control unos segundos, lo suficiente para que Ruby regresara a la normalidad y para que los Winchester se libraran de su poder. Sin embargo Tammi termino por recuperar su fuerza y con un solo apretón de su puño, le quito la vida a Elizabeth.

Deán corrió a tomar el cuchillo de Ruby, y apuñalo varias veces el costado de Tammi, hasta asesinarla. Luego fue a ayudar a sus hermanos a levantarse del piso, en especial a Sam quien estaba más afectado.

— Salgan, yo limpiaré esto. — murmuro Ruby al ver todo el desastre provocado en la casa

— Vámonos. — ordeno Deán y tomo a cada uno de sus hermanos por un brazo, empezaron a caminar pero se detuvieron en el filo de la puerta de entrada para ver que hacia Ruby.

— Largo. — ordeno Ruby, dejando ver sus ojos negros. Y cuando los chicos finalmente se fueron, se agacho y saco su cuchillo del cuerpo de la mujer.

Finalmente los Winchester regresaron cayéndose de cansancio a su habitación en el motel. Y Jeff no resistió para dejarse caer como costal sobre su propia cama.

— Bueno, que trataran de matarnos y una pelea de chicas… ha sido el broche perfecto para mi cumpleaños. — dijo Jeff lleno de ironía, pero el comentario hizo sentir mal a los chicos, no estaban haciendo un buen trabajo como hermanos mayores.

— Venga, no te duermes Jeffrey… tu cumpleaños no se ha acabo todavía… Y aun podemos hacer algo para celebrar. — le dijo Deán entusiasmado.

— ¿Algo para celebrar? Si, yo creo que dormir… son las once la noche Deán, y por si no lo has notado… cumplo 14 años, no 18… no hay lugares abiertos donde me dejen entrar.., Ya, déjalo así… finjamos que nunca paso. — dijo Jeff y se cubrió la cara con la almohada, era como estar viendo al dramático Sammy adolescente otra vez.

— Oh, no… esta vez no… es tu cumpleaños, todos los chicos merecen un buen cumpleaños. — aseguro Deán y le quito la almohada de las manos.

— Si, todos los chicos normales… los cazadores no tienen cumpleaños, solo tienen velorios. — dijo Jeff enfadado, y sus hermanos lo miraron preocupado, pues sus palabras habían sonado mucho mas duras de lo que hubiera querido.

 — Bien, no vamos a discutir esto… no necesitamos ningún lugar para celebrar tu cumpleaños, no se si lo has pensado Jeff… pero que nacieras fue algo especial, y no en sentido profecías estúpidas de los vampiros… si no… en que fuiste el bebe milagro de papá. — le dijo Deán y esas palabras tan sinceras conmovieron un poco a su hermanito.

— Ok, iré a donde quieran… solo si me dicen primero a donde. — exigió Jeff

— Es una sorpresa, una a la que ningún chico Winchester ha podido resistirse. — comento Deán y con eso le indico a Sam cual era su plan, quería llevar a Jeff a cualquier parte de la carretera, subirlo a la sima del auto y enseñarle las estrellas, justo como su padre hizo en cada cumpleaños que paso con ellos.

Jeff acepto a no saber a donde lo llevarían, así que Deán empezó a guardar sus cosas en el auto, cuando las luces del motel a su alrededor empezaron a fallar, miro hacia todas partes antes de percatarse de la presencia de Ruby, quien lo miraba a pocos metros, desde la oscuridad.

— El diablo no es tan malo… ¿Es lo que debo pensar? — le pregunto, acercándose mas a ella.

— Yo no creo en el diablo. — dijo Ruby, y salió finalmente de las sombras.

— Vaya noche… Déjame aclarar esto… Fuiste humana una vez, moriste, fuiste al infierno, y volviste— recapitulo Deán, pues esa era la historia a la que su mente había estado dándole vueltas toda la noche.

