Malleus Maleficarum
Descripción Oficial
Los hermanos Winchester viajan hasta Sturbridge, Massachusetts, y descubren un aquelarre de brujas que ha matado a dos personas. Ruby advierte a los hermanos sobre permanecer lejos del demonio que controla a las brujas, ya que es muy fuerte y seguramente los matará. Haciendo caso omiso de su petición, los hermanos van tras la secta y se enfrentan a la líder de las brujas, quien revela el pasado inquietante pasado de Ruby.
White more, Indiana.
Una joven pareja de casados
regresaba a su casa después de la primera fiesta del año de la sociedad,
estaban agotados pues habían pasado las últimas horas de sus vidas escuchando
chismes y cosas superficiales que los vecinos contaban.
— Esa fue una… horrible y
espantosa fiesta. — se quejo la mujer y se quito los tacones, mismos que
llevaban horas martirizando sus pies.
— Pero había una mujer muy
hermosa ahí— aseguro su esposo.
— Debiste irte a casa con
ella. — se quejo la mujer.
— Lo hice. — respondió el
esposo, se le acerco por detrás y la beso por todo el cuello, hasta llegar a su
boca y robarle un beso apasionado. La mujer amaba al hombre, pero sus
necesidades fisiológicas estaban primero.
— Necesito unos minutos. —
murmuro tras despegárselo de la boca.
— Muy bien… Hay una botella
del 89 en el refrigerador— dijo el hombre y fue a por la dichosa botella, la
mujer se metió al baño para lavarse los
dientes, sentía que la boca le apestaba a mariscos y eso era lo menos sexy en
una noche de pasión en pareja.
Sin que el matrimonio lo
pudiera imaginar, una mujer extraña estaba leyendo un conjuro en alguna otra
parte del vecindario. La mujer dejo caer sangre de un conejo muerto, sobre un
cepillo de dientes y en ese momento, la esposa de la otra casa se sintió mal.
A la esposa le empezaron a dar
punzadas en la boca, y luego uno de sus dientes salió disparado al lavabo. Ella
se quedo atónita y sin saber que hacer, pero entonces otro de sus dientes cayó
en su mano, lleno de sangre.
— ¡Dios mío! ¡¿Qué demonios?!
¡Paul! — empezó a gritar desesperada.
— ¿Qué sucede? — pregunto el
marido.
—Son mis dientes. — dijo la
mujer, el marido trato de correr en su ayuda, pero la puerta del baño se cerro
sola y se quedo atrancada.
— ¡¿Janet?! — grito
desesperado y tratando de abrir la puerta.
— ¡Ayúdame! — grito la mujer, entonces
todos los dientes empezaron a caer por su boca, seguidos por un montón de
sangre. Para cuando el marido logro abrir la puerta del baño, su mujer ya
estaba muerta, desangrada completamente por el embrujo de alguien desconocido.
El caso de la mujer desangrada
se disperso por todas las páginas de salubridad del condado, pues todas las
autoridades estaban atribuyendo la muerte como alguna nueva y rara enfermedad.
Y fue gracias a ello que los hermanos Winchester se enteraron y decidieron
viajar hasta allá para hablar con el marido y averiguar la verdad.
— Estaba asustada… No pude
hacer nada para ayudar… He hablado... con la policía y con el médico forense…
Nadie puede explicarlo. — decía el marido.
— Por eso nos llamaron, señor
Dutton. — mintió Deán, el era de la teoría de que los hombres atribuían como enfermedades,
a los hechos sobrenaturales que no podían explicar.
— Pero el CCE... es control de enfermedades, ¿verdad? ¿Cree que
es algún tipo de virus? — pregunto el marido.
— Aún no hemos descartado nada…
Sr Dutton, ¿Janet tenia enemigos? ¿Alguien que quisiera herirla? — pregunto
Deán, fingiendo hacer anotaciones en una libretilla.
—Espere… ¿Están diciendo que
alguien la envenenó? — pregunto el marido
— Sólo estamos cubriendo todas las posibilidades. — murmuro
Deán, haciendo un enorme esfuerzo para no callarlo, el tipo era un verdadero
curioso y en lugar de responder, se dedicaba a hacer las preguntas.
— ¿Qué tipo de veneno? ¿Cree
que una persona pudo haber hecho eso? — volvió a preguntar el sujeto.
— ¿Alguien querría hacerlo? —
pregunto Deán, utilizando la misma forma desesperante de convertir todo en una
pregunta.
— ¿Qué? No… No, no hay nadie
que pudiera... — decía el hombre. Y entonces se quedo callado, pálido como una
hoja de papel.
— ¿Señor Dutton? — pregunto
Deán, su reacción había sido bastante obvia.
— Todos amaban a Janet — logro
decir el hombre y se giro para limpiar algún objeto ridículo de encima de la
televisión. Deán lo miro serio y tratando de averiguar lo que no le estaba
diciendo, mientras que Sam estaba en el baño, revisando todo y justo debajo del
lava manos, se encontró con un objeto bastante curioso, una bolsa de hechizos.
— Muchas gracias… Ya tenemos
todo lo que necesitamos… Lo dejaremos tranquilo. — dijo al hombre, apenas ver
que su hermano salía del baño. El hombre ignoro la despedida y ellos salieron
rápido de su casa.
— ¿No te pareció un poco
evasivo? — pregunto Deán, pues seguía teniendo una sensación extraña sobre el
comportamiento del hombre.
— No lo sé… Estaba bajo el lavabo...
sacando esto — dijo Sam y le entrego la bolsa de tela amarillenta a su hermano.
— Es un embrujo. — agrego.
— Oh, que asco. — exclamo Deán, con su
respectiva mueca. Luego desato el cordón de la bolsa y la abrió, dejando ver el
montón de cosas raras que contenía.
— Si… hay huesos de ave,
dientes de conejo… la tela tal vez era de algo que Janet usaba. — le explico
Sam
— Oh, es una bruja. — aseguro
Deán, aun con la mueca de asco en el rostro.
— Pues sí… y no de las que
hacen amarres y limpias, esto es antigua magia negra Deán… con verrugas y todo.
— dijo Sam y se subieron al impala.
— Una bruja… ¿enserio? —
pregunto Jeff entusiasmado y asomando su cabeza desde el asiento trasero.
— Oye, ya me estas
preocupando… este tipo de cosas deberían desagradarte. — Le dijo Deán y Jeff
solo se encogió de hombros y regreso a su asiento.
— Conozco brujas. — dijo Jeff.
— Si, pero no estamos hablando
de brujas adolescentes… hablamos de brujas locas… de las que embarran sus
horribles fluidos corporales por todos lados… puaj, las odio. — le explico
Deán.
— Es verdad. — agrego Sam
— Es horrible y totalmente
anti-higiénico — comento Deán.
— Sí bueno, alguien
definitivamente odiaba a Janet Dutton — aseguro Sam, por las foptos de la
escena del crimen, uno se podía dar cuenta de lo despiadada que debía ser una
persona como para causar ese tipo de sufrimiento a una persona.
— sí, alguien que entro a esa
casa y planto esa bolsa… ¿Qué creen? ¿Buscamos una decrepita bruja Blair en el
bosque? — pregunto Deán.
— Nah… la bruja de Blair mata
niños. — murmuro Jeff sonriente pero sus hermanos lo miraron tan raro, que lo
regresaron a su seriedad natural. — Ok ya, lo retiro… pero yo solo digo… que…
podría ser cualquiera… Una vecina, amiga, un hombre, una mujer... ese es el
problema Deán, son humanas como todo el mundo. — agrego el chico.
