domingo, 30 de junio de 2013

SPN 3.02 Los niños están bien


Los niños están bien
Descripción Oficial
Dean presiona a Sam para viajar a Cicero, en Indiana, para poder reencontrarse con un viejo romance de hace ya nueve años, Lisa Breaden. Dean se queda impresionado al ver a Lisa, pero su impresión aumenta cuando a conoce a su hijo de 8 años Ben, quien no puede ocultar inmenso parecido con Dean. 
Cuando Ben se extravía, los hermanos descubren que un "Changeling" (un demonio parásito) está en una cacería de chicos provenientes de pequeños rublos, para luego tomar su forma. Mientras tanto, la misteriosa chica rubia contacta a Sam y le revela información sumamente importante acerca de su madre.


Cícero, Indiana
Una mujer, ama de casa, se encontraba en las afueras de su casa esperando a que su ex marido llegara con su pequeña hija, de la cual ambos compartían custodia desde hacia unos años. Un auto negro se estaciono enfrente y de ahí, bajo corriendo la niña y se abrazo muy fuerte con la mamá.

--- Gracias por traerla de vuelta. --- dijo la mujer al ex esposo, que las estaba mirando lleno de enojo y desesperación por irse.

--- No tenía otra opción… Me hizo un berrinche. --- dijo el hombre muy molesto, se subió y su auto y se fue a toda velocidad, para ese punto del divorcio ya tenia muy claro que su hija seguramente no lo querría mas, que la había perdido.

--- Eh, cariño… ¿Qué te paso? --- le pregunto la madre

--- Nada... Te extrañaba. --- murmuro la pequeña

--- Pero hoy era la noche de papá. --- dijo la madre, en los últimos tiempos la niña le había mostrado mucho afecto a ella, pero empezaba a alejarse de su padre y eso no era bueno, no cuando el hombre era un buen padre.

--- No… No me gusta la noche de papá, no quiero más  noches. --- se quejo la niña-

--- ¿Desde cuándo?... A ti te gustaba ir a casa de tu padre, sabes que el te ama y te extraña mucho --- explico la mujer

--- ¡Pero odio su casa! --- grito la niña

--- Tú no odias. --- aseguro la madre

--- ¡Sí la odio!... Es malo, y hay monstruos halla, ya no quiero volver… no dejes que los monstruos me atrapen. --- rogo la niña y volvió a abrazar a la madre con todas sus fuerzas.

--- Esta bien cariño… tranquila. --- le decía la madre mientras la metía al interior de la casa para que durmiera pues ya era muy tarde. Sin embargo, el padre de la niña regreso a su casa y de tan enojado que estaba no podía dormir, así que se levanto y fue a la cochera para continuar unos trabajos de carpintería que tenia pendientes, fue cuando escucho unos ruidos extraños en el garaje, encendió todas las luces pero no había nada ahí. El hombre se asusto y estaba por regresar a la casa cuando la moto sierra se encendió, el hombre seguía extrañado pero se acerco y desconecto el aparato, iba de salida cuando la sierra volvió a encenderse sola, así que regreso en busca de que lo estaba provocando y ahí algo lo empujo, el hombre cayo sobre la sierra que corto su espalda en pedazos y luego los órganos hasta matarlo.

Una semana después
Sam y Jeff Winchester continuaban la búsqueda de algo pasa salvar a Deán sin que este lo supiera, como bien lo había dicho Deán iba a detenerlos si encontraban un remedio, pero ellos no podían permitir que su hermano mayor se fuera al infierno, no podían.

--- ¿Cómo que crees que no funcionara, Bobby? Es un viejo ritual anti hechizos --- aseguraba Sam con Bobby al otro lado de la línea del teléfono, entonces Deán toco la ventana desde fuera del restaurante y luego entro. --- Tal vez esta mal la traducción, no puedo dejar que Deán lo sepa, no hasta... Tiene que haber algo… Sí, no... Tengo que colgar… no importa. --- dijo Sam y termino la llamada rápidamente para que Deán no escuchara.

--- ¿Quién era? --- pregunto Deán al ver la forma tan rápida que Sam guardo el teléfono.

--- Sólo estaba… pidiendo una pizza. --- mintió Sam

--- ¿Te has das cuenta de que estás en un restaurante? --- le pregunto Deán con ironía, Sam se maldijo mentalmente pues por las prisas no se percato de donde estaba ni de la tontería que había dicho.

--- Sí, sí. Oh, sí… Es que tengo ganas de comer pizza, solo eso --- se excuso Sam, no había mas remedio que hacerlo.

--- Muy bien, rarito, come raro --- murmuro Deán realmente extrañado y se sentó frente a Sam

--- ¿Dónde esta Jeff? --- pregunto Sam para cambiar de tema, y que Deán no siguiera insistiendo con la llamada.

--- Oh, nuestro querido hermano… mira hacia afuera. --- comento Deán, Sam giro hacia la calle y se dio cuenta de que Jeff estaba hablando por celular y riéndose con mucha alegría. --- ¿Recuerdas a ese tipo que lo saco del internado? ¿El lobo?... Bueno, le llamo y parece que eso tiene muy contento a Jeff. --- murmuro Deán como si estuviera enojado.

--- ¿Qué quieres decir? --- pregunto Sam interesado

--- Nada, olvídalo… Creo que tengo algo. --- aseguro Deán.

--- ¿Sí?

--- Cicero, Indiana… Un tipo se cayó sobre su propia sierra eléctrica. --- conto Deán, mostrando el periódico con la noticia en primera pagina.

--- ¿Y? ¿Eso que tiene? ¿El hombre se mato? --- pregunto Sam, por lo que estaba leyendo en ese periódico todo había sido un feo accidente.

--- Pues, si --- murmuro Deán.

--- ¿Y crees que eso es un caso?

--- No lo sé... Podría ser. --- murmuro Deán.

--- No sé, Deán, yo... --- Sam estaba por dar sus argumentos pero Deán se empezó a reír y no lo dejo terminar de hablar.

--- Esta bien… Hay algo mejor en Cicero, que solo un caso. --- aseguro Deán.

--- ¿Y eso es? --- pregunto Sam con interés.

--- Lisa Braeden. — exclamo Deán con una enorme sonrisa, Sam tuvo que rodar sus ojos pues sabia que cuando se trataba de mujeres, Deán no era el mismo.

--- ¿Debería preguntar? — sugirió Sam

--- ¿Recuerdas ese viaje que hice por carretera?... creo que fue hace unos ocho años... Tú estabas en Orlando con papá, intentando atrapar una banshee. — conto Deán.

--- Sí… Cinco estados en cinco días. — agrego Sam

--- Sí, más o menos… porque yo pase varios días en casa de Lisa Braeden. — agrego Deán.

--- Déjame aclarar esto… ¿Quieres conducir hasta Cicero para volver a ver a una chica? — Pregunto Sam con incredulidad, aun que realmente ya estaba seguro de que eso era justo o que estaba pidiendo su hermano.-

--- Era profesora de yoga… Fue el mejor fin de semana de mi vida. ... vamos, ten corazón… Es mi último deseo antes de morir. — le rogo Deán.

--- ¿Cuántos últimos deseos vas a tener? — pregunto Sam, algo cansado de escuchar ya tantas veces esa misma frase salir de la boca de Deán.

--- Todos los que pueda tener… por favor, sonríe Sam… dios sabe que yo voy a sonreír después de 24 horas con la chica de goma… chica de goma— repitió para si mismo y se quedo pensando en el cuerpo de la mujer.