— Sí. — murmuro Ruby con pesar, pues como Tammi había dicho antes, en cierto punto era una historia vergonzosa para contar.

— ¿Hace cuánto tiempo? — pregunto Deán.

— En tiempos de la gran peste. — dijo Ruby.

— ¿Y los demás?, cada maldito demonio… ¿Fueron humanos antes? — pregunto Deán pues no tanto le importaba ella, le importaba saber la verdad detrás de las almas que van al infierno.

— Todos los que he visto. — aseguro Ruby

— Pues no actúan como tal. — murmuro Deán.

— La mayoría de ellos ha olvidado lo fueron, lo que significa… Eso es lo que pasa en el infierno, Deán… Eso es lo que es el infierno, olvidar lo que eres. — le explico la demonio

— Lecciones de filosofía de un demonio… Creo que paso, gracias. — dijo Deán lleno de ironía, pero lo cierto es que tenia miedo de seguir escuchándola porque tenia miedo de empezar a pensar en su futuro, en lo que pasaría estando en el infierno.

— No es filosofía, no es una metáfora… Hay fuego real en el pozo, agonías que ni te imaginas. — aseguro Ruby.

— Si, ya vi Hellraiser… Tengo la idea. — dijo Deán, aun con ironía.

— En realidad se acercaron mucho... excepto por la ropa de piel. — murmuro Ruby, había aprendido como lidiar con los Winchester y sabia que para agradarle a Deán, era mejor seguir su humor, su ironía tan clásica. — La respuesta es sí, por cierto. — agrego.

— ¿Que? — pregunto Deán si entender.

— Sí, lo mismo te pasará a ti… Pueden pasar siglos, pero tarde o temprano halla se quemara tu humanidad… Cada alma infernal, todas ellas se convierten en otra cosa… en nosotros, así que si… puedes contar con eso. — aseguro Ruby, y Deán se quedo un momento en silencio, pues ella había sido capaz de adivinar sus pensamientos.

— ¿No hay manera de salvarme, verdad? — le pregunto.

— No.

— ¿Por qué le dices a Sam que si? — pregunto intrigado, ahora si que no entendía el juego retorcido de esa demonio, estaba siendo honesta con él sobre lo que estaba haciendo con Sam, pero no entendía el porque.

— Para que me hable…  Los Winchester, pueden ser muy tercos... Y necesitaba algo para ayudarle a olvidar... — empezó a decir ella.

— ¿Que eres un demonio?... Es algo difícil de olvidar. — aseguro Deán con seguridad y Ruby se empezó a reír de su pose.

— Mírate... intentando ser estoico… Es muy conmovedor. — se burlo Ruby.

— ¿Por qué me dices todo esto? — le pregunto Deán, pues realmente necesitaba entenderla.

— Necesito tu ayuda. — dijo Ruby.

— ¿Para qué?

— Con Sam… La forma en que atacaste al demonio, eso fue muy rudo… Sam casi es igual, pero no tanto... Ayúdame a dejarlo listo, para la vida sin ti… Para que siga esta guerra… solo. — le explico Ruby, y ante el inminente silencio de Deán se empezó a alejar.

— Ruby… ¿Por qué quieres que ganemos? — pregunto Deán en apenas un murmullo y ella se giro a verlo nuevamente.

— ¿Que no es obvio?... No soy como ellos, no sé por qué… Desearía serlo, pero no lo soy… Yo recuerdo cómo era — explico Ruby.

— ¿Cómo era qué? — volvió a preguntar Deán.

— Ser humana. — murmuro Ruby con cierta nostalgia en su voz, Deán bajo la mirada hacia el suelo pues comenzaba a pensar que ella era diferente, que ella podría ser la única esperanza que tenia para no convertirse en un maldito demonio, pues si ella podía recordar el sentimiento, tal vez y solo tal vez, el mismo lo podría lograr también. Para cuando alzo la mirada, Ruby ya había desaparecido en el aire otra vez.



No hay comentarios:

Publicar un comentario