— ¿Si?… ¿Y cómo vamos a hallarla,
entonces? — pregunto Deán.
— Esto no fue al azar… alguien
en la vida de Janet le tenia un odio enorme, si hallamos el móvil… — empezó a
decir Sam
— Hallamos al asesino. —
agrego Deán y finalmente puso el auto en marcha. Sin embargo, debieron de haber
prestado más atención, pues la bruja asesina se iba estacionando justo
enfrente, y luego bajo de la camioneta con una enorme bolsa de papel en las
manos.
— ¿Amanda? ¡Oye, Amanda! — le
grito una de las vecinas que atendía su pequeño jardín.
— Oh, Elizabeth, hola…. Perdón,
tengo mil cosas en mente. — dijo la bruja, apenas girando la mirada para ver a
su vecina.
— ¿Estás bien querida? No fuiste
al club del libro anoche. — le pregunto la vecina.
— Sí, lo siento, iba a llamar…
estuve ocupada, es todo... Pero estoy bien, de verdad, gracias. — dijo toda
llena de nervios y se metió a su casa. Amanda dejo su bolsa en el mostrador y
corrió para sacar del horno un pollo, el cual estaba completamente cubierto de
moscas y otros insectos desagradables. Estaba preparando un nuevo embrujo.
Los Winchester decidieron
quedarse estacionados al final de la calle para poder vigilar al viudo,
realmente Deán seguía teniendo ese mal presentimiento sobre el, en su interior.
— ¿Vamos a pasar aquí toda la
noche? — pregunto Jeff desde atrás, estaba realmente aburrido de ver gente de
la alta caminando con sus perros o con sus bolsas de compras por la calle.
— Probablemente si… Pero si te
quieres ir a casa, entonces… — empezó a decir Sam
— No, no… ¿Y pasarme mi
cumpleaños, solo?... no gracias. — murmuro Jeff y entonces vio como sus
hermanos se giraban a ver el uno el otro, completamente palidecidos. — Pff…
olvidaron que mi cumpleaños es mañana ¿verdad? — pregunto Jeff cansado.
— No, no… ¿Cómo puedes pensar
eso?... claro que lo recordamos, por eso adelantamos la vigilancia para hoy. —
mintió Deán con su falsa sonrisa, pues realmente a los dos se les había
olvidado la fecha.
— Si claro, se olvidaron de mi
cumpleaños... que fabuloso. — murmuro Jeff decepcionado, pues el año anterior
tampoco había tenido un buen cumpleaños por lo del demonio de ojos amarillos.
— No lo olvidamos Jeff, ya
veras. — le dijo Sam, y se quedo mirando hacia el frente, el cumpleaños de Jeff
todavía no comenzaba y todavía podían pensar en algo para él, o almenas eso
pensó por un segundo pues el viudo paso manejando delante de ellos, y
comenzaron una persecución sigilosa.
La noche cayó por completo
sobre el pueblo, y para ese momento la bruja Amanda ya tenia preparado su nuevo
embrujo. Había formado un nuevo altar negro, con el asqueroso pollo en el
centro. Así que prendió unas velas y empezó a conjurar:
La cena fue preparada para ti, Paúl Arthur Dutton…
Que la disfrutes
Termino el conjuro, y le clavo un cuchillo a la carne. En ese mismo
momento, el viudo estaba comiéndose un
emparedado a las afueras de una gasolinera, fue cuando su radio cambio
bruscamente de estación y empezó a tocar,”I PUT SPELL ON YOU”.
El viudo noto entonces que de
su emparedado estaban saliendo unos insectos, lo tiro al suelo y se empezó a
ahogar, sus pulmones estaban cerrados y su estomago se movía de un lado a otro,
quemándose. El se lanzo fuera del auto y entonces los hermanos llegaron
corriendo.
— Revisen el auto. — ordeno
Deán mientras socorría al hombre. Sam y Jeff se metieron rápidamente al auto
para revisarlo todo.
— ¡Lo tengo! — grito Sam y
saco la bolsa de hechizo de debajo del volante. Y luego le prendió fuego. En
ese momento la carne del embrujo también se prendió en llamas, delante la bruja
quien se quedo impactada, pues no esperaba ese resultado.
— ¿Estás bien? — pregunto Deán
al viudo quien poco a poco iba recuperando el control sobre su respiración.
— ¿Qué demonios esta pasándome?
— pregunto el hombre en pánico.
— Alguien asesinó a su esposa
y ahora trata de asesinarlo, eso pasa. — le dijo Deán.
— Es imposible, no hay
manera...
— Si no lo hubiéramos seguido,
seria un cadáver, ahora… ¿Quién te quiere muerto? — exigió saber Deán, no había
tiempo para mas evasivas o preguntas estúpidas, pues una bruja por lo regular
se movía rápido para contraatacar.
— yo... — murmuro el tipo.
— ¡Vamos, piense! — grito Deán
desesperado.
— Hay una mujer. — finalmente
respondió.
—Muy bien, una mujer... ¿Quién
es? — volvió a preguntar Deán.
— Un error, una aventura… ella,
estaba perturbada, estaba chantajeándome… y la termine hace unos días. —
explico el hombre, completamente avergonzado por aceptar sus errores.
— ¿Como se llama? — pregunto Sam
— ¿Qué tiene que ver con esto?
— pregunto el hombre.
— Paul, díganos su nombre. — le
exigió Deán, pero su mirada de asesino lo que realmente obligo al sujeto a
contarles toda la verdad.
Mientras tanto, la bruja
estaba revisando su libro de conjuros en busca de algún hechizo para continuar
su retorcida venganza. Entonces una brisa fría corrió por su casa, apagando las
velas del altar negro, por alguna razón ella se asusto y estaba salir corriendo
cuando su muñeca izquierda se empezó a cortar sola, ella se apretó con la otra
mano pero ahora la derecha también estaba cortada, ella grito desesperada,
hasta que finalmente cayo muerta sobre la mesa de cristal, dejando que la
sangre de sus venas corriera fuera de su cuerpo.
Los hermanos Winchester
llegaron un rato después a la casa y se encontraron con todo el material de
brujería y el cadáver de Amanda en el centro.
— No lo esperaba. — dijo Deán
apenas ver.
— Si. — murmuro Sam
Deán se acerco al cuerpo y le levanto
una de las manos de la bruja para examinar lo que había pasado con ella. — Tres
por muñeca, son verticales… No estaba jugando. — concluyo Deán tras ver las
heridas.
— Si, creo que estaba haciendo
un maleficio pesado aquí. — murmuro Jeff, había visto en los libros de Giles un
montón de cosas de la magia negra y ahora las estaba viendo todas junta, en
vivo y a todo color en ese cuarto.
— SI… ¡Oh Dios! — grito Deán
al girar y chocar de frente con el cuerpo de un conejo blanco que colgaba de
una de las paredes. — ¡Malditas brujas!, ¡Enserio! ¿Qué les pasa? — se
pregunto.
— Ya sabemos de dónde saco los
dientes de conejo — aseguro Sam
— Paul sabe cómo escogerlas...
Es como "atracción fatal". — se burlo Deán. — ¿Por qué el conejo tiene
que perder?... Pobre criatura. — murmuro Deán, sintiendo pesar porque el
animalito había sido asesinado de la peor de las formas también.