— Oigan… ¿Ya tienen un caso? — entro preguntando Jeff y se sentó junto a Deán quien le paso el periódico para que leyera.

— ¿Tu que piensas? ¿Un caso o un trágico accidente? — le pregunto Deán.

— Wow, pobre hombre… quedo… hecho puré. — murmuro Jeff, Sam le arrebato rápido el periódico pues aunque sabia que Jeff ya había visto de todo, no era muy propio que estuviera viendo notas rojas en un lugar abierto.  — Definitivamente es un caso. — murmuro Jeff.

— ¿Lo ves?... te lo dije, Sam — exclamo Deán, Sam miro a sus hermanos con cierta desesperación y no tuvo mas remedio que aceptar hacer el viaje hasta Cicero con ellos… después de todo Jeff y Deán no eran tan diferentes como había llegado a pensar.

Los muchachos llegaron al pueblo para el otro día, Deán miraba hacia todas partes en busca de alguna señal que le indicara la dirección correcta de la casa de Lisa. Todo estaba cambiado pero al final logro identificar el motel de paso como referencia. Además aprovecho el momento para dejar a sus hermanos en el lugar.

--- No me esperen levantados, niños. — les dijo Deán.

--- Espera, Deán. Deán, tú... --- Sam iba a pedirle que tuviera cuidado pero no hubo tiempo, Deán piso el acelerador a tope y se fue al vecindario de Lisa, todo estaba cambiado pero aun pudo reconocer la casa de la mujer, lo mas extraño fue que había globos en el patio y se podían escuchar risas y gritos felices desde el interior, Deán se paro un segundo frente a la puerta y luego toco el timbre.

--- Deán. --- exclamo Lisa apenas abrir la puerta de su casa, estaba realmente sorprendida ya que jamás espero volverlo a ver.

--- Lisa… ¿Cómo estás? — pregunto Deán sonriente, ella estaba aun mejor de lo que podía recordar.

--- Wow, ¿cuánto tiempo ha pasado? — balbuceo Lisa, también sorprendida por lo guapo que estaba Deán ahora.

--- Ocho, casi nueve años… Una locura, ¿verdad?

--- Sí… ¿Y qué haces aquí? — pregunto Lisa.

--- Oh, estaba de paso  y no he podido resistirme… Recordé que te gustan las sorpresas. — se excuso Deán.

--- Sí… Dean Winchester… wow, es wow … Lo siento, has venido en mal momento... Tenemos una fiesta— le dijo Lisa, ella realmente estaba teniendo problemas para articular las palabras.

--- ¿Una fiesta?... Me encantan las fiestas. — aseguro Deán, Lisa sonrió y lo dejo pasar a la casa, que al igual que el patio estaba llena de globos azules, amarillos y rojos.  --- ¿Y para quién es la fiesta? — pregunto Deán.

--- Para mi hijo, Ben. — murmuro Lisa y Deán se quedo helado al escuchar esa frase salir de la boca de la mujer, todos sus planes de sexo se habían venido a abajo en un solo segundo.

--- Oh. Tienes un... — Deán ni siquiera podía terminar la frase.

--- Sí… Es ese. — respondió Lisa, señalando a un niño que estaba junto a un enorme brincolin en el patio trasero, Deán se quedo mas helado al darse cuenta que el chico era una vivida imagen de él a los ocho años, vestido totalmente de rockero y con el cabello negro.

--- ¡Sí! ¡AC/DC son geniales! --- grita el niño, haciendo señas de rock con las manos y sujetando unos CD´s de la banda.

--- Cuántos años... — murmuro Deán con un repentino nudo en la garganta.

--- Ocho. --- murmuro Lisa, antes de ver a una mujer entrando con su hija. --- Deán, ¿me disculpas un momento? — le pidió Lisa

--- Sí, claro… No te preocupes por mí. --- dijo Deán y salió por completo  de la casa, tomo algo de pastel y se quedo mirando carritos que le habían regalado al cumpleañero, como extrañaba esos días de infancia.

--- ¿Has oído que Lisa le ha llamado "Deán"?— pregunto una mujer pelirroja a otra, ya que ambas estaban mirando a Deán comer pastel desde atrás.

---  Sí. ¿Por qué? — cuestiono la otra mujer.

--- ¿No has oído hablar de Deán?... Deán… El Deán de “la mejor noche de mi vida”. — dijo la pelirroja sonriente, en definitiva Lisa les había contado muchas cosas de ese hombre pero se había quedado corta con lo de guapo.

--- No… Cuéntamelo.  — pidió la otra mujer completamente interesada.

--- Resulta que pasaron una noche loca... Semi-ilegal — dijo la pelirroja y ambas empezaron a reírse, Deán que estaba a pocos metros de ellas, las escucho y se giro a mirarlas.

--- Hola. — murmuro Deán

--- Hola. --- dijeron las dos mujeres, ambas lo estaba mirando raro así que Deán tuvo que irse rápido hasta encontrarse con Ben, que miraba animado la fiesta.

--- ¿Qué hay? — le pregunto Ben.

--- ¿Qué tal todo? --- le pregunto Deán y se quedo mirando al chico, buscando posibles rasgos parecidos entre ambos, afortunadamente no había ninguno. Ben era bastante parecido a Lisa, a decir verdad.  — Así que… es tu cumpleaños. — murmuro Deán, realmente no era nada bueno con los niños y los temas de conversación.

--- Culpable. — murmuro el niño.

--- Es una fiesta genial. — aseguro Deán.

--- Si, esta súper cool… y ese brincolin esta súper — dijo el niño emocionado y finalmente se giro a ver a Deán, sus ojos eran… eran bastantes parecidos a los suyos a decir verdad, pero Deán prefería pensar en que se trataba de una coincidencia solamente.

--- Sí, es fabuloso — reafirmo Deán.

--- ¿Sabes que otra cosa esta fabulosa?... las chicas, hay 100 chicas sexys aquí. --- le dijo el niño y se fue corriendo al brincolin. Deán no podía creer que un niño tan pequeño pudiera decir semejante cosa pero entonces se recordó a si mismo, de pequeño también le encantaban las niñas y eso hizo que sospechara mas sobre la paternidad de Ben… tal vez si fuera su hijo.

Dentro de la casa, Lisa se encontraba atendiendo a una vieja amiga (que resultaba ser la misma mujer que perdió a su ex marido hacia apenas unos días.)

--- ¿Cómo estás? — le cuestiono Lisa a percatarse de que ella no se encontraba nada bien, estaba pálida y parecía no haber dejado de llorar en al menos un tiempo.

--- Bien… Yo... olvídalo. — dijo la mujer en apenas un titubeo, entonces se quedo callada y mirando el espacio a su alrededor, parecía estar paranoica.

--- ¿Qué pasa? — le insistió Lisa

--- Es que... Estoy preocupada por Katie, esta pasando algo malo, con ella. — comento la mujer, recordando que la noche en que su marido había muerto, la niña le había hablado de cosas malas en la casa del difunto.

--- Claro que sí… la pobre perdió a su papá, esta devastada. — aseguro Lisa.

--- No, no me refiero a eso… Le pasa algo… Verdaderamente malo… No siento que Katie sea Katie. — Murmuro la mujer-

--- ¿Qué? — pregunto Lisa, escandalizada por lo que estaba escuchando.

--- No siento que ella sea mi hija. — Agrego la mujer y Lisa no pudo evitar retroceder un poco, escuchar a su amiga decir tales cosas, le daba bastante miedo-

--- Sé que estás destrozada, pero no puedes hablar así… Katie te necesita. — le dijo Lisa, esperanzada a poder hacerla entender.