— ¿Sabes qué no entiendo,
Deán?... si ella quería vengarse, ¿por qué hacer esto? — pregunto Sam
— Bueno, mato a Janet Dutton, creyó
que acabo con Paul… Y decidió matarse y
convertirlo en un drama pasional. — sugirió Deán, y si uno lo pensaba de
esa manera, sonaba bastante congruente.
— Tal vez. — murmuro Sam y se
agacho a mirar el cuerpo de Amanda, notando un pequeño bachecito debajo de la
mesa de cristal-
— Porque esto no parece el
cuarto de Televisión de una persona estable, ¿o si? — pregunto Deán.
— No… Y además... está esto. —
agrego Sam, y finalmente saco de debajo de la mesa, una nueva bolsa de conjuro,
exactamente igual a la de la primera victima.
— ¿Otra embrujo? ¡Por dios! — exclamó
Deán, Sam le lanzo el articulo y tuvo la oportunidad de desatarlo, solo para
corroborar que contenía lo mismo que el otro.
— Parece que atinamos ¿huh?..
Una guerra entre brujas… ¡Es fantástico! — exclamo Jeff con emoción, la idea de
mujeres peleando con conjuros y bolas de energía, era bastante reconfortadle.
— Eso creo. — murmuro Sam
Deán finalmente saco su
teléfono celular para reportar lo sucedido a la policía. — Quiero reportar un cadáver, en el 309 de
Mayfair Circle… ¿Mi nombre? Sí, seguro, mi nombre es... — y se guardo su teléfono
en la bolsa del pantalón, no era tan tonto como para exponerse de esa forma
ante la policia.
— ¿Por qué las brujas se están
matando? — pregunto Deán.
— No lo sé, pero tenemos un
aquelarre en nuestras manos. — aseguro Sam y había tanta razón en sus palabras.
Lo que los hermanos aun no
sabían, era que el aquelarre estaba justo en la casa de junto. Donde un grupo
de vecinas se reunían casi todos los días con el pretexto de un club del libro,
pero lo cierto era que dedicaban su tiempo a otro tipo de lectura, lectura de
la magia.
— Esta bien, está bien, ya me
voy… No me engañan con su club del libro, se lo que ustedes hacen cuando yo me
voy… solo se cuentan chismes. — decía el marido de la dueña de la casa que
servía como sitio del aquelarre. Tanto su esposa como su amiga Tammi se burlaron,
en eso llego la otra vecina, Elizabeth.
— Hola, Ron. — dijo ella.
— Hola, Elizabeth… ¿Cuándo fue
la última vez que trajeron un libro? —
pregunto el marido, las mujeres se miraron con complicidad y sonrieron una vez más.
— Buenas noches, ron. —
dijeron todas a coro.
— Esta bien— murmuro el hombre
derrotado y salió de la casa.
— ¿Él no sabe? ¿No se lo
contaron? — pregunto Elizabeth confundida y tras escuchar la puerta de la casa
cerrarse detrás de ellas.
— ¿Sobre Amanda?... Eso es
asunto del Club del Libro, ¿no crees? — dijo la dueña de la casa y la otra mujer
dejo unos candelabros en la mesa. — Gracias, Tammi. — le dijo.
— La policía se acaba de
llevar su cuerpo… ¿Y nosotras vamos a fingir que no paso? — pregunto Elizabeth,
se suponía que ellas tres eran amigas de la difunta y no se podía creer la
falta de tacto en el comportamiento de Renee y Tammi.
— Amábamos a Amanda. — dijo Renee.
— Es cierto. — agrego Tammie.
— Pero… Sabemos que ella
estaba… un poco...inestable… Y tenemos que aceptarlo… Tal vez ella asesinó a
Janet Dutton — aseguro Renee, haciendo una mueca que demostraba su desprecio
por Amanda, era una hipócrita.
— También es cierto… La gente
no escupe sus dientes así de repente. — agrego Tammi, colocando un par de cosas
más sobre la mesa.
— Debemos parar… Hay que
olvidar el club del libro, ya fue demasiado lejos. — aseguro Elizabeth, ella
estaba segura de que algo malo había en todo aquello de leer un misterioso
libro negro. Tenía un mal presentimiento desde hacia unas semanas.
— Elizabeth, sólo respira
profundamente… Cálmate… no podemos parar. —
aseguro Renee
— Pero dos personas murieron. —
dijo Elizabeth, tratando de apelar al buen juicio de sus supuestas amigas.
— Amanda se suicidó, ¿sí?... y
sí, ella mató a Janet… horrible, horrible asunto desde luego… pero eso ya paso…
Y piensa en todo lo que el club del libro nos ha dado… El ascenso de tu marido,
el pequeño viaje a Hawái que ganaste… ¿Y qué me dio a mi?... mi negocio de
cerámica artesanal por fin está despegando, ¿y tú quieres parar? ¿Enserio
quieres parar? — le pregunto Renee, era obvio que estaba ejerciendo una
manipulación muy sucia sobre la mente de Elizabeth, pero de todas formas ella
asintió a la idea de continuar.
— Muy bien… empecemos… No
tenemos mucho tiempo… Ron volverá de su fantasía de fútbol en una hora— comento
Renee y apago las luces de la sala, luego las tres se arrodillaron alrededor de
la mesa de la cocina y se tomaron de las manos, para empezar a invocar.
Libro de las sombras, nos arrodillamos…
Déjanos servir a tu maestro como tú a nosotras.
Libro de las sombras, nos arrodillamos…
Déjanos servir a tu maestro como tú a nosotras.
Las brujas no hicieron ningún
mal esa noche, solo ellas tras sabían que habían pedido a las fuerzas oscuras
de ese libro.
Los Winchester regresaron a
dormir a su motel y a la mañana siguiente, muy temprano, Jeff pudo sentir algo
soplando en su oreja, pero estaba tan dormido que prefirió girarse e ignorar lo
que estaba pasando.
— Jeff, Jeffrey. — escucho que
murmuraban a su oído, así que finalmente abrió los ojos y se giro con mucho
pesar.
— ¿Qué? — pregunto, mientras
abría poco a poco los ojos para soportar la maldita luz del sol que se
reflejaba por la ventana.
— ¡FELIZ CUMPLEAÑOS! — escucho
gritar a Sam, seguido por el sonido de una corneta de cartón muy cerca de su
oído y fue esto último lo que le hizo saltar de la cama.
— ¿Esto qué? — pregunto aun
confundido y entonces Deán le arrojo confeti en la cara. — ¿Es enserio? —
volvió a preguntar, mucho más entusiasmado que antes.
— Claro que si gruñón, es tu
cumpleaños… vamos, ven acá. — dijo Deán y abrazo a Jeff, entonces Sam se fue
encima de los dos y cayeron encimados en la cama, todos muriendo de risa.
— No, ha… jajaja… me van a aplastar. — decía
Jeff entre risas todavía, pero sus hermanos solamente se quitaron de encima y
quedaron los tres acostados, mirando el techo.
— Te dije que no lo habíamos
olvidado. — dijo Sam
— Oh si claro mentiroso… lo
habían olvidado, estoy seguro. — se quejo Jeff, pero aun se reía pues después
de todo era la manera más ingeniosa en que alguien lo había llegado a
despertar.
— Oh claro que no lo
olvidamos… por favor… si hasta tenemos algo especial preparado para ti. —
comento Deán y Jeff rápidamente se sentó en la cama.
— ¿Qué cosa? — pregunto
entusiasmado.