--- Pero no entiendes... — la mujer estaba dispuesta a continuar con lo que para Lisa eran puras locuras y no de las buenas. Así que Lisa no la dejo continuar con la charla.

--- En serio… Te conseguiremos  ayuda…Todo estará bien. — le dijo Lisa y la tomo de la mano, la otra mujer la miro como con odio y se alejo.

--- ¿Katie? Ya nos vamos hija. — dijo la mujer y la niña que solo se había pasado mirando la fiesta desde el marco de la puerta. Corrió hacia ella y el abrazo, luego salieron de la casa pero se cruzaron un momento con Deán quien iba llegando.

— Hola… estuve con Ben, un gran chico. — dijo Deán

— Sí. — murmuro Lisa que no quitaba la vista de su amiga que iba saliendo. 

--- No pude dejar de notar que esta cumpliendo ocho años… Tú y yo, ya sabes. — Deán ni siquiera podía sugerir tal cosa, tenia miedo de que Ben realmente fuera su hijo.

--- No me estarás preguntando si es tu hijo. — dijo Lisa entre risas.

--- No, no, claro que no — dijo Deán con una sonrisa nerviosa. — No lo es, ¿verdad? — pregunto finalmente.

--- ¿Qué?... No. — dijo Lisa, completamente indignada por la idea.

--- Bien. — murmuro Deán aliviado y entonces presto atención a lo que había visto en los últimos minutos.  — ¿Le pasa algo a tu amiga? — pregunto sobre la mujer que se había cruzado en su paso un minuto antes.

--- Ha pasado por momentos muy duros, su ex acaba de morir en un horrible accidente. — explico Lisa y Deán no pudo evitar sonreír, nuevamente le quedaba claro que el mundo era mas pequeño de lo que parecía y que algo parecía guiarlo hacia su camino en la lucha de lo sobrenatural.

--- Oh, sí, creo que acabo de leerlo en alguna parte… con una sierra. — recordó Deán.

--- Sí… Últimamente ha habido mucha mala suerte en el vecindario. — murmuro Lisa.

--- ¿Qué clase de mala suerte? — cuestiono Deán, completamente interesado por el tema. Finalmente Lisa iba a resultar  de ayuda y no solo como una noche de pasión.

Por su parte, Sam continuaba investigando sobre los pactos demoniacos y la forma de romperlos. Sentía que el tiempo de Deán iba terminando a cada minuto que pasaba y necesitaba ayudarlo a salvarse del inferno. El estaba leyendo en la laptop cuando sintió una presencia frente a el, primero pensó que se trataba de la mesera pero luego, escucho esa voz tan familiar.

— Hola, Sammy. — dijo la voz, Sam se estremeció un poco y giro para comprobar a quien tenia enfrente, era la chica rubia con el misterioso cuchillo mata demonios que lo había salvado unos días atrás.

—Me has seguido desde Lincoln. — murmuro Sam

--- Nada se te pasa, ¿eh? — insinuó la mujer con una sonrisa de satisfacción y se sentó frente a Sam, tomo las palomitas de pollo y devoro una con mucha sensibilidad y tacto.   --- Están increíbles… es como crack frito, pruébalas. — le dijo a Sam que parecía estarla mirando muy impaciente.

--- Ese cuchillo que tenías... ¿Puedes matar demonios con él? — pregunto Sam, aun que realmente era de pura cortesía pues ya estaba seguro de que así era.

--- Es muy útil cuando tengo que salvar damiselas en problemas —  se burlo la joven.

--- ¿Dónde lo conseguiste? — cuestiono Sam

--- En un basar — se limito a decir la chica, tomo la cátsup de la mesa y vacio un poco sobre las palomitas de pollo para seguirlas comiendo. 

--- ¿Por qué estás siguiéndome? — exigió saber

--- Estoy interesada en ti — murmuro ella.

--- ¿Por qué?

--- Porque eres alto... Y me encantan los hombres altos… Y luego está eso del Anticristo. — comento la joven como si fuera la cosa mas casual del mundo-

--- ¿Perdona? — pregunto Sam, completamente aterrado por la palabra con la que lo estaban describiendo.

---  Si, la generación de niños psíquicos, el demonio de ojos amarillos los reunió, el duelo de celebridades… y eres el único sobreviviente. — explico ella.

--- ¿Cómo sabes eso?

---  Soy una buena cazadora… Así que el demonio tenía grandes planes para ti, Sam

--- Donde la palabra clave es “tenía” porque murió. — remarco Sam

--- Oh, sí, sí, es verdad… Ding-dong, el demonio está muerto, buen trabajo con eso… Pero no cambia el hecho de que eres especial... con eso de las visiones extrasensoriales. — comento ella.

--- No, esas cosas ya no han pasado… desde que ojos amarillos murió. — le explico Sam y ni siquiera entendía porque le estaba contando todo, ella podría saber mucho pero era una desconocida después de todo.

--- Pues sigo creyendo que eres muy especial, después de lo que paso con tu mama

--- ¿Qué sabes de mi mama? — pregunto Sam interesado.

---  Pues lo que le pasó a sus amigos. — comento ella, Sam se quedo pálido pues no tenia ni idea de lo que le estaban hablando y ella lo pudo notar.  --- No sabes eso… Tienes mucho de que informarte, mi amigo… ¿Porqué no investigas a sus amigos y después me llamas y hablamos? — sugirió ella, tomo la mano de Sam y le escribió su numero de celular en la palma. Sam no dijo nada mas, se quedo callado y mirando como ella se alejaba.

--- Y por cierto, si sabes que hay un trabajo aquí, ¿verdad? — dijo la chica antes de salir del local, Sam suspiro fuerte tras la experiencia y en eso sonó su celular.

--- Hola.

--- Sam, hay trabajo aquí. — aseguro Deán apenas atender.

--- ¿De verdad? — exclamo Sam, nada sorprendido.

--- Sí. ¿Te acuerdas de ese accidente espeluznante que leímos en el periódico?... Hay cuatro más que no se han publicado, y todos ellos en este vecindario cerrado…. Personas cayendo de escaleras, ahogándose en sus yacusis, en todo el vecindario. — explico Deán.

--- Es extraño— murmuro Sam

---  Sí, algo pasa...Algo de lo que sus rejas no pueden protegerles. — aseguro Deán y se subió al impla para irse a reunir con Sam

Mientras tanto, la mujer rara que era amiga de Lisa, dormía en el sofá mientras trataba de relajarse, parte de ella le seguía diciendo que había algo raro en su hija, algo que comenzó la misma noche en que su ex marido había fallecido, pero otra parte de ella creía en las palabras de Lisa, en que tal vez se estaba sugestionado por tanto estrés. Cuando abrió los ojos, se encontró cara a cara con su hija, quien la miraba de manera extraña.

--- Katie… ¿Qué haces? — pregunto aterrada, ver esa especie de mirada en una niña de 9 años, no era para nada bonito, era como sentirse amenazada por un depredador.

--- Juega conmigo, mamá. — pidió la niña, su madre respiro hondo para calmarse pues ahí estaba de nuevo la tierna Katie, la niña que adoraba jugar con sus muñecas y eso la calmaba un poco, quizá no estaba pasando nada después de todo.

--- Esta bien… Claro, vamos... vamos a jugar. — dijo ella y se puso de pie un poco mas animada.

--- Oh, bien… Te amo mamá. --- dijo la niña y la abrazo con mucha fuerza, la madre se quedo nuevamente desconcertada pues Katie jamás había sido tan expresiva con sus sentimientos. Entonces pensó que era normal, pues perder a su padre debió de ser un duro golpe que la hizo quererla más a ella. 