— Ahaha cumpleañero, es una
sorpresa… para más tarde. — le dijo Deán y se pusieron de pie finalmente. — Y
mejor vístete, que vamos a salir a cazar brujas, Hansel. — le dijo lleno de ironía
y con un guiño de ojos.
— Oh wow, ¿mi cumpleaños
combinado con una cacería de brujas? ¿Cómo llegue a ser tan afortunado? —
pregunto Jeff con ironía, y se metió al baño. La verdad es que no le molestaba
cazar en ese día, era todo lo contrario, le llenaba de emoción.
Así que los hermanos
regresaron al vecindario para empezar con la búsqueda de brujas, y apenas
llegar Sam noto algo bastante raro en el jardín de una de las casas, así que se
acerco con la dueña, quien curiosamente estaba plantando mas hierbas.
— Debe tener un pulgar verde. — dijo Sam desde atrás.
— ¿Disculpe? — pregunto la
mujer al girarse, ella no era nadie más que Elizabeth, la bruja buena del
aquelarre.
— Para hacer que estas hiervas
crezcan en esta estación… Bastante impresionante… Lo siento, debí presentarme
primero… Soy, uh, el detective Bachman, y este es el detective Turner. — les
presento Sam
— Hola. — murmuro Deán.
— Estamos investigando la
muerte de Amanda Burns, venimos al vecindario a hablar con los vecinos y esas
cosas. — le explico Sam
— Pero ella no... Quiero
decir, ella se suicidó ¿no? — pregunto la mujer confundida y hasta sorprendida
por su presencia.
— Tal vez. — murmuro Sam
— Oímos que usted era amiga de
la difunta, ¿es cierto? — le pregunto Deán.
— Sí, así es — murmuro ella.
— ¿Sabia de sus prácticas? —
pregunto Deán
— Lo siento... ¿qué... qué
clase de prácticas? — pregunto nerviosa y temiendo que su mal presentimiento
sobre el asunto del libro, estuviera volviéndose verdad.
— Bueno, su casa estaba testada
de parafernalia satánica. — dijo Sam
— Toda una Black Sabbath — agrego
Deán
— No... Ella… Ella era
episcopalista. — aseguro Elizabeth, aunque no pudo evitar hacer evidente el
frio escalofrió que recorrió todo su cuerpo. ¿Qué tenía que ver ese misterioso
libro con esas cosas satánicas de Amanda?
— Bueno, entonces parece que
se equivoco de biblia. — se burlo Deán, esperando ver alguna reacción de parte
de la mujer pero…
— Elizabeth… ¿Estás bien? — se
escucho preguntar a alguien y en segundos, las otras mujeres, Tammi y Renee ya
estaban ahí también.
— Estoy bien… uh, Renee, estos
son detectives… Ellos dicen que Amanda era... ella estaba practicando... —
empezó a decir Elizabeth llena de miedo, pero Renee la arrojo hacia atrás, como
haciendo que se callara.
— Lo siento, detectives… Ya
notaron que Elizabeth está muy afligida. — dijo la mujer para desviar la
atención, ella sabía algo que Elizabeth no y no podía permitirse el lujo de
arruinar su buena racha, todavía no.
— Por supuesto, señorita... —
pregunto Deán.
— Señora… Renee van Allen —
dijo la mujer, remarcando cada palabra de una forma bastante déspota. — ¿Quiere
que lo escriba por usted? — preguntó rudamente, pues había notado que los ojos
de Deán se habían perdido.
— Fui a la escuela, gracias. —
dijo Deán entre dientes, molesto por esa humillación.
— Todo este asunto sobre
Amanda ha sido duro para Liz, y para todas. — aseguro Renee.
— Sí, un cree conocer a una
persona — dijo Tammi.
— Creo que todos tenemos
secretos, ¿cierto? — pregunto Deán, estaba insinuándoles a ellas mismas que no
eran mejor que esa tal Amanda.
— Muchas gracias. Um,
estaremos en contacto. — dijo Sam
— Que tengan un buen día — murmuro
Deán
— Igual. — murmuro Tammi, así
que los Winchester se fueron y no notaron que las tres mujeres se les quedaron
mirando de manera muy hostil, casi asesina.
Así que los Winchester tenían
un mal presentimiento de esas mujeres y se pusieron a investigar todos sus
antecedes en internet, la cosa fue que se encontraron con bastante información
de ellas y eso les llevo algo de tiempo para leer.
— Bueno, yo apostaría por esa
chica Elizabeth… ¿Vieron el jardín que tenia?... Belladona, Matalobos,
mandrágora, sin mencionar el gesto que hizo cuando mencionamos lo oculto. —
comento Deán.
— Y definitivamente ha tenido
una buena racha últimamente... Aumentaron sus ingresos, ha ganado demasiadas rifas...
cosas en las que la magia negra siempre te ayuda. — Aseguro Sam — Y no crean
que está sola… Parece que la Señora Renee van Allen, ha ganado todos los
concursos de artesanías en los que ha participado. — Agrego, leyendo
directamente de los expedientes en línea.
— Toda una Martha Stewart, ¿eh?...
pero que adora al diablo... yo creo que ese es nuestro aquelarre, menos una
miembro. — dijo Deán.
— Amanda se estaba saliendo de
las normas… ¿Creen que la mataron para guardar las apariencias? — pregunto Sam
— Las brujas son grupos de
apariencias… todas, ósea… hace como un millón de años, cuando lo de las brujas
en Salem… mataban a cualquier mujer que cayera dentro de la descripción de
bruja… ancianas, locas, solteras… eso es apariencia ¿o no? — pregunto Jeff.
— Si… Y si mataron a la loca,
deberíamos agradecerles ¿no creen? — pregunto Deán.
— Deben ser detenidas, usaron
magia negra también. — murmuro Sam
— ¿Detenidas, como… eliminadas?...
Son humanas, Sam — dijo Deán, realmente sorprendido por la forma de hablar de
su hermano, y nuevamente estaba ahí su miedo, las palabras de ojos amarillos
sobre que Sam podría no ser Sam tras regresar de la muerte.
— Son asesinas. — murmuro Sam,
sin siquiera girar a verlo. Lo que indicaba que estaba hablando mas enserio que
nunca, pero tenía razón en ello… eran brujas malas, eso parecía.
— Muere, bruja, muere. —
exclamo Deán lleno de ironía.
Entonces el impala empezó a
fallar y a bajar su velocidad hasta que se detuvo, pues justo enfrente de él,
estaba una chica rubia con los brazos cruzados, una chica desconocida para Deán
y Jeff, pero muy conocida por Sam
— Ruby. — exclamo Sam apenas
bajar del auto y sus hermanos se quedaron helados, por fin tenían enfrente a la
misteriosa chica demonio.
— Sam, escúchame, no hay
tiempo. — aseguro Ruby, claramente nerviosa.
— ¿Para qué? ¿De qué hablas? —
pregunto Sam
— Tienen que salir de aquí. —
dijo ella.
— Así que ella es Ruby, ¿eh?...
No tenía el placer. — dijo Deán finalmente y le apunto con la Colt a Ruby.
— Deán. — murmuro Sam, no
entendía por qué estaba pasando aquello.
— Esperaba que vinieras otra
vez. — aseguro Deán y así era, después de escuchar hablar y hablar de la
misteriosa demonio manipuladora, tenía ganas de matarla, bueno finalmente tenia
la oportunidad.
— Apunta eso a otro lado. — le
dijo Ruby.
— Ja ja ja. Claro. — se burlo
Deán, pero no dejo de apuntarle en ningún momento.