--- Y yo a ti, cariño. --- dijo la madre antes de ver en el espejo de enfrente que la niña tenia la piel blanca y descamada, la despego de su cintura y la miro, no tenia nada malo como en el reflejo.  

--- Tengo hambre, mamá. — se quejo la niña.

--- Sí… Sí. — murmuro la madre, ahora pensando en que ella era la que estaba mal, en que se estaba volviendo loca y ya estaba teniendo alucinaciones como la del espejo. La madre se puso a cocinar un par de pechugas para la niña.

Mientras tanto, Sam regreso al motel para cambiarse de ropa y empezar con los interrogatorios del caso, ya que había quedado con Deán en hacerlo mientras que el se encargara de revisar el vecindario.

— Entonces… ¿Creen que hay mala suerte aquí? ¿O una maldición? — pregunto Jeff desde la cama, donde llevaba horas acostado y mirando la Tv

— No lo sabemos, pero todo apunta a mala suerte — dijo Sam mientras se anudaba los cordones de sus zapatos en su propia cama.

— ¿Necesitas que vaya contigo? — pregunto Jeff

— Son interrogatorios Jeff, sabes que aun tenemos que esperar un tiempo para que puedas participar en esto. — le explico Sam, Jeff apago la televisión y se puso de pie con cara triste.

— Lo se, pero… eso no me gusta…. Porque entonces significa que no puedo  hacer nada para ayudarlos y que solo soy un estorbo. — se quejo Jeff.

— Jeff, ya lo hemos hablado… no puedes venir a los interrogatorios por una razón.

— Si, si… para no llamar la atención… pero Sammy, me siento como inútil, con este… estúpido yeso, no puedo  hacer mucho, es mas no puedo siquiera ir al baño… yo solo. — comento Jeff, Sam no pudo evitar a reírse a ese comentario.

— Bueno pero puedes ponerte a hacer esos ejercicios de latín que te deje hace dos semanas… estoy seguro de que tienes el tiempo. — dijo Sam con un guiño de ojo y salió por la puerta con su sonrisa de hermano mayor triunfante, Jeff tomo un cojín con su mano libre y se lo lanzo pero después se burlo también.

Así que Sam recorrió el barrio en busca de la casa del primer muerto, un hombre que aparentemente había caído desde una ventana. Cuando encontró la casa, se dio cuenta de que la mancha de sangre del hombre, aun podía distinguirse en el patio, junto a la piscina. Debía de ser horrible que alguien muriera de esa forma.

--- Una vez más, siento tener que volver a molestarla… Sólo queremos acelerar los trámites del seguro de vida. --- dijo Sam a la viuda del hombre, había optado por esa coartada porque el FBI ya no pintaba en un caso de mas de dos meses de ocurrido.

--- Por supuesto. --- respondió la mujer y lo llevo hasta la mancha de sangre.  --- Aquí es donde se cayó. --- le dijo, Sam se estremeció un momento al imaginarse lo que debió de sentir el pobre en sus últimos momentos de vida.

--- Ya veo… ¿Y cómo es que... paso?--- cuestiono Sam con cautela.

--- Estaba dentro cambiando la bombilla… Debió perder el equilibrio. — comento la mujer

--- ¿Lo vio cuando paso? --- volvió a preguntar Sam

--- No, estaba fuera… Mi hija era la única en casa. — dijo la mujer.

--- Entiendo. — murmuro Sam, miro hacia todas partes de la cada y entonces vio una mancha roja (como una garra) debajo del borde de la ventana superior, desde donde una niña lo miraba con enojo. — Bien… Bien, creo que eso es todo lo que necesitamos… me retirare ahora. — dijo Sam y mientras la señora regresaba a la casa, Sam se percato de que tenia una extraña mancha en el cuello, era un enorme y feo hematoma.

Mientras tanto en casa de la otra mujer, la niña parecía estarse comiendo la pechuga frita con demasiada lentitud y no dejaba de ver a la madre con esa mirada aterradora. La mujer caminaba de un lado a otro de la casa en busca de la calma.

--- Come… Mamá volverá enseguida. --- le dijo a la niña y se metió al baño para mojarse la cara, en espera de que pudiera calmarse.

--- ¿Mamá? — se escucho a la niña preguntar y luego empezó a empujar la puerta desde afuera, estaba tratando de entrar.

--- Dale un momento a mamá. --- dijo la mujer y sintió un fuerte dolor en su cuello, así que se giro de nuevo al espejo y noto el moretón horrible y gigante que tenia.

--- Déjame entrar… Mamá… Déjame entrar… ¡Mamá! ¡Déjame entrar!... ¡¿Qué haces?! ¡Déjame entrar! ¡Déjame entrar! ¡Déjame entrar! ¡Déjame entrar! ¡Déjame entrar! ¡Déjame entrar! — gritaba la niña, una y otra vez y sin dejar de empujar la puerta para tratar de entrar con la madre.

--- Dale un minuto a mamá. --- volvió a decir la mujer, en eso sonó el timbre de la puerta principal y la niña dejo de empujar la puerta del baño. La madre se lavo la cara rápidamente y salió a ver quien había tocado, era su vecina con una enorme canasta de dulces y otras cosas.

--- Katie, ¿podrías llevar esto a la cocina, por favor? — pidió la madre, tomo la canasta y se la dio a la niña para que se fuera.

--- Katie parece estar bien, teniendo en cuenta que... — empezó a decir la vecina.  --- ¿Y cómo estás tú? — pregunto, notando al palidez tan extraña en la madre.

--- Estoy bien… Las dos estamos bien, este no es un buen momento. — dijo la madre.

— Yo solo quería saber si vas a quedarte con la casa de tu ex, o… A los habitantes de Cicero nos gustaría que...

--- ¡Te dije que es un buen momento! --- le grito la mujer y le cerro la puerta en la cara a la vecina, cuando se giro se encontró con la fría mirada de su hija.

--- Quiero helado… Mamá, helado, por favor. --- exigió la niña. La madre se paso las manos por el pelo con desesperación, pues aun que no quisiera creerlo, ahora estaba segura de que esa no era su hija.

Al mismo tiempo, Deán caminaba por el parque en busca de pistas sobre el caso, cuando vio a Ben (el hijo de Lisa) sentado solo en una de las bancas, se sintió mal por el y se le acerco.

--- Hola, Ben.

--- Hola... Usted estuvo en mi fiesta. — murmuro el niño

--- Sí, sí. Soy Deán. --- le dijo y se sentó junto a él. --- ¿Estas bien? ¿Pasa algo? --- le pregunto y el niño le indico con la mirada a otros niños que estaban delante de ellos, jugando con una mini consola.

--- ¿Es tu juego el que tienen? — pregunto Deán y el niño asintió con tristeza.

--- Ryan Humphrey me lo pidió y ahora no quiere devolvérmelo. — se quejo Ben

--- Bueno, si quieres que... — Deán se levanto depuesto a ir a enfrentar a esos niños, estaba acostumbrado a hacerlo debido a Sam y no tenia problemas con ello, sin embargo Ben lo jalo del brazo para que volviera a sentarse.

--- ¡No! ¡No se acerque a ellos!... Sólo las niñas mandan a un adulto. — dijo Ben y Deán se empezó a reír por la postura tan masculina que ya tenia ese niño, sin duda alguna en eso también se le parecía mucho.

--- Tienes razón. — dijo Deán, aun sonriendo.