— Sam, por favor, vete… Sube
al auto y no mires atrás. — le rogo Ruby, ignorando la advertencia de Deán y
nuevamente mostrando su terror en la voz.
— ¿Por qué? No lo entiendo. —
dijo Sam
— Oye consejera, podemos con
unas brujas de cocina, gracias. — dijo Deán.
— No estoy hablando de brujas,
idiota… no son nada… Estoy hablando de a quién ellas sirven. — agrego Ruby, y
todo se quedo en silencio. Pues Sam estaba pensando, tratando de entender aquellas
palabras.
— Demonios… Consiguen su poder
de los demonios. — murmuro Sam
— Sí… Y hay uno aquí, ahora. —
aseguro ella.
— Ah, ¿Te refieres aparte de
ti? — pregunto Deán lleno de ironía, pero nadie le prestó atención. Ahora ya
todos estaban en el pánico por los demonios.
— Sam, sabe que estás en la
ciudad, y va a venir detrás de ti… Y es mucho más de lo que pueden manejar. —
aseguro Ruby sobre aquel misterioso demonio del que hablaba.
— Oh, vamos. ¿Qué es esto, eh?...
Dime que no estás escuchando a esta perra— le dijo Deán a Sam tras ver que no
reaccionaba.
— Sam tranquiliza a tu hermano
si quieres que viva. — amenazo Ruby.
— Deán, tranquilízate. —
murmuro Sam, reaccionando por fin y eso fue lo que molesto mas a Deán, a él no
le había hecho caso pero a esa demonio si, y a la primera.
— ¡No! ¡No! ¡Te está
manipulando!... No sé porque, eso es lo que hacen. — le dijo Deán, ahora que la
tenía enfrente, estaba más convencido de que ella era una manipuladora
profesional.
— Les digo la verdad. —
aseguro Ruby.
— ¡Y yo te digo que te calles
perra! — le grito Deán.
— Disculpa, ¿por qué te metes
en esta conversación? — le pregunto la demonio molesta.
— ¡Quizás porque es mi
hermano, perra de ojos negros! — le grito Deán, era como estar viendo una lucha
de titanes, pues ambos eran tan testarudos como para ceder a callarse.
— Oh, claro, claro... Y te importa
mucho tu hermano… Es por eso te irás en unos meses, dejándole solo. — dijo
Ruby.
— Cállate. — le ordeno Deán y
se aproximo un paso más a ella para dispararle en cualquier momento.
— Déjame intentar
salvarlo… Ya que tú no estarás aquí para
hacerlo. — le grito Ruby.
— ¡Dije que te callaras! — le
grito Deán furioso y finalmente jalo el gatillo de la Colt.
— ¡Deán, no! — grito Sam al
mismo tiempo y se le fue encima, logrando desviar el disparo hacia el cielo.
Para cuando voltearon, Ruby ya había desaparecido en el aire.
Los muchachos regresaron al
motel completamente en silencio, Deán y Sam estaban bastante molestos entre si
y Jeff no quería arruinar su cumpleaños por llegar a decir alguna cosa mala,
que volcara el enojo contra él.
— ¿Qué te está pasando? —
pregunto Deán a Sam apenas cruzar la puerta de la habitación.
— ¿Qué? ¿Qué me está pasando? —
pregunto Sam alucinado, no se podía creer que se atreviera a preguntarle eso,
cuando el no veía nada malo en lo que estaba haciendo.
— Oigan, si van a pelearse
otra vez… yo me largo, que es mi cumpleaños… y no soy tonto ¿saben?, ya se que
ustedes ni se acordaron… pero no importa, las brujas son primero — dijo Jeff
molesto y se salió de la habitación hecho una furia.
— Jeff espera…— dijo Sam pero
el chico ya se había ido. — ¿Eso querías
Deán? — pregunto Sam, pero Deán estaba tan enojado que no tenía ni tiempo de
pensar en otra cosa que no fuera Sam y la maldita demonio.
— Es un demonio Sam, punto…
¿entiendes?… Nos quieren muertos, y nosotros a ella. — le grito Deán.
— Oh, pero que curioso yo
recuerdo una demonio en Ohio... Casey… Tú no la querías muerta. — le recordó
Sam lleno de ironía.
— Ella no me estaba guiando
con cuerda y anzuelo — murmuro Deán de mal humor, lo que paso con esa demonio
no se comparaba para nada con la tal Ruby.
— ¡Entiende que nadie me está
guiando! — grito Sam desesperado. — Mira, sé que es peligroso y que ella es
peligrosa… Pero nos guste o no, nos ha servido. — aseguro Sam, tratando de
apelar al buen juicio de su hermano mayor.
— ¡No! Yo la mato, antes de
que ella nos mate. — aseguro Deán.
— ¿Matarla con qué? ¿El arma
que ella nos dio? — pregunto Sam expectante
— Con lo que pueda. — dijo
Deán, le importaba un carajo de donde venia el arma, solo importaba que
sirviera. Entonces se metió al baño y se enjuago la cara con agua fría,
necesitaba despejarse un poquito.
— Deán, si ella quisiera
matarnos, lo único que tendría que hacer es dejar de salvarnos… tenemos que
empezar a ver el cuadro completo, a pensar en estrategias y anticipadamente… ya
no es tan simple, ya no estamos en una cacería, estamos en guerra— dijo Sam,
pero Deán salió del baño y paso de junto, como si no le importara lo que estaba
diciendo.
— ¿Te sientes bien? — le
pregunto Deán y se sentó en su cama.
— ¿Por qué siempre me preguntas
eso? — pregunto Sam y se sentó en su propia cama, para hablar ya mas
tranquilos.
— Porque, estás siguiendo
consejos de un demonio para empezar… Y además ya casi no te preocupa matar
personas, cosa que antes te molestaba. — dijo Deán, esa era la verdadera razón
de su preocupación y ya no podía seguirse callando. Realmente necesitaba saber
que estaba pasando con Sammy, así podría irse tranquilo en cualquier momento.
— ¿Así? ¿Y eso de qué me sirvió?
— le reto Sam
— De nada, pero se suponía que
así eras tú… te subías al maldito auto y discutíamos sobre eso, solo hablabas
de la santidad de la vida y esas patrañas. — se quejo Deán, jamás lo admitiría
pero extrañaba mucho esos días, esas discusiones, porque eran esos momentos en
los que su ser se complementaba con la inocencia de Sam
— Oye, y… ¿ahora estás molesto porque empiezo a estar de
acuerdo contigo? — pregunto Sam impresionado.
— No, no estoy molesto…
Estoy... estoy... Estoy preocupado… Sam me preocupo porque no actúas como tú
eras. — dijo Deán, por fin se había liberado de ese peso.
— Sí, tienes razón… Yo no… No
tengo opción. — murmuro Sam
— ¿Eso qué significa? —
pregunto Deán, temiendo la peor respuesta, temiendo que todos sus miedos sobre
Sam convirtiéndose en el malo, se hiciera realidad.
— Escucha Deán, tú ya te vas…
¿Si?... Y yo me quedare aquí, en este asqueroso mundo... solo… Y según creo, si
quiero vivir, si quiero cuidar de Jeff… Y seguir en esta guerra cuando te
vayas… tengo que cambiar. — explico Sam
— ¿Cambiar en qué? — pregunto
Deán intrigado.
— En ti… Tengo que ser mas
como tú. — dijo Sam y Deán lo miro
serio, había llegado a pensar que ojos amarillos e incluso Ruby podrían estar
convirtiendo a su hermano en otra cosa, pero se daba cuenta de que era su
culpa, el lo estaba transformando en algo que no era y todo por ese maldito
pacto. Entonces y como una especie de castigo, unos terribles dolores le
empezaron a dar en el estomago a Deán.
— ¿Que sucede Deán? — pregunto
Sam, tras notar que su hermano apretaba muy fuerte su cabeza con sus manos.
— No lo sé… Sam, algo está
mal… siento cuchillos dentro de mí…. Argg… maldita sea. — se quejaba Deán, y
entonces cayó de rodillas al suelo, tosiendo de manera rara y constante.
— ¿Deán?... Deán, ohh! — grito
Sam consternado y se arrodillo para tratar de ayudarlo.
— Las brujas, Sam… deben ser
las brujas. — dijo Deán y Sam se puso a revisar como de rayo toda la habitación
para buscar el hechizo, Deán cayó completamente al suelo y empezó a vomitar
sangre, así que en una medida desesperada Sam tiro medio apartamento al suelo e
incluso rompió el colchón, pero no encontró nada.
— Deán, no lo encuentro— dijo Sam
desesperado, tomo la Colt y salió corriendo de la habitación.
— Sam, ¿qué vas a hacer?...
¡Sam! — decía Deán con dificultad pero ya era inútil, su hermano había tomado
el impala y se había ido a toda velocidad hasta casa de las brujas.
Las brujas recitaban un conjuro
alrededor del libro de las sambas, cuando Sam rompió la puerta y entro corriendo
con la pistola en mano.
— Oh, ¡Dios mío! — gritaron
todas asustadas.
— Ya déjenlo — ordeno Sam
— ¿A quien? ¿Qué está
haciendo?... Está loco… salga de aquí— le ordeno Renee, ella era demasiada ruda
como para dejarse intimidar por un desconocido y un arma.
— Escuchen si saben de mi,
entonces saben de esta arma… están matando a mi hermano, déjenlo en paz,
aléjense del altar. — les ordeno Deán.
— ¿Qué? — pregunto Elizabeth
sin entender.de lo que hablaba.
— ¡Ahora! — grito Sam y todas
corrieron hacia la sala, dos ellas estaban aterradas pero una no, una de ellas
tenia poder.
Mientras tanto, Deán
continuaba vomitando su sangre en piso del motel, sentía que la muerte estaba
apunto de llegar. De pronto la puerta de la habitación se rompió y Ruby
apareció parada ahí fuera.
— ¿Quieres matarme? Has fila,
perra— Se burlo Deán con dificultad, Ruby entro corriendo y lo arrojo sobre la
cama, lo tomo de la cama y le obligo a abrir la boca, después vacio un liquido
asqueroso en ella y Sean se empezó a sentir bien, sin dolor.
— Deja... de llamarme perra. —
dijo ella entre dientes y pasaron un par de segundos para que se sintiera
completamente bien otra vez, y se pudiera sentar en la cama de nuevo.
— La próxima vez que me
apuntes, no solo voy a desaparecer, ¿entendiste? — amenazo Ruby
— Tú... salvaste mi vida —
murmuro Sean, le estaba costando mucho decir esas palabras y mucho mas
terminarlas como se debía.
— No fue nada. — aseguro Ruby,
y Sean asintió porque ya no tenia que agradecerle mas.
— ¿Qué cosa bebí?... Olía a
agua negra… Sabía a caño. — dijo Sean con una mueca de asco, pues el horrible
sabor aun se podía sentir en su boca.
— Se llama brujería, chaparro.
— se burlo Ruby, y salió de la habitación.
— Tú eres la chaparra…
"Chaparra"— murmuro Sean molesto y para si mismo. Un momento después
llego Jeff y se quedo boquiabierto por todo el desastre.
— ¿Esa que acaba de salir
era…?... Oh, por dios. ¿Qué te hizo? — pregunto Jeff en pánico, viendo la
sangre en el piso y la ropa de su hermano, además imaginándose una guerra de
titanes entre Deán y Ruby.
— Ya ni me digas, vámonos… tenemos que ir tras
Sam, fue por las brujas— le dijo Deán y salieron corriendo del motel, Sam se
había llevado el impala así que tendrían que caminar, lo cual era suerte, pues
el vecindario de las brujas no estaba muy lejos de su motel.
En la casa de las brujas, Sam
continuaba sometiéndolas con el arma y
estaba muy alerta de cualquier movimiento que pudieran hacer contra él.
— No le hacíamos daño a nadie.
— aseguro Elizabeth
— Por favor, no conocemos a su
hermano. — agrego Renee
— Paren el embrujo o se mueren…
cinco segundos. — advirtió Sam y cargo el arma, estaba en cero tolerancia.
— No por favor, por favor no
nos mate — rogo Renee
— Le conseguíamos a Renee. ..
Una hipoteca más baja. — aseguro Elizabeth entre lagrimas, Sam se les quedo
mirando, y recordando todos los archivos personales de las mujeres, todas ellas
habían obtenido un beneficio personal de la magia, todas excepto una.
— De acuerdo, tal vez no seas
tú. — descartando a Elizabeth. — Ni tú— descartando a Renee — Tal vez eres tú —
dijo Sam, apuntando finalmente hacia Tammi.
— Ni... ni siquiera sé de ni qué
habla… ¿De que me esta hablando? —
pregunto la mujer entre lagrimas también.
— Todas ustedes, todas en su
aquelarre… Todas han tenido rachas de buena fortuna, rachas de buenas noticias…
Excepto tú, Tammi… Dime ¿por qué es eso? ¿No querías nada para ti? ¿O es que ya
tienes lo que querías? ¿Las almas de ellas? — pregunto Sam y todas giraron para
ver a su supuesta amiga.
— No puedo... no soy... yo
no... — seguía diciendo Tammi con lagrimas, pero dejo de llorar y finalmente desplego
sus ojos negros de demonio.— Hiciste un buen trabajo. — le dijo a Sam
— Deja... a mi hermano, ahora
— le ordeno Sam, ahora que ya tenia la seguridad de que ella era un demonio, no
iba a detenerse para asesinarla.
— ¿Qué sucede? ¿No encontraste
mi embrujo?... Lo siento, cariño… Pero las entrañas de tu hermano ya deben
estar en el piso. — aseguro la demonio.
Sam no espero un segundo más y
le disparo, pero Tammi pudo detener la bala en el aire con tan solo levantar su
mano derecha, Sam se quedo atónito pues jamás había visto a un demonio tan
poderoso como para hacer eso, ni siquiera el demonio de los ojos amarillos.
— Estás en problemas, Sam — aseguro
la mujer y con una mano lo arrojo contra el muro y lo sometió en el aire.
— Tammi, ¿qué te tienes en los
ojos? — pregunto Elizabeth.
— Tammi, ¿qué estás haciendo? —
exigió Renee, pues ninguna de las dos amigas alcanza a comprender lo que estaba
pasando con Tammie.
— Renee, tranquiliza tu lengua.
— dijo la demonio y regreso sus ojos a la normalidad.
— ¿Qué?... no puedes... No en
mi casa, Tammi Benton — dijo Renee completamente indignada por como le había
hablado, Tammi se giro a verla por un segundo y luego agito su mano, provocando
que la cabeza de Renee girara completamente por la ruptura de su cuello y
cayera muerta sobre Elizabeth, que empezó a gritar como loca.
— ¡Escucha! ¡Ya me tienes!... Deja
ir a la chica— dijo Sam desde el otro extremo de la habitación, donde
permanecía pegado a la pared.