--- Yo no soy niña — aseguro Ben con el ceño fruncido y nuevamente hizo sonreír a Deán, recordando los viejos tiempos de la infancia junto al pequeño Sammy.

--- ¿Ese es Humphrey? ¿El que tiene que dejar de comer hamburguesas? --- pregunto Deán, señalando al niño mas gordito del grupo y Ben asintió sonriente. Luego Deán se agacho a su nivel y le dijo algo al oído.

Un par de minutos mas tarde, Ben camino despacio hasta el grupo de chicos y a lo lejos miro como Deán le hacia un señal de aliento, tocio un poco para que le hicieran caso pero no funciono, así que tuvo que tocarle la espalda al otro niño para que se girara a verlo.

--- Ryan… Quiero que me devuelvas la consola, por favor. — dijo Ben

--- Bien, quítamelo. --- le reto el chico, poniéndose frente a frente con él, para dejar ver su notoria superioridad en tamaño, Ben iba a irse, cuando escucho a los demás niños reírse de él --- ¿Ves? Les dije que era... ---- el niño no termino de hablar pues Ben se giro y le dio dos patadas en el estomago y le quito el juego.  Deán miraba orgulloso desde lejos y entonces Ben regreso corriendo hasta él.

--- ¡Eso fue fabuloso! --- grietaba Ben y entonces choco su mano derecha  con la de Deán que no dejaba de reírse.

--- Benjamín Isaac Braeden... ¿Qué te sucede? — se escucho preguntar a la enojada voz de Lisa y ambos se giraron para verla.

--- Me robó mi juego — dijo Ben

--- ¿Y lo pateas? ¿Desde cuándo... --- Lisa no termino de preguntar pues la risa de Deán, le acababa de indicar lo sucedido. — ¿Le dijiste a mi hijo que le pegara a ese niño? — le pregunto molesta y Deán se puso serio.

--- ¿Qué? Alguien tenía que enseñarle como tratar a un abusivo — aseguro Deán.

--- ¿Quién te ha pedido que le enseñes algo? — le grito Lisa muy furiosa y luego se arrepintió pues realmente había asustado a Ben.

--- Relájate. ---  le dijo Deán y entonces ella lo jalo para que caminara con ella a hablar en privado.

--- ¿Qué sigues haciendo aquí?... Pasamos un fin semana juntos hace un millón de años… No me conoces, y no tienes nada que ver con mi hijo. — aseguro Lisa en voz baja para que Ben no escuchara las peleas de adultos innecesarias.

--- Lisa. — murmuro Deán, pues esas palabras le habían llegado en lo mas profundo de su ser.

--- Déjanos en paz. --- le dijo Lisa entre dientes y entonces tomo a Ben de la mano para llevárselo, pero el chico se logro soltar para regresar y abrazar a Deán por la cintura.

--- Gracias. --- le dijo Ben y regreso corriendo con su  madre.  Deán se había quedado sorprendido por el abrazo, pues había llegado a sentir algo en ello. Entonces miro como otros tres niños miraban a Lisa y a Ben, como si fueran comida y luego lo miraron a él de la misma forma, había sido realmente estremecedor.

La noche cayo sobre el pueblo y la madre atormentada del vecindario, llego a la decisión más difícil de su vida. Así que saco a su hija de casa, con el engaño de ir a comprar un helado, pero una vez en la calle condujo hasta los puertos y detuvo la camioneta en la orilla.

--- Te quiero más que a nada en el mundo, mamá. — decía la niña desde el asiento trasero de la camioneta roja.

--- Y yo a ti, cariño… quédate quieta. --- le decía la madre, mientras le ponía él cinturón de seguridad, solo así iba a estar segura de que no escaparía.

--- ¿Qué pasa, mamá? — pregunto la niña, notando algo extraño en el comportamiento de la madre.

--- Nada, cariño… nada. — dijo la mujer y las lagrimas empezaron a caer por sus mejillas, esa cosa podía parecer su hija pero no lo era, estaba completamente segura.

--- ¿Vamos a ir a comprar helado? — volvió a preguntar la niña

--- Sí, vamos por el helado. --- dijo la madre y entonces puso el auto en marcha, dejando que avanzara hasta hundirse por completo en el lago, con la niña dentro.

La mujer estaba destrozada por lo que acababa de hacer, así que regreso caminando a su casa. Aun no dejaba de llorar  y entonces escucho el sonido de agua escurriendo, llego a la cocina y ahí estaba la niña, sentada en la mesa y  esperándola.

--- Hola, mamá… ¿Puedo comerme el helado ya? — pregunto la niña con una risa aterradora, la mujer no entendía nada de lo que estaba pasando, solo estaba realmente segura de que esa cosa no era natural. Así que salió corriendo por la casa para alejarse de ella.


Mientras tanto en el motel, Sam y Jeff habían pasado horas con la investigación del caso, tenían varias teorías sobre posibles monstruos que podían estar detrás de todo. Los dos estaban mirando la Tv en espera de su hermano mayor y fue cuando Sam pudo notar algo extraño en su hermano, estaba haciendo gestos y pucheros a cada rato.

— ¿Enano, te pasa algo? — le pregunto Sam, apagando la Tv para no darle oportunidad de cambiar de tema.

— Me pica… me lo quiero quitar. — dijo Jeff, tocándose el yeso de su muñeca.

— Lo se, pero no podemos todavía, el doctor dijo que faltaban un par de semanas para eso. — comento Sam

— Pero es que… así no puedo ayudarte a salvar a Deán. — murmuro Jeff con otro puchero, Sam entendió entonces que no era el único que estaba sufriendo con esa situación, seguramente Jeff también la estaba pasando muy mal, él ya había perdido a dos figuras paternas y estaba por perder a Deán ahora, seguro que tenia mucho miedo.

— Escúchame bien Jeff… Deán va a estar bien, déjame a mí la investigación y concéntrate en mejorarte, así nos estarás ayudando mucho hermano. — le dijo Sam con toda la seguridad ´posible, aun que lo cierto era que también tenia miedo por que Deán muriera, tenia mucho miedo pero como adulto debía ocultarlo y tratar de ayudar a Jeff a no sentirlo, después de todo, ¿que clase de hermano mayor quiere que su hermano menor sufra?

— ¿Me prometes que todo estará bien? — pidió Jeff, Sam dudo un segundo pero termino por tomar una pagina del libro de tácticas de hermano mayor de Deán, la mentira piadosa.

— Te lo prometo, todo va a salir bien Jeff. — le dijo Sam con una sonrisa, Jeff asintió con una sonrisa también y entonces la puerta de la habitación se abrió.

--- Algo anda mal con los niños aquí. — dijo Deán al entrar a la habitación.

--- Sí, dímelo a mí — murmuro Sam inconscientemente, tras la breve charla con Jeff. — ¿Y tu qué sabes de los Changeling? — pregunto para cambiar de tema.

--- Son monstruos malignos bebes. — aseguro Deán.

--- No, no necesariamente bebés — agrego Jeff con una sonrisa inteligente, Deán ato cabos en su mente y asintió a la idea.

--- Esos niños... te miran como si fueras su almuerzo. — remarco Deán, pues ese era el principal efecto de los Changeling sobre los humanos, su feroz apetito por ellos.

--- Sí, hay uno en cada casa de las victimas… los Changeling pueden imitar perfectamente a los niños… Según las leyendas, entran por la ventana y raptan al niño — explico Sam

— ¿Cómo sabes? — pregunto Deán.