— Espera tu turno, jovencito. —
le dijo Tammi.
— ¡Oh por Dios! — seguía
gritando Elizabeth en pánico.
— Shsh Lizzy, tranquila — le
dijo la demonio y le paso los dedos entre el cabello para tratar de consolarla,
sin embargo Elizabeth se hizo a un lado bruscamente.
— Tú no eres Tammi — dijo
Elizabeth
— No, pero estoy usando su
carne… Teníamos que romper el hielo de algún modo. — dijo Tammi.
— Mataste a Renee. — murmuro
Elizabeth.
— Renee, Amanda… Es lo que le
pasa a las brujas que son desobedientes. — aseguro Tammi
— ¿Quién eres? — pregunto
Elizabeth
— Es una historia graciosa de
hecho… ¿Recuerdas esas fuerzas demoniacas que convocaron, cuando juraron su
servidumbre? ¿A quien creías que convocaban? — pregunto la demonio entre risas,
no se podía creer que esa mujer fuera tan estúpida como para no entenderlo.
— Esto... no es... no puede
ser. — murmuro Elizabeth, comprendió parte de la verdad.
— ¿Qué creías que era?... magia
blanca, pensamiento positivo… ¿El secreto?.. jaja… No, era yo… Te vendiste a mí,
puerca — dijo la demonio llena de orgullo por lo que había conseguido. — Solo tuve
que traer un buen libro al club del libro, para que me besaran los pies. —
agrego.
— No, no… No lo sabíamos. —
decía Elizabeth, ahora se daba cuenta de que todo estuvo planeado por sus
amigas, a ella solo la habían utilizado para completar el circulo.
— Oh si, lo supieron… en cada
paso que dieron. Y ahora sus almas eternas son mías— explico Tammi. — ¿Comentarios? ¿Preguntas? — pregunto la
demonio llena de ironía y finalmente se giro para ver a Sam — Sammy Winchester,
wow… Aquí en este pueblito… ¿Sabes? Mis amigos y yo te buscábamos. — le dijo.
— ¿Por qué?... Oh claro, porque
se supone que debo dirigir un mísero ejército de demonios. — dijo Sam
— No, nada de eso… No eres
nuestro Mesías… No creemos en ti… Pero hay un nuevo líder alzándose en el
horizonte, un verdadero líder… Es a quien seguiremos Sam, y quien va a
destrozar este mundo. — decia la demonio y Sam se estremeció al escuchar tan
terrible descripción de un ser desconocido.
— La cosa es que a este
demonio, no le gustas mucho… No le gusta la competencia… No es nada personal,
es política… Así que, buen viaje. — exclamo la demonio, levanto la mano derecha
hacia Sammy.
Sam podía sentir como todo su
cuerpo de estremecía, como tratando de romperse en pedazos, era muy doloroso.
En ese momento llegaron Deán y Jeff, así que Tammi dejo su control sobre Sam y
se giro para lanzar a los otros dos chicos contra los muros también.
— Toda la familia, que bien. —
dijo llena de orgullo.
— Espera. — se escucho grito a
alguien y todos giraron para ver a Ruby entrar a la casa. — Por favor… Sólo... vine
a hablar. — decía Ruby con un tono tembloroso en su voz.
— Atravesaste la puerta… Impresionante…
Fue una terrible pelea, ¿verdad? — preguntó Tammi, girando su atención completa
hacia ella.
— Así es, solo salimos unos
pocos. — dijo Ruby.
— ¿Qué quieres, Ruby? — exigió
saber Tammi y Ruby empezó a caminar lentamente hacia ella.
— He estado perdida sin ti… acéptame…
Por eso traje a los Winchester aquí… Son para ti... un regalo. — aseguro Ruby,
mirando de reojo a los muchachos que yacían pegados a las paredes de la sala.
— Te lo dije. — murmuro Deán a
Sam, no podía perder la oportunidad de decirle que tenia razon sobre Ruby y sus
intenciones, o al menos eso pensaba.
— ¿Así? — pregunto Tammi,
impresionada de que un demonio de bajo nivel como Ruby, hubiera logrado lo que
muchos no, atrapar a los hermanos.
— Déjame servirte otra vez… Lo
he querido… Te he deseado, hace mucho tiempo. — seguro Ruby.
— Eras una de mis mejores. — aseguro
Tammi, y ambas se miraron sonrientes un segundo. Hasta que Ruby saco su
cuchillo y trato de apuñalarla, pero Tammi la sujeto por el brazo antes de que
pudiera lograrlo. — Pero también siempre
fuiste una traicionera. — aseguro Tammi, entonces Ruby lanzo su brazo hacia la
derecha y tiro el cuchillo al suelo, estaba tan enojada que no lo necesitaría
de todas maneras.
Ruby pateo a Tammi en el
estomago, la inclino y le dio un rodillazo en la cara para después darle dos
puñetazos en el rostro, iba a darle un tercero pero Tammi la detuvo, le dio un
cabezazo y luego le regreso los tres puñetazos en el rostro. Tammi jalo el
cabello de Ruby le dio un rodillazo en la cara, lanzándola encima de la Tv de
la sala. Ruby le dio una patada en la entre pierna y se levanto corriendo para
atacara, pero la demonio la derribo de un golpe, luego la levanto por la camisa
y la arrojo sobre un estante. Elizabeth aprovecho la confusión de la pelea y
corrió a la otra habitación, donde continuaba el altar negro.
— ¿Me estas diciendo que te
estas aliando con Starking y Hosch? — pregunto Tammi a Ruby, quien estaba por
levantarse del suelo, así que la golpeo con una vara de fierro en el rostro y
la volvió a derribar por completo.
— Levántate… arriba… ¡Dije que arriba! — ordeno
Tammi, pero Ruby estaba tan paralizada por el miedo que no se podía no mover,
así que la otra demonio se inclino en el suelo y la levanto un poco por el
cuello la blusa.
— Ya hemos vivido esto, ¿verdad?
— le pregunto a Ruby y luego se giro a ver a los muchachos otra vez. — ¿No se
los dijo?... Es vergonzoso quizás… Ella fue de las mías, y la rechace hace
mucho, mucho tiempo… Ruby antes fue una bruja… Aunque claro, eso fue cuando era
humana. — les explico la demonio a los hermanos y volvió a arrojar a Ruby contra
el suelo.
— Oh, ¿no querías que tus
amigos supieran que hace tantos siglos, te vendiste a mí?... es Vergonzoso, así
es… Pero no hay secretos a donde iras, no te preocupes Ruby. — le dijo Tammi y
empezó a recitar el hechizo de exorcismo:
Monyé valack forsa, ulu iri regatt ruac,
fieesh nieesh forthsa lé inmist infirum forthsa por un betest a té un fornalles
ecclaiseei
La nube negra de demonio
empezó a salir del cuerpo de Ruby, pero Tammi no pudo terminar de decir el
conjuro pues Elizabeth logro hacer un conjuro propio y provoco que Tammi
escupiera alfileres por la boca, logrando al menos distraerla de su control
unos segundos, lo suficiente para que Ruby regresara a la normalidad y para que
los Winchester se libraran de su poder. Sin embargo Tammi termino por recuperar
su fuerza y con un solo apretón de su puño, le quito la vida a Elizabeth.
Deán corrió a tomar el
cuchillo de Ruby, y apuñalo varias veces el costado de Tammi, hasta asesinarla.
Luego fue a ayudar a sus hermanos a levantarse del piso, en especial a Sam
quien estaba más afectado.