— Había marcas en a ventana de uno de esos niños y me veía con odio. — agrego Sam

--- Entonces… ¿Esa cosa toma al niño, adopta su forma, y se une a la familia sólo por gusto? — pregunto Deán otra vez.

--- Claro que no… se alimentan de la madre... Del fluido sinovial… las mamas tienen un raro moretón en la base del cuello, pueden drenarlas por semanas antes de que las mamas mueran. — le explico Jeff y sin que ellos lo supieran en ese mismo momento, todos los Changelings del barrio estaban alimentándose de las madres humanas.

--- Y entonces quedan papá y la niñera. — agrego Deán.

--- Sí, todo lo que interfería entre un Changeling y su fuente de alimento, termina muerto. — agrego Sam

--- ¿El fuego los mata? — pregunto al instante, recordando brevemente la historia de los bebes que murieron quemados en el siglo XV por la creencia de los Changelings en la antigua Europa.

--- Si — murmuro  Sam

--- Genial… vamos a sacar a los niños y a quemarlos en el jardín, eso les encantara a los vecinos — dijo Deán lleno de ironía pero a nadie le hizo gracia el comentario. — ¿Qué hay de los reales? ¿Qué pasa con ellos? — pregunto.

--- Según la leyenda los guardan bajo tierra, en algún sitio… No se por qué, pero si es verdad, los niños podrían estar en alguna parte — comento Sam

--- Vamos a buscarlos — ordeno Deán, tomando su chaqueta y dirigiéndose a la puerta. — Oye, ¿cualquier niño del barrio es vulnerable? — pregunto y se detuvo en seco.

---  Sí. — murmuro Sam

— Jeffrey. — exclamo Deán y se le quedo mirando muy serio al chico, lo estaba analizando con la mirada.

— O vamos, no ajusto en el patrón… no soy un niño. — dijo Jeff alucinado ante las dudas de su hermano mayor. 

— Si, si lo eres. —  dijeron Sam y Deán al mismo tiempo.

— Bueno ok, lo soy… pero no soy un Changeling,  soy yo… tengo esto ¿recuerdan? — dijo Jeff, alzando el yeso de su muñeca como prueba de fe.

— Eso basta para mí. — murmuro Deán y por fin salieron del motel. --- Tenemos que hacer una escala… tengo que ver a alguien primero. — exclamo Deán mientras se metían al auto.

--- Si los auténticos niños siguen vivos, no tenemos tiempo para... — decía Sam pero Deán no le dejo protestar más.

--- Tenemos que hacerlo. — ordeno Deán y puso el auto a máxima velocidad, por supuesto que estaba hablando de Ben, el hijo de Lisa. Por lo que condujo con rapidez hasta su casa y toco con desesperación a la puerta.

--- Deán. --- exclamo Lisa al abrir, realmente estaba sorprendida por volver a verlo.

--- Estaba pensando en el cumpleaños de Ben… No le traje un regalo. --- dijo Deán sonriente y ocultando sus nervios ante la idea de que algo le pasara al niño.

--- Está bien. — murmuro Lisa para tranquilizarlo.

--- No. no. No, me siento terrible, así que... Toma. — y Deán le entrego su tarjeta de crédito a Lisa. —Vayan un fin de semana, solo ustedes dos… yo invito. — agrego Deán.

--- ¿Qué? — pregunto Lisa realmente impresionada, ¿qué clase de persona te da su tarjeta de crédito para que la uses como quieras?, solo un loco podría hacerlo.

--- He oído que es Six Flags  está muy bien en esta época del año… vayan ahora. — aseguro Deán con una sonrisa sospechosa, entonces Lisa miro la tarjeta de crédito y leyó el nombre del titular, que era:  "Siegfried Houdini."

--- ¿De quién es la tarjeta? — pregunto Lisa hecha una furia.

--- Mía… No te preocupes, funcionará… Te lo prometo. — le dijo Deán, maldiciéndose mentalmente por no recordar el asunto del fraude bancario con las tarjetas. Lisa asintió con la cabeza y le arrojo la tarjeta a la cara.

--- Debes irte. — le exigió ella

--- Lisa. — Deán estaba apunto de decirle la verdad cuando apareció Ben en la puerta.

--- Mamá, ¿qué pasa? — pregunto el niño.

--- Nada Ben... Tranquilo — le dijo Deán con una sonrisa pero entonces pudo notar la oscuridad y la maldad en la mirada de Ben, mas bien de la cosa que fingía ser Ben.

--- Haz que se vaya, mamá. — exigió la cosa.

--- Ya le has oído… Vete. — exigió Lisa y trato de cerrarle la puerta pero Deán no la dejo.

--- Lisa... No creo que sea buena idea que me vaya. — aseguro Deán.

--- ¡Lárgate! --- grito Lisa y le cerro la puerta en la cara. Entonces Deán inspecciono los alrededores de la casa y se encontró con manchas rojas de garras en las ventanas, eso fue la confirmación de que Ben había sido raptado, así que regreso al coche.

--- Se han llevado a Ben... Le han cambiado. — dijo apenas subir del lado del conductor.

--- ¡¿Qué?! ¿Estás seguro? — pregunto Sam alarmado, no conocía a Ben pero por la mirada de Deán sabia que por alguna razón le importaba mucho ese niño.

--- Sí, estoy seguro… revise sus ventanas. — comento Deán.

--- ¿Sangre? — pregunto Sam

--- No creo que sea sangre y creo que sé dónde están los niños. --- aseguro Deán y se fueron a toda velocidad hasta una casa en construcción a las afueras del vecindario, bajaron del auto y entonces Deán se agacho para tomar un puño de tierra del suelo en sus manos.

--- Tierra roja, eso había en las ventanas --- comento Sam al ver la tierra en las manos de su hermano.

--- Vayan por enfrente, yo me encargo de la parte de atrás. – ordeno Deán.

Así que los Winchester se metieron a la casa con linternas  en manos y fue Deán quien escucho unos ruidos en el sótano en construcción, entonces bajo y se encontró con  todos los niños encerrados en jaulas y en la ultima de ellas, estaba Ben, así que corrió hacia él.

--- Ben... Ben... está bien… Voy a sacarte de aquí. --- le dijo Deán y empezó a buscar en el suelo oscuro alguna cosa con la que pudiera abrir el candado de la jaula. Mientras tanto, Jeff y Sam caminaban en la parte superior de la casa, en busca de los niños u alguna otra cosa.

— ¿Seguro que esa cosa servirá para matarlos? — pregunto Jeff asustado mientras veía como Sam terminaba de armar una especie de extintor que arrojaría fuego.

— Por supuesto que si, papá nos enseño a hacerlo… Yo te enseñare después como se fabrica. — le dijo Sam, Jeff sonrió porque pese a haber perdido a su padre para siempre, había ganado a dos estupendos hermanos, en especial a Sam quien le había enseñado muchas cosas en los últimos tiempos, ahora ellos eran como sus padres. Entonces se escucharon pasos en la casa y Sam le indico a Jeff que se ocultara tras el muro.

--- ¿Qué esta haciendo aquí? --- dijo una voz  femenina y cuando Sam giro se encontró con una mujer pelirroja,  que vivía en el vecindario. — Esto es propiedad privada, voy a llamar a la policía. . — advirtió la mujer, entonces Jeff miro en el reflejo de un espejo roto del suelo, que la cara de la mujer era horrible, era un Changeling también y cuando Sam se giro a verlo le indico con los labios que ella era de los malos.

--- Deje que tome mi bolsa y ya me voy… No quería causar problemas. --- dijo Sam, se agacho para tomar el lanza llamas pero para cuando disparo el fuego, la mujer ya había desaparecido.

 — ¿A dónde se fue? — pregunto Jeff, saliendo de su escondite. Ahora no solo se estaban enfrentando a los Changeling bebe, también a una madre y esas si que eran muy peligrosas, podían matar con tan solo una mordida.

Al mismo tiempo, Lisa estaba leyendo una revista de chismes en la comodidad del sofá de su sala, cuando apareció Ben (la cosa que fingía ser él) frete a ella y la asusto.

— ¿Mamá?... Juega conmigo. — pidió Ben.

--- Esto no tiene gracia... Ya te he metido en la cama tres veces. —  dijo una Lisa agotada por todas las veces que lo había cargado y arropado en su cama.

--- No quiero irme a dormir. ---  dijo Ben y la abrazo como nunca lo había hecho el verdadero Ben.

--- Eso es muy dulce, cariño — murmuro Lisa, realmente feliz por se abrazo.

--- Tengo hambre. —gimoteo el chico y Lisa por fin lo soltó del abrazo para verlo.

--- ¿Quieres una mini pizza? Es todo lo que tenemos — aseguro Lisa.
--- Está bien. — murmuro Ben, Lisa le acaricio el rostro una ultima vez y camino hacia el refrigerador para sacar la comida.

--- Que curioso, creí que no te gustaban las aceitunas. ---  dijo Lisa con la Pizza en la mano y cuando giro vio la horrible cara del monstruo en el reflejo de la mesa de cristal de la sala.

--- ¿Qué pasa, mamá? — pregunto el supuesto Ben al darse cuenta de la palidez en el rostro de su madre.

--- Tú no eres mi hijo. — aseguro Lisa, por alguna extraña razón estaba completamente segura de que lo que vio en ese reflejo no había sido una alucinación.

--- Claro que lo soy. — dijo el niño con una sonrisa que confirmo todo lo contrario.

--- ¿Dónde está Ben? — pregunto Lisa

--- Yo soy Ben. — dijo la cosa y camino lentamente hacia ella, Lisa logro salir corriendo de la casa con las llaves del auto en mano pero afuera en el jardín, estaban otros 3 niños impidiéndole el paso, así que regreso al interior de su casa..

---  No quieren que me dejes, mamá. --- le dijo la cosa y Lisa salió corriendo por la casa. Mientras tanto, la otra madre perturbada estaba encerrada en el baño con la llave del agua a toda potencia para no escuchar los gritos de la cosa que fingía ser su hija-

--- ¿Mamá? ¿Mamá? ¡Déjame entrar! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Déjame entrar! ¡Déjame entrar! ¡Déjame entrar! ¡Déjame entrar! — gritaba la cosa con desesperación, por suerte la madre no estaba escuchándola.

Al mismo tiempo, Deán por fin pudo abrir el candado de la jaula de Ben y lo saco cargando en sus brazos de la jaula, el niño se abrazo a su pecho y en ese momento, Deán pudo sentir una especie de… conexión con él. Entonces lo puso sobre sus propios pies y empezó a abrirles las jaulas a los otros chicos.

--- Tranquilos, van a salir de aquí. — Decía Ben, ayudando a caminar a los otros niños lejos de las jaulas, entonces Deán llego a la última jaula y ahí se dio cuenta de que no era ningún otro niño, se trataba de una mujer. 

Con todos los rehenes fuera de sus jaulas, Deán se dio cuenta de que solo había una rápida y segura manera de sacarlos a todos de ahí, la ventana.

--- ¡Todo el mundo atrás! ¡Todos atrás! ¡Cúbranse los ojos! --- ordeno Deán a los niños y entonces rompió el vidrio.

--- Toma, usa esto. --- dijo Ben, dándole su chaqueta para que cubriera el borde de la ventana lleno de vidrios..

--- Muy bien… Muy bien… Vamos. — dijo Deán y empezó a cargar a los niños uno por uno para que salieran del sótano, entonces llegaron Sam y Jeff corriendo.

--- ¡Eh! ¡Deán! Hay una madre. — le dijo Sam

--- ¿Una madre? — pregunto Deán alucinado, al menos eso explicaba la presencia de esa mujer en la jaula. --- Por eso los conservan a los niños, para que la mama se los coma. --- explico Deán

---  Tenemos que sacar a los niños ahora. — dijo Sam  y entonces llego la madre Changeling y una niña grito al verla, alertando a los Winchester de su presencia.

El primero en lanzarse sobre la cosa fue Sam, le dio dos puñetazos pro la mujer con tan solo un empujón lo derribo contra un montón de maderos, demonios la cosa era bastante fuerte así que Deán salto sobre ella en defensa de su hermano.

--- ¡Jeff, sácalos de aquí! --- le grito Deán antes de golpear a la cosa con un madero y derribarla, Jeff miro a su alrededor y empezó a jalar unos botes de pintura hacia la ventana para usarlos como peldaños, Ben se percato del enorme esfuerzo que hacia Jeff con la mano rota para jalar los botes, así que lo ayudo a colocarlos en escalera y empezaron a sacar al resto de los niños.

— Sigues tú. — le dijo Jeff a Ben, tras sacar a todos los chicos. Ben miro un segundo mas como Deán luchaba a puño limpio con la malvada cosa y termino por salir del lugar.

La cosa le dio de puñetazos a Sam hasta derribarlo y entonces Deán la derribo a ella con una patada sobre los maderos. Cuando la madre Changeling se levanto para continuar con la pelea, Sam le prendió fuego y ella se consumió en llamas entre gritos y temibles aullidos. Al mismo tiempo, todos los niños Changeling se prendieron en fuego y desaparecieron, algunos delante de sus supuestos padres humanos, como en el caso de Lisa que lo vio todo.

A la mañana siguiente, los Winchester llevaron a todos los niños devuelta a sus casas y al ultimo que dejaron fue a Ben, quien bajo corriendo del auto ya que Lisa ya lo estaba esperando en la puerta de la casa.

--- ¡Ben!... Cariño, ¿estás bien? --- pregunto Lisa, abrazando con todas sus fuerzas al chico ya que por un segundo había pensado que jamás lo volvería a ver.

--- Sí, mamá.  — murmuro Ben

--- Oh, Dios mío. — murmuro Lisa y cargo a Ben en sus brazos, entonces se percato de la presencia de Deán frente a ellos.  --- ¿Qué rayos paso? — le cuestiono.

--- Te lo explicaré todo, si eso es lo que quieres, pero créeme… tal vez no debería... Lo importante es que Ben está bien. — aseguro Deán.

--- Gracias… Gracias. --- decía Lisa, abrazándose a Deán con toda la gratitud posible que alguien podía tener hacia su salvador.

--- Vamos a darles un tiempo.--- dijo Sam y se subió devuelta al auto con Jeff para regresar al motel a descansar.

---  Vamos. --- dijo Lisa, tomo la mano de Deán y entraron a la casa.

Lisa le sirvió algo de comer a su hijo y le puso los auriculares con su música favorita de fondo, así no escucharía lo que Deán le contara ya que tal y como ella haba temido, se trataba de monstruos y cosas que ella no hubiera creído antes si no las hubiera visto esa noche.

--- ¿Recuerdas que nunca hablo de mi trabajo?... Este es mi trabajo. — dijo Deán para finalizar el aterrador relato de la existencia de lo sobrenatural.

---  No quiero saber eso… ¿Crees que Ben va a estar bien? — pregunto preocupada.