— Salgan, yo limpiaré esto. —
murmuro Ruby al ver todo el desastre provocado en la casa
— Vámonos. — ordeno Deán y
tomo a cada uno de sus hermanos por un brazo, empezaron a caminar pero se
detuvieron en el filo de la puerta de entrada para ver que hacia Ruby.
— Largo. — ordeno Ruby,
dejando ver sus ojos negros. Y cuando los chicos finalmente se fueron, se
agacho y saco su cuchillo del cuerpo de la mujer.
Finalmente los Winchester
regresaron cayéndose de cansancio a su habitación en el motel. Y Jeff no
resistió para dejarse caer como costal sobre su propia cama.
— Bueno, que trataran de
matarnos y una pelea de chicas… ha sido el broche perfecto para mi cumpleaños.
— dijo Jeff lleno de ironía, pero el comentario hizo sentir mal a los chicos,
no estaban haciendo un buen trabajo como hermanos mayores.
— Venga, no te duermes
Jeffrey… tu cumpleaños no se ha acabo todavía… Y aun podemos hacer algo para
celebrar. — le dijo Deán entusiasmado.
— ¿Algo para celebrar? Si, yo
creo que dormir… son las once la noche Deán, y por si no lo has notado… cumplo
14 años, no 18… no hay lugares abiertos donde me dejen entrar.., Ya, déjalo
así… finjamos que nunca paso. — dijo Jeff y se cubrió la cara con la almohada,
era como estar viendo al dramático Sammy adolescente otra vez.
— Oh, no… esta vez no… es tu
cumpleaños, todos los chicos merecen un buen cumpleaños. — aseguro Deán y le
quito la almohada de las manos.
— Si, todos los chicos
normales… los cazadores no tienen cumpleaños, solo tienen velorios. — dijo Jeff
enfadado, y sus hermanos lo miraron preocupado, pues sus palabras habían sonado
mucho mas duras de lo que hubiera querido.
— Bien, no vamos a discutir esto… no
necesitamos ningún lugar para celebrar tu cumpleaños, no se si lo has pensado
Jeff… pero que nacieras fue algo especial, y no en sentido profecías estúpidas
de los vampiros… si no… en que fuiste el bebe milagro de papá. — le dijo Deán y
esas palabras tan sinceras conmovieron un poco a su hermanito.
— Ok, iré a donde quieran…
solo si me dicen primero a donde. — exigió Jeff
— Es una sorpresa, una a la
que ningún chico Winchester ha podido resistirse. — comento Deán y con eso le
indico a Sam cual era su plan, quería llevar a Jeff a cualquier parte de la
carretera, subirlo a la sima del auto y enseñarle las estrellas, justo como su
padre hizo en cada cumpleaños que paso con ellos.
Jeff acepto a no saber a donde
lo llevarían, así que Deán empezó a guardar sus cosas en el auto, cuando las
luces del motel a su alrededor empezaron a fallar, miro hacia todas partes
antes de percatarse de la presencia de Ruby, quien lo miraba a pocos metros,
desde la oscuridad.
— El diablo no es tan malo…
¿Es lo que debo pensar? — le pregunto, acercándose mas a ella.
— Yo no creo en el diablo. —
dijo Ruby, y salió finalmente de las sombras.
— Vaya noche… Déjame aclarar
esto… Fuiste humana una vez, moriste, fuiste al infierno, y volviste—
recapitulo Deán, pues esa era la historia a la que su mente había estado
dándole vueltas toda la noche.
— Sí. — murmuro Ruby con
pesar, pues como Tammi había dicho antes, en cierto punto era una historia
vergonzosa para contar.
— ¿Hace cuánto tiempo? —
pregunto Deán.
— En tiempos de la gran peste.
— dijo Ruby.
— ¿Y los demás?, cada maldito
demonio… ¿Fueron humanos antes? — pregunto Deán pues no tanto le importaba
ella, le importaba saber la verdad detrás de las almas que van al infierno.
— Todos los que he visto. —
aseguro Ruby
— Pues no actúan como tal. —
murmuro Deán.
— La mayoría de ellos ha olvidado
lo fueron, lo que significa… Eso es lo que pasa en el infierno, Deán… Eso es lo
que es el infierno, olvidar lo que eres. — le explico la demonio
— Lecciones de filosofía de un
demonio… Creo que paso, gracias. — dijo Deán lleno de ironía, pero lo cierto es
que tenia miedo de seguir escuchándola porque tenia miedo de empezar a pensar
en su futuro, en lo que pasaría estando en el infierno.
— No es filosofía, no es una
metáfora… Hay fuego real en el pozo, agonías que ni te imaginas. — aseguro
Ruby.
— Si, ya vi Hellraiser… Tengo
la idea. — dijo Deán, aun con ironía.
— En realidad se acercaron
mucho... excepto por la ropa de piel. — murmuro Ruby, había aprendido como
lidiar con los Winchester y sabia que para agradarle a Deán, era mejor seguir
su humor, su ironía tan clásica. — La respuesta es sí, por cierto. — agrego.
— ¿Que? — pregunto Deán si
entender.
— Sí, lo mismo te pasará a ti…
Pueden pasar siglos, pero tarde o temprano halla se quemara tu humanidad… Cada
alma infernal, todas ellas se convierten en otra cosa… en nosotros, así que si…
puedes contar con eso. — aseguro Ruby, y Deán se quedo un momento en silencio,
pues ella había sido capaz de adivinar sus pensamientos.
— ¿No hay manera de salvarme,
verdad? — le pregunto.
— No.
— ¿Por qué le dices a Sam que
si? — pregunto intrigado, ahora si que no entendía el juego retorcido de esa
demonio, estaba siendo honesta con él sobre lo que estaba haciendo con Sam,
pero no entendía el porque.
— Para que me hable… Los Winchester, pueden ser muy tercos... Y
necesitaba algo para ayudarle a olvidar... — empezó a decir ella.
— ¿Que eres un demonio?... Es
algo difícil de olvidar. — aseguro Deán con seguridad y Ruby se empezó a reír
de su pose.
— Mírate... intentando ser
estoico… Es muy conmovedor. — se burlo Ruby.
— ¿Por qué me dices todo esto?
— le pregunto Deán, pues realmente necesitaba entenderla.
— Necesito tu ayuda. — dijo
Ruby.
— ¿Para qué?
— Con Sam… La forma en que
atacaste al demonio, eso fue muy rudo… Sam casi es igual, pero no tanto...
Ayúdame a dejarlo listo, para la vida sin ti… Para que siga esta guerra… solo. —
le explico Ruby, y ante el inminente silencio de Deán se empezó a alejar.
— Ruby… ¿Por qué quieres que
ganemos? — pregunto Deán en apenas un murmullo y ella se giro a verlo
nuevamente.
— ¿Que no es obvio?... No soy
como ellos, no sé por qué… Desearía serlo, pero no lo soy… Yo recuerdo cómo era
— explico Ruby.
— ¿Cómo era qué? — volvió a
preguntar Deán.
— Ser humana. — murmuro Ruby
con cierta nostalgia en su voz, Deán bajo la mirada hacia el suelo pues
comenzaba a pensar que ella era diferente, que ella podría ser la única
esperanza que tenia para no convertirse en un maldito demonio, pues si ella
podía recordar el sentimiento, tal vez y solo tal vez, el mismo lo podría
lograr también. Para cuando alzo la mirada, Ruby ya había desaparecido en el
aire otra vez.
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