--- Sí, va a estar bien… Ya en serio... Estás 100% segura de que no es mío, ¿verdad? — pregunto Deán, sin quitarle la vista de encima al chico que para esos momentos estaba como si nada malo hubiera pasado y escuchando música de Jay Gruska en su mp3.

--- Si, lo juro… Le hice un análisis de sangre cuando era pequeño, había un sujeto en… un bar de motociclistas. —Dijo Lisa entre risas pero luego se percato de la mirada extraña de Deán sobre ella. — ¿Qué? Esa mi tipo… Chaqueta de cuero, un par de cicatrices y sin dirección… y yo estaba ahí, creo que era un poco loca… antes de ser mama, pero si… puedes relajarte. — le dijo Lisa.

--- Bien. — murmuro Deán con desanimo en su voz.

--- Yo... Juraría que estás decepcionado. — aseguro Lisa apenas ver su reacción.

--- Sí... No sé… Es raro ¿sabes?, tú tienes tu vida, una casa y un niño... No es mi vida... Y jamás lo será… Algo me paso hace poco  y... Alguien en mi situación...empezaría a pensar, me voy a ir un día y que voy a dejar atrás además de un auto. — comento Deán, no le iba a contar a Lisa lo de su condena   muerte pero al menos podía contarle sus verdaderos sentimientos, de haber sabido que Ben era su hijo, se hubiera sentido mal por que se iría sin conocerlo bien, pero también se hubiera sentido bien de haber dejado algo maravilloso para el mundo.

--- No lo sé… Puede que Ben no sea tu hijo, pero no estaría vivo de no ser por ti… eso es mucho para mi. — aseguro Lisa y Deán sonrió, pocas personas se atrevían a decir eso después de vivir ese tipo de cosas.

--- Para que conste...Tienes un gran hijo… seria un orgullo ser su papá. --- aseguro Deán y entonces  se besaron por un momento, luego se quedaron mirándose como si la vieja chispa aun estuviera ahí.

--- Mira, si... Si quieres quedarte un tiempo... Eres bienvenido. — aseguro Lisa, sonriente.

--- No puedo… Tengo trabajo que hacer, y esta no es mi vida. --- aseguro Deán, miro una ultima vez a Ben y se salió por la puerta antes de que fuera a arrepentirse, Lisa se quedo pensativa y termino por ir a comer con Ben, deseándole toda la suerte posible a su viejo amor.

Mientras tanto, Sam decidió aprovechar que Deán estaría fuera por un tiempo y se las ingenio para deshacerse de Jeff en el camino y así regresar solo a casa para poder investigar un poco de lo que la rubia misteriosa le había hablado antes, los amigos de su madre. Por lo cual hizo un montón de llamadas diferentes a varios lugares.

Llamada no.1
--- Hola... Necesito comprobar algunos hechos con su... Con su secretaria… Acerca de un incendio el 24 de Noviembre de 2006 en Lawrence, Kansas… El nombre es Hardecker… Bien, genial…. ¿un incendio?

Llamada no.2
--- Sólo quería saber en qué fecha murió… Soy el Jefe de Policía Phil Jones… El 13 de Julio…
Llamada no.3
--- ¿Puede comprobar si hay un Robert Campbell en el registro?... El 19 de julio de 2001… Llegó muerto… Lo que quisiera saber es la causa de la muerte… ¿Ataque al corazón? ¿Qué no era cardiólogo? El habría sabido de eso.

Llamada no.4
--- Necesito información acerca de la muerte de la Sra. Wallace… ¿Dos muertes?... ¿Quién era el otro?... Ed Campbell… ¿Hubo sobrevivientes?... No, eso es todo lo que necesito. Muchas gracias.

Sam termino de investigar a todas las personas que el diario de su padre marcaba como amigos de su madre, y el resultado final fue el mismo para todos. La muerte sobrenatural, así que fue el momento de llamar a la rubia misteriosa y hablar.

--- Oh, por dios… Todos están muertos… Todos los amigos de mi madre, su médico, su tío… todo el que la conocía, sistemáticamente borrado del mapa uno por uno… Alguien estuvo trabajando mucho, tratando de cubrir su rostro.  — dijo Sam apenas verla cruzar por la puerta de la habitación.

--- Sí... El demonio de los ojos amarillos. — aseguro ella, sentándose en la cama con un aire bastante extraño.

--- ¿Qué es lo que quieres?... te apareces en donde estoy, sabes todo sobre mi, sabes todo sobre mi mamá — cuestiono Sam, realmente intrigado por la aparición de esta ”Enciclopedia familiar”

--- Ya te lo he dicho, soy...

--- Oh, sí, sí, sólo una cazadora… Sólo una cazadora que sabe sobre mi familia, mas que yo… ¿Dime quien eres? — exigió saber Sam

--- Sam, yo... — la chica se quedo pensativa y Sam lo noto, no podía darle la oportunidad de pensarse una excusa.

--- Solo… Dime quién eres. — volvió a exigir Sam

--- No importa. — dijo ella con una sonrisa que denotaba nerviosismo.

--- Solo… ¡Dime quién eres! — le grito Sam directo a la cara.

--- Bien. --- exclamo ella molesta ante tanta presión, y en un parpadeo sus ojos se volvieron negros. Ella era un demonio, así que Sam se alejo y corrió a su maleta.  --- Piensa antes de tomar el agua bendita. — advirtió ella.

--- Dame una buena razón — exigió Sam sin dejar de buscar el liquido sagrado de la maleta.

--- Yo vine a ayudarte Sam — aseguro ella.

--- ¿Esto es una broma? — pregunto Sam alucinado, jamás iba a confiarse de los demonios, no después de todo lo que le habían quitado.

--- Te lo juro por dios — exclamo ella con la mano arriba y pronto se dio cuenta de lo tonto que había sonado eso, ella era un demonio. — O lo que sea. — agrego.

--- Eres un demonio. — le grito Sam

--- No seas racista… Estoy aquí porque quiero ayudarte y podría... si confías en mí. — aseguro ella.

--- ¿Confiar en ti? — pregunto Sam alucinado, ¿Cómo se atrevía a pedirle tal cosa?

--- Sam, cálmate. — le pidió ella al ver que Sam por fin encontraba el agua bendita y se le acercaba de manera peligrosa.

--- Empieza a hablar... Todas esas muertes… ¿Que trataba de cubrir? --- exigió saber Sam, poniendo el agua bendita delante de ella.

--- No lo sé. — respondió

--- ¿Qué paso con mi madre? — volvió a preguntar Sam

--- La verdad es que no lo sé… Eso es lo que trato de descubrir… Solo se que todo es por ti— aseguro la mujer.

--- ¿Qué? — pregunto Sam alucinado y ella se puso de pie para hacerle frente.

--- ¿No lo ves, Sam? Todo eso fue por ti… Lo que le pasó a tu madre y a sus amigos… trata de cubrir lo que el te hizo, y quiero ayudarte a descubrirlo. — aseguro.

--- ¿Por qué quieres ayudarme? — pregunto Sam aun desconfiado de las intenciones de esa misteriosa chica.

--- Tengo mis razones… No todos los demonios somos iguales Sam… No todos queremos lo mismo… Yo quiero ayudarte de vez en cuando… Eso es todo… Y si me dejas, abra algo aquí para ti. — aseguro ella con una sonrisa de victoria en el rostro.

--- ¿Qué cosa podrías darme? — pregunto Sam con ironía.

--- Podría ayudar a salvar a tu hermano. — aseguro la mujer, Sam se quedo helado ante tal respuesta, ¿realmente estaba dispuesto a traicionar sus creencias y confiar en una demonio para salvar a Deán?... pues si lo estaba.